Parte 13
La sangre se apozaba a sus pies. Leo agachó la cabeza mientras la lluvia se volvía más intensa, demasiado intensa. Esa era más sangre de la que podían contabilizar. A pesar de su velocidad, simplemente no eran tan rápidos. Los arañazos se oían más fuertes a lo que avanzaban y la luz se volvía aún más tenue debido a la sangre que bañaba las líneas luminiscentes a lo largo del piso. Todo lo que tenían ahora era la luz del comunicador, la que se hacía débil, incluso para los tres veteranos.
'Nos debemos estar acercando.- Dijo Leo.
'¿Como lo sabes?.- preguntó Raphael, quien había estado caminando cerca de su hermano, siguiéndolo sigilosamente a su izquierda.
'Se están matando unos a otros.- Respondió Leo.- La mayoría provienen del pozo mismo. Imagínate como debe verse el fondo.
'Prefiero no hacerlo.
Los aulladores venían más rápido, en manadas tan apretadas que el techo y las paredes parecían tener vida propia y retorcerse. Cinco aulladores saltaron a la vez sobre Félix y éste logró cortar a uno de ellos mientras que dos balas mandaban a otros dos de vuelta. Félix esquivó al ultimo par y los escuchó chapotear en las pozas de sangre detrás de él, atrapando al que Raphael no había podido matar, y después se giró a agarrar a otro que estaba apuntando a su brazo. Ninguno de ellos podía dejar de moverse, aún cuando su ritmo se había reducido a un arrastrarse por los pasillos.
'¿Dónde demonios está ese cuarto?.- Gritó Chanta.- No puedo ver las paredes.
'Metro y medio adelante- dijo Don.- a tu derecha.- Félix rió amargamente.
'Daría lo mismo si fuera un kilómetro más allá. Sabía que esta era una mala idea.
Lo único que los salvaba era lo amontonada que estaba la manada: las pequeñas cosas no podían moverse ni remotamente tan rápido como lo hacían siempre con otras cosas frente a ellas, detrás y a los lados. Cada golpe de espada eliminaba a tres o más. Cada corte de cuchillo, a dos. Cada bala atravesaba a uno y entraba en otro. Aún si fueran cientos de ellos, sólo podían atacarlos de a unos pocos a la vez. Centímetro a centímetro, avanzaban lentamente.
Tenían que confiar en la palabra de Donatello de que estaban parados junto a la puerta. Ellos no podían verla por culpa de los aulladores que la cubrían. Como Félix era el que estaba más cerca, él tuvo que iniciar la tarea de despejar el camino, apartando de una patada los cuerpos de las criaturas fuera de su paso a lo que caían. Raphael tuvo que dedicarse a apilar a un lado a los que apartaba, ya que Leo estaba demasiado ocupado conteniendo al resto de los monstruos como para hacerlo.
Detrás de ellos, Miguel fue el primero en oírlo, el sonido de una palpitación que iba en aumento. Se volteó, ignorando el grito de dolor de Chanta, y husmeó en la oscuridad del corredor. Después de un rato, ella dejó de gritar y también observó. Sus propios ojos estaban mejor adaptados, pero tampoco consiguió ver nada.
'Algo se acerca.- susurró Miguel.- Algo grande.
El suelo comenzó a retumbar, derramando sangre para todos lados como una tormenta,. Chanta miró por sobre su hombro en dirección a los otros.
'¡Apúrense- Gritó.¡Es un demonio!
'¡Ya casi esta listo!.- respondió Félix.
Sin molestarse en escuchar tras la puerta, la abrió de un empujón, lanzando una cuchillada ciega. Su cuchillo hizo contacto con el primer aullador que saltó hacia él, y el cuerpo de la criatura le permitió mantener la puerta abierta a lo que se internaba en la habitación, matando a los pocos que, de alguna forma, habían quedado atrapados en ella. Otros cuerpos y huesos estaban desperdigados por el suelo, probablemente devorados cuando las criaturas no pudieron encontrar la forma de volver a abrir la puerta cuando se quedaron encerrados.
