Neville creyó que sería una aventura llevar a la chica más importante de su mundo a una aventura con el trío maravilloso, por eso lo preparó todo perfectamente. Como no tenía capa invisible, estuvo más de un mes para preparar la poción de la invisibilidad, que logró gracias a la ayuda de Luna Lovegood, con la única condición de que ella también estaría en la aventura.

No era lo que se podía decir una cita romántica, pero después de haber observado a Ginny durante más de seis años, Neville había llegado a la conclusión de que Ginny no era una chica normal.

Cuando todo estuvo listo y sabía qué era lo que debía hacer y dónde ir, le pidió a la pelirroja que lo acompañase. Ella rehusó al principio, pero pronto se vio picada por la curiosidad y no pudo resistirse.

Aceptó.

Quedaron a las doce frente a la puerta del patio, Neville deseoso de mostrar a Ginny que era un valiente y que quería que lo viese como más de un amigo. Se escabulleron hasta llegar al sauce boxeador y entraron. Tras un rato andando, dieron con lo que parecía la casa de los gritos.

Todo el valor de Neville desapareció, y un temor frío comenzó a cubrirlo. Ginny parecía ensimismada con todo, y Luna…Luna era Luna.

¿Damos la vuelta?-preguntó, intentando que su voz no temblase.

Cuando la pelirroja se había girado para contestar, unas tablas crujieron en la parte de arriba. Neville supo que había alguien, pero no quiso saber quién. Ginny sí.

Hizo mal. Neville también.