Capítulo 3: Se aproxima el ocaso

La misión terminó ya entrada la tarde. Los maverick hunters regresaron a la base al anochecer.

- Acabamos con todos los mavericks, ¿no es verdad capitán? – Decía Blues, presumiendo de su habilidad con el arma.

- No te emociones demasiado, Blues, no fue nada divertido.- Respondió X, algo molesto por el comentario del novato.

- El capitán tiene razón, Blues. No hay nada de divertido en eliminar a otros reploids. – Agregó Hawk.

- Disculpen muchachos pero tengo cosas que hacer, los veré más tarde... ¡ah! Y si la teniente Alia pregunta, díganle que le entregaré el reporte de la misión mañana temprano.

- Entendido, capitán. – Dijeron los dos reploids haciendo el saludo militar, su líder respondió de la misma manera y poco después se retiró del lugar.

Después de despedirse de sus subordinados, el capitán de la unidad 17 se dirigió a la sala de entrenamiento. Antes de entrar se revisó la pierna y cambió el vendaje improvisado que había colocado sobre la herida, aún le molestaba, pero no tenía deseos de dirigirse a la enfermaría. Además, el escáner interno no indicaba que se tratara de una herida severa, sus sistemas de auto-reparación podrían encargarse de ella.

Después de tantos años de estar en guerra, X había desarrollado cierto nivel de tolerancia al dolor. Esto tenía tanto ventajas como desventajas, por un lado le permitía permanecer en batalla sin que el dolor de sus heridas le impidiera concentrarse en la lucha, por el otro, había ocasiones en que heridas o daños severos pasaban desapercibidos y eso llegaba ser peligroso, y aun cuando el escáner interno le permitía mantenerse al tanto de las condiciones de su cuerpo, había ocasiones en que el diagnóstico llegaba a fallar. En una ocasión eso le sucedió y casi pagó el precio.

Al entrar al cuarto programó la computadora para pruebas de combate cuerpo a cuerpo. La simulación comenzó: Varios hologramas con la imagen de diversos mavericks aparecieron rodeando a X. El cazador desenvainó el sable y comenzó a luchar contra ellos. X había mejorado notablemente en su manejo del Z-Saber durante los últimos meses, prueba de ello era el hecho de que todos los hologramas caían rebanados por la mitad a cada golpe que X daba con el sable. Sin embargo, la mente del bombardero azul no estaba completamente concentrada en el combate, algo le estaba molestando. Algo con lo que ya estaba familiarizado, pero que incluso después de tantos años, le era difícil de superar: El remordimiento.

Aún cuando la mayor parte del personal de la base lo considera un asesino a sangre fría por su forma de eliminar a sus adversarios, aparentemente sin que esto le afecte en lo más mínimo, lo cierto es que X sufre cada vez que nulifica a un maverick. Lo curioso de este asunto es que, si bien es cierto que a X nunca le tiemblan las manos al momento de destruir a un maverick, el sentimiento de culpa nunca se presenta al momento de dar el tiro de gracia, siempre viene después, como un fantasma que se levanta de su tumba para atormentar al responsable de su muerte... X detesta eso, desde que recuerda, siempre ha sido así.

La primera vez que destruyó a un maverick ni siquiera se aterró, no sudó, todo sucedió demasiado rápido como para haber sentido miedo. Sólo recordaba que en su primera misión en la unidad 17, uno de sus compañeros había sido atacado por un maverick que estuvo a punto de destruirlo. X no titubeó, al ver el peligro en que se encontraba el otro cazador, no tardó en jalar del gatillo del X-Buster. El maverick atacante cayó fulminado al suelo y Zero lo felicitó por su oportuna intervención. La misión continuó como si nada. Así sucedió todo, tan rápido y repentino que ni siquiera supo con exactitud qué era lo que había pasado. X continuó disparando contra los mavericks, destruyendo a todo aquél que se interpuso en su camino, parecía no estar del todo consciente de lo que hacía.

Después de que la misión finalizara todos se preparaban a retirarse para la base, X volteó hacia los cuerpos destrozados de los mavericks, a su alrededor había cientos de reploids como él: Todos hechos pedazos, con sus cuerpos desmembrados, sus rostros bañados en sus propios líquidos vitales que escurrían por el suelo mientras chispas de electricidad escapaban a través de sus cables. Algunos tenían una mueca bastante extraña en el rostro, indicando el grado de demencia al que habían llegado, otros simplemente tenían una expresión de terror y de dolor, semejante al de alguien que no se esperaba morir tan pronto. X miró esa escena y se sintió culpable. Había asesinado a varios de sus hermanos androides y lo peor de todo era que ni siquiera se había inmutado al hacerlo. ¿Cómo pudo matar a tantos reploids sin detenerse a pensar en lo que hacía? ¿Cómo pudo dispararles de esa manera, sin siquiera sentir la más mínima compasión? ¿Cómo pudo ser tan insensible y tan despiadado? Era un criminal, el peor de los asesinos.

Estaba tan arrepentido por sus acciones que estuvo a punto de suicidarse, dándose un tiro en la cabeza. Zero lo vio y se lo impidió, dándole un puñetazo en el estómago. Esas fueron sus palabras:

"¡No seas cobarde! ¿Crees que para cualquiera de nosotros es más fácil que para ti? Sé que es difícil tener que dispararle a alguien de tu propia raza, pero no tenemos otra opción. Tienes que ser fuerte. ¡No huyas! Tomar el camino fácil es algo para los perdedores y yo sé que tu vales mucho más que eso. ¡Se valiente y enfrenta las consecuencias de tus actos como un hombre!"

X lo miró sorprendido, el golpe lo había dejado en el suelo, pero las palabras de Zero habían llegado a lo más profundo de él. Zero le dio la mano y le ayudó a levantarse. X dio un último vistazo a los mavericks, dio un gran suspiro de resignación y se dirigió a donde estaba Zero. Antes de teletransportarse a la base le observó con admiración, estaba orgulloso de tener un líder como él.

Desde entonces, X empezó a respetar a Zero, más de lo que ya lo hacía, sin mencionar que comenzó a efectuar mejor su labor dentro de la unidad. Sin embargo, eso no cambió la situación: A la hora de matar nada le impedía hacerlo, pero era después del acto cuando su conciencia se encargaba de recriminárselo. En cierto modo, ya estaba acostumbrado a ello. Ya ni siquiera le angustiaba, por el contrario, prefería distraer su mente en los entrenamientos, tratando de olvidarse de esos "remordimientos absurdos" como Zero los llamaba.

Sin embargo, a veces se preguntaba si el tratar de hacer a un lado la culpa era una forma de negar la verdad. La verdad de que, a pesar de todo, él era un asesino. Quizá sus crímenes estuvieran justificados, después de todo, los mavericks son peligrosos y es su "deber" acabar con ellos, pero ello no significa en ningún momento que deje de ser un homicida. Un homicida al que la ley nunca castigaría pero un homicida al fin y al cabo.

Por mucho que odiara ese hecho, sabía que no tenía otra opción, tenía que pelear. Ese era el camino que había escogido, un camino doloroso y lleno de frustración, un camino del que no podía salir tan fácilmente, llevaba demasiados años recorriéndolo como para hacerlo. Lo que más le dolía a X no era sólo el hecho de ser un asesino, sino sobre todo, saber que tenía manchadas las manos con la sangre de varias víctimas inocentes.

Al contrario de lo que pueda pensarse, a lo largo de la historia muy pocos reploids se han vuelto contra los humanos por convicción propia. La mayoría de los que se volvieron renegados, fueron en realidad infectados por el virus. Eso sin mencionar que una gran parte de los que se rebelaron por cuenta propia no buscaban destruir a la humanidad, únicamente querían obtener su libertad.

La historia de los robots siempre ha sido la de ser esclavos de la raza humana, su propio nombre es testimonio de ello: La palabra "robot" significa "esclavo". Los robots han sido esclavos de los humanos desde que se construyó al primero. No es extraño que algunos reploids, habiendo sido creados con emociones y sentimientos, con la capacidad de pensar por sí mismos, hayan decidido rebelarse con tal de que se les dieran los mismos derechos que a sus creadores. Era cierto que sus huesos estaban hechos de metal, que su piel y sus tejidos eran de silicón, que en lugar de venas tenían tubos y cables por los que circulaban fluidos combustibles en vez de sangre, pero ello no dejaba de significar que fueran tan humanos como sus propios creadores.

Aunque eran máquinas tenían conciencia, y eso les brindaba un alma, un alma que a pesar de ser artificial, no dejaba de ser tan valiosa como la cualquier ser humano. Era de esperar que algunos no estarían satisfechos con el trato que se les daba y lucharían porque se les tratara como lo que eran, personas, y no como objetos. Tal fue el caso de los miembros de la Repliforce.

