5º Capítulo: Prioridades
¿Es el rojo el verdadero color del mal? Así lo pensaba Matt, el rojo, el color de la sangre, el color de las heridas que no se pueden sanar, quizás pensaba en ese color como el puro y auténtico mal porque para él el negro no daba miedo, estaba acostumbrado a la oscuridad, y sólo cuando cerraba los ojos y todo se tornaba ébano podía al fin descansar, "yo soy el malo" pensaba para sus adentros pasando su mano por aquellas mechas rojas en su flequillo. Encendió una pequeña lámpara que llevaba con él, algo antigua, le gustaba lo rústico, y ver el fuego ardiendo le daba fuerzas para enfrentarse a sus miedos, sonreía malévolamente entre las sombras que se creaban en las paredes de la caverna. Miró dentro de la gruta un momento, comenzó a caminar, adentrándose en aquellas fauces rocosas, algo le decía que debía continuar, no sabía qué, pero eso mismo le hacía mantenerse en el camino escogido, su vida entera se basaba en seguir aquello, lo mismo que le había hecho apartar sus recuerdos de él, todo lo que pasó hacía 5 años ya no existía, él mismo pensaba que lo había olvidado, a pesar de que cada vez que miraba al interior de la lámpara, aquella llama devorando la mecha, rabiosa, con furia, como si tuviese vida propia, apartaba la vista que comenzaba a hipnotizarse y le hacía verse a sí mismo con 12 años, con distinta mirada, pero caminando igual, con un mechero en una mano y una botella en la otra, parecía cruzarse con él en el camino, ambas figuras se detuvieron un momento y fijaron sus miradas el uno en el otro, Matt sacudió la cabeza, se rascó el ojo azul claro con el que veía borroso, aunque fue su ojo sano el que dejó caer una lágrima disimulada entre la penumbra. Llegó a su destino, el centro de la caverna, posó la lámpara en el suelo y se quedó esperando, en un momento la llama de la lámpara comenzó a moverse como si una fuerte corriente la estuviese agitando, aquella energía comenzó a tomar forma, para los ojos de Matt era como un youko, un kitsune malvado, sus ojos amarillos le delataban, fríos, carentes del calor que usaba en sus magias de fuego, en definitiva, un zorro demonio plateado, se sentó en una roca en frente de Matt y comenzó a hablar con su voz profunda:
-¿Qué te trae por aquí, erizo?- Sonó todo en un tono tan burlesco que no parecía recordar que fue él quien le llamó.
-Tú dirás, mis planes están llegando a su fin, pronto tendrás lo encargado, y espero respetes nuestro pacto...- Dijo Matt sin respeto alguno.
-Por supuesto... sé lo que quieres... lo de siempre, ser más fuerte.
Ante esto, Matt rió, tenía razón, pero no había ido allí para hacer bromas estúpidas, esperaba impaciente lo que aquel zorro plateado quería decirle.
-Por ahí abajo están acelerando las cosas, quiero que antepongas nuestro acuerdo ante todo...- Dijo de forma solemne el demonio.
-Primero tengo que hacer algo...- Se atrevió a cortarle arrogantemente Matt.
Fue un acto que aquel youko interpretó como un desafío, seguidamente le lanzó una de sus magias de fuego, Matt se echó atrás, cayendo de culo al suelo, y velozmente sin ser visto, el youko le cogió del cuello, alzándole hasta dejarle de puntillas.
-No me tientes, mortal, te tolero porque eres una pieza importante en mi ajedrez, pero otra insolencia como esta y cambiaré mis planes...
