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Besos

Capitulo IV
El secuestro.

Seis meses después de la caída de Voldemort, los habitantes del mundo mágico se sentían nuevamente seguros y tranquilos. Los seguidores mas fieles del Sr. Tenebroso se encontraban en Azkaban, mientras otros habían mentido acerca de sus situación ante el ministerio para evitar ser encarcelados. Sin embargo el caso del seguidor de Voldemort más sonado fue el de Sirius Black, quien se decía entregó a los Potter, su encarcelamiento ocupó una plana en el Diario el Profeta.A pesar de la calma, muchos magos y brujas sentían que Voldemort podría aparecer en cualquier momento y robarles la tranquilidad nuevamente. La muerte de los Potter y el triunfo del pequeño Harry sobre el mago tenebrosos más poderosos, seguía siendo el principal tema de conversación en las reuniones, en las múltiples tabernas del mundo mágico, y una de las grandes incógnitas era, como un niño tan pequeño había conseguido algo que magos adultos y experimentados no lograron. Varias veces se vio a una mujer vestida con capa negra entrar a varios lugares de este tipo, siempre ocultaba su rostro bajo la capucha de la capa, discretamente oía todas estas conversaciones desde una mesa alejada. No era diferente a los demás que acostumbraban llegar a esos lugares, por lo que a nadie le llamó la atención en particular. Mundungus Fletcher apareció junto a ella levando un pequeño sobre de pergamino amarillento. —Aquí la tiene, ¿mi pago?— Ella dejó caer una bolsa de terciopelo negro, a juzgar por el tamaño debería contener de 3º a 40 galeones en su interior, él le entregó el sobre y ella examinó su contenido, una foto en la que se veía a un hombre de gafas y cabello negro, una mujer de brillantes ojos verdes y cabello rojizo sosteniendo a un bebé; una familia feliz que saludaba alegremente. —Es perfecta— Ella se levantó para irse —Puedo preguntarle para que la quiere?— —Sólo quiero que mi hijo recuerde a quien le debemos esta paz y la derrota del Sr. Tenebroso, no permitiré que su sacrificio quede en el olvido— Guardo la foto nuevamente en el sobre y se alejó. Mas tarde la foto era colocada sobre una mesita, enmarcada en cristal y plata. Su nueva dueña la admiraba con interés, repasando los rasgos de cada uno de los que en ella estaban. —Una familia feliz— Mientras tanto en Privet Drive, Harry Potter se encontraba inquieto, tenía hambre, pero debía esperar a que su tía Petunia terminara de atender a su primo Dudley, así que debía quedarse en el patio de atrás mientras esperaba. A su corta edad no podía comprender lo que pasaba, a veces recordaba los rostros de su madre y su padre, pero con el paso de los días las imágenes empezaba a hacerse borrosas. Su único momento de tranquilidad era durante la noche, dormía en la planta baja, habían improvisado una cuna en la alacena debajo de la escalera, así que no tenía que soportar a su primo como el resto del día. Cubierto con una cobilla maltratada, su sueño era interrumpido por pesadillas, un sentimiento de abandono lo invadía y despertaba llorado. A veces se las ingeniaba para salir de la alacena y recorrer la casa, le gustaba jugar con los juguetes que Dudley dejaba tirados por toda la casa y era lu única manera en que podría hacerlo. Y esa noche no fue la excepción, al verse libre de su pequeña cárcel, se dirigió inmediatamente a los restos de un pequeño avioncito, que hasta hace apenas una horas estaba en perfecto estado, De pronto la puerta principal se abrió lentamente, Harry vio una mujer encapuchada frente a él, estaba a punto de empezar a llorar cuando ella con un movimiento suave descubrió su rostro y se inclinó para que el niño la viera mejor, los brillantes ojos verdes del niño recorrieron el rostro de esa mujer y segundos después extendía sus pequeños bracitos. Ella respondió a este gesto levantándolo con cuidado hasta abrazarlo suavemente, lo cubrió con su capa, ocultó nuevamente su rostro y salió del numero 4 de Privet Drive sin cerrar la puerta tras de si. Horas después Harry dormía profundamente en una confortable cuna, se sentía seguro y amado, como cuando estaba con sus padres, esa noche desaparecieron las pesadillas. De ahora en adelante el destino del niño que vivió sería incierto, y con el amanecer se iniciaría una nueva pesadilla para el mundo.