La Repliforce fue un ejército constituido únicamente por reploids, formado poco después de los incidentes ocurridos en Doppler Town. Su misión original era ayudar a mantener la paz y servir de apoyo a los maverick hunters en la labor de combatir a los mavericks. Sin embargo, tras la destrucción de Sky Lagoon en manos del cazador traidor Magma Dragoon, en la cual también se vieron implicados algunos de sus miembros, se pensó que la Repliforce entera se había convertido en un grupo de mavericks. Los líderes de Repliforce, el Coronel y el General, se sintieron indignados por esta acusación, por lo que decidieron independizarse, formando su propia nación de reploids en el espacio.

Este movimiento de independencia no se trató en ningún momento de una revolución en contra de los creadores humanos, ni mucho menos de destruir al planeta madre, únicamente buscaban la libertad y el respeto a los derechos de los reploids. No obstante, el gobierno de la Tierra representado por el Supremo Consejo de Regencia, consideró que la Repliforce era demasiado peligrosa por su enorme poder militar y, temiendo que más reploids se incorporaran al movimiento, ordenaron a los maverick hunters destruirla.

Fue cuando inició la llamada guerra de Repliforce, la cual no fue sino un completo embuste. Todo se trató solamente de un ardid del mismísimo Sigma que, tras convencer al General de que los maverick hunters podrían atentar contra él, se encargó de elaborarlo todo para que la Repliforce y los cazadores se mataran entre sí. Una vez que las dos principales fuerzas que le amenazaban fueran destruidas, ya no habría ningún obstáculo que impidiera al maverick atacar la Tierra.

Afortunadamente, X y Zero descubrieron sus planes y lo detuvieron a tiempo, antes de que el cañón de la Final Weapon disparara contra el planeta. Sin embargo, ello no impidió que la Repliforce fuera aniquilada. La mayor parte de sus miembros sucumbieron, incluyendo a Colonel y al mismísimo General. Sólo sobrevivió la división aérea que pasó a convertirse posteriormente en las Fuerzas Aéreas Reploid, al mando de Spiral Pegacion, el único comandante de Repliforce que no fue asesinado. Más tarde, esta última rama también sería destruida durante la crisis de Eurasia, después de que su líder fuera infectado por el virus y tuviera que ser neutralizado.

Durante la guerra contra Repliforce, destacaron las labores de la unidad 17, al mando de X, y de la recién reformada unidad 00 de fuerzas especiales a cargo de Zero. Muchas vidas de reploids inocentes que, para colmo, ni siquiera habían sido infectados por el virus, fueron tomadas durante el conflicto. Esto no excluyó a los maverick hunters, ambos bandos sufrieron perdidas irreparables, incluyendo a la pobre Iris, hermana del Coronel, de la cual Zero se enamoró y a la que al final tuvo que eliminar.

Una guerra brutal e injusta sin duda, de la cual X aún se arrepiente de haber participado, pero que de no haberlo hecho, sólo hubiera contribuido al plan de Sigma de usar a la Repliforce para acabar con la raza humana y con los maverick hunters. Aún así, el cazador se sigue culpando por el papel que asumió en la guerra: Eliminó a varios reploids que no merecían morir, acabó con las esperanzas de muchos androides de encontrar, por fin, un lugar donde pudieran ser libres, fuera de la esclavitud de los humanos.

Sin embargo, X sólo se siente un poco más culpable por ellos que por los reploids infectados a los que también ha asesinado. En cierto modo, esos mavericks no tuvieron la culpa de ser infectados por el virus Sigma, y aunque eso no justifica las atrocidades que algunos cometieron, X aún cree que pudo haber otra forma en lugar de tener que neutralizarlos. Si tan sólo las vacunas contra el virus Sigma hubieran sido descubiertas antes, muchas de esas vidas no hubieran tenido que ser sacrificadas.

Irónicamente, ahora con el virus Nightmare, X parece estar repitiendo la misma historia que vivió con el virus Sigma. Actualmente, cualquier reploid que sea infectado por el virus Sigma o por el virus Zero puede ser fácilmente curado y devuelto a la normalidad, sólo es cuestión de aplicar la vacuna apropiada. No es el caso del virus Nightmare, contra el que no existe vacuna alguna. X recuerda que esa misma situación la vivió con el virus Sigma, pero ahora es peor: Aún con los maverick infectados por el virus Sigma era posible razonar algunas veces, no así con las víctimas del Nightmare contra las que sólo puede pelear. Por si fuera poco, a la larga, Nightmare termina destruyendo la conciencia de un reploid, lo que resulta más triste todavía, ya que no deja más posibilidades.

En el pasado, si un reploid era destruido, era posible devolverlo a la vida si sus sistemas de conciencia sobrevivían sin recibir un daño severo. De allí que reploids como Zero o Vile, que fueron destruidos durante la primera guerra contra los mavericks, pudieron ser reconstruidos, ya que sus sistemas de conciencia no fueron dañados. Incluso se ha podido reconstruir a reploids infectados por el virus Sigma, sólo fue necesario vacunar sus matrices de conciencia antes de resucitarlos.

El caso del Nightmare es diferente, el Nightmare contamina el alma de los reploids, destruye sus mentes por completo, barriendo con sus sistemas de conciencia y de razonamiento. Ello sólo significa que a los reploids infectados por Nightmare no les queda esperanza de salvación, sólo la muerte. Y al respecto de eso, el punto de vista de X no ha cambiado: "Debe haber otro camino."

Un camino que, desgraciadamente, sigue sin ser descubierto, por lo que sólo le queda seguir peleando. Es algo que en realidad detesta y que no soporta de ningún modo. Hasta donde él sabe, los únicos mavericks que quizá debieron ser eliminados fueron los que decidieron por sí mismos que la humanidad era un estorbo y debía ser aniquilada. Y por cada centena de adversarios que ha enfrentado, X apenas si recuerda a dos o tres mavericks que hayan tenido esa característica, la mayoría sólo han sido víctimas del virus. Sin embargo, aún cuando esos mavericks intentaran acabar con la humanidad, tal vez se hubiera podido llegar a un acuerdo con ellos.

"Siempre queda la posibilidad de razonar, tiene que haber otro camino que no sea el de la violencia. Ahora que lo pienso, tal vez el destino de la humanidad esté marcado por eso. En todas las épocas ha habido guerras, parece como si fuera ya parte de la naturaleza humana, y nosotros, que somos 'hijos' de los humanos, nos dejamos influenciar por ello." Fueron los pensamientos del cazador de armadura azul mientras derribaba a uno de los hologramas.

X recuerda que hubo un período, muy breve por cierto, en el que algunos humanos culparon a los reploids de ser los causantes de todos los males y quisieron acabar con todos, justo al mismo tiempo que un puñado de mavericks decidió aniquilar a la humanidad por ser los responsables del deterioro del planeta. Ambos movimientos no duraron ni un año ya que fueron sometidos rápidamente por los maverick hunters, pero generaron opiniones encontradas que dieron mucho en que pensar.

"Pareciera que también es característica de la naturaleza humana el buscar un culpable a quien atribuirle todas las desgracias. Pensándolo bien, a lo largo de la historia se han buscado muchos chivos expiatorios que varían según la época: los negros, los judíos, los nazis, los comunistas, los islámicos... incluso los reploids hemos sido víctimas de ello. Y ahora, algunos miembros de mi propia raza consideran a los humanos el chivo expiatorio perfecto. A veces me da la impresión de que esa característica nos hubiera sido heredada. Es curioso que algunos reploids, como Sigma o Gate, hayan pensado que destruyendo a los humanos podrían formar un mundo perfecto, así como los humanos piensan que deshaciéndose del supuesto causante de sus males podrán prosperar."

X dio un salto para esquivar el ataque de uno de los hologramas y, acto seguido, embistió contra él con el sable.

"¡Ambas posturas están equivocadas! La paz y la prosperidad sólo se conseguirán si los reploids y los humanos hacen a un lado sus diferencias y empiezan a trabajar juntos. Aún cuando la violencia sea una característica innata del ser humano, la capacidad de razonar también lo es. Sé que la humanidad no es tan estúpida como para dejar que el odio y el caos la destruyan. Siempre me he preguntado si existirá otro camino diferente al de la guerra. Ese camino debe existir, en algún lado. Sé que lo encontraré, debo encontrarlo. Si la humanidad llega a hallar ese camino, tal vez se volverá capaz de evolucionar y trascender más allá de todas las barreras que se lo han impedido. Quizá entonces los humanos dejen de buscar chivos expiatorios a quienes achacarles la culpa y serán capaces de enfrentar sus problemas y ponerles fin."

