Capítulo 3.- Una buena pregunta, una extraña proposición.

La ansiedad no le había dejado comer, por lo que salió del comedor cinco minutos después de que ingresase, sin probar más que el jugo de calabaza, para esperar que pasara lo que tenía que pasar. Estaba segura que la sangre-sucia iba a intentar hablar a solas con Potter, sabía que esta lo había intentado fallidamente durante toda su estancia en el hospital y también ese día; la había observado detenidamente durante las clases y notó la ansiedad en la chica cada vez que lo miraba o caminaba ligeramente detrás de él, aparte sabía que cuando algo se le metía en la cabeza, era imposible sacárselo (información obtenida gracias a su amigo Draco).

Pero no sólo observó a la chica durante la última semana, estuvo al pendiente de los avances en la salud de Harry durante ese lapso de tiempo, inventando excusas tontas para encontrarse casi todos los días (y algunas noches) en la enfermería.

Gracias a ella fracasaron todos los intentos de la Gryffindor para mantener una conversación con el chico enfermo, pues siempre llegaba con uno de sus comentarios que sacaban de quicio a Granger al momento que ella lograba hacer desaparecer a Weasley. Una de esas tantas veces, la tarde del jueves, Hermione la había acorralado en las escaleras que daban directo a las mazmorras amenazando con contarle a Draco si seguía molestando, pero ella le dejó muy en claro que Draco no se molestaría en llamarle la atención por meterse con su amante. Y así fue, El rubio no le dio importancia a las quejas de Granger
argumentando que los problemas entre ella y Parkinson no eran de su incumbencia, y le pidió que no fuera a molestarle por tonterías, provocando que ella saliera colérica de las mazmorras.

Casi todas sus noches de guardia estuvo velando el sueño del chico que vivió, preguntándose por que hacía eso. Si bien era verdad que al principio fue porque se culpaba del estado del joven, después comenzó a sentir una ternura casi maternal por el chico dormido gracias a la poción, le daban ganas de cuidarlo del mundo y no dejar que nadie volviera a dañarlo... nunca. Pero tenía que apegarse al plan, oh el plan, ya lo tenía casi olvidado. Se regañó mentalmente, no era hora de comenzar con sentimentalismos, no señor.

Pero lo cierto era que a lo largo de esa semana el plan se había distorsionado completamente. Del viejo plan sólo persistía el motivo por el cual necesitaba hablar con él.

Volvió a repasar mentalmente lo vivido la última semana: Draco no le regañó, pero si le había exigido saber que era lo que traía entre manos, información que ella no le quiso dar. Estaba claro que el rubio no le iba a presionar, ni iba a dejar que su amistad se viniera abajo por un simple conflicto, pero después de su charla le miraba con cautela, tratando de adivinar sus pensamientos.

Se sintió arrepentida, le estaba ocultando sus planes a una de las únicas personas que le trataba como a una hermana (aunque le fingiera desprecio a la vista de los demás, pero así debía ser), su confidente, el único que tomaba enserio su opinión y le apoyaba sin importar que tan descabellada fuera su idea, pero no estaba segura de cómo reaccionaría si le contaba lo que planeaba hacer, en parte por que estaba tratando de arruinar a su actual amante y, por otro lado, le involucraba directamente, emocionalmente.

Rebuscó en su costosa túnica hasta dar con un medallón plateado de forma redonda que tenía grabadas algunas runas para la protección, lo sacó y acarició vagamente las figuras en el frente con una sonrisa melancólica bailando en la comisura de sus labios antes de abrirlo, aparte de un amuleto, se trataba de un guardapelo con espacio para tres fotos.

Observó la primera y vio en ella a una de las personas que más había querido: su madre, ahora muerta. Cerró los ojos intentando retener una lagrima solitaria y rebelde que corrió por su mejilla y rápidamente recuperó la compostura, al abrirlos pasó los ojos de la sonrisa de su madre a una de sus fotos favoritas. En esta se encontraban Draco y ella haciéndose muecas graciosas después de pasar casi toda la tarde intentando conseguir la foto perfecta, de fondo una enorme montaña nevada donde se encontraba una de las tantas fincas de la familia Malfoy. Para ella esa era la foto perfecta.

Recordaba esas vacaciones en las que los Malfoy le invitasen a pasar la Navidad con ellos. A sus escasos trece años no imaginaba siquiera la verdadera razón que tuvo el señor Malfoy quisiera que se relacionara con su familia. Fue Draco quien insistiera tanto en conseguir la foto perfecta de ellos dos, no por que sintiera algo más por la chica que una simple amistad (ella lo sabía bien), sino para darle uno de los mejores regalos de su vida: el medallón que traía puesto. Esa tarde si había ido una de las mejores de su vida, después de estar probando diferentes poses por más de dos horas, ella se encontraba ya exhausta y le sacó la lengua al chico, quien después de un rato, le correspondió haciendo muecas por demás graciosas.

