DESPUÉS DE LA BATALLA.

Capítulo III

La vida se normalizó muy pronto en el Aoiya. Había más clientela que nunca, (aunque cada día llegaban menos jovencitas por el extraño rumor de que en el lugar rondaba un viejo hentai); Aoshi se había recuperado bastante bien y, pese a las sugerencias de Misao de que descansara unos días más, había vuelto a sus meditaciones. Ella seguía llevándole el té y contándole cuanta anécdota graciosa se le venía a la mente, con su clásica alegría y jovialidad.

Sin embargo, Aoshi parecía más frío que nunca...

- ¿Habrá sido un sueño? -Pensaba Misao recostada en un árbol mientras observaba el cielo azul, como los ojos de su amado.- ¿Habrá sido sólo un sueño aquella sonrisa entre sus sueños y aquella leve calidez de su mirada? A veces no comprendo por qué sostengo esta estúpida esperanza de que algún día las cosas cambiarán... de que algún día lograré entrar en su corazón, que confíe en mí, que abra su alma a mí... ¡Kami! Estoy tan enamorada de él... Siento algo tan, pero tan grande dentro de mi... Y tan grande es, que incluso duele... ¡Es como si este amor no cupiese más en mi pecho! Pero por mucho que yo lo ame, por mucha esperanza que tenga... El no me amará... eso simplemente no sucederá... ¡Tengo que metermelo en la cabeza! ¡NO SUCEDERÁ! Aunque... la esperanza...

Detestaba eso... Sus pensamientos volaban primero en una dirección y luego en otra y dejaban su corazón confundido...

Por un lado estaba la esperanza: Esa chispa que la hacía levantarse cada mañana y acostarse cada noche, confiando en que las cosas mejorarían, en que los sueños suelen realizarse si se tiene la suficiente fe en ellos. Pero, por otro lado, estaba la cruel realidad: El tiempo seguía pasando y nada cambiaba... Todo seguía tan estático como siempre, lo que la hacía ver cada vez más lejos la realización de aquello que tanto ansiaba...

...

A veces es bueno estar sólos con nuestros pensamientos... Lo malo es cuando se llega a pensar demasiado en un mismo asunto hasta que queda grabado en la mente... y en el corazón...

Aoshi Shinomori se asustó cuando éste pensamiento atravesó su mente. Su corazón rápidamente se agitó, al igual que su respiración... De pronto había caído en la cuenta de que le había sucedido justamente eso: Sin siquiera notarlo, llevaba semanas pensando mucho en la joven Okashira... Desde mucho antes de partir en su última misión...

Bueno, en realidad no era tan extraño que pensara en ella, ¿no? Se trataba de la Okashira de los Onniwabanshu; era su protegida, la única persona que en verdad se interesaba en él... Era una de las escasas personas con las que él hablaba con frases de más de cuatro palabras e incluso habían ocasiones en que solamente la veía a ella en todo el día, puesto que se iba a meditar muy temprano por la mañana y en ocasiones volvía muy entrada la noche...

Pero no se trataba sólo del pensar... Había comenzado a... sentir...

No es que careciese de sentimientos. Él mismo estaba consciente de que la aparente frialdad que mostraba a todos no era más que una coraza para protegerse; una coraza que su dura vida le había forjado poco a poco. Sin embargo, este sentimiento que rondaba su corazón era algo tan nuevo... que no sabía lo que era. Solamente sabía que de un tiempo para acá, le agradaba más la compañía de la joven Misao... e incluso le estaba costando más que nunca mantener su temple frío y distante con ella...

Últimamente había tratado de recuperar la compostura con respecto a ello y volver a su fría normalidad. Y sin embargo en su mente rondaban tantos pensamientos... Y en su corazón tantas sensasiones...

¿Qué le estaba sucediendo?

...