Miguel, cargando a Chanta, fue el siguiente en entrar, ubicándola en el piso antes de apartar los cadáveres. Raphael retrocedió hasta el interior y Leo fue el ultimo en entrar, volviéndose hacia la puerta cuando los demás la cerraron tras él. En el exterior, los rugidos del demonio hacían eco por los pasillos y las paredes temblaban al atacar éste a los aulladores.
Félix exhaló un suspiro de alivio, pero Chanta puso una mano sobre la suya para detenerlo, sacudiendo la cabeza, indicándoles que guardaran silencio. Félix frunció el ceño.
'Pero los demonios no pueden abrir las puertas.- Murmuró.
Ella asintió una vez, con los ojos muy abiertos y temerosos. Mantuvo la espalda contra la pared y el arma lista para apuntarla hacia la puerta. Félix y Leo intercambiaron miradas, obviamente no estaban convencidos, pero guardaron silencio de todas formas, por si acaso. Aunque odiaba tener que hacerlo, Miguel apagó la luz del comunicador y le bajó el volumen. Donatello tenía el mal habito de hablar en el momento más inoportuno.
Desde el exterior podían oír la carnicería, mientras los aulladores eran arrojados lejos por el demonio a lo que otros saltaban sobre su espalda a morderlo. El demonio se arrojaba a sí mismo contra la pared, estrellando a sus atacantes, dando zancadas hacia delante y arrastrándose a través de un estrecho pasillo.
El sonido de huesos partiéndose y de piel siendo desgarrada llenó los corredores antes que todo estuviera tranquilo otra vez.
Dentro de su cuarto, se miraron unos a otros esperando y escuchando. Los quejidos lastimeros de una de las criaturas podía oírse justo tras la puerta. Lentamente, tras varios minutos de trabajo, logró impulsarse por el corredor centímetro a centímetro.
La puerta podría haberse estremecido si Leo no hubiese mantenido todo su peso contra ésta, esforzándose para mantenerla silenciosamente dentro de su marco.
Ahora Miguel podía escucharlos a todos respirar, sólo porque no podían evitar lanzar bocanadas en busca de aire. Todos debían estar exhaustos.
El primer choque los tomó a todos por sorpresa y, por primera vez, Leo sintió la perdida de fuerza. Logró cerrar la puerta de nuevo, pero sólo porque ésta se había abierto repentinamente y, al igual que ellos, el demonio se había alarmado. Ahora debía estar tomando impulso para la próxima arremetida. Chanta levantó su arma, lista para disparar en cuanto viera sus ojos y Félix se unió a Leo en la puerta.
Su fuerza combinadacedía al golpear la criatura; la puerta alcanzaba a abrirse unos cuantos centímetros antes de que pudieran volverla a empujar y la sangre chorreaba desde el exterior. Miguel los observaba, pero le parecía inútil: incluso si no hubieran estado así de cansados, simplemente no tenían la fuerza suficiente para mantener a la criatura acorralada.
Lanzando el comunicador sobre las piernas de Raphael, Miguel se puso de pie y respiró profundo. Puso una mano sobre el hombro de cada uno y los hizo a un lado, un poco sorprendido cuando Leo se tambaleó. Sin embargo, su hermano mayor ya estaba completamente adaptado a ese ambiente, mientras que él era prácticamente inútil, demasiado fuerte y demasiado lento. Miguel puso sus manos en la puerta y cuando se produjo el siguiente golpe, ésta no se movió.
El demonio era persistente. Golpeó la puerta varias veces más, rugiendo como si con sólo su voz pudiera hacerla saltar sobre sus goznes. Miguel se preguntó si sería el pasillo lo que le estaría impidiendo utilizar toda su fuerza o si simplemente no era tan fuerte después de todo, porque podía mantener la puerta cerrada con facilidad. Se dio vuelta y apoyó su espalda contra ésta, deslizándose hasta el piso, sentándose como Leo lo había hecho antes. Miró a su alrededor, Félix estaba recostado contra Chanta, quien había hecho a un lado su arma y Leo estaba recostado contra Raphael, con los ojos cerrados, demasiado cansado para moverse. El demonio golpeó la puerta nuevamente, pero Miguel casi no lo sintió. Sonrió.
