Parte 17.

La enfermería, se dio cuenta, tenía una cosa en común con el juego. El tiempo no significaba nada. Estaba seguro de que habían estado dentro por varios días, pero eso lo sabía sólo porque Donatello traía ocasionalmente comida y nuevos vendajes. También se preguntaba porqué Miguel estaba adentro cuando sus peores heridas eran quemaduras menores en sus manos provocadas por las escaleras, sin embargo, Miguelangel dormía casi tanto como él.

Bajo la mirada hasta su block de dibujo y al dibujo a medio hacer de Donatello inclinado sobre su hermano, aplicándole yodo con toda la gracia de una Florence Nightingale, y Miguel aullando con la mirada de la Eva expulsada del Paraíso, de Massacio. A pesar de lo mucho que amaba a su hermano, Leo sospechaba que sus apestosos remedios eran la forma en que Donatello les castigaba por pasadas jugarretas.

Aun así, tenía que admitir que funcionaban. Flexionó su brazo derecho y la quemadura le molestó solo un poco. Quedaría una cicatriz, pero nada muy malo. A su otro brazo le estaba yendo aún mejor. La infección provocada por los colmillos de los hambrientos estaba curada ya y ya podía usar completamente esa mano de nuevo.

Nada de eso habría sido posible si Donatello no hubiera saqueado el laboratorio de Stockman y rió al imaginar a Casey obligado a cargar caja tras caja en su camioneta y de ahí hasta la bodega donde guardaban la van.

Su familia y amigos estaban viendo televisión ahora, comiendo y tratando de mantener la voz baja porque sabían que él podía escucharlos y no querían despertarlo. Pero él todavía los escuchaba hablando y riendo, molestando a Raphael por su brazo roto. Splinter no estaba con ellos

Se preguntó que pensaba su maestro de él ahora, el hijo perfecto convertido en un irreflexivo asesino, que atacaba a su propia familia, que le había gritado. Que había llegado a elegir la muerte por sobre ellos.

El lápiz resbaló de sus manos y se dio cuenta de que estaba temblando. Con un suspiro lo recogió y puso la punta contra el papel, pero no siguió dibujando.

Sabía lo que Raphael le había dicho, que Splinter había aprobado liberarlo de la carga, pero tenía el presentimiento de que su hermano no le había contado todo lo que se había dicho.

Si tan sólo supiera lo que Splinter sentía ¿estaría decepcionado¿dolido, tenía que haber visto el dibujo que había hecho de él¿enojado?.

Leonardo frunció el ceño, dejando surgir su propia rabia. ¿Y que importaba que lo hubiese visto? Splinter no tenía ningún derecho a enojarse con él, no después de quince largos años de servicio.

Raphael podía tomarse la noche libre con Casey, pero él tenía que quedarse en casa y practicar. Miguelangel podía flojear y ver televisión, y jugar juegos, pero él tenía que perfeccionar sus técnicas.

Donatello podía encerrarse en su laboratorio por días, pero él tenía que mantenerlos practicando, despertarlos en la mañana, ver que se mantuvieran en forma, que nunca fueran vistos, que nadie los siguiera a casa desde el departamento de April, que estuvieran a salvo en una pelea, de que nunca...

Se le cayó el lápiz.

Dejó ir una exhalación, echándose hacia atrás en su almohada.

Si, admitió, Splinter los había criado, los había protegido y se preocupaba genuinamente por ellos. Bueno, por tres de ellos.

El cuarto era una arma viviente para mantener vivos a los primeros tres.

Miró por encima de la esquina de la cama.

Limpias y enfundadas, sus espadas yacían en el suelo junto a su cama.

Tal vez sus hermanos trataban de decirle que confiaban en él otra vez.

O más probablemente, porque él no se vería normal sin ellas.

Una paradoja. Estar listo para matar, pero tratando de no hacerlo. No se lo había dicho a Raphael, pero a él no le habría importado ser su arma si tan sólo lo dejaran ser esa arma.

Matar ya no le importaba demasiado. ¿Acaso a la espada le importa qué es lo que corta?. Pero ellos constantemente insistían en que contuviera sus puños, en que retardara el filo de sus espadas, en que dejara a sus enemigos con vida, enemigos que seguramente regresarían y lastimarían a su familia. Al menos Stockman había muerto.

A nadie le importaba que Donatello le hubiese robado a un muerto, tampoco.

