Capítulo 3: Empieza la tempestad.

El anochecer estaba muriendo, eso se podía notar gracias a los tonos azul oscuro que había en el cielo. Aun así quedaban algunas estrellas resplandecientes, la blanca luna estaba a punto de ser reemplazada por el dorado sol. Una mujer con una piel casi tan blanca como la antes citada luna había salido de su hogar y se dirigía a la escuela en donde ella enseñaba.

Apenas estaba empezando el día, el sol ni siquiera había salido en su totalidad. Aún así muchos aldeanos ya estaban circulando de un lado para otro. Todos, al verla, siempre la saludaban muy alegremente, feliz de que su querida sacerdotisa hubiera regresado con ellos. Kikyo les devolvía el saludo aunque con cierta envidia. Ellos solo tenían que preocuparse de su mortal vida normal. Pendientes de sus diligencias compromisos. No tenían idea del dolor que Kikyo aprisionaba en su alma. Tenía que aceptar su realidad: Ella solo era un cuerpo hecho de barro, estaba muerta. Lo único de lo que estaba segura que era auténtico era su corazón y sus sentimientos. Aunque llevaba consigo ese dolor, ella estaba intentando volver a tener una vida normal, antes de que falleciera. Pero eso no era fácil.

Ya había llegado al lugar en donde ella enseñaba. Ya había salido el sol. Ninguno de sus alumnos había llegado, a ella siempre le gustaba llegar antes que ellos, ya que además tenía que preparar todo para lo que iba a enseñar durante ese día. Justamente cuando había finalizado su tarea, una voz infantil se escuchó a lo lejos.

- ¡Señorita Kikyo! - se pudo percibir la voz de un niño que estaba corriendo - ¡Buenos días señorita Kikyo! ¿Cómo amaneció? - dijo el niño al llegar a donde estaba la sacerdotisa.

- Buenos días, Kohaku, he amanecido bien gracias - le respondió la sacerdotisa amablemente - ¿Y tu como has estado?.

- Bien, gracias - le respondió Kohaku

- ¡Kohaku espérameeeeeee! - se escuchó otra voz infantil pero más lejos - ¡Kohakuuuuu! Ahhhh - llegó a donde estaban - ¿Por.. qué... corres... tan rápido? - dijo el niño entrecortadamente.

- Yo no soy el que corre rápido, Shippo - le contestó el niño - es que tu corres tan lento que hasta las tortugas parecen rápidas jejeje - se empezó a reír del niño. Al pobre zorro le salieron cascaditas de lágrimas.

- Kohaku, no debes burlarte así de Shippo - le reprendió Kikyo. Kohaku inclinó la cabeza un poco triste - lo que pasa es que Shippo es más pequeño que tú y por eso no puede correr tan rápido

- ¡Eso es verdad! - saltó Shippo en su defensa, pero al darse cuenta de quien era la que lo había defendido un ligero rubor contorneo sus mejillas y se dio vuelta rápidamente - ¡Disculpa Kikyo! ¡No te había saludado! ¿Cómo amaneciste?.

- Bien gracias - le sonrió la mujer - ¿Por qué no se sientan y así esperamos que lleguen los demás alumnos?.

Varios minutos después llegaron los demás alumnos. Cuando Inuyasha y los demás habían regresado a la aldea, Kikyo se enteró de que una pobre anciana estaba a punto de morir. Kikyo fue a ver donde estaba para ver si podía hacer algo por ella, pero su enfermedad había avanzado mucho, tenía tuberculosis (en esos tiempos esa enfermedad no tenía cura) la vieja maestra le dijo que ella quería reunirse ya con sus seres queridos y le dijo que si quería la podía reemplazar como maestra en una pequeña guardería. Kikyo aceptó y desde ese entonces ha sido la nueva profesora. A pesar de que solo llevaba unos pocos meses, los niños le tenían mucho afecto, cariño y respeto a su nueva maestra. Ella también los apreciaba bastante. Pensar en que los niños que en esos momentos estaba educando llegarían en un futuro a ser hombres y mujeres de bien la reconfortaba. En esa aula se enseñaba varias asignaturas como castellano, matemáticas básicas, naturaleza, etc. Aun así los alumnos extrañaban un poco a su antigua profesora, pero con la llegada de Kikyo esa tristeza iba desapareciendo. Kohaku y Shippo, decidieron que querían aprender más cosas acerca de la vida, por eso cuando Kikyo reemplazó a la anciana, fueron a la escuela, y por su gran entusiasmo, en muy poco tiempo llegaron a ser los mejores de su clase.