'Duerman un poco. Yo seguiré vigilando.
'Esperen.- dijo Don, con el volumen todavía bajo.- Los barriles dentro¿qué dicen¿qué más hay allí, al menos díganme...- Raphael levantó la tapa del comunicador, encendiendo la pantalla.
'Don... cállate. Comete algo de comida china y duérmete. Te llamaremos después.- Lo apagó antes de que Donatello pudiera responder. A su lado, Leo no pudo evitar reír.
'Dios, podría ir por comida china ahora mismo.- Leo usó el hombro de Raphael como almohada y respiró profundo, relajándose. Se sorprendió a sí mismo cuando Raphael puso un brazo alrededor de sus hombros y no lo rechazó.
Los latidos del demonio se hacían más débiles y se quedó dormido, confiando por primera vez su seguridad a uno de sus hermanos.
En el laboratorio de Stockman, Donatello gimió cuando la pequeña ventana en la computadora se fue a negro. La empujó a una esquina de la pantalla y abrió otra ventana de la parte de arriba del mapa en la computadora, obteniendo más notas detalladas sobre el contenido de la habitación.
'No puedo creerlo. Ni siquiera pudieron tomarse un minuto para decirme que químicos hay adentro...
'Donatello...- dijo April, poniendo una mano sobre la suya.- Lo hiciste bien. Los llevaste hasta allá en una pieza. Ahora duerme un poco. Te despertaré cuando Casey llegue con la cena.
'Tienes razón.- con desgano se detuvo para tipear algo más y asintió.- Tienes razón. ¿Pero me avisarás si ellos llaman primero?
'Claro que si.
Lo observó ponerse de pie y dirigirse a los sacos de dormir que ella había traído. Alejarlo de la computadora ya había sido difícil, ni siquiera iba a intentar sacarlo del laboratorio.
Con sus ronquidos como sonido de fondo, tomó las notas que Stockman había hecho de los monstruos que había creado, encontrando los mismos registros sobre los "hambrientos" y los "aulladores". Y aunque no pudo encontrar nada sobre los enormes monstruos que asemejaban demonios, sí encontró registros de qué desperdicios bioquímicos y biológicos había arrojado ahí. Sus demonios probablemente no eran más que mutaciones genéticas, considerando la fuente material...
Miró a la pantalla de nuevo. Cinco puntos blancos reunidos en una habitación. Docenas de puntos negros en el pozo, un poco más allá por el corredor. Y nada más. Lo que fuera que usara Stockman para rastrear a sus engendros, no era capaz de ver a los demonios rugiendo por los corredores. Se acurrucó en la silla y se quedó mirando, incapaz de encontrar una solución. Si habían demonios en ese pozo, no podrían saberlo hasta que fuera demasiado tarde.
Algún tiempo después, Leonardo abrió sus ojos, atento. Nadie más parecía estar despierto. Se sentó, sacudiendo la cabeza. Después de tanto pelear, debería de estar adolorido, pero ese mundo parecía estar construido para una pelea sin fin. Podría haber sido el paraíso si sus hermanos no hubieran estado ahí, si hubiera estado solo, con un enemigo eterno en medio de una matanza sin razón ni sentido.
'¿Estás despierto?.- Leo miró Raphael, ahora en la posición de Miguel junto a la puerta. Miró de vuelta a quien fuera contra quien había estado durmiendo y encontró a Miguel acurrucado junto a él. Buen truco. Debía de haber estado más cansado de lo que creía para no haber despertado cuando hicieron el cambio.
'Si, estoy despierto.
'Bien.
'¿Es mi turno?
'No. Han pasado doce horas ya. Estaba dejando que todos ustedes despertaran por su cuenta.
