Capítulo IX
- Al fin despertaste.
Lo primero que Misao vio al despertar fue la sonrisa de Omasu. Tardó unos cuantos segundos en reaccionar que se encontraba en su habitación en el Aoiya. Se sentía un poco aturdida, como si se hubiese extraviado en el tiempo.
¿Qué sucedió-preguntó.
- Pues al parecer, te esforzaste demasiado y te desmayaste. O algo así fue lo que explicó Aoshi-san a Okina ayer en la noche, cuando volvieron. Por lo visto, él te trajo sobre su espalda todo el camino.
Aoshi-sama... Como si de una película se tratase, su cerebro volvió a pasar frente a ella todo lo que había ocurrido anteriormente. Y más tardó en recordarlo que en enrojecer hasta tomar completamente el color de la grana.
¿Qué te sucede-preguntó Omasu, viendo que el rostro de la chica podría confundirse con el obi rojo que llevaba en ese momento.
¿Dónde... dónde está Aoshi-sama?
- En el templo, igual que siempre. Cuando volvieron, solamente se dio un baño y sin siquiera aplicar nada a sus heridas, se marchó hacia allí, y no ha vuelto ni siquiera para comer.
Claro... era evidente lo que pasaba. Ella había admitido su amor por Aoshi-sama y seguramente él querría evitarla. Había visto esa reacción anteriormente en otras personas, luego de que alguien les admitiera un sentimiento amoroso...
Ahora, que ya todo había pasado, en verdad se arrepentía de haberlo dicho... ¡Había pasado tantos días librando esa batalla en su interior, su mente luchando para que su corazón se olvidara de él, y a la primera prueba los impulsos de su corazón habían ganado, sin dejar que su mente dijera ni pío!
- Claro... -pensó.¿A quién pensaba engañar diciéndome que mataría mis sentimientos por Aoshi-sama¿A mí misma? Y luego de repetirme mentalmente a cada instante y a cada segundo que no lo amo, terminé diciéndole a él mismo la verdad... ¡Misao no baka!
Claro que sabía que había sido un acto de desesperación. Pensó que moriría y si había algo que no deseaba era irse de este mundo sin decirle sus sentimientos a Aoshi-sama. No se le ocurrió siquiera pensar que podría salir bien librada de ahí... Y ahora que él sabía sobre sus sentimientos, no podría ni siquiera volver a mirarlo a los ojos.
¿Sucedió "algo" entre ustedes mientras estaban de misión-preguntó Omasu muy inquisitivamente. Desde que había entrado en la habitación de Aoshi-san aquella mañana y visto a ambos dormir en una escena tan... tierna, pensaba que era posible que cualquier cosa llegase a suceder.
- Pues... bueno... -balbuceó Misao. No sabía cómo admitirle a Omasu lo que ella misma había dicho. Omasu la observó, esperando pacientemente a que agarrara el valor para decir lo que fuera que hubiese ocurrido... que por el color de las mejillas de Misao, seguro sería algo... "jugoso", por decirlo así.
- Anda, dime. -insistió. Misao tomó aire antes de decir, de golpe, lo que la tenía inquieta.
- Le dije a Aoshi-sama que lo amo.
¿QUÉ TÚ QUEEEEEEEEE?
El grito de Omasu fue tan fuerte que, de inmediato aparecieron en el lugar Okina, Okon, Shiro y Kuro y vieron con sorpresa que la joven Okashira había despertado ya.
¡Misao, mi hermosa Misao-se abalanzó Okina sobre la joven, abrazándola con todas sus fuerzas mientras dos cascadas de lágrimas salían de sus ojos.- Me alegra tanto que estés bien.
- Okina... La estás asfixiando... -dijo Okon al ver que el rojo grana que cubría el rostro de Misao en el momento en el que entraron, se había vuelto azul eléctrico.
- Oh, perdón. -dijo Okina soltando a la joven. - Bien... yo les recomiendo a todos que salgan de aquí. -dijo Omasu firmemente.- Misao debe seguir descansando.
Todos volvieron tranquilamente a sus labores y cuando la puerta corrediza se cerró, Misao murmuró.
- Gracias por decirles que se fueran, Omasu... -Misao bostezó- Creo que volveré a dormir.
¡Qué dormir ni qué nada! En este mismo instante me cuentas qué fue lo que sucedió...
¿Querías hablar conmigo, muchacho-preguntó Okina, entrando al templo cerca del anochecer. Aoshi había mandado un recado citándolo en ese lugar.
- Hai. Hay un asunto que necesito hablar contigo. -El anciano se sentó frente al apuesto joven.
¿Qué asunto es?
- Bien... Se trata de Misao... -dijo Aoshi, con su temple habitual sucede que.
¿Te diste cuenta de que estás enamorado de ella?
Okina sonrió satisfecho a ver que los fríos ojos azules de Aoshi se encontraban sumamente abiertos por la sorpresa, mientras que en su boca había una palabra a medio articular. No pudo más que asentir levemente, dándole la razón al anciano.
- Eh... Gomen... pero... ¿Cómo lo sabes-preguntó Aoshi.
- He estado observando tu conducta últimamente. Y tu comportamiento apuntaba a ello.
Bueno... no debería de extrañarle. Al fin y al cabo, luego de la conversación que tuvo aquella noche con Saito y Cho, no le extrañaba que alguien con quien vivía bajo el mismo techo también lo hubiese notado.
¿Eso era todo lo que querías decirme-agregó el anciano.¿Solamente querías hablarme de tus sentimientos por Misao- No... -respondió Aoshi.- Hay algo más...
Entonces le refirió todo lo que había ocurrido en la misión pasada, especialmente la parte en la que Misao estuvo a punto de morir y dijo que lo amaba.