Esa mañana era normal, como todas. Había recreo, ya que se podía ver afuera del aula varios niños corriendo, otros jugando, algunos que simplemente se sientan a conversar y unos cuantos (como Kohaku y Shippo) que dibujan alegremente mientras que Kikyo rociaba agua a las plantas que tenía alrededor de ella. Si, esa mañana no tenía nada especial hasta que se pudo vislumbrar una pequeña figura que se iba acercando. Kikyo estaba alerta. Tanteo en busca de su arco y flechas, ya que siempre los escondía allí. Los encontró. Tenía que tomar precauciones, tal vez solo se trataba de una persona y no había nada que temer, o también se podía tratar de... no, no podía ser, no podía ser un sirviente de Naraku, ya que él estaba muerto. Cuando pudo ver mejor de quien se trataba, escondió rápidamente sus armas. La misteriosa figura era de una pequeña niña que corría alegremente hacia donde estaba ella. Kikyo, con gran sorpresa, pudo notar el gran parecido de la niña con Ahome, el cabello, los ojos, incluso su sonrisa. La mujer aguardó a que la niña llegara a donde estaba ella.

- ¡Buenos días! - dijo la niña cuando finalmente llegó - Vaya... - dijo observando su alrededor - ¿Por qué hay tantos niños? - preguntó con inocente curiosidad.

- Buenos días, pequeña - la saludo Kikyo con gentileza - ¿Me podrías decir como te llamas?

- ¡Que mujer tan bonita! - exclamó la pequeña admirada - ¡Espero llegar a ser tan linda como usted!.

- Gracias niña, tu también eres muy bonita - dijo Kikyo con agrado. La chica le había simpatizado, a pesar de tener la impresión de haberla visto en alguna otra parte - ¿Cómo te llamas? - le volvió a preguntar.

- Mi nombre es Lin - contestó la pequeña.

- Mucho gusto en conocerte, mi nombre es Kikyo - se presentó la joven - y dime Lin ¿Por qué viniste? ¿Quién te....? - iba a seguir preguntando cuando de repente se acercaron dos niños corriendo. Ambos tenían un pergamino en la mano.

- ¡Señorita Kikyo! - exclamó uno de los niños ya cuando habían llegado - ¡Mire el dibujo que hice! - dijo el chico acercando el pergamino a la sacerdotisa.

- No, no lo puedo creer... - Dijo la niña con una expresión de asombro - ¡Kohaku! ¡Shippo! - al final Lin exclamó con felicidad - ¡Los he estado buscando por todos lados!.

- Pero si tu eres...¡Lin! - saltó Shippo muy alegre - ¡Cuánto tiempo sin verte!.

- Así es - dijo Lin con una amplia sonrisa - Kohaku ¿Acaso no me vas a saludar? - dijo la niña un poco molesta porque el niño la había ignorado.

- Pero si yo no se quien eres - dijo Kohaku sorprendido - Si te he visto en otra parte, la verdad es que yo no te recuerdo - La niña tenía una expresión de consternación. Kikyo estaba atenta, Sango le había contado todo por lo que había pasado Kohaku y sabía que había probabilidades de que algo malo le sucediera si recordaba su pasado.

- ¿No te acuerdas de mí? - Lin sin duda estaba triste de que el no la recordara - Kohaku, vamos, recuérdame. Kagura me había secuestrado y tú eras el que me vigilabas... - se detuvo al ver que Kohaku cayó al suelo, se llevaba ambas manos a la cabeza, estaba temblando.

