Título: Ephemeral (8/11)
Fandom: Harry Potter
Personajes, pairings: Lily/Snape, los Merodeadores, personajes originales variados
Rating: PG
Disclaimer: Los personajes y situaciones de HP son propiedad de Rowling.
Notas: Mi vena anti-Marauder empieza a dejarse ver. En fin, yo aviso. El resto de las notas, al final.

- 8 -
- Goblins y Jalea -

I see your beautiful smile and I would like to run away
from reflections of me in your eyes, oh please.
Talk to me, show some pity...

Aunque Aritmancia era una de sus asignaturas preferidas, Lily comenzaba a encontrar dificultades para proseguir la lectura. Sus ojos volvían una y otra vez a la misma frase: "La concordancia de las fórmulas matemáticas en los estudios del mago Himmilkant respondió a la necesidad de hallar un nuevo...", pero antes de descubrir lo que tenía que hallar Himmilkant inevitablemente tenía que rascarse las rodillas, toser, estornudar, avivar el fuego o comprobar que la Sala Común seguía allí. Suspirando dramáticamente volvió a empezar la frase, y esta vez la repitió en voz alta.

- La concordancia de las fórmulas... matemáticas con los estudios... - bostezó sin perder de vista las letras, haciendo un esfuerzo por no volver automáticamente al primer punto. - ... del mago Himmilkant respondió a la necesidad de hallar... un nuevo... nexo de unión entre magia y ciencia.

Antes incluso de poder sentirse orgullosa por haber descubierto por fin qué quería el tal Himmilkant un sonoro bostezo la sacudió, impregnándola de agotamiento. ¿Qué podían importar los descubrimientos de alquien que llevaba muerto mil años en ese momento? El gran Himmilkant no tenía exámenes que hacer, deberes que entregar, y a toda una escuadra de profesores repitiendo veinte veces al día que al año siguiente se enfrentarían a los EXTASIS, y que de su trabajo en los últimos cursos dependería el resto de su futuro... Himmilkant ya tenía su futuro arreglado, aparecía en todos los libros de texto y dormía tranquilamente en su tumba.

Volvió a bostezar y sintió una moderada envidia ante la idea de dormir para siempre. No hacía ni una hora que había tenido que mandar a los dormitorios casi a escobazos a dos alumnos de cuarto que roncaban ruidosamente con las frentes apoyadas en una de las mesas de estudio. Y ahora era su propia cabeza la que colgaba inerte a un lado del respaldo, demasiado cansada para adoptar una postura más cómoda y aún lo bastante despierta para notar que le dolía el cuello.

¿Y dónde demonios estaba Severus?

Se hizo la pregunta un par de veces, con distintas entonaciones e incluso tarareándola, hasta comprender del todo. Se suponía que tenían que preparar un parcial de Historia. Por su mente cruzaron unas cuantas fechas y acontecimientos, e incluso la imagen mental de las hordas de Orgad el Intrigado tomando al asalto el aula de Historia y secuestrando al Profesor Binns para sus extraños rituales que, por supuesto, nunca aparecían en los libros ni en las tediosas lecciones. No era posible que las Guerras Goblin fueran tan aburridas, tenía que haber algo más... era obvio que el temario había sido censurado. En las películas todos los monstruos tenían rituales... ¡los goblins debían tener rituales! Quizá si el Profesor Binns fuera a veces al cine encontraría formas más amenas de contar las cosas. ¿Tendría que pagar entrada? O simplemente le bastaría con flotar cerca de la pantalla...

El libro de Aritmancia cayó sobre sus pies y el sobresalto le hizo dar una patada a la mesa, que crujió pesadamente. Se frotó el pie dolorido gimoteando y refunfuñó mientras recogía todo lo que había caído al suelo durante el accidentado despertar. Lo colocó todo en el extremo más alejado de la mesa que pudo alcanzar estirándose; no pensaba levantarse del sillón ahora que el cuero estaba caldeado. Luego se echó hacia atrás y subió las piernas, encogiéndose en el asiento. Esperaría otro rato a ver si Severus bajaba, quizás se había quedado hablando en los dormitorios, y si no se iría a la cama. Por supuesto no iba a quedarse dormida, por mucho que de repente ya no le doliera el cuello y encontrase el sonido de la chimenea encendida increiblemente sedante...

Cuando escuchó el primer sonido estaba partiendo una cascada sobre una tabla de planchar. Cada vez que cortaba un trozo el agua se convertía en gelatina azul y lo tiraba a un lago del que salían todas las cascadas... El segundo ruido, el de la puerta al abrirse, la hizo preguntarse por qué estaba cortando corrientes de agua sobre tablas de planchar que ni siquiera eran impermeables. Sólo cuando fue obvio que alguien había entrado en la Sala Común procedente de los pasillos se estiró y miró a los lados.

