Título: Ephemeral (10/11)
Fandom: Harry Potter
Personajes, pairings: Lily/Snape, los Merodeadores, personajes originales variados
Rating: PG
Disclaimer: Los personajes y situaciones de HP son propiedad de Rowling.
Notas: Capítulo anteúltimo antes del "final". Que no es final en realidad, pero de momento tengo este fic un poco parado mientras decido la mejor manera de enfocar la segunda parte. Y puedo decir que este capítulo y el siguiente son dos de los que más me ha costado escribir en toda mi vida . . Las demás notas como de costumbre al final.

- 10 -
- Comportamiento Perturbado -

I practice every day to find some clever lines to say
to make the meaning come through,
but then I think I'll wait until the evening gets late
and I'm alone with you.

Cuando las cosas cambiaban poco a poco nunca notaba los cambios hasta que se habían producido por completo. Quizá era hereditario. En la escuela o en el barrio, cuando había dejado de hablar con alguien por una pelea, aquello sí era un cambio fácil de señalar. Sin embargo se acordaba de su primera mejor amiga, Mary, y de cómo al principio todo seguía igual. Poco a poco, cada día, cada semana, hablaban menos. Al entrar en Hogwarts las cartas se distanciaban y empezaban a resultar monótonas. Había tardado más en darse cuenta. De repente un día se había encontrado pensando en largas tardes sentadas en el jardín de Mary, jugando con su hermano, y en que hacía más de tres años que no la veía. Sólo entonces se preguntó en qué momento exacto, antes incluso de entrar en Hogwarts, empezaron a cambiar las cosas.

Eso era lo que intentaba decidir en ese momento, sentada sobre su pupitre en el aula de Estudios Muggles, y frotándose los párpados como si así pudiera encontrar el momento exacto en que todo había cambiado. La culpa era de Deby, por supuesto, la loca de Deby y su filosofía del "Si tiene remedio, remédialo", que hicieron que Lily se diera cuenta de que podía hablar con Snape de cualquier cosa... excepto de lo que realmente quería hablar.

Básicamente lo preocupante era lo primero. ¿Cuánto hacía de los TIMOs? ¿Seis, siete meses? En aquella época no se habría atrevido ni a preguntarle qué tal le habían salido los exámenes. Las cosas cambiaban y ella tardaba meses en darse cuenta. No era justo, pensó mirando durante unos segundos los planetas de cartón piedra que la Profesora Huxley había colgado del techo a principios de curso. No era justo porque dentro de seis meses estaría sentada en otra clase, o quizá en el jardín, preguntándose qué serie de casualidades la habían llevado a donde quiera que fuese a estar en ese momento. Sólo que, como la única diferencia practicamente segura, estaría disfrutando del calor de Junio en lugar de muerta de frío en un aula vacía.

Saltó hasta una de las ventanas y la visión de los terrenos nevados no contribuyó a hacerle entrar en calor. Había un grupo bastante numeroso de gente tirándose bolas de nieve, unos seis pisos por debajo de donde ella se encontraba. Posiblemente la expresión más acertada fuera que estaban metidos de lleno en una batalla campal que incluía pedazos de hielo arrancados de los canalones, palos e incluso terrones de tierra congelada. Lo normal sería que algún prefecto parase aquello antes de que alguien saliera herido, pero en realidad incluso Janice Bing, prefecta de séptimo de Gryffindor, participaba en la masacre. Claro que viniendo de un Gryffindor lo raro hubiera sido que no estuviera involucrada.

Con la frente y las manos apoyados en el cristal se besó los dedos distraída, mientras una melodía le venía a la cabeza.

- Little darling, it's been a long cold lonely winter.