.- Ah, estas despierto.- dijo Donatello al entrar, cargando su bolsa de trucos. Esta vez recordó cerrar la puerta rápidamente y mantener la habitación a media luz.- Nosotros... eh... nosotros no te despertamos¿verdad?.

.- No. Ya no estoy tan cansado.- Dijo Leo.- Pero ya han pasado cuatro días. ¿Porque me está tomando tanto tiempo?

Donatello tomó asiento y abrió su bolso, trajinando en él.

.- Considerando lo que tu muestra de sangre me indica, tiene que ver con el aire en la dimensión aquella. Esencialmente las altas cantidades de oxigeno combinado con algunas enzimas activas que...

.- Don.- Dijo Leo.- En español.

.- Oh, lo siento. Esencialmente, cuando son inhaladas, convierten el ácido láctico en endorfinas y especialmente en algunas únicas poli...

.- Don, me gustaría entenderlo...- Donatello lo miró por un segundo, luego sonrió a medias.- El aire no te dejaba cansarte, pero te daba una falsa apariencia de energía. Ahora que estas fuera, estás sintiendo todo el cansancio que no habías sentido antes.

.- ¿Y como es qué siento eso ahora más que antes?.

.- ¿Sientes eso, um... si tengo que adivinar, probablemente sea porque te fuiste derecho a pelear en cuanto llegaste. Eso debe haber agotado hasta la ultima endorfina en ti.- finalmente encontró lo que estaba buscando y sacó de su bolso una bandana azul.- Mira, hice esto para ti. Si funciona, puedo hacer un montón más.

.- ¿Qué es esto?.- Leonardo la tomó y la sostuvo. Era similar al resto de sus bandanas, la única diferencia eran las dos piezas de tela negra cocidas en los agujeros de los ojos. Comprendiendo por fin, Leo la desplegó y la ajustó en su rostro mientras Don encendía las luces al máximo.

No había dolor. Leo alzó la mirada y vio en la misma sombría penumbra que la mayoría de las gafas para sol producen.

.- Apaga las luces.

Una vez que la habitación estuvo a oscuras, miró a su alrededor. La única luz provenía del televisor encendido que se colaba por la parte de debajo de la puerta, pero era capaz de ver incluso mejor que en el juego. No se la tendría que estar quitando y poniendo a cada rato.

.- Es perfecta. ¿Qué son?

.- ¿Funcionan, excelente.- Donatello encendió la luz de nuevo.- Es un tejido hecho de fibra plástica que Stockman tenía. Creo que pretendía utilizarla en experimentos con radiación, pero este es un uso mucho mejor. Haré cinco para comenzar. Sé que tan rápido estropeas tus máscaras últimamente.

Ahora, si podían acostumbrarse a un hermano con los ojos completamente negros, sería perfecto. Bajo la mirada hasta sus dibujos y fácilmente distinguió los trazos.

.- Tu no crees que vayan a mejorar¿verdad?.- preguntó suavemente.

Exhalando un suspiró, Donatello se volvió a enfrentarlo.

.- Técnicamente hablando, tus ojos están perfectos. Tu audición es perfecta. Es sólo que ves en un diferente espectro de iluminación. Pero no. Si tus ojos iban a volver a la normalidad, ya habríamos visto algún avance para ahora, aunque fuera un poco. Es sólo que estuviste... demasiado tiempo en ese lugar, creo.

Extraño, pero el saber eso no le dolió. Aun así, hubiera deseado no destacarse tanto entre sus hermanos, con ojos que lucirían para siempre negros y sin alma.

.- Pero, Raph y Miguel¿ellos están bien?

.- Ellos están bien. Mejor que tu por el momento.- Don pasó frente a él y abrió la gaveta detrás de su cama, sacando el ungüento para quemadas para Miguelangel.- No tienes que preocuparte por ellos demasiado ahora. Tomate un tiempo y preocúpate por ti mismo.

Al volver a pasar frente a él, Leo agarró su brazo, deteniéndolo por un momento.

.- ¿Dijo algo?

.- ¿Splinter?... si.

.- ¿Qué fue lo que dijo? Exactamente.

Donatello hizo una pausa, recordando que era lo que Splinter les había dicho.

.- Que había puesto demasiado peso sobre ti, más de lo que nadie podría esperar soportar y que lo habías llevado por demasiado tiempo, que ahora te estabas desmoronando. Dijo que de ahora en más, la responsabilidad sería compartida por nosotros cuatro, pero aún así sospecha que continuarás cargando con la mayor parte de ella, porque aún te importa y que Raphael está autorizado a darte un sopapo cuando comiences tomar más responsabilidades de las que deberías.

