Disclaimer: este fic y cada uno de los chaps contienen personajes que no son mios, atencion, NO SON MIOS. Por favor, si alguien me quiere decir algo sobre que deje de hacerlo por ello, espero que no lo haga... solo lo hago por diversión y preparación antes del sexto libro!!
Bueno, ola ante nada :-D
Lo primero que decir, por favor, no se os ocurra seguir el ejemplo de Ginny de escupir a la cara a nadie en ningún momento... � que nadie me eche la culpa después, advertí...
Lo segundo, siento entrometer al sistema médico muggle en ello, pero vamos, que eso me lo inventé yo... aunque podría ocurrir, no se crean.
Bueno, lo siguiente, decirles que creo que este fue un chap algo larguito a lo que están acostumbrados, ¿cierto? Así que sean buenos, y ya que es Navidad envíen mensajes, algunos reviews, porfissss . Y ahora los REVIEWS:
Yamie: ola amiga!! Bueno, paso algo de tiempo desde que subi el otro chap Si, creo que el otro chap fue un giro totalmente inesperado de la historia, pero que vamos, en este igual, no te creas... Espero que este te haya gustado, y por cierto, yo a partir del miércoles también estaré de vacaciones de Navidad.
Suelo conectarme despues de las cuatro hasta las seis, supongo. Pero si quieres tambien me puedo conectar por la noche, para que puedas conectarte tú. Bueno, un besote yamilie!!! Scribeme a la proxima!
Iraty rowling: te despistast?? Jjejeje, me lo suponía... bueno, spero que te quedaran las cosas clara porque en este chap tb se complican... asi soy yo, jejeje, creo que los pobres tienen que star hasta las narices de mí TT quizá salgan los periodistas por ahí próximamente, pero como desaparecieron algun tiempo, ya no los persiguen...
Besotes!!! Espero k te guste este! Scribeme prontito!
Luthien: si, fue un chap xtraño, pero este se pone fuerte... no creo que salgan nunca de los líos en los que los meto, jeje ;) Beshos!!! Nos leemos pronto, spero!
Cocojajas: la verdad es que los metí en bastantes problemas... espero k te guste este.
Besos Nieves!!!! No se te olvide scribirme!
Sthefany Weasley: olaaa!!! Si, bueno, spero yo tb que salgan del lio, jejeje... un gran besote xica!!!Srcibeme!
zoe simitis: no pasa nada que a veces no me dejes reviews, de todas formas casi siempre lo haces...si, creo que deje suspense, pero eso es lo bueno!!! No sé si realmente saldran bien parados, creo que deberias leerlo para averiguarlo, jeje Bueno, besitos!!!! Nos escribimos!
Yose- Malfoy- Felton: jejeje, espero ver vuestra boda pronto... y espero k no me mates!! No creo k haya actualizado tan tarde, nop? Graxias por desir k s uno de tus favoritos!!! Otro besote Byes!!!!! Escribeme... valep??
Luciana: ola!!! Siento haberte evocado malos recuerdos de tu infancia... aunque tambien es un miedo mio TT no me gusta subir ahí!! No me gustan las alturas!! Al final veras pork Ginny tiene ese miedo, no te preocupes... Besosss!! Ciao!! Scribeme porfisss!
Cata: muchas gracias!!!! En serio... no sé cuando lo terminare, pero terminarlo, seguro. Seguire pokito a poko hasta que lo consiga... Besotes!!! Escribeme pronto!!
Jolteon11: bueeeno... ya veras lo que le hacen a Draco, no muy buenop, jeje, ya veras... Beshos!!! Scribeme pronto!
Consue: TT sipe, tienes razon... mi fic esta tan loco... de pies a cabeza. Pero tienes que leer este chap, en serio, tiene su punto...jejeje. Un gran beso!! Y scribeme si pueds!
Una ultima cosa antes de que leais el chap, o antes de que paseis a otra cosa... quizá os tenga un regalillo de Navidad si me dejais muuuuuchos reviews!! Solo si los dejais!!
Besos a todos.
Cleo-lil
8. La partida y la llegada.
- Quiero decir que ninguno de los dos somos magos oscuros... – el hombre tradujo sus palabras rápidamente, a la par que se escucharon susurros en el jurado, algunos indignados... el juez se dirigió al hombre que los defendía. Éste a su vez se dirigió a ellos.
- Dice que tiene pruebas suficientes como para condenaros, principalmente el anillo... además, la chica es culpable por ir contigo... a no ser que te eche la culpa a ti y la absuelvan... – la chica abrió los ojos mientras el rubio la miraba... la chica rio. De repente cambió la cara cuando el hombre sonreía...
- No pienso hacerle eso... ¡te has vuelto loco! – miró al hombre muy mal.
- Yo no sabía que ese anillo era tenebroso... ¡si no por qué iba a llevar algo que me perjudicara a mí! – se dirigió en voz alta al juez, que habiendo escuchado la traducción, habló también en voz alta.
- Dice que aunque estuvieras bajo un influjo de magia oscura, pensabas hacer tarde o temprano algo peligroso... ¿sabes acaso que cuando llevas un mes ese anillo, al quitártelo no vuelves a ser normal? – el rubio lo miró sorprendido mientras el juez asentía. El juez volvió a hablar – Dice que no sabemos cuanto tiempo has podido llevar este anillo... es más, la chica pelirroja te acompañaba aún sabiendo que tenías una conducta diferente. No hay nada en claro...