El recuerdo le hizo sonreír, pero su felicidad no duro mucho cuando dejó de ver esa fotografía para observar detenidamente las nubes grises que se arremolinaban en donde debería estar la tercer foto. La vida nunca sería justa con ella, nunca la dejaría ser amada, era lo que le dijera la bruja en el callejón Knocketurn, aún así estaba dispuesta a luchar por lo que quería. En ese momento se preguntó si valía la pena todo lo que iba a hacer.

No tuvo mucho tiempo para pensarlo, por que en ese momento las puertas del comedor se abrían de golpe, mostrando a un furico Harry Potter que avanzaba a zancadas por el vestíbulo con dirección a las afueras del castillo. Era cuestión de decidir en ese momento, podía dejar las cosas como estaban o...

-¿Qué vas a hacer ahora? –La decisión fue tomada y al parecer el chico si la escuchó, por que se dio la vuelta hasta quedar frente a ella.

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Sabía de quién era esa voz y estuvo a punto de ignorarla, pero algo le dijo que tal vez sería bueno escuchar lo que ella tenía que decir y se dio la vuelta para quedar frente a Pansy Parkinson. Se encontraba recargada en el descansillo derecho de las escaleras, con un brazo apoyado en las escaleras y el otro sosteniendo algo a la altura de su pecho, el rostro sereno y una mirada decidida (una mirada muy diferente a la que habitualmente tenía, que hizo que Harry se estremeciera internamente). Definitivamente iba a resultar provechoso lo que ella tuviera que decir.

Se mantuvo un rato en silencio hasta que cayó en la cuenta de que la chica esperaba una respuesta a la pregunta anteriormente formulada. Era una buena pregunta, una que no se había hecho, para la cual no tenía una respuesta. Avanzó con paso lento hacia la chica hasta quedar a un metro de ella y así mantener una conversación un poco más privada.

- No tengo idea –contestó sinceramente.

- Me lo imaginaba –contestó despectivamente la Slytherin.

-¿tienes alguna idea interesante?

La chica estaba a punto de hablar cuando las puertas del comedor se abrieron nuevamente. Ella sacó su varita y murmuró un hechizo que dejó abiertas las puertas de la entrada del castillo antes de abrir un armario cercano y aventarlo dentro para posteriormente entrar ella y cerrar delicadamente. Harry quiso protestar por el carácter tan rudo de su interlocutora, cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer: le había salvado de un encuentro seguro con Hermione.

Pudo ver como la rubia pegaba un oído a la puerta esperando el momento justo para salir cuando se dio cuanta de dónde se encontraba, era el mismo armario donde Herm y él se escondieran hacía tres años después de utilizar el giratiempo. Una sutil ironía de la vida.

Pasaron tres minutos que se le hicieron eternos antes de que su acompañante abriera la puerta y le indicara que podía salir. El vestíbulo se encontraba ahora desierto, pero estaba consciente que los demás alumnos no tardarían en salir del castillo, razón por la cual decidió seguir a Parkinson por un pasillo que conducía al aula de historia de la magia. Observó en silencio a la chica que caminaba frente a él hasta que ella cerrase las puertas del aula tras él, entonces volvió a insistir:

-¿Tienes alguna idea que me pueda interesar? –Mientas él hablaba la chica tomó asiento delicadamente y fijó la vista en sus ojos.

- Tal vez... –contestó ella mientras elevaba elegantemente una ceja, un gesto que le pareció muy parecido al de cierto rubio de la casa de la serpiente –todo depende de lo que estés dispuesto a hacer para lograr lo que quieres.

Harry parpadeó, un tanto confundido, recordando la razón por la que no le gustaba relacionarse con las serpientes, siempre hablaban en código –habla claro Parkinson.

- Bien, entonces... quiero decir que te estoy proponiendo un trato.

-¿Qué clase de trato? –Preguntó Harry, inseguro.

- Uno que nos beneficiaría a los dos – sentenció ella- te propongo una alianza para separar a tu amiguita de mi amiguito.

-¿Por qué debería aceptar eso?

- Esa es una buena pregunta...

- Espero una buena respuesta –sentenció Harry sentándose frente a la chica.

