Capítulo 5: La llegada a Rivendel
Faramir despertó y se encontraba tendido en una cama. El techo era muy extraño; chato y con vigas oscuras, muy esculpidas. El cuervo había llegado justo a tiempo para que Elrond le salvase. Elrond es un maestro de curar. Las esperanzas eran muy pocas y la herida muy grave. El rostro de Elrond no tenia edad; no era ni joven ni viejo, aunque en su mirada se podía apreciar el recuerdo de una vida muy larga. Tenia el cabello oscuro, como las sombras del atardecer; los ojos grandes, brillantes y muy expresivos, sus ojos desprendían la luz de las estrellas y el reflejo de su mirada iluminaba la oscuridad. Parecía venerable como un Rey con su corona de plata engarzada con gemas color turquesa que desprendían una luz tenue y a la vez vigoroso como un guerrero. La puerta se abrió y Elrond le despertó para saludarle.
- Como te encuentras, le dijo.
- Mucho mejor, muchas gracias por todo.
- ¿Gracias?, por que me las das a mi. Yo simplemente te curé, si no hubiese sido por tu amigo Ben ahora estarías muerto.
- ¿Ben?, no me lo puedo creer, los enanos son gente maravillosa.
Ahora todos estaban a salvo y los demás descansaban en una habitación alejada de la de Faramir. Ben despertó y se encontró limpio y aseado. Con nueva ropa, pantalones marrones, camisa blanca y chaleco verde oscuro, como los arboles de Fangorm. Ahora estaba a salvo en la Ultima casa al Este del Mar. Esta casa era perfecta, tanto para comer, como para dormir, cantar y soñar. Bastaba estar allí para olvidarse de todos los problemas y ser la persona mas feliz del mundo.
A la caída de la noche se preparó un gran banquete de bienvenida, donde se produjo el reencuentro de la compañía.
-¡Querido Ben!, dijo Faramir somnoliento.
Ben seguía un poco aturdido aunque al ver a Faramir su animo despertó en un gran abrazo.
En el centro de la mesa , sentada en una silla cubierta por seda azul, estaba sentada una dama bellísima llamada Arwen ,la hija de Elrond. Era joven, su mirada revelaba sabiduría y conocimiento, su belleza era abismal, un cabello largo y oscuro como la noche, ojos grises como la luz de las estrellas. Su rostro era claro y dulce, una red de hilos de plata entretejida con pequeños rubíes de un rojo resplandeciente cubría su cabello. Pero las delicadas vestiduras azules no tenían otro adorno que una guirnalda de hojas cinceladas en oro. Así vio Ben a Arwen, uno de los pocos mortales que la habían visto.
Elrond se levantó y con una voz dulce y sonora comenzó a hablar.
- Me place saber que vuestra llegada ha sido dura y dificultosa. Eso demuestra que sois grandes aventureros que soportáis grandes tempestades. Desde que recibí el mensaje de Theoden, he estado buscando al mejor Elfo de Rivendel para que os acompañe en vuestra travesía. Dentro de muy poco se presentara ante nosotros para darse a conocer. ¡ Que comience la cena ¡ . Salud.
Arwen parecía inquieta. Sus ojos miraban alrededor y se tocaba mucho el cabello. Al parecer esperaba alguna visita y no quería interrumpir esta reunión tan importante para su padre. ¿Quien sería el caballero que la esperaba fuera?. Un bello Elfo, algún príncipe destronado, un hombre aventurero enamorado de la mujer elfa mas bella de todos los tiempos. Su mirada angustiaba a Ben que sentía lo mal que lo estaba pasando. Arwen le sonrío y Ben se dirigió hasta su asiento, el mas alto y elaborado de todos. Tallado en madera y barnizado en plata, coronado por unas hojas y una vara mágica que utilizan los magos que residen en tierras lejanas.
- ¿Se encuentra bien, mi princesa?, le preguntó Ben con una reverencia. El muy gandul tenia la barba tan larga que se la piso con los pies y cayo al suelo de cabeza.
Todos se levantaron alborotados por el ruido que provocó su caída en la sala.
- No os preocupéis estoy bien, aunque necesito que alguien me acompañe a cortarme estas barbas, aun no conozco muy bien la casa y con lo torpe que soy me perdería. ¿Si a Arwen no le importa salir conmigo fuera? La cena estaba muy rica y con su permiso yo ya he terminado.
A Elrond no le importó y los dos salieron del gran salón principal. Arwen le acompañó por un largo pasillo hasta que llegaron a un jardín que se encontraba fuera y era obligatorio pasar por ahí si querías ir a las habitaciones. Ben dio media vuelta y la dijo:
- Venga ya puedes irte. Se que esperas a alguien muy importante y esta es tu oportunidad. Tu colgante es precioso y se que le pertenece a quien amas.
Arwen se tocó el cuello y buscó su colgante, lo rozó con sus manos y besó a Ben en la frente.
- Muchas gracias por todo. Tu atención captó mi mirada y has podido leer mis pensamientos. Mi corazón pertenece aun hombre al que quiero como a mi propia vida y hoy espera mi llegada al otro lado del río. El puente iluminado por las estrellas.