El chico miró a la pelirroja, asustado.
- ¿Cómo es posible que no te haya hecho efecto en todo este tiempo? – la chica lo miró extrañada de todo ese asunto.
- Me lo quite para conducir... lo llevaba en el bolsillo, además, me lo dio mi padre apenas ayer por la mañana nos despedimos... – el rubio se encogió sin saber a ciencia cierta lo que había pasado.
- Yo te creo... pero no creo que ellos lo hagan. Si ésa es su teoría, a mí me harán culpable por ocultar tu conducta oscura... en todo caso si la hubieses tenido, y si yo digo que lo sabía... seguro saldrás de aquí – la chica lo miró a los ojos sonriendo.
- No serás capaz de echarte a ti toda la culpa de este lío... uno de los dos seguro sale culpable, y si yo tenía el anillo, yo debo hacerme responsable... cúlpame a mí... ¡vamos! – la miró esperanzado a que la chica no acabara condenada por su culpa.
- ¿Qué estáis hablando? El juez espera impaciente... – el juez, un hombre regordete con una túnica azul cobalto, movía la varita aburrido de esperar. Sus ojos parecían salirse de las cuencas, y su boca estaba torcida en una pose de asco... La pelirroja se adelantó situándose de pie detrás de la mesa en la que estaban, mientras el juez se colocaba bien en su asiento.
- Yo... – la chica abrió la boca totalmente decidida a que la culpabilizaran.
- ¡No! – el hombre delgado que hacía de traductor empezó a mirarlos impaciente también, a lo que el rubio habló primero apartando a la pelirroja y dirigiéndose directamente hasta donde estaba el juez, dejando atrás a los dos... – Yo llevaba el anillo... – empezó a darle vueltas a la cabeza para inventarse algo-... ¡para ponérselo a ella! – tanto el juez y el jurado vieron presionando al traductor, que ajustándose las gafas, empezó a traducir lo que había dicho. El juez al entenderlo sonrió satisfactoriamente-... ella no sabía nada, sólo me acompañaba, pensaba tenderle una trampa... – el traductor lo miró pero siguió traduciendo.
- ¡¡No!! – la pelirroja salió de la mesa dónde estaban sentados antes y se fue a dónde estaban ellos – Fui yo la que sabía de su actitud y no dije nada... ¡soy yo la maga oscura!
- Pero que demonios hacen... – el hombre se escandalizó ante semejante espectáculo.
- Uno de los dos saldría al final culpable... ¿no? De eso no nos contó nada... – el hombre levantó la barbilla altivamente- ¡Dígale lo que acabo de mencionar!- le gritó cerca de la cara mientras el rubio se quedaba parado.
- No saldrán de aquí dos culpables... ¡no cargaré yo con la culpa de dos personas que pueden ser inocentes! – la chica abrió la boca sorprendida, y temblando de rabia le volvió a gritar.
- ¡Dígaselo! – el hombre se recogió las gafas, testarudo, mientras el juez tosiendo intentó que se calmara la cosa.
- Insolente... tuya será la culpa si os condenan a ambos... – la miró con las cejas alzadas y abrió la boca para dirigirse al juez.
- Espere... – el rubio llamó al hombre.
- Y ahora que... – el hombre empezaba a ponerse molesto.
- Eh, Ginny... no te preocupes más por mí. Si te echan la culpa también a ti, no habrá nadie para que llame por teléfono... ¿entiendes? Nada me va a pasar... – le guiñó el ojo mientras la chica asentía tristemente con una sonrisa medio torcida entendiéndole-... no diga nada, yo seré el culpable... –el rubio se dirigió al hombre mientras asentía y hablaba con el juez a solas. El juez movió la varita y transportó a los dos hasta la mesa dónde habían estado antes.
- Odio que me transporten... – miró con el ceño fruncido al juez, la pelirroja-... espero que no te pase nada... – lo miró después de ver a lo lejos a los dos hombres mongoles hablando.
- No te preocupes... – le dirigió una mirada seductora. La chica rodó los ojos, sonriente.
- Espero que conquistes así a alguna chica mongola, porque a mí no me funciona esa falsa sonrisita tuya...
- Ya... – el chico la miró respondiendo con ironía. El juez se aclaró la garganta y dijo algunas palabras.
- El veredicto final... – el hombre tradujo mientras el rubio tragaba saliva fuertemente.
Los miembros del jurado apuntaron todos con la varita a un punto en concreto y se formó una esfera de luz, que dio lugar a unas palabras, escritas en algo que no entendían... Lin Hangtsu, el traductor, movió su varita y murmurando un hechizo las cambió a su propio idioma... Culpable Sr. Malfoy ´
- Es lo que me esperaba... – otras palabras aparecieron que al traducirlas: Srta. Weasley culpable ´ El rubio abrió la boca mientras la pelirroja lo miró asustada con los ojos tremendamente abiertos.
- Si ahora no podemos llamar por teléfono... – la pelirroja pronunció un gemido y lágrimas empezaron a caer. El juez habló, y varios hombres llegaron para llevárselos. Los empujaron fuertemente, con lo cual la pelirroja se cayó al suelo, y ni siquiera podía levantarse por el sufrimiento... La cogieron y la volvieron a levantar...
- Gin, tranquila... ten esperanza – la chica lo miró y dejó de llorar un poco asintiendo.
- Lo siento mucho...