- ¡Kohaku! - Kikyo se dirigió inmediatamente hacia donde estaba él - ¡Vamos, Kohaku! - seguía temblando - - ¡Kohaku! ¡Kohaku! ¡Reacciona! - no tenía respuesta por parte del chico - ¡KOHAKU! - gritó con todas sus fuerzas y lo agitó con energía - esta vez el niño dejó de temblar, retiró ambas manos de su cabeza y fue abriendo los ojos lentamente.

- Yo, no quería que esto pasara - murmuró Lin. Su rostro estaba bañado en lágrimas - Kohaku... yo no quería hacerle daño...

- Lin, tranquilízate - Kikyo colocó sus manos en los hombros de Lin para tranquilizarla - tu no tienes la culpa, además todo esta bien - esto lo dijo porque el niño ya se había levantado y aunque estaba un poco aturdido había vuelto a la normalidad.

- Kohaku es muy fuerte - dijo Shippo para animarla - "Aunque ciertas veces es un llorón de primera clase" - pensó un poco divertido, pero obviamente no dijo nada de lo que se le pasó por la mente

- ¿Qué me pasó? - preguntó el niño un poco confundido.

- Solo perdiste el conocimiento - le respondió Kikyo.

- Ah, ya veo - dijo Kohaku. Se volteó y observó detenidamente a Lin - espera... yo te he visto en algún lado ¡Ya te recuerdo! - exclamó repentinamente - ¡Tu eras la niña a la que yo estaba vigilando en la guarida de Naraku! ¡Lin!

- Me da mucho gusto que me hayas recordado - dijo Lin entusiasmada.

- Oye, por cierto.. - empezó a hablar el niño - me acuerdo que ese día estábamos comiendo sandías, estuvieron deliciosas ¿De casualidad no tendrás más?.

- No, no tengo - dijo la niña un poco apenada - pero justamente en estos momentos yo iba a ver las frutas que hay en esta zona.

- "Me desconcierta como Kohaku se recuperó tan rápido, y más aún que lograra recordar a Lin aún más rápido" - pensó Kikyo - "Y lo más llamativo es que esta niña al parecer fue secuestrada por Náraku ¿De donde provendrá? Poco a poco lo iré descubriendo."

- ¿Sabes, Lin? - empezó a hablar Shippo - ahora que te estoy viendo, me da la impresión de que me estoy olvidando de algo, ¿Qué será?... - el chico tenía una expresión pensativa, pero misteriosamente esa expresión se desapareció rápidamente y fue reemplazada por una de espanto. Sus ojos estaban abiertos como platos y sus iris se transformaron en puntos, su rostro tenía un tono azulado, su boca estaba abierta y sus cabellos estaban erizados. Estaba completamente paralizado.

- ¡Shippo! - se alarmó Kikyo - "Primero Kohaku y ahora él, me pregunto quien seguirá" - pensó la joven un poco ofuscada - ¿Qué te sucede? ¡reacciona! - no sucedió nada - ¡SHIPPO! - volvió a gritar Kikyo con la misma fuerza que la vez anterior. Lo sacudió con vigor. El zorro empezó a reaccionar - ¿Qué pasa? - Shippo murmuró algo pero tenía un tono tan bajo que Kikyo no lo pudo escuchar - No te entiendo, repíteme lo que has dicho - Shippo volvió a murmurar con un tono más fuerte, pero era incomprensible. Su rostro aún reflejaba pánico - Por favor, habla mas claro, no te logro comprender.

- ¡SESSHOMARU! - bramó Shippo con gran fuerza. Todos se sobresaltaron - ¡Ha venido! ¡Esta aquí! ¡Sesshomaru está en la aldea! ¿No me equivoco Lin? - preguntó Shippo deseando que la respuesta de Lin fuera completamente distinta a la que él suponía que iba a escuchar.

- ¡Por supuesto! - dijo Lin con una gran sonrisa. Las esperanzas de Shippo se esfumaron tan rápido como Lin dijo su respuesta - ¡Yo nunca abandonaría a mi amo!.