Sí, el invierno... aquella canción siempre conseguía que sonriera con ganas. Echaba de menos la música muggle en tantas ocasiones últimamente que a menudo se sentía una especie de gramola humana. Solía disfrutar del invierno, tanto como del verano o de cualquier otra estación, pero en los últimos años el mundo mágico se endurecía en invierno, como si con el frío, el viento y las noches más largas el Bien perdiese parte de su poder. Resultaba casi infantil pensar en esos términos, sobre todo con las vidas que la guerra se llevaba por delante, pero Layla estaba de acuerdo en que a veces seguir siendo infantil era el único modo de no perder la fe en la magia. Y de vez en cuando, sólo de vez en cuando, Lily sentía que lo necesitaba. Porque al recibir la carta de Hogwarts cinco años atrás creyó que entraba en un mundo perfecto donde todos vivirían envueltos en sucesos fantásticos, disfrutando de un don extraordinario. A los once años le había resultado difícil concebir que entre gente con el don de la magia hubiera también buenos y malos.

- Little darling, it seems like years since it's been here.

Recordaba perfectamente el momento en que la visión utópica se había roto, o al menos rasgado lo suficiente como para comprender que, muy a su pesar, magos y muggles no eran tan distintos. Ni siquiera había pasado veinticuatro horas en Hogwarts cuando uno de sus recién estrenados compañeros de casa, un chico de sexto, se refirió a ella por primera vez como "sangre sucia". Tuvo que preguntar a tres personas, que se echaron a reír disimuladamente, antes de que Deby le explicase qué significaba aquello. En aquel momento y durante muchos meses le aterrorizó tener que volver a encontrarse en cualquier sitio con el chico, y que volviera a llamarla algo así. Y de repente se dio cuenta con asombro que había olvidado su nombre y a duras penas podía recordar su cara.

- Little darling, the smile returning to their faces...

- Evans, ¿ya has terminado?

Guiñó los ojos aturdida, mareada por el largo rato que llevaba con la vista perdida en el bosque, y al volverse calculó mal y se golpeó con la ventana. Una huella de vaho con la forma nítida de sus manos comenzó a evaporarse en el cristal, y se frotó la frente, donde se había golpeado, dirigiéndole a Snape una mirada desorientada.

- ¿Qué? - preguntó volviendo a la zona de los pupitres. Snape alzó las cejas y repitió pacientemente.

- Te preguntaba si habías terminado. De recoger. - hizo un gesto con la mano derecha abarcando el aula, y haciendo que Lily se sintiera terriblemente irresponsable.

Tenía que recoger el aula, para eso estaba allí. No para mirar por la ventana mientras sufría un ataque de nostalgia. El reloj de la pared decía que ya eran las once y media de la mañana, y se apartó el pelo de la cara echando un vistazo a las cajas que la Profesora Huxley le había dejado. Luego miró hacia arriba, a los planetas que debía haber descolgado hacía un rato. Y sin embargo, en lugar de hacerlo se había dedicado a pensar en qué momento Severus Snape se había convertido en su amigo.

- Ah, genial Lily - se gruñó a sí misma, y Snape sacudió la cabeza.

- Si quieres termino yo. Y así puedes... prepararte para el baile - murmuró dirigiendo la vista al suelo cuando Lily se volvió a mirarle. Aquello hizo que ella frunciera el ceño. ¿Por qué siempre ofrecía echar una mano como si el mero hecho de prestar ayuda le pusiera incómodo? ¿Es que se sentía culpable? Era tan irritante...

O quizá lo más irritante era aquella certeza sugerida de que él no pensaba ir al baile.

Casi hubiera deseado olvidar aquello por completo. Y casi lo había conseguido... al menos por espacio de veinte minutos, lo que era todo un logro teniendo en cuenta que hacía semana y media que nadie hablaba de otra cosa. En los pasillos, en la sala común, en clase, incluso en los baños... bueno, sobre todo en los baños. Lily pensaba a menudo en la conversación que había tenido con Deby, y de repente se la imaginó arrastrándola a declararse a Lucius Malfoy, que seguramente estaba terminando alguna especie de licenciatura en Artes Oscuras o lo que fuera que los magos ricos hacían después del colegio, antes de entrar al servicio de Voldemort... reprimió un intenso escalofrío.

