Este es mi primer fic, espero que les guste a todos aquellos que se tomen
el tiempo para leerlo y para dejarme reviews, de antemano GRACIAS. Conforme
avance la historia habrá SLASH, así que si no te interesa pues mejor no lo
leas.
Los personajes principales son ideas originales del Maestro Tolkie, no intento copiar ni plagiar sino solo hacer un humilde homenaje.
Capítulo I. Una triste mañana.
La luz que la ventana reflejaba al interior chocaban con sus rubios cabellos, neutralizando sus rayos por completo, eran tan rubios y claros que parecían destellar más que cualquier medio día de primavera. Sus ojos no se abrieron hasta medio día, cosa rara que incluso al rey comenzaba a preocuparle, por el hecho de que su hijo, jamás había dejado desayunar solo a su padre, o inclusive tomar el té de medio día solo en el jardín.
Así, el rey inicio su caminata diaria por los hermosos jardines del palacio que se levantaban con aromas a rosas, jazmín y violetas, -es que será siquiera que se encuentre en el castillo- pensó el rey preocupado por no tener ni un rastro de su único heredero.- Aun con tal duda no creo prudente irrumpir en su cuarto sin que el salga primero- cosas de hombres y privacidad.
-Prefiero suspender la caminata por hoy, no creo sensato de mi parte
adentrarme solo en los jardines sin alguien que me asista-, exclamó el
rey quien permaneció sentado en una de las enormes fuentes que
adornaban el inmenso jardín y que con el correr de sus limpias aguas
reflejaban el arco iris y todos sus colores.
Sus ojos se abrieron con dificultad, se sentía raro, desubicado; la dirección en que los rayos del sol iluminaban su cuarto le dio cierta certeza de la hora que era, lo que apurado lo hizo incorporarse. –Como es que he dormido tanto- pensó y se vistió con tal rapidez que no notó que lo que llevaba puesto, era aquello que la noche anterior utilizó para el evento. Bajó las enormes escaleras en búsqueda de su padre, sin tener la certeza aún, de que era la hora del paseo diario y con la esperanza de alcanzarlo para ello.
El paseo era algo que su padre no dejaba de hacer desde hacia ya varios años, y que indudablemente le ayudaba a su condición de elfo mayor. Al llegar apresurado a la enorme estancia, Legolas se topó con uno de los sirvientes:
- ¿Es que acaso sabes dónde se encuentra el rey?- exclamó quejoso
- Si, salió a dar su paseo de las 12- dijo el siervo en tono burlón.
- Tan tarde es!! –mientras lo decía, sus ojos aun hinchados impedían del todo el paso de la luz, lo que le hizo hacer una mueca de un mayor aturdimiento del que realmente sentía.
- Si, no quiso despertarle esta mañana pensando que usted en cuanto se sintiera dispuesto bajaría a su encuentro.
-Gracias, puedes retirarte- es que no es muy conveniente que salga solo por el bosque- pensó.-
De momento el vuelco en su estomago se torno insoportable, le vinieron a la mente recuerdos de la noche anterior y no queriéndolos asociar con el punzante malestar, le achaco la molestia al hambre que naturalmente a esa hora del día sentía, por no haber probado bocado alguno.
Era oportuno almorzar mientras no estuviera el rey, así no tendría pena en comer mientras su padre le reprochaba el enorme retrazo y la falta que para un príncipe es despertar a esas horas del día.
-Se alimento tan rápido como pudo, como si así pudiera sacar de su mente los recuerdos que en ese momento le asolaban.
-Por que me siento tan extraño, es un dolor tan raro que inclusive me parece dulce, llamativo, prometedor, tan esperanzador que pareciera en realidad no ser molesto, sino mas bien, grato. –Es seguro que me preguntara todo al regresar, no creo que mis comentarios le vayan a ser extraños, todo salió conforme a su plan-, pensaba Legolas, mientras que continuaba masticando la fruta que en ese momento para su boca, no tenía sabor alguno.
-Es que acaso has llegado tan tarde anoche, tanto que amerite este tardío encuentro entre nosotros-, le decía el rey mientras hacia acto de presencia en el enorme comedor, que no necesitaba otra iluminación que no fueran sus enormes ventanas que iban de techo a piso, finamente adornadas por detalladas cortinas de satín de color azul, tan tenue que parecían rozar en blancas.
-Te pido disculpas por ser tan descortés, no se que paso, pero no sucederá de nuevo - le decía con la mirada baja, mientras se incorporaba de la silla.
-Esta bien solo bromeaba, pensé que eso es lo que esperarías oír de tu padre gruñón y no quise decepcionarte - soltando inmediatamente una tremenda carcajada.
-Es que no me vas a preguntar nada, -decía Legolas mientras se metía a la boca el ultimo bocado de fruta.
-A pesar de que tengo ciertas referencias de anoche, se que tu relato me lo hará mas emocionante, pero me gustaría que terminaras de comer y me alcanzaras