Nota: Bueno, no creí que escribir fics de este tipo fuera tan difícil, al menos para mí lo es, espero no les moleste el que haya me haya salido del canon de la historia del anime, pero este es sólo un fic, no la Biblia, es pura diversión.
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Desde que te vi 3
Kurama se detuvo en seco al escuchar la voz de Yukina, sin poder creer que era ella la que le hablaba, dirigió la mirada hacia donde provenía la voz y allí estaba ella, en medio de la soledad del paraje que lleva a la casa de Genkai, por primera vez, Kurama y Yukina estaban solos.
-Yukina? Que haces aquí? – dijo Kurama aun sin poder reaccionar.
- Pareces preocupado por algo – le dijo la pequeña Koorime acercándose a Kurama –Te sientes bien?
-No me pasa nada – dijo el kitsune aun más nervioso, sintiendo un aire frío alrededor de Yukina.
- Te ves pálido Kurama - dijo la Koorime acercándose al Yoko extendiendo la mano para tocar la frente del chico
Kurama ante gesto dio un paso atrás, Yukina sólo retiró la mano y su mirada cambió, la alegría que siempre mostraba se desvaneci
-Kurama – dijo la chica – por qué me invitaste a salir?
-A qué te refieres? – Preguntó el Kitsune que se sentía avergonzado por su reacción y no se atrevía a levantar la mirada.
-Desde que te conozco apenas me has hablado – dijo la Koorime otra vez con la mirada triste – Se me ocurre que no te agrado del todo.
-No es eso – dijo rápidamente Kurama tomando a Yukina por los hombros pero callando en seco pues no sabía como continuar sin ser traicionado por sus sentimientos y confesarle todo de una buena vez.
-No soy tonta, cuando estoy cerca apenas me miras – dijo Yukina – no te estoy reprochando nada. Pero se me hacer extraño que de un de repente me invites a salir.
Kurama no supo que responder, si inventar algo o decirle la verdad, incluso esto no era opción ya que cual verdad le contaría, la de Hiei que es su hermano y no quiere que ande con Kuwabara o decirle que en realidad se muere por ella.
El silencio incómodo se apoderó del lugar. Kurama seguía en silencio deseando que algo pasara para salir de esta situación, sin embargo cada minuto al lado de Yukina renovaban en su corazón los sentimientos que hace ya tiempo sentía.
-Yukina, estás aquí? – se escuchó la voz de la vieja Genkai que venía en esa dirección.
Kurama vio la silueta de la anciana maestra que los miraba fijamente.
-sigues por aquí Kurama? creí que ya te habías despedido – Dijo Genkai sin mirar a Kurama.
-Es que equivoqué el rumbo- dijo Kurama con la mejillas sonrosadas.
-Es pensé- luego Genkai se dirigió a Yukina – Vamos a casa Yukina tienes que alistarte para tu partida.
-Partida?- preguntó el yoko.
-Si dentro de tres días Yukina volverá a la ciudad flotante en Makai- dijo la anciana.
-El tiempo que me dieron para buscar a mi hermano se termina – dijo Yukina tristemente – hasta ahora no he logrado nada, aun con la ayuda de Kazuma.
-Lo sé – dijo el Yoko bajando la mirada sabiendo bien quien era el hermano que buscaba Yukina.
-Es que es muy difícil – dijo Kurama tratando de sonar comprensivo pero en su interior pensaba que le sorprendería que Kuwabara encontrara siquiera su cabeza, luego se reprendió por este pensamiento pues sabía que eran los celos los que lo hacían pensar de esa manera, y es que el cabeza de zanahoria acaparaba toda la atención de Yukina y él apenas intercambiaba alguna que otra palabra con ella a excepción de esta noche.
-Tú me ayudarías a buscar a mi hermano? – preguntó Yukina mirando fijamente a Kurama – es que si no lo encuentro pronto, tendré que volver a casa y no podré volver jamás a Ningekai y no sabré jamás quien es mi hermano – Dijo Yukina con los ojos húmedos.
Estás palabras hicieron que el corazón de Kurama se detuviera y un dolor irresistible nació en su interior mezclado con el miedo de no volver a ver a Yukina, aun de lejos como venía haciendo desde que la conoció, siguiendo sus pasos como una sombra imperceptible e inabordable, así era como pasaba Kurama sus tardes, yendo y viniendo por donde la pequeña Koorime solía estar siempre admirándola como se admira al ocaso, desde lejos, inalcanzable, maravillado por sus colores efímeros, sabiendo que pronto serán cubiertos por la oscuridad de la noche, pero siempre con la esperanza de uno nuevo al siguiente día, pero ahora está esperanza moría pues ya no volvería a ver a Yukina, ahora la perdería para siempre y la oscuridad caería sobre él y no volvería a salir el sol para sus ojos.
-Calma Yukina, estoy segura – dijo Genkai mirando fijo al Kitsune – que Kurama nos ayudará a buscarlo. De hecho él y Hiei pueden buscarlo juntos.
-No sé si Hiei esté de acuerdo – dijo el chico.
-Tendrás que convencerlo, si Yukina encontrara en Ningekai a su hermano, podría quedarse aquí –dijo la vieja Genkai.
-Entonces tendría permiso para quedarme – dijo Yukina que miraba a Kurama con esperanzas.
-Lo haré –dijo Kurama decidido- yo te ayudaré a buscarlo.
Yukina salto para abrazar al Yoko – Gracias Kurama! – le dijo – sé que tú podrás encontrarlo.
Kurama tímidamente apoyó sus manos en la espalda de la chica, se sentía tan bien estar así, junto a ella, sin decir nada, un instante que saboreó como el sediento toma el primer trago de dulce agua. Quiso que ese momento jamás terminara, pero no se puede detener el tiempo.
-Vamos Yukina – Kurama escuchó la voz de Genkai que lo despertaba de su sueño – es tarde, tú también, Kurama seguro tienes que volver a casa.
-Si – dijo el yoko soltando a la Koorime quien se sonrojó cuando se dio cuenta de que había abrazado a Kurama.
-espero que esta vez no pierdas el rumbo y vayas directo a donde tienes que ir –le dijo la vieja Genkai que sabía muy bien de que era de lo que estaba hablando.
Kurama no le prestó importancia a este comentario pues todavía se sentía adormecido por aquel corto abrazo.
-Adiós Kurama – Oyó decir a Yukina una vez más.
Sonrió para sí, todavía sentía en el aire el aroma de Yukina y en sus dedos la suavidad de sus cabellos.
Caminó rumbo a su casa y con cada paso poco a poco fue volviendo a la realidad, hasta que en cierto punto se dio cuenta de lo que había hecho. Le prometió a Yukina buscar a su hermano cuando él sabía bien quien era, y de paso ya antes le había prometido a Hiei no contarle nada a Yukina. Cómo le haría ahora para convencer a Hiei de decirle la verdad a su hermana, porque él no pensaba traicionarlo y decirle todo a Yukina, eso sería muy bajo, pero lo peor de todo era que se le acababa el tiempo, en tan sólo tres días Yukina volvería a Makai y no volvería verla. Más que eso le dolía ver sufrir a la pequeña Koorime, quien volvería a la isla flotante sin saber quien era su hermano, no lo soportaba, sin embargo no podía romper la promesa que le había hecho a Hiei, él podría esperar eso de todos menos de Kurama, que era la persona en quien más confiaba.
-Maldición! – dijo una vez más el Yoko y se fue corriendo a casa a pensar en una solución a sus problemas.
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