Finalmente se había marchado el último cliente del almuerzo en el Aoiya. Ahora solamente debían ordenar cada una de las mesas, fregar los platos y demás utensilios y luego podrían... comenzar a preparar la cena...

Misao se sentía un poco agotada. Habían tenido más trabajo de lo usual y no podía permitirse tomar un respiro aún. Pero sabía que si continuaba trabajando duro, el tiempo pasaría más rápido y podría ir a descansar más pronto. Lo malo era que aunque su cuerpo se encontraba ahí, ordenando las mesas del Aoiya, su corazón se encontraba en un lugar no tan lejano... Específicamente en el templo...

- ¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente? -se preguntaba.- ¿Qué clase de masoquista seré, que gusto de mortificarme pensando en alguien que definitivamente no piensa en mí? Seguro que en su mente sólo existe el templo y el té.
- ¡MISAO! -la joven Okashira tuvo que salir de sus pensamientos ante el grito de Okon.- ¿Qué te sucede? Van tres veces que te llamo y no me escuchas... ¿Qué es lo que tanto piensas?
- Ehh... ¡En nada! -respondió alegremente la joven, aunque Okon no le creyó ni una palabra.
- Bueno, pues mejor apresúrate, que se hace tarde y no saldremos a tiempo con la cena si sigues quedándote en la Luna...

Misao se dio prisa y decidió tomarse un tiempo para llevarle el té y algo de comer a Aoshi-sama. A pesar de que su mente le repetía a cada instante que era una tontería tomarse tantas molestias con alguien que ni se enteraba, no podía dejar de hacerlo... Su corazón le exigía ir a ver a aquel que le daba las fuerzas para seguir latiendo, muy a pesar de que éste sentimiento no fuese recíproco...

Haciéndole caso a los impulsos de éste último, se apresuró al lugar y abrió la puerta suavemente, pudiendo observar la rígida pose del ex-Okashira, como si de una roca se tratase.
- Le he traído su té y algo de comer, Aoshi-sama. -dijo ella. Aoshi asintió levemente y ella hizo rápidamente la ceremonia. Él ni siquiera la observaba ni mucho menos cambiaba su postura... Y al observar ésto, la mente de Misao hizo a un lado a su corazón.
- Con permiso... -dijo y se fue, dejando a Aoshi solo con el pocillo de te y la bandeja de comida frente a sí.

- ¿Lo viste? -le decía su mente.- ¡Ni siquiera se movió! ¡Incluso las rocas están más animadas que él!
- Pero yo lo amo... -le respondía su corazón.- Y por ello lo acepto tal como es.
- ¡Bah! ¿De qué te vale amar a un tipo que nunca (y óyeme bien: NUNCA) te amará?
- El amor todo lo espera... todo lo puede.
- ¡Esos son idealismos absurdos! Estuvo bien marcharse de ahí. ¡Ni siquiera deberíamos haber venido! Además que si tanto quiere a sus pensamientos, ¡entonces que se quede con ellos!
- Pero.
- ¡Nada de peros! El amor debe ser algo hermoso, no un sufrimiento eterno. Y si sólo causa penas y tristezas, entonces hay que erradicarlo...

Mientras tanto, en el templo, Aoshi solamente observaba la taza de té, que incluso ya había dejado de humear. ¿Por qué ella se había ido? Cuando no podía acompañarlo en su hora del té, generalmente se excusaba dándole alguna explicación... Jamás se iba tan deprisa como ahora... ¿Será que estaba molesta por algo? Las dos últimas palabras que había dicho, iban en un tono demasiado formal, tanto que incluso parecía... distante.

No sabía por qué, pero de pronto incluso las ganas de beber el té se le habían quitado... Pero... ¿Por qué? No comprendía por qué se sentía tan extraño ante el abandono de la joven Okashira. ¿Tan... acostumbrado estaba ya a su compañía? No sabía si "acostumbrado" era la palabra correcta, puesto que una costumbre es algo que puede hacerse casi mecánicamente, sin pensarlo ni mucho menos... sentirlo...

