:::tercer parte:::

Justo cuando ambos labios estaban a menos de una pulgada de distancia, la madre de los jovencitos ainus, entraba a la habitación con un Enorme pastel sobre ambas manos.

Al verla, la vecinita se aleja a gran velocidad del cumpleañero tomando una postura firme en la mesa. Mientras el ainu besaba el aire.

-AH!!!!, que bien, el pastel!!!! –decía esta tratando de disimular.

Horo Horo y Len, simplemente se habían quedado tiesos. No entendían bien lo que sucedía.

Pero eso a Len no le importaba, solo pudo soltar un profundo suspiro de alivio, al menos lo que mas temía aun no había sucedido. AUN, por eso tendría que ser más cuidadoso en el futuro.

La cena ya había concluido por completo.

Y tanto la madre como Pilika estaban ordenando la sala.

Len estaba sentado en el sofá, mientras jugaba con el Game Boy y miraba de reojo a Horo Horo y a Haruko, que por el momento estaban muy callados.

Hasta que uno de los dedos de la chica se movió.

Esto no seria malo, si no fuera por que este travieso dedito estaba rozando la mano del peliazul.

Y luego, ese dedito, "ordeno" al resto de los deditos a que se treparan a la calida y estrecha mano del Ainu.

Len se distraía cada vez mas, provocando que la puntuación que tenia en el juego de video, bajara lentamente. No le importaba perder ese estupido juego, estaba a punto de perder algo mucho mas importante, y no iba a resignarse tan fácilmente.

Pero esto no se quedo ahí, al parecer los dedos de ESA niña no eran los únicos traviesos, un dedito de Horo Horo comenzaba a jugar con el cuello de Haruko.

-como quisieran mis dedos jugar con tu cuello niña!!!!! -pensaba Len –te aria unas lindas carisias que te MATARÍAN de la emoción.

Una hoguera se encendía en sus ojos dorados.

Haruko reía a causa de las cosquillas que le proporcionaban el roce con los calidos dedos de Horo Horo

Entonces el detiene el juego, y al descuidarse ella se sienta sobre las piernas del peliazul.

Len estaba que explotaba, en cualquier momento. No podía evitarlo, si no se contenía acabaría por matarla.

-¿Qué haces? –pregunta Horo Horo algo nervioso.

-¿te molesto? –pregunta Haruko apenada.

-je, no para nada, síguele.

-que bien –dice, mientras comienza a acariciar el pecho del ainu.

-Haruko... yo... -Horo Horo se detiene, al perder la mirada en el escote de la joven. Su remera era bastante desbocada, y llego a verle la mitad de su sostén.

-eres tan lindo –dice Haruko, pasando dos de sus dedos por los carnosos labios del ainu, que aun estaban sedientos de un primer beso que jamás llegaba.

Trepándose del cuello de Horo Horo, Haruko se dispone a besarlo.

Ahora nadie podía detenerlos.

Len expulsaba espuma por la boca, de la rabia.

No podía permitir que eso sucediera.

-YA BASTA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! –grito este azotando el juego electrónico contra el suelo.

Debido al susto, el shaman ainu y su vecina se separaron por completo.

-¿Len??!!! –fue lo primero que dijo el peliazul frente al susto.

Len estaba agitado, y con un gesto de sorpresa en su rostro. Tal vez por que había logrado detenerlos, o por que no pudo contener la desesperación.

-¿Qué haces? –pregunta Horo horo confundido -... Mi Gane Poy!!!!!!! –grita Horo Horo.

-ES GAME BOY IDIOTA!!!!! –Len aun continuaba furioso, y aquel videojuego echo pedazos en el suelo, no había sido suficiente para desquitarse. Sujeta a su "amigo" de la camiseta y comienza a zamarrearlo en el aire.

-YA DEJALO!!!! –grita Haruko tratando de separarlos.

Len lo suelta pero en su mirada continua instalado el odio.

Entonces vuelve a sentarse en el sofá, pero no sin antes destruir aun más el game boy al pisarlo.

Horo horo mira detenidamente a Len, con desconcierto y preocupación.

-estas bien horo horo?, no te lastimo –pregunta Haruko preocupada.

-no, estoy bien, no te preocupes –dice sin cambiar su gesto.

Haruko mira mal a Len, este simplemente la ignora, pero le incomodaba que el ainu lo mirara tanto.

-haruko –dijo Horo Horo en un tono carecido de ánimo.

-¿si? –pregunta esta inmediatamente.

-vete a casa... mañana te visitare.

-Pero... hay tanto por hacer!!! –dice esta algo triste.

-si, y también hay mucho tiempo... mejor vete y mañana nos vemos... ¿si? –al acabar hace una pequeña sonrisa.

-esta bien... Adios. –se despide besándolo en la mejilla.

Una vez que esta se fue Horo Horo se sienta al lado de su amigo.

-haber dime... ¿Cuál es tu problema ahora?

Len le echa una mirada y luego vuelve a ignorarlo.

-uf!, que terco eres, se nota que no has cambiado para nada.

Al no recibir respuesta alguna se levanta y suspirando recoge los trocitos de su nuevo Game Boy que siquiera pudo estrenar.

-¿Cuándo demoños vamos a ir a dormir? –pregunta Len finalmente.

-cuando quieras... es cierto, estoy por desmayarme del cansancio–respondió Horo Horo con una sonrisa.

Camina hasta un pequeñísimo pasillo y le indica a Len que lo siguiera.

Pasan y se detienen frente a una puerta.

-pasa, este es mi dormitorio... esta algo desordenado, pero... en fin.

Abre la puerta, y en efecto era un completo desorden.

El espacio era bastante reducido, por lo que ambas camas (futones o como le digan) estaban bastante cerca.

-acomódate... yo iré a avisarles a Pilika y a mi mamá. No me tardo –dice haciendo una seña al cerrar la puerta.

Len deja las valijas sobre el suelo. y comienza a mirar el caos a lo que su amigo llamaba habitación.

Se sonríe, era idéntica a el, era desastrosa, pero para sus ojos era hermosa.

Sobre una pequeña repisa vio algo que le llamo la atención. Era un pequeño cuadro, y en la foto estaban Horo Horo, el y el resto del grupo de los "shamanes", eso le hizo recordar los diversos momentos que habían compartido.

Se acerco, tomo el cuadro entre sus manos. Y se sentó en una banqueta para seguir admirándola con más tranquilidad.

-era tan niño -decía mientras acariciaba la foto, mas precisamente a la imagen de su amigo -cuanto has crecido Horo Horo.

-Cuanto HEMOS cresido –dijo alguien.

Len se dio vuelta exaltado.

Era Horo Horo, que miraba la foto con ternura –siempre, cada noche miro esa foto... que buenos tiempos eran esos ¿verdad?.

-aja.

-como extraño esa época, esas boberías que hacíamos... todo el esfuerzo que nos costaba, y esa lealtad que nos teníamos entre todos. Cuanto los extraño.

-yo... yo también –dice Len poniéndose de pie para echarse en el futon.

Horo Horo se despereza y saca una camiseta blanca del guardarropa.

Len sabe lo que hará, sabe que el peliazul iba a desvestirse, como lo hacia de niños... no soportaba dormir vestido.

Además solía transpirar en las noches, por eso no usaba pantalones.

El lo vio desnudo ciento de veces, pero eso había sido hace mucho tiempo... antes de que el creciera de ese modo.

Sin lugar a duda, el no iba a perderse ese maravilloso "espectáculo".

:::continua en la cuarta parte:::