3.- Una leyenda.
El viejo Kyoshi era en sí una leyenda. A los habitantes de Tomoeda les gustaba inventar que era un brujo de más de cien años, que hacía pactos con demonios y espíritus para conservarse, y que por las noches entraba en trance e invocaba a su esposa muerta para que le hiciera compañía; aunque todos estos comentarios rondaran silenciosamente, le seguían profesando un gran respeto por su sabiduría y por entretener a los niños con sus anécdotas.
Uno de esos chicos que pasaba a su extraña vivienda a escucharlo, era Fujitaka Kinomoto. Era un pequeño tímido, con grandes lentes producto de un precoz problema visual, curioso e inteligente. De todos, era el que más gozaba con las historias y trucos de Kyoshi, que también hacía llamarse mago. Una incontable variedad de aventuras fluían naturales de la boca del, en esa época, ya ancianito loco. Sus gestos asustaban a la mayoría, después de todo, ver cómo se arrugaba cada surco de su rostro y sus ojos amarillentos se abrieran inmensos, no era algo normal. Fujitaka era el único que siempre permaneció fiel, no espantándose ni cuando el relato tomaba un camino más espeluznante, y un lobo rabioso y enorme atacara, gruñendo loco de ira y apunto de comerse al protagonista, que casi siempre resultaba ser el mismo Kyoshi.
Como su infancia trascurrió en ése pequeño pueblo, donde a diario oía a un viejecito contar cuentos, Kinomoto desarrolló su amor por educar a los niños. Kyoshi se transformó en una especie de abuelo que siempre quiso tener, y le inspiró para ser profesor. Su máxima meta fue construir la escuelita, que ahora funcionaba bajo en nombre de Primaria Tomoeda. Regresó de Gakuin con su título y una hermosa jovencita que había conocido de un nombre tan encantador como lo era ella: Nadeshiko. Traía en mente terminar esa escuela y educar ahí a su hija… ¡Cuál fue la sorpresa de Kyoshi al escucharlo¡Pensar que hacía unos años lo tenía frente a él, sentado y atento a lo que decía, preguntando con toda la inocencia que caracteriza a los niños si era verdad o mentira!
Kyoshi suspiró, dejando la pipa a un lado. Tenía la certeza de que el espíritu de Fujitaka estaba a su lado, apoyándole, y también apoyando a ése muchachito…
Pensó que no importaría qué tan temprano despertase, igual le tocaría esperar por su desayuno hasta que todos los otros residentes bajaran. Sin embargo, la dueña le tenía un plato de arroz y verduras, el cual depositó en la mesa cuando lo vio bajar.
—Buenos días, joven Li– saludó Nadeshiko, mientras el chico despertaba de su extrañeza al estar observando la comida.
—Buenos días– hizo una reverencia.
—Puede pasar a desayunar. Es usted muy madrugador; aquí no acostumbro a atender a los clientes antes de las siete de la mañana.
Shaoran revisó el reloj de la muralla, que marcaba las seis y cuarto. No se había levantado por desayuno, más bien pretendía salir a despejar un poco sus ideas a ver si podía concentrarse en un plan para probar el crimen de Clow. Claro que era imposible negarse a la sonrisa de la mujer, que le invitaba a sentarse y comer antes de que se enfriara.
La comida era deliciosa. En ese aspecto, no le molestaría tener que permanecer por tiempo indefinido hospedado allí. Nadeshiko le deseó suerte cuando anunció que saldría.
—"¿Qué vendrá a hacer a este lugar?"– se preguntó, mientras el chico cruzaba hacia la otra calle.
Recién comenzaba a verse más actividad en el pueblo. La panadería y la tienda de frutas y verduras a su lado, abrían a un mismo tiempo. Sus dueños eran muy buenos amigos y tenían la costumbre de llegar a trabajar a la misma hora, y retirarse juntos a descansar. De las casas salían mujeres cargando cestas vacías, que pasaban a rellenar en los locales con comidas, o deteniéndose en el puesto de flores para comprar un ramo. Y en el mismo instante que el pueblo comenzaba a despertar, el sol daba cuenta de su presencia.
Shaoran no se dio cuenta de su sonrisa al presenciar a dos niños ayudar a su madre a cargar la mercancía. Todos saludaban a todos con sus nombres o apellidos, en el caso de que no fueran vecinos tan conocidos. Aún así todos convivían en perfecta armonía. Eran como una inmensa familia.
—¡Buen día, muchacho!– saludó alegremente el viejecito, dándole con el bastón en la cabeza.
—¡Aah¿Por qué hace eso!– protestó él, girando malhumorado.
Kyoshi sonreía divertido.
De verdad ese viejito estaba loco. ¡Le dio un gran susto¿Era con un bastonazo su manera de llamar la atención? Kyoshi saludaba a la gente con una inclinación de su cabeza, muy leve porque la tortícolis con los años le impedía hacer muchos movimientos.
—"Faltaría que me arrastrara a su casa otra vez"– pensó Li, intentando alejarse. Y sí tuvo razón: Kyoshi le pescó del brazo como ayer, y con su inusual fuerza le jaló de regreso. —¿Qué es lo quiere, abuelo?– suspiró derrotado.
—Tengo que hacer mis compras y necesito ayuda.– comenzó a caminar apoyándose en su bastón.
—Uhm, sabe, me gustaría ayudarle, pero tengo otras cosas que hacer…
—¿Cómo buscar a Clow?
—Sí, como…–Shaoran le miró estupefacto. El hombrecito seguía dando sus pasitos hacia la panadería. Pestañeó, agitando su cabeza para reaccionar.—¿Có-cómo lo sabe?
No se lo había comentado. ¡A nadie se lo había dicho¿Por qué entonces el abuelo lo sabía¿Es que leía la mente o esas cosas?
—¡Mira nada más tu expresión!– se burló, riendo y causando con eso una tos seca que duró unos segundos — Pareces haber visto un fantasma. Sé que soy viejo, pero aún no estoy muerto. –aclaró su garganta exageradamente. —Muchacho, hay muchas cosas que debes aprender de la vida…
…¿Y debía aprenderlas precisamente de ese viejito? Shaoran dio la media vuelta, bufando cansado ya de su vaguedad. Encontraría mejores cosas que estar escuchando las divagaciones de un hombrecito demente y andrajoso.
Kyoshi entró a la panadería, donde el dueño le saludó con mucho respeto.
—Quiero algo para atender a una visita– dijo.
—¿Algún familiar, señor?– preguntaba el panadero, mientras sacaba unos pastelitos y panes recién horneados.
—No, es un desconocido– sonrió— Ya estará aquí en unos segundos.
Con la bolsa de papel sobre el estante, Kyoshi estiró unas pocas monedas. Nadie sabía cómo ganaba aquél dinero, pero la mayor cantidad decía que se lo daban por caridad ciertas personas (entre ellas Nadeshiko, la dueña de la pensión). Lo cierto es que eran ahorros de la época cuando sus manos servían para el trabajo.
—¿Quiere que le diga a uno de mis hijos para que le ayude a cargarlo?–preguntó el panadero mirándolo levantar la bolsa.
—Oh, no se preocupe. Mi invitado lo hará en un segundo.– respondió serenamente. Unos metros más all�, Shaoran no pudo caminar más y un impulso lo hizo regresarse. Pronto Kyoshi y el panadero lo vieron abrir la puerta con rapidez.
