Advertencias necesarias antes de comenzar a leer:
Shaman King es de Takei �---�U Esto es un fic yaoi escrito de puño y letra /eh?/ de una chica que en toda su vida, jamás ha visto la serie XD /pero no importa o-óU aunque no haya visto el anime estoy leyendo el manga y eso debe ser mucho mejor todavía u-úU../, que ha pasado su vida escribiendo sobre Harry Potter e Inuyasha /Miroku-sama y Bankotsu-danna rlz T�T../ y suele dejar a los personajes muy OCC o.oUu.. Ahora que si nada de eso te incomoda, queda decir que se trata de un Ren/Horo Horo, Amidamaru/Yoh, Horo Horo/Yoh y el resto a por mí :3 /ok, eso no XD/. Se aceptan reviews O-ó.. byeee Tn.nT -- carita de Amidamaru xPP
Glosario:
-Aniki: termino respetuoso que indica que Pirika ve a Horo Horo como su líder y hermano.
-Donno: no sé bien el significado, pero quiere decir algo como Amo. Como curiosidad, en la traducción original, Amidamaru nombra a su shaman "Yoh-donno". En mi fanfic es al revés :3
-Sama: Honorable.
-Onegai: por favor.
-Ohayou: Buenos días.
-Kami-sama: Diox.
y después de tanto tiempo...
Wo qui non coin
La era medieval
Capítulo 2.- El lider de la aldea ainu.
Muchos meses antes…
-¡Ohayou, gosaimasu!- sonriendo, Yoh Asakura se acercó al establecimiento de vegetales en el que un hombre pesaba ya una cantidad considerable de zanahorias.
-¡Ohayou, Yoh-chan! ¿Cómo estás hoy?- respondió el hombre, devolviéndole la sonrisa. -Hace mucho que no te pasabas por aquí. ¿Qué ha sucedido?
Yoh inclinó ligeramente su cabeza, sin dejar de sonreír, al mismo tiempo que tomaba un par de pimientos largos y oscuros.
-Amidamaru-sama regresó de la última batalla del emperador.- declaró, permitiendo que una sombra oscureciera sus ojos. -Sufrió una lesión en el hombro, así que he permanecido dos semanas en casa encargándome de sus cuidados.
-¿Y se encuentra muy grave?
-No, nada de eso. Kami-sama no permitió que sucediese algo malo, y mi señor se ha recuperado satisfactoriamente.- levantó la cabeza. -Pero permaneció mucho tiempo durmiendo y alimentándose de sopa de pollo,- dejando que una risita alegre se escapara de sus labios, Yoh recibió las zanahorias y un paquete de apios. -así que deseo prepararle una gran cena ahora que finalmente ha podido dejar la cama.
-Ya veo.- asintió el vendedor, terminando de pesar los pimientos y tendiéndolos al joven compañero del samurai. -Me alegra que todo esté bien en tu casa, pequeño Yoh.- y tomando un par de patatas, las extendió también hacia él. -Y llévate esto también, tienen muchas vitaminas y ayudarán al señor Amidamaru a recuperar pronto sus energías.
Los ojos de Yoh se levantaron hasta los del dependiente, sorprendido, y casi de inmediato se metió una mano al bolsillo.
-Pero.. es que no tengo más dinero para...
-No, por favor.- interrumpió el hombre, obligándole a tomarlas. -Tómalas como un obsequio por ser un chico tan agradable.
Yoh se quedó un momento viendo las raíces entre sus manos y, encogiéndose de hombros, sacudió su cabeza.
-Señor Oyamada, yo no podría...
El hombre soltó una risa en aquél momento, divertido, y metió todas las compras del muchacho dentro de una bolsa de papel.
-Bien, si no quieres aceptarlas para ti, considera que se trata de un presente para tu señor. Estoy seguro de que estará muy contento contigo.
Y tras algunos segundos más de silencio y una mirada fija a la bolsa de papel, Yoh sonrió, tomó las legumbres y retrocediendo dos pasos hizo una pequeña reverencia.
