Título:
Ephemeral (2/11)
Fandom: Harry Potter
Personajes,
pairings: Lily/Snape, los Merodeadores, personajes originales
variados
Rating: PG
Disclaimer: Los personajes y
situaciones de HP son propiedad de Rowling. Layla y Cheryl son
propiedad de Aldery.
Notas:
Segundo capítulo, una o dos semanas después del
primero. El resto de las notas, al final.
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2 -
- Tras el cristal -
When you say it's gonna happen
"now",
when exactly do you mean?
See, I've already
waited too long
and all my hope is gone.
La monotonía del paisaje era una de las cosas que hacía el viaje de vuelta tan imposible de calcular. Bien podían haber recorrido quinientos kilómetros que dos mil; durante horas el mismo páramo verde, salpicado con puntos color lavanda y amarillo. Hacia aproximadamente el mediodía abandonaban el paisaje algo más montañoso que les acompañaba en la primera etapa. Ni una casa, ni la más ligera señal de civilización, tampoco tendido eléctrico... El Expreso surcaba a toda velocidad aquel mar de campiña, repleto de olores cálidos del verano que empezaba. Sólo de vez en cuando la locomotora silbaba y atravesaban túneles o nubes blancas durante unos minutos; Lily suponía que eran las zonas habitadas, y que así era como el Expreso de Hogwarts se protegía de miradas indiscretas: bajo una niebla espesa que casi podía sostenerse en la mano.
Hasta la hora de comer el tren había sido un hervidero de actividad, de alumnos persiguiéndose por los pasillos a medio cambiar de ropa, con sus pantalones o faldas muggles y las túnicas de Hogwarts. Una extraña combinación muy ruidosa. Asomarse al estrecho corredor era meterse de lleno en el murmullo de cientos de conversaciones escapando incluso a través de las puertas cerradas de los compartimentos. Todo el mundo tenía una última broma, un último consejo, una despedida que no podía esperar. Parecía mentira que fuera el mismo tren... apenas un par de horas después el Expreso de Hogwarts sólo transportaba vagones silenciosos. Debían ser cerca de las cinco de la tarde y el día, nublado en Hogsmeade, se había aclarado a medida que alcanzaban las tierras del Sur. Con el sol radiante y el paisaje invariable, el cansancio había hecho mella en los viajeros. Una pesadez nueva llegó a los alumnos, que volvieron poco a poco a sus compartimentos, agotadas ya las bromas y las despedidas. Cada viaje de regreso era así, recordaba Lily, con la cabeza golpeando el cristal al rebotar a cada ligera sacudida del vagón. En el viaje de Septiembre era imposible adivinar cuándo empezaría o cesaría la agitación, porque se renovaba aleatoriamente hasta alcanzar su punto álgido antes de llegar a Hogsmeade, pero las últimas horas del viaje de Junio eran siempre iguales. El Expreso era ahora un tren fantasma. Los pies descalzos de Layla se movieron en su regazo.
Bostezó largamente y quitándose la cortina de la cabeza paseó la mirada somnolienta por el compartimento cerrado y sus tres ocupantes, con los ojos llenos de la niebla blanca que los rodeaba. Cheryl había bajado las persianas y cerrado las cortinas, y dormía profundamente acurrucada en la esquina opuesta. Lily siempre encontraba sorprendente la manera en la que se encogía hasta ocupar el mínimo espacio, y su capacidad de conciliar el sueño en esa postura. La había visto quedarse dormida en una de las sillas de la clase de Encantamientos... Pasó los dedos lentamente por los tobillos de Layla, que se había recostado en el asiento con los ojos cerrados. Lily sabía bien que no estaba dormida por completo, y no necesitaba mirarla para imaginar que abriría los ojos de vez en cuando, sólo para comprobar que todo seguía igual.
Deby Rudabaugh leía el libro que Cheryl había dejado sobre el asiento, pero alzó la mirada al ver moverse a Lily y mostró una sonrisa cómplice, la misma de cinco años atrás, cuando se encontraron por primera vez en el andén nueve y tres cuartos. En aquel primer viaje Deby había asegurado a Lily que estarían en Ravenclaw, porque todos los Rudabaugh habían estado allí y Lily parecía lo bastante inteligente. Las dos habían sido sorteadas aquella misma noche en Slytherin. Lily le devolvió la sonrisa paseando la mirada por los pantalones vaqueros que Deby había ido pintando a lo largo del curso, llenos de águilas, serpientes y algunas de las constelaciones que habían visto en clase de Astronomía, además de varios cascabeles repartidos en los bajos y el cinturón, y se preguntó por qué el Sombrero Seleccionador había sido tan imprevisible en sus dos casos. Incluso Layla estaba de acuerdo en que Deby hubiera sido una excelente Ravenclaw "si a veces no fuera tan Slytherin".
Layla le dio una patada en la rodilla, Lily la golpeó en el muslo con la palma abierta y Deby las miró sobre las tapas azules de "Momo" con curiosidad, aunque apenas tres cuartos de hora antes se hubiera metido en el compartimento diciendo que sólo venía a saludar, y añadiendo luego que había cambiado de opinión y quería estar tranquila mientras leía.