—¡Oiga, abuelo, quiero preguntarle…!– no alcanzó a terminar y ya tenía un paquete en los brazos.
—Este es el joven del que le hablé.
—¿Uh?– Li se percató de la mirada curiosa del otro hombre, por lo que hizo una reverencia algo torpe que casi le cuesta dejar caer uno de los panecillos.
—Vamos, hijo– dándole unas palmaditas en la espalda, el viejito lo instó a salir. —Que tenga buen día. –se despidió del panadero que contemplaba al delgado y alto jovencito salir por la puerta e intentar llamar la atención de Kyoshi, quien se mantenía despreocupado mirando el cielo.
Buen clima.
—¡Abueloo¿Me escucha¡Necesito preguntarle algo!
—¡Buen día, señor Kyoshi!– saludó una mujer que cargaba un bebé en brazos.
—¡Buen día, señora Kasuya! Su bebé ha crecido –le sonrió, y siguió con su camino.
Quizás lo estaba probando. Decidió no insistir hasta que llegaran a la casa y el viejo le invitara a comer como el día anterior; ahí empezaría a preguntar porqué sabía que buscaba a Clow.
Atravesaron la pequeña plazoleta, el lugar central del pueblo. Cuando llegaron a la "casa" de Kyoshi, éste le quitó la bolsa de las manos.
—Gracias, fuiste muy amable– y con una sonrisa leve entró.
Shaoran permaneció con una mueca parecida a una sonrisa, mientras oía al abuelo cantar una antigua tonada.
—¡Aguarde!– golpeó la puerta destrozada. Intentó ver por uno de los recovecos donde trozos de material habían caído. —Rayos, necesito su ayuda…–murmuró vencido. Se sentó en el suelo, pensando a quién más podría consultar sus dudas. Pero era penoso reconocer que con la única persona que había establecido mayor contacto, era con ese abuelo extraño.
La puerta se abrió haciendo un ruido de madera y metal oxidado. Shaoran observó al viejo apuntarle con su bastón.
—Puedes pasar–le sonrió amablemente.
El haber desayunado no fue un impedimento para abstenerse de comer esos ricos bocados. Un poco de panecillos y otros dulces, fueron saboreados por el extranjero con una sonrisa.
—Emh, abuelo, yo quería preguntarle acerca…
—¿Qué tal la pensión donde te alojaste?– interrumpió Kyoshi, haciendo que su invitado adquiriera una graciosa expresión de atontamiento. Justo cuando creía y era el momento, el abuelo lo interrumpía con una pregunta totalmente fuera de lugar.
—Pues… Es un lugar cómodo– fue lo primero que se le ocurrió decir. Pensó un poco, degustando un poco de pan— Es extraño– murmuró también.
—¿Por qué lo dices?
Shaoran bebió agua. Su mirada se tornó triste.
—Ayer cuando llegué había una niña muy enferma…– explicó con voz ronca. — todos estaban preocupados… –iba a agregar que él también lo estuvo, pero no lo creyó oportuno. Un sentimiento así por alguien totalmente desconocido, no debía ser más que un poco de curiosidad.
—¿Está mejor?– cuestionó el viejo, con la pipa en su mano. Tan atento estaba al chico, que olvidó encenderla y la llevó a su boca sólo por reflejo. Shaoran asintió. —Ha ocurrido desde que nació…
—¿Eh?
—Sakura sufre esos síntomas desde pequeña. Los médicos dicen que no es posible curarla, porque su enfermedad no es reconocida como tal. Dicen que es sana, y que el mal está en su "imaginación".
Shaoran tenía clara su postura y estaba en contra de esa teoría. ¡Él había visto la manera en que cayó al suelo¡Escuchó sus quejidos, mientras su cuerpo afiebrado la tenía débil en una cama!
—No creo que lo invente– replicó de inmediato.
—Pero entonces¿te sientes cómodo en ese lugar?– volvió el viejo al tema, prendiendo su pipa y provocando que Li frunciera el ceño ante lo que sabía y vendría.
—Sí. –el humo lo obligó a entrecerrar los ojos— Oiga, abuelo¿puede decirme por qué la gente aquí es tan rara?
Kyoshi rió, y eso provocó que el humo quedara atascado en su garganta.
—¡Cof, Cof!–se golpeó con el puño el pecho, volviendo a la normalidad. —Ejem. ¿Por qué la pregunta?
—Es… No lo sé– el chico rascó su mejilla. No sabía muy bien la manera de decirlo. —Ver�, mmh… ¿qué es eso del "ángel"?– hizo comillas con los dedos, sonriendo un poco burlón.
El viejo no sonrió como pensaba. Shaoran se preguntó qué tanta seriedad podía haber en el tema… Cuando lo pensó, le pareció ridículo y, como todo en el pueblo, muy raro.
—Es una leyenda.–contestó secamente.
—¿Y?–se impacientó el chico al cabo de un lapso silencioso.
—¿Y qué?
Una venita quedó marcada en la frente del joven.
—¿Y qué más?
—Ah, eso…–Kyoshi aspiró de su pipa. —¿Quieres oír la leyenda?
Shaoran asintió sin abrir la boca; no estaba dispuesto a contaminar sus pulmones con el tabaco, o tener que salir por un ataque de tos justo en medio del relato.
—Eran siete de ellos–dijo, mientras el humo iba cubriendo más de la habitación— Siete ángeles en la Tierra, regalo de los grandes dioses para los humanos. En esos tiempos, éstos territorios sufrían de sequías y plagas, que provocaban pobreza y hambre en los habitantes… –Shaoran quiso preguntar si él lo había vivido en persona, pero por el tono emocionado de su voz, supuso que sí— Sufrían. Morían. Los ángeles venían a ayudarles, y para no levantar ninguna sospecha, se hacían pasar como gente común. Sólo unos pocos estaban bendecidos y les estaba destinado ése ser que cumpliría su deseo… –le miró fijamente, haciendo que su expectativa creciera. —…esperaban por el elegido, para cumplir su deseo…
"Para cumplir su deseo…"
Shaoran abrió sus ojos al ver a su alrededor un paisaje luminoso. Flotaba entre bruma cálida y recibía un dulce aroma, como de millones de fragancias florales juntas. Su corazón aguardaba intranquilo, pero su mente no tenía ningún pensamiento.
¿Qué es lo que deseas, Shaoran, la voz suave y soñadora se repetía en un eco. La figura desconocida se acercaba a él… ¡Al fin podría conocerla, se sonrió emocionado, mientras el aroma se volvía más y más dulce…… ¿o amargo?
—�¡Puaaaj¡Cof, Cof!– no podía dejar de toser. Tampoco podía enfocar bien su alrededor: los ojos le quemaban, además de sentirse ahogado y mareado.
—Humm– Kyoshi le examinaba pensativo, con sus cejas arqueadas y el labio superior absorbido por el inferior.—éste tabaco tiene poderes alucinógenos.. ¡Y yo no lo sabía!–rió alegre.
El chico lo acompañó con otro poco de tos, revolcándose en el suelo.
—No exageres, muchacho. Tómate este té y verás como te repones– le indicó una tacita que dejó a su lado y se retiró hacia otro lugar de su casa.