-Muchas gracias. Espero que la suerte le sonría.- y volviendo a mirarlo, se alejó del negocio de legumbres a pasos largos y una sonrisa emocionada en sus labios.
De pronto, sin que Yoh alcanzara a verla, de la parte inferior del estante de las legumbres, una mujer de cabello largo apareció, sosteniendo una cesta con bayas silvestres.
-Yoh Asakura se preocupa mucho por su señor.- murmuró la mujer, echando su cabello hacia atrás con una mano, y el hombre a su lado le sonrió.
-Es una pena por nuestro pequeño Manta.- y luego regresó a sus labores, ante la mirada curiosa de su esposa. Habían estado toda la mañana acomodando las legumbres del cargamento que recibieron la noche anterior y, entre cliente y cliente, el trabajo se había retrasado ya más de lo pensado.
La mujer puso la cesta en la mesa frente a ella y se inclinó para tomar una más del suelo, cuando la voz de alguien saludando le hizo incorporarse de golpe.
-¡¡Ohayou!!
-Ohayou.- saludó el señor Oyamada, frotándose la nuca con una mano. -¿Puedo ayudarles en algo?
Un muchacho alto de algunos 15 años y ojos oscuros le miraba, junto a una jovencita más pequeña que él. Ambos tenían el pelo del más extravagante tono de azul y vestían unas ropas negras con bordados blancos y complicados que nadie en la colina Funbari hubiese visto antes.
Era por eso que las miradas curiosas de ambos adultos tras el puesto de legumbres se enterraron también en ellos, junto al resto de los demás.
-Estamos buscando la casa del líder de la aldea.- comenzó el chico, que usaba sobre la frente una cinta del mismo color y tejido de su ropa y cuyo cabello se levantaba en varios mechones rebeldes por encima de sus ojos. -¿Podría decirnos en dónde podemos encontrarle?
Mirándolo de arriba a abajo, el hombre cabeceó.
-Sigan de frente por esa calle.- dijo, señalando con un brazo la calle que cruzaba frente a ellos. -Cuando lleguen al restaurante, doblen a la derecha. Su casa es la más grande que puedan ver luego de eso.
Inclinándose para hacer una reverencia, ambos chicos cabecearon.
-Estamos muy agradecidos con ustedes.- dicho esto se dieron la media vuelta y tomaron el camino indicado, hablando en un dialecto que los señores Oyamada no habían escuchado antes.
Parpadeando, la mujer miró cómo los chicos se marchaban.
-Creo que son del norte.- murmuró, pensando en el extraño acento de la voz del joven.
El hombre se limitó a asentir con la cabeza.
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Yoh se detuvo de pronto, cuando al final del camino que seguía alcanzó a distinguir la figura delgada y alta de un joven de piel tostada y cabello largo que permanecía de pie, recargado contra un árbol y conversando en voz alta con un muchacho más pequeño que él.
Vestía uno ropas de pieles y el otro, de cabello púrpura, un traje tradicional chino.
Era obvio que ambos eran extranjeros.
Retrocedió un par de pasos y estaba dándose la media vuelta para regresar por donde había venido, cuando la voz de alguien llamándole le hizo volver a detenerse, con el corazón palpitando fuertemente dentro de su pecho.
Hao, el más alto de ambos, se había vuelto hacia él, con los brazos cruzados sobre su pecho, y le miraba con una sonrisa despectiva en sus labios.
-¡Yoh!- exclamó, sin dejar de sonreír, y a su lado Ren Tao se mordió ligeramente el puño derecho. -Que sorpresa encontrarte por aquí, hace mucho que no nos veíamos.
Sintiendo cómo su cuerpo temblaba ya levemente, Yoh giró la cabeza hacia él y le dedicó una sonrisa tímida.
-E..es verdad, Hao-sama... tenía un par de semanas que no salía de casa...
Los ojos oscuros de Hao le examinaron, y con un gesto, caminó hacia él, seguido muy de cerca por un ansioso Ren. Se detuvo a pocos pasos de él y se inclinó hasta que su rostro estuvo muy cerca del de Yoh.
