DESPUÉS DE LA BATALLA.
Capítulo VI
Bien... Esa había sido la parte fácil: Reconocer que estaba enamorado de la chica. Ahora venía lo que en verdad sería difícil: ¿Qué haría ahora que estaba consiente de sus sentimientos?
Debía tomar una decisión... No podía quedarse callado toda la vida, tragándose sus sentimientos porque llegaría el momento en que sencillamente explotaría. Y no podía decir nada porque además de no ser correcto (él era su tutor y ella su protegida, lo que a veces le hacía sentir que esto era algo casi incestuoso), no podía exponerse a un rechazo por parte de ella... Vivían bajo el mismo techo y si se llegaba a dar la situación de que él le hablase de lo que sentía y ella lo rechazase, inevitablemente tendría que irse de ahí, puesto que no podría ni siquiera volver a mirarla a los ojos ante su repudio... y de sólo pensar en marcharse y no volver a verla sentía que su mundo se venía abajo.
Ahora bien... Debía elegir el menor de dos males: Hablar, exponerse a un rechazo y a no volver a verla... o callarse, quedarse lo que le quedaba de vida cerca de ella pero con la tortura de su amor oculto. Además que estaba ese asunto del que no se atrevía a pensar más... el hecho de que ella estaba enamorada de alguien y vivía al igual que él un amor frustrado...
En verdad no sabía qué hacer. No podía dejar de recordar a Battousai y todos los líos que había pasado para hablar de su amor a la chica Kamiya... En ese entonces a él le había parecido algo ridículo, pero ahora comprendía perfectamente que esto del amor no era un asunto para nada fácil...
Muy metido estaba en sus pensamientos cuando sintió una presencia del otro lado de la puerta. Sólo escuchó cómo ésta se abría y cómo esa persona entraba al lugar, además de un curioso olorcillo... a humo de cigarrillo.
- Vaya, Shinomori, veo que te has recuperado bastante bien. -dijo una voz sarcástica, mientras observaba curioso la estatua humana que tenía delante.
- ¿Qué quieres? -respondió Aoshi fríamente.
- Tu ayuda. -respondió, sin más ni más.- Mis informantes me han dicho que un gran cargamento de opio saldrá dentro de dos días rumbo al puerto y nuestra misión es evitar que ese opio logre embarcarse.
- Ya veo.
- Debemos ir al lugar desde donde saldrá el cargamento; será más fácil interceptarlos ahí, cuando se encuentren aún desprevenidos. Pero entonces debemos partir ahora mismo.
Aoshi simplemente asintió. Fue en busca de sus kodachis y su gabardina y sin dar explicación a nadie, se fue con Saito. Quizás era eso lo que necesitaba: irse por unos días y ocupar su mente en otras cosas. Así podría decidir mejor qué es lo que haría.
Se encontraron con Cho y los tres partieron en silencio. Se adentraron en el bosque, mientras los delicados rayos del atardecer se colaban entre los árboles.
Misao... eso era lo único que Aoshi tenía en la mente. ¿Cómo era posible que él, habiendo sido el Okashira de los Onniwabanshu, habiéndose enfrentado cara a cara con la muerte más de una vez, no se sintiese capaz de hablar de amor? Pero es que en su caso, no se valía esa famosa frase de "No hay nada que perder con intentarlo": Él si tenía mucho que perder... por no decir que podía perderlo todo...
Pronto cayó la noche y la brisa comenzó a refrescar el ambiente... Pero esa misma brisa hizo que el joven ex Okashira percibiera algo. Se paró en seco y observó detenidamente a todas partes, mientras que Saito y Cho se detuvieron al ver la extraña actitud de Aoshi.
- ¿Por qué nos has seguido? -lanzó la pregunta al aire mientras los otros lo observaban curiosos.- Será mejor que dejes de ocultarte.
Por un momento, todo quedó en silencio. Hasta que, desde las sombras de los árboles, surgió una figurilla, con traje de onmitzu y un largo cabello recogido en una trenza.
- ¡Vaya! Pero si es la Comadreja. -dijo Saito muy sarcásticamente.
- ¿Decidiste venir a estorbar? -agregó Cho.
