Nota: Si, si, los derechos de autor y esas cosas, espero que este capítulo no se les haga muy raro, pero que quieren escribir fics románticos no es mi especialidad (si es que tengo alguna) este es sólo un experimento por la llegada de la primavera al hemisferio sur.
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Desde que te vi 2
-Recuerda Kurama. Lo prometiste
Hiei miraba a su amigo con la mirada impaciente mientras el Yoko bajaba la mirada.
-Estás seguro de esto, Hiei?
-Por supuesto Kurama, no te lo pediría si no confiara en ti –dijo Hiei con un inusual tono, casi amable.
Kurama comenzó a sentirse mal por estas palabras.
-Vamos Kurama la casa de Genkai no está lejos.
Los dos se dirigieron hacia la casa de la abuela, como era llamada por Yusuke, y allí estaba la anciana maestra.
-Buenas tardes Genkai.
Saludó Kurama amablemente.
-Hola muchachos, tiempo sin verlos por aquí, a que se debe su visita?
-Nada en especial- dijo Kurama sonriendo –sólo pasábamos por aquí, verdad Hiei?
Hiei estaba extrañado por la actitud de Kurama, que diablos le pasaba ahora, no era normal en él comportarse de esta manera casi infantil.
-Por cierto Yukina está en el patio- dijo la Genkai, que tampoco paso por alto el raro comportamiento del Kitsune- por qué no van a verla.
Los muchachos fueron al patio interior donde Yukina estaba sentada a la sombra de un árbol de cerezo. La koorime sonrió al verlos, de una manera especial, porque siempre se alegraba de ver a Hiei, aun sin saber porque le simpatizaba bastante, y Kurama, bueno, él a veces se dignaba a mirarla, pero eso no evitaba que le alegrara su presencia.
Kurama al verla su dulce sonrisa sintió desarmarse por dentro, y su corazón por primera vez sintió un pánico terrible, uno diferente de los que se siente cuando uno se enfrenta a un monstruo terrible y sabe que puede morir, este miedo era uno cálido, dulce, como si estuviera deseoso de morir, pero en sus brazos.
-Kurama, porque no saludas? – dijo Hiei al ver al Yoko absorto en sus pensamientos –Recuerda a que vinimos.
-quien? Yo? –dijo Kurama como despertando de un sueño.
-Estamos algo distraídos hoy?- dijo Genkai que había venido al patio
-Te sucede algo Kurama?- preguntó Yukina
-A mí? No – dijo secamente el chico de ojos verdes –Nada, no me pasa nada.
-Menos mal – dijo Genkai – por un momento pensé que te había lo mismo que a Kuwabara. Kurama sintió como los colores se subían a su cara y Hiei lo miró de reojo.
-No se quedan a tomar el té con nosotras? – dijo Yukina –Kazuma vendrá hoy.
Hiei apretó los dientes pero no dijo nada, Kurama en cambio se puso pálido.
-No gracias, recordé que tengo algo que hacer – dijo Kurama apresuradamente.
-Pero eso pude esperar Kurama – dijo Hiei.
-No Hiei, es algo muy importante –dijo Kurama más nervioso que de costumbre.
-No seas maleducado Kurama! – dijo Hiei elevando el tono de voz –sí, estamos encantados de aceptar su invitación y quedarnos a tomar el té con ustedes.
-Entonces vamos a la sala, Kazuma no debe tardar en llegar- dijo Yukina
Cuando estuvieron en la sala, Yukina y Genkai dejaron solos a los chicos para traer el servicio, ya que al parecer Kuwabara se había retrasado y no había motivo para esperarlo más tiempo.
-Ahora Kurama me puedes decir que diablos te ocurre? –dijo Hiei muy molesto.
-Ya te dije que no me pasa nada – respondió Kurama de la misma manera.
-Bella Yukina, él que esperabas acaba de llegar! – entró Kuwabara con ese estilo fanfarrón tan suyo – Y a ustedes quien los invitó? – dijo Kuwabara mirando a Hiei de pies a cabeza, mirada que era a su vez devuelta por Hiei.
-Kazuma llegaste –dijo Yukina sonriente como de costumbre –Hiei y Kurama nos acompañarán a tomar el té hoy.
-No me importa estar en compañía del mismo diablo con tal de estar a tu lado bella Yukina –dijo Kuwabara sacando un ramo de flores – Para ti bella Yukina, yo mismo las corté en el camino.
-Gracias Kazuma, eres muy dulce- dijo la pequeña koorime.
Este gesto hizo que la sangre de Hiei comenzara a hervir del coraje, por eso no notó que Kurama también se mostró molesto.
La tarde pasó con las constantes peleas entre Hiei y Kuwabara, ya que ninguno de los dos desperdiciaba la oportunidad para lanzar dardos a su parte contraria, en cambio Kurama casi no pronunció palabra alguna, actitud que no pasó inadvertida para la vieja Genkai. Cuando fue el momento de despedirse Kurama seguía tan callado como había estado toda la tarde.