-Me habías hecho falta, Yoh-chan.
Las mejillas de Ren Tao enrojecieron bruscamente y lanzó una mirada sorprendida a su compañero, al mismo tiempo que los ojos oscuros de Yoh se ensanchaban.
-¿Eh..?
-Las cosas por aquí son muy aburridas sin ti.- suspiró Hao, cerrando sus ojos en un gesto de resignación, antes de tomar una de las manzanas en la cesta de Yoh y llevársela a la boca. Yoh jadeó cuando le vio morderla y dio un paso hacia él, buscando la forma de pedirle que no se comiese la comida de su señor, cuando la fruta golpeó duramente su frente y los ojos negros de Hao le miraron, implacables. -¡¡Esto está asqueroso!!- gritó, empujando a Yoh hacia atrás y haciéndole tambalearse. -¡¿Qué clase de criado eres si no puedes elegir ni una manzana madura?!
-Y..yo...
-¡No puedo entender cómo es que Amidamaru puede permitirte trabajar para él siendo tan incompetente! ¡¡En su lugar, yo ya te habría echado a la calle para que te comieran los perros!!- exclamó, viendo a Yoh de forma cruel, antes de echarse a reír y empujarle una vez más, ante la mirada emocionada de Ren.
-¡¡H-Hao-sama!! ¡Por favor, la comida...!- gimió Yoh, dejando que la cinta de su pelo se sacudiera sobre su rostro y sintiendo cómo las compras se agitaban dentro de su cesta.
-Oh, lo siento...- sonrió Hao, golpeando premeditadamente la canasta una vez más. -Pero es que estos alimentos están tan mal escogidos que seguramente Amidamaru enfermará sólo de darles una mordida... ¿De verdad deseas que tu señor se enfade contigo? Tsk... Sería mejor que lo tiráramos todo de una vez y te evitáramos la pena de ir cargando con algo tan malo.- y riendo, le arrebató la cesta de las manos y la volcó sobre el suelo, dejando que las frutas y las legumbres rodaran por el barro y la carne se cubriera de polvo.
-¡¡Hao-sama, no!!- inclinándose para recoger lo que pudiese, Yoh apenas si alcanzó a levantar la cabeza para ver cómo Hao pateaba la canasta hacia Ren, quien reía también, y sin ninguna consideración le pisaba la mano con una de sus botas de piel marrón.
Ahogando un grito, Yoh se inclinó todavía más.
-¡¡Eres un inútil, Yoh Asakura!! ¡No sirves para nada!- el otro zapato aplastó una de las patatas antes de levantarse hacia él y estrellarse contra su estómago, con fuerza.
Pero Yoh no gritó. Simplemente se dejó caer a cuatro patas, sosteniéndose el estómago con su mano libre y sintiendo cómo los huesos de sus dedos izquierdos crujían bajo el peso de Hao.
Algo golpeó su nuca y los residuos de la naranja madura se esparcieron por su cuello, hasta su rostro, embarrando su pelo y su ropa. Y luego otra vez, y otra, y otra. Podía ver los despiadados ojos negros enterrados en los suyos, escuchar las risas de ambos chicos y sus propios jadeos, y cerrando sus ojos se dejó caer sobre los pies de Hao, cuando aquél pie volvió a estrellarse contra su pecho.
-¡H-Hao-sama, onegai, Amidamaru-sama me...!
-¡¡Ese estúpido samurai es lo que menos me importa!!- gritó el otro, golpeándole en el rostro. -¡Debe estar ciego o tarado para mantenerte a su lado!
-Hao-sama...
-Pero Hao-sama, -interrumpió una voz de acento extraño, y Yoh alcanzó ver a Ren con el rabillo de sus ojos. -usted sabe bien que desde que los idiotas de los sacerdotes del templo, me refiero a Mikihisha y Keiko, los padres de Yoh murieron, Amidamaru se compadeció de él y por eso decidió tomarlo bajo su protección a cambio de sus servicios. - una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios del Tao cuando sus orbes doradas se conectaron con la mirada opaca del chico en el suelo. -Mikihisha ya no le servía a Amidamaru de cualquier modo, así que prefirió cambiarle por su hijo...- riendo nuevamente, Ren se inclinó ligeramente. -Me imagino que debe satisfacerle lo suficiente como para permitirle seguir con él.
