Título: Ephemeral (1/11 (de momento))
Fandom: Harry Potter
Personajes, pairings: Lily/Snape, los Merodeadores, personajes originales
Rating: PG
Disclaimer: Los personajes y situaciones de HP son propiedad de Rowling. Layla y Cheryl son propiedad de Aldery.
Notas: En principio sólo dos. El fic comienza justo después de que Lily se marche del lago después de defender a Snape, aunque no descarto escribir una introducción para dejarlo claro. Y, en mi universo, Lily siempre es Slytherin. El resto de las notas mejor al final, si es que alguno llega xD

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- Sangre Sucia -

Why do you have to be so unkind?
Why do I have to be so inclined to loose my mind?
Well, I've got plenty of time,
time to figure it out.

- Bueno, ya está bien. Acompáñame - ordenó Layla poniéndose en pie. Lily se frotó la cara, que comenzaba a picar después del ataque de llanto, y la miró sin comprender. Sus lágrimas nunca duraban demasiado, sobre todo si Layla Spectum estaba cerca. Se le ocurrió por un instante que en esos momentos a muchos les hubiera atemorizado la enfurecida Ravenclaw, altísima, al menos bastante más alta que Lily, agitando su cabeza pelirroja con indignación.

- ¿A dónde? - preguntó Lily de forma retórica. De todos modos, la acompañaría. Lo último que le apetecía en ese momento era echar un vistazo a los libros. Se puso en pie apenas unos minutos después de volver del lago hecha un mar de lágrimas. Ya no había lágrimas, pero sí una vergüenza creciente en su estómago, por haber irrumpido en el Gran Comedor durante una hora de estudio para que Layla la consolase de inmediato. Aquello no era propio de una Slytherin. Ahogó un suspiro al darse cuenta del auténtico motivo de su vergüenza... quizá no mereciera estar en Slytherin, y desde luego era una sangre sucia. Se sentía como si fuera culpa suya.

- A hacer que Severus te pida perdón, por supuesto - respondió Layla mirándola como si no existiera otra respuesta.

- No, Layla, en serio, no hace falta... déjale tranquilo... - Lily dejó caer los hombros y negó con la cabeza, pensando en volver a sentarse o meterse bajo la mesa.

- Hay que hacer que se arrepienta antes de que olvide qué ha hecho mal - casi canturreó Cheryl distraídamente, volviendo a escribir en su pergamino. Era obvio que no pensaba acompañarlas; nunca lo hacía si ellas no se lo pedían.

- Quizá eso funcione con los perros, pero no creo que sirva para Severus - musitó Lily notando los párpados pesados.

- Bueno, no se ha comportado exactamente como un ser humano - Layla le pasó un brazo por los hombros, sacándola del Gran Comedor. Caminaron unos minutos en silencio, y Layla agachó la cabeza para susurrar, tirando levemente de los mechones ambarinos de Lily. - Sabes que no lo dijo en serio...

- No sé por qué lo hizo, Layla. Él siempre había sido... bueno, no amable. No, pero no como los otros...

- Estaba furioso - atajó Layla conduciéndola por los corredores. - Esa pandilla de imbéciles... y el nerviosismo de los exámenes, fíjate en ti, llorando como una boba por una tontería semejante...

- Tienes razón.

- Claro que tengo razón, ¿te importaría memorizarlo? - sonrió Layla, y la abrazó con fuerza. Lily asintió.

- Cada vez que dices eso me recuerdas a Dux...

- Bueno, ella cogería a Severus del cuello y le sostendría por la ventana de la Torre Norte, pero no creo que tengamos que llegar a esos extremos - Layla se detuvo en un cruce de corredores y miró hacia los lados. - Éste es tu territorio, ¿por dónde?

- Deberíamos escribirla, para contarla cómo van los TIMOs - sugirió Lily cogiendo a Layla de la manga de la camisa.

Con un suspiro, Layla se apoyó en la piedra fría de las paredes y la miró.

- Supongo que esa prisa por escribir a Medusa cuando hace dos semanas que recibiste su última carta no tiene nada que ver con Severus Snape, ¿verdad?

Lily se encogió de hombros, sabiendo que Layla interpretaría su silencio a la perfección. Claro que no quería encontrar a Severus, y mucho menos que Layla le obligase a pedirla perdón. Sabía que la Ravenclaw ejercía una extraña influencia sobre él, pero que utilizase esa influencia para hacerle disculparse por algo de lo que seguramente no se arrepentía... Levantó la cabeza y se echó el pelo hacia atrás. ¿A qué venía aquel espectáculo? Era hija de muggles y encima Slytherin; "sangre sucia" era algo que escuchaba cada día.

- Vamos a la lechucería - metió las manos en los bolsillos de la túnica de Layla, buscando las plumas y pergaminos que solía llevar siempre encima, haciéndola revolverse y reír.

- No hay como un trauma para acordarse de las amigas lejanas - exclamó manoteando, golpeando a Lily en los brazos desnudos y emprendiendo el camino de regreso sin saber muy bien qué pasillos tomar.