Con esfuerzo Shaoran pudo sentarse. Era peor que cualquier enfermedad que recordara. Debió haberse cuidado de ese humo… Bebió un poco de la tasa. Era una infusión común, o su sabor era el de una ordinaria. Se encogió de hombros y la terminó con la esperanza de que la cabeza aterrizara de su viaje fantasioso.
—Pero volví a escuchar esa voz– murmuró, sacudiéndose el cabello.
—¿Qué dijiste?– apareció el anciano otra vez, sin la pipa en sus manos.
—Nada…
Minutos después golpearon la puerta. Shaoran intentó levantarse, pues si era alguna visita para el viejo, él debía irse, pero éste le golpeó con el bastón en el hombro para que se mantuviera sentado en su lugar.
—¡Ya estoy aquí¿Algo anda mal?
La chica venía con signos de haber corrido a prisa. El viejo le invitó a pasar.
—¿Se siente mal, señor Kyoshi?– le preguntó preocupada.
—No, pequeña. Ven, sígueme– tomó su mano y la llevó hasta la habitación. El humo no se había dispersado del todo, por lo que Sakura le miró suspicaz— Lo admito, estaba en mi vicio.
Sakura había hecho lo posible para quitarle el tabaco. Kyoshi sabía defenderse con argumentos de que la sustancia no era dañina, sino medicinal. Pero aunque lo fuera, le estaba costando sus pulmones y los ataques de tos por las noches lo dejaban con un fuerte dolor en el pecho.
—Te pedí que vinieras por él…–el dedo del ancianito fue hasta una de las paredes.
Ambos jóvenes se miraron a un mismo tiempo.
—�¡Whoaa!– exclamaron asombrados, apuntándose.
Kyoshi les miró con una gotita ante su acción. Siguieron mirándose y reconociéndose entre todo el humo.
—Es el niño nuevo– concluyó Sakura, sonriendo.
¿Qué es lo que deseas, Shaoran?
Él agitó su cabeza, mientras se incorporaba. Tenía que alejar esa voz de su mente…
—¿Está bien?–preguntó bajito al anciano, quien negó con la cabeza. Sakura observó al nuevo hospedado intentando equilibrarse. —¿Qué tiene?
—El humo de mi pipa le entró por la orejas– sonrió el viejito con astucia. —Afectó una parte de su cerebro y se puso a soñar.
—Señor Kyoshi, es usted muy malo– Sakura no pudo evitar sonreír ante el guiño de él.
—Por eso te llamé.
—No se preocupe, lo llevaré a casa.
Li permanecía afirmado a la pared, refregándose los ojos que todavía le picaban. Unas pequeñas manos tomaron la suyas, y la voz alegre le tranquilizó diciendo:
—En unos segundos se te pasará.
—¿Cóm… Cómo lo sabes?– pudo balbucear, sintiendo pronto una risa de parte de ella.
—Porque lo he vivido en carne propia.
Les despidió Kyoshi en la puerta, deseando una pronta recuperación del chiquillo.
Respirar aire fresco alivió en gran parte a Li. Las manitos suaves le soltaron del momento que sortearon los obstáculos en casa del viejo, y ahora la chica seguía hablándole como si estuviera con todo el ánimo e interés de hacerlo.
—No sabía que conocías al señor Kyoshi.
—Lamentablemente sí… –se quejó, tocando su cabeza.—pero no es un total gusto. Es un abuelo bastante chiflado.
Sakura volvió a reír. Era una pena que el chico no compartiera su sentido del humor.
—Perdón–se disculpó al verlo tan serio. —Es que como le dices abuelo, me pareció muy gracioso. Todos lo tratan de "señor". –dijo la jovencita, sonriéndole.
Shaoran estaba recordando la rápida llegada de Kinomoto a la casa del "abuelo", por lo que no puso mucha atención.
—¿Cómo el abuelo pudo avisarte tan rápido? –no recordaba que hubiese salido a la calle. Lo vio entrar a una habitación y salir en cuestión de segundos.
—Tenemos una forma muy peculiar de comunicarnos– contestó ella con simpleza.
—¿Teléfono?
—Nop.
En todo caso era absurdo que Kyoshi guardara en alguna parte de su destartalada vivienda, un aparato como ese. No quiso seguir preguntando porque quizás no lo comprendería… ¡No comprendía nada en ese pueblo!
Bien, lo que tocaba ahora era darle las gracias y decirle que tomaría otro camino. El hecho de recibir las miradas de todos, también le incomodaba bastante. Las mujeres reunidas en la calle hablaban entre ellas y los señalaban, con grandes sonrisas; ¿qué había de raro en ellos… o era él?
Y es que dos jóvenes-sobre todo un extranjero que inspiraba más interés- caminando juntos en la calle, era para que la imaginación soñadora de las dueñas de casa viera un romance. Por eso muchos de los chicos se cuidaban de no caminar solos con alguna amiga, o el chisme se ventilaría rápido hasta los oídos de sus familiares.
Pero Sakura vivía en un mundo tan alejado de esos prejuicios, que seguía avanzando y mirando con una sonrisa a su nuevo amigo.
La campanita de la escuela sonó, haciendo que los niños apresuraran su paso para llegar a tiempo. Les recibía el señor Fujisawa, sujetando uno de sus libros, siempre con su expresión enfadada.
—¡Señor Fujisawa!– gritó Sakura desde la otra calle, saludándole con la mano.
Shaoran retrocedió al ver que fruncía las cejas, y cruzaba la calle hasta donde ellos. ¡La chica lo hizo enojar!
—¿Cómo esta, señor Fujisawa? –preguntó Sakura con amabilidad.
—"Por su cara parece que muy mal"– pensó Li, percatándose que el hombre le miraba fijamente.—"Pero si yo no le dije nada.."– parpadeó, sintiendo una gota caer de su nuca.
—Necesitaremos ayuda– dijo el hombre, mirando ahora a Sakura. —La señorita Daidouji no podrá venir; nos llamó para excusarse.
—¿Le pasó algo malo?– se preocupó Sakura. Tomoyo le simpatizaba mucho. Era una señorita educada, y aunque tenía mucho dinero, era tan noble como su tío Clow. La madre no era tan agradable como la hija, pero Sakura tenía la certeza que aún así era una gran persona.
Fujisawa no sabía la razón. Explicó que el curso que le correspondía atender a Daidouji, eran los pequeñitos de primer año… los más inquietos y bochincheros de toda la escuela. Él tenía su horario ocupado, igual que los otros maestros.
—Es por eso que necesito de alguien que los cuide las primeras dos horas– finalizó. Para ese entonces las voces de los niños ya no se escuchaban por las calles; estaban en sus pupitres esperando por sus maestros.
—No hay problema– Sakura le sonrió abiertamente.
Fujisawa no respondió con el mismo gesto, pero su cabeceo afirmativo pudo entenderse como un gracias reservado.
Shaoran recibió con alivio aquella conversación. Dio la vuelta para alejarse definitivamente.
—Te encantará cuidar de ellos.
La mano de Sakura había tomado otra vez la suya. No estaba acostumbrado a la cercanía con las chicas… por eso su repentino sonrojo. Lo peor era que ella no entendía lo incómodo de caminar con una desconocida de la mano; iba muy sonriente, siguiendo a Fujisawa.