- No importa... – antes de salir del lugar el rubio volvió la cara y miró al juez-... ¡por qué la han condenado! – el juez obligó al hombre, pesaroso, volver a traducir... Al traducir y hablar con el juez, se dirigió al rubio...
- El jurado no encuentra nada convincente la cuestión, ni que la pelirroja no se diera cuenta de sus intenciones... han condenado a los dos a la muerte- los hombres terminaron de llevárselos.
Sólo se escuchaban las cadenas chocar por un pasillo extremadamente largo... por la cara de Ginny caían gruesos lagrimones, mientras el rubio la miraba culpable, incapaz de hablarle ya que los guardas se lo habían prohibido... Llegaron hasta la celda y los separaron, cada uno en una... aunque todavía se veían entre los barrotes...
Los dos se quedaron mirando a los que los habían traído... una vez se fueron, la pelirroja se acercó a los barrotes y se arrodilló...
- Mañana nos justiciarán... creo que al final, acabaremos juntos todo esto... – la chica lo miró pesimista, mientras lo decía. El chico echó la cabeza para atrás chocando con la pared. Ladeo la cabeza para mirarla y sonrió...
- Sí... lo último que veré será tu cara... – la chica sonrió mientras negaba. Unos pasos se acercaron hasta la celda, a lo que la pelirroja volvió la cabeza igual que el rubio. Un gran hombre, de unos dos metros se acercó y abrió la celda de la joven... se la llevó a rastras mientras lo veía.
- ¡Adónde se la llevan! – el chico se acercó hasta los barrotes mientras la veía resistirse por el pasillo, al dejar de verla, chocó la cabeza contra los barrotes...
- No te preocupes... tu vas detrás de ella- un hombre también enorme se acercó abriendo la reja. El chico se sorprendió.
- ¿Hablas mi idioma?
- Claro... ese traductor flacucho no es el único- lo llevó por el pasillo, a dónde se dirigieron a una sala dónde había un hombre en una mesa. Miró al rubio y sacó un mono de trabajo... El chico se lo puso encima de la ropa y el hombre volvió a arrastrarlo.
Pasaron por infinidad de pasillos, hasta llegar justamente a una puerta blindada que daba al exterior... dio una señal a un hombre que había al lado, que asintió y abrió. Afuera se veía un inmenso campo, de quizá algunas hectáreas. Estaba amurallado con enormes rejas con pinchos afilados al final. Entre las hileras de los maizales y hortalizas había varios hombres con megáfonos ordenando a los presos, a los miles de presos... algo más allá había además una cantera de piedra...
- Tienes suerte, eres al único que le ha tocado la cantera... – el hombre se rió maliciosamente. Le desató las esposas y se las ató delante, con una cadena más larga para poder trabajar mejor...
- Estupendo... – dijo con ironía -... ¿y la chica?
- En el maizal... – el hombre le ajustó las esposas y se dirigió con él a la cantera.
El sol ya se había ido, la noche daba paso a la luz radiante de la luna y al dulce sonido del viento, que se colaba entre los barrotes.
Un hombre alto la tiró precipitadamente a la celda, haciendo que cayera al suelo precipitadamente... la chica se quejó mientras el hombre desaparecía. Enseguida llegó otro hombre que llevaba al rubio.
- Tirando... – el gran hombre lo echó hacia dentro de su misma celda con un empujón. El chico dio algunos pasos y se dejó caer en el suelo, jadeando e intentando recuperar la respiración normal. Se tumbó en el suelo con las rodillas dobladas disfrutando del frío suelo.
- Habla nuestro idioma... – la chica se quedó mirando al guarda que se iba, sorprendida. Luego volvió la vista al chico curiosa - ¿estás bien? Otra vez nos pusieron en la misma celda... – el chico asintió con la cabeza mientras seguía respirando entrecortadamente. Abrió la boca intentando contestarle algo. Se levantó ya medio recuperado, mirándola.
- Me llevaron a la cantera... – la chica lo miró para luego escapársele una risita.
- ¿De que demonios te ríes? ¡No creo que sea un momento muy oportuno! – la chica paró de reírse pero en su mirada se denotaba la alegría.
- Es que no te imagino haciendo un trabajo duro... – se le escapó una carcajada mientras el rubio torció la boca y entrecerró los ojos.
- Lo que no soporto es tener la ropa sudorosa pegada al cuerpo... – el chico la miró cabizbajo cansado.
- Sí... yo también estoy cansada y sudorosa – se desabrochó el mono hasta la cintura, puesto que llevaba una camiseta.
De pronto la pelirroja abrió mucho los ojos, se levantó rápidamente y agitándose se movió graciosamente, como si tuviera un picor que intentara quitarse y que le recorriera por todo el cuerpo.
- ¡Ay! Demonios... ¡Ay! – la chica no paraba de moverse asustada. El chico la miraba temeroso, sin saber lo que le pasaba. Se arrodilló y la miró con el ceño fruncido.
- ¿Qué te pasa? ¿Algún virus extraño? ¿Te encuentras mal? – la chica seguía moviéndose sin hacerle caso.
En un movimiento repentino se vio como en la parte del pantalón del mono un bulto bajaba por la pierna y cuando llegaba a la parte donde se acababa el pantalón, dio una patada en el aire haciendo que fuera lo que fuera eso, saliera volando.
Ambos chicos se quedaron mirando el objeto mientras se desplazaba por el aire rápidamente hasta la celda contigua. La chica al percatarse de que era su busca corrió, pero no llegó a alcanzarlo...