El sonido de unas pisadas se oyó en los alrededores, el viento comenzó a soplar con fuerza y una sombra se vio a lo lejos. Un hombre alto con cabellos largos y negro, merodeaba en el jardín. Arwen soltó una lagrima que recorrió su pálido rostro y acariciando la mejilla de Ben se fue con aquel hombre, que Ben nunca logro adivinar su nombre.
En las habitaciones colindantes a la biblioteca se escuchaban unas voces que cantaban canciones.
El montaraz en la oscuridad,
En la noche de Imladris,
El amor secreto perdurara,
Y la muerte los separara.
Las estrellas guían su camino,
Y la luna los iluminará,
Con las lagrimas de la princesa,
Desde lo alto se verán...
Así continuaron las canciones y Ben prefirió no acercarse y volver con los demás. La niebla se extendía sobre los ríos y las nubes se oscurecían ante una tormenta. Eomer se preocupo por la tardanza de Ben y fue a buscarlo para la presentación del sexto compañero. A lo lejos vio una sombra pequeña y sospecho que seria el.
- ¿Ocurre algo?, durante la cena te he notado desanimado.
- Creo que pronto partiremos y me da miedo la idea de poder morir ante lo que nos espera.
- No pienses ahora en eso, disfruta de todo lo bueno que nos están ofreciendo. Vamos rápido hacia la sala principal que nos van a presentar al sexto compañero.
El pasillo era oscuro, largo y estrecho, mientras los demás esperaban, Marach encendió una pipa con hierbas de la Comarca. Un pequeño Hobitt se las regalo en uno de sus viajes. Elrond se levanto y dio de nuevo la bienvenida a Ben y Eomer.
- ¿Ya se fue Arwen a dormir? Preguntó Elrond.
- Si Señor, estaba muy cansada y decidió retirarse después de acompañarme a mi habitación, contestó Ben con voz débil y apagada.
La noche se hacia larga y pesada, el sueño se apoderaba de Aliaron y sus bostezos incomodaban a los demás. Dos Elfos altos y robustos, probablemente guerreros, hicieron acto de presencia con grandes varas de oro representando el nacimiento de un nuevo viaje. De pronto un Elfo apareció detrás de ellos. Alto, con pelo largo y rubio, vestido de color verde y negro, rostro pálido y ojos azules. Su mirada era sana y penetrante. Su sonrisa inspiraba paz y la forma de mover sus manos relajaba el corazón de los aventureros. Una corona de hojas de plata cubría su pelo. Un collar en forma de Angel brillaba con fuerza en su pecho, las mejillas pintaban el color rojo del sol y el río fluía por sus ojos.
- Maglor es mi nombre.
Elfo Noldorin, segundo hijo de Feanor. Pronunció el juramento de Feanor y se unió a la rebelión de los Noldor. En la Tierra Media se estableció en la Hondonada de Maglor, entre Hinring y las Ered Lin. Cuando la Hondonada fue conquistada durante la Dagor Bragollach, Maglor huyó junto a Maedhros, que habitaba en Himring. Durante el resto de la Primera Edad acompañó a su hermano en la guerra y la paz; en la Nirnaeth Arnoediad mató a Uldor el Oriental, y tras el saqueo de los Puertos del Sirion cuidó a Elrond y Elros. Después de la Gran Batalla.
¿ A, pero que no sabéis cual es la Gran Batalla?
Fue el gran conflicto que puso fin a la Primera Edad, librado entre el ejercito de Valinor y las fuerzas de Morgoth, compuestas de Orcos, Balrogs, dragones alados, otros monstruos y orientales. Prácticamente todas las fuerzas de Morgoth fueron destruidas, Thangorodrim fue derruida y Angband asolada, y Morgoth cayó derrotada, pero Beleriand y otras regiones noroccidentales de la Tierra Media se quebraron y hundieron bajo las aguas de Belegaer.
Y entonces después de la Gran Batalla intento repudiar el Juramento de Feanor, pero Maedhros lo convenció de que robara los Silmarils. Quemado por su joya , la arrojo al mar y vago por la orilla, cantando sumido en el dolor y el arrepentimiento. Por ello regreso a Rivendel para que Elrond le ayudase ofreciéndole este viaje.
En apariencia Maglor era el mas moderado de los hijos de Feanor; fue el único que trato de renunciar a reclamar los Silmarils. Fue (tras Daeron) el mas grande cantor de los Eldar en la Tierra Media; una de sus composiciones fue la Noldolante.
Ben no tenía palabras para describir todo lo que habían contado de su nuevo compañero. A este si que no le voy a poder salvar la vida, dijo en voz baja y entre dientes. Tras la presentación Faramir se acerco a el y detrás se dirigieron Eomer, Marach, Aliaron y por ultimo Ben, con la cabeza agachada y arrodillándose en su presencia.
- No soy ningún Rey como para que te arrodilles ante mi, le dijo Maglor mirándole a los ojos.
- Lo siento mucho, después de su gran historia, el respeto ha crecido en mi interior y mis servicios serian pocos para usted.
Faramir comenzó a reírse y agarrándole por la tripa le levantó del suelo para ponerlo en pie. Todos rieron y parece que Ben se sintió mas confortado. Esa era la ultima noche que pasarían en Rivendel, por que al día siguiente partirían hacia el Séptimo Anillo.