—"Rayos, sólo dile que te suelte porque tienes irte y hacer otras cosas…"– mientras tanto recorrían los pequeños pasillo de la primaria.
Sakura ya no sonreía tan contenta. Pasaba su otra mano por las paredes, mirándolas con melancolía.
—Aquí es– se detuvieron frente a una puerta cerrada. Adentro se escuchaban vocecitas chillonas, ruidos de bancos, pasitos alocados… Shaoran estaba sorprendido, Fujisawa se malhumoraba más. Sólo Sakura conversaba una sonrisa y abrió la puerta, provocando que los gritos llegaran con mayor intensidad a sus oídos.
—Yo tengo que irme– anunció el profesor de historia, mirando suspicazmente las manos entrelazadas de ambos.
—N-No es loo q-que imagina…– balbuceó el chico con las orejas ardiendo.
El maestro sólo alzó una ceja, retirándose.
Shaoran esperaba por fin liberarse de la manito de ella, pero ésta le jaló hacia adentro. Los gritos habían cesado. Los niños habían regresado a sus lugares. Las orejas de Li también comenzaron a volver a su color normal.
—�¡Buenos días, maestra Sakura!– saludaron en coro.
¿Maestra¿Ella? Ahora sí no entendía nada. El chico le miró confundido, y ella sin percatarse o sin querer prestarle atención, saludó de igual manera a todos.
—Su maestra Tomoyo no podrá venir hoy– les dijo— Pero yo la reemplazaré.
—¡Maestra, Sakura!– un niño alzó su mano. La jovencita le miró con una sonrisa—¿Quién es el que toma su mano?
Ninguno de los otros se había dado cuenta, por lo que la sala no tardó en levantar un nuevo murmullo.
—¡Ah¿Él?–Sakura indicó a su lado, donde un sonrojado Shaoran no sabía si escapar por una de las ventanas o cruzar todo el salón hasta llegar a la puerta. —Es lo que les prometí¿recuerdan?
El rostro de todos se iluminó, contemplando con ojos brillantes al extraño.
—Para que vean que cumplo mis promesas– sonreía Sakura, soltando la mano del chico. Éste deseó haber seguido junto a ella, porque en cuanto sintió que lo soltó y se alejó de su lado, imaginó que los curiosos diablillos con uniforme le saltarían encima.
—¿De dónde viene?– preguntaba una chica de coletas.
—Viene de… ¡Kurisaki! –dijo rápidamente.
—¿Eh¿Dónde es eso?– cuestionó Shaoran. Sakura sólo hizo un ademán de que guardara silencio.
—Es del reino de Kurisaki. Es un lugar que queda muy, muy lejos de aquí. Pero el príncipe es muy audaz y cruzó desiertos y montañas en su caballo, para estar aquí con nosotros.
—Ooooh.–decían sorprendidos los pequeñitos.
—¿Y cómo se llama?– preguntó otra chica.
Sakura lo miró, esperando que respondiera… No sería posible, puesto que al no entender absolutamente nada, el rostro del chico se mostraba bastante confundido.
—Eh… ¿Por qué no van a jugar afuera?– optó por proponerles. Ellos aceptaron con un grito de júbilo, pero Sakura no contaba que empujarían al joven extranjero hasta el patio también.
Recién parecía comprender las molestias que podía causarle. Corrió hacia el patio trasero, donde un balancín y algunos columpios eran ocupados continuamente por los alumnos… No esta vez, porque el "Príncipe" era el punto de atención. Sakura se asustó al ver en primera instancia a uno de los chiquillos montado sobre los hombros de él, y cuando estuvo preparada para ver su rostro molesto o tedioso, abrió sus ojos enormemente… Él no estaba enfadado. Es más, reía con los niños, quienes lo rodeaban y correteaban en alguno de sus juegos.
—¡Soy tan alto como el príncipe!– exclamaba el chiquito, haciendo señas a sus amigos abajo.
—¡Yo también quiero!– comenzaron a pedir los otros.
Una figura traslúcida fue tomando forma a un costado de la chica. Le miró pícaramente, con sus astutos ojos negros que habían recorrido gran parte de experiencias sobre vida y muerte. Fue por su aguda percepción que notó la extraña conexión entre esas dos auras.
Sakura despertó de su trance, soltando un suspiro involuntario. Sin que pudiera darse cuenta, sus mejillas se habían sonrojado tenuemente al ver el rostro feliz del "príncipe".
—Es un buen chico– dijo la voz, ronca pero con su dulzura de abuelita. Sakura se sobresaltó al sentirla cerca. —¡Sí que estabas en otro mundo, pequeña¡Ni siquiera notaste que he estado a tu lado todo este rato!
La señora Itsuyo tuvo una vida muy feliz junto a su marido. Era una mujer de carácter, que amaba salir a caminar por las mañanas y cuando el sol se ocultaba; diferente del reposado Kyoshi. A Sakura le costaba mucho imaginar la manera en que ellos dos convivían, porque en ocasiones, regañaban por las actitudes del otro en su ausencia. No se llevaban bien, pero se querían. Si no, la señora Itsuyo no estaría cuidando de su esposo es forma de espíritu.
—¿Por qué no le confesaste que te comunicas con mi marido a través de mí?– preguntó, flotando a su lado con su vestido celeste favorito.
—Me da pena asustarlo– sonrió Sakura, con su mirada perdida entre Li y los niños—Si le confieso que puedo ver un fantasma, creerá que soy mas extraña de lo que ya soy.
—Tú no eres extraña.
—Sí lo soy– Sakura bajó su mirada hasta sus sandalias. La señora Itsuyo y los otros siempre trataban de hacerla sentir mejor, pero ella sabía lo que ocurría: no era normal. Una niña con tan poca resistencia a la enfermedad, que a ratos se sentía morir, era un caso que despertaba curiosidad y compasión en otros. Más si agregara el hecho de que veía a la esposa muerta del señor Kyoshi, dirían que estaba loca… Poco le importaba, pero sabía que su mamá sufría con todo ello. —Pero no hablemos de eso, señora Itsuyo…–recuperó la sonrisa, aquél maravilloso y tierno gesto que resaltaba en su rostro.
—Si tú lo dices– murmuró el fantasma, volviendo la mirada a Li.
—Es una buena persona¿verdad?
—Sí, el pobrecito ha sufrido mucho– Sakura miró al espíritu, sintiendo una repentina preocupación. Suerte que Itsuyo no tardó en proseguir:—está afligido por la muerte de su madre, hace unos días. La vi; era muy hermosa, y él la amaba más que a nadie en el mundo…
Shaoran le sonreía a los chiquitos, que seguían atosigándolo de preguntas sobre su "reino" y peticiones para que los cargara. Ni él sabía bien la razón de porqué sentía esa liviandad en el alma… Ésos niños despertaban un sentimiento de calidez que no experimentaba desde hacía tiempo.
—…se la arrebataron, pequeña. La mataron. –cuando Itsuyo había terminado de decirlo, Sakura sentía angustia y a la vez desesperación por saberse inútil; ella no podía devolverle la vida a su madre… no podía hacer nada por él… No sabía lo que era sentirse solo en el mundo, pero sí había perdido a su padre, situación que le llevaba a comprender-aunque fuera en algún mínimo grado- la tristeza en el joven.
Itsuyo le acarició el cabello tiernamente, para cesar su congoja. El receso terminó y los niños, de mala gana, tuvieron que soltar a Shaoran por órdenes de Fujisawa.