Por el sonido en el exterior, el demonio se había ido. Leo se sentó inmóvil por un instante, luego se dio cuenta que sus espadas estaban aún en el suelo. Las recogió y comenzó a limpiarlas.
'¿De verdad las envenenaste?.- Leo se paralizó.
'¿cómo supiste...?
'Splinter lo vio. Cuando las alzaste contra él.- Raphael se acomodó para cruzarse de piernas y echarse para atrás otra vez.- Dijo que debía tener cuidado contigo.
'Nunca te lastimaría.
'Nos diste una buena paliza. ¿Eso no cuenta?.
'Sabes lo que quiero decir.
'No. No lo sé.- Dijo Raphael.- Estás haciendo las reglas sobre la marcha. Matar es proteger, huir es libertad. Pero creo que estás empezando a perderle la pista a tus propias reglas..- No hubo respuesta. Raphael presionó un poco más.
'No creo que quieras lastimarnos. Y creo que tu realmente quieres mantenernos a salvo, pero ya no puedes soportarlo más. Y si Splinter no te deja hacerte a un lado, aunque sea un poco, entonces tienes que huir, no importa lo que pase.
'... Es algo así.- Admitió Leo. Su hermano no respondió. Leo rió tristemente y continuó limpiando sus espadas.- Sólo ocurrió. Un día podía hacerlo, al otro ya no. Yo...- Leo dudó antes de continuar.- Huía la primera noche que llegué aquí. Pude haber seguido mi camino, pero entonces vi las luces del experimento de Stockman y me encontré con Félix en el techo...
'¿Y Chanta?.
'La vimos ser traída hasta acá. No sé como lo hizo, ni como fuimos traídos nosotros. Sólo sé que Félix me tomó por el brazo y al minuto siguiente estábamos aquí.
'Mmm.- Raphael alzó la mirada.¿Ya estabas huyendo¿Porqué volviste a casa entonces?
'No lo sé. No estaba pensando claramente.- Respiró profundo y luego dejó ir todo el aire.- Sólo un poco más. Una vez que los saque de aquí, será todo.
'No tiene que ser así...
'Si. Tiene.
Frente a ellos, los humanos comenzaban a despertarse, sus balbuceos espantaron a Miguel quien se sentó derecho y miró rápidamente a su alrededor hasta que se dio cuenta de que todavía estaban a salvo. Raphael dejó ir el asunto. Por el momento.
'Si ya todos estamos despiertos.- dijo Leo.- Entonces vamos a ver que hay aquí.
Raphael encendió la pantalla del comunicador de nuevo. No vio a nadie del otro lado y se imaginó que su hermano y April aún estaban dormidos. Usando la luz de la pantalla, encontró dos cajas llenas de kits de primeros auxilios, pastillas y municiones. Chanta tomó la mayor parte de eso. Habían unas cuantas barras de comida, pero ninguno tenía hambre. Apuntaron la luz al fondo de la habitación y encontraron cinco tambores de metal, todos oxidados, con los símbolos amarillos indicativos de peligrosidad pintados en el frente.
Subiendo el volumen, Raphael intentó llamar a Donatello varias veces, preguntándose porque no obtenía respuesta. Leo le quitó el comunicador, subiendo el volumen todo la alto que era posible y gritó.
'¡ Donatello¡despierta!
La cabeza de Donatello apareció en la pantalla a lo que se incorporaba, obviamente despertando de un profundo sueño. Miró a su alrededor, completamente alerta mientras Leo le devolvía el comunicador a Raphael, quien sabía que esa habría sido su reacción también, ya que usualmente era Leo quien tenía que despertarlos.
'Encontramos las cosas que mencionaste.- Dijo Raphael.¿Ahora qué?
'¿Eh, oh, bien. Si. Em... los detonadores en las bombas de luz de Leo. Sáquenlos y atenlos a los contenedores, uno en los alcalinos y los otros dos en los ácidos.