El capitán de la unidad 17 se detuvo a descansar por un momento.

"De lo que me doy cuenta es que los humanos no podrán encontrar ese camino si los reploids no les ayudamos. Parece ser que ellos nos necesitan ahora más que nunca. Quizá nosotros podamos ayudarlos a evolucionar y a trascender. Tal vez, al mismo tiempo, ellos nos ayuden a superar nuestros defectos. En cierto modo, somos iguales a ellos, tenemos prácticamente los mismos vicios. Sólo si nos ayudamos mutuamente podremos superarlos."

X ha soñado decenas de veces con lo que llama "Elyseum", un mundo en donde los humanos y los reploids puedan vivir en paz y armonía. Ese fue el sueño del Dr. Light, heredado a su último hijo y que, de continuar la situación mundial como hasta ahora, cada vez se ve más lejos de realizar.

"Hasta que ese sueño pueda cumplirse, seguiré luchando. No me rendiré, una vez estuve a punto de hacerlo pero no volverá a pasar. Tengo que seguir peleando. No permitiré que nadie, ni los mavericks ni el virus, sigan opacando las posibilidades de formar un mundo mejor. Hasta que la última guerra de todas sea librada, no dejaré de luchar."

X decidió cambiar el vendaje otra vez. La herida en la pierna empezaba a molestarle de nuevo, comenzaba a creer que la idea de ir a la enfermería no era tan mala después de todo.

Mientras cambiaba el vendaje empezó a recordar aquel incidente en que, por culpa de una herida no atendida, estuvo cerca de ser eliminado. Afortunadamente, Zero llegó a salvarlo en el momento preciso, como de costumbre. Al analizar varias de las últimas misiones, X se percataba de que aquél incidente no había sido el único en que había estado a punto de perder la vida por un descuido. Recordó la conversación que tuvo con Alia en la mañana, comprendiendo los motivos de la preocupación de su amiga, vaya que tenía razón en estarlo. El capitán de la unidad 17 podía ser demasiado temerario algunas veces, más de lo que alguien con sentido común se atrevería. Aún siendo bastante calculador como indudablemente lo era, X a veces sobreestimaba sus habilidades para manejar situaciones peligrosas, en más de una ocasión había fallado al medir el peligro y aunque siempre encontraba la manera de salir avante, a veces parecía que sólo se salvaba por culpa de la endemoniada suerte que parecía acompañarlo.

En muchas ocasiones, el nombre de esa endemoniada suerte había sido Zero. No es necesario mucho análisis para notar que, así como X siempre llega a tiempo para salvar a Blues y a Hawk cuando la situación se pone fea, en el pasado había sido Zero quien se encargara de ayudar a X en las situaciones comprometidas. Era como una especie de legado que el maverick hunter de armadura carmesí le había heredado al bombardero azul tras dejarle el Z-Saber (más que un legado, una maldición desde el punto de vista de X).

Al pensar en su compañero de antaño, X empezó a recordar de nuevo ese sueño que había tenido desde hacía varios meses y que seguía manifestándose hasta ahora. X no lo comprendía, la primera vez que tuvo un sueño parecido fue poco antes de la aparición del Nightmare. En aquél entonces había quedado confundido por su significado y aún ahora lo estaba. Tal vez le estaba dando demasiada importancia a ese sueño, más de la que debía. Después de todo, nada le negaba que pudiera ser un error de programación o un efecto de la depresión por la que pasó después de la desaparición de Zero.... pero, ¿y si en verdad se tratara de una premonición o de una advertencia...?

"No, eso no puede ser posible."

El entrenamiento reinició una vez cambiado el vendaje. Aún con todos los hologramas rodeándolo, X no dejaba de pensar en su amigo desaparecido, lo extrañaba bastante. Sencillamente ya no era lo mismo estar en la base sin él, en realidad le hacía falta su presencia. Zero había sido más que un amigo para él, había sido casi un hermano. Después de todo, fue él quien lo entrenó y lo instruyó cuando apenas iniciaba dentro de los maverick hunters. Gran parte de lo que era ahora se lo debía a él. También le había salvado la vida en innumerables ocasiones, sin mencionar que de todos los cazadores de la base, Zero era el único que parecía conocer a profundidad a X, y él único que realmente lo entendía. Un amigo que siempre le brindaba apoyo en los momentos difíciles y con quien siempre podía contar. Era lógico que sintiera melancolía al pensar en él.

"Me pregunto qué estará haciendo ahora. Sea lo que sea, debe ser algo muy importante como para que aún no haya regresado a la base. Me gustaría tener alguna noticia de él, algo que me ayudara a cerciorarme de que se encuentra bien."

X suspiró con una gota en la cabeza al recordar la múltiples misiones en las que había participado al lado de Zero, en especial una donde el hunter carmesí había barrido con un regimiento de mavericks sin recibir rasguño alguno.

"La verdad no sé para que demonios me preocupo por él. Zero puede cuidarse solo a la perfección. Ese cabeza dura... Alia debe pensar que soy un kamikaze por la forma como me arriesgo en las misiones, debió haber visto a Zero en algunos de los combates que tuvimos durante los incidentes en Doppler Town. ¡ESAS SÍ ERAN MANIOBRAS KAMIKAZE! A veces me da la impresión de que a Zero lo acompaña una suerte más endiablada que la mía"

X detuvo nuevamente el entrenamiento. Los hologramas empezaban a resultarle demasiado débiles, necesitaba algo con mayor nivel de dificultad. Se dirigió hacia una computadora que se encontraba en una de las paredes de la sala y empezó a teclear algunos códigos para cambiar el tipo de entrenamiento.

"De lo que me doy cuenta es que Zero siempre ha sido más temerario que yo. Hay ocasiones en que pienso que él sigue siendo el más fuerte de los dos. Aunque tenemos exactamente el mismo potencial de combate, no lo sé, a veces pienso que él siempre seguirá siendo él más fuerte. Tal vez él sea mucho más fuerte y valiente de lo que yo podré llegar a ser."

X dirigió una mirada triste al Z-Saber en su mano.

"Dicen que tarde o temprano el alumno siempre supera al maestro, me pegunto que tan cierto será en el caso de Zero y el mío. Hay ocasiones en que creo que no soy digno de portar esta arma. Todos en la base piensan que soy el mejor cazador que ha existido, incluso la imagen de Zero en mis sueños me dice que ahora yo soy el número uno... ¿¡Él número uno para qué?! ¿Cómo puedo ser el mejor de todos si hay momentos en que me siento más frágil que una copa de cristal? Por más que traten de compararme con Zero, yo jamás podré ser como él, y aunque use su sable eso no me convierte de ningún modo en su sucesor. Como Zero sólo podrá haber uno."

El nuevo entrenamiento dio comienzo, esta vez se trataba de una pista de obstáculos. Diversos tipos de trampas así como torretas de rayos láser aparecieron a lo largo del cuarto, el objetivo era cruzar a través de todo eso y llegar al otro extremo de la sala de entrenamiento, sin ser eliminado claro está.

X atravesaba las trampas y esquivaba los rayos láser, algunos los desviaba con ayuda del sable de luz.

"La prueba de que tan diferentes somos y de que tan superior sigue siendo él a mí está en esta misma sala. Estoy seguro de que él no se dejaría abatir por estos remordimientos tan absurdos... No como yo lo estoy haciendo."

X continuaba las prácticas sin percatarse de que, fuera de la sala de entrenamiento, una joven de cabellos rubios (a quien ya todos conocemos) lo observaba desde una ventana a prueba de disparos. A Alia realmente le dolía ver a X en ese estado. La joven reploid no tuvo que pensarlo mucho para dar con el lugar donde se encontraba el cazador de titanio azul. Ya era algo típico que X se dirigiera a la sala de entrenamiento después de cada misión, a ahogar sus penas. Alia conocía muy bien los tormentos por los que pasaba el cazador y la forma como trataba de liberarlos en cada entrenamiento. El dolor y el remordimiento eran algo con lo que ya estaba familiarizada, ella misma había sentido en carne propia algo semejante a lo que X estaba sintiendo en ese momento.

Después de todo, ella también había sido responsable de la muerte de algunos reploids en el pasado, sólo que en su caso fue peor: Ella recibió ordenes de sus superiores que le obligaron a traicionar a un amigo... a alguien más que un amigo, alguien a quien realmente estimaba y apreciaba mucho. En cierto modo, ella contribuyó de manera indirecta a que él se transformara en el monstruo responsable de una atrocidad tan grande como la de propagar el virus infernal. Ese virus infernal que está acabando con las esperanzas de todos. Es probable que de no ser por la ayuda y comprensión de X, ella nunca hubiera podido superar los remordimientos y la culpa que le invadieron tras saber que Gate era el responsable del Nightmare.