Matt notó la otra mano del demonio sobre su cara, más bien sobre su ojo claro, una ardiente energía penetró a través de él, un dolor tan agudo que no pudo contener un gemido angustiado apretando fuerte sus manos en el brazo del youko para evitar que le ahogase. Abrió los ojos y se vio a sí mismo en el suelo, el demonio había desaparecido, se puso en pie dando traspiés torpemente, una vez recuperado el norte se sintió mejor, quizás más fuerte, más hábil, pero también notó que aún le dolía el ojo, puso su mano ante él, intentando fijar la vista, cada vez más borrosa, a través de ahí mantenía la conexión con los poderes que le otorgaba aquel ser demoniaco, de todas formas aún le quedaba el otro ojo para ver. La lámpara seguía encendida a pesar de todo aquel ajetreo, la recogió del suelo y recorrió su camino a la inversa, observado por dos figuras ocultas, con la única misión de vigilar sus movimientos, dos figuras que aunque no se llevaban muy bien, debían trabajar juntos.
-Bien, voy a llevar todo esto a Tete-chin, tú síguele...- Dijo DjDiablo, el guepardo demoniaco de alas negras.
-¡Oye! ¿desde cuando tú das las órdenes?- Le replicó Talis Blademaster.
-Yo hago lo que me dice Tete-chin con la esperanza de que un día pueda volver a mi dimensión y continuar mi dominación mundial con mi ejercito de la oscuridad...- DjDiablo se dio la vuelta.
-Bla, bla, bla, siempre la misma historia...
-Y otra cosa...- Le cortó el guepardo alado. -Ni se te ocurra meterte ahí a cazar... (si fuese por mí nos cargamos al demonio y a Matt y se acabó la tontería) no estás a su nivel...
-¡¿Nivel?!- Se sobresaltó el cazador, desenvainando su espada. -Mira, llevo más tiempo cazando demonios, vampiros y otros seres de oscuridad que tiempo llevas tú en esta dimensión.
-Lo que sea...- DjDiablo le desvió la mirada con una burla.
En el escondite de los Falling Star, Claws había estado entrenando, se encontraba mejor de sus heridas, estuvo un rato largo golpeando con furia el saco hasta que lo lanzó contra la pared, odiaba a aquel equidna, realmente le odiaba "maldito..." murmuraba apretando los puños "ni siquiera me ha reconocido", ahora, en la ducha, dejaba caer suaves las gotas de agua por su cuerpo magullado, "no se acuerda de mí... ni de todo el daño que hizo..." continuaba metida en sí misma. Mientras se secaba escuchó a alguien llegar a la casa, el corazón le latió, era Matt, rápidamente se puso su ropa tejana y se encaminó al salón, con el sombrero en la mano, y allí estaba Matt, mirando a un lado y a otro, algo serio.
-Hola Líd...- Comenzó a decir Claws sin poder ocultar su alegría.
-¿Dónde está Andru?- Le cortó Matt sin mirarla.
-De meditación espiritual, ¿tú que crees?- El tono de Claws cambió.
-Basta de tonterías, ¿dónde está?- Matt se encaminó a ella, intimidándola con la mirada.
-Em... Líder... dijo que iba a tomar el aire...- Claws apoyó su espalda en la pared.
-¿Va a tardar mucho? ¿hace mucho que se fue?- Matt se acercó más a ella.
-No.- La respuesta fue floja, a media voz, pero firme y segura.
Matt sonrió de una forma un tanto pilla, apoyando una mano al lado de la cabeza de ella.
-¿Qué pasa? ¿te doy miedo?- Matt acercó tanto su cabeza a la de ella que prácticamente dijo estas palabras sobre los labios de ella.
-Cada vez eres más malo...- Se atrevió a murmurar ella cerrando los ojos, luego sonrió.