- Ya veo... -dijo Okina.¿Y entonces?
¿Entonces...-Aoshi no comprendía.
¿Entonces qué esperas para hablar con ella de tus sentimientos? Si ella misma ya ha dicho que te ama... y es algo que a todos nosotros nos consta.
- Bien... Lo que sucede es que... Temo por ella.
¿A qué te refieres con eso?
- A que siempre debo acudir a las misiones... Y últimamente se han estado tornando verdaderamente peligrosas. No sé si al igual que Himura, nos hemos desgastado físicamente, o los enemigos se vuelven cada vez más fuertes, pero lo cierto es que ya no salimos tan bien librados de ellas.
- Comprendo... pero prosigue.
- En esta última misión, Misao corrió demasiado peligro. Y fue enteramente mi culpa, por dejarla que viniese. Pude haberla mandado a casa de todas maneras, pero no lo hice.
- Y temes que en un futuro, teniendo ya una relación con ella, continúe siguiéndote a tus misiones y si haya un fatal desenlace.
- Y no es sólo eso... A pesar de encontrarnos ya en una era de paz, personalmente continúo teniendo enemigos... Y ella se volvería mi punto vulnerable.
- Ya veo.
- Es por eso que dudo aún en hablar con ella.
- Mira, muchacho... -Tomó la palabra Okina.- Si me has citado para decirme todo esto es porque quieres saber mi opinión, así que te la daré: Yo pienso que deberías dejarla escoger a ella.
¿Cómo así?
- Deberías dejar que ella escoja si prefiere tener una vida con relativa tranquilidad, pero sin el hombre que ama, o arriesgarse a todos los peligros que tu temes que pasará estando a tu lado.
Tenía sentido lo que Okina le estaba diciendo.
- Tomaré en cuenta eso... -dijo Aoshi-. Arigatou, Okina.
Okina sonrió. En verdad que nunca imaginó que llegaría el día en que el mismísimo Shinomori Aoshi pediría su consejo con respecto al amor... Y mucho menos que ese amor estaría dirigido a su querida Misao. Pero en verdad tenían razón aquellos poetas occidentales que leía de tanto en tanto cuando decían que al desear lo suficientemente algo, esto se cumplía... Y no dudaba ni un momento en que el máximo deseo de su nieta era lograr el amor de ese joven al que tanto quería y admiraba.
Se retiró del templo haciendo una pequeña inclinación y regresó al Aoiya. Aoshi se quedó un tiempo más, meditando lo dicho anteriormente por el anciano y tomando su decisión.
- Lo haré... Hablaré con ella...
- Ya veo... Así que pensaste que morirías y no quisiste hacerlo sin decirle a Aoshi-san lo que sientes por él... -dijo Omasu.
- Si... -respondió Misao.- Pero ahora me arrepiento de haberlo echo.
¿Por qué- Porque... ¿qué pasará la próxima vez que lo vea¿Qué pasará cuando diga algún comentario al respecto¿Qué tal si comienza a evadirme o me rechaza tajantemente o qué se yo?
- No creo que Aoshi-san sea capaz de actuar tan inmaduramente. -le dijo Omasu, callándose la pequeña teoría que Okina les había comentado tanto a ella como a Okon y que ambas creían fervientemente.
¿En verdad no lo crees?
- No. Definitivamente no.
- Bueno... siendo como es él, no me rechazará tajantemente... Sino que me rechazará de una forma tan fría pero a la vez tan correcta y amable, que terminaré amándolo más.
- Suspiro Bueno... quizás sí sería mejor que durmieses un poco. Dejemos ese asunto de qué pasará o dejará de pasar la próxima vez que lo veas... ¿está bien?
- Está bien... -Misao bostezó. Y poco tiempo después dormía pacíficamente. En verdad necesitaba descansar un poco más para reponerse de todo lo que había sucedido... Más que todo de lo que había sucedido en su corazón...
Un amanecer perfecto sobre la hermosa cuidad de Kyoto. Un rayo de sol entró por la ventana, iluminando directamente los ojos de Misao, y despertándola. Soltó un leve bostezo, mientras se daba la vuelta dentro de su futón, topándose su cara al muslo de quien estaba al lado de su cama.
- Gomen, Oma... -sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver que no era Omasu quien estaba a su lado esa mañana.- Pero... ¡Aoshi-sama!
- Buenos días, Misao. -dijo él con su tono habitual, mientras observaba las mejillas de la chica cubrirse de un leve tono grana y volver su vista hacia otro lugar.
- Buenos días... Aoshi-sama... -contestó ella.
- Misao... Quiero hablar contigo... Ahora...
CONTINUARÁ.
-
¿Qué¿Creyeron que me había olvidado de mi fic? Pues... ¡ESTAN EN LO CORRECTO!
Se complicó mi desgraciada vida sentimental y estando en esa situación, mi pseudo-inspiración se marcha... Así que como me entretuve pensando en lo miserable que me siento y en que la vida me repite por quincuagésima novena vez que nunca seré ni lo suficientemente bonita o lo suficientemente talentosa como para que cierto individuo tenga siquiera una pizca de afecto por mí, sencillamente "olvidé" que estaba escribiendo un fic... Gomen...
Agradecimientos a Chi2-chan, Marie Shinomori, aska ishida, Alcione Yil de Cfiro, naoko L-K, mikomi shinomori, giuliana y Ania-san. ¡Gracias por sus reviews!
Queda ya sólo un capítulo para que este fic llegue a su fin y así poder trabajar en otro fic que ya comencé a publicar. Nos vemos en la próxima!
Lita Kino.