Ahora desearía poder ayudar a X a superar esa clase de pesar, sin embargo, prefería mantenerse alejada. Sabía que eso era algo que sólo X podría superar, ella no podía interferir en el conflicto interno del maverick hunter. La única ayuda que podía brindarle era permanecer a su lado el mayor tiempo posible y brindarle todo el apoyo que él necesitara de ella. Nada más que eso.

"Saber que eres responsable de la muerte de varios reploids es algo muy difícil de soportar, sobre todo para alguien como tú, X, que siempre has odiado la violencia. Pero saber que no te queda otra salida es algo mucho peor."

Alia recordó una de las frases que X suele usar muy a menudo: "El fin no justifica los medios". En varias ocasiones el cazador le había comentado a la navegante sobre lo mucho que le molestaba tener que eliminar a los mavericks, aún cuando fueran peligrosos, eso no justificaba el tener que destruirlos para mantener la paz. Alia compartía esa misma opinión, aunque ella sabía, tal como X, que no les quedaba otra salida. Eso era algo que ella ya había asumido pero que a X le costaba más trabajo aceptar, sus ideales no se lo permitían.

La maverick hunter dirigió una mirada melancólica al bombardero azul que seguía esquivando los rayos láser sin prestarle atención. Desde que lo conocía, X siempre había resultado un misterio para ella, no sólo desde el punto de vista científico (hasta la fecha, muchos de los mecanismos del cuerpo de X siguen sin ser descubiertos) sino también en su personalidad, principalmente porque el cazador nunca deja que nadie se le aproxime demasiado. Siempre vagando en completa soledad, siempre guardando distancia de las demás personas. Hasta donde Alia sabe, el único amigo que el cazador de titanio ha tenido ha sido Zero. Ella se dio cuenta del inmenso dolor que la perdida de su amigo le había provocado al capitán de la unidad 17, y por ello no podía permitir que el cazador se dejara hundir en ese abismo de depresión por el que estaba cayendo.

Fue cuando Alia tuvo la oportunidad de acercarse a él y conocerlo más a fondo. No tardaron mucho en hacerse buenos amigos. La razón por la que X no se relacionaba con nadie era precisamente por los remordimientos que lo invadían, sin embargo, había ocasiones en que la soledad se volvía insoportable, aún para él. En momentos como ese, el cazador necesitaba de alguien con quien hablar, alguien que lo escuchara y le ayudara a mitigar sus penas, simplemente, alguien con quien sentirse acompañado. Ahora que Zero ya no estaba, Alia era la única persona que podía ayudarle a aminorar su soledad, y aunque a veces desearía poder acercarse más a él, sabía que debía guardar cierta distancia. Esa era la mejor manera de ayudarlo: Darle el espacio apropiado para que pudiera liberar sus frustraciones, pero al mismo tiempo hacerle saber que no estaba sólo ni desamparado, y que ella lo apoyaría cuando fuese necesario.

Ese era uno de los motivos por los que Alia se había negado a hablar con X sobre lo que sentía por él, sin embargo, el otro motivo (de mucho mayor peso aún) era que tenía un enorme pánico al pensar en tener que confesárselo. No es algo por lo que haya que sorprenderse si tomamos que en cuenta que ella es, hasta cierto punto, tan humana como cualquier otro reploid. Y en lo que respecta a asuntos del corazón, es bien sabido que los humanos son, probablemente, la especie más insegura en todo el universo.

- ¡Dios! ¿Por qué tiene que ser tan difícil hacer esto? - Se reprochaba. - Mírenme, soy patética. ¿Qué pensarían mis ex-compañeros del equipo de investigación si me vieran ahora? Probablemente se burlarían de mí. Ya me lo imagino: "La siempre fría y calculadora de Alia sufriendo por tener que declarársele a un hombre. ¡Qué ridículo!". ¡Oh, por Dios! ¿Qué tan difícil puede ser esto? Sólo tengo que entrar allá y decirle a X lo que siento por él. Eso es todo, no es nada del otro mundo.

Alia dio un paso hacia la puerta de la sala de entrenamiento. Se preparaba para tocar, pero súbitamente dio media vuelta y comenzó a caminar rápidamente en dirección contraria.

- Tal vez lo mejor sea no molestarlo, está demasiado ocupado y sería una descortesía de mi parte interrumpirlo. Al fin y al cabo, mañana será otro día, ya veré entonces si tengo oportunidad de decírselo. Sí, eso será lo mejor.

A mitad del pasillo, Alia dio una segunda media vuelta y regresó hacia la sala de entrenamiento.

- ¡No! ¡Esto ya es el colmo del absurdo! – Decía mientras caminaba con paso firme, como si se tratara de un soldado que marcha al campo de batalla. - ¡No voy a acobardarme de nuevo! ¡No lo voy a hacer! ¡Ya fue suficiente de esta estúpida cobardía!

La maverick hunter se detuvo frente a la puerta de la sala.

- El tiene que saberlo! ¡Tiene que saber lo que siento por él! ¡Voy a entrar allí y decírselo de una vez por todas! ¡Y nada, absolutamente nada, podrá detenerme!

- ¿Detenerla para qué, teniente? – Dijo una voz detrás de ella. La cazadora se sonrojó notablemente mientras se volteaba de prisa a ver de quien se trataba.

- ¡Blues!

- Sí teniente, soy yo, sucede algo. – Preguntó el reploid de la pañoleta con su clásica sonrisa pícara.

Alia no imaginaba que Blues la estaría escuchando, especialmente porque esperaba que el cazador novato estuviera a esas horas, como de costumbre, coqueteando con las encargadas del centro de control de la base.

- B-bueno, l-lo que s-sucede es que yo... ¡Hey! – La maverick hunter sujetó al novato del cuello y lo miró amenazante a los ojos. - ¡Dime rápidamente qué es lo que estás haciendo aquí y qué fue lo que escuhaste! ¡Rápido! Si es que sabes lo que te conviene!

- ¡Agh!... y-yo sólo venía a mi sesión de entrenamiento con el capitán X cuando la vi aquí parada y me acerqué a preguntar... podría soltarme... me está cortando la respiración... – Respondió el cazador mientras su piel agarraba un color azulado.

- ¡Oh! Disculpa. – Dijo Alia, mientras soltaba a Blues, aunque no apartó una mirada asesina de él en ningún momento.

Blues no comprendía la extraña y violenta reacción de la teniente, estaba aterrado pero ante todo sorprendido, nunca imaginó que la oficial tuviera tanta fuerza en las manos.

– Entonces dime, ¿qué fue lo escuchaste? – Preguntó Alia de nuevo.

- ¿Escuchar qué? – Preguntó una nueva voz masculina detrás de ella.

Esta vez el sonido de esa voz provocó que la maverick hunter se sonrojara muchísimo al tiempo que le temblaban las rodillas. La navegante se volteó hacia el dueño de la voz, precisamente el cazador de titanio azul al que todos conocemos. X acababa de salir de la sala de entrenamiento y se extrañó al ver que Blues y Alia se encontraban detrás de la puerta. Alia lo miró bastante apenada, su rostro estaba exageradamente ruborizado y se hallaba tan nerviosa que no podía pronunciar palabra alguna.

- Alia, Blues. ¿Ha pasado algo? – Preguntó el capitán sin comprender todavía lo que estaba sucediendo.

- Nada, capitán. Es sólo que la teniente está actuando muy extraño... ¡Auch! – Se dolió el novato al sentir como Alia le pisaba el pie.

- Blues, por favor, ¡cállate! – Susurró Alia al cazador sin dejar de lanzarle una mirada furiosa.

X seguía sin comprender cuando se percató del rubor en el rostro de la joven.

- Alia, ¿te sientes bien? Estás un poco roja. – Preguntó ingenuamente mientras colocaba una mano en la mejilla de la navegante. – Lo mejor será que te revise, luces un tanto enferma.

Tanto a Alia como a Blues les aparecieron dos enormes gotas en la nuca. De los dos, Blues era quien estaba más desconcertado, simplemente no entendía esos extraños cambios en la actitud de su capitán. ¿Cómo alguien que se comportaba tan dura y fríamente durante las misiones podía actuar algunas veces tan inocentemente hasta casi parecer un niño? Era algo que estaba fuera de su entendimiento.

- Bueno, tu temperatura corporal es normal, es lo que me dicen mis sensores de calor. – Dijo X, retirando su mano del rostro de la androide.

- Eh... X, había algo de lo que quería hablar contigo. – Dijo Alia, frunciendo el ceño mientras dirigía su mirada a Blues. - Pero creo que lo mejor será esperar a otro momento, hay cierta presencia indeseable por aquí.