La fantasma se desvaneció. Fujisawa en ese entonces se había acercado a Kinomoto para decir que ya no era necesario que se quedara, además que si el chico nuevo seguía ahí, los de primero seguirían igual de alborotados.
Pensativo, Shaoran miraba hacia ningún lugar en particular.
—Gracias por ayudar– dijo Sakura al llegar a su lado. Él no respondió, para no darle tanta importancia; no quería que pensaran que había disfrutado de aquello. —Oye…
Sakura tomó su mano otra vez, y otra vez Shaoran sintió sus orejas rojas. ¿Acaso ella no comprendía lo incómodo que se sentía?...la gran sonrisa en la jovencita le hacían suponer que no…
—…quiero que seamos amigos.
Era cierto cuando su madre decía que la gente de los pueblos más pequeños y humildes, eran las más amables.
Quizás si estuviese en otras circunstancias, habría tenido el valor suficiente para negarse a las palabras de ella, porque sencillamente no tenía amigos; nunca pudo cultivar ésas amistades, siempre encerrado en su mundo donde el único que cobraba importancia era él, y sin reconocerlo, su familia. No supo qué idea pasó por su cabeza; si fue primero ése día de lluvia cuando enterraron a su madre, si fue cuando se sintió solo e inseguro al llegar a Tomoeda, o cuando vio a la chica tendida en la cama, pálida y delirante.
Su voz no pudo pronunciar palabra, pero hizo un torpe cabeceo afirmativo, que llevaron a ampliar la sonrisa de Sakura.
—¡Qué bueno! Puedes llamarme Sakura– se detuvo para ladear su rostro. —¿Cómo te llamas tú?
—Shaoran Li.
—Entonces te llamaré Shaoran…–algo en él hizo que se avergonzara. Sólo su familia lo llamaba de esa forma, y para los otros era distantemente: Li. La exclamación de Sakura lo sacó de sus reflexiones, como tantas veces en esa mañana…— ¡Ya sé¡Te llevaré conmigo!
—¿A-adónde?– peguntó el chico, con una gotita y algo de susto por la energía que ocupó en decirlo.
—Es donde voy todos los días. Es un lugar muy bonito¡seguro te gustar�!
Nuevamente, Shaoran fue guiado por la suave manito, en las calles de la ciudad. Esta vez, eso sí, los comentarios de las mujeres no le importaron, ni siquiera se molestó en prestarles atención. Miraba a la jovencita que caminaba adelante, su cabello corto con olor a flores, su rostro infantil y su figura enfermiza; ¿qué pretendía?. Su amabilidad le hacía creer que era por hacerlo sentir a gusto.
Suspiró, sin saber muy bien qué ocurría.
Lo único claro es que estaba lejos de encontrar a Clow.
Cuando Tomoyo recibió a su madre en su alcoba, creía que el motivo de sus golpes desesperados, era un tema más urgente. Sonomi seguía vestida con su camisola y su bata estaba mal amarrada en su cintura, al igual que ni siquiera había alcanzado a cepillarse el cabello.
—¿No crees que exageras?– Tomoyo fue muy osada al soltar sus palabras. Recibió una mirada fulminante de su mam�, quien se dejó caer en uno de los sillones donde acostumbraba leer o bordar. —Lo digo porque el tío siempre recibe policías en la casa.
—¡Es diferente, Tomoyo! Estoy segura que se metió en un lío¡y es por esa mujer a la que visita!– lanzó un bufido de molestia. —¡Quién sabe qué clase de persona es esa!
Tomoyo le dio la taza de té que tomaría en su desayuno.
—Deberías calmarte...– añadió una sonrisa cariñosa, puesto que intuía recibir otra mirada fea—no hace bien que te preocupes por esas cosas. Llamaré a la primaria para dar cuenta de mi ausencia y bajaré contigo.
Eso gustó un poco más a su madre. Desde que su adorada y única hija entró a trabajar en ese lugar, sentía haber perdido toda su autoridad ante ella. ¡Una estúpida escuelita para los pueblerinos¡Cuando lo que realmente debía hacer era buscarse un buen partido y casarse! Sonomi repitió una y otra vez aquello, pero no cambió en nada su voluntad. Culpó a su hermano, por ser cómplice de ésa tonta idea, por aportar dineros para su construcción y ofrecer a su sobrina una actividad para "distraerse".
Tomoyo era distinta, con mucha más inclinación a su lado paterno,-"Ése irresponsable que dijo llamarse padre", pensó asiendo un puño– a la que no bastaba el lujo que pudiera tener, ni la relevancia de su linaje; para Tomoyo el ayudar a los demás y compartir como una habitante más, era su real deseo. "Vivir el presente", era como si la frasecita que su ex marido ocupaba la hubiera traído en las venas; sin ninguna aspiración mayor, sólo sirviendo a los niños, a los que necesitaran de su ayuda.
Sonomi se había casado joven, con un compromiso arreglado por sus padres. Él tenía dinero, era un Daidouji, con propiedades en todo el país, pero con un defecto que conoció pocos días después de su casamiento: irresponsabilidad (así lo calificaba ella). La casa que tenía preparada para ambos resultó ser bastante simple. Su marido un apasionado por la música, que lo hacía perder horas y horas escuchándola, o tocando de sus tantos instrumentos. Se separaron porque él ya no podía soportar sus reclamos, y ella se fue de la casa, sin permitirle contacto ni con ella ni con su hija. El divorcio fue un trámite rápido, un mes después. Él se fue al extranjero, y jamás volvió a verlo.
—Espero que sea importante; el señor Fujisawa quiso estrangularme a través del auricular– murmuró Tomoyo, regresando a la habitación. Su madre se levantó y bajaron hasta el salón.
No pudieron hacer mucho, pues el detective y Clow ya estaban encerrados hablando en la oficina.
—No nos movamos. Quedémonos hasta que salgan– su madre la obligó a sentarse y esperar…
Adentro, ambos personajes estaban sentados cómodamente frente a frente.
—Estaba acostumbrado a hablar con el detective Hiraoka…– Clow se mostraba muy dispuesto a hablar, y hasta podía decirse que era un día favorable para la llegada de Eriol. Podía deberse a que más tarde planeaba visitar a Nadeshiko. —pero si usted es su asistente, no me cabe duda que podemos entendernos también.
Eriol maldijo en sus pensamientos al sucio de su jefe. Ya tenía leves sospechas de su alianza con Clow; éste debía pagarle mucho dinero para recibir ayuda.
—¿Y qué me cuenta¿Hay algún problema o todo marcha bien?
—Hay problemas…– las cejas de Clow se curvaron en señal de admiración. Apoyó sus codos en el escritorio, ladeando su cabeza a un lado. —…ver�, nos han llegado muchas denuncias hacia su persona…
—Nada nuevo.
—Sí… Nada nuevo– Eriol intentó responder a la sonrisa de Clow, y mantener su frialdad al hablar del tema. —A lo que iba: en la capital han llegado rumores del caso. Buscan culpables, señor…
—¿En la capital?– pasó una mano por su mentón perfectamente rasurado. —No hay culpables.
Se levantó de su asiento. Eriol se tensó, creyendo que en cualquier minuto podría descubrirlo. Las cosas no estaban saliendo como planeaba.
