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Capítulo número 3: Cambios inesperados
Hola! Sorry por tardar… espero que os esté gustando mi historia… aunque no he recibido todavía demasiados reviews :- ( no puedo responder ahora a vuestros comentarios, pero que sepáis que me encanta leerlos y que me alegran el día! Muchas gracias a todos y besitos!
El día en el instituto pasó lento y aburrido, más o menos como un día normal. A las seis en punto Draco llamó al timbre de los Granger. En la casa nadie le esperaba y cada uno estaba trabajando en sus cosas. Hermione abrió la puerta y, antes de que Draco pudiese decir cualquier cosa, se la cerró en las narices de golpe.
Hermione, vamos, ábreme, por favor… - le dijo Draco, hablando con ella a través de la puerta de madera blindada.
La chica abrió la puerta y casi embistió al chico, que se apartó rápidamente.
¿Qué quieres? – preguntó ella, fría y con una voz severa.
No estás de buen humor… - comentó Draco, intentando suavizar el asunto.
¡No se te escapa una! – respondió ella, irónica.
Esperaba que volviésemos a ensayar por las tardes… como siempre. – dijo el rubio, mientras la castaña cruzaba los brazos y soltaba un suspiro de aburrimiento.
¡Claro! Pero¿sin que ningún amigo de esos tuyos se entere, verdad? – volvió a interrogar Hermione, que comenzaba a desesperarse.
¡Sí! Pensé que, así, la gente pensaría que había sido por méritos propios y que había tenido progresos… Creo que Travolta se lo merece…
Y que fuéramos amigos en secreto¿no? – siguió ella, al borde de la risa frustrada.
¡Exacto, exacto¡Hermione, me has leído el pensamiento! – exclamó Draco, como si estuviese hablándolo a una niña de tres años, a la que hay que explicarle las cosas con dibujitos.
¡Genial! Quizá leas tú el mío… - y se quedó callada, cruzó los brazos y se puso seria. Draco no sabía qué decir y Hermione se dio la vuelta y se dispuso a entrar en la casa. Se quedó entre la puerta y el porche.
Hermione, entiéndeme, tú y yo somos muy distintos, no podemos ser amigos…
Creí haber visto algo en ti, algo bueno… - le contestó la chica, bastante triste y decepcionada.
Pero no puede ser… es imposible. Tú eres tú y yo soy yo… somos incompatibles. – continuó él.
Entonces¿qué¿Sólo vas al instituto porque eres popular y te debes a tus fans?
Bastante predecible… nada que no haya escuchado antes. – y sonrió. Normalmente cuando Draco sonreía, las chicas caían rendidas a sus pies. Pero Hermione era dura de roer.
Me has decepcionado, Malfoy. Vete, yo no quiero gente como tú a mi lado. – y la chica cerró la puerta definitivamente.
Draco Malfoy tuvo que volver a su casa, ahora ya nadie podía ayudarle y lo había conseguido por sus propios méritos.
Al día siguiente en el instituto, se cruzaron por el pasillo. Ninguno de los dos saludó al otro: la una por rabia y el otro por vergüenza. Pero sí se giraron. Al pasar uno por el lado de otro, Draco se giró para mirarla, pero ella seguía inquebrantable por su camino, por ello siguió con el suyo; cuando él ya había mirado, fue Hermione quién se volteó, que obtuvo la misma vista.
Los días pasaban y Draco estudiaba su guión todas las noches. Poco a poco se iba aprendiendo la letra de las canciones y su diálogo. La profesora de teatro también había tenido mala leche para darle el papel principal a él… a la persona que menos gracia tenía para actuar. Cuando llegaba alguna canción, todos los gallos que cabían en su garganta salían a la vez. A él mismo le daba apuro escucharse y a su madre, que dormía en la habitación de al lado, también. Pero él continuaba, incansable, con su trabajo.
Llegó el sábado y Draco tuvo que acudir a clase de repaso para los niños del colegio. Era una situación incómoda, ya que en la mesa de detrás de la suya, se sentaba Hermione con la niña a la que ella le daba clase.
A ver, Pete. ¿Qué triángulo es éste? – y señaló un triángulo equilátero del libro.
¡Y yo qué sé! – respondió el chico, dando vueltas su balón de baloncesto sobre la mesa.
Bueno¿pero qué opinas? – insistió Draco, volviendo a dibujar el triángulo para que el chico lo viese más claro.
¡Pues opino que esto es una chorrada! – exclamó el gordito.
Draco se levantó de su silla y le dijo Ya somos dos >>. Miró por la ventana y vio una canasta de baloncesto en el exterior.
Vamos, Pete, mueve el culo y sígueme.
¿Dónde me llevas, Malfoy? – le preguntó el chico, que seguía a Draco a su velocidad.
Llegaron a la canasta y Draco le dio unas instrucciones.
Venga, tú ponte ahí… sí, a esa distancia. Bien y si yo ahora me pongo aquí¿qué triángulo formaríamos? – se pusieron de un modo en el que el triángulo, con los vértices "Draco, Pete y canasta", tuviese los tres lados iguales.
Pues… un triángulo equilátero. – respondió Pete.
¿Seguro? – le hizo dudar el rubio, poniendo una ceja fruncida.
Sí, sí… seguro.
Bien, y si ahora damos dos pasos hacia delante¿formaríamos el mismo ángulo?
¡Claro! – exclamó Pete, que ya había entendido todo.
¡Bien! Basta por hoy… juguemos.
Los dos chicos empezaron a jugar un partidillo de básquet y Hermione, les miraba por la ventana.
Llegó el viernes por la noche, el día de la actuación. Draco había trabajado mucho, más que nunca antes en su vida, pero tenía la sensación de que algo no iba bien. Estaba convencido de que lo iba a hacer fatal… y todo el pueblo estaba allí. No, no haría el ridículo delante de tres padres y los abuelos, sino delante de todo el instituto, los padres de los alumnos, la gente del pueblo y las personas forasteras que habían acudido a ver el musical.
Estaban entre bambalinas, unos en calzoncillos, otros en maquillaje y los más tardones aún estaban por llegar. Draco miraba y volvía a mirar los pantalones de cuero negro y se preguntaba cómo metería las piernas; necesitaría crema o cera para hacerlo.
La profesora de teatro iba repartiendo el vestuario a cada actor. A "Las chicas de Rosa" les repartía ropa ajustada y chaqueta de cuero rosa, a los chicos amigos de Danny, les daba un litro de laca y gomina y pantalones de cuero y chaquetas del mismo material.
Al llegar a Hermione, le dio una bolsa con faldas largas y sueltas, chaquetas de punto, calcetines hasta las rodillas y, al final, unos pitillos de cuero negro, una chaqueta igual y una camiseta blanca ajustada.
Perdone, profesora, se ha equivocado, este es el vestuario de Stephannie no el mío. – le dijo Hermione, que estaba esperando su ropa de las Damas de Rosa.
No, Hermione, Stephannie no vendrá hoy, está afónica. Tú harás de Sandy.
Weeeeenas a todos! qué os ha parecido?mal, fatal, horrible..? plis, dejadme un review y me comentais qué os ha parecido, qué cambiariais... no sé, lo que os parezca! Muxos besitos y espero vuestros reviews, oko?
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