- ¡Yo qué! – Se quejó el cazador de la pañoleta, dándose por aludido.

- ¡Ja! no tienes que preocuparte por Blues, él es bastante confiable. ¿No es verdad, Blues? – Dijo X, casi rugiendo la última parte. La expresión bonachona en su rostro se tornó por una muy poco amigable, prácticamente estaba matando al novato con la mirada.

- ¡Gulp! Sí, capitán. – Respondió Blues nervioso, mientras un nudo se formaba en su garganta.

- Por cierto Alia, si venías por el reporte de la misión, te aseguro que lo tendré listo mañana, no tienes que preocuparte. – Dirigiéndose a la navegante mientras su semblante recobraba su expresión afable.

- No, X... No es por eso.

- Bueno, entonces, ¿de qué deseas hablarme?

- ¿Eh? Este... no, de nada importante. Sólo quería decirte que el Dr. Koi te agradece por las muestras de Nightmare Souls que trajiste. – Respondió algo nerviosa.

Sobra decir que X se extrañó de que la navegante quisiera hablar a solas sobre algo tan insustancial.

- Pero teniente, eso no fue lo que escuché que le iba a decir al capitán X... – Interrumpió Blues de repente.

- Blues, creo que deberías ir a la enfermería. Necesitan revisar tus chips de memoria. ¡Te hace falta! – Gruñó Alia, mientras estrellaba el rostro de Blues en el piso con un manotazo.

Lógicamente, X observó todo sin comprender nada.

– Y más te vale que no le digas nada a X de lo que sea que hayas escuchado, me oíste, porque de lo contrario, ¡te juro que te pesará! – Susurró la teniente al oído del novato, sin quitar una expresión furiosa de su "bello" rostro.

Al pobre de Blues no le quedó otra opción más que asentir en silencio. Nunca pensó que encontraría a alguien que le infundiera tanto temor como el capitán X lo hacía, pero la mirada asesina de la teniente Alia era capaz de eso y mucho más.

- Bueno, Alia... – Dijo X, todavía desconcertado por la extraña escena.

- Este... ¿Sí?

X le sonrió.

- Puedes decirle al doctor que es un placer ayudarle en lo que pueda, y que si necesita algo sólo debe pedírmelo.

Alia le respondió sonriendo.

- De acuerdo, X. Se lo diré.

Ambos reploids quedaron mirándose por varios segundos. Parecían hipnotizados o algo semejante. El silencio empezaba a volverse incómodo, eso hasta que el sonido de alguien tosiendo lo interrumpió.

- ¡Ejem! Disculpen, capitán, ¿podríamos iniciar el entrenamiento?

- ¿Ah? ¿Qué?... ¡Ah! Sí, por supuesto Blues. Bueno, Alia, creo que tengo cosas que hacer.

- Sí, bueno... yo también tengo trabajo en el laboratorio.

- Bueno, entonces, nos veremos...

- Sí... nos veremos. Capitán X, Blues. Con permiso. – La teniente se despidió con un saludo militar. X y Blues respondieron.

Antes de retirarse, Alia le lanzó una última mirada homicida a Blues como advertencia de lo que le pasaría si abría la bocota. El cazador de la pañoleta tragó saliva nerviosamente. X no prestó atención a eso, permaneció observando a la navegante alejarse por el pasillo. No dejó de sonreír en ningún momento.

- Capitán X, capitán X. Tierra llamando al capitán X. – X no prestaba atención a las llamadas de Blues, no dejaba de mirar en dirección de donde Alia se había ido. Eso acabó desesperándolo. - ¡¡¡Capitán X!!!

- ¿Ah? ¿Qué? ¿Qué? ...Blues, disculpa. – El capitán de la unidad 17 estaba algo ruborizado. - Bueno, lo mejor será que iniciemos con tu sesión de entrenamiento.

- ¡Al fin! – Respondió Blues, algo fastidiado.

Antes de entrar al cuarto, X dio una última mirada al corredor por donde se fue Alia, sonrió una vez más. Aún no sabía el porqué, pero tener cerca la presencia de su navegante le hacía sentir bien, repentinamente se había olvidado de todas las angustias que le atormentaban.

Alia caminaba apresuradamente por el pasillo en dirección del laboratorio, estaba bastante frustrada.

"Otro intento más y otro fracaso... ¡Maldición! Si ese idiota de Blues no hubiera aparecido. Siempre llega en el momento menos oportuno. Creo que ya entiendo porque X es tan severo con él. ¡¿Quién no lo sería?!"

Varias frases amenazantes aparecían en la cabeza de Alia, todas dirigidas a Blues. Si declararse a X ya era bastante difícil, tener a un chismoso y fisgón como Blues cerca lo hacía peor. Sólo decir una palabra al respecto y en menos de dos segundos, todos en la base se enterarían de ello por culpa del novato.

- No sé que me habrá escuchado decir, pero si se atreve a decir algo a X, juro que lo voy a.... ¡Uyyyyy! – En la mente de Alia aparecían diversas maneras de eliminar a un reploid sin ser descubierto, sólo hacía falta elegir una para Blues.

Finalmente, la cazadora llegó al laboratorio. Apenas entró, se sentó en una silla y dejó caer su cabeza sobre el escritorio, apoyándola sobre sus brazos. Estaba bastante frustrada, pero ante todo, deprimida. En el fondo sabía que aún sin la intervención de Blues, al final hubiera acabado acobardándose. Ya había perdido la cuenta del número de veces que había intentado hablar con X sobre "eso" y del número de veces que se había arrepentido en el último momento. Esa situación empezaba a resultarle desesperante.

"Todo esto sería mucho más fácil si él se diera cuenta de lo que siento." Meditaba tristemente. "Aunque supongo que mis sentimientos no son tan evidentes como para que él los note. Es natural si tomo en cuenta que él siempre ha sido muy distraído... ¡¿Aunque qué tanto debe serlo para no haberse percatado de ello en tanto tiempo?!"

Alia suspiró. Encendió el computador frente a ella y comenzó a trabajar. Diversos dígitos aparecían en la pantalla mientras tecleaba. Después de un rato, se detuvo y dirigió su vista al techo.

- Tal vez ya se dio cuenta de lo que siento por él y se está burlando de mí a mis espaldas... – Murmuró. – No. Eso es ridículo. – Dijo negando con la cabeza. – X no es ningún sin vergüenza para hacer tal cosa. A él nunca le ha gustado divertirse a expensas de los demás. Eso sin duda sería propio de Zero.

A Alia le apareció una gota de sudor al pensar en lo mucho que X empezaba a parecerse a Zero. Durante los últimos meses, el temperamento del capitán de la unidad 17 había comenzado ser cada vez más semejante al del antiguo capitán de la unidad de fuerzas especiales. Eso comenzaba a preocupar a Alia. Empezaba a temer que un día de estos fuera a encontrar a X vestido con una armadura roja y una larga cola de caballo adornando su cabeza. Eso le resultaría aterrador, aunque le tranquilizaba saber que X no estaba tan demente como para dar un cambio así de drástico.

De todas maneras le preocupaba la situación, ya había pasado más de dos meses tratando de hablar con X, y si no era porque algo los interrumpía, al final siempre acababa acobardándose antes de poder confesar sus sentimientos. La navegante suspiró nuevamente antes de seguir escribiendo en el teclado del computador.

"¿Por qué me hago esto a mí misma? ¿Por qué me torturo de esta manera? Tan fácil que sería mirarlo directamente al rostro y decírselo, eso sería todo."

La muchacha paró de teclear nuevamente. Su semblante reflejaba cada vez mayor tristeza y desilusión.

- Tal vez no valga la pena... quizá él no siente nada por mí. Tal vez está interesado en otra persona o.... ¡Oh, diablos! ¿A quién trato de engañar? – Se reprochó. – X nunca se fijará en mí. El señor maverick hunter estrella está demasiado ensimismado en su propio mundo y en su trabajo como para desarrollar afecto por alguien más. – Dijo frustrada.

- Veo que todavía sigues con ese dilema. – Dijo (por tercera vez en el día) una voz masculina tras de ella.

- ¡Dr. Koi! – Dijo Alia, volteándose apresuradamente a mirar a su maestro. Estaba apenada de que el científico la hubiera escuchado hablar. – No esperaba que llegaría tan pronto. Pensé que había ido donde Life Saver, a sacar los expedientes del virus Nightmare.

El científico asintió gravemente.

- Estaba allí cuando te vi pasar arrojando rayos y centellas a tu paso. – La joven androide se ruborizó al escucharlo hablar. - Supuse que de nuevo fuiste a la sala de entrenamiento a hablar con el capitán X, y que como siempre, te arrepentiste a última hora.