"Tienes que hacerlo, y tiene que ser ahora"

- Bueno, gracias, aunque de todos modos no creo que vaya al baile. - murmuró encaramándose a la mesa y tropezando con el bajo del pantalón. Snape asintió y se dirigió a un montón de revistas muggles amontonadas sobre otro de los pupitres, pero Lily se echó a reír. - Severus... en este aula no se puede usar magia.

Murmurando algo contrariado, guardó la varita en su bolsillo y cogió una de las cajas del suelo.

- Entonces... ¿no vas? - le escuchó preguntar de espaldas a ella mientras se inclinaba sobre las revistas y empezaba a colocarlas en el fondo de la caja de cartón. Dando la vuelta alrededor de Mercurio para poder mirarle, Lily consideró bien su respuesta.

- No creo...

Y Snape no dijo nada más. Lily se puso de puntillas para desatar el planeta, y lo lanzó a la caja más cercana con un ligero suspiro al incorporarse.

Sólo era un "¿Quieres ir conmigo?", sólo eso... no podía ser tan difícil si a ella misma se lo habían pedido tres chicos. Pero no Severus. Era con quien más tiempo pasaba de todo el colegio exceptuando a Layla, y no se lo había pedido. Quizá le dijera que no. Seguro que le diría que no. ¿Iba a pasar un mal trago para nada? Si ni siquiera quería ir a ese tonto baile, sobre todo si al día siguiente tenía que regresar a su casa... Pero es que en realidad lo que quería decirle era mil veces más importante que una simple invitación.

Cogió Plutón con una sola mano y tiró hacia abajo con fuerza, haciendo que el cordel se rompiera y cayera en sus manos, mientras reprimía un grito de frustración. Por muchas noches que hubiera pensado en la nueva situación no lograba acostumbrarse, no estaba habituada a tener algo oprimiendo el pecho y pugnando por salir, algo que no supiera nadie más. Asumirlo había sido un juego de niños comparado con el terror absoluto con que en aquel momento aferraba en sus manos el pequeño planeta rugoso, al pensar en hablar para decir algo tan estúpido.

- ¿Seguro que te encuentras bien?

- Sí, claro - mintió descaradamente, y de algún modo incluso consiguió sonreír, agachando la cabeza para no tener que mirarle por si pudiera llevarlo escrito en la frente. Snape volvió a darle la espalda y Lily se pasó las manos por la cara, notándolas deliciosamente frescas.

Saber con exactitud lo que se quiere hacer o decir es muy difícil, casi imposible, incluso con magia. Sin embargo Lily sabía perfectamente qué quería decir, sólo que no era capaz de encontrar un momento en aquel silencio calmo y agradable. Tal vez si hubieran estado en un lugar más ruidoso, en el Gran Comedor, por ejemplo, todo hubiera sido más sencillo. Entre las voces, las lechuzas, el ir y venir de los compañeros podría haber hablado, haber sacado aquello y dejar que se desvaneciera en el bullicio, vaciándose de aquel nerviosismo estúpido. Pero en cambio la clase estaba en silencio y tranquila, un silencio cómodo que no quería romper por algo así.

Entonces, durante una milésima de segundo, pareció que era el instante adecuado. Pero respiró hondo, y pasó. Los papeles de las revistas crujían mientras Severus los colocaba en las cajas, distrayéndola, impidiendo que abriera la boca. Miles de sonidos imperceptibles, movimientos en la ventana, los planetas, sus manos, todo se aliaba para desorientarla. Y lo conseguían.

- Here comes the sun and I say it's alright... - canturreó en un intento por centrarse en otra cosa, alcanzando con cierta dificultad la enorme luna que Huxley había colgado demasiado alto. No funcionó. No funcionaba. - Oye...

- ¿Qué?

- Nada.

- Vale... - Snape le dirigió una mirada extrañada y meneó la cabeza imperceptiblemente mientras se acercaba al corcho donde la profesora Huxley solía colgar artículos de periódicos muggles.