.- ¿Un sopapo?

.- Ok. Tal vez esa no haya sido exactamente la palabra que usó,- río Don.- Pero se acerca bastante.

Leo meditó por algunos momentos.

.- Entonces¿no me odia?

.- ¿Odiarte, Leo, no. No. No te odia en absoluto.- Donatello empujó una silla cerca y se sentó en ella, manteniendo una mano en el hombro de su hermano.- Él no te guarda rencor por lo que pasó esa noche. Tu no trataste de lastimarnos, tu sólo tratabas de escapar, de la única forma que conocías. Ninguno de nosotros te odia.

Leo tragó saliva, reflexionando, sin mirarle a los ojos. Quería preguntar algo más, pero sólo logró pronunciar una palabra.

.- ¿Decepcionado?

.- Eso tampoco.- Dijo Don, sacudiendo su cabeza.- Si está decepcionado es sólo de sí mismo, de no haber visto lo que pasaba contigo. Qué era lo que te estábamos haciendo. Pensamos ... pensamos que tu nos odiarías a nosotros.

Por lo que mostraban sus dibujos¿qué otra cosa podían pensar?. Sacudió su cabeza una vez.

.- No. Yo... yo no quería irme, no realmente. Era sólo que no pude ver otra salida.

.- Ni siquiera pensé en lo difícil que era para ti.- Dijo Don.- Siento que hayamos sido semejante carga...

.- No,- dijo Leo, alzando la mirada.- No era por eso. No lo era para nada.

.- ¿No lo era¿Entonces...?.- Don ladeó la cabeza.- ¿Entonces qué era?

Leonardo vaciló. ¿Cómo podría explicarle la necesidad de matar cuando ellos no podían soportarla?

.- Fui criado para mantenerlos a salvo.- comenzó.- Para protegerlos de modo que ustedes tres pudieran tener sus propias vidas. Y eso me dio un lugar en la familia. Pero... .- Bajó la mirada otra vez.- Pero no me estaba permitido hacerlo. Cuando tenía que matar, no me estaba permitido. Si no puedo matar, las amenazas nunca terminarán. Splinter me modeló para ser una espada, pero no me deja cortar.

Donatello se tomó un momento para digerir eso, dándole vueltas en su cabeza.

.- Pero... ¿todo corte debe ser letal? Una espada no sólo mata, desarma, es... es mucho más que sólo una herramienta para matar. Es una extensión de quien la utiliza.- Don sonrió tristemente.- Leo, te estoy agradecido de que nos protejas. Todos lo estamos. Pero no importa lo que digas, tu no eres tus espadas. A una espada no le importa lo que corta, pero a ti sí. Tu no estás aquí sólo para protegernos.

Don abrió la boca para hacer mencionar de las bromas pesadas que ocasionalmente Leo les jugaba a sus hermanos, inscribir a Raphael en el fan club de Barry Manilow,° no había sido la menor , cuando descubrió el dibujo a medio hacer encima de la croquera y la inocente tortura que le inflingía a su hermano menor.

.- ¡Ey¡el yodo no hace doler tanto!

Leo no pudo evitar soltar una carcajada al mirar al dibujo.

.- Pude notar que tu no lo usas.

.- Eso es porque yo no me corté.- dijo Don.- Lo más grave que tengo son unos rasguñones.

Antes de que Leo pudiera replicar, escuchó los leves gruñidos de Miguel, lo que significaba que estaba por despertar. Unos cuantos segundos después, Donatello los escuchó también y se puso de pie, dirigiéndose a la cama de Miguel.

.- Despierta.- dijo, haciendo para atrás las mantas.- Hora del desayuno.

.- No quiero...- Miguel bostezó y se rascó un ojo, mirándole.- Espera¿está la luz encendida? Apágala antes de que...

.- Esta bien.- dijo Leo.- él ya se encargó de eso.

Demasiado curioso como para volver a dormir, Miguel se incorporó y se volvió a mirarlo con ojos legañosos.

.- Whoa. Susto. Ey¿significa que ya puedes mirar la pantalla de la tv?.- Antes de que Leo pudiera responder, Miguel ya estaba desenredando los controles de encima del playstation.

.- No todavía.- Dijo Don.- Desayuno primero. ¿Estas seguro de que tus manos ya no te molestan?.