Riendo también, Hao levantó su cabeza y echó su larga cabellera castaña hacia atrás.
-Sinceramente dudo mucho que el estúpido de Mikihisha Asakura haya podido hacer algo bien en su vida, de cualquier modo.- su mirada se enterró en la figura inmóvil de Yoh, quien respiraba pesadamente y se aferraba todavía a la piel curtida de sus pantalones. -¿O si? ¿Nos dirás, Yoh, qué es lo que te pide ese samurai a cambio de mantenerte alimentado y vestido? O tal vez la pregunta correcta sea, ¿realmente le satisfaces?
Yoh no respondió.
-Yo que tú comenzaría a preocuparme por mantenerle amarrado todo el tiempo posible y sacarle el mayor provecho, al menos hasta que se consiga un mejor amante y termine por arrojarte a la basura.- rió, con una risa atronadora, y Ren le hizo eco.
Las carcajadas eran como petardos estallando en los oídos del joven en el suelo, reventando al mismo tiempo que la sangre dentro de su pecho, agitándose, enviando ondas de odio y calor por todo su cuerpo.
¿¿Cómo podía atreverse Hao a hablarle así?? Es cierto que no era más que un sirviente que no se merecía nada salvo un buen golpe, pero... El señor Amidamaru había sido siempre tan amable con él. Tan cariñoso...
No podía estarle usando solamente para satisfacer sus deseos, ¿No es cierto?
Jadeó una vez más, y cuando Hao comenzaba a hablar acerca de Keiko Asakura, se puso de pie, bruscamente, arrojándole hacia un costado y respirando con fuerza.
-¡¡No vuelvan a hablar así de las personas a las que amo!!- exclamó, sabiendo que sus mejillas hervían en rubor. -¡¡Mis padres jamás... Amidamaru-sama no es esa clase de persona!! ¡¡Él..él me...!!
La mirada sorprendida de Hao interrumpió brutalmente sus palabras, y no supo cómo continuar. El mayor simplemente sonrió.
-¿Qué? ¿¿Ibas a decirme que te ama??- una risa gutural se escapó de sus labios, disfrutando de ver cómo las mejillas de Yoh enrojecían todavía más. -Por favor, Yoh, ¿De verdad piensas que alguien de la talla de Amidamaru, un samurai tan importante como él, podría rebajarse para enamorarse de alguien como... tú?
-...
-Deberías saber que para nosotros, ustedes, los sirvientes, no son nada más que eso. Juguetes que complacerán hasta el más oscuro de nuestros deseos sin rechistar, sin decir ninguna palabra al respecto, y de los cuales podemos deshacernos en el momento que no nos satisfagan más...- sus ojos miraron duramente a Yoh, y su sonrisa se ensanchó. -Eso va a pasarte a ti también, Yoh Asakura. Pronto Amiramaru se aburrirá y entonces...
-¡¡Eso lo dice porque no conoce a mi señor!!- gritó el más pequeño, sorprendiéndose a sí mismo. -¡¡Él no es como ustedes creen!! ¡No se parece en absoluto a usted o a cualquiera de ustedes que no tienen sentimientos porque jamás han sido amados por nadie! ¡¡Sin embargo Amidamaru-sama es diferente!! ¡Él sabe bien lo que es partir sabiendo que habrá alguien en casa que rezará por él, y regresar y encontrar todo el amor que no tuvo durante todo ese tiempo! ¡¡Amidamaru-sama sabe bien lo que es ser amado, porque yo...!!
Las palabras de Yoh se desvanecieron una vez más cuando Hao avanzó hacia él, decidido, y le empujó con brusquedad sobre la tierra.
-¿Eso piensas?- escuchó susurrar a la voz fría del más grande, muy cerca de él. -¿Crees que Amidamaru es mejor que yo, pequeño renacuajo, y que a mí nadie sería capaz de amarme?