- ¿Sesshomaru? - Kikyo estaba pasmada. Cuando intentó recordara a quien pertenecía ese nombre, en su mente aparecieron unos largos cabellos blancos, una expresión cruel y despiadada y unos ojos dorados fríos y asesinos. Recordaba claramente las últimas palabras que le había dicho "Esto no ha terminado mujer, algún día nos encontraremos y te juro que te mataré". Sintió aversión y repulsión hacia ese ser. Ella, aunque no lo admitiera, había estado esperando el día en que se encontrara con él para poder pelear. Aunque anhelara tener una vida tranquila y en paz, en el fondo quería pelear una batalla, una vez más.

- Llegamos en la madrugada - empezó a relatar Lin - la verdad es que yo no esperaba que él viniera aquí. A mitad de camino, mi amo se desvió hacia otra dirección y después sin que me diera cuenta estábamos aquí.

- Ya comprendo - dijo Kikyo - "Él debió tener una buena razón para haber venido a esta aldea, debo encontrarlo lo más rápido posible, o si no hay probabilidades de que destruya la aldea. Me han contado que él mata sin piedad alguna, sin ninguna conmiseración, tengo que encontrarlo, no solo por nuestro desafío, sino también por el bien de los aldeanos". - Lin ¿Me podrías decir en que dirección esta tu amo?

- ¿Para que lo quiere saber? - dijo Lin nerviosa. Un mal presentimiento se apoderó de ella.

- Tranquila - la calmó Kikyo percatándose de su nerviosismo - lo único que quiero es hablar con él la posibilidad de que tú entres en esta escuela - esa mentira la dijo de forma muy convincente.

- ¿En serio? - el nerviosismo de Lin se esfumó instantáneamente - ¿De verdad yo podría venir aquí? - su rostro reflejó gran entusiasmo - ¡Tengo que estar ahí para convencerlo!.

- No te preocupes por eso - le dijo Kikyo - en este tipo de cosas debemos hablar solo los adultos, le diré que no tiene nada de que preocuparse, ya que en este lugar hay vigilantes - en ese momento se observaron unas sombras en los inmensos matorrales que rodeaban el lugar - ya verás que yo lo convenceré - La expresión de Lin reflejaba algo de inseguridad - Te sugiero algo: ¿Por qué no conoces a los niños que hay aquí junto con Kohaku y Shippo? Te aseguro que ellos te van a recibir muy bien.

- ¡Esta bien! - afirmó Lin completamente convencida - Yo vi que el señor Sesshomaru se dirigía a esta dirección - indico hacia el este, justamente hacia el bosque.

- Muchas gracias, me voy a hablar con él. Te veo más tarde - se despidió Kikyo.

- ¡Ven Lin! - la animó Shippo - ¡Eres bienvenida, de seguro les agradaras a todos! - el sabía que Kikyo tenía intenciones de acabar con Sesshomaru, pero no dijo nada, ya que el no quería interrumpir a la sacerdotisa.

- Shippo, Kohaku, vigilen a los demás niños - les ordenó Kikyo - los niños asintieron con gran alegría. Sin duda les gustaba sentirse mayores.

- ¡Hasta luego señorita Kikyo! - se despidió Lin - ¡Espero que lo pueda convencer! - y así se fue corriendo junto con Shippo y Kohaku.

Kikyo se aseguro que Lin estuviera lo suficientemente lejos para tomar rápidamente su arco y flechas y dirigirse inmediatamente hacia la dirección que le había indicado la niña. Justamente cuando pasaba al lado de los matorrales, los vigilantes que estaban ocultos la detuvieron.

- ¡Deténgase señorita Kikyo! - dijo el jefe sosteniéndola con brusquedad por un brazo - ¡No se han terminado las clases! ¿Adónde se dirige?.

- Primero que todo, suéltame - Kikyo se soltó rápidamente de la mano que la sujetaba, evidentemente molesta - Insolente ¿Qué te has creído? - acaricio su arco - No estoy de buen humor que digamos. Créeme, te daría una buena lección si no fuera porque necesito estas flechas para acabar con el monstruo que por tu incompetencia anda suelto en la aldea.

- ¡Perdóneme, por favor! - le suplicó el hombre de rodillas - he sido un tonto. Permítame acompañarla, para enmendar mi error.

