DESPUÉS DE LA BATALLA
Capítulo VIII
Hideki frunció el ceño y dirigió una mirada de pocos amigos hacia Aoshi. ¿Cómo era que a SU Princesa deseara dejar con vida a ese idiota? Mejor aún: ¿Por qué? Pero entonces Tsuki lo reprendió con la mirada.
- Esa es mi decisión: Voy a llevarlo conmigo. El efecto del paralizador durará todo el camino al puerto, así que no debemos preocuparnos por él. - Disculpe mi atrevimiento, Princesa... pero... ¿Cuáles son sus intenciones?
- Pues... -la Princesa sonrió con una especie de mueca, que hizo que sus delicadas facciones se tornaran siniestras- Las intenciones más perversas que puedas imaginar... Así que liquiden pronto a los otros para que podamos partir o sino perderemos nuestro barco.
Los ojos de Aoshi se llenaron de angustia, mientras observaba a los shinobis acercarse a ellos, mientras sacaban sus espadas de entre sus ropajes. ¡No podía quedarse ahí, bajo el efecto del paralizador y mucho menos pensando en que la mujer que amaba moriría!
Los pensamientos corrían a mil por hora por su mente: ¿Por qué no se le ocurrió pensar que todo esto podría ser una trampa? ¿Por qué no pensó que entre las tácticas que podrían usar estos guerreros estaba la del paralizador? ¿Qué tal si hubiese sido veneno y hubiesen muerto incluso antes? ¿Por qué era que ésta mujer había ordenado que todos fueran asesinados menos él? ¿Era acaso que los dioses lo harían pagar sus pecados con éste sufrimiento de ver morir a la mujer amada? ¿Por qué demonios no la había mandado de regreso en cuanto pudo? ¡Su muerte sería su culpa ahora! ¡Y ella moriría sin saber que él la amaba!
Y como si el cielo ignorase sus súplicas, al parecer la primera persona en ser eliminada sería la mismísima Misao. El shinobi avanzaba hacia ella con una expresión especialmente malvada en su rostro, como si se deleitase con la carne fresca y joven que estaba a punto de destazar. Misao no pudo más que cerrar sus ojos... Por más que lo intentase, no podría moverse... ¡Iba a morir! Aquí terminaba todo... Todos sus sueños, sus esperanzas, sus anhelos... su amor...
Su corazón latía rápidamente y con cada latido pensaba en que su amor por Aoshi-sama se iría con ella a la tumba...
Sentía ya la sombra del individuo sobre ella y el resplandor de la luz del sol reflejada en la filosa espada... Sólo esperaba que fuera rápido y con el menos dolor posible, porque ya mucho dolor estaba sintiendo su corazón.
- Aoshi-sama... -dijo en un último impulso.- ¡LO AMO!
El eco del "¡LO AMO!" resonó por todo el bosque, mientras se escuchaba el sonido del aire cortado por el filo de la espada...
...
- ¿Qué sucede? -preguntó Omasu a Okina.
El corazón del anciano había comenzado a latir muy fuerte de pronto, y la expresión despreocupada que había sostenido antes, había cambiado radicalmente en muy pocos segundos, como si supiese que algo terrible había sucedido. En seguida apareció en su pensamiento la silueta de una joven con una larga trenza.
- Misao... -dijo de pronto, ante la sorpresa de todos.
- ¿Qué sucede con Misao? -preguntó Okon.
Hacía dos días que la chica se había ido... Todos se había preocupado por ella, pnesando que también Aoshi se había marchado sin decir nada a nadie y que probablemente ella había ido a buscarlo. Pero el mismo Okina no se había mostrado preocupado al respecto.
- No... no debí... -balbuceó el anciano, como si articular cada palabra le costase un esfuerzo sobrehumano.
- ¿No debiste qué?
- ¡Algo... le ha sucedido... a mi pequeña Misao! -dijo, parándose de repente ante la sorpresa de todos. Su frente estaba llena de sudor y sin embargo, la sentía helada...
Todos se quedaron en silencio. Okina mismo los había alentado a no inquietarse por la partida de la joven, pero ahora parecía verdaderamente alterado.
- ¿Por qué lo dices? -preguntó Omasu.
- Un presentimiento... uno muy fuerte... ¡Algo le ha sucedido! ¡Y es culpa mía!
- ¿Culpa tuya?
- Si... -Pero... ¿Por qué?
- Pues... porque...
FLASH BACK
- Ya veo.
- Debemos ir al lugar desde donde saldrá el cargamento; será más fácil interceptarlos ahí, cuando se encuentren aún desprevenidos. Pero entonces debemos partir ahora mismo.