-E..eso pienso...- logró jadear, aterrado de lo que estuviera a punto de pasarle. -É-él no...
Riendo, Hao se alejó de él y echó a andar, pateando los comestibles con ambas botas y caminando hacia un atónito Ren que les miraba a pocos pasos. Se detuvo entonces, sin voltear a verle, y una carcajada suya logró hacer que Yoh se estremeciera.
-Tal vez tienes toda la razón, escoria, pero eso no le hace mejor que yo. Porque nadie es mejor que Hao Asakura.- luego siguió caminando, hacia Ren, sabiendo que Yoh estaba demasiado alterado como para percatarse de la última de sus palabras. Volvió sus ojos hasta que se toparon con la mirada ambarina, y cabeceando, sonrió ligeramente. -Hazte cargo.
Sonriendo, Ren cabeceó también y se hizo a un lado. Hao pasó junto a él y luego desapareció en una esquina sin decir nada más.
Yoh estaba intentando ponerse de pie cuando sintió la mirada y la sonrisa de Ren fijas sobre sí.
Estaba seguro de que le iba a doler mucho...
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Los ojos oscuros del muchacho se levantaron hacia la parte superior de la fachada de la gran casa. Había un par de estatuas de aspecto extraño en el pórtico y la enorme puerta había sido tallada en madera y mármol incrustados. Una campana de tamaño mediano adornaba la parte central unida a una gruesa cadena de oro que colgaba hasta el nivel de su cabeza.
-¿Es en este lugar, Horokeu-aniki?- inquirió una vocecita cerca de él, y el chico inclinó la mirada oscurecida bajo la sombra de la cinta en su cabeza.
-Es la casa más grande, como dijo ese hombre.- respondió, echando hacia atrás un mechón de su cabello que había caído sobre su rostro. -De todos modos, será mejor que regreses. Yo iré más tarde con la respuesta.
-Aniki...
Una sonrisa se dibujó en los labios del muchacho y colocó una mano sobre la cabeza azul de la chiquilla.
-Ve a casa, Pirika. Cuando vuelva espero encontrar una gran cena a cambio de todo lo que estoy haciendo por ti.
Sonriendo también, la niña cabeceó.
-¡Que tengas suerte, Aniki!- y sin más, se dio la media vuelta y echó a correr de regreso por el camino que habían tomado para llegar hasta ahí.
Suspirando, Horokeu Usui la miró desaparecer por la esquina del restaurante.
-Voy a necesitar mucha para conseguir un sitio dónde vivir...- murmuró, antes de tirar de la cadena.
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Encogiéndose en una esquina cualquiera, Yoh Asakura dejó que las primeras gotas de la lluvia fría de los últimos días del invierno le cubrieran el cuerpo. Maltratado todo, con manchas de barro en ropa y rostro y el cabello desordenado. Sentía deseos de llorar, de gritar, de ir y devolverle a Ren Tao la paliza que éste le había propinado sin motivo alguno, más sin embargo...
-Amidamaru-donno…
Si él se atrevía a rebelarse seguramente su señor estaría completamente decepcionado de él. Es decir, se trataba de un sirviente solamente, y poner la mano sobre el compañero de otro señor sin haber recibido órdenes directas de su amo sería tomado como rebeldía en cualquier lado del mundo.
Y él ya no sería apto para permanecer al lado de Amidamaru…
-No, eso no…– jadeó, ocultando el rostro entre sus rodillas delgadas y dejando que varios mechones de su cabello marrón le golpearan la piel de las manos.
Haría cualquier cosa, la necesaria para permanecer al lado de su señor. Y si eso conllevaba el tener que soportar los malos tratos de los demás chicos sin quejarse, entonces lo aceptaría con una sonrisa y la esperanza de que más tarde las manos cálidas de Amidamaru se encargarían de hacerle olvidarse del dolor.
Es solo que lastimaba tanto...
