Parte 6
Amontonados bajo sus paraguas, una pequeña multitud se reunió detrás de las barricadas y autos mientras la policía buscaba evidencias a lo largo de la calle y fotografiaba los cuerpos. Las ambulancias ya se habían llevado a los sobrevivientes. Las bolsas de cadáveres cubrían las aceras, algunas de ellas tan planas que la gente se preguntaba como podía alguien estar dentro. La lluvia comenzaba a amainar, convirtiéndose en una niebla que resplandecía en los trozos de vidrio roto y en los autos de la policía.
April terminaba de dar su declaración a un oficial y se paseó entre la multitud hasta descubrir a Casey siendo entrevistado por otra oficial. En vez de ir directo hasta él, se volvió hacía la calle enfrente de su tienda, un poco menos desastrada ahora que los pedazos habían sido recogidos, pero pasarían horas antes de que la policía terminara de recoger toda la evidencia y lavaran la sangre del piso. Cubrió su boca con la mano y caminó rápidamente hacía Casey.
...encendimos las luces, no alcancé a ver lo que estaba pasando aquí afuera... – Casey se rascó la nuca, haciendo su mejor esfuerzo para parecer como el novio que no tenía idea de nada.- Sonaba como una batalla campal aquí afuera, con todas esas armas disparándose. Creo que incluso oí una ametralladora, pero con todos esos gritos...
Si que la escuchó.- Dijo la policía, haciendo otra anotación en su libreta.- Aunque no creo que el tipo que la usaba pueda volver a dispararla otra vez. Ese brazo fue hecho pedazos. – Entonces se dio cuenta de que April estaba ahí, que cerraba los ojos y se volteaba lentamente.- Oh, lo siento señora. Escuchen, si alguno de ustedes recuerda cualquier otra cosa, o escucha cualquier otra cosa, háganoslo saber. Tienen mi numero, ¿verdad?.
Si.- dijo Casey, asintiendo.- ey, ¿tienen alguna idea de que fue lo que pasó aquí afuera?.
Probablemente fue una banda rival.- dijo ella, apartando su lápiz.- Siendo los nuevos, las Cinco Garras han hecho un montón de enemigos. No es la primera banda que vemos caer así. Ah, ustedes dos deberían pasar la noche en otro lugar. Esta noche habrá mucho movimiento por aquí y, bueno, no vamos a ser capaces de limpiar este lugar lo suficientemente rápido, si entienden lo que les quiero decir.
¿Eh?.- Casey hizo una mueca al comprender.- Oh. Huacala. Si, buscaremos otro lugar. Tal vez un hotel.
Genial. Háganos un favor y deje esas luces suyas encendidas. Odiaría tener que hacer el trabajo con mi linterna.
Si, claro. Buena suerte y todo eso.- Cuando se fue, se volteó y puso un brazo alrededor de los hombros de April, dejándola enterrar su rostro en su camiseta.- Vamos, te llevaré adentro.
La condujo hacia el interior justo en el instante en que llegaba una camioneta de la prensa, cerrando la puerta antes de que ningún periodista pudiera acercarse. La tienda se veía tan ordenada y limpia por dentro, sin hoyos de balas o vidrios rotos o sangre. Como si se tratara de cualquier otra noche, excepto por los flashes de las cámaras afuera. Casey cerró las cortinas y se volvió, retrocediendo luego con una exclamación de sorpresa.
Miguelangel y Donatello ayudaron a April a acomodarse en un sofá, mientras Raphael empujaba una de las sillas para que Splinter se sentara. Saludó con una seña a Casey y luego fue a sentarse en un mostrador cercano.
Supongo que ya todos vieron lo que quedó.- dijo.
Lo vimos.- respondió Don.- Desde el techo.
No lo entiendo.- dijo April, apretando con fuerza la mano de Miguel. Éste se sentó en el brazo del sofá y puso su brazo alrededor de sus hombros.- ¿Qué pasó con él? El Leo que conozco jamás habría hecho esto.
Me temo que pasé por alto las señales de alerta.- Dijo Splinter.- creí que sólo estaba descansando, recuperando sus fuerzas. No me di cuenta de la verdadera extensión de sus heridas.
No lo entiendo, maestro.- dijo Miguel.- yo no vi ningún problema.
Las batallas dejan otras heridas aparte de las físicas- Dijo Splinter.- Actuaba normal la mayor parte del tiempo, pero mirando hacía atrás, algunas de las señales eran demasiado obvias.
Apenas si come.- Dijo Raphael asintiendo.- Se sienta en la oscuridad todo el tiempo.