Fuera quien fuese, se había acercado al armario de material e intentaba abrirlo torpemente. Lily entornó los ojos y se deslizó hasta el suelo sacando su varita, apoyándose en la mesa a medida que la rodeaba. No veía absolutamente nada...

- ¡Lumos- exclamó, y apuntó directamente al intruso, que se dio la vuelta sobresaltado. Lily siguió apuntándole mientras recuperaba la respiración. - ¡Maldita sea, Severus! ¡¡Me has dado un susto de muerte!

- Mira quién habló - respondió Snape dándole la espalda y tratando de abrir el armario con su mano izquierda, sin sacar la derecha del bolsillo.

- ¿Qué buscas- preguntó Lily, todavía de rodillas tras la mesa. - ¿Y qué hacías fuera a estas horas?

Snape se detuvo y la miró de soslayo, acercándose un poco más al armario con lo que lo único visible fue una sombra que se movía cerca de la pared.

- ¿Ibas a usar la mesa como trinchera?

- Sí, claro, pensé que... ¡No me hagas cambiar de tema- Lily se puso en pie y se acercó con la varita en la mano a modo de linterna.

Al instante Snape trató de echarse hacia atrás, pero después de localizarle Lily pudo ver perfectamente un moratón amarillento empezando a oscurecerse en su pómulo izquierdo, y sangre seca en la comisura de la boca. Pasó la luz arriba y abajo convenciéndose de que no era producto de su imaginación o de las sombras; Severus tenía todo el aspecto de haber sido atropellado por un hipogrifo o algo así.

- ¿¿Qué demonios te ha pasado- exclamó guardando la varita en el bolsillo y extendiendo las manos hacia su cara, pero no bien rozó la piel Snape se apartó casi de un salto.

- Nada.

- ¡No seas imbécil- Lily se puso de puntillas para conseguir sujetarle la cabeza y le examinó a la luz de la varita. - ¿Con quién te has pegado?

- Con nadie - respondió Snape tercamente, ahogando una exclamación de dolor cuando Lily pasó los dedos por el cardenal.

- Ahora dime que te caíste por las escaleras - sugirió burlona, y algo vino a su mente, una corazonada que la hizo arrugar la nariz. - ¿Reunión de medianoche con tus Gryffindors preferidos?

Una simple mirada a la momentánea expresión de contrariedad de Snape le bastó para saber que había dado en el clavo. Dejó de apuntarle con la luz a los ojos y sacudió la cabeza.

- ¿Me puedes decir qué hacias en los pasillos a estas horas?

- ¿Me lo preguntas como prefecta- Snape cerró los ojos y se frotó el izquierdo con cuidado.

- ¿Estabas espiándolos?

- Se pasan las noches merodeando por ahí, ¿¿crees que traman algo bueno? Pero no, no estaba "espiándolos" - contestó indignado.

- Vale. - respondió sencillamente Lily, blandiendo la varita y apuntando a la herida del labio. - ¡Cicatricem Inducere!

Al momento la herida se cerró, y sólo quedó la mancha oscura de la sangre para demostrar que sólo unos segundos antes el labio estaba partido.

- Gracias - murmuró Snape, haciendo ademán de dirigirse a la puerta de los dormitorios, pero Lily ya había caído en la cuenta de algo demasiado extraño para dejarle irse sin más.

El propio Snape había enseñado a Layla el hechizo para curar heridas superficiales, y Layla se lo había enseñado a Lily...

- ¿Por qué no te has curado tú? ¿Para qué querías abrir el armario- preguntó cortándole el paso y con los brazos en jarras, dirigiendo la mirada directamente hacia la mano que permanecía en el bolsillo. - Dónde está tu varita y qué te pasa en la mano...

A pesar de tantas preguntas en tan poco tiempo, bastó un gesto de Snape para responder a todas. Después de mirar a Lily unos segundos sacó la mano semicerrada del bolsillo de la túnica, ahogando un gesto de dolor. Ronchas oscuras que parecían quemaduras o cortes, o quizá las dos cosas, cruzaban el dorso de parte a parte. La palma, que quedó visible cuando extendió la mano, no mostraba mucho mejor aspecto. En ella las heridas tenían un aspecto más vivo, con el tono rosáceo de la carne al descubierto. Los restos astillados de lo que debía haber sido la varita cayeron al suelo sin hacer ruido, humedecidos por la sangre.

Atónita, Lily dejó caer la mandíbula y se llevó la mano a la frente, apartándose el pelo varias veces antes de poder formar una frase coherente.

- Tienes que ir a la enfermería... - sugirió vacilante.

- No puedo ir a la enfermería - afirmó Snape al momento.

La señora Pomfrey avisaría al director y seguramente Severus se metería en líos por andar por los pasillos a las tantas de la madrugada; Lily no tuvo que hacer un gran esfuerzo para comprender eso. ¡Pero también los de Gryffindor habían estado allí! Tomó aire varias veces sin poder dejar de considerar el aspecto de las heridas. Una pelea "a lo muggle" no dejaba esas marcas, y supuso que algún hechizo había impactado directamente en la mano. Aún así no acababa de entender lo de la varita, y recogiéndose el pelo en un gesto automático se acercó al armario.

