Título: "RECUÉRDAME SIEMPRE"
Capítulo: Número 1
¡Hola! Regreso con una nueva historia… Quizá os suene el tema¡pero necesitaba escribirla! Pues nada, muchas gracias a mis nenas por ayudarme a descubrir mi peli favorita y nada, espero que os guste… No creo que sea muy larga, pero, repito, el corazón me pedía escribirla. -GRACIAS-
Se escuchó el freno en seco de las ruedas de un coche, seguido de otros dos. Los automóviles fueron aparcados frente a la puerta del Instituto Hogwarts y tres chicos y dos chicas se apearon de ellos. En cabeza iba Draco Malfoy, el chico más popular de todo el campus. Era un chico por el que todas las alumnas bebían los vientos. Alto, de espalda ancha y fornida, cabellos rubios platino que caían sobre su perfecta frente color rosa pálido, al igual que todas las facciones de su cara increíblemente situadas. Tras él, sus amigos Erwin, un chico de color bastante salido, pero muy buena persona, George y su novia Betty, que ya podían discutir como comerse a besos, y Caroline, ex novia de Draco y la cual estaba intentando por todos los medios volver a seducirlo, ya que nunca había dejado de estar enamorada de él. El grupo de amigos saltó la verja que, supuestamente, impedía el acceso indebido al recinto y sacaron unos botes de spray de colores. Era el final de la primavera y siempre acostumbraban a pintar las paredes de los edificios con insultos dirigidos a los profesores o alumnos menos apreciados entre sus compañeros. Hasta ese día, nunca antes habían sido pillados por nadie, a pesar de que todos sabían con seguridad quién se encargaba de dar una nueva imagen al instituto. Pero esa noche el asunto se les fue de las manos. Entre graffiti y graffiti uno de ellos rompió un ventanal del edificio principal y saltó la alarma de seguridad.
¿Pero qué habéis hecho, joder? – gritó Draco a todos los demás compañeros, que se miraban deseando salir de allí antes de que llegara la policía.
¡Ha sido un accidente! – le contestó Erwin, aunque el no había sido el culpable del desperfecto.
En un abrir y cerrar de ojos, todos los compañeros de Draco habían saltado la valla sin dificultad. Pero él no corrió la misma dicha: cuando iba a saltar, se le descolgó del cuello una cadena de plata, regalo de su padre ya fallecido. Las sirenas de los coches se escuchaban ya muy cercanas y, para cuando se metió en el coche con su cadena recuperada, los agentes ya le tenían acorralado. Draco realizó una rápida maniobra y esquivó un par de ellos, pero al recuperar de nuevo la velocidad, chocó contra un gran árbol. Los policías le detuvieron y, acto seguido, fue entregado en la comisaría del pueblo.
-Buenos días mamá – saludó Draco con un beso a su madre al salir de su habitación. Llevaba unas muletas, dado que se había ocasionado un esguince, y un parque en la frente, que le obstruía la salida de sangre de la brecha que se había hecho.
No demasiado buenos… - respondió la madre. – Me han llamado del instituto: tendrás hoy una reunión con el cabeza de estudios para que te pongan un castigo acorde con tus desperfectos.
Pero mam�, ya te he dicho que no fui yo sólo…
¡Aunque me lo repitieses cien veces, Draco! Te cogieron a ti y a ti serán al que castiguen. Ya eres lo suficientemente mayor como para saber hasta qué punto puedes llegar… Diecisiete años ya es una edad lo bastante madura cómo para ponerse un punto en el que acabe todo.
Aunque pareciese que la madre de Draco, la señora Malfoy, estuviese echándole la charla, no era así. Ella sabía que todos los amigos de su hijo estaban metidos en el ajo, pero él había tardado más en salir y la culpa se la llevaba él. Para la próxima vez, ya tenía aprendida la lección.
Al llegar al primer piso del edificio principal, sabía a pies puntillas hacia qué sala debía dirigirse. Había visitado en innumerables ocasiones ese despacho, pero el castigo que se llevaría hoy consigo, no sería ni el doble de pesado que todos los otros juntos.
Llamó a la puerta y el profesor McKenly le ordenó que pasara.
Señor Malfoy, esta vez ya ha ido hasta más allá de lo permisible. – Draco miraba la agenda del señor, sin atreverse a observarlo directamente a los ojos. – No sólo ha entrado a hurtadillas en el instituto, ni ha escrito cuatro palabras malsonantes en su pared¡si no que ha destruido parte del edificio¡Esto ya es el colmo! – el acusado continuaba en su semi ensimismamiento – El consejo, el señor Granger, el alcalde de nuestra localidad, y yo hemos decidido que pague los desperfectos con horas de servicios al instituto, como ofreciendo clases particulares a niños retrasados, limpiando las aulas que se utilicen como ludoteca y participando en el musical primaveral con el grupo del instituto. Y ahora, váyase de mi vista antes de que se me ocurran más castigos que ponerle.