- ¡Doctor!- La cazadora se ruborizó más.

El científico reploid se dirigió a su asiento.

- No tienes porque sentirte avergonzada, mi niña. Después de todo, lo que sientes por ese cazador es algo natural. Los reploids seremos máquinas, pero también poseemos sentimientos. No hay nada de extraño en que podamos entristecernos, enfurecernos o en tu caso, enamorarnos.

- Doctor, me abochorna. – Respondió mientras desviaba la mirada.

El científico llevó una mano a su barbilla.

- Es esa timidez lo que te limita y te impide hablar, expresar lo que sientes al hombre que amas. No tienes porque avergonzarte de eso. Además, ¿cómo estás tan segura de que ese cazador no siente lo mismo? Por lo que he podido ver, el capitán X te aprecia mucho.

Alia bajó la vista seriamente.

- Usted no conoce a X, es cierto que él es amable y gentil con todo mundo (o por lo menos con los que no tiene bajo su mando), pero nunca ha mostrado afecto hacia nadie en especial. Su único amigo era Zero, e incluso con él era muy distante algunas veces. X siempre ha sido bastante reservado para mostrar sus emociones. Es muy extraño que él demuestre algún gesto de cariño hacia alguien, lo más que puedes esperar de él son palabras de apoyo y felicitación, y una palmada en el hombro.

Alia se recargó sobre la mesa, estaba más deprimida.

- Y no ha visto lo popular que es. Hay cientos de chicas en la base que se mueren por él. ¿Cómo puede alguien como él fijarse en alguien como yo? Es ridículo. Además, X tiene una misión muy importante que cumplir, tiene que protegernos del Nightmare y de los mavericks, no tiene tiempo para preocuparse por otras cosas. ¿Qué oportunidades tengo con él? Usted dígamelo. – Alia parecía cada vez más frustrada, comenzó a alzar la voz conforme hablaba con el científico. La joven parecía querer llorar, aunque sabía muy bien como retener las lágrimas. Nunca había llorado frente a nadie, ni siquiera frente a su mentor, y en ese momento definitivamente, no lo haría.

El doctor negó con la cabeza, reprochando la actitud de su antigua alumna. ¿Hasta cuándo seguiría poniendo esas excusas que no eran sino un reflejo de su inseguridad?

- Alia, mi niña. ¿Hasta cuándo vas a seguir con esto? No es bueno para ti que te hieras tú sola de esa manera. Ni siquiera sabes lo que ese cazador siente por ti y estás sacando conjeturas y deducciones apresuradas que no llevan a nada. ¿Qué es exactamente a lo que le tienes miedo? ¿Temes acaso que con X suceda lo mismo que con...? – El doctor desvió la mirada hacia el fondo del laboratorio, dirigiéndola hacia donde se hallaba un cilindro de cristal en el que flotaba el cuerpo de un reploid inconsciente. Alia se enfadó.

- ¡Por favor, doctor! No se atreva ni a mencionarlo. No quiero hablar sobre ese asunto. – Dijo, dándole la espalda y cruzándose de brazos.

- ¿No quieres que hablemos sobre qué, Alia? ¿Sobre lo que pasó con Gate?

- No quiero que lo mencione, usted sabe que entre él y yo nunca hubo nada. – Dijo sin voltear a ver al científico.

- No hubo nada porque tú no quisiste que hubiera. – Respondió él, a manera de reproche. – Nunca te armaste del valor suficiente para decirle lo que sentías por él. Ni siquiera lo intentaste. Además, tú podrías haber evitado que él terminara como lo hizo.

- ¡Me está culpando por lo que le pasó a Gate! – Exclamó, dirigiéndole una mirada furiosa.

- No, no te culpo por ello. Tanto tú como yo sabíamos que Gate siempre fue demasiado ambicioso. Ambos sabíamos que su arrogancia tarde o temprano lo llevaría a su ruina. Inclusive tú trataste de interceder por él ante el consejo científico, y al final sólo cumpliste con las ordenes que te asignaron. Pero no fue culpa tuya que Gate enloqueciera y creara al virus Nightmare. Sólo te digo que si hubieras formado esa relación con él, tal vez hubieras podido ayudarlo y evitar que se transformara en ese monstruo. Tú hubieras sido capaz de ayudarle a liberar toda la furia y odio que había dentro de él. Lo hubieras podido disuadir de realizar esos experimentos tan peligrosos. Hubieras podido salvarlo de sí mismo, Alia, pero tuviste miedo. El mismo miedo que tienes ahora con el capitán X.

El científico se levantó y caminó hacia una mesa ubicada detrás de Alia, en la cual había varios tubos de ensayo.

- Piénsalo bien. Si cometes el mismo error de nuevo, quien sabe que pueda suceder esta vez. – Dijo mientras pasaba al lado de la navegante.

- ¡X no es como Gate! ¡Él jamás sería capaz de cosas tan terribles como las que Gate hizo! – Exclamó ella, bastante alterada.

- ¿Estás segura? Tienes razón al decir que no conozco bien al capitán, pero por lo que he observado, él no es tan diferente de mi antiguo pupilo. Ambos son extremadamente solitarios y pasan la mayor parte del tiempo absortos en sí mismos. No son muy sociables que digamos. Ambos son perfeccionistas, están dedicados completamente a su trabajo, sin mencionar que, hasta cierto punto, X es tan ambicioso como lo era Gate. Ahora que recuerdo, me comentaste que el sueño del capitán X es construir una utopía para los reploids y los humanos. El sueño de Gate también era formar una utopía...

- Es diferente. – Interrumpió Alia. – X sólo busca el bien común. Lo único que él desea es el bienestar tanto de los humanos como de los reploids. Gate, en cambio, lo único que buscaba era satisfacer su propio ego y demostrar a los que lo expulsaron del equipo de investigación que se equivocaron.

El doctor volvió a negar con la cabeza.

- Gate también buscaba el bien común. ¿No lo recuerdas? Cuando lo conocí en el instituto, él era un joven brillante e idealista, con todo un futuro por delante. En un principio sólo buscaba hacer algo por ayudar a otros, pero su egocentrismo lo dominó. Tenía tantas habilidades y tanto talento, pero conforme pasaba el tiempo su vanidad y su orgullo aumentaban. Me da la impresión de que a tu amigo le está sucediendo lo mismo.

- P-pero...

Alia bajó la mirada con frustración mientras apretaba los puños. No lo soportaba, pero tenía que reconocer que lo que el doctor decía era verdad. El científico la miró y, comprensivamente, colocó una mano sobre su hombro.

- Alia, escúchame. No te estoy diciendo que X se vaya a convertir en alguien como Gate, pero existe esa posibilidad. En todo caso, sólo te pido que esta vez sí tomes acciones al respecto. Por lo que he visto, tú y él se vuelven cada vez más unidos conforme pasa el tiempo. Por ello, no puedes cometer el mismo error que cometiste con Gate. Esta vez tienes que hacer algo Alia, no sólo por el capitán X sino también por ti.

La joven levantó el rostro para mirar a su maestro a los ojos. El científico la miraba con algo de ternura.

- Alia, por lo que he podido apreciar, X no es una mala persona. De hecho, creo que él podría ser el hombre adecuado para ti. Sin embargo, al igual que Gate, él también tiene una gran cantidad de rabia y desesperación en su interior. Depende de ti ayudarlo a superar los demonios que lo atormentan. Tú y él podrían llegar a tener un hermoso futuro, pero dependerá de ti que así sea.

Alia desvió la mirada hacia un lado por unos segundos. El científico pudo observar como algo de determinación se formaba en sus ojos.

- Entonces, ¿qué vas a hacer? – Preguntó dándose la vuelta y dirigiéndose a la mesa donde se hallaban los tubos de ensayo.

- Voy a hablar con él, doctor. Voy a decirle lo que siento. Sólo... sólo deme un poco de tiempo, aún no estoy lista para eso.

- No soy yo quien debe darte tiempo, Alia. Eres tú quien debe actuar cuando lo consideres necesario. Después de todo, yo no puedo presionarte a que hagas algo para lo cual no estás preparada, sólo te advierto de lo que puede pasar si no tomas cartas en el asunto. Aunque al final, lo que hagas o no, dependerá sólo de ti. Sea lo que sea que decidas, yo te apoyaré sin importar si estoy de acuerdo o no.

- Gracias, doctor. – Dijo sonriéndole.

El científico respondió de la misma manera, para él, ella era casi una hija. Había sido su alumna en el Instituto de Investigación Científica y le tenía un gran aprecio.