Se escuchó el sonido de pasos y la puerta de la habitación se abrió. Aoshi y Saito salieron en silencio, mientras Okina los observaba, oculto. Casi sin querer había escuchado la conversación que habían sostenido y en su mente esta se presentaba como una ocasión perfecta para descubrir si sus suposiciones acerca de los sentimientos del joven ex okashira por su nieta eran ciertas.
Muchas otras veces habían detenido cargamentos de drogas y por lo general, no se trataba de misiones especialmente peligrosas, además de que en muchas ocasiones, Misao había seguido sin su consentimiento a Aoshi y había salido bien librada. Y aunque se presentase algún problema, estaba seguro de que Aoshi protegería incluso con su vida a su pequeña Misao. Pasar un par de días alejados del bullicio del Aoiya podría hacerles bien.
- ¿Qué tanto piensas, Jiya? -escuchó una voz tras de sí. Era Misao, que acababa de regresar de su entrenamiento.
- En nada. -dijo el viejo.- Simplemente sentí un curioso olorcillo que venía de la habitación de Aoshi. Algo así como cigarrillo.
- ¿Cigarrillo? -dijo Misao, poniéndose seria. Se acercó a la puerta de la habitación y comprobó que era cierto.- Entonces la Chimenea estuvo aquí.
- Seguramente fue eso. Hace como cinco minutos lo vi salir junto con Aoshi y...
No pudo terminar la frase porque la impulsiva Misao salió disparada tras ellos, como de costumbre. Y sabía que los encontraría y los seguiría a donde sea que fueran con el mayor sigilo. Ahora sólo le quedaba rezar para que las cosas con ellos saliesen bien.
FIN DEL FLASH BACK
- ¿¿Ahh?? ¿Que tú dijiste a Misao que Aoshi-san se había marchado? -Okon simplemente no podía creer lo que había escuchado.
- Mejor que eso... -agregó Omasu- ¿En verdad tú crees que Aoshi-san SI siente algo por Misao?
El anciano asintió levemente. Ambas chicas se miraron con cara de sorpresa, pero recobraron su rostro serio al ver la expresión tan sombría que había tomado el anciano.
- No puedo dejar de sentir en mi corazón que algo ha sucedido... -dijo con preocupación.- Y será mi culpa... Solamente mi culpa...
...
La sangre había teñido el suelo de un rojo intenso, un rojo sucio y espeso... Habían pasado unos cuantos segundos y sin embargo, habían parecido horas completas...
No se escuchaba más que el sonido del viento, que corría libremente entre los árboles y agitaba salvajemente las ramas, tocando con ello una música siniestra... Y también, a intervalos, era acompañado por un sonido peculiar... el sonido de un goteo...
Corrían por la espada unos finos ríos de sangre, que se entrelazaban poco a poco y desembocaban al llegar a la punta en esa gota constante, que a pesar de su insignificancia, producía un eco que resonaba en los oídos de todos... Y que al caer en la tierra, se confundía ya con la inmensidad de éste líquido que había sido esparcido antes... Que había fluido como una fuente, alcanzando a manchar los troncos de los árboles más cercanos e incluso unas cuantas gotas habían teñido de grana el delicado kimono de la princesa... y todo gracias a aquella pequeña espada... a esa pequeña... kodachi.
- ¡¿COMO ES POSIBLE?! -exclamó incrédulo Hideki.
Aoshi Shinomori, ex Okashira de los Onniwabanshu, estaba de pie. A sus pies, el shinobi que amenazaba la vida de Misao yacía muerto... Sus ojos estaban encendidos por la furia, casi comparables a la siniestra expresión de Battousai, y miraba a todos los malvados con una expresión que reflejaba el odio en su esencia más pura...
Los shinobis dieron un paso hacia atrás, mientras la mirada del joven ex Okashira se posaba en cada uno de ellos.
- Estoy... viva... -pensó Misao. Se quedó como piedra al ver el rostro de su Aoshi-sama con la expresión que tenía ahora... Podía leer la furia en su rostro, como si se tratase de un libro abierto...
Hideki desenvainó su espada y corrió hacia Aoshi, dispuesto incluso a desobedecer la orden de su Princesa de dejarlo con vida. Pero un golpe seco en la nuca lo detuvo.
- Tu oponente soy yo. -se escuchó la voz de Saito, mientras Hideki se desvanecía. Nadie se dio cuenta de en qué momento se recuperó.- Derrotemos de una vez a éstos idiotas.
