4º Capítulo: Toy Soldier

Estaba todo tan oscuro que a duras penas se podían distinguir los cubos de basura de aquella esquina, tan oscuro que cualquiera habría tropezado con ellos, pero entre toda aquella oscuridad sí había alguien que veía, acostumbrado a la poca luz de su isla, Knuckles daba con la punta de su zapato a aquellos cubos, esperando algo, o mejor dicho, esperando a alguien, con sus brazos cruzados, mirando nerviosamente el reloj a cada momento, hasta que aterrizó tan esperado personaje, los zapatos de tacón sonaron al contactar con el suelo como si fuese el único sonido existente en el mundo, Knuckles se dio la vuelta y reconoció de entre las sombras la silueta de la chica murciélago, enigmática como siempre, con sus andares altivos, sexi, se detuvo ante él y cruzó los brazos también, saludó con la cabeza.

-Llegas tarde.- Dijo Knuckles secamente.

-¡Oh, perdona, Don apurado!- El tono de Rouge sonó sarcástico. -No es fácil entrar y salir de allí sin ser vista... ¿o es que estabas preocupado por mí?.

Rouge rió al ver que Knuckles gruñía un "bah" y miraba a otro lado, señal que ella captó para ir al grano, contándole lo que él quería oír, la información secreta que había sonsacado dentro del grupo de los Falling Star, ella era el "pajarito" que le contaba las cosas, Sonic había acertado, pero claro, eso Knuckles no lo iba a admitir, por un lado porque ya tenía suficiente con Sonic dándole la tabarra todo el rato por el tema de Rouge, y por otro que el admitir que ella espiaba para ellos la podía poner en peligro, así que se limitó simplemente a escuchar el nuevo objetivo del grupo terrorista: acabar con el ministro de defensa.

Al parecer, hacía poco que Matt había hablado desde la cárcel con el ministro de defensa, un codicioso que esperaba una próxima guerra para enriquecerse con la venta-compra de armas, quería hacer un trato con Matt, pero no habían llegado a un acuerdo, el ministro de defensa pensaba que podía engañar a Matt para que le diese la localización exacta donde tenían parte del arsenal de su grupo, pero Matt no encontró que aquel tipo fuese el indicado para tratar aquel asunto, así que cuando le amenazó con dejar que se pudriese en la cárcel, Matt simplemente afirmó que aquella prisión era sólo un descanso, y que se preocupase más de él mismo, porque lo tenía en el punto de mira, haciendo de nuevo aquel gesto con la mano, como si tuviese una pistola, y diciendo "bang".

-Así que es eso... ¿qué demonios pretende ese erizo?- Preguntó al aire Knuckles.

-Estoy en ello, el trabajo bien hecho lleva su tiempo... vosotros sois los que tenéis que daros prisa, mañana por la tarde el ministro de defensa irá a dar una conferencia- Rouge le entregó un mapa a Knuckles con la dirección y comenzó a indicarle. -aquí estará el ministro de defensa, aquí el público, la seguridad estará repartida por estos flancos, pero tienen un par de infiltrados que estarán por aquí, entre el público habrá algunos de sus seguidores, y desde el otro lado estará la fenec preparada para disparar...

Tras las explicaciones, Rouge se quedó un momento en silencio, pensando, había sido el presidente el que la había mandado a aquella misión, el propio presidente había querido eso, que pasase la información de un bando a otro, tenía bien presente los actos de Sonic y sus compañeros en el pasado y eso le había llevado a trazar aquel plan con Rouge al frente.

-Eso es todo.- Concluyó Rouge comenzando a caminar en dirección opuesta al equidna.

Knuckles enrolló aquellos papeles e hizo lo mismo, pero se detuvo un momento de espaldas a ella.

-Rouge, ve con cuidado.- Y comenzó a correr.

Ella seguía andando mientras escuchaba la voz del equidna prendida del viento y, mientras continuaba su camino, sonrió.