La muchacha caminó hacia el cilindro en cuyo interior flotaba el cuerpo sin vida de Gate. Desde su derrota en manos de X y el brutal ataque que Sigma lanzó en su contra, el científico creador del Nightmare había permanecido en una especie de estado vegetativo. Aunque su sistemas de conciencia no fueron destruidos y era posible repararlos, ello no había servido de nada para traer a Gate de vuelta. Era como si, por efecto del virus, la mente del científico permaneciera atrapada en un largo sueño del que no le era posible despertar. Alia había intentado todo para sacarlo de ese estado, pero nada había resultado. Ello en verdad resultaba deprimente, sobre todo tomando en cuenta que Gate era él único que conocía a fondo los secretos del virus Nightmare, sólo él sabría como dar remedio a esta terrible amenaza, pero hasta que él no despertara no sería posible dar uso a sus conocimientos.

Aún cuando se había tratado de recuperar la información del virus directamente de su banco de memoria, esto había resultado imposible, parecía como si Gate le hubiera puesto un candado a su propio sistema de memoria para cerciorarse de que nadie se apoderaría de su información, ni siquiera después de su muerte. Tampoco había sido posible recuperar nada del laboratorio del científico reploid, debido a que éste fue destruido después de que X eliminará a Sigma. Lo único que quedaba era esperar a que el Dr. Koi encontrara la manera de desarrollar la vacuna o a que Alia fuera capaz de revivir a Gate, no obstante, parecía que ambas opciones se hacían menos viables con el paso del tiempo.

Alia colocó una mano sobre el cilindro de cristal, contemplando el rostro inconsciente de Gate. Una enorme sensación de nostalgia empezó a invadirle. En el pasado, ella y Gate habían sido colegas en el Instituto de Investigación. Gate era un científico de lo más brillante, sus investigaciones en el desarrollo de nuevos reploids iban viento en popa. Su sueño era crear una raza de reploids perfectos, mismos que permitirían al mundo dar el siguiente paso hacia la evolución. Con esto en mente, dio vida a 8 poderosos androides que pasaron a formar parte del equipo de investigación.

Sin embargo, los altos mandos del Consejo Científico empezaron a tener miedo de sus experimentos, temían que alguna de las creaciones de Gate llegara a volverse tan poderosa que se fuera a salir de control. Por ello, decidieron terminar con su investigación y fueron eliminado a cada uno de los reploids construidos por él, haciendo pasar sus muertes por accidentes de trabajo. Gate enfureció por esto, y aunque Alia trató de apoyarlo, al final ella también tuvo que obedecer las ordenes del Consejo y le puso una trampa a uno de los investigadores de Gate, Blizzard Wolfang. Después de la muerte de sus reploids estrella, Gate fue expulsado del equipo de investigación, no sin antes jurar que algún día se vengaría por lo que le hicieron.

Y efectivamente lo hizo. Cuando Isoc, el asistente de Gate, se presentó ante los maverick hunters para reclutar gente que le ayudara a combatir el fenómeno del Nightmare, Alia se sorprendió al ver que los investigadores que lo acompañaban eran los mismos reploids que Gate construyó y que, se suponía, estaban muertos. Fue cuando Alia tuvo que confesar a X sobre las acciones tan deshonestas que había realizado en contra de Gate por ordenes de sus jefes. Todo parece indicar que el científico reconstruyó a los investigadores para que le ayudaran a propagar y manipular al Nightmare, tal como Alia y X lo descubrirían poco tiempo después.

Alia recordó el temor que le invadió cuando X decidió dirigirse a la fortaleza-laboratorio de Gate a ajustar cuentas. El sólo pensar en que dos de las personas a las que más estimaba se iban a enfrentar en un duelo a muerte le llenaba de pánico, aunque no hizo nada para detener a X. Afortunadamente, el bombardero azul salió victorioso como siempre y pudo rescatar el cuerpo de Gate, permitiendo que Alia lo reconstruyera, aunque ello no sirvió de mucho, ya que la mente de Gate seguía atrapada en una especie de pesadilla eterna de la que, a este paso, nunca despertaría.

Alia acarició la cubierta del cilindro. Nuevos remordimientos la invadían al mirar a Gate.

"El doctor Koi tiene mucha razón. Tal vez yo pude haber hecho algo más por él, algo para evitar que acabara de esta manera. Pero el hubiera no existe. Desearía haber tenido el valor en ese entonces pero no lo tuve, y ahora no puedo permitir que el mismo error suceda de nuevo."

Alia se dirigió de nuevo hacia la computadora, pasando de largo al doctor Koi que se encontraba evaluando unas muestras de Nightmare Souls en un tubo de ensayo.

"No tiene porque preocuparse por X, doctor. Es verdad que existe el riesgo de que él se vuelva tan perverso como Gate o aún peor, pero yo no voy a permitir que eso suceda. No lo abandonaré como lo hice con Gate. Nunca me apartaré de su lado. Él no se transformará en un monstruo como Gate, de eso me aseguraré."

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- ¡Capitán! ¡Cuidado!

- ¿Qué?... ¡Ah!

A X apenas le dio tiempo de esquivar un disparo que iba directo hacia él. La computadora de la sala de entrenamiento estaba programada para pruebas de tiro al blanco. Varias torretas de láser permanecían disparando en todas direcciones, tratando de acertar a los dos cazadores dentro del cuarto. X avanzó velozmente hacia una de ellas listo para destruirla con su cañón de plasma, no se percató de que detrás de él se hallaba otra torreta apuntándole.

- ¡Capitán! – Blues saltó, apenas a tiempo para proteger a X del disparo con su escudo de energía.

X aprovechó para destruir ambas torretas.

- Blues, ¿estás bien? – Preguntó X, aproximándose al miembro de su unidad.

- Sí capitán, no se preocupe.

"Y pensar que este es el sujeto que siempre me dice que tenga cuidado y me fije en lo que haga. ¡Ja!" Pensó, para sí mismo, el cazador de visera.

Entrenar con el capitán X siempre era agradable para Blues, su líder era bastante diestro en el combate y entrenar a su lado le permitía mejorar sus habilidades. Sin embargo, durante toda la sesión de entrenamiento, X había estado bastante distraído y eso en verdad le extrañaba a Blues. Ya era la quinta vez que tenía que salvarlo de que una torreta lo fulminara, siendo que por lo general, X era quien tenía que salvar a Blues. Hasta se le había hecho raro que X no lo hubiera reprendido ni una sola vez en toda la práctica.

La mente de X seguía sin estar en el entrenamiento, pero ahora era peor. Absolutamente ninguno de sus sentidos estaba concentrado en lo que hacía. Todos sus pensamientos iban dirigidos hacía alguien en especial, alguien que por más que trataba, no se podía sacar de la mente.

"Alia... me pregunto porque no he podido dejar de pensar en ella desde que la vi hace casi una hora. Es extraño, pero verla en verdad me alegró el día. No sé porqué, pero cada vez que estoy cerca de ella me olvidó de todos mis problemas. Es como un extraño poder que ejerce en mí. Ella me ha ayudado mucho últimamente, de no ser por ella ahora estaría enloqueciendo. Su presencia ha impedido que me sienta solo. De no ser por ella me sería imposible sobrellevar la ausencia de Zero. Debo agradecérselo un día de estos...."

Fue cuando uno de los disparos impactó a X justo en la pierna que tenía herida.

- ¡Capitán! ¡¿Se encuentra bien?!

- ¡De prisa Blues! Suspende el entrenamiento. – Dijo X, doliéndose en el suelo.

Blues corrió hacia la computadora y canceló la simulación.

- ¿No quiere que lo lleve a la enfermería, capitán? – Preguntó Blues mientras ayudaba a X a reincorporarse.

- No. Estoy bien, el daño no fue serio. Supongo que lo mejor será que dejemos la práctica hasta aquí.

- Lo mismo digo. ¿Qué le sucede capitán? Estuvo muy distraído el día de hoy.

- No es nada, Blues, no tienes porque preocuparte. – Respondió él mientras revisaba su nueva herida. Efectivamente el daño no era serio, pero no sabía cuanto tardaría el sistema de autoreparación en remediarlo.

Blues permaneció mirándolo por unos momentos. Parecía sospechar el porqué de la distracción de su jefe.

- Por cierto, capitán.

- Sí. – Respondió él sin dejar de examinar la herida.

- He notado que usted y la teniente Alia se llevan cada vez mejor.

- Sí y...

- Bueno, me preguntaba... – Blues sonreía en forma pícara. - ¿Para cuándo planea la boda?

X dio un salto de la impresión que le causó esa pregunta, se sonrojó bastante.

- ¿P-pero de dónde sacas esa pregunta?

- Bueno, he notado como la mira usted últimamente. Parece realmente le agrada. Imagino que piensa hacerla su novia o algo por el estilo.