- Diablos... podía haber sido nuestro billete de vuelta a casa, era de última generación... funciona en todos sitios... – la chica apoyó la cabeza en los barrotes que daban a la celda contigua, mirando de reojo al rubio... cuando volvió la cabeza vio en las sombras un objeto brillando, de un rosa fosforescente... - ey, ¿hay alguien? – el rubio la miró moviendo la cabeza hacia un lado para ver la celda de al lado.
- No hay nadie Ginny... ¿no lo ves? – Sin embargo la chica seguía pegada al ver el rosa cambiar de lugar.
- ¿Que - est ce que tu veux? (¿Qué quieres?) – un hombre alto apareció, con aspecto refinado, largas pestañas y un collar largo rosa.
- Dios Draco, este hombre habla francés... – el chico se levantó curioso del hombre, una sonrisa fue ocultada cuando lo vio bien, era un hombre un tanto peculiar.
- Eh... lo siento, pero yo no sé hablar francés.
- Pero yo sí, gracias a Cyrille... – el rubio se puso al lado con ambas cejas levantadas - ¿Qué?
- Quién es Cyrille...
- No creo que te importe... – ella levantó, autosuficiente, ambas cejas y habló con el hombre, después de un rato volvió la cabeza al rubio-... dice que nos lo alcanzara si hablas con él- el chico tragó saliva nervioso mientras daba un paso hacia atrás... - Vamos, si lo haces te diré quien es Cyrille... – el chico envalentonado dio dos pasos enfrente-... por cierto, deberías tener más respeto por estas personas, es muy importante para ellas lo que son, y puede hundirlas lo que alguien como tú pueda decirles o hacerles... – el chico arrepentido habló con el hombre. Cuando volvió se quedó mirando a la chica satisfecho.
- El caso es que no era un hombre... – sonrió contento. La chica se rio mientras se acercaba a la chica y cogía el busca...
- Merçi beaucoup, nous irons chez moi! Je suis sure! (Muchas gracias, iremos a mi casa! Estoy segura! )
- Merçi, ma petite fille, et que ton fiancé poursuis aussi beau que aujourd´hui... Au revoir! (Gracias, mi pequeña niña, y que tu novio siga tan guapo como hoy... adiós! –la chica se alejó mientras la pelirroja se enfadaba.
- Il n´est pas mon fiancé! (El no es mi novio! )
- ¿Por qué te pusiste así? – el chico veía como la chica cogía el busca entre sus manos apretándolo.
- Es que... dijo que somos novios – torció el ceño sin mirarlo a la cara. El chico se rio y ella lo miró.
- Bueno, yo creo que si nos vamos a casar, algo seremos...
- ¿Olvidas que todo esto es de mentira?
- ¿Hasta que punto crees que todo esto puede llegar a ser mentira? – el rubio se acercó totalmente a la chica, ella sonrió no muy convencida aún.
- Es que no estoy segura de que...
- Yo si estoy seguro... – el chico pasó los brazos por encima de la cabeza de la chica, puesto que todavía tenían las esposas, y la abrazó. Ella se quedó sin habla. De pronto, el busca empezó a vibrar de nuevo en medio de los dos y mirando ambos hacia él, vieron quien estaba llamando.
- E- es Hermione... – aún tenía la voz entrecortada. Le dio a un botoncito y colgó la llamada. Vio la batería, y se dio cuenta de que sólo le quedaba para un par de llamadas-... enviaré un mensaje...
- ¿Un busca puede hacer eso?
- El mío sí... es mágico. Además puede conectar con chimeneas... bueno, eso lo arregle yo un poco. ¿A quién llamo? Solo puedo enviarlo una vez... – el rubio empezó a pensar.
- Que tal a Dumbledore... – la pelirroja sonrió complaciente. Marcó unos cuantos botoncitos y enseguida apareció la chimenea del despacho de Dumbledore. Se veía todo, desde la mesa llena de cachivaches sin sentido hasta todos los cuadros de los directores que pasaron por el lugar... en su mesa estaba sentado el hombre, que estaba hablando con alguien.
- Minerva... no creo que esté mal que den una vuelta por el pueblo el último día de colegio...
- Pero Albus, estos chicos están revolucionados... – la chica vio la punta del sombrero de la mujer.
- Profesor... Dumbledore... – la pelirroja vio la batería, que quedaba poca, mientras llamaba al profesor. El rubio puso su cara junto a la de la chica para mirar.
- ¡Dumbledore! – llamó tan fuerte que el profesor dio la vuelta inmediatamente.
- Señores... ya pensaba que no los volvería ver... – dejó caer misteriosamente sus gafas por la nariz-... encantado de volverles a ver... aquí se dice que se fugaron juntos.
- Profesor... ¿recuerda que cuando subo a algo alto me da fobia y a veces desaparezco?
- Sí, recuerdo que antes no te ocurría, pero como una vez entraste en coma por una caída de escoba...
- Sí... – la chica asintió mientras el rubio la miró entendiéndolo-... resulta que me subí a una noria... y desaparecimos – el hombre asentía mientras la profesora se acercó curiosa.
- ¿Dónde apareció esta vez, señorita Weasley? – la profesora la vio seriamente.
- Eh... – la chico ladeó una sonrisa-... en Mongolia – la profesora negó suavemente
- Pero eso no es lo peor... estamos en la cárcel mágica. Creen que somos magos oscuros, mañana nos condenan a muerte... – la profesora se puso la mano en la boca trágicamente.