El día acordado, la hora acordada, el plan estaba listo, tanto los héroes como los villanos estaban en sus puestos, listos para comenzar su misión, la señal había sido dada, el ministro de defensa ya estaba en posición, con toda aquella gente ante él, seguro de sí mismo ante las cámaras, con temor en su interior, fue uno de los primeros en recibir la noticia de que había habido algunos problemas en la prisión de alta seguridad, sin terminar de definir los problemas, lo que más temió fue que aquel preso con el que había tratado hubiese escapado, dentro de su egoísta corazón sentía miedo por si se dedicaba a sacar a la luz sus planes de provocar nuevas guerras con las que ganar su preciado dinero, de lado dejaba que fuese un preso peligroso, que pudiese hacerle daño al resto de personas, y en el fondo esperaba que se olvidase de él y crease su propia guerra, ni se acordaba de la verdadera amenaza del erizo, no se le había pasado por la cabeza que entre aquel público estuviesen sus seguidores, ni que el tipo raro del sombrero del fondo fuese el propio Matt, que tras levantar la vista y dejar que sus miradas se cruzasen, le señaló con el dedo y susurró "bang". El ministro de defensa comenzó a mirar a todos lados nerviosamente, las caras del público se habían tornado sonrisas malévolas, se sentía acorralado, como si todos se hubiesen hecho gigantes, enormes figuras que intentaban engullirle, el sudor frío que le resbalaba por la sien se hizo notable para aquellos que a su alrededor debían acompañarle y protegerle, preguntándole si se encontraba bien, pero la respuesta no llegaba, en sus ojos se reflejaba el vacío, empequeñecidos por el miedo, hasta que alcanzó con su vista el brillo del rifle con el que le apuntaban, en ese preciso momento, en el que se pensaba que su vida iba a acabar, algo se interpuso entre él y su destino fatal, un lagarto con un escudo redondo detuvo el disparo, al apartarlo señaló hacia donde estaba Mimi y gritó "¡Reigan!", la explosión hizo que la gente del público se asustase, o parte del gentío, puesto que los seguidores de Matt se pusieron en acción, pero los "buenos" también estaban preparados, manteniendo a raya los ataques. El mono azul de pelo negro llamado Zidane consiguió trepar hasta donde estaba Mimi, algo aturdida por la explosión, en seguida se puso en pie, con su arma en alto, pero Zidane no se iba a dejar intimidar, saco su arma de doble filo y se encaró a ella, por desgracia perdió la concentración cuando desde abajo se oyó la voz de Tete-chin "animándole".

-¡Adelante! ¡tírale cocos amorfos!- Gritaba risueña Tete-chin.

-Nonono, son cocos rojos amorfos que petan...- Corrigió Zorro.

-Hola.- Saludó Shionaru a la cámara.

-¡Jajajaja! ¡cocos amorfos!- Comenzó a reír sin control la erizo marrón.

Zidane dio una respiración profunda recolocándose las gafas, notando una gota de ridículo resbalar por su sien, tiempo que aprovechó Mimi para intentar escapar, se deslizó por un lateral y en un par de saltos ya estaba en el suelo.

-¡Alto!- Le apuntó con un mega cañón un erizo con armadura.

Mimi tuvo que detenerse al oír el sonido de aquella arma cargando, Megadave lo había logrado. Tails apareció con su Cyclone, bajó de él y le ató las manos, por su lado pasó a toda velocidad Sonic, escondiéndose tras el Cyclone.

-¡Sonic! ¿se puede saber qué haces? Normalmente tú no huyes del enemigo...- Dijo Tails indignado.

-Del enemigo no... pero del grupo de frikis que se ha reunido aquí sí...- Sonic señaló un grupo de gente que corría en su busca.

-Hola.- Saludó Shionaru a la cámara.

-Desde luego... ¿qué diría Knuckles?- Bajó Tails la mirada.

-¿El cabeza de chorlito? Qué esperas que diga... allí arriba está, colgado con Noa enganchada a su pierna...

Sonic señaló por encima de sus cabezas, efectivamente, Knuckles estaba gritando, con una loba gris de oscuros cabellos que sonreía y aullaba feliz enganchada a la pierna del equidna.

