Capitulo Tres -- La Decisión de Thranduil

Mithrandir buscaba a Thranduil por todo el palacio. Había oído historias acerca de la Piedra de Sacrificios y ninguna de ellas era placentera, por lo cual no era de extrañar la forma abrupta en la que el Rey Elfo había dejado el cuarto. La preocupación comenzó a asentarse mientras la cacería se hacía cada vez más larga. Era imposible saber qué corría a través de la mente del rey, o qué estaba hacienda. Cuando finalmente encontró a Thranduil, el elfo estaba caminando agresivamente alrededor de su recamara.

El instante que el rey lo vio, estalló furiosamente. "¡Yo NO sacrificaré a MI HIJO!"

"Nadie te lo está pidiendo, Thranduil," dijo el mago calmadamente. "Sé lo mucho que Legolas significa para ti."

"¡Por supuesto que nadie me lo está pidiendo -- Estoy siendo obligado!" Thranduil estaba rojo de furia. "¡¿Cómo podría siquiera considerar semejante opción?! ¿Mi hijo o mi reino? ¡Preferiría quitarme mi propia vida primero!"

"¡No hables así, Thranduil, no importa que tan ciertas sean tus palabras!" Reprendió Mithrandir.

Thranduil rápidamente cerró su boca, dándose cuenta de la severidad de sus palabras. Se zambulló en la silla más cercana y cubrió su rostro con sus manos. "Lo siento, Mithrandir, pero ni si quiera puedes imaginarte por lo que estoy pasando. ¡Él es MI HIJO, por Elbereth! Amo a Legolas con todo mi corazón. Bosque Verde siempre ha estado en segundo lugar, pero he trabajado demasiado duro para dejar que se derrumbe a mis pies."

"Thranduil, debe haber otra forma--"

"¡No la hay!" Thranduil suspiró pesadamente, como si en su aliento pudiera descargar la frustración que sentía en ese momento. Cuando volvió a hablar, ya se encontraba más tranquilo. "Si la hubiera, la haría en un parpadeo, o tan rápido como se pudiese. A veces pienso que lo amo más de lo que amé a mi esposa."

"Todavía puede haber una alternativa. La profecía, por así decirlo, puede ser que no sea totalmente cierta--"

"¿Y no crees que ya he pensado en eso? Fue lo primero que se me vino a la mente. Estoy atrapado entre la espada y la pared."

"Sé como te sientes, Thranduil, pero debemos considerar las posibilidades."

Thranduil mordió su labio inferior y negó con la cabeza. "No importa. De cualquier manera, no importa lo que escoja, voy a perder algo muy querido para mí."

"Thranduil," replicó Mithrandir, su voz llena de preocupación y a la vez tratando de animar al rey. "Por lo menos piénsalo. Sólo por esta noche, date tiempo de pensar y planear que vas a hacer."

La mirada del Rey Elfo se lleno de dolor y miedo al mirar a Mithrandir, pero sin decir más, salió silenciosamente de la habitación.

Esa noche, Thranduil no pudo dormir, daba vueltas y vueltas en su cama. Estaba lleno de sueños acerca de las criaturas que invadían Bosque Verde, pero en la oscuridad de la noche, se transformaban en terribles pesadillas. En ellas veía a una enorme araña con largos y húmedos colmillos que lo amenazaban, pero la imagen cambió a un feroz hombre lobo con ojos del color de la sangre, que gruñía y aullaba. Las imagines se desvanecieron, y Thranduil se encontró solo en el bosque, llorando sobre la tumba de Legolas. Milagrosamente, el príncipe se levantó de su reposo y abrazó a su padre. A su alrededor, Bosque Verde ardía, trayendo muerte y destrucción a su gente, hasta que se tornaba tan oscuro y maligno como Mordor.

Thranduil se despertó de golpe, una fría sensación recorriendo su cuerpo. Le tomó unos momentos darse cuenta de que estaba en su propia habitación, pero había despertado de una pesadilla sólo para caer en otra más real y terrible. Después de respirar profundamente un par de veces, se recostó nuevamente, aunque en vano ya que no pudo regresar a la paz del mundo de los sueños elficos. En ese momento, se dio cuenta de que había una sola forma de deshacerse de la oscuridad que había caído sobre Bosque Verde, y era una que detestaría llevar a cabo.

El cabello del Rey Elfo era un desastre, y oscuras ojeras podían verse debajo de sus ojos cuando, a la mañana siguiente, entró a las cocinas aún medio dormido. Mithrandir estaba sentado en la mesa dando su espalada a la entrada. "Llegas tarde." Dijo con un tono de acusación en su voz, a lo que Thranduil no respondió. Fue entonces, cuando Thranduil se sentó frente a él, que Mithrandir lo miró directamente. "Te ves muy mal."

"No estoy de humor para bromas. Ya tomé una decisión."

El dolor en el rostro de Thranduil era evidente, tanto como para que Mithrandir pudiera leerlo. El mago frunció el seño y preguntó: "¿Entonces planeas hacerlo?"

"¿Qué otra opción tengo?" Dijo mirando tristemente al Istar, una lágrima deslizándose por su rostro. "Mañana por la mañana, me dirigiré a la Piedra de Sacrificios junto con Legolas. Al menos que puedas probar que hay otra forma de mantener a Bosque Verde a salvo, voy a hacer lo que siento necesario. Si no te importa, tengo arreglos que hacer." El elfo salió del cuarto, no esperando una respuesta. De todas formas, no tendría una. El Maia ya estaba sumergido en sus propios pensamientos.