- ¡P-por supuesto que no! – Respondió ruborizándose, estaba bastante nervioso. - ¿Cómo se te ocurre decir eso? Alia y yo somos amigos, eso es todo.

- Sí, pero no puede negarme que ella le gusta.

- ¡Claro que no! – Respondió ásperamente mientras le daba la espalda al novato.

- Pues debería. La teniente es bastante bella, de hecho es una de las chicas más bonitas dentro de la base. Si no hace algo, alguien más se la puede ganar.

- Ya te dije que no hay nada entre nosotros. Alia es mi amiga, eso es todo.

- ¿En serio? – Preguntó sarcásticamente. – Pues a veces da la impresión de que son algo más. ¿No ha pensado ni siquiera en invitarla a cenar por lo menos?

- Blues, empiezas a agotar mi paciencia....

- Vamos, capitán. Usted y ella harían una bella pareja. Por lo menos debería invitarla a salir, ¿no cree? Quién sabe, quizá las cosas salgan bien entre ustedes y en menos de lo que se imagina, tendremos una boda aquí en la base.

- ¡Blues!... – Se volteó hacia él apresuradamente. Ahora si que Blues no sabía si el rubor en el rostro de su jefe se debía al nerviosismo provocado por el comentario o a la ira. X estaba tan furioso que hasta arrojaba chispas por los ojos (literalmente). – ¡Sólo estás diciendo tonterías! ¡Ya fue suficiente! ¡No pienso tolerar tu actitud! ¡Ve a tu barraca y no salgas de allí hasta que te lo ordene!

- Pero capitán...

- ¡Pero nada!

- Pero yo sólo decía....

- ¡Es una orden!

- Pero está herido...

- Mi herida no tiene importancia. ¡Obedece o tendré que aplicarte un castigo!

Blues suspiró. No le quedó otra opción más que acceder y, tras despedirse como indicaba el protocolo, salió del cuarto de entrenamiento balbuceando algo así como "¡Qué genio! ¡Ya cásese!"

X prefirió ignorar el comentario y, tras improvisar una nueva venda para su pierna, se dirigió hacia la computadora de la sala entrenamiento. Era procedimiento de rutina cotejar los datos recabados en cada sesión, aunque la cabeza de X estaba más ocupada arrojando frases asesinas contra Blues que verificando la información.

"Ese Blues... No sé porque no lo he expulsado todavía de la unidad. Me recuerda muchísimo a alguien, pero no sé a quien. Ahora que lo pienso, Zero era tan sarcástico como él algunas veces, aunque él nunca decía tonterías del tamaño de las que dice Blues. Casarme con Alia. ¡Sí claro, cómo no! ¡Eso es absurdo! ¿De dónde sacará Blues cuerda para decir semejantes idioteces? En primer lugar, no estoy interesado en ella de esa forma, y en segundo lugar, a los reploids se nos tiene prohibido hacer semejante cosa. ¡Blues está loco por sugerir algo así!..... Aunque en realidad... no lo sé.... la verdad, Alia sí me gusta un poco..." Pensó sonrojándose. "Tal vez no sería mala idea salir con ella alguna vez. Sería interesante estar con ella fuera del ambiente de la base. Es una chica muy inteligente, siempre es interesante conversar con ella. Es extraño, pero siempre que pienso en ella siento esta extraña sensación de felicidad. Desde hace tiempo que me pregunto el porqué. Estar cerca de ella me hace sentir bien, ninguna otra persona me provoca esa sensación...."

X terminó el chequeo y se dirigió a la salida.

- Pero una cosa es que llegue a salir con Alia y otra muy diferente es que piense en casarme con ella. – Dijo un tanto enfadado al recordar las palabras de Blues. - Sin embargo... – Se detuvo a pensar un momento. - Me pregunto como se vería ella en un traje de novia, supongo que debe lucir muy linda. – Dijo sonriente, ruborizándose un poco.

- Vaya, capitán, veo que después de todo, sí considero mi idea. Aunque yo más bien me preguntaría como luciría la teniente en un traje de baño. ¿Nunca se lo ha preguntado? ¿Supongo que debe darle mucha curiosidad? – Dijo burlonamente Blues desde el marco de la puerta.

- ¡¡¡Largo de aquí!!! – Gritó X, disparando una pequeña descarga de plasma que, de no ser porque la puerta se cerró en ese momento, hubiera impactado en la cabeza de Blues.

El novato corrió a toda velocidad hacia las barracas. Ahora sí que estaba en problemas, el capitán X no era alguien que soliera recurrir a la violencia para con sus subordinados. Si en algún momento llegaba a reaccionar violentamente era porque ya lo habían sacado de quicio. Blues se lamentaba, en verdad estaba en aprietos, ¿quién sabe que clase de castigo ejemplar le daría X al día siguiente? Lo más probable es que tendría que limpiar todos los pisos de la base desde el hangar hasta la oficina del comandante Signas con un cepillo de dientes.

X salió cojeando del cuarto de entrenamiento, arrojaba vapor y dejaba lumbre a su paso.

- ¡¡¡¡Cuando encuentre a Blues juró que lo voy a....!!!! Grrrr... – Mascullaba estrujando las manos.

X se dirigió a las barracas. Se aproximaba la media noche y mañana habría más trabajo que hacer. Tendría que estar listo y descansado para ello. Además, el estar en la cápsula de hibernación le permitiría a sus heridas sanar correctamente. Antes de entrar a ella, la morbosa pregunta de Blues regresó a su mente.

"Y pensándolo bien, ¿cómo se vería Alia en traje de baño? Supongo que debe lucir más bella todavía..."

X se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba pensando.

- ¡Ugh! ¡¿Pero cómo se me ocurren esas cosas?! ¡Blues tiene la culpa! Pero juro que mañana lo voy a... Grrr. – X apretaba el puño con rabia. – Mañana. Mañana verá lo que va a sucederle.

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- Mañana, mañana sserrá el día. – Mascullaba la bestia mirando al ejército de Nightmare drones frente a él. Los dos científicos reploid sólo observaban desde atrás, haciendo una ligera reverencia mientras un par de sonrisas maníacas aparecían en sus rostros.

La criatura se volvió hacia ellos.

- ¡¿Ya cargaron el virrus?!

- Sí, señor. – Respondió el más alto de los dos científicos. – Ya elegimos al reploid apropiado para transportarlo. Su nombre es Iron Panther, es un guerrero poderoso, estuvo una vez en el ejército. Sólo será cuestión de que uno de los Nightmare drones se lo implante. Si ese reploid llega a enfrentarse al cazador, le aseguro que le transferirá el virus.

- ¡Exshelente! - La criatura reía como demente sin dejar de mirar al cielo estrellado. Dentro de poco sus planes se llevarían a cabo. - Mañana sserrá el princsipio de mi venganza... Duerme bien mi esstimado amigo, Megaman X. Porque mañana, mañana.... ja, ja, ja, ja...

Fin del capítulo 3

Notas del autor:

Otro capítulo bastante largo, y quizá un tanto aburrido en la parte de las reflexiones de X. Aún así, espero lo hayan disfrutado. Como ya debieron de haberse dado cuenta (si no es que soy un pésimo argumentista), esto va a tratar básicamente de un romance entre Alia y X y un nuevo enfrentamiento contra el virus Nightmare, y afortunadamente, no va a aparecer Sigma, lo bueno, porque ha decir verdad, ¡¡¡¡ya estoy hasta el copete de él!!!! Si acaso hay algún fan de este personaje, lo lamento mucho, pero no lo voy a incluir a menos que sea de referencia.

Como ya habrán notado, los mavericks que van a aparecer en toda la serie son invenciones mías. Esto porque en la mayoría de fanfics que he leído de Megaman a los autores les da por revivir a los viejos enemigos de X. A mí no me gusta la idea de reciclar mavericks así que no voy a hacerlo (aunque mi hermano insiste en repetir que mis creaciones son un tanto ridículas TT)

Para los que no hayan jugado todos los juegos de la serie, algunas aclaraciones: La guerra de Repliforce ocurrió en MMX4, y la historia de Gate se explica en MMX6. Por cierto, en este último juego no se dice si realmente Alia estuvo enamorada de él o si hubo algo entre ellos, pero se da a entender. Spiral Pegacion es el nombre en Japón del maverick The Skiver que aparece en Megaman X5, no lo inventé yo, es sólo que no me agradan los nombres que les dieron a los mavericks de este juego en América (y es que la verdad, ¿a qué clase de enemigo preferirías enfrentarte? ¿A uno que se llame Dark Dizzy o a uno que se llame Dark Necrobat? La respuesta es obvia)

Me despido temporalmente... ¡Ah! Y fanáticos de Zero, regocíjense, ya que en el próximo capítulo él hará su aparición.

Have a nice day!