- ¿¡Qué demonios haces, loca!? - exclamó Lily con voz ahogada, empujando los pies de Layla al suelo, y ésta se llevó un dedo a los labios incorporándose a medias, apoyándose en la ventana del pasillo.
- Alguien se paró hace un rato ahí fuera - explicó en un rápido susurro. Deby y Lily se inclinaron hacia ella. Una sombra alta y oscura se recortó unos momentos en la tela gris de las persianas.
- Creo que es el maldito Sirius - Lily entrecerró los ojos y Layla asintió.
- No estará planeando nada bueno, parado ahí... ¿recordáis cuando pusieron aquella cosa en el zumo de Madeleine Freebush y cada vez que alguien la dirigía la palabra se ponía a ladrar? Hufflepuff perdió veinte puntos antes de que se le pasase...
- Estos leones... - Deby sacudió la cabeza y pareció realmente indignada. Cuando los mechones castaños que se escapaban de las horquillas dejaron de moverse, sonrió con los ojos brillantes, a medio camino entre el dorado y el castaño. - ¿Le decimos que entre?
Lily resopló y Layla se echó a reír.
- Deby... Sirius nunca compartiría habitáculo con alguien que ha salido con Lucius Malfoy... - ante las palabras de Layla, Deby volvió a ponerse seria y se llevó una mano al pecho de su camiseta desteñida.
- Entre Lucius y yo ya no hay nada - aseguró, a lo que Layla se limitó a alzar las cejas, asintiendo poco convencida. Una nueva ráfaga de luz recortó otra vez la silueta del chico moreno que permanecía fuera. - Alguien debería salir a ver qué hace, no me gustaría que de repente la lámpara se convirtiera en una tarántula o empezase a escupir pus.
- Lily - dijo Layla al instante, y ambas la miraron.
- ¿Qué? Por mí puede quedarse ahí hasta que le atropelle el carrito de las golosinas - se encogió de hombros pero la perspectiva de tener a Sirius Black tramando algo fuera de su compartimento empezaba a resultar demasiado amenazadora.
- Se te dan bien esa panda de salvajes - sentenció Deby echándose hacia atrás con un tintineo, y volviendo a abrir el libro. Lily arrugó la nariz.
- Hace un minuto querías llevártelo a...
- Míralo así, Potter se enfurecería si te hiciera algo a ti sola, pero nosotras no tenemos inmunidad. Si salimos nosotras podría hacernos salir orejas de conejito y a todo el mundo le haría gracia - atajó Layla.
- No os quedarían mal. Siempre me toca a mí sacar la basura. Se va a enterar - gruñó Lily haciéndolas un gesto de burla. Se puso en pie y saltó sobre las maletas abiertas del suelo, saliendo al pasillo violentamente y cerrando la puerta tras de sí. - ¡¡Black, cuál es tu maldito...!! Oh, hola, Severus.
El muchacho retrocedió un par de pasos y Lily se llevó una mano a la frente, jurando por unos segundos que había logrado asustarle, pero debió ser sólo una impresión suya porque pronto Snape volvía a parecer indiferente. Le miró en silencio, preguntándose si la quietud del vagón no era demasiado densa, demasiado silenciosa ahora que sólo ellos estaban en el pasillo, como si de repente sólo existieran en el tren y en el planeta Severus, callado y alto, y ella, pequeña y contrariada. La idea resultaba extrañamente creíble.
- ¿No vas a cambiarte? - preguntó finalmente, mirando la túnica negra y los pantalones que asomaban bajo ella, también negros, exactamente igual que los que Snape llevaba cada día en Hogwarts.
- ¿Cambiarme? - repitió Snape perplejo, y Lily asintió pensando si no hubiera preferido haberse encontrado a Sirius. Sabía cómo manejar a Black y compañía, llevaba haciéndolo años, tenía el discurso preparado... era infinitamente más fácil. Señaló sus propios pantalones cortos y su camiseta azul.
- Ropa más... normal, ya sabes. - se arrepintió de sus palabras en cuanto Snape la examinó fugazmente. En algunas familias de magos vestían túnicas todo el tiempo, recordó. - Bueno, sin túnicas del colegio, ropa más bonita...
"¿¿Estás hablando de ropa con Severus Snape??" interrogó una voz molesta en su cabeza, y a medida que volvía el incómodo silencio deseó simplemente que la tragara la tierra. Sin grandes aspavientos, sin estridencias...
- Y... ¿Qué tal los TIMO's? - la voz ligeramente rota la sacó de sus ideas sobre el suelo del vagón abriéndose y desapareciendo en un montón de aquella niebla. Sonrió notando que el silencio se hacía menos mareante.
- Creo que es la conversación más estúpida que he tenido nunca - afirmó risueña, agradecida por recuperar el control y de alguna manera la conciencia de la situación. Snape apartó la vista del rodapié para mirarla un segundo.
- Muy observadora - murmuró incómodo, pero no la importó. Sabía por fin a qué se debía aquella escena tan surrealista.