Draco hizo lo que el profesor McKenly le ordenó y, refunfuñado palabras incomprensibles, bajó las escaleras que conducían hasta la planta baja y fue a la parcela de jardín que estaba "exclusivamente" reservada para su grupito y él. A quien desobedeciera esta normal principal, le esperaban largos meses de humillaciones ante todos los demás y es que, en Hogwarts, Draco mandaba. Aunque resultase detestable, toda la gente quería ir junto a él y las chicas ya hasta se estiraban del pelo para conseguirlo; esto le tenía ya un poco harto.
Explicó a sus amigos todo lo que debía realizar durante lo que quedaba de curso, pero ya no tuvieron que preocuparse más por los problemas del rubio, había un modo mucho mejor para olvidar: meterse con los "menos populares".
La preferida por todos pasó por delante de ellos, cargada de cajas. Era una chica bastante apartada de los demás y sumida en sus mayores intereses: la astronomía, la religión y la ayuda a los demás.
Bonita camiseta, Hermione. – dijo sarcástica Caroline. Y es que la chica castaña siempre o casi siempre llevaba la misma.
Gracias. – respondió ella ingenua y continuó con su camino.
Todo el grupo rió con fuerzas y ganas. Acostumbraban a cachondearse de las personas menos agraciadas o más tímidas. Pero, lo más triste de todo era que esas personas creían de verdad lo que el grupo de Malfoy estaba diciendo y se sentían mucho más a gusto. No es fea, es sólo que ni habla ni se deja ver pensó Draco al mismo tiempo que se reía con fuerzas.
Draco tuvo que acudir a su castigo. El primero era dar repaso a los niños que iban más retrasados en las asignaturas. A Draco le tocó un chico llamado Pete. Era bajito, mulato y regordete. Después de que el rubio estuviese durante dos horas intentando enseñarle los tres tipos de triángulos sin ninguna mejora, se acabó la primera hora de penitencia.
En el autobús que les llevaba desde la escuela de Pete hasta Hogwarts, Draco se sentó solo en un compartimiento y se colocó su mp3 en los oídos. Hermione Granger, que durante la hora de ayuda había estado observándolo, se acercó a él y le saludó. Malfoy no hizo amago de ir a entablar una conversación con ella, pero la castaña insistió y le sacó los auriculares de las cavidades.
¿Qué quieres? – preguntó el rubio con desprecio.
He estado observándote, he visto cómo le has dado la clase a Pete. Él tiene poca memoria y así no le servirás de ayuda, te lo digo por propia experiencia.
¿Es esta tu forma de entrarme? Es para que la practiques mejor. – se colocó de nuevo el auricular y miró por la ventanilla al paisaje veraniego.
No te estoy entrando, sólo quería intentar ayudarte con el chico. – se disculpó Hermione.
Además, tú no me conoces nada como para poder ayudarme. – insistió él.
Ni tú a mí. – añadió Hermione a la conversación.
¿Cómo que no? Te llamas Hermione Granger, vamos juntos en clase desde primero, no hablas demasiado con la gente, te encanta la astronomía, estar en el cuerpo de paz y leer la Biblia. – la castaña miró sus rodillas y vio su Biblia de piel negra sobre ellas. – Eres hija del alcalde Granger y siempre llevas la misma camiseta. ¿Qué te parece? – terminó el chico.
Bastante… predecible. – sugirió ella, cruzando su pierna derecha sobre la izquierda y sujetando el libro sagrado junto a su pecho.
Entonces¿no te importa lo que digan de ti los demás?
En absoluto. – y dio por zanjada la conversación. Se alzó de su asiento y se volvió a posar en el que se encontraba anteriormente.
Draco sólo tenía que asistir a sus castigos una vez por semana y, para cuando tuvo que asistir de nuevo, le tocaba musical.
Había pocas cosas que odiara más en este mundo que el teatro, las luces, el maquillaje de los actores y sus vestimentas. Pero él solito había conseguido ganárselo. Entro como una tortuga al aula y todos estaban ya sentados en círculo repartiendo los papeles para el famoso musical "Grease", aunque, al parecer, no hacía falta cantar todos los temas. Al verlo entrar, la profesora encargada de organizarlo todo no pudo ocultar su sorpresa.
¡Señor Malfoy¡Más vale tarde que nunca! – todo el aula se giró también sorprendido. Era Draco, el mismísimo Malfoy en clase de teatro.
Sí… eso dicen. – añadió él y tomó un asiento bastante apartado.