Mimi apoyó su cabeza en la pared, la fría pared de aquel calabozo que le servía temporalmente de prisión hasta que se arreglasen las cosas, las cosas para el grupo de los "buenos". Ella ya sabía que no vendrían a buscarla, ya lo habían hablado, no se podían permitir más fallos, y ella, tan orgullosa, era la primera en seguir aquellas normas, cerró sus ojos y dio un suspiro. Unos pasos sonaron hacia su celda, ante ella se paró Tails, con su aire infantil, risueño, saludó, pero ella le ignoró, por mucho que Tails insistió intentando llamar su atención, ella sólo movía las orejas girándole la cara, no iba a sacar una sola palabra de su boca, ya podían torturarla, que no daría ninguna información, aunque la información que decía Tails que quería contrastar no tenía que ver con la información confidencial sobre el grupo terrorista.

-Se podría decir...- Continuó Tails. -que también soy un niño de la guerra.

Esto sí consiguió hacer reaccionar a Mimi, abrió los ojos y le miró un momento, sin cambiar su expresión.

-¿Tú qué sabes de estar en guerra?- Murmuró Mimi.

Tails volvió a sonreír diciendo de una forma algo inmadura "anda, si hablas" pero luego volvió al tono anterior, él se había criado entre las batallas de Sonic y Eggman, mucha gente cayó por las máquinas del científico, por su intento de proclamarse líder mundial. Mimi pensó un momento, no quería admitir que tenían algo en común.

-Pero a pesar de todo, aunque nos hayan robado la infancia, siempre estamos a tiempo de escoger, en el fondo todos somos niños de la guerra, todos hemos tenido que luchar, pero a pesar de ello hemos seguido adelante, y continuamos por el mismo motivo que tú.- Tails hizo una pausa. -Nuestro líder, Sonic, porque solos no podemos hacer nada, pero si unimos nuestros corazones nuestro poder es inmenso, Sonic nos lo ha enseñado.

Mimi intentó pensar por qué luchaba, pero no lo sabía, se había entregado nada más nacer, estaba obligada a ello, nunca pensó en salir de su país, siempre había vivido atrincherada. Antes de conocer a Matt no tenía en quien creer, no existían los Dioses, lo único que conocía eran aquellas pequeñas guerrillas donde caían los ángeles mandados por tipos que no habían llorado en su vida, y menos iban a llorar por la caída de uno de ellos, de un Toy Soldier, sus juguetes favoritos, lo tenían asumido, nacían sólo para morir, aunque conservaban la esperanza de vivir, sus sueños se rompían con cada nueva baja. Podía recordar cuando no luchaban, todos juntos alrededor del fuego, hablando como si fuesen adultos, preocupándose sólo de las batallas, sin pensar en otra cosa, pero ella quería hacer más, no quería estar siempre metida en aquello, por eso, cuando Matt se fijó en ella, cuando le dijo que ella era el futuro, que era especial porque sus deseos serían los ejemplos para todos aquellos que no sabían soñar, fue una tentación muy grande ¿qué podía decir?, ella tenía 12 años, entonces sí que era una cría aún, se levantaba cada mañana con la cabeza dándole vueltas, hasta que aceptó su mano, tuvo que seguirle, defender sus ideas, dejó atrás a sus compañeros que sin duda no iba a volver a ver, y las pesadillas cesaron, sabía que tenía que caer tarde o temprano, pero era lo que quería, porque un Toy Soldier nunca gana, sólo ganan las guerras, el vacío vencía al dolor, ya lo había pensado que si no paraba, la próxima podía ser ella.

-Matt y Sonic...- Comenzó a hablar Mimi. -no son tan diferentes...- Mimi comenzó a reír. -Eres un desertor de la edad, ¿sabes?

-Se vuelve una adicción muy fuerte el ir con ellos.- Admitió Tails recordando sus aventuras con Sonic.

Mimi volvió a mirar a otro lado, pero esta vez sonriendo.

continuará...