- ¡Cállate, Pelos de Escoba! -respondió irritada la joven. Le molestaba que una vez más Aoshi la hubiese descubierto mientras los seguía.
El joven ex Okashira se quedó en silencio, mirando muy fríamente a Misao. La verdad era que estaba sorprendido... O Misao en verdad había mejorado mucho o él en verdad estaba demasiado distraído, puesto que había tardado mucho en pillarla. Resultaba ya muy peligroso mandarla de regreso al Aoiya.
- Debemos acampar. -fue todo lo que dijo, mientras observaba el cielo completamente oscuro. Cho secundó la idea, puesto que llevaban muchas horas caminando y su destino no estaba tan lejos.
Misao se sorprendió un poco al no recibir un regaño por parte de Aoshi, como solía suceder. Pero en su interior se libraba de nuevo una gran batalla entre su mente y su corazón.
- ¿Por qué lo has seguido? -le decía su mente.
- Perdón... -respondió su corazón.- Simplemente no pude evitarlo.
- ¡Eres una tonta! -le repetía su mente.- ¡Tonta, mil veces tonta...! - Aunque sé que no debo amarlo, no puedo evitar preocuparme por él... Simplemente no puedo - ¡Él ni siquiera te agradecerá el detalle de haberlo seguido como una tonta!
- ¿Sabes? No me importa. Y no es por eso por lo que lo hago, sino por sentirme bien yo al saber que él se encuentra a salvo...
Buscaron un claro en el bosque, donde podrían hacer una fogata, y cada quien buscó un lugar donde descansar.
La noche se había tornado muy fría y a pesar de tener cerca el fuego, la brisa le pegaba de lleno a la chica, además que su traje de onmitzu no era la mejor protección contra ello. Comenzó a frotarse las manos y los brazos para retener algo de calor, y entonces los fríos ojos azules de Aoshi se posaron sobre ella. En silencio se paró, se quitó su gabardina y se la puso a Misao.
- Podrías resfriarte... -fue todo lo que dijo. La joven se sonrojó levemente por el amable gesto. Sin embargo, se le vino a la mente que eso sería justamente lo que cualquier padre haría con su hija...
Aoshi se sentó al lado de la joven y la recostó en su pecho para que estuviese más cómoda, cosa que sorprendió aún más a Misao. ¿Por qué siempre sucedía eso? Cuando ella se decidía finalmente a olvidarlo, él comenzaba a ser más amable y más atento con ella. Pero cuando a ella se le pasaba la "crisis" del olvido, él volvía a su habitual frialdad...
Se encontraba muy cansada, puesto que seguir a esos tres durante horas y con todo el cuidado del mundo para no ser detectada había sido sumamente trabajoso... Así que no tardó mucho en dormirse...
Aoshi la miraba con una leve expresión de suavidad en su mirada. Se veía tan pequeña y tan frágil así... dormida... Su respiración era lenta y acompasada, su rostro reflejaba tanta paz y tranquilidad que él sencillamente no podía dejar de observarla.
- Patético... -dijo Saito, observando la escena mientras encendía un cigarrillo. Aoshi lo fulminó con una mirada.
- ¿Por qué Shinomori puede darse el lujo de traer a su novia a las misiones? -preguntó Cho en tono burlón. Aunque en su mente aparecía la figura de una geisha que había conocido hacía poco... y que curiosamente tenía un aire a cierto ex integrante del Juppongatana... (y no era precisamente a Yumi :P). La gélida mirada de Aoshi se dirigió entonces hacia él.
- Es mi protegida... -dijo fríamente. No tenía ni la menor intención de hablar de sus sentimientos y menos a esos dos.
- No sé a quién tratarás de engañar, porque a mí no.- le dijo el Lobo, burlonamente.- Un padre protector le hubiese dado un sermón, un buen par de nalgadas y mandado de regreso a casa. ¿Por qué no mejor admites de una vez que deliras por la Comadreja?
Aoshi guardó silencio. Tenía que pensarlo mucho para salir bien librado de la situación, máximo por el hecho de que aunque Misao se encontraba dormida, en cualquier momento podría despertar y escuchar.
- ¿Por qué dices eso? -respondió, con su temple habitual.