-Yukina puedes acompañar a los muchachos, yo tengo algo que hablar con Kuwabara- dijo la anciana maestra.
Yukina acompañó a los chicos hasta la puerta.
-Hasta pronto Hiei– dijo Yukina – Adiós Kurama, fue lindo que nos acompañaran.
-Kurama te está hablando –dijo Hiei pisando el pie de Kurama para que reaccionara de una vez por todas.
-Adiós Yukina! – dijo el kitsune apresuradamente dando media vuelta para irse de ahí.
-Espera un momento! – dijo Hiei corriendo hasta Kurama –O vas y le la invitas a salir o aquí mismo de parto en dos con mi katana, no soportaré otra tarde con ese idiota de Kuwabara.
Kurama suspiró y dio media vuelta, pero sus verdes ojos no se levantaban del piso y secamente dijo las palabras que Hiei la había exigido –Quieres salir conmigo mañana Yukina?
La koorime sin salir todavía de su asombro respondió cortésmente
-Me encantaría Kurama, pero mañana saldré con Kazuma, supongo que para otro día será.
Tanto Kurama como Hiei se quedaron inmóviles por un minuto sin saber que decir, hasta que Kuwabara salió de la casa de Genkai.
-Que rara es esta Genkai, hacerme quedar para preguntarme algo que luego se le olvida que era – decía Kuwabara – a mí se me hace que la edad ya le está afectando el coco.
De pronto vio a los chicos y a Yukina aun en la puerta. No miró a Hiei y se habló directamente con la chica.
-Adiós bella Yukina, mañana vendré por ti – dijo el amigo de Urameshi.
-Adiós Kazuma – dijo Yukina con una sonrisa.
-Si nosotros también nos vamos – dijo Kurama y a rastras se llevó a Hiei sin fijarse bien a donde iba.
Una vez estuvieron lejos de la casa de Genkai Hiei se detuvo en seco.
-Bueno Kurama espero que me des una explicación por lo de esta tarde – Dijo Hiei con su típica mirada –Creí que sabías como invitar a una chica.
-Que quieres que te diga –dijo tristemente Kurama – Al parecer a Yukina si le gusta Kuwabara.
-No me extraña si la ignoras casi todo el tiempo –dijo Hiei molesto con su amigo –Si no te gusta ella, por lo menos hazlo por mí, sabes que no quiero que el tonto de Kuwabara ande todo el tiempo con ella.
-Pero si a ella le gusta él que puedo hacer yo? – dijo Kurama todavía con la mirada triste –no creo que debamos intervenir si es así.
-Si por lo menos hicieras un esfuerzo –dijo Hiei con rabia –por lo menos en inútil de Kuwabara le trajo un presente, no sé mucho de las costumbres humanas, pero parece que así se hace siempre, que no sabes tú mejor de estás cosas Kurama, no deberías regalarle flores?
-Lo veo y no los creo – dijo Urameshi apareciendo en las espaldas de Hiei –Hiei dándote consejos para conquistar chicas a ti Kurama?
-Yusuke no vuelvas a hacer eso! –gritó Hiei que estaba desprevenido.
-Pero que carácter Hiei – dijo Urameshi sonriendo –Pero Kurama creí que tu no tenías ese tipo de problemas sentimentales.
-Eso no te interesa! – dijo enfadado Kurama que ya estaba cansado de todo.
-Parece que el mal humor de Hiei es contagioso, mejor me voy ahora que estoy de excelente humor, adiós muchachos y ya dejen de ser tan agrios –dijo Yusuke al marcharse.
-Ya van dos veces seguidas que Yusuke me juega la misma broma –dijo Hiei tomando la misma dirección que Yusuke –Me la pagará, a ver cuanto le dura su buen humor del día. Y Kurama la próxima vez pon un poco de interés, quieres?
Kurama sólo suspiró al darse cuenta de que había ido en dirección contraria a su casa, el camino de regreso sería largo y tendría que pasar de nuevo por la casa de Genkai donde estaba Yukina. Si al menos pudiera comportarse naturalmente a su lado, pero parecía cada vez más difícil, cada vez que la veía se le hacía un nudo en la garganta y no podía hablar, temiendo decir alguna estupidez, prefería callar y no permitir que sus sentimientos lo traicionaran, porque para él era más fácil ignorar a la pequeña koorime, que mantener la calma a su lado. Pero ahora nada de eso importaba, porque Yukina lo había rechazado, prefiriendo salir con Kuwabara, de quien no guardaba ningún sentimiento de rencor, porque Kurama tenía que admitir que el humano llenó de atenciones a Yukina desde el momento que la conoció y él apenas le dirigió la palabra por su maldita de costumbre de mantener la calma y mostrar una frialdad que era una máscara.
-Rayos! –maldijo Kurama –Soy un estúpido!
-No, no eres – dijo Yukina que apareció delante de él.
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