Nunca se había considerado tímida, ni siquiera antes de ser prefecta. Era imposible dejarse vencer por la timidez si tenía la obligación de reprender a sus compañeros, algunos de cursos superiores y no precisamente encantados de que alguien de familia muggle tuviera cierta autoridad sobre ellos, o si tenía que defenderse de los ataques de Petunia, intervenir en clase, lo que fuera. Aunque comparada con sus amigas sí podía parecerlo. Simplemente resultaba más... sensata. Más que Deby o Medusa, en cualquier caso, y quizá un poco más que Layla. Pensar en Layla no era exactamente el mejor ejemplo en ese momento. Layla, que se había enamorado de Remus Lupin en algún momento concreto del primer viaje en tren, y aún así, tras cinco años, seguía cubriéndolo todo con una pátina de amistad indestructible. Quizá Layla no tenía prisa, pero Lily decididamente se sentía como si se le estuviera acabando el tiempo.

Tomó aire. Decidió lanzarse.

Cerró la boca y se preguntó si Severus se reiría. No parecía el reducido tipo de cosas que le hacían gracia. Igual se lo tomaba mal. Podía ser el tipo de cosas que le hacían enfadar, y entonces todo sería aún más complicado.

Después de todo las cosas estaban bien así. ¿No decían sus padres que no se podía tener todo? Era como las Navidades en que tenía diez años. O la bicicleta o el tocadiscos. Al final había sido el tocadiscos, y aunque le costó toda la semana anterior a Navidad decidirse, y en varios momentos estuvo completamente segura de que prefería la bicicleta, luego no se había arrepentido.

Ser amigos no era tan malo. En realidad, casi se atrevería a afirmar que era la persona más cercana a Snape de todo Hogwarts. Era suficiente.

Y la maldita luna no se descolgaba. Suspiró extendiendo los brazos para poder agarrarla con ambas manos, y la luz dividida en haces que atravesaba la habitación iluminó unos dorsos totalmente incoloros, tan blancos que las ramificaciones azules de las venas parecían recorrer la luna de cartón piedra, y no su piel. Eran unas manos transparentes, pensó por un momento, haciéndolas girar y atrapando la luz y el calor en la palma. Difusas y acuáticas...

- Severus... creo que te quiero.

...como las aletas de un pez con dedos.

¿Qué demonios...?

Aquel debía ser el silencio que hacía explotar los oídos de los submarinistas. Y se encontró cerrando los ojos, con la luna cayendo por fin en sus manos y deseando que el silencio llevara allí todo el rato, y sólo lo hubiera dicho en su mente. No supo cuánto duró aquello.

- ¿¿...Qué?

"Estúpida. Estúpida, estúpida, estúpida..."

Saltó al suelo, aferrándose a la luna como si pudiera agarrarse a ella en caso de perder el equilibrio, y evitó deliberadamente mirar a cualquier cosa que no fuera la mesa. Y de repente sintió rabia. Esperaba una reacción, la que fuera, no incredulidad ni la impresión de que todo el oxígeno había abandonado el aula como si acabaran de envasarlos al vacío. Tiró la luna al suelo y miró a Snape de soslayo.

- ¿"Qué"? Vaya... ¿no se supone que deberías decir algo? - y se escuchó reir forzadamente como si fuera otra persona. No quería mirarle. Se limitó a agacharse lentamente, devolver la luna a la caja y retroceder sin darle la espalda, con la vista fija en el suelo, hasta que chocó con otra de las mesas. - Creo que estoy más guapa callada.

Salió dando un portazo. Diez minutos después Snape seguía de pie, con un ejemplar atrasado del New York Times en las manos, y si Lily hubiera vuelto sólo habría acertado a volver a decir "¿Qué?"

Notas:
- Entradilla: Something Stupid. La versión original era de Sinatra, no? Anyway, yo la conocí por Robbie Williams .
- Janice Bing - Adhi en plena sequía creativa provocada por el pánico a este capítulo echa mano a lo primero que tenga cerca (que resultó ser la primera temporada de Friends . )
- La canción es Here comes the sun. De los Beatles. Otra vez. En realidad mis fics no son más que songfics muy largos TT

Argh, no puedo seguir releyéndolo, me muero de vergüenza Si tenéis alguna pregunta que no aparezca en las notas me lo decís y ya la responderé