Pero... ¿Qué era todo esto? ¿Qué significaba tener tantos pensamientos con respecto a ella? ¿Qué quería decir esa extraña sensación en su pecho? Decidió que lo mejor era salir del templo. Su mente estaba tan perturbada que no conseguiría volver a concentrarse para seguir meditando. Mejor iría a arreglar las cuentas del Aoiya, pues quizás le haría bien el cambio de actividad. Sin embargo seguía sin lograr que sus pensamientos se centraran.
- ¿Qué me está sucediendo? -pensaba. Y tan distraído y ensimismado iba que por equivocación, en lugar de entrar a la habitación donde solía llevar las cuentas, entró a otra habitación... Justamente la habitación de Misao...

Observó detenidamente a su alrededor y al identificar en dónde se encontraba, dio inmediatamente la vuelta para salir. Pero casualmente observó un cuadernillo que se encontraba por ahí y que probablemente el viento había abierto. Le llamó la atención la caligrafía inconfundible de Misao, sumamente perfecta; además de la delicadeza en el trazo de cada kanji, evidenciando que el escrito había sido echo con mucho esmero. Y de una manera casi inconsciente leyó la única frase que contenía la hoja...

"Y aunque él no me ame... yo lo amo..."

...

- Aoshi, ¿qué te sucede? -preguntó Okina.
- ¿Ehh? -contestó él, saliendo de sus pensamientos.
- Te he pedido que me pases los panecillos de arroz.
- Gomen... Aquí tienes.
- Arigato.

La cena transcurría bastante calmada. Sin embargo, Okina miraba muy fijamente a Aoshi, quien desde la tarde se encontraba aún más silencioso que de costumbre, con la mirada perdida en algún punto distante mientras hacía las cosas de una manera mecánica. Estaba seguro que si en lugar de comida le hubiesen puesto las kunais de Misao, se las hubiese tragado sin siquiera darse cuenta...

El joven de los fríos ojos azules observaba muy levemente a Misao, quien se encontraba comiendo en silencio y con la vista baja. De vez en cuando contestaba a los comentarios de los demás Onnis, pero por lo demás, parecía concentrarse mucho en sus propios pensamientos. De pronto, sus ojos verdes chocaron con la fría mirada de Aoshi, haciendo que ambos cambiasen el rumbo de sus miradas.

Aoshi terminó rápidamente de cenar y se levantó de la mesa, diciendo que se encontraba un poco agotado y que se retiraría temprano a su habitación. Antes de salir del lugar, dirigió una rápida mirada a la joven Okashira y se marchó. Los demás parecían no notar nada anormal. Sin embargo, Okina había estado muy atento a todos y cada uno de los movimientos de ambos. Algo estaba sucediendo aquí... y él necesitaba saberlo...

¿CONTINUARÁ?

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Holas!!

Así que ahora tenemos dos chicos confundidos... Un Aoshi que no sabe qué diablos le sucede y una Misao que se está cansando de tanto esperar. (Y en ese aspecto la comprendo... Snif)

¿Qué sucederá con estos chicos? Pues... ¡No lo sé! :P Pero por si acaso, estén pendientes de los próximos capítulos de "Después de la Batalla" y así podrán ver que las batallas no son solamente aquellas en las que se lucha contra el enemigo; sino que también nosotros libramos muchas de ellas en nuestro interior.

Este capítulo se lo dedico a las chicas de la ACSH: "Asociación de Chicas Sin Hombre", asociación a la cual tengo la dicha (o desgracia ¬¬) de pertenecer.

Agradecimientos a: Naoko LK, Aska Ishida, Rurouni-Andrea, Mikomi Shinomori, Dark Tomoe, Misao ShinomoriAoshi, Shinta Girl, Alma y M.S Arashi Sumeragi. ¡Gracias por sus reviews! Y nos vemos pronto ;)

Lita Kino.