Pues bien… ¡seguro que estaréis muy nerviosos! ¡No sabe usted cuánto!>> pensó Draco para sus adentros. – El papel de Sandy será para la señorita… ¡Stephannie Johns!– todos sus compañeros la aplaudieron – El papel de JOHN será para Draco Malfoy…
Perdone, profesora, pero es que yo no estoy aquí para actuar ni nada, es solamente un castigo pasajero y…
… y nada – cortó la profesora – si yo le digo que usted será Danny Zuko, así será. Bueno y el papel de la amiga de Sandy, Rizzo, es para ¡Hermione Granger!- también fue muy aplaudida.
Y antes de que Draco pudiera reprochar, ya tenía el libreto en la mano. Siempre se había visto identificado con John Travolta en esta película, pero no era para tanto.
Draco tenía una elíptica gracia para actuar y, a parte, no le ponía ganas. Iba arrastrando poco a poco las palabras mientras que Stephannie hablaba de verdad, casi sin actuar. Las canciones eran muy buenas, todas las chicas lo hacían perfectamente; pero cuando llegaba el turno de Draco, los demás actores debían taparse los oídos. Era suficiente para ser el primer día de musical.
Sinceramente, Hermione era la que mejor cantaba de todos. Tenía una voz fina y delicada, una voz que muchas cantantes profesionales ya quisieran tener. No era ni alta ni baja, ni delgada ni gruesa, ni guapa ni fea… era una chica que no sobresalía sobre las demás. Tenía el pelo castaño algo enmarañado, una cara algo paliducha siempre y con unas poquitas ojeras. Era la hija del alcalde de la localidad, pero en pueblo tan pequeño como Dongola en Louisa, el alcalde era un trabajador más que se interesaba por el bienestar de su pueblo y que nunca, o casi nunca, recibía alguna comisión.
La chica salió del aula y se dirigió hacia su coche. Cuando arrancó, vio a Draco que estaba mirándola desde fuera. Le hizo un gesto como para que entrase.
¿Te llevo a algún lado? – Preguntó ella, mirando una de sus muletas.
Vale, gracias. Es que me han dejado un poco plantado.
Hermione era una chica generosa y educada, por ese motivo no le costaba nada dejarle subir. Encendió la radio y localizó su emisora preferida. Al escuchar los primeros acordes de la canción, el rubio plantino que tenía sentado al lado cambió y puso la suya favorita; la misma acción se repitió varias veces hasta que la chica se dio por vencida.
¡Está bien, tú ganas! – Draco sonrió. – 24…
¿24¿Y eso qué significa?- preguntó el chico bastante perdido.
Pues… verás, tengo una lista con todos mis objetivos por cumplir. Y el objetivo 24 es escuchar una canción junto a alguien con quien no me llevo bien.
Vaya… y¿qué mas objetivos tienes? – volvió a preguntar él.
A ver. Me gustaría estar en dos lugares a la vez, hacerme un tatuaje, hacer algún descubrimiento científico que sea útil en un futuro… no sé, hay muchos.
Y¿puedes decirme cuál es el primer objetivo de tu lista? – insistió él muy interesado.
Podría, pero después debería matarte y no creo que tengas ganas. – Hermione esbozó una sonrisa.
Sí, va a ser mejor que no me lo digas. Y hemos llegado, es esa casa. Muchas gracias por traerme.
¡No hay de qué! – respondió ella, de nuevo, con su amplia y blanca sonrisa en la cara.
Oye, por cierto¿me podrías ayudar con lo del musical de Grease? Es que me ha tocado Travolta y… buuf, estoy súper perdido. – preguntó Draco antes de bajar del coche de Hermione.
Sí, a mi no me importaría. Pero, una cosa, no te enamores de mí¿vale?
Draco se rió por dentro, para no hacerle un feo tan grande.
No, no, tranquila, seguro que no me pasa. Pues¿te viene bien mañana a las seis?
De acuerdo, mañana a las seis en mi casa.
El rubio platino se apeó del coche, se despidió de ella por la ventanilla con un simpático gesto con la mano y entró en su casa. Subió directamente a su cuarto, después de saludar a su madre, y buscó a Hermione en su anuario. La miró detenidamente y la vio tremendamente bella. En todos los pies de foto de cada alumno había unos cortos comentarios. Los suyos le sorprendieron enormemente. Preguntaban: "¿Qué es lo que esperas?" Y ella respondía: "Un milagro".
HOLA DE NUEVO! Espero que os haya gustado un poquito al menos y que me dejéis vuestra opinión en un review!
Gracias por entrar en el fic y hasta pronto!
Mi e-mail: rina(barrabaja)loka16(arroba)hotmail . com
Besos, MaRiNeTa MaLFoY