Miguel le hizo un gesto con la mano a lo que rompía la caja de cereal, abría la bolsa que lo contenía y le vertía la leche dentro.

.- Están bien, no hay problema, te acercas a mi con esa cosa roja y te juro que... ¡ey¡olvidaste el azúcar¡no puedo comerme el cereal sin azúcar!

.- Tendrás que pasártela sin él..- Dijo Don.- No tendremos hasta que April traiga más. Aunque si quieres Kung Pao, hay un montón.

Leonardo alzó la manzana que le habían dado. Era grande y pesada, pero eso era todo lo que había comido desde que había llegado y ya comenzaba a estar harto de ellas...

.- ¿Queda algo de sopa de huevo?.- algo de huevo, más específicamente, tal vez unas piezas de pollo hervido, podría comer eso. Probablemente.

.- Si. un montón.- Donatello reprimió su sonrisa y asintió una vez.- Volveré enseguida con algo.

.- Awww.- Dijo Miguel al irse su hermano.- Creo que acabas de alegrarle el día. Ahora aquí... – Y le lanzó el segundo control a las piernas de su hermano.- Estoy cansado de jugar sólo todo el tiempo. Si ahora puedes ver la pantalla¡entonces podemos jugar!.

Haciendo a un lado los dibujos, Leo tomó los controles y alzó la vista hasta la luz parpadeante. Por días, Miguelangel había jugado solo, ya que la luz de la televisión y especialmente la que provenía de los ocasionales efectos luminosos abrumaba sus ojos.

.- ¿No vas a comer?

.- Soy una tortuga grande, puedo hacer dos cosas a la vez..- dijo Miguel, sorbiendo el cereal ensopado mientras esperaba que la pantalla se cargase. Un momento después, dos autos chocones corrían por una pendiente resbaladiza lanzándose dinamita el uno al otro.

Cuando Donatello volvió con una bolsita de azúcar de restaurante y un plato de sopa, miró con reproche a Miguel, pero no le dijo nada. Simplemente depositó lo que traía y se sentó junto a Leonardo, asegurándose que los vendajes estuvieran aún limpios y bien sujetos.

.- ¿Cómo está Raphael?.- preguntó Leo mientras tiraba a Miguel fuera de la pendiente.

.- Mejor.- dijo Don.- Está tomando algunos analgésicos para el brazo, pero éste está sanando bien. Sólo tiene que dejar de usarlo cada vez que se le ocurre. Aunque ha estado durmiendo tanto como ustedes.

.- ¿Entonces porque no está Raph pegado aquí como nosotros.- preguntó Miguel.- No es justo.

.- Es cierto, él se adaptó rápido allá en el juego, pero sus efectos fueron también menos permanentes. Tu te adaptaste lentamente por lo que la recuperación será lenta también.

.- Ese razonamiento es ligeramente sospechoso.- Dijo Miguel.- han sido cuatro días completos.

.- Y has dormido la mayor parte de ellos.- discutió Don.

.- Auch.

Escuchándolos bromear, jugando, haciendo sus dibujos abiertamente, todo ello se sentía como una extraña versión de su vida que casi no reconocía.

Parte de él deseaba que todo ello se detuviera, que pudiera vivir dentro de la pesadilla de las matanzas y mutilaciones y el horror, mucho más reconocible, más familiar cada vez. Y otra parte de él, una parte pequeña y silenciosa, deseaba que aquello nunca terminase.

Donatello tenía razón en parte. Una espada mal empleada podía volverse contra su dueño, lo que era, esencialmente, lo que le había ocurrido a él. Pero una espada no discriminaba a quien matar y él lo hacía. Incluso cuando estaba mal, aún así no había lastimado a sus hermanos. Podía evitar matar si así lo quería.

Si así lo quería.

Leo miró a sus espadas de nuevo. Tal vez no estuvieran ahí para demostrarle confianza. Tal vez estaban ahí para recordarle que ellas eran espadas y que él... él no lo era.

°¡Leo sí inscribió a Raphael en el club de admiradores de Barry Manilow, éste fic está basado principalmente en el cómic de las tortugas ninjas (quienes tengan oportunidad de leerlo, háganlo, es altamente recomendable, aunque es bastante más oscuro y adulto que la versión televisiva y las películas.) y ahí es donde ocurrió esto, es un broma muy recordada. para quienes no lo sepan, Barry Manilow es como Luis Miguel, o no sé, cualquier cantante meloso que se les ocurra. Raphael estaba taaaan féliz...