Capítulo 6: Entre Ucornos y a por Athelas

La mañana nació oscura y siniestra. Las ropas estaban sucias y rotas. La comida era muy poca aunque todavía tenían provisiones. Aliaron se despertó el primero y fue despertando a cada uno. Marach rebusco entre los paquetes para preparar el desayuno. Pensaba que ya estaban lo suficientemente cansados como para tomar unas Lembas, que les darían mucha energía y fuerza. Partió tres por la mitad y las repartió entre los seis. No tocaron a mucho y se quedaron con un poco de hambre, pero había que racionar la comida.

El camino estaba siendo largo y duro, pero esto les protegería de los Trasgos. Las Minas de Moria eran el siguiente lugar donde tendrían que ir aunque todavía les queda una sorpresa preparada.

Ben caminaba cabizbajo y pensativo. Un sonido extraño interrumpió en el silencio de Bosque, aunque no le dieron mucha importancia y siguieron caminando.
De pronto un estruendo se escucho en el cielo y un tronco descomunal cayo al suelo impidiéndoles el paso. El estruendo fue tan fuerte que levanto una polvareda de arena y hojas secas que impidió que viesen algo. Todos estaban ciegos y se llamaban a gritos para no perderse. Faramir agarró el brazo de Ben y los dos cayeron al suelo de cabeza. Una araña comenzó a subir por la pierna de Ben, aunque el no la veía la podía sentir y empezó a gritar de terror. Faramir se levantó y se lo colocó en sus hombros. Andar era imposible e iba dando tumbos, hasta que volvieron a caerse. Marach pudo ver como se cayeron y fue rápidamente con ellos para no perderse del camino. De los demás no se sabia nada y ni siquiera se oían sus gritos. Era desesperante, los ojos estaban llenos de arena y prácticamente no se podía respirar.

Una voz rotunda y poderosa sonó a lo lejos. Unas pisadas retumbaban en el suelo y provocaron un terremoto, abriendo la tierra en dos. Aliaron que estaba inconsciente despertó y cayo por el agujero. Al abrir los ojos pudo agarrarse a una rama de árbol y quedo pendiente en el precipicio. Sus gritos no se escuchaban y la rama crujía antes de partirse. La desesperación pudo con el, las manos le sangraban y cuando las soltó de dolor, una mano le sujeto y le salvo de la muerte.

¿Estas bien?
- Ahora si, muchas gracias Maglor.
- Que es lo que esta pasando. Le pregunto Aliaron
- Es un Ucorno, pronto lo veras.

De pronto un árbol en forma humana levanto sus grandes piernas e intento aplastarlos.

Correr, rápido, o moriremos todos, grito Maglor.

Los Ucornos eran criaturas de Fangorn, aunque este habitaba en el Bosque Negro, por causas de exilio. Probablemente eran Ents (o arboles) que durante la Gran Oscuridad se habían vueltos salvajes y peligrosos. Los Ucornos se movían poco, pero cuando lo deseaban podían viajar con rapidez y envolverse en la sombra. Los Ucornos aun eran capaces de hablar, y estaban controlados por los verdaderos Ents. Aunque salvajes, en realidad no eran malignos y odiaban a los Orcos.

La tierra no paraba de moverse y por cada pisada del árbol se producían mayores movimientos. Los arboles comenzaron a caer y los animales huían despavoridos. El agua del río se desbordó y produjo una ola avalancha que se perdió por las grietas del terremoto.
El agua pudo hacer mas posible la visibilidad y Ben y Faramir encontraron a Maglor y Aliaron. Los cuatro estaban medianamente bien, pero faltaban Eomer y Marach. De repente el Ucorno logró verlos y se dirigió hacia ellos. Todos salieron en busca de los compañeros perdidos mientras el apoteósico árbol les pisaba los talones.

Malditos gandules, no os saldréis con la vuestra. Dejar de talar estos arboles.

El Ucorno se pensaba que eran saqueadores y los quería matar.
De pronto, Ben echó la vista hacia atrás y vio dos cuerpos heridos en el suelo.

Allí están, correr. Los he visto. Gritaba Ben.
- No podemos volver o moriremos. Dijo Aliaron.
- Son nuestros compañeros, maldita sea.

Ben dio la vuelta y salió corriendo en ayuda de Eomer y Marach. Faramir corrió tras el y se introdujeron entre las piernas del árbol para no ser aplastados. Su altura era inalcanzable y el ruido los impedía oír nada.
Faramir golpeó la cabeza de Marach y Eomer, pero no racionaban. Sus rostros eran pálidos y estaban demacrados. Faramir levanto sus párpados y el color blanco rodeaba todo el ojo. Maglor llegó corriendo y cogió a Eomer arrastrándole por el suelo. Faramir cogió a Marach y también se lo llevó. Por fin lograron despistar al Ucorno y se refugiaron bajo un árbol que hacia sombra.