Tocando con dos de sus dedos la herida abierta en su labio inferior, jadeó. Le dolía. También el resto de patadas y puñetazos que había recibido. Los cortes, los moretones. Todo... Y era en ese momento cuando comenzaba a preguntarse si su señor estaría preocupado por él. Si se enfadaría. Había salido de casa hacía ya más de 5 horas, solamente para hacer las compras, y ahora estaba lloviendo y él aún no volvía a casa.
Se encogió más sobre sí mismo, sollozando, cuando repentinamente dos zapatos oscuros aparecieron sobre el barro, debajo de la lluvia y justo frente a su campo de visión.
-¿Te encuentras bien?– escuchó preguntar a alguien, con un acento extraño, y se obligó a cabecear. Aunque sinceramente hubiese deseado negarlo, decirle que ese muchacho llamado Hao y su amigo Ren le habían maltratado hasta el cansancio, que estaba agotado, que le dolía todo y simplemente haberse echado a llorar dentro de sus brazos, fuese quien fuese, pero no pudo.
-Estoy bien...– susurró, con una voz ronca, pero la persona frente a él no pareció creerle. Se arrodilló frente a él, apoyando su rodilla sobre el suelo mojado, y sus manos tiraron suavemente de la tela de su kimono.
-¿Qué te sucedió?– su voz era suave y tenía un tono de preocupación que Yoh amó desde aquél momento. -Estás lastimado...
-..yo.. yo no...
-¿Alguien te hizo esto?
-¡No!– exclamó, sacudiendo su cabeza y sintiendo un dolor punzante en su cuello. El cabello castaño se le pegó en el rostro, mojado por la lluvia fría, y tosió ligeramente, sin querer apoyándose en el hombro de la otra persona. -No me ha pasado nada... me encuentro bien...
Las manos enguantadas sujetaron sus hombros, empujándole un poco hacia arriba.
-Debes tener frío.– acariciando con sus dedos mojados el rostro sucio del joven Asakura, el extraño sonrió, débilmente. -¿En dónde vives?
-...yo...
-Vamos. Te llevaré a casa...
Entonces sintió cómo una de sus manos tiraba de su muñeca, y levantó el rostro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y agua de lluvia, pero aún así alcanzó a distinguir un rostro difuminado que le sonreía. Que tenía los ojos de un penetrante tono oscuro y el cabello, mojado por la lluvia, de un azul que no había visto nunca antes. Y parecía tan amable que sintió miedo... porque nadie antes se había preocupado por él. Porque había sido siempre un juguete para los muchachos del pueblo... porque... no sabía por qué... Pero ahí estaba él, sonriéndole y ofreciéndole su ayuda. Y pese a que Yoh no lo reconocía, no pudo menos que agradecerle.
Y en aquél momento él también le sonrió.
sigue...
Notas extras: wheeee, no sé quién haya dicho que yo no termino mis fanfics, porque siempre los termino ya sea hoy, mañana o dentro de 20 años o.ó así que finalmente les presento el capítulo 2 de mi fanfic de Shaman King...
Bueno, siento que no me había podido inspirar debido a que, como ya dije, nunca en mi vida he visto la serie (bueh, en realidad una vez estaba en casa de mi amigo Alex, cuando cambiando de canal le puso al Jetix -juaz, que cuero suena eso– y apareció Hao peleando con Lyzerg, Yoh y no me acuerdo quién más, y aaah! Casi le arrebato el control de la tv XD el problema era que el capítulo estaba terminando y yo apenas si pude escuchar a Yoh riendo y a Horo diciendo "Kororito TOT!" o algo así, lol), pero ahora, gracias a la magia de la editorial Vid, finalmente he podido conseguir el manga n.n y ahí vamos. Quiero agradecerle a Haruka, Kurogane, Silpheen (heeee, me siento tan contenta de que me hayas dejado un review n.n!!!! Juro que leeré ese fanfic -haha, todavía no lo hago porque no me había acordado XD– y espero que continúes con Gessekai T-T!!) y Rei Ishida (el título? weh, no sé XDDD lo tomé de una canción de Yoko Kanno, disculpa O,oUu) por sus reviews n-n!