Leo separó las cargas de los detonadores y le alcanzó estos últimos a Félix, quien ató sus cables juntos y se las arregló para sostenerlos en los bordes de los contenedores.
'¿Ahora qué?.
'Ahora tienen que empujarlos dentro del pozo. Debería haber un camino estrecho hacia la entrada del pozo. Luego disparan los detonadores y se cubren.
Todos se miraron unos a otros. Donatello, a salvo en el laboratorio, no tenía idea de con qué estaban peleando o qué era lo que yacía en el fondo de ese pozo esperándolos.
Incluso si el pasillo hubiese estado vacío... pero allí habían todavía cientos de aulladores. Quien fuera al interior del pozo, siquiera se asomara a la entrada de éste, iba a ser mordido. La única pregunta era qué tan mal.
'Yo lo haré.- Dijo Leo.
'No puedes.- dijo Miguel.- Los contenedores son demasiado pesados para que puedas moverlos tu sólo. Vas a necesitarme.
'Miguel...
'Entonces nosotros estaremos cerca de la puerta.- Dijo Félix.- Cubriendo a Chanta hasta que pueda disparar.
'Y atentos por si aparece ese demonio.- Dijo Raph.
Leonardo miró a Miguelangel, pero no discutió con él. Sólo agarró la parte superior de uno de los toneles y comenzó a arrastrarlos hacia la puerta. Miguelangel tomó los otros dos y tiró de ellos a la misma velocidad de Leo. Raphael revisó la puerta y una vez que estuvo seguro de que el paso estaba libre, los dejó salir.
Arrastrar los contenedores hasta la puerta tomó menos tiempo del que habían pensado. No había quedado nada después del ataque del demonio. Cuando alcanzaron la puerta, Miguel les dio una vuelta a los contenedores de manera que todos los detonadores quedasen apuntando hacia el pasillo. Leo desenvainó sus espadas.
'Cuando abra la puerta- murmuró.- los empujas todos adentro tan rápido como puedas.- Miguel asintió y se puso en alerta.
Leo pateó la puerta y atrapó al primer aullador en su espada antes de que estuviera completamente abierta. Miguel empujó los barriles tan fuerte como pudo, pero los tres al mismo tiempo, incluso usando toda su fuerza, se movían angustiosamente despacio.
Los aulladores fluyeron por la puerta abierta como insectos, siendo cortados al instante y cayendo al suelo. Miguel deseó sólo tener que dejar los barriles en la mitad de la puerta, pero para que funcionara el plan, debían estar completamente adentro.
La posición en que se encontraba, proporcionaba a Leonardo un ángulo desfavorable, forzándolo a lanzar sus estocadas por sobre los contenedores. Uno de los aulladores saltó hacia Miguel y Leo lo cortó a la mitad, pero el movimiento lo dejó sobre expuesto y un instante después, unos afilados dientes rasgaron profundamente en su brazo izquierdo. Hizo una mueca de dolor, pero no se quejó, ignorándolo por un minuto mientras defendía a su hermano. La sangre corrió por su brazo a chorros a lo que la criatura se acomodaba para una mordida mucho más profunda.
De repente, los barriles estuvieron por fin dentro y Miguel retrocedió, buscando hacerse a un lado, más de las espadas de su hermano que del aullador. Logrando cerrar la puerta de alguna forma, Leo pudo librarse del que estaba atacando su brazo, siguiendo a su hermano por el corredor, escapando hacia la seguridad del cuarto de provisiones.
A lo que se acercaban a la puerta, tres disparos estallaron, tras lo cual una ardiente explosión los arrojó hacia delante.
Raphael agarró a Miguel y lo tiró hacia el interior, con Leonardo tambaleándose tras él, cerrando las puertas cuando las llamas ya rugían por el corredor. Después de unos segundos, la puerta estuvo demasiado caliente como para tocarla.
'Creo que funcionó.- Dijo Félix.- Ahora tenemos que esperar a que el fuego se extinga.
Cuando Miguel asintió confirmando que estaba bien, Raph lo dejó y se volvió a mirar a su hermano mayor.