Con unas fuerzas renovadas y sacadas de quien sabe donde, ambos guerreros se lanzaron contra el tropel de shinobis. No parecía que el joven ex Okashira hubiese sufrido momento antes bajo el efecto del fuerte paralizador, puesto que sus ataques eran aún más rápidos y precisos que antes. Se lanzó contra un grupo, que corría también en dirección a él, y con movimientos sumamente veloces, todos salieron disparados, chocando algunos contra árboles o el suelo y quedando inconscientes en el acto.
No se percató de que un shinobi se había ocultado tras él y se dirigía sigilosamente, con una daga en su mano y dispuesto a clavársela cobardemente por la espalda... Pero quien sí se fijó en ese pequeño detalle fue Misao.
- A... Aoshi... sama... -balbuceaba. Su voz sencillamente no salía de su garganta, ¡justo en este momento en el que necesitaba gritar, gritarle con todas sus fuerzas que tuviese cuidado!
Entonces vio una de sus kunais cerca de ella... Pero... estaba paralizada... No podía moverse... ¡Debía juntar todas sus fuerzas o perdería a su Aoshi-sama! ¡Debía buscar la manera de tomar esa kunai y lanzársela a ese tipo o sino él terminaría con lo que ella más amaba!
- ¡¡KYAAAAAAAAAAA!! - La kunai se clavó directa, a pesar de que la joven okashira había intentado apuntar a su corazón, en el hombro del tipo, mientras Misao se desmayaba...
Aoshi corrió hacia ella y vio que era solamente un desmayo por sobre esforzarse. Con toda la delicadeza del mundo la apoyó en las raíces de un árbol y volvió a la carnicería.
- Princesa... -murmuró Hideki, quien se había recuperado y con el mayor sigilo se había dirigido hacia Tsuki.- Debemos marcharnos de aquí.
- Es lo mejor... ¡Vámonos! -dijo ella mientras le echaba una última mirada a Aoshi. Realmente le hubiera gustado llevarse a ese tipo tan apuesto...
Tanto Aoshi con Saito derrotaron hasta al último shinobi. Y cuando ese último cayó, se dieron cuenta de que Hideki y Tsuki ya no estaban.
- ¡Demonios! -exclamó Saito. Será casi imposible encontrarlos... -pateó a un shinobi inconsciente que se encontraba cerca de él, lleno de frustración.- Al fin había dado con ellos y escaparon muy fácil.
- ¿Sabías quienes eran?
- En un inicio, no. Lo supe hasta que él la llamó "Princesa". Ella era Tsuki Takeda.
- ¿Takeda? -Aoshi no pudo esconder su sorpresa.
- Era la sobrina de Kanryu Takeda, pero mejor conocida como la Princesa del Opio. Su padre fue capturado por el tráfico de opio y al parecer ella se hizo cargo del negocio familiar.
El lobo se dirigió a la mansión, a la cual se habían acercado mucho entre pelea y pelea. Observó los carruajes estacionados afuera y se dedicó a inspeccionar el más grande. Entonces desenvainó nuevamente su espada y rasgó la puerta.
- Lo que imaginé: Hueca... -Toda la estructura del carruaje era hueca y contenía por dentro los paquetes perfectamente organizados de opio. También razgó los tapices de los asientos y encontró que se encontraban rellenos también de la misma sustancia.- Así que de esta manera era como lo embarcaban...
Mientras Saito se encargaba de continuar inspeccionando el carruaje, Aoshi se acercó donde Misao se encontraba desmayada. Ni él mismo se explicaba cómo había hecho para juntar la suficiente energía, liberarse de la parálisis y matar al individuo que amenazaba la vida de Misao... Simplemente lo había hecho... Pero en su mente resonaban las palabras que ella misma había dicho en el momento en el que pensó que todo llegaría a su fin.
"Aoshi-sama... ¡LO AMO!"
CONTINUARÁ...
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Pues, al igual que en todos los animes, en este fic las cosas suceden milagrosamente y los héroes, luego de una severenda paliza, se recuperan mágicamente y arrasan con todos.
¡BAH! Lo que sucede es que no se me ocurrió nada mejor. Y aunque este capítulo tampoco me gusta cómo me quedó, lo dejaré así por el momento porque me urge terminar este fic para poder dedicarme de lleno a una idea que se está cocinando en mi cabecita, jejejeje.
Agradecimientos a: Dark Tomoe, mikomi shinomori, Ania, Alcione Yil de Cfiro, aska ishida, giuliana y crystal-dono. ¡Gracias por sus reviews!
¡Nos vemos!
Lita Kino.