- Minerva, ve a conseguirme inmediatamente un translador... – la profesora ondeando su túnica salió de allí con paso rápido. Cuando dejó el despacho siguió hablando -... haré todo lo posible, pero no sé si podré llegar a tiempo. En todo caso estén preparados... – ambos asintieron-... señor Malfoy, señorita Weasley, espero que se encuentren bien...
- Sí profe... - no terminó de hablar cuando la pantalla se puso borrosa y se dejó de ver al hombre-... sor, profesor... – se fue la imagen del todo y dejó caer el artefacto al suelo.
- ¿Cómo es eso que tienes fobia a las alturas?- dejó de rodear a la chica con sus brazos, sacándolos por la cabeza, y sentándose nuevamente en el suelo...
- Bueno... en mi último año de Hogwarts, en uno de los partidos, caí desde las alturas de mi escoba porque me dieron con una bludger... estuve en coma durante una semana... después fue todo normal, pero cuando fui a subirme a una escoba fui incapaz... Mdme. Hooch dijo que este mundo se perdía a una gran estrella... – rio suavemente, mientras se sentaba en el suelo junto al rubio.
- Si salimos de ésta te prometo que te ayudaré a montar de nuevo en escoba... – la chica lo vio con una ceja levantada-... ¿Qué? Ya sé que no soy muy bueno, pero tampoco...
- No es por eso... espero que Dumbledore consiga sacarnos de este lío... – la chica reprimió un bostezo, vio al rubio- ¿Te importa? – le señaló el hombro. Él negó.
La chica apoyó la cabeza en su hombro mientras caía dormida en cuestión de minutos. El rubio apoyó a su vez la cabeza en la pelirroja, y disfrutando del momento, cayó dormido tremendamente cansado.
- Eh... tórtolos, despierten. Será el Ultimo día que vean sus ojos la luz del día... – un hombre musculoso, el mismo que había llevado al rubio a la cantera, abrió la celda mientras ambos se despertaban. La chica miró por la ventana enrejada.
- Si todavía no es de día...
- Morirán a la salida del sol... – ambos abrieron los ojos de repente.
- No le dijimos nada de eso a Dumbledore... – le susurró el rubio a la chica.
- Ya... Draco, creo que... no sé si vendrá... – lo miró mientras se levantaba torpemente medio dormida. El chico la siguió por el largo pasillo, que como siempre se hacía eterno... el hombre abrió al final una gran puerta maciza. Por ella entraba la luz... pero una luz aún artificial, puesto que el sol todavía no había salido.
Salieron por ella viendo a cada paso que daban, un trocito de su vida que se iba...
El cielo empezó a aclararse, algunos rayos ya empezaron a verse... allí reunidos el hombre mongol que los había interrogado, el traductor y cinco guardas armados de varitas... El hombre musculoso los llevó a ambos hasta la pared de enfrente y los puso uno enfrente del otro a escasos centímetros. La pelirroja miró al rubio tristemente...
- No entiendo como todavía esté vigente la pena de muerte en los países... no entiendo como quieren mejorar la conducta de los criminales... – apoyó la cabeza en el pecho del chico-... con la muerte. La justicia no existe...
- Si existe... pero quizá no esté en las manos del hombre... – el rubio miró a todos los allí presentes fríamente. El comisario, que los interrogó, entrecerró los ojos enfadado y dio unas órdenes al guarda.
- Moveros... no podéis estar juntos... – ninguno de los dos se movió, a lo que el comisario se levantó y poniéndose a su lado puso la mano en medio y apartó fuertemente a la pelirroja del rubio. La chica mosqueada le escupió en la cara, con una mirada atormentada por encontrarse en sus últimas horas de vida. Lo miró cruelmente, mientras el hombre se pasaba la mano por la cara asqueado. Llamó al guardia, que cogió a la chica que intentaba resistirse.
- ¡¡Eh!! ¡¡Qué hacéis con ella!! – el rubio fue parado por el guarda que hablaba su mismo idioma, hizo fuerza tirándolo al suelo, pero dos guardas más lo cogieron de los brazos.
- No debería haber sido tan tonta... ahora morirá sola ella primero- el hombre se levantó sacudiéndose la ropa, mientras otro llevaba a la chica sola, a distancia. Apartaron a varios metros al rubio. El hombre le dijo algunas palabras al traductor que estaba a su lado.
- Tus últimas palabras... – la chica cabizbaja elevó la cabeza tristemente y miró hacia un lado al rubio.
- Lo siento mucho, siento haberte traído hasta aquí... y también siento haberte hecho la vida imposible durante este último mes... – miró hacia el frente clavando sus ojos en el comisario-... aunque usted no me mate, sus manos siempre estarán manchadas de sangre inocente... – el hombre levantó una ceja curioso y habló con el traductor.
- ... pero como voy a traducirle eso... – el hombre se sorprendió cayéndoseles las gafas. El comisario se puso furioso-... de acuerdo, está bien... – habló con él y el hombre puso una cara más bien extraña. Sus ojos entrecerrados miraron a la pelirroja y habló con el guardia que quedaba que apuntó inmediatamente a la chica. Empezó a decir palabras sueltas que fueron traducidas por el hombre delgado que recogía sus gafas apenado.