- Te perdono - asintió, frotándose los brazos.
- ¿Qué? - Snape se apartó el pelo de la frente y Lily volvió a asentir, sonriendo, dando un pequeño salto sobre los talones.
- Venías a disculparte, y estás disculpado.
- Cómo has... ¿por qué crees eso? - preguntó Snape mirando alternativamente a la puerta del compartimento y a Lily, que se balanceaba sobre sus pies con las manos a la espalda.
- Porque hubieras sido incapaz de decírmelo y necesitabas que yo lo intuyera.
Silencio de nuevo; el tren dio una sacudida y Snape trastabilló un paso hacia delante, luego retrocedió y se apoyó en el marco de la ventana.
- ¿Siempre lo adivinas todo? - levantó la cabeza y Lily supuso que él también había perdido y luego recuperado su habitual actitud desafiante.
- No tanto como me gustaría - respondió intentando que volviera a mirarla, pero toda su atención parecía centrada en el umbral de la puerta.
- Me alegro.
- No se te nota demasiado. - susurró Lily dándose por vencida, con la espalda en el cristal. Abrió la boca y luego la cerró, aterrorizada ante lo que parecía el regreso de aquella sensación paralizante. Mordiéndose las uñas, paseó la mirada por el pasillo, y la pareció ver de reojo que Snape volvía a mirarla por unos momentos antes de incorporarse.
- Hasta Septiembre - musitó sucintamente al oír una puerta abrirse, y echó a andar en dirección contraria tan de repente que cuando Lily se dio cuenta ya estaba al otro lado del pasillo.
- ¡Que tengas un buen verano! - exclamó poniéndose de puntillas, y sin volverse apenas Snape se encogió de hombros y desapareció en el siguiente vagón.
- ¿Engatusando a Snivellus para que te haga los deberes? - Lily cerró los ojos y reconoció la voz de Sirius sin necesidad de volverse, y le oyó chasquear la lengua acercándose a su espalda. - No creo que merezca la pena el sacrificio.
- ¿No puedo librarme de vosotros ni siquiera la última tarde? - masculló, pero al volverse no se encontró más que con el propio Sirius, con las manos en los bolsillos y su inconfundible sonrisa de autosuficiencia.
- Por Dios, Evans, no seas tan egocéntrica. Has sido tú quien ha aparecido en mi camino.
Sin esperar a oír nada más, Lily abrió la puerta del compartimento de un tirón y entró, pero al ir a cerrarla Sirius la detuvo y asomó la cabeza al interior, echando un rápido vistazo a las maletas hechas un desastre, a Cheryl dormida y a Layla, que frunció el ceño al verle.
- Señorita Rudabaugh... - Sirius hizo un gesto galante por el que la mitad de las chicas de Hogwarts hubieran matado y, con un guiño a Layla y Lily, Deby salió de un salto al pasillo. Lily los observó alejarse en dirección contraria a la que había tomado Snape, Sirius jugando con los cascabeles del cinturón de Deby. Cerró la puerta y se recostó sobre Layla, que la rodeó con un brazo. En el rato que había pasado en el pasillo habían salido de la nube de niebla, el cielo se había vuelto morado y en apenas una hora encontraría a sus padres, sin Petunia, por supuesto, esperándola en el andén. Bostezó y frotó la mejilla contra el estómago de Layla.
- ¿Así que sólo quería secuestrar a Deby? - murmuró Layla perezosamente, casi maullando. Lily cerró los ojos; la conversación con Severus había sido tan rara que ni siquiera tenía ganas de contársela en ese momento.
- En este colegio están todos locos - susurró, sintiendo el cansancio de todo un año acumularse en los párpados. Los dedos frescos de Layla apartaron mechones de cabello de su frente.
- Sí que has tardado en darte cuenta. ¿Por qué no duermes un rato?
- Creo que será lo mejor - volvió a bostezar y dejó caer el brazo sobre la cintura de Layla. Notando que el traqueteo del tren se apagaba en sus oídos a medida que caía dormida, musitó tenuemente. - Severus Snape me pidió perdón...
Asintiendo, Layla la dejó dormir y sonrió.
Notas:
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Entradilla: How soon is now (lo único bueno que tiene
Embrujadas)
- Deby tomó su nombre, y el ser medio Slytherin
y medio Ravenclaw, de Deby
(:). 'Rudabaugh' es el apellido del personaje de Christian Slater
en Young Guns II. Me encanta como suena y estaba deseando encontrar
un personaje con el que encajase
- Momo fue publicado por
primera vez en 1973, y según mis cálculos ya están
en 1976 por si acaso os lo estabais preguntando ;)
- Snape
disculpándose!!! todos juntos: oooohhh!!! O.o??. Este
comentario vale para el resto del fic. Para mí, Snape con 16
años era borde pero no absolutamente amargado como en la
actualidad. Eso sí, tarda dos semanas en aceptar que aquello
de "asquerosa sangre sucia" no es una buena manera de
empezar una relación.
- No puedo ser objetiva con Sirius,
lo siento. Me parece un capullo y termina notándose cuando
escribo sobre él.