Matt sopló sobre sus labios, Claws sintió un escalofrío agradable recorriendo todo su cuerpo, como una corriente eléctrica acariciando sus sentidos, perdiendo la fuerza de las manos, sin darse cuenta de cuándo cayó su sombrero al suelo, Matt la miró fijamente, luego sonrió, se separó de ella y se sentó en el marco de la ventana, mirando por ella, esperando ver aparecer a Andrew. Claws no contuvo un suspiro y se sentó en el sofá, a leer una revista, al levantar la vista encontró la mirada de Matt clavada fijamente en ella, no sabía cuánto rato había estado así, pero rápidamente volvió a mirar su revista, sin ser capaz de mirarle cuando el erizo se acercó a ella, se sentó a su lado y se dejó caer, apoyando su cabeza sobre las piernas de ella, no dijo nada, sólo cerró los ojos y se puso a descansar, en verdad estaba muy cansado, tenía muchas cosas en la cabeza, martilleándole todo dentro.
-Líder... Maty, ¿qué te pasa?- La voz de Claws sonó tan dulce, mientras le acariciaba con la punta de los dedos las púas, que Matt se encogió un poco.
Pero de todas formas no hubo respuesta, ahí se quedó, tumbado a su lado, descansando, ahora con los ojos entreabiertos, sintiéndose bien dentro de lo que cabía, ese lugar le hacía sentir en casa, aunque los decorados cambiasen, el ambiente, el tiempo, el clima, aunque todo fuese diferente, a pesar de los quejidos del viento penetrando en su propia oscuridad, mientras pudiese estar así, con sus "generales", todo estaría bien, necesitaba ese lugar donde ocultar su miedo y rabia, todo lo que nadie veía, todo lo que sólo sus generales sabían. Se acurrucó más junto a Claws, él ya tenía sus prioridades, pero ahora tenía que hacer algo antes de cumplirlas.
-Cal,- Habló al fin Matt, sin moverse de donde estaba. -iremos a buscar a Mimi...
La equidna se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos.
-Pero primero hay algo importante que tiene que hacer Andru...- Continuó el erizo.
No había acabado cuando el zorro rojo entró por la puerta, con sus manos dentro de sus bolsillos, se le veían señales por todo el torso, cortes en su mayoría. Matt y Claws se levantaron sin demasiado apuro.
-¿Qué has estado haciendo?- La voz seria de Matt no dejó ver su preocupación.
-Un cazador pesado que no hace más que dar la vara...- Respondió Andrew sin echarle demasiada importancia a la reciente pelea que había tenido con Talis. -Pero le he dado su merecido...- Rió entre dientes.
-No hace gracia.- Le cortó Matt. -Tengo que encargarte algo, sabes que estamos de pleno en guerra con el grupo de héroes y te dedicas a hacer el tonto, ¿ya no recuerdas tu cometido? ¿qué pasó con tu principal objetivo?
-También tengo derecho a divertirme... a Mimi ya la pillaron, está bien, no haré tonterías, yo no seré el siguiente...- Intentó excusarse agachando las orejas.
Claws se había empezado a colocar sus garras, sonrió, acarició con la punta de sus puntiagudos y metálicos dedos la cara de Andrew.
-Lo de Mimi déjalo para nosotros...
Andrew quiso esbozar una sonrisa, siendo cortado por Matt, que no dejó florecer aquellos sentimientos positivos en él, le entregó una foto con su próximo objetivo, Andrew se impresionó por un momento, conocía esa persona, es más, era parte de los Falling Star, había hablado con ella un par de veces, según Matt era una traidora, una espía, pero fue algo que susurró en el oído de Andrew lo que le hizo reaccionar, algo que consiguió aumentar su nivel de poder acumulando toda la rabia que poseía su ser, esas pocas palabras lograron transformar al zorro que hasta ahora tan sólo sabía sonreír ante una nueva batalla, ahora ese sueño que nunca había podido ver se había revelado ante él, los ecos del pasado hicieron saltar su alarma interior, desvelando los secretos de su corazón. Andrew salió muy decidido por la puerta, dejando tras de sí a Claws, confundida por su reacción y por no saber de qué iba aquello, ni siquiera se despidió, ahora su cabeza andaba sola, corriendo a través de su cabeza aquellos susurros "ella mató a tu madre".
continuará...