Más que eso.- Dijo Splinter.- Un par de días atrás, lo escuché practicando durante la noche. Cuando estuvo demasiado tiempo en silencio, fui a echarle un vistazo. Estaba de pie, completamente inmóvil. Permaneció de esa forma por varias horas.
¿Cómo meditando?- preguntó Miguel.
Probablemente sólo estaba atrapado en un algún recuerdo poderoso.- Dijo Don.- O pudo haber estado catatónico. Es uno de los síntomas de la esquizofrenia.
¿Qué?.- se atragantó Miguel.- ¿Leo se está volviendo loco?.
No, eso no. La ciencia moderna lo llamaría stress post traumático.- Explicó Donatello.- Lo que significa que tenemos una tortuga muy perturbada.
Pero parecía estar todo bien cuando hablé con él.- Dijo April.- Hasta me dio un susto como lo hace Miguel todo el tiempo.
Si.- Dijo Casey.- Cuando hablé con él, estaba más preocupado por ustedes, chicos. Absolutamente normal.
Hasta que se vio envuelto en una pelea.- Dijo Raphael, mirando hacía las ventanas cerradas.- Escuchen, él me contó más acerca de lo que le había pasado, pero no quise decirles nada porque sentí que traicionaba su confianza.
Creo que él quería que nos contaras.- Dijo Don.- Así él no tendría que hacerlo. Cuando hablé con él más tarde, se preguntó si tu siquiera lo habías escuchado.
Oh, yo escuché muy bien. Dijo que estaba atrapado en un lugar compuesto de un montón de pasadizos y habitaciones todos conectados, y que no había forma de saber donde estaban y que constantemente estaban matando cosas.
¿Cosas?- Preguntó Casey.
No dio muchos detalles, sólo que trataban de matarlas. Algunas de ellas eran realmente pequeñas y rápidas y otras eran tan grandes que... – Se detuvo un momento.- ... que cuando las mataban tenían que escarbar sus cuerpos para pasar.
¿Tenían?.- Preguntó Casey.
Si. Dijo que al principio eran tres, él, una chica y un tipo llamado Félix.
¿Félix?- Exclamó April, incorporándose y observándolos a todos.- Así fue como llamó al ultimo, a ese con quien... se estaba riendo.- Al guardar silencio, Casey explicó rápidamente que fue lo que vieron al encenderse las luces: un hombre, alto y negro, apuntando su arma hacía el rostro de Leo, la espada de éste contra cuello del hombre y como ambos se relajaron al reconocerse.
Todos se estremecieron al pensar en lo cerca que habían estado de perder a su hermano.
¿Realmente hizo todo esto?.- Preguntó Miguel quedamente.- Es decir... todos esos cuerpos...
No fue todo obra de él.- Dijo Casey.- Creo que la mayor parte de la banda se disparó entre sí por accidente. Pero algunos, si. Fue Leo.
Ese Félix.- Dijo Splinter.- ¿Cómo era él?.
Un tipo grande, negro, con pelo rasta.- Dijo Casey.- De verdad grande. O sea, no era como George Foreman, pero no me gustaría encontrarme con él en un callejón.
Usaba un viejo uniforme del ejercito.- Dijo April.- Del tipo que venden en las tiendas y... estaba todo empapado.
¿Por la lluvia?.- Preguntó Miguel. April negó con la cabeza y él no volvió a preguntar.
Se fueron cuando comenzaron a sonar las sirenas.- Dijo Casey.- No sé por donde se fueron.
Mientras los demás compartían sus opiniones, Donatello abrió su bolso y sacó su comunicador. Lo accionó, encendiéndose la pantalla. Cuatro puntos rojos parpadearon en la superficie cuadriculada, tres juntos y uno varias cuadras más lejos.
Creo que puedo encontrarlo.- Dijo Don.- Olvidó que todos los comunicadores tienen un rastreador. Así podremos seguirlo.
¿Y luego qué?- Preguntó Raph.- ¡Ey Leo, creemos que te estas volviendo loco, ven a casa y déjanos encerrarte por un rato!.
Eh...
Debe ser traído de vuelta a casa.- Dijo Splinter.- No para encerrarlo, pero sí para ayudarlo a recobrarse. Y también para mantenerlo separado de su nuevo amigo. Si Leonardo es el responsable de esta masacre, tiemblo al pensar en lo que esos dos serán capaces de hacer juntos.
Vamos andando entonces.- Dijo Raphael.- Miguel, tu y Don vengan conmigo. April, si tu y Casey quieren quedarse en nuestro hogar por un tiempo...- Casey miró a April que todavía se veía descompuesta.
Esa es una mejor idea. Sólo déjame ir por algunas cosas.