- ...cinco... – la chica agachó la cabeza dejando caer todo el rojo cabello sobre su cara, mezclado con lágrimas. El rubio miró alternativamente al comisario apretando la mandíbula. Movió los brazos violentamente intentando soltarse
- ...cuatro... tres... – la chica empezó a temblar fuerte, pero miró al frente y respirando hondo se quedó más calmada. El rubio metió un codazo a uno, que sujetándose las costillas lo soltó mientras que tiró de un empujón al otro.
- ...dos... uno... – el rubio que estaba a su lado dio dos zancadas acercándose justo cuando el guardia apuntó la maldición de muerte a la chica.
Todo pasó muy rápido, pero para cada una de las vidas de las personas que estaban ahí, se acortó como un hilo finísimo. La pelirroja torció la cabeza al escuchar a alguien dar grandes pasos. El rubio aún con las manos atadas llegó hasta ella, mientras el rayo estaba a punto de llegar. La habitación se iluminó de verde...
... y el muchacho cayó sobre la pelirroja torpemente esquivando ambos el hechizo fatal por apenas escasos centímetros. La chica quitó de encima al rubio, haciéndose a un lado, mientras el comisario se enfurecía hasta el extremo, notándosele una venita en la cabeza, y el bigote tieso.
El hombre salió de la mesa en la que estaba sentado mientras cogía la varita a un asombrado guarda. La pelirroja abrió los ojos al igual que el rubio esperando que ésa fuera la vez en la que no fallaran... cerraron los ojos esperando el impacto siendo incapaces de encontrar una salida por la que escapar.
De repente la puerta de la sala se abrió dejando pasar a un hombre mayor, con una larga barba y una túnica que parecía para dormir... con lunas y estrellas. En su mano llevaba un pergamino enrollado mientras lo acompañaban el director de la cárcel y dos guardias. El comisario miró asustado hacia atrás, mirando como el hombre mayor colocaba con contundencia el papel sobre la mesa. El director habló con el comisario apartado de los demás, mientras el hombre que había detenido que el comisario hubiese lanzado el hechizo se acercó a los dos jóvenes.
La pelirroja sonriente se dejó caer para atrás tumbada en el suelo mientras el rubio se levantaba...
- Casi no lo contamos, Dumbledore... – el rubio suspiró relajadamente mientras miraba al anciano de ojos azules.
- ¿Eh? No sabía que te llevabas bien con Dumbledore... pensaba que siempre le llamabas viejo chiflado... – la chica se levantó suavemente mientras miraba al hombre reaccionar.
- Bueno... Dumbledore me ayudó cuando yo más lo necesitaba, a cambio yo le ayudé a desenmascarar algunos mortífagos, entre ellos, mi padre...
- Sí, fue muy leal de tu parte ayudarme... y más cuando tu padre era uno de ellos, pero claro, pusiste la condición de que no lo encarcelaran... – el hombre lo miró por encima de sus gafas de media luna.
- Sí... pero realmente lo hacía por mi madre. No sé que hubiera sido de ella conmigo lejos y mi padre fuera...
- ¿Y a que te ayudo? – El rubio miró misteriosamente al anciano.
- Eso es algo que ya descubrirá, señorita Weasley... – la pelirroja frunció el ceño disgustada. - ¿Conque viejo chiflado, Señor Malfoy? – El anciano clavó sus ojos azules en los grises del chico. Éste se rio suavemente mirando asesinamente a la chica, que torció sus ojos azules claros hacia otro lado.
Se abrió una puerta mientras entraban dos chicos y se tiraban directamente en el sofá. Un largo suspiro de cansancio fue lo único que se escuchó... La chica dejó caer la cabeza sobre el hombro del muchacho que estaba medio dormido.
- Será mejor que te duches... – la chica ni siquiera abrió los ojos del cansancio.
- Sí, y después iré directo a la cama... ¿te quedas...? – la chica abrió un ojo mirándolo sonriente.
- Si tu quieres...
- Bueno, si no hay más remedio que acogerte en mi apartamento... – el chico se levantó de repente dejando caer la cabeza de la chica contra el brazo del sofá. Lo miró mal.
- ¿Y tu amigo? ¿No estaba aquí?- el chico estiró los brazos mientras se dirigía al fondo del pasillo.
- No... sólo le dejé la casa por unos días... – la chica cogió el periódico mientras revisaba algunos noticiarios, muy entretenida.
- ¿Has oído el dicho de que dicen que las cosas delicadas encogen cuando se lavan? – pasó la página como si nada, mientras el rubio la miró desde la puerta.
- Mira quien fu a hablar... – cerró la puerta de golpe mientras la chica maliciosa se levantaba y dejaba el periódico a un lado. Se dirigió silenciosamente hasta la puerta del cuarto e baño y pegó la oreja. En cuanto escuchó que abría el grifo, dejó que pasasen algunos minutos... sacó la varita y abriendo la puerta con cuidado se asomó. Vio al rubio en una ducha con mampara, de ésas que no pueden verse a las personas porque tienen cristales vaporosos que lo impiden.
Con una agitación de varita hizo desaparecer la ropa limpia preparada y las toallas grandes, tan sólo dejando una pequeña toalla, para lavarse las manos... cogió la toalla más grande y se la colocó alrededor del cuello, y se quedó esperando al final del pasillo... se escucharon unos gruñidos dentro del cuarto, y de pronto el chico salió con la pequeña toallita tapándose.
- Draco... ¿se te perdió la ropa o es que no tienes dinero para comprarla? – la chica miró la gran toalla con interés. El chico cabreado se dirigió hasta su habitación y salió enseguida con un pantalón y la toalla en la mano mientras le goteaba el cabello.