- Entonces debo suponer que te gustó lo que viste –el Gryffindor frunció el entrecejo –ya veo que no, yo podría ayudarte a conseguir lo que deseas...

-¿Qué ganas tú con eso? –Preguntó al tiempo que se cruzaba de brazos.

- Otra buena pregunta, tienes razón en suponer que estoy haciendo esto únicamente para beneficiarme.

-¿y no es así?

- Ciertamente –Pansy se inclinó para quedar más cerca de Pansy y soltó en un susurro –Me la debe.

-¿Quién te la debe?

- Draco, es una historia muy larga –volvió a su anterior postura en el asiento –no creo que te importen nuestros problemas, aparte estoy harta de ver a esa sangre-sucia pasearse por mi sala común como si fuera suya.

El corazón de Harry comenzó a latir apresuradamente con la sola mención de ese nombre que lo volvía loco, pero se obligó a pensar con claridad -¿Qué gano yo con eso?

- ¿Qué es lo que quieres? –Ante la pregunta el chico se imaginó besando a Malfoy y tuvo que sacudir la cabeza para sacar ese pensamiento de su mente. Por esto no vio la sonrisa que se coló en los labios de la chica –No tienes que decírmelo, es más –comentó al tiempo que se levantaba –no tienes que responder ahora, tomate tu tiempo –y avanzó con paso decidido a la entrada –pero no creo que pase mucho tiempo antes que tu amiga consiga su oportunidad a solas contigo –abrió la puerta y agregó –sabes dónde encontrarme.

Harry vio desaparecer a la chica tras la puerta y se quedó ahí sentado unos minutos sin saber que pensar, se sentía tentado a aceptar la oferta de la Slytherin pero tenía sus dudas, so sabía si era bueno confiar en ella.

Repasó mentalmente la conversación de camino a su sala común, la chica tenía ese brillo de decisión en los ojos y seguramente haría algo para separar al Slytherin de Hermione, sin importar que él aceptara o no. Pero se había tomado la molestia de hablar con él para proponerle un trato, al principio pensó que era un truco de ella para facilitar su plan, pero después de un rato que lo pensara mejor le pareció que tras la oferta de Parkinson se encontraba algo más, una extraña preocupación para su persona por parte de la chica.

Llegó hasta donde se encontraba el retrato y susurró la contraseña para abrirse paso por la sala común. Suspiró agradecido al comprobar que su ex-amiga no se encontraba en el grupo que le miraba temeroso en el recinto y lo cruzó rápidamente para subir a sus habitaciones. De pronto le asaltó el pensamiento de que la chica podía estar ya en su habitación y se detuvo a escasos centímetros de la puerta, indeciso. Pasó así unos cuantos minutos antes de decidir entrar en la habitación, total, que pasara lo que tenía que pasar. Se reprendió a si mismo al encontrar como único acompañante a su mejor amigo, quien le miraba con recelo.

Ahora si la había hecho buena, por culpa de su maldito carácter tendría que inventarle una buena excusa a su amigo, pues decirle la verdad no era siquiera una opción viable. Avanzó a su cama, en la que se encontraba su amigo sentado, con los brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido.

- Se que estas molesto –comenzó Harry, sin saber bien que iba a decir –pero quiero que sepas que hay una explicación lógica para eso.

- ¿y esa es?

- Ron, sabes que si tuviera un problema serías el primero en saberlo.

El chico, todavía molesto, murmuró algo que se parecía a un "si, claro" – Pensé que el título 'mejor amigo' significaba algo para ti.

- Y lo hace –Harry se sentó junto al molesto chico –Ron, sabes que no quiero perder tu amistad.

- Entonces ¿podrías decirme por qué le gritaste de esa manera a Mione? Ella no se lo merece –Harry maldijo en silencio, meditando si fuese una buena opción el contarle a su amigo, pero decidió que no podía hacerle ese daño.

- Tal vez sí...

-¿Qué estas tratando de decir?

- Mira, últimamente me ha estado presionando mucho para que suba mis notas y ya no la soporto.

- Ella sólo se preocupa por nosotros Harry, no tenías que gritarle así –respondió Ron levantándose de la cama.

- Tal vez no –concedió Harry, intentando hacer que el coraje de su amigo disminuyera.

- Le debes una disculpa.

-¿QUÉ? –Harry abrió los ojos como platos.

- ¿no pensabas hacerlo? – Ron llegó hasta su cama y corrió las cortinas, dando por terminada la conversación.