¿Es el rojo el verdadero color del mal? Así lo pensaba Matt, el rojo, el color de la sangre, el color de las heridas que no se pueden sanar, quizás pensaba en ese color como el puro y auténtico mal porque para él el negro no daba miedo, estaba acostumbrado a la oscuridad, y sólo cuando cerraba los ojos y todo se tornaba ébano podía al fin descansar, "yo soy el malo" pensaba para sus adentros pasando su mano por aquellas mechas rojas en su flequillo. Encendió una pequeña lámpara que llevaba con él, algo antigua, le gustaba lo rústico, y ver el fuego ardiendo le daba fuerzas para enfrentarse a sus miedos, sonreía malévolamente entre las sombras que se creaban en las paredes de la caverna. Miró dentro de la gruta un momento, comenzó a caminar, adentrándose en aquellas fauces rocosas, algo le decía que debía continuar, no sabía qué, pero eso mismo le hacía mantenerse en el camino escogido, su vida entera se basaba en seguir aquello, lo mismo que le había hecho apartar sus recuerdos de él, todo lo que pasó hacía 5 años ya no existía, él mismo pensaba que lo había olvidado, a pesar de que cada vez que miraba al interior de la lámpara, aquella llama devorando la mecha, rabiosa, con furia, como si tuviese vida propia, apartaba la vista que comenzaba a hipnotizarse y le hacía verse a sí mismo con 12 años, con distinta mirada, pero caminando igual, con un mechero en una mano y una botella en la otra, parecía cruzarse con él en el camino, ambas figuras se detuvieron un momento y fijaron sus miradas el uno en el otro, Matt sacudió la cabeza, se rascó el ojo azul claro con el que veía borroso, aunque fue su ojo sano el que dejó caer una lágrima disimulada entre la penumbra. Llegó a su destino, el centro de la caverna, posó la lámpara en el suelo y se quedó esperando, en un momento la llama de la lámpara comenzó a moverse como si una fuerte corriente la estuviese agitando, aquella energía comenzó a tomar forma, para los ojos de Matt era como un youko, un kitsune malvado, sus ojos amarillos le delataban, fríos, carentes del calor que usaba en sus magias de fuego, en definitiva, un zorro demonio plateado, se sentó en una roca en frente de Matt y comenzó a hablar con su voz profunda:
-¿Qué te trae por aquí, erizo?- Sonó todo en un tono tan burlesco que no parecía recordar que fue él quien le llamó.
-Tú dirás, mis planes están llegando a su fin, pronto tendrás lo encargado, y espero respetes nuestro pacto...- Dijo Matt sin respeto alguno.
-Por supuesto... sé lo que quieres... lo de siempre, ser más fuerte.
Ante esto, Matt rió, tenía razón, pero no había ido allí para hacer bromas estúpidas, esperaba impaciente lo que aquel zorro plateado quería decirle.
-Por ahí abajo están acelerando las cosas, quiero que antepongas nuestro acuerdo ante todo...- Dijo de forma solemne el demonio.
-Primero tengo que hacer algo...- Se atrevió a cortarle arrogantemente Matt.
Fue un acto que aquel youko interpretó como un desafío, seguidamente le lanzó una de sus magias de fuego, Matt se echó atrás, cayendo de culo al suelo, y velozmente sin ser visto, el youko le cogió del cuello, alzándole hasta dejarle de puntillas.
-No me tientes, mortal, te tolero porque eres una pieza importante en mi ajedrez, pero otra insolencia como esta y cambiaré mis planes...