- Siéntate ahí - señaló el sofá mientras abría las portezuelas. A su espalda oyó el susurro suave de la túnica de Snape cuando obedeció sin decir palabra. Lily cogió un par de frascos, un mortero y vendas del armario, volviendo a cerrar de un codazo y llevándolo todo al sofá. - Y ahora, ¿qué ha pasado?

Snape la miró colocar todo ante sí y luego volverse esperando una respuesta.

- ¿Piensas usar nummularia para las cicatrices- preguntó cogiendo el frasco con su mano ilesa. Lentamente Lily se lo quitó y lo abrió, echando algunas raíces de aspecto fresco en el almirez.

- Nummularia y jalea de paulonia, ¿te parece bien- murmuró cerrando el frasco cuidadosamente y alzando la vista. - ¿Qué ha pasado?

- Ha pasado que por desgracia tenemos que compartir pasillos con esos salvajes - gruñó Snape examinando con aparente interés la piel del sofá, y Lily suspiró pacientemente.

- Entonces ¿puedes ser un poco más específico sobre el pasillo de esta noche en concreto? Trae aquí - cogió la mano de la muñeca para ponerla sobre sus rodillas y la inspeccionó por ambos lados.

Un silencio ligero, acompañado por el crujido de los troncos de la chimenea, acogió la pregunta. Apoyándose de lado en el respaldo Snape se dio en parte por vencido, dejando la mano laxa.

- ¿Qué más quieres saber? Nos peleamos, en algún momento el imbécil de Pettigrew pisó mi varita... sólo el peso de su cabeza ya la hubiera partido en veinte pedazos...

Lily sonrió chupándose de los dedos los restos de la jalea que había añadido a las raíces. Cogió el mazo y empezó a triturarlo todo distraídamente.

- Así que pasabas por allí y no se os ocurrió nada mejor que practicar algunos encantamientos... agresivos, ¿verdad- de vez en cuando dirigía la vista de la mezcla a Snape, que la miraba sin saber qué contestar. Suspiró largamente y ladeó la cabeza inclinándose un poco hacia él, con cuidado de no moverle la mano. - Severus, ¿voy a tener que ir a preguntárselo a Potter?

Los ojos de Snape se abrieron incrédulos, y sacudió la cabeza con expresión aturdida.

- No serías capaz...

- Oh, tú sólo pruébame - ofreció Lily alzando las cejas y metiendo los dedos en la pasta verdosa que se había formado en cuestión de minutos. Cogió la mano de Snape con cuidado y aplicó el ungüento sobre las heridas de la palma sin decir nada más.

- Me los encontré volviendo de los jardines. Black dijo... dijo algo sobre tí.

- ¿Sobre mí- repitió Lily no demasiado interesada. Snape asintió.

- Que se te daba muy bien hacer de hermanita de la caridad. Y entonces Potter preguntó a qué venía el estudiar contigo...

- Aha... - Lily se inclinó para soplar sobre la pasta recién extendida, y la aplanó con las yemas de los dedos.

- Dijo que era una estrategia penosa para conseguir acercarme a una chica - susurró Snape todo lo rápido que pudo, mirando hacia la chimenea. Sin embargo, Lily pareció divertida.

- ¿Que te tengan que amputar la mano? Sí, palabra de gran estratega... ¿Y tú que le dijiste?

- Que sólo un simio estúpido y vanidoso como él podría pensar algo así - respondió entre dientes. Lily se detuvo cuando iba a poner un poco más de pasta sobre el dorso y se echó a reír.

- ¡Desde luego muy neutral por tu parte- exclamó extendiendo la mano para alcanzar las vendas. Tomó el extremo de una y la enrolló con rapidez alrededor de las heridas. Asintiendo sin saber muy bien por qué, Snape notó que el dolor y la quemazón de las heridas descendía hasta convertirse en algo facilmente soportable.

- Esto ya está. Pensaba preguntarte si ibas a pedirme ir al baile, pero creo que será mejor omitir ese tema. Por tu propia seguridad - Lily guiñó un ojo, se levantó ante el asombro de Snape y le hizo un gesto para que él hiciera lo mismo. Luego se colocó a su espalda y le empujó en dirección a la puerta de los dormitorios. - Y ahora, a dormir. Yo recojo esto.

Snape la observó recoger las vendas y los materiales y encaminarse hacia el armario. Abrió la boca para decir algo pero cambió de opinión. Antes de que Lily se volviera a comprobar que todo estaba en orden ya había desaparecido por las escaleras.

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Notas:
- Entradilla: Shy, de Sonata Arctica
- Goblins!
- Por fin un poco de contacto físico, después de 7 capítulos pensé que ya era hora... (sí, cogerle de la mano para curarle cuenta como contacto físico para mí)
- Los Marauders no me molan...