Harry se tiró exhausto en su cama, sin saber que decir o hacer para mitigar el coraje de su amigo, definitivamente no se iba a tomar bien el que Harry intentara lastimar a la chica de la que había estado enamorado seis años y aún así no deseaba contarle lo poco que viera en la habitación de Malfoy... mm Malfoy, tal vez esa noche tuviera uno de esos sueños agradables en los que estaba con Malfoy.

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Después de darle otra vuelta a las afueras del castillo decidió entrar nuevamente en él, pero en lugar de dirigirse escaleras arriba hacia la torre de Gryffindor, se condujo escalera abajo hacia el único lugar en el que podía dejar sus temores a un lado: las Mazmorras, más específicamente, el cuarto de Draco en las mazmorras.

Llegó hasta la entrada de estas y, tras susurrar la contraseña, se abrió paso por la sala común de Slytherin. Estaba a punto de dirigirse al cuarto del chico cuando notó la figura de alguien sentada frente al único fuego encendido y, sin dudarlo dos veces, se acercó a la figura de Pansy Parkinson.

-¿Qué es lo que pretendes? –Le soltó apenas llegase a su lado.

- No sé de que hablas Granger –contestó tranquilamente la rubia.

-¡Claro que sabes a lo que me refiero tonta!

- Deberías cuidar tu lenguaje –Habló una tercera voz detrás de ellas, una voz que arrastraba elegantemente las palabras y las dos conocían muy bien. Cuando se dio la vuelta, pudo ver como el Slytherin se encontraba muy cerca de ella, con una expresión de molestia en su rostro.

- Draco... es que ella –se calló cuando vio la dura expresión en su rostro.

- Ya te dije que no me interesa la razón, no me gusta que se peleen –agregó con la mirada fija en Parkinson, lo que provocó los celos de la Gryffindor.

La rubia se puso en pie y con un ágil movimiento le plantó un beso en la mejilla al chico antes de salir, con paso firme, hacia su habitación. El rubio siguió con la mirada a la Slytherin hasta que al perdió de vista; entonces miró a Granger y, con un movimiento de cabeza, le indicó que lo siguiera. Ese día tal vez no regresara a su sala común, pero no le importaba si a cambio podía pasar la noche con su serpiente favorita.

Continuará

N.A. Ese capítulo quedó justo como quería ¡y a la primera!, Que felicidad. No olviden dejarle un review a esta pobre escritora si desean saber los verdaderos motivos de Pansy para hablar con Harry, de igual manera si lo odian o creen que debería conseguir un trabajo en lugar de perder mi tiempo haciendo fics, nos vemos en el próximo.

Ahora, a responder reviews!

Quiroga: Bueno, la idea era que la última parte fuera más corta, aparte la primera era importante. Pues creo que después de esto ya casi no voy a narrar en impersonal, pues ya definí a los personajes principales.

Liwk: Bueno, como pudiste ver en este capítulo Pansy tiene y va a tener una participación especial a la hora de hacercelas pagar a Hermione, la cual no va tener un final feliz, pero dime ¿qué sería peor para Hermione que la muerte?, yo creo que eso sería poco, aunque, como todos en el fic, tiene sus razones para comportarse de esa manera. Acerca de la versión de Draco de las cosas, pues vendrá unos capítulos más adelante, pero ten paciencia, que si la tengo bien contemplada. Nos leemos luego!

amy-lee-malfoy: Hola!, no andas nada equivocada, si fue ella quien hablaba en la primera parte y va andar haciendo de las suyas en los próximos capítulos, con o sin la ayuda de Harry. Pues todavía falta poquito para que Harry y Draco estén juntos, para eso tengo que ver que le hacen a Hermione, bueno ya sé, pero obvio que no lo voy a poner aquí. Y Hermione piensa que puede hacer que Harry la perdone por que no sabe que su amigo esta enamorado de Draco y por eso la evita, no te apures, a mi también me encanta Harry, y como ya mencioné no me gustan los herm/Draco, así que no vana durar mucho juntos, nos leemos pronto!

Cerdo Volador: Lo bueno es que Harry ya no se siente tan deprimido y ahora se va a enfocar con su venganza. Todavía confía mucho e Ron, pero no quiere hacerle daño y no sabe si contarle o no para no hacerle daño y este Ron, pues cuando se trata de Hermione pues no ve más allá de lo que quiere ver, pobre. Gracias por los ánimos, ojalá este capitulo sea de tu agrado.

Antes de que se me olvide, voy a aprovechar este espacio para promocionar un fic de Harry Potter que estamos haciendo unos amigos y yo, se llama Magical Storm y aunque no tiene Slash ni hay parejas por el momento, la trama esta interesante y les aseguro que no se van a arrepentir. Si les interesa, se encuentra en mi profile.