De repente el timbre sonó.
- ¡Ya abro yo! – el rubio rodó los ojos mientras la seguía. La chica dijo algunas palabras y cerró la puerta. La vio mirando una carta con la ceja levantada.
- ¿Y esa carta?- la chica no le hizo el menor caso, estaba leyendo absorta la breve carta.
- Eso tendría que estar diciéndote yo a ti... pero espera a que te grite... – la pelirroja lo miró dejando la carta a un lado mientras cogía aire- ¡CÓMO SE TE OCURRE PROGRAMAR YA LA BODA!- la chica se quedó callada y seria de repente mirándolo con interés.
- Bueno... yo quiero desheredar, y no tengo mucho tiempo. Después de Navidad quiero irme a Nueva York, cuanto antes... quiero conseguir trabajo, que no sea de empresario para mi familia...
- ¿Te piensas ir tan pronto? – la chica lo miró atentamente.
- Sí... eso tenía pensado... sé que es egoísta de mi parte, pero necesito irme de aquí... – el chico se acercó a ella, mientras ella rehusaba a mirarlo...
Nieve espesa caía sobre el cielo zinc que se cernía sobre los habitantes ingleses, igual que ya una semana había pasado después de todo el lío en el brumoso país asiático.
- Hermione... mañana es el día antes de nochebuena, y quiere que celebremos la recepción para la boda... – la pelirroja movía una cucharilla algo despreocupada mientras hablaba con la morena.
- Ginny... seguro que quieres casarte, ¿verdad? Yo sigo pensando que si es un amor desinteresado...
- ... no nos casemos. Ya lo sé...
- ... y también sé que tú no piensas-
- Es que si pienso igual que tú... – la pelirroja evitó mirarla a la cara. Subió los ojos -... por cierto, ¿cómo va tu embarazo?
- Bien... aparte de lo irremediablemente nervioso que se comporta tu hermano en el ginecólogo... – a la chica se le escapó una sonrisita mientras la morena la miró sonriente.
- Sé como es tu hermano... pero también sé que está arrepentido de lo que dijo...
- ... es muy orgulloso... – la pelirroja resopló mientras la otra bebía de su chocolate.
- ¿Ves como lo conoces muy bien? Igual que tus otros hermanos... por cierto, aún no te di las gracias sobre la O.S. L. S. M. (léase la Organización Sobre la Liberación de los Seres Mágicos), creo que voy a tener que dejar de participar como aurora, estoy embarazada, y en la asociación no realizo tantos ejercicios físicos... además me resta mucho tiempo, y no puedo hacer dos cosas a la vez...
- Me alegra que os vaya bien... que extraño que cambiaras el nombre de la organización.
- Sí, creo que éste está mejor que el de antes... por cierto, todavía no sé si realmente quieres casarte...
- Es que no quiero... – apoyó la cabeza sobre la mano mientras la miraba.
- Amor desinteresado
- Sí... algo así – la morena la miró con ambas cejas levantadas en señal interrogante-... Draco se quiere marchar después de casarnos...
- ¿Así sin más? – la pelirroja asintió pensativa, mientras la morena negaba para ella misma. La pelirroja se despertó enseguida de sus pensamientos y miró el reloj...
- Lo siento Hermione, pero me tengo que ir... quiero llegar hoy antes al trabajo- justo cuando se levantó se echó mano a la boca mientras sus ojos se abrían y corría hacia el cuarto de baño. La morena corrió detrás de ella y vio como vomitaba.
- ¿Gin? ¿Te ocurre algo? – la pelirroja se levantó mientras se lavaba la cara.
- Hermione... no me encuentro muy bien – se puso la mano en la boca irremediablemente, pero se la quitó suspirando. Se echó la mano al estómago.
- Creo que comiste algo que no te sentó bien... –la chica negó suavemente con los ojos caídos, la chica empezó a marearse levemente-... será mejor que llames a San Mungo, hoy irás al hospital, pero no a trabajar... – la cogió de los hombros y se la llevó a la chimenea.
En un lugar, completamente pintado de blanco por todos lados...
- ... bueno, después de haberle hecho varias pruebas... – la morena miró a la pelirroja salir del cuarto de baño de una pequeña sala del médico muggle. La chica se sentó al lado de la morena-... creemos que no es nada relacionado con el sistema digestivo, por eso llamamos al ginecólogo... le hicieron una prueba y creen que tiene un quiste en el útero... habría que quitárselo o podría ramificar a un tumor... – la morena y la pelirroja se miraron, la última un tanto asustadiza.
- ¿Un quiste dijo?
- Sí... pero será mejor que vaya a la consulta del ginecólogo.
- De acuerdo... – las dos chicas recogieron sus cosas y se dirigieron hasta la consulta del ginecólogo muggle, al final del pasillo, mientras saludaban al médico.
- Hermione... ¿por qué no vamos a San Mungo a que me mire un ginecólogo que yo conozco? – la morena la miró pensativamente.
- Pero si es igual... te van a decir lo mismo.
- Sí... puede ser... pero prefiero a alguien de confianza... – la chica morena sonrió y asintió.
- Está bien...
En una oficina totalmente decorada de cuero negro...