- Por supuesto que no - rechazó Kikyo de forma tajante - Si quieres corregir tu error, quédate aquí para vigilar esta zona. Ningún lugar es seguro.

- ¡Si, como usted diga! - y junto con una señal, los hombres desaparecieron por los matorrales.

- Inútiles - murmuró irritada - "ahora necesito verificar lo que Lin me indicó" ¡Serpientes caza almas! - invocó a sus fieles compañeras. En un instante estaban alrededor de ella - Quiero que se dirijan hacia el bosque y busquen en especial a un demonio muy poderoso de alma cruel y despiadada - al decir esto las serpientes se marcharon enseguida. A los pocos minutos regresaron y le informaron a Kikyo lo que habían visto - Lo que me dijo esa niña era cierto, Sesshomaru está en las profundidades del bosque pero ¿Por qué? ¿Qué es lo que hace allí? - empezó a correr hacia el bosque - "Lo que sea que este haciendo es lo que menos me debe importar, lo bueno del caso es que allí puedo detenerlo por si se le ocurre ir a la aldea".

Kikyo iba corriendo a través de la maraña de arbustos y plantas, además la cantidad de árboles que habían ahí dificultaban aún más su visión. De vez en cuando se detenía para poder percibir su presencia para saber si iba por buen camino. Nadie se atrevía a transitar esa parte del bosque, ya que aunque fuera de día era espeluznante, ni siquiera ella había estado nunca ahí. Su vegetación era tan abundante que no permitía que uno pudiera observar bien lo que había adelante, perderse era muy fácil. Esa parte del bosque se decía que estaba maldecida porque anteriormente era habitado por seres maléficos que mataban y devoraban a todos aquellos que se acercaran a esas tierras. Un día, transitaban por ese lugar tres malvadas brujas que buscaban un lugar desolado para poder practicar sus conjuros sin que nadie las viera. Esa misma moche, esos demonios las atraparon., ellas no pudieron con ellos, ya que eran muy poderosos. Las brujas pedían piedad y rogaban por sus vidas, pero esos demonios no dejaban nunca escapar a nadie y, obviamente, las mataron. Antes de que sus vidas les fueran arrebatadas, la jefa de las brujas les advirtió que, cuando murieran, una terrible maldición se apoderaría de ese lugar y que en menos de tres días sufrirían una muerte lenta y espantosa, y la única manera de salvarse era depositar sus cuerpos fuera del lugar maldecido. Esas criaturas no le hicieron caso a la bruja y después de muertas, las devoraron y enterraron sus huesos en una fosa. Esa bruja antes de morir sabía que ellos nunca escucharían sus advertencias. A los tres días, un grupo de cazadores y otro de monjes encontraron ese bosque y con sus grandes capacidades fueron matando lentamente y sin piedad a cualquier criatura que se encontraran. Los restos de las brujas nunca fueron recuperados.

Kikyo seguía avanzando, aunque esta vez había aminorado el paso, tenía que ser cautelosa. Ella desconfiaba de esa leyenda, además de que contaba con sus poderes sobrenaturales y sobre todo, ¿A esas apariciones no les apetecían mas las personas llenas de vida?. Ella estaba muerta, ella solo era un alma atrapada en un cuerpo hecho de huesos y barro, no creía que esa "pequeña característica" fuera muy apetecible para una criatura. "Vaya, una ventaja de ser una muerta viviente" pensó la chica con cierto sarcasmo. Pero esos pensamientos se fueron cuando de repente observó unas misteriosas sombras alrededor de ella. Se movían lentamente. La mujer sacó sus armas rápidamente. Siguió avanzando pero con mas cuidado. "Estas sombras son solo almas en pena, no debo distraerme, tengo que encontrar a Sesshomaru lo más rápido posible y matarlo, soy la única que tiene los suficientes poderes para lograrlo, Inuyasha es ahora un ser humano, Ahome está en su época, el agujero de la mano de Miroku ha desaparecido y Sango está en los límites de la aldea exterminando plagas. Este es mi deber y tengo que cumplirlo".