—Escuche, Hiraguizawa… Debe haber oído de parte del detective que nunca han dudado de mi palabra. La gente que va a denunciar sobre maltratos e injusticias, son gente de abajo… son "gente", y nada más. Nunca podrán creerles a ellos antes que a mí.
—Lo sé, señor, pero necesitamos que esos rumores acaben. Se pone el prestigio de nuestros servicios en duda– ahí el hombre volteó a observarlo. Eriol decidió continuar.—Si no apresamos a un culpable, los rumores llegarán aún más lejos… Lo afectarán a usted y a nosotros.–cuando Eriol había terminado su improvisado discurso, Clow había esbozado una sonrisa torcida.
Se paseó por la habitación algunos minutos, para volver a mirarlo.
—¿Qué proponen, entonces?
Acomodó sus anteojos, exhalando como si aquello también le afectara a él.
—Culpar a su asistente.
El silencio pesó mucho más que la vez anterior. Los minutos fueron contados por las manecillas de un antiguo reloj colgado en la pared. Eriol se sintió sofocado; el cuello de su camisa se había convertido en un calvario, y sentía resbalar de su frente continuas gotas de sudor. Si llegaban a descubrirlo, moriría, y no de una manera muy bonita…
Pero si todo salía a su favor, tomaría una justa revancha contra todos los que lo menospreciaron.
Clow lo analizaba agudamente. También existía la gran posibilidad de que ése hombre fuera quien lo matase primero.
—A Yue…–murmuraba pensativo, pero sin quitarle los ojos de encima— Hiraoka no planeó eso¿verdad?
Eriol tragó saliva, negando sin ninguna otra opción.
—¿Fuiste tú?
—Sí, señor. –afortunadamente su voz sonó segura, sin indicios de miedo u otro sentimiento que lo afectara. De seguro eran muchos.
—Mmh… Eres listo…– Clow le sonrió abiertamente, caminando hacia él. Puso una mano sobre su hombro, en un gesto de complicidad. —…para ser apenas un asistente. Personas como tú me agradan, Hiraguizawa. Dime¿pretendes desaparecer a Hiraoka para ocupar su lugar?
Su expresión ansiosa quería oír un sí. Eriol no tuvo que mentir en ese aspecto, porque sí deseaba ocupar lo que merecía.
—¡Eres un chico con aspiraciones!– comentó divertido. —Te pareces a mí...
"Es lo último que quería oír", pensó Eriol, sonriendo forzado.
—Cuando era joven como tú, siempre quise llegar más alto. No me satisfacían los pequeños logros, buscaba los inalcanzables y más riesgosos. –se sentó, contemplando un ramo de flores sobre el escritorio, el cual Eriol no había percatado su presencia. —Y conseguía todo lo que quería. No importara de qué manera… –sus ojos brillaron malignamente. —…acababa con todo lo que me estorbara.
¿La madre de los Li habría sido uno de esos?
—Y tú pareces seguir los mismos pasos– sonrió cordialmente. Era sincero. Extraño en él. —Bueno, bueno, ya lo decidí. Llévense a Yue, pero procuren que el pueblo de aquí también se entere… Ya sabes, que yo no parezca su cómplice–lo dijo tan sencillamente, como si su asistente que había trabajado por años a su servicio, no fuese más que un desconocido. Eriol ya no podía sorprenderse.
—Agradezco su comprensión, señor. Llamaré a Tokio. Asegúrese de tener a Yue cerca, para que no nos de tanto trabajo capturarlo– el joven se dirigió a la puerta, seguido por Clow.
—Aj�, espero que sigamos en contacto, "detective"– un leve apretón de manos, y Eriol abrió la puerta para retirarse de su oficina.
"Este tipo no tiene ninguna clase de sentimientos…"
—¡Deténgase, jovencito!– Eriol no alcanzó a llegar a la salida.
Sonomi había corrido apenas lo vio atravesar el pasillo.
—¡Quédese donde est�¿Qué es lo que buscaba¿Qué habló con mi hermano¡Diga, no se quede mirándome como si estuviera loca!– gritaba la mujer. Su apariencia dejaba leves evidencias de lo que estaba pensando Eriol: su cabello corto revuelto y empinado hacia arriba (por tanto estrujárselo de rabia con las manos), su cara malhumorada y mucho más pálida que de costumbre (le bajó alguna jaqueca) y en resumen, venía apenas levantándose presa de una histeria.
—Mam�, él no tiene culpa, no le grites.
Alguien llegó a rescatarlo. La jovencita tomó a la mujer del brazo, convenciéndola de ir a recostarse.
¿Cómo podían ser madre e hija? La mujer, de aspecto fiero e irritable, y aquella chica de voz dulce y tierna.
—¡De acuerdo, iré a la cama!– aceptó desganada Sonomi. —¡Miura¡Miura!–la empleada acudió rápidamente. —¡Súbeme una pastilla¡Esta jaqueca me está matando!... Mi hermano ha llegado muy lejos con esto… ¡Todo por esa mujer¡quiere robarnos, estoy segura¡Es lo único que quiere!
Tomoyo cubría su pequeña boca con su puño, apenada y entristecida por el espectáculo.
—Discúlpela, ha estado nerviosa estos días– ni siquiera tenía valor para mirarlo a los ojos.
—No hay problema, señorita– Eriol le sonrió, pero ella seguía mirando el piso. —Su madre se veía molesta al nombrar a "esa mujer".
Ella suspiró, negando con la cabeza.
—No le agrada que mi tío esté enamorado. Por eso actúa así. Cree que esa mujer nos quitará todo el dinero.
—Ah…– "¿Clow está enamorado?... ¿Quién será esa mujer?"
—Lo guiaré hasta la puerta- ahora sí pudo verla a los ojos. Tomoyo levantó brevemente la cabeza, pero volvió a huir adelantándole unos cuantos pasos.
—Es usted muy amable– la chica abrió por sí misma, mostrándole la salida. Eriol supuso que lo quería afuera lo antes posible. —Adiós…
La puerta se cerró apenas puso los pies afuera. Quizás esa hermosa jovencita iba por el mismo rumbo que su madre…
—"Son parientes de Clow; es comprensible"– pensó, camino al pueblo. En sus manos llevaba una hoja que detallaba: alto, delgado, cabello castaño, ojos café, gesto serio; Shaoran Li, el niño que correspondía hallar ahora. Y debía ser pronto, o se metería en problemas.
Se quitó sus sandalias y echó a correr. Le encantaba sentir esa libertad, tomar impulso y correr colina abajo, sintiendo que una fuerza la animaba a seguir, aumentando la velocidad. ¡Eso sí era divertido! Casi al llegar al final, tropezó con una pequeña ramita que le hizo perder el equilibrio. Al principio le asusto dar una vuelta sobre sí y terminar recostada en la hierba, pero al percatarse que no había ninguna herida, sonrió alegremente por su torpeza.
—¡Shaoran¿no vienes!– habló fuerte hacia arriba.
¡Cuanta energía! Nadie creería que una niña que ayer estuvo tan enferma ahora corriera descalza colina abajo.
—¡Me devolveré!– respondió de la misma forma.
—¿Uh¿Por qué?–dijo para sí. Shaoran dio la media la vuelta. No fue buena idea traerlo, pensó. Quizá a él no le gustaba mucho el bosque.