Lily ahogó un suspiro de alivio y terminó de atarse el pelo como pudo, feliz de alejarse de la Sala Común de Slytherin, que posiblemente en aquellos momentos estuviera llena. Celebrar los exámenes que iban finalizando, esperar a los siguientes, aprovechar la suspensión de algunas clases, había vuelto la normalmente tranquila sala en un lugar bullicioso. Estaba deseando llegar a séptimo; la sola idea de librarse de la gente de los cursos superiores hizo que sonriera. Y una vez llegada a séptimo... quedarse allí para siempre. Echaba de menos a su familia en ocasiones aisladas, pero no se atrevía a pensar cómo echaría de menos el castillo cuando finalmente terminase séptimo.

Apresuró el paso y pensó que debía aprovechar las dos semanas de quinto curso que aún le quedaban. Y en verano se llevaría parte de Hogwarts a casa unas semanas, en la persona de Layla, y puede que sus padres aceptasen invitar también a Medusa, la chica italiana, siempre que Petunia no se pusiera histérica. Chocó con Layla, que se había detenido a pocos pasos de las escaleras.

- El Destino te odia - ronroneó Layla bromista, con una frase que repetían muy a menudo. Si alguien derramaba tinta sobre los deberes recién terminados, cuando en Honeydukes se agotaban los caramelos de limón y chocolate a los que Lily era adicta, "el Destino me odia". En ese momento, al ver quién bajaba las escaleras con sus habituales pasos silenciosos, Lily sintió que era verdad y el Destino la odiaba.

Retrocedió un poco, reviviendo de improviso el dolor y la sensación de injusticia que la habían hecho romper a llorar nada más alejarse del lago, más fuertes, más inesperados, y se odió por dejar que la dominasen. Snape no las había visto, llevaba la vista clavada en el suelo y el pelo, negro y enredado, le tapaba la cara. Como cada vez que le veía, Lily tuvo la impresión de que caminaba a ciegas, guiado por la simple costumbre, y casi lo confirmó cuando Snape chocó con la mano extendida de Layla. Sólo entonces levantó la mirada, con las mejillas pálidas ligeramente enrojecidas. Miró a Layla con sorpresa, después con fastidio.

- Spectum, siempre en medio, cómo no. - susurró gravemente dando un paso a un lado, con la intención obvia de esquivar a Layla y seguir con su camino.

- Severus, tenemos que hablar.

Snape levantó una ceja y la miró ladeando la cabeza, entornando los ojos.

- No tengo nada que hablar contigo - murmuró entre dientes, frunciendo el ceño.

- Yo creo que sí - afirmó Layla, y se apartó de forma que Lily fuera visible. - Creo que en realidad no querías decir lo que dijiste. Una disculpa estaría bien.

Al darse cuenta de la presencia de Lily, Snape también retrocedió. Ahora Layla estaba en medio, como un juez, o una profesora de parvulario que espera que dos niños se den la mano. Lily miró al lugar donde el suelo y la pared se juntaban, formando un hueco lleno de polvo y suciedad, y hubiera dado cualquier cosa por estar en otro lugar. Que Snape hubiera perdido de repente la expresión colérica que mostraba segundos antes, sustituida por algo parecido a la confusión, no contribuyó a hacerla sentir mejor. De todos modos el chico pronto volvió a incorporarse, casi tan alto como Layla, y recuperó un aire taciturno.

- No debí decir en alto delante de tanta gente que eres una sangre sucia. Aunque lo seas. - recitó de un tirón sin mirarla. Layla abrió la boca y le miró, pero Lily asintió y rodeándolos empezó a subir las escaleras.

- Severus, cómo puedes ser tan... ¡Lily! ¿A dónde vas? ¡Eso no era una disculpa!

- A mí me vale - contestó Lily desde arriba, sonriendo un poco antes de marcharse.

Layla miró a Snape, incrédula y enfadada a partes iguales, y contuvo las ganas de sacudirle agitando las manos expresivamente.

- ¿A qué ha venido eso, Severus? - exclamó finalmente.

- ¿A qué ha venido qué? - preguntó Snape desafiante.

- ¿"Sangre sucia"? - Layla se llevó las manos a la cintura, luego al cuello, y ante la mirada impasible de Snape las dejó caer a los costados. - Sabes, si tenías alguna oportunidad de acercarte a Lily, la has perdido hoy. Y también la de disculparte, cuando te la he ofrecido en bandeja.

Como única respuesta, Snape se limitó a pasear la mirada por el techo del pasillo. Con un resoplido rabioso Layla puso un pie en el primer escalón y frunció el ceño, concentrada en algo que no lograba atrapar, y sintiendo casi como un fracaso personal que tras cinco años junto a él todavía no fuera capaz de comprenderle.

- Cada día te entiendo menos, Severus - suspiró, mirando entristecida al chico alto y desgarbado al pasar a su lado.

Dándose la vuelta, subió las escaleras de dos en dos. Sin mirarla, Snape siguió su camino.

- Nadie te ha pedido que lo intentes.

Notas:
- La entradilla ('Why do you have to be so unkind...') es una estrofa de Nothing but you, de Kim Ferron.
- Layla Spectum es un personaje original de Aldery. Cheryl también fue creada por ella.

- "Claro que tengo razón, ¿te importaría memorizarlo?" es una frase de la película A life less ordinary.