Matt notó la otra mano del demonio sobre su cara, más bien sobre su ojo claro, una ardiente energía penetró a través de él, un dolor tan agudo que no pudo contener un gemido angustiado apretando fuerte sus manos en el brazo del youko para evitar que le ahogase. Abrió los ojos y se vio a sí mismo en el suelo, el demonio había desaparecido, se puso en pie dando traspiés torpemente, una vez recuperado el norte se sintió mejor, quizás más fuerte, más hábil, pero también notó que aún le dolía el ojo, puso su mano ante él, intentando fijar la vista, cada vez más borrosa, a través de ahí mantenía la conexión con los poderes que le otorgaba aquel ser demoniaco, de todas formas aún le quedaba el otro ojo para ver. La lámpara seguía encendida a pesar de todo aquel ajetreo, la recogió del suelo y recorrió su camino a la inversa, observado por dos figuras ocultas, con la única misión de vigilar sus movimientos, dos figuras que aunque no se llevaban muy bien, debían trabajar juntos.
-Bien, voy a llevar todo esto a Tete-chin, tú síguele...- Dijo DjDiablo, el guepardo demoniaco de alas negras.
-¡Oye! ¿desde cuando tú das las órdenes?- Le replicó Talis Blademaster.
-Yo hago lo que me dice Tete-chin con la esperanza de que un día pueda volver a mi dimensión y continuar mi dominación mundial con mi ejercito de la oscuridad...- DjDiablo se dio la vuelta.
-Bla, bla, bla, siempre la misma historia...
-Y otra cosa...- Le cortó el guepardo alado. -Ni se te ocurra meterte ahí a cazar... (si fuese por mí nos cargamos al demonio y a Matt y se acabó la tontería) no estás a su nivel...
-¡¿Nivel?!- Se sobresaltó el cazador, desenvainando su espada. -Mira, llevo más tiempo cazando demonios, vampiros y otros seres de oscuridad que tiempo llevas tú en esta dimensión.
-Lo que sea...- DjDiablo le desvió la mirada con una burla.
En el escondite de los Falling Star, Claws había estado entrenando, se encontraba mejor de sus heridas, estuvo un rato largo golpeando con furia el saco hasta que lo lanzó contra la pared, odiaba a aquel equidna, realmente le odiaba "maldito..." murmuraba apretando los puños "ni siquiera me ha reconocido", ahora, en la ducha, dejaba caer suaves las gotas de agua por su cuerpo magullado, "no se acuerda de mí... ni de todo el daño que hizo..." continuaba metida en sí misma. Mientras se secaba escuchó a alguien llegar a la casa, el corazón le latió, era Matt, rápidamente se puso su ropa tejana y se encaminó al salón, con el sombrero en la mano, y allí estaba Matt, mirando a un lado y a otro, algo serio.
-Hola Líd...- Comenzó a decir Claws sin poder ocultar su alegría.
-¿Dónde está Andru?- Le cortó Matt sin mirarla.
-De meditación espiritual, ¿tú que crees?- El tono de Claws cambió.
-Basta de tonterías, ¿dónde está?- Matt se encaminó a ella, intimidándola con la mirada.
-Em... Líder... dijo que iba a tomar el aire...- Claws apoyó su espalda en la pared.
-¿Va a tardar mucho? ¿hace mucho que se fue?- Matt se acercó más a ella.
-No.- La respuesta fue floja, a media voz, pero firme y segura.
Matt sonrió de una forma un tanto pilla, apoyando una mano al lado de la cabeza de ella.
-¿Qué pasa? ¿te doy miedo?- Matt acercó tanto su cabeza a la de ella que prácticamente dijo estas palabras sobre los labios de ella.
-Cada vez eres más malo...- Se atrevió a murmurar ella cerrando los ojos, luego sonrió.