"Veamos…" Comenzó a caminar hacia los árboles. "Aquí debo entrar y doblar a la derecha… después seguir a la izquierda de un árbol y…". Rascó su cabeza confundido. ¿Cómo había que salir de ahí? Para Kinomoto fue sencillo guiarlo a través de todo ese espeso bosque, encontrando un prado repleto de hermosas flores, y bajando ese monte árboles color rosa que ella señaló sonriente.
—¡Shaoran!–otra vez su nombre. El chico giró con sus mejillas algo sonrojadas. —¡No te vayas todavía!
No podría irse aunque quisiera. Li suspiró rendido, preparándose para bajar con cuidado la colina. Antes, tomó las sandalias de Sakura para bajarlas también.
—¡Tienes que correr!
—¿Eh?
—¡Tienes que bajar corriendo!– Sakura sonreía por el rostro dudoso de su amigo. —¡Vamos, Shaoran¡Corre!
Si ella lo había hecho¿por qué él no? Respiró profundo, mirando hacia la chica que le hacía señas. Sus piernas comenzaron a correr solas. Era tanto la velocidad que llevaba, que no creía posible frenar.
—¡Aaaaaaah!
Y no lo hizo hasta caer de boca en el suelo. Sakura había dejado de reír y alentarlo, corriendo para ver cómo estaba. Se arrodilló frente a él, mientras el chico levantaba apenas su cabeza para escupir un poco de pasto.
—Lo siento– se disculpó Sakura.
—Nnh.. No importa –respondió él, sentándose y limpiando un poco sus ropas. Miró a su lado, y tomó el calzado de la chica. —Toma.
—Gracias. ¿No bajaste sólo para entregármelas, o sí¿Vas a acompañarme?
—Es… es que…–Shaoran no pudo terminar de hablar, las palabras se le quedaron atoradas, y movió los labios como si hubiera perdido la voz.
Sakura le miró preocupada. Su mano había sentido un repentino calor en el rostro del chico. Dejó de sacudirle la tierra que tenía en sus mejillas para preguntarle:
—¿Te sientes bien?
Movió su cabeza de arriba abajo. Sakura le sonrió.
—Entonces seguirás conmigo– comenzó a caminar, sin ponerse sus sandalias. Shaoran la siguió mientras tocaba sus mejillas. Suerte que con la tierra no se notó demasiado el rubor que habían adquirido al contacto de su mano.
—"No vine a esto…"– pensó, suspirando un poco aburrido al mirar todo el terreno.
—Este es el lugar que me agrada– la chica sonreía, contemplando los cerezos. Siempre le gustaron esos árboles, colmados de pequeñas y delicadas florecitas rosas. Le encantaba ese color. Por eso había pedido a su madre el vestido que ahora lucía. —¿Te gusta?
—Sí, es un lugar bonito…
—No, no me refería a eso. –Sakura estiró sus brazos a los costados, y dio un giro— ¿Te gusta mi vestido?
—Ah… pues, sí…– al procesar lo dicho, Li ganó otro sonrojo. ¿Qué clase de cosas le obligaba a decir?
—Mamá es muy buena en la costura. La señora Uchida también le ayudo a terminar este vestido– era sencillo y lindo. Con mangas cortas y un largo hasta un poco más debajo de las rodillas. Aunque para Sakura muchas veces molestaba, y no podía moverse en completa libertad.
El día era caluroso. Parecía uno de esos días del verano ya pasado. Pronto vendría el invierno, donde la lluvia no le permitiría salir al bosque a ver los cerezos. Haría frío, y entonces Nadeshiko se preocuparía más por su salud, manteniéndola siempre abrigada y en cama. Perdería de sentirse tan contenta como ahora…
Shaoran notó algo anormal en la niña. Ésta comenzó a respirar cada vez más fuerte, como si se le dificultase la tarea.
—¿Te duele algo? – preguntó, nervioso por no saber qué hacer. ¿Y si se desmayaba como ayer¡No sabría cómo llegar a la ciudad! —Sakura…
La chica se inclinó, apoyándose en el tronco de un árbol. Su mano estaba en su pecho, sintiendo una fuerte punzada.
—Debo llevarte a casa…– Shaoran se acercó para ayudarle a levantarse, pero la chica con sus pocas fuerzas lo apartó. Sus quejidos iban en aumento. —¡Déjame ayudarte!
—¡No!– exclamó ella, respirando a grandes bocanadas. —Se me pasar�, Shaoran… No te preocupes…
¡Cómo le pedía eso? Shaoran se sintió absurdo a su lado, sin poder hacer nada para ayudarla. Con impotencia, estaba arrodillado junto a ella, contemplando su rostro adolorido y sintiendo su llanto contenido por el sufrimiento.
—"Es suficiente… Voy a sacarla de aquí"– decidió el chico. La llevaría en su espalda hasta llegar al hospital.
Antes de que pudiera hacer algo, el galope de un caballo se escuchó cerca; era de un hermoso color blanco, y venía a toda velocidad.
—¡Yue!
Sakura ya había reconocido al jinete. Podía hacerlo a kilómetros de distancia.
—¿Qué hacen aquí?– cuando llegó a su lado, el joven de cabellera plateada fijó sus ojos en el extraño. Se le hacía familiar.
Li tampoco tardó en recordar el encuentro que tuvieron ayer, cuando por poco y lo atropella. Ése tipo era aliado de Clow.
Yue miró con su indiferencia acostumbrada a la niña. Estaba mal. Si fuese por él no la ayudaría, pero a Clow sí le interesaba, por ser hija de Nadeshiko.
Bajó del animal para acercarse a ella.
—¡Oye!– Shaoran iba a objetar, pero comprendió que Yue la tomaba en brazos para dejarla en el caballo.
—Sube tú también. –ordenó a Shaoran. —Yo sólo los dejaré en el hospital.
No aceptaría que ese hombre lo llevara; ¡era tan despreciable como Cloe!
—Gra-gracias, Yue…–murmuró Sakura, cerrando sus ojos. No podía mantenerse sentada, y su cabeza iba a dar a la espalda del hombre.
Shaoran frunció el ceño. Tampoco iba a dejarla sola. Subió con algo de dificultad, quedando atrás de la jovencita. Ésta no tardó en apoyarse en su pecho, mientras seguía quejándose.
—¡Vamos!– Yue jaló con fuerza las riendas del caballo, y éste respondió comenzando a trotar con velocidad.
"Estás destinada a desaparecer..."
Nuevamente esa voz la atormentaba. Sakura cerraba fuertes los ojos, aferrándose más a la polera de Li.
—"Resiste…"– pensaba él, mirando los alrededores para verificar si estaban cerca.
Llegaron, y Yue tomó a la chica para bajarla. Su estado no había cambiado mucho en el camino; seguía medio dormida, con dificultad para respirar.
—¡Santo cielo¿ahora qué pasa! – Mina vio a los tres entrando a la sala de espera. Hizo que sentaran a Sakura, acercándose en seguida a examinar su temperatura. No estaba alta… La chica seguía quejándose de su dolor en el pecho. —Buscaré una pastilla… Cuiden que no se mueva demasiado.
Otras dos mujeres de blanco, enfermeras de seguro, sostuvieron a la chica a cada lado, mientras la doctora regresaba.