Las misteriosas sombras aumentaban cada vez más, de repente, las sombras formaron una fila y empezaron a avanzar en línea recta, resultaban muy atrayentes para Kikyo, era tanta así su atracción que, sin darse cuenta, las estaba siguiendo poco a poco. Ella estaba hechizada por esas sombras, le habían quitado su voluntad. Ella sentía una inmensa necesidad de seguirlas. No sabía ni adonde se dirigía pero eso no le importaba, no le inquietaba en lo más mínimo, se sentía liviana, una sensación muy extraña: de liberación. Sentía que si no las seguía sería como perder algo muy importante. Cada segundo que pasaba, se incrementaba el encanto de esas sombras. La sacerdotisa las siguió fielmente durante todo el trayecto hasta que de pronto se detuvieron. Kikyo también hizo lo mismo. Las sombras, con un extraño movimiento la invitaban a que llegara a donde estaban ellas. Era como si su verdadero ser se hubiera despertado y le indicaba en esos momentos a su embrujado subconsciente que no avanzara a donde esas misteriosas esencias le indicaban, que era peligroso, pero una vez más esa misteriosa ondulación volvió a encantar su subconsciente y este ganó la batalla y domino su cuerpo. Caminó lentamente hacia donde le indicaban. Ya casi llegaba pero...

- ¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH! - solo se escucho su estremecedor grito. Las sombras la habían conducido a un precipicio, el cual tenía muchas salientes de rocas y ramas. Kikyo era rasguñada en el rostro y en los brazos por las ramas y golpeada con gran fuerza en las costillas - "No quería morir, no hasta haberlo derrotado" - pensaba con gran dificultad, gracias al dolor que sentía. Faltaban pocos metros para que se acabaran sus penas y regresara por fin al más allá, pero nunca llego a sentir el suelo...

Unos niños estaban felizmente jugando con un balón de colores a la luz del mediodía El clima era favorable. No había nada fuera de lo común en ese lugar. Todos los chicos estaban muy entusiasmados con el juego, pendientes por atrapar el balón, menos una niña, que poseía un semblante lleno de confusión

- "A pesar de que esa maestra me agrada mucho sé que la he visto en otro lugar" - la niña miraba distraídamente el trayecto de las nubes - "Me acuerdo de aquella vez en que mi amo, junto con unos desconocidos, estaban peleando contra alguien llamado Naraku. Cuándo nos íbamos a marchar de ese lugar, había una sacerdotisa, su mirada era muy parecida a la del señor Sesshomaru, y creo que iban a pelear, si, ahora que lo pienso ellos estaban a punto de pelear en esos momentos ¡Querían matarse! - la niña se asustó súbitamente - Y esa maestra es idéntica a esa sacerdotisa, solo que ella tiene una mirada más amable, y más extraño aún es que ella no quería que yo la acompañara, eso significa que ella es... no, ¡No puede ser! ¡Ella parece tan dulce y bondadosa!"- pensó con desilusión - "O tal vez es que se parezcan mucho. ¡Sí! ¡Eso debe ser! - la niña se había animado -"Lo que pasa es que hay muchas personas que se asemejan, ella es buena y gentil, no debo angustiarme".

- ¡Lin! - gritó un chico alegremente - ¡Te paso el balón! - y lanzó la pelota hacia donde estaba ella.

- ¡Sí, Kohaku! ¡Ya la tengo! - Lin saltó para atrapar la pelota pero Kohaku se la había lanzado muy alto, así que se dirigió la los jardines - ¡Ya vengo! ¡Voy a buscar la pelota! - Se dirigió velozmente a los arbustos. Estaba buscando lo más rápido posible cuando de pronto descubrió algo que la paralizó por completo. Era la punta de una flecha - "Esa sacerdotisa llevaba consigo un arco y flechas, no me queda ninguna duda ¡Es ella!" - pensó aterrorizada - " ¡Recuerdo que su armas eran arco y flechas! ¡Van a enfrentar a mi amo! ¡Tengo que impedirlo! - localizó el balón, el cual agarró y fue a donde estaban los demás.

- ¡Lin! - exclamó Shippo cuando ella había llegado a donde estaban ellos - ¿Tienes el balón? ¡Que bien! ¡Vamos a comenzar de nuevo! - ella le entregó el balón, tratando de ocultar su miedo.