Matt sopló sobre sus labios, Claws sintió un escalofrío agradable recorriendo todo su cuerpo, como una corriente eléctrica acariciando sus sentidos, perdiendo la fuerza de las manos, sin darse cuenta de cuándo cayó su sombrero al suelo, Matt la miró fijamente, luego sonrió, se separó de ella y se sentó en el marco de la ventana, mirando por ella, esperando ver aparecer a Andrew. Claws no contuvo un suspiro y se sentó en el sofá, a leer una revista, al levantar la vista encontró la mirada de Matt clavada fijamente en ella, no sabía cuánto rato había estado así, pero rápidamente volvió a mirar su revista, sin ser capaz de mirarle cuando el erizo se acercó a ella, se sentó a su lado y se dejó caer, apoyando su cabeza sobre las piernas de ella, no dijo nada, sólo cerró los ojos y se puso a descansar, en verdad estaba muy cansado, tenía muchas cosas en la cabeza, martilleándole todo dentro.
-Líder... Maty, ¿qué te pasa?- La voz de Claws sonó tan dulce, mientras le acariciaba con la punta de los dedos las púas, que Matt se encogió un poco.
Pero de todas formas no hubo respuesta, ahí se quedó, tumbado a su lado, descansando, ahora con los ojos entreabiertos, sintiéndose bien dentro de lo que cabía, ese lugar le hacía sentir en casa, aunque los decorados cambiasen, el ambiente, el tiempo, el clima, aunque todo fuese diferente, a pesar de los quejidos del viento penetrando en su propia oscuridad, mientras pudiese estar así, con sus "generales", todo estaría bien, necesitaba ese lugar donde ocultar su miedo y rabia, todo lo que nadie veía, todo lo que sólo sus generales sabían. Se acurrucó más junto a Claws, él ya tenía sus prioridades, pero ahora tenía que hacer algo antes de cumplirlas.
-Cal,- Habló al fin Matt, sin moverse de donde estaba. -iremos a buscar a Mimi...
La equidna se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos.
-Pero primero hay algo importante que tiene que hacer Andru...- Continuó el erizo.
No había acabado cuando el zorro rojo entró por la puerta, con sus manos dentro de sus bolsillos, se le veían señales por todo el torso, cortes en su mayoría. Matt y Claws se levantaron sin demasiado apuro.
-¿Qué has estado haciendo?- La voz seria de Matt no dejó ver su preocupación.
-Un cazador pesado que no hace más que dar la vara...- Respondió Andrew sin echarle demasiada importancia a la reciente pelea que había tenido con Talis. -Pero le he dado su merecido...- Rió entre dientes.
-No hace gracia.- Le cortó Matt. -Tengo que encargarte algo, sabes que estamos de pleno en guerra con el grupo de héroes y te dedicas a hacer el tonto, ¿ya no recuerdas tu cometido? ¿qué pasó con tu principal objetivo?
-También tengo derecho a divertirme... a Mimi ya la pillaron, está bien, no haré tonterías, yo no seré el siguiente...- Intentó excusarse agachando las orejas.
Claws se había empezado a colocar sus garras, sonrió, acarició con la punta de sus puntiagudos y metálicos dedos la cara de Andrew.
-Lo de Mimi déjalo para nosotros...
Andrew quiso esbozar una sonrisa, siendo cortado por Matt, que no dejó florecer aquellos sentimientos positivos en él, le entregó una foto con su próximo objetivo, Andrew se impresionó por un momento, conocía esa persona, es más, era parte de los Falling Star, había hablado con ella un par de veces, según Matt era una traidora, una espía, pero fue algo que susurró en el oído de Andrew lo que le hizo reaccionar, algo que consiguió aumentar su nivel de poder acumulando toda la rabia que poseía su ser, esas pocas palabras lograron transformar al zorro que hasta ahora tan sólo sabía sonreír ante una nueva batalla, ahora ese sueño que nunca había podido ver se había revelado ante él, los ecos del pasado hicieron saltar su alarma interior, desvelando los secretos de su corazón. Andrew salió muy decidido por la puerta, dejando tras de sí a Claws, confundida por su reacción y por no saber de qué iba aquello, ni siquiera se despidió, ahora su cabeza andaba sola, corriendo a través de su cabeza aquellos susurros "ella mató a tu madre".
continuará...