Leo había colapsado en una esquina, respirando con dificultad. Se arrodilló a su lado y suavemente tomó su brazo, sosteniéndolo con fuerza cuando Leo quiso rechazarlo.
'Déjame ver.- Dijo Raphael, tomando el rollo de vendas que le ofreció Félix.
'No es grave.- dijo Leo.- Sólo se ve mal.
'Todavía está sangrando.- Discutió Raph, envolviendo las vendas alrededor apretadamente.- Esto tendrá que servir hasta que Don pueda darle un vistazo.
Leo lo miró a los ojos y los dos supieron en qué pensaba. Incluso si lograban salir de ahí, no permanecería cerca lo suficiente como para que su hermano lo atendiera. Raphael lo dejó ir. Ya podrían discutir sobre eso más tarde.
'No pueden esperar demasiado.- Dijo Don a través del comunicador.- Fue un buen fuego para ser sólo una explosión, y seguirá ardiendo por un rato más, pero todavía tiene que subir seis pisos. Podrán continuar tan pronto las escaleras se enfríen lo suficiente.
'Entonces vámonos.- dijo Leo, poniéndose de pie y caminando hacia el exterior antes de que Raph pudiera detenerlo. Una vez que los humanos lo siguieron, Miguel puso una mano sobre el brazo de Raph, para hablar a solas un momento.
'¿Está de verdad muy mal?.- Preguntó.
'No... pero me preocupa que no sea capaz de escalar.- Raph intercambió miradas con él y luego siguieron a los demás hacia el pozo, cuya entrada era ahora un agujero derretido en la pared.
Cuando estaba a punto de entrar, Chanta se detuvo repentinamente y les dirigió una mirada a todos.'
'Estas escaleras recorren todo el camino. No hay paradas, no hay cuartos en los cuales esconderse. Si uno de nosotros cae y se queda atrás... detenerse por él sería inútil.
Hubo silencio. Miguel y Raphael miraron a Leo, pero él no les devolvió la mirada. No había elección.
En el interior, las escaleras aún estaban calientes, pero en unos cuantos segundos serían capaces de seguir. Tenían que hacerlo. Si intentaban ir por los pasillos ahora, todos los aulladores del pozo se unirían a lo que fuera que ya rugía por los alrededores.
Los rasguidos de algunos sobrevivientes comenzaban a escucharse más fuertemente. Félix respiró profundo y asintió.
'Entonces, es lo que hay.- Dijo suavemente.- Vivimos o morimos, en este instante.- Se quedó mirando a la oscuridad y los horribles sonidos lo llenaron todo.- "El Señor es mi pastor- Murmuró.- nada me habrá de faltar. Me hace descansar en verdes pastos, me guía a arroyos de tranquilas aguas..."
En la oscuridad, el metal frío crujió al contraerse, sonando como lastimeros quejidos haciendo eco en el techo.
'"Me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre..."
Las pisadas del demonio, ahogados con anterioridad por el sonido de la explosión, ahora eran audibles nuevamente, haciendo temblar el piso como si fueran huesos. Rugió, arrastrando su enorme cuerpo a través del pasillo y ninguno sabía que pasaría cuando alcanzara el pozo y obtuviera más espacio para moverse. Félix subió el tono de su voz, haciéndola más fuerte.
'"Aunque camine por el Valle de las Sombras de la muerte, no temo ningún mal., porque tu, Señor, estás conmigo. Tu bastón y tu vara me protegen. Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos, con aceites tu perfumas mi cabeza y rellenas mi copa..."
Miguel puso una mano sobre la de Raph, sintiéndose reconfortado con su toque. Lo lograrían. No importaba lo que pasara, ninguno de ellos sería dejado atrás.
Leonardo no se unió a ellos, pero envainó sus espadas en sus fundas. Tendría que ascender haciendo uso de una fuerza que no sabía si tendría.
'"Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días y en tu casa, oh señor, por siempre viviré."
Y entonces comenzaron a escalar.