Valiéndose de todo el movimiento que causó la llegada, Yue pudo retirarse sin ser detenido por nadie. Ya había notado que esa doctora le miraba con desconfianza, y no quería seguir ahí para estar tolerando preguntas.
—No quiero…– comenzó a murmurar la chica. La misteriosa voz seguía repitiendo sobre su destino… —No quiero morir…
Las enfermeras se miraron angustiadas. Shaoran sólo apretó los puños con fuerza.
—Aquí traje la medicina– la doctora traía consigo un vaso de agua y una pequeña cápsula azul. —Esto la tranquilizará.
Después de tragarla, Sakura fue calmando sus quejidos. La expresión de dolor en su rostro fue reemplazada por una de calmo reposo.
—Ya está.–Mina suspiró, acariciando el rostro de Sakura— Descansa.
—Estoy bien…–susurró ella, sonriendo aún con sus ojos cerrados —No quiero que se preocupen por mí… Estoy bien…
Las enfermeras la levantaron con delicadeza para llevarla a una de las habitaciones, donde la recostaron para que durmiese.
—Nunca le había ocurrido dos días seguidos– la mujer volteó hacia Shaoran, intentando animarlo con una sonrisa. El chico lucía preocupado. —Ya se le pasará. Sakura tiene mucha fortaleza… En unos pocos minutos se levantará y se irá brincando a su casa.
—¿Qué le sucedió a Sakura!– gritaron de pronto.
Mina y Shaoran saltaron de susto. En la entrada, respirando agitado por la carrera, Ken aparecía luego de seguir al caballo de Yue desde que lo vio entrar a la ciudad.
—Está descansando. Le dio una recaída– explicó Mina.
El chico agachó la cabeza.
—Iré a ver qué tal sigue. Cualquier cosa les avisaré.
La doctora los dejó en la sala de espera. Shaoran seguía contemplando el lugar donde se habían llevado a la chica… Se sentía culpable, aunque sabía que no había porqué sentirse así. Pero él estaba con ella en ese momento…
—¿Qué haces aquí¿Otra vez estás de entrometido?
Ignoró al otro. Todavía no comprendía porqué ése tipo lo detestaba tanto.
—Escucha, sé que tú causarás problemas– Ken le señaló con el índice. Su tono hizo que Li lo observara. —Pero no permitiré que involucres a Sakura en ellos.
Creyó que avanzaría para golpearlo, al menos empujarlo, por lo que veía en su expresión, pero Ken pasó derecho a la habitación donde estaba la jovencita.
¿Qué problemas¿De qué rayos hablaba ese tipo?
Estaba sobrando en esa vacía sala de espera. Tendría que contentarse con saber más tarde del estado de Sakura.
Miró a ambos lados de la calle, sin encontrar pista de Yue. Seguirlo lo hubiera llevado directamente donde Clow…
Ése es tu deseo… Yo estaré aquí para cumplirlo.
—Sería fantástico que esa leyenda fuera verdadera…–murmuró, sonriendo tristemente.—y que los sueños pudieran volverse realidad…
Sakura sintió un frío envolverla por completo.
"Él será mío… Recuérdalo…". La voz se fue apagando… siempre sucedía, y ella al fin lograba salir de aquél sueño oscuro, donde sola, escuchaba esas mismas palabras una y otra vez… Pero ahora fue diferente. Cuando ya creía despertar, el rostro de una persona quedó grabado en su memoria…
—¿Sakura?... Ya despertaste…–dijo la voz de la doctora Mina.
Terminó de abrir sus párpados, y enfocó la figura de la mujer con delantal blanco a su lado.
—¿Te sientes mejor?
—Sí, doctora– contestó, sonriéndole pequeñamente. Giró su cabeza, contemplando ahora a Ken.
—Hola, Sakura. –le saludó gentilmente.
Ella le sonrió. Esas dos personas estaban rodeadas en una atmósfera con aroma a alcohol y color naranja. Las cortinas de la ventana dejaban ver un inmenso sol ocultarse en las montañas.
—Iremos a casa– Mina le ayudó a levantarse. Después, Ken puso un chaleco sobre sus hombros, y la guió a la salida.
Sakura seguía sintiéndose adormilada, pero agradecía que esa pesadilla hubiera acabado.
—¿Dónde está Shaoran?– preguntó lo único que quería saber desde que había despertado.
—Afuera. –la respuesta de Ken fue brusca. No le importaba que los demás se enteraran que le molestaba ése forastero.
El chico estaba parado, mirando el atardecer. Jamás se había detenido a ver uno, y hoy le parecía un paisaje hermoso.
—¡Shaoran!
Volteó a la chica, que le sonrió ampliamente.
—ya estoy bien, ahora nos iremos a casa– dijo alegremente.
Él sólo asintió. Aquél entusiasmo le partía el alma.
—"No quiero seguir teniendo esas pesadillas… Tampoco quiero que incluyan a Shaoran…"–Sakura sentía que iba a llorar, pero supo tolerarlo, al menos hasta que estuviese sola en su habitación.
Tenía miedo de esa voz… Miedo de que a la persona que se refería, fuera su nuevo amigo…
N o t a s: Soy muy mala con Sakura OO! Hahaa, la toy haciendo sufrir demasiado XD, pero buee, es parte de la historia :P
Lady Silver Moon: hola amiga:D wenis, tú leíste antes este capi, pero ahora tá completito, y con mucho tiempo de retraso XD… Tú sabes por todo lo que he pasado XP! Muchos saluditos, miguis, espero que te encuentres biem y gracias siempre por leer :P!
Hytare qué weno que a alguien más le guste :) Espero que sigas leyendo, y gracias!
Celina Sosa: pus en este capi se habla más de esa leyenda… Y el anciano, es uno de mis personajes secundarios favoritos! XD hahaaa, así que lo verán seguido en los capis :3 es un abuelo muy simpático, a mi gusto jiji. Gracias por leer:)
Kaoru Kinomoto: seee! Más S+S en este capi:P aunque no del modo que toos esperan, pero ya pasará el tiempo… primero déjame hacerlos sufrir un poco xD muahahaa. Weno, muchas gracias por leer y nos vemus:D
Luna Kyouyama: XD hahaa, sii, el motivo por el que la historia puede ser rara es culpa de la autora :P hahahaa. Y vaya! no pensé que Ken conseguiría una admiradora, pero eso quiere decir que tiene su encanto. Gracias por tu review! ;)
Serenity Princess: no digan que es obvio quién es el ángel, porque pueden llevarse una sorpresa… XD hahaa, a quien engaño, los lectores son muy suspicaces :P haha. Gracias por comentar, y no te preocupes, que a S+S me encargaré de hacerlo sufrir mucho máaaaas! XD muahahaaa (sí que toy mala hoy ·.·)
Gaby-chan: Eeeh! Tocaya:P gracias por interesarte en la historia. Y tatáan! XD hoy terminé de recibir la inspiración y ya está el capi :) Gracias por tus comentarios!
Y simplemente esperar –como siempre- que no los haya aburrido demasiado XP.
Sin quitar más minutos de su valioso tiempo, se despide:
Gaba :D
Nos volveremos a veeer, no importa qué tan adversas sean las fuerzas de fanfiction y mi pc! Lucharé contra ellos! XD (sobretodo con el último… grrr, chatarra endemoniada…)
