PROLOGO
Escondido en la sombra, una figura se movía nerviosamente. Recorría la desierta y estrecha calle arriba y abajo, retorciendo sus manos en señal de intranquilidad. Esperaba a algo o a alguien... y cada minuto que transcurría su nerviosismo se acrecentaba. Solo se escuchaban sus pasos cortos y rápidos... como los de una rata. Miró a su derecha, hacia un enorme montón de ropa harapienta situado en el suelo, distrayéndolo momentaneamente pero una brisa gélida le devolvió a la realidad y escuchó una voz:
-Colagusano...
Pettigrew se volvió asustado. Abrió sorprendido sus pequeños ojos de rata e hizo una reverencia:
- Mi Señor...
Un ser alto y de complexión fuerte, ataviado con una larga capa negra que le cubría el rostro se situaba frente a él. Su sola presencia, aún sin verle la cara, imponía. Era Lord Voldemort.
- Espero que no estés haciéndome perder el tiempo -dijo fríamente
- Mi amo, estoy seguro de que encontrareis muy interesante lo que os voy a mostrar -explicó Colagusano que aún no se había atrevido a mirarle directamente. Se acercó al montón de ropa que yacía en el suelo y la levantó. No solo era ropa harapienta, era una anciana de pelo gris enmarañado que al sentir como Colagusano la tocaba, se asustó más de lo que su ajado rostro ya demostraba. Pettigrew llevó la anciana hasta Voldemort y se la mostró.
- ¿Y esto es interesante? -preguntó despectivamente.
Colagusano apresuró a explicar ante el tono expresado por Voldermort.
- Mi señor... esta mujer profetiza cosas. Es muy conocida en esta región y todo lo que ha profetizado se ha cumplido -La anciana temblaba y no levantó la cabeza. Sabía ante quien estaba y le aterrorizaba- Y... y yo la escuché hacer una profecía que sé que os interesará porque está relacionada con... el nacido el séptimo mes.
Voldemort se quedó en silencio durante unos segundos, levantó los brazos y se echó hacia atrás la capucha dejando contemplar su rostro. Colagusano bajó la vista.
- ¿Es eso cierto, vieja? -preguntó con desprecio.
La anciana sujetada por Colagusano no respondió. Solo se escuchaban los gemidos que le provocaba el temblor de su cuerpo aterrado.
- Te he preguntado si es cierto... -repitió amenazadoramente. La anciana asintió-...Mírame...¡¡MIRAME!!
La mujer gimió aún más fuerte al escuchar la imperiosa voz de Voldemort y levantó lentamente la cabeza. El mago oscuro entrecerró los ojos adoptando una expresión de asco al ver su aspecto. Tenía un rostro repleto de arrugas que le marcaban cada zona confirmando su avanzada edad, sus ojos mostraban el terror que sentía en su interior pero solo por el conocimiento de estar frente a aquella presencia ya que no podía verle: era ciega y sus globos oculares estaban prácticamente blancos.
- Quiero escucharla -ordenó
- No puedo... -dijo la anciana casi en un susurro
- ¿No puedes? -preguntó Voldemort en tono impaciente. Colagusano se asustó al ver que su señor podía estar enfadándose.
- Mi amo... tiene que entrar en trance -trató de explicar.
- Me da igual lo que tenga que hacer pero quiero escuchar esa profecía ¡YA!
La mujer gritó aterrorizada. Sintió la furia del mago pero no podía repetir una profecía en el estado de horror es que se encontraba. Voldemort comenzaba a impacientarse, levantó la varita y gritó:
- ¡IMPERIUS!
Un rayo de luz salió despedido dándole de lleno. Colagusano la soltó y ésta cayó al suelo de rodillas. "Revélame esa profecía... quiero escucharla ya... entra en trance y revélame la profecía..." La anciana dejó de temblar repentinamente y Voldemort bajó la varita. Aún de rodillas, levantó el encorvado cuerpo y miró con sus ojos ciegos al vacío. Una voz más segura que la que se había escuchado hacía unos minutos salió de su boca.
- De igual a igual marcados, dos magos se enfrentarán en definitiva batalla... Mas el poderoso descubrirá en nacida de sangre extraña el arma para vencer a su enemigo... Poseerá conocimientos que sorprenderán a los que la rodeen... pero el destino hará que su fuerza se convierta en la ayuda que el poderoso necesita para conseguir la caida del enemigo... pues cuando mal y antiguo se encuentren se iniciará el principio del fin...
Colagusano no se atrevía a moverse y miraba a la anciana y furtivamente a su señor para ver su reacción. Voldemort mantenía la vista fija en la mujer que tras varios segundos en la misma posición y con la serenidad en su rostro, volvió a derrumbarse al salir del trance. El mago meditaba en silencio las palabras de la anciana mientras ésta volvía a temblar.
-¿Quién es esa nacida de sangre extraña que me ayudará? -preguntó de pronto
- No lo sé... -contestó titubeante la mujer sabiendo que su respuesta no le agradaría.
- Poseerá conocimientos que sorprenderán... -repitió el mago en voz alta y una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro. Una idea había acudido a su mente y parecía ser lo que buscaba- Sí que ha resultado interesante, Colagusano, pero... -Pettigrew sonrió levemente sin saber si su amo le reprendería aunque le veía satisfecho de la revelación que había oído-... nadie debe conocer esta profecía ¿me oyes? Vete y por tu bien, espero que de tu boca de rata no salga ni una palabra porque de la boca de esta vieja... -dijo dirigiéndose hacia la mujer- ...no volverá a salir ni una sola más.
Y en un segundo, la apuntó de nuevo con varita y lanzó la imperdonable más temida.