- Cualquier idiota se daría cuenta. -intervino Cho. Aoshi no pudo evitar cambiar su expresión por una de sorpresa. ¿Cómo que cualquier idiota se daría cuenta? ¿Era que a pesar de haber intentado mantener su temple, no lo había conseguido?
- Por mucho que intentes hacerte el hielito, siempre te derrites ante la Comadreja. -agregó Saito divertido.
- Su nombre es Misao... -fue todo lo que dijo.
- ¿Ves? -respondió Cho.- ¡Incluso hasta la defiendes!
- Basta con acordarse de la misión pasada. -un escalofrío recorrió la espalda de Cho al escuchar a Saito decir esto.- Lo único que te importaba era volver pronto junto a la Comad... -la mirada asesina de Aoshi se lanzó sobre él.- ...Misao. Quizás lo hacías de un modo bastante inconsciente, pero era evidente que te preocupaba demasiado... Y ya me has aclarado que la enana es tu motivación para salir bien librado de todas las misiones en las que nos hemos visto envueltos. Así que tienes una semana a partir de cuando terminemos esta misión para decírselo si no quieres que se lo diga yo.
Aoshi no dijo nada en absoluto, aunque si hubiese podido, habría soltado un "¿QUÉEEEEEEE?" ¿En qué momento esta conversación había tomado ese rumbo? ¡Y por supuesto que Saito era capaz de hacerlo! No podía más que admitir que se encontraba ante un lobo astuto... Quería presionarlo para que hiciera lo que tanto dudaba en hacer...
Olvidándose del pequeño detalle de que la persona directamente implicada en el asunto se encontraba dormida en su regazo, preguntó:
- ¿Parezco tan incapaz de hacerlo por mí mismo? -Saito y Cho se sorprendieron: ¡Finalmente había dicho una frase de más de cuatro palabras! Y fue nada más y nada menos que por la Comadreja.
- En realidad... Si. -dijo el Lobo, mientras encendía su siguiente cigarrillo con la colilla del anterior.- Debo admitir que jamás he visto a una roca hablarle de amor al río.
- Muy poético, jefecito. -Se burló Cho. Aunque Aoshi debía admitir que la comparación era muy correcta: Él era justamente como una roca, dura y estática; mientras que Misao era como un río dador de vida, que corría libre y sin jamás detenerse.
- ¿Y Tokyo? -preguntó el joven ex Okashira, como quien habla del clima. - Cof, cof, cof, cof... -Saito se ahogó con el humo de su propio cigarrillo ante la sola mención de su esposa, cosa que dio mucha risa a Cho.
- Se burla de mi debilidad ante Misao... -pensaba, mientras observaba de nuevo a la hermosa joven que continuaba dormida y ajena a todo lo que ellos habían estado hablando.- ...cuando en realidad su punto débil es su esposa...
Y eso lo habían podido comprobar una ocasión, en la que regresaban de una de sus peligrosas misiones... Pero esa es otra historia...
CONTINUARÁ...
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¡Hola, hola!
¿Qué les pareció? Pues a mi, la verdad, me parece que estoy loca ¡Pero no me importa! Luego vendrá un poco de acción, otro poco de drama, algún intenso lío psicológico y después, ¡El fin! Y después del fin, quizás una side story acerca de Hajime Saito y su esposa Tokyo, que se me ha ocurrido esta noche.
Este capítulo se lo dedico a... un tipo que tarde o temprano se dará cuenta de que está enamorado de mi (Espero...) y cuyo nombre definitivamente no mencionaré. Pero ya verán el día en el que finalmente él acepte que delira por mi (igual que Aoshi por Misao, jejeje)
Agradecimientos a: Alcione Yil de Cfiro, justary-san (Te diré que si agilizo las cosas, se le quita la gracia :P), aska ishida (que por cierto, ¿las tortugas no se supone que pueden pasar meses sin comer? Las mìas incluso se ocultan tooodo el verano y no salen hasta que comienza a llover...), mikomi shinomori, naoko LK (Créeme que habrá más de un besito :P), M.S Arashi Sumeragi. ¡Gracias por sus reviews!
Lita Kino.