- ¿Lin? ¿Qué te ocurre? - Kohaku había detectado el miedo de la niña - ¿Te sientes bien?.

- ¡Chicos! ¡Tengo que hablar con ustedes! - dijo Lin desesperada. No podía soportarlo más. Apretó fuertemente las manos de Shippo y Kohaku.

- Seguro... - La actitud de Lin inquietó a Shippo. Dio unos cuantos pasos cuando una mano se posó sobre su hombro.

- Shippo, Kohaku, ¿a dónde van? - preguntó una voz infantil detrás de ellos.

- No te preocupes Ichiro, ya venimos - le contestó el pequeño zorro - mientras tanto sigan jugando - le dio la pelota a Ichiro y junto con Lin y Kohaku se alejaron de allí.

- Y bien Lin ¿Qué es lo que te ocurre? - le preguntó Kohaku con curiosidad..

- ¡La señorita Kikyo y mi amo Sesshomaru van a pelear! - exclamó aún más desesperada.

- "¡Oh no! ¡Se dio cuenta! ¿Ahora que voy a hacer?" - se preguntó el zorro desesperado.

- ¡¿Qué?! - El asombro de Kohaku era evidente - ¿A qué te refieres? ¿Acaso se conocen?.

- ¡Te lo cuento después! - dijo la niña apresurada - ¡Tenemos que darnos prisa! ¡Se van a matar!.

- ¿Y cómo llegaste a esa conclusión? - preguntó Shippo con fingida curiosidad.

- En la batalla con Naraku mi amo no se llevó bien con una sacerdotisa idéntica a tu maestra - respondió la niña - y cuando fui a buscar la pelota encontré la punta de una flecha, el arma que esa mujer usaba. Shippo, Tu ya sabías de esto ¿O no?

- ¡Por supuesto que no! - dijo Shippo simulando sorpresa - la verdad es que en estos momentos es que me estoy acordando de ese suceso "Perdóname Lin, no me atrevo a decirte la verdad, se supone que tengo que hacer lo posible por retenerte, pero ya lo descubriste y sé que aunque yo te diga más mentiras, no puedo detenerte".

- ¡Yo iré contigo! - se ofreció Kohaku repentinamente. Lin estaba extrañada - se te nota que tienes mucho miedo, además de que eres mi amiga y yo nunca he dejado a mis amigos solos. Aunque la señorita Kikyo nos dijo que permaneciéramos aquí, incluso, no sé lo que esta pasando, pero si la señorita Kikyo corre peligro haré todo lo posible por ayudarla. Shippo, quédate a vigilar a los demás.

- ¿Acaso bromeas? - Shippo no veía otra salida - ¡Yo tampoco abandono a mis amigos! Así que yo también voy con ustedes - esto último lo dijo con resignación.

- ¡Muchas gracias! - Lin experimentaba un profundo sentimiento de agradecimiento - ¿Cómo se los podré agradecer?.

- Dándote prisa, antes de que sea demasiado tarde - dijo el zorro guiñándole un ojo.

- Es cierto, pase lo que pase tenemos que detenerlos - Kohaku estaba muy decidido - Lin, ¿Qué dirección le indicaste a la señorita Kikyo? - la niña le señaló el una parte del bosque.

- ¡Andando! - exclamó Shippo. Con esa exclamación los tres partieron rápidamente hacia un lugar desconocido para ellos.

Las terroríficas notas de la aún más temible autora: ¡Hola! (Interesante concepto de mi misma tengo ¿no?) bueno, es mejor que me deje de tonterías y hable en serio. Como habrán podido darse cuenta este capítulo se inclino más a la aventura que a lo que realmente era, de hecho, el próximo capítulo tiene también aventura, pero nada más esos dos capítulos. A propósito de este, ¿Qué pasó con Kikyo? ¿Podrán Shippo y los demás encontrarla? ¿Y donde estará Sesshomaru?. Eso lo sabrán si siguen leyendo esta historia. No se olviden, cualquier comentario, duda, sugerencia, piedras por arrojarme. (Me gustan mucho los rewiews)