Maldito cobarde, le replicó Ben a Alarion.
- Él no hubiese echo lo mismo por ti. Le contestó avergonzado y acongojado.

Al parecer el Ucorno les había golpeado con sus ramas y tenían rajas llenas de sangre por todo el cuerpo. Sus magulladuras estaban rodeabas de un color morado y verde. El olor era insoportable y la infección se extendía por la sangre. El aire del Bosque Negro no era saludable para su recuperación, puesto que las heridas brotaban de sangre y se ponían en contacto con todo lo que rodea al Bosque. Un golpe certero en la cabeza había sido otra de las causas y la única solución era buscar la planta Athelas.

Necesito urgentemente una Athelas, para salvarles. El golpe ha sido fortísimo y están a punto de morir. Dijo Maglor.

La Athelas es una planta curativa llevada a la Tierra Media por los Númenóreanos, que solo crecía en algunos lugares donde habían vivido o acampado. La fragancia de la Athelas era reconfortante, y en manos de los herederos de Elendil tenia grandes poderes para curar heridas y contrarrestar el efecto de los venenos y las influencias malignas. También eran llamadas las hojas de "Los reyes en Oestron" y "asea aranion" en quenya.
Ben echo la mirada al cielo y cerrando los ojos dio media vuelta y salió corriendo. Sacó su cuchillo del bolsillo y abandonó el camino en busca de la planta. Faramir corrió detrás de el, pero cuando los enanos están furiosos y rencorosos son capaces de correr a cualquier velocidad. Los arboles le introdujeron en el fondo del Bosque y Faramir le perdió de vista.

No saldrá vivo. Dijo Maglor.
- Yo iré en busca de el, le replico Faramir.

Aliaron sostuvo la mirada en el suelo y se agachó de rodillas para atender a los heridos. Maglor le encargo que fuera a por agua del arroyo. Le advirtió de que no la tocase ni la bebiese o las consecuencias serian peores. Un cubo de madera era lo único que tenían y con una cuerda de Elrond se dirigió al Arroyo. El agua era negra y fluía con rapidez. Una barca de madera se encontraba anclada en la orilla, pero prácticamente estaba destruida y su uso no seria el mas indicado. La temperatura comenzó a subir, el calor era insoportable y el río desprendía frescor. Las gotas de sudor caían por su frente y Aliaron decidió no hacer de las advertencias de Maglor y bañarse en el río.
El tiempo pasaba, La oscuridad era mas penetrante y la respiración mas suave con el paso de las horas. Aliaron no volvía y Maglor comenzó a preocuparse. No podía dejar a los heridos solos pero el agua era necesaria para curar las heridas y refrescar sus cabezas.
El aire agitaba las hojas de los arboles, la arenilla de suelo se elevaba en el aire y se introducía en los ojos molestamente.

Maglor decidió ir en busca de Aliaron aunque eso supusiese dejar expuestos a Eomer y Marach ante cualquier peligro. La visibilidad era mínima pero los elfos tenían una gran virtud, que era la mejor vista de la Tierra Media. El río sonaba apagado y malhumorado, la barca seguía intacta y Maglor miro dentro de ella. De pronto un bulto negro flotaba en el agua como una águila herida y cogiendo una cuerda rápidamente lo atrajo hasta la orilla. Era Aliaron y el embrujo del agua le engaño y le hizo tirarse a ella. Todo el que tocase ese agua quedaría dormido y hechizado por mucho tiempo.
Maglor le agarró por la cintura y lo llevó en sus brazos. Los heridos seguían igual, aunque con un nuevo compañero, y en este caso dormido. Ben seguía sin aparecer y la planta era la única solución.

Una luz roja se asomaba a lo lejos. Un cuerpo pequeño y gordo se asomaba el la oscuridad con una antorcha en la mano. A su lado Faramir y con un saco de Plantas curativas. Maglor sonrío, se levantó del suelo y los abrazó efusivamente.

¿Como lo habéis conseguido? Les pregunto con los ojos humedecidos.
- Es una historia muy larga, mas tarde te la contaremos. Contestó Ben.

Maglor cogió las Athelas, las fue moliendo con una piedra y las hirvió en agua. El olor llego hasta el olfato de Aliaron y entre quejidos abrió los ojos y despertó. Después con hojas caídas de los arboles las mojo del agua con la que había hervido la planta y lo restregó por las heridas de Eomer y Marach. Ellos no despertaron, pero lo harían al día siguiente después de recuperarse por completo.
Faramir apagó la lumbre para no reclamar la presencia de ningún ser extraño que los pudiese despertar. Ben se tiró al suelo y enseguida quedó dormido después de la gran aventura que sufrieron dentro del Bosque. Pronto descubriremos lo que paso, pero todo a su tiempo.

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Arwen: hola! pues me alegro de que te guste. Siento no haber actualizado antes, he estado falto de musa y no he tenido mucho tiempo de venir a actualizar, pero ya lo tengo aquí y espero volver a colgar otro pronto. Espero que este también te haya gustado. Namarië.