Al ponerse todos de pie y partir en distintas direcciones, Splinter puso una mano en el brazo de Raphael, reteniéndolo por un momento. Le habló en voz baja, para que sólo él escuchara.
Sé cauteloso cuando lo encuentres. Trata de evitar una pelea.
Si, maestro. No quiero lastimarlo.- Splinter asintió con un suspiro.
Esto ha sido duro para todos, pero especialmente para ti. Sin Leonardo, has tenido que ser fuerte para tus hermanos y para mi. Lo que sea que pase esta noche, debes saber que estoy orgulloso de ti.
Eso no le quitaba a Raphael el peso de la responsabilidad de encima, pero le ayudaba a soportarlo mejor. Sonrió y asintió.
Lo traeré de vuelta, maestro. Lo prometo.
Sin tener realmente dónde ir y sin ninguna prisa por decidirlo, dos figuras caminaban entre los callejones y aceras, manteniéndose en la oscuridad de las calles alumbradas sólo por unos cuantos postes de luz. Félix tenía sus manos en los bolsillos, su cuchillo a salvo en una cartuchera sujeta a su cinturón. Leonardo caminaba con los brazos cruzados y la cabeza baja. Había sacado una de las fundas de su espalda y la había asegurado a su cintura, para tomarla más fácilmente desde ahí. Ninguno de los dos se había percatado de la cantidad de sangre que traían entre sus ropas. Estaban acostumbrados a llevar mucha más.
... descubrí que me habían enlistado como desaparecido.- Dijo Félix.- Pude haber vuelto a trabajar, pero después de todo, no puedes sólo sentarte y hacer como si nada hubiera pasado.
¿Por eso las Garras Blancas?.
Podía pelear un poco. Hacerme cargo de un par de bandas pequeñas, ganar suficiente dinero para pagar la renta. ¿Tu?.- Leo sacudió la cabeza.
Sólo me he sentado en la oscuridad. Ya no confió en la luz.
Si... esa era una de las cosas buenas de las Garras. Hacían todo su trabajo de noche.
Un poste de luz alumbraba la esquina, así que dieron vuelta, metiéndose en un callejón y continuando su camino, lentamente alejándose de la lluvia. No demasiado lejos, oyeron unos susurros detenerse repentinamente, pero siguieron avanzando, pasando junto a los tarros y contenedores de basura. Dos figuras a la izquierda, tres a la derecha y la luz de la luna reflejándose en las hojas de sus navajas. Se oyó el siseo del metal y el ruido de una cartuchera al ser abierta. En el silencio, sin los constantes aullidos y gritos, Leonardo se dio cuenta de que podía oír el sonido de la piel al ser cortada, el gorgotear de una garganta cercenada y el golpe de alguien estrellándose contra el piso. La sangre brotando de varias arterias sonaba como el arroyo de la guarida; los dedos rasgando inútilmente el pavimento, como ratas.
No hubo gritos. Un minuto después, aparecían por la acera, Leo deslizando su espada de vuelta a su funda, Félix poniendo su cuchillo de nuevo en su cinturón.
No creo que pueda encontrar otra banda.- Dijo Félix.- Creo que ya puedo soportar el volver a trabajar. Comenzar de a poco, sin apuro.
Que suerte. – Dijo Leo.- El maestro me puso a trabajar casi de inmediato. El asunto de las Garras era mi primera tarea.
Esa mujer, O'neil, ¿ es amiga tuya?, es una chica valiente.
Cuando tienes cuatro ninjas cuidándote la espalda... – Félix rió, una risa profunda que retumbó en su pecho.
Tortugas ninja mutantes.- Dijo, repasando cada palabra.- De todas las cosas raras que vi en el ejercito, tu definitivamente te llevas el primer premio, hombre.
Adolescente.- Corrigió Leo.- Sólo tengo dieciséis.
¿Dieciséis? ¿Me estas hueviando?, no te ofendas, pero es difícil de creer... – Leo se encogió de hombros y sonrió.
No hay problema. Todos los humanos se ven igual para mi también.- Félix se volvió a mirarlo, luego rió de nuevo.
Es bastante justo. Vamos, conozco un pequeño antro que nos servirá hasta el amanecer. Será lo suficientemente oscuro para ti.
Asintiendo, Leonardo lo siguió, con los brazos cruzados de nuevo y la cabeza baja. El viento, frío y poderoso, arrastró una hoja de periódico hacía ellos, mientras el agua corría por los desagües. En algún lugar, a la distancia, un club nocturno emitía un débil y constante palpitar, cómo si Nueva York misma estuviera viva, y todos sus demonios caminaran por sus calles.