- Sí... quiero dejar la empresa a mi nombre, pero a cargo de otra persona. Me temo que tomaré un viaje a Estados Unidos, del que no volveré... pero llamaré para ver que tal va la empresa, y también me pasaré por las sucursales allí instaladas... – los hombres allí reunidos empezaron a cuchichear, mientras el rubio recogió el maletín, abrió la puerta y se fue.
Caminó por un largo pasillo mientras llamaba a su secretaria. Abrió la puerta de su despacho y dejó el maletín en el sillón.
- Señor Malfoy... ¿qué deseaba?
- Prepáreme los papeles para pasar la empresa a cargo del vicepresidente Thomas...
- ¿Va a dejar la empresa, señor?
- Sí, Margaret... y no me llame señor, no soy ya su jefe... – el rubio miró seductoramente a la joven secretaria. La chica se quedó eclipsada.
- Esto... alguien quiere verle.
- ¿Quién? – el rubio se dio la vuelta mientras recogía todos los papeles de la mesa y sus cosas.
- La Srta. Parkinson...
- Déjela pasar... – el rubio se quedó bastante pensativo por lo que quería ahora la rubia.
- ¡Draco!- la chica pasó mientras se iba la secretaria, le dio un beso en la mejilla y le sonrió- quería hablar contigo sobre tu partida... ¿me dicen que te vas?
- ¿Cómo demonios te enteraste? – La chica se sentó en el sillón de cuero negro mientras el muchacho se apoyaba en la mesa de escritorio.
- Me acaban de avisar... – el rubio rodó los ojos mientras la chica se puso seria - Pensaba que el día 27 sería la boda... por cierto, muy mal fecha. ¿Os vais de luna de miel para siempre?
- No... verás... – el chico la miró sin saber si contárselo.
- Dime ya... – la rubia empezó a impacientarse.
- Me voy yo sólo... – la chica abrió tremendamente los ojos.
- ¿Te vas el día después de tu boda tu solo dejando a tu esposa tirada? – la rubia se levantó y acercándose a él le pegó un bofetazo- no sabía que pudieras llegar a ser tan rastrero... – el rubio torció la mirada tristemente mientras se sujetaba adolorido la quijada.
- Es una larga historia... - movió la mandíbula frunciendo el ceño.
- Pensaba que estabas enamorado... – el rubio miró fijamente a la chica.
- No creo que tu debas darme lecciones de amor...
- Draco Malfoy... ¿crees que te dejé por nada? Principalmente quería vivir siendo yo misma, y no una chica retrato de la mujer que me trajo al mundo... pero claro, si no hubiese sido por esa pelirroja, no me hubiera dado cuenta... ¿Crees que no me dejó que te besara ese día en la lluvia simplemente por hacerme daño a mí? – la rubia puso una sonrisa irónica mirándolo-... vas a desperdiciar a la única mujer que realmente quisiste.
- ¿A qué te refieres?
- Veamos... ¿qué tal si hablamos de un pequeñísimo trato en el cual tuviste que proponerle a esa chica que se casara contigo? – la rubia se miró las manos sonriendo coquetamente.
- Como sabes eso...
- Draco, querido, tengo que decirte que a veces puedo escuchar hasta detrás de las paredes... bueno, en realidad tu elfo doméstico...
- Mi elfa dirás...
- Sí, eso...
- ¿Y no se castigó por contarte algo así?
- Sí, ciertamente, luego tuve que curarle yo las heridas... – la chica se rio recordándolo.
- Pansy Parkinson haciendo algo bueno...
- Lo que te decía... sé que le tenías echado el ojo a esa chica desde Hogwarts, pero no pensé que después de ello tú todavía la...
- Bueno, será mejor que me dejes, tengo que resolver algunos asuntos... – el chico se dio la vuelta terminando de recoger, mientras la rubia se acercaba.
- Recuerda mis palabras... no habrá una segunda oportunidad, no habrá un segundo trato... desperdicias lo único que has amado en tu vida... – lo abrazó por la espalda y se alejó, tan sólo escuchándose el ruido de sus tacones al andar-... Draco, hazme caso... - se cerró la puerta.
- Demonios... – el rubio dio un puñetazo en la mesa mientras suspiraba, enojado consigo mismo-... lo único que yo he-
Una morena miraba asintiendo a la pelirroja, mientras ésta le decía algunas cosas, algo así como un sermón...
- Ginny... – le dijo a ésta mientras sacaba una bolsa de patatas de una máquina, en la Sala de Espera de San Mungo-... me has dicho ya demasiadas cosas de cómo no quieres casarte, pero todavía no me has dicho porqué...
- Bueno... la verdad es que pienso que él no está- en ese momento una mujer salió interrumpiéndola.
- Señoritas, quería darles la muestra de la ecografía... – la pelirroja se levantó primero del asiento mientras la morena la seguía. Pasaron a una gran sala pintada de color pastel, con dos asientos donde estaba la mesa de la doctora.
- ¿Y bien? ¿Es verdad que tengo un quiste?- la doctora se rio, era una mujer de unos treinta años, con el pelo largo y liso de color negro. Era bastante alta. La morena levantó una ceja mientras la veía reírse.
- Doctora...
- Perdona... – empezó a dejar de reírse-... ¿quién le ha dicho semejante tontería?
- Un médico muggle... – respondió la morena por ella.
- Pues enhorabuena, porque no tiene un quiste, ni tampoco dará lugar a un tumor... – la pelirroja suspiró tranquila mirando a Hermione que le sonreía -... menos mal, o si no hubiese sido un error fatal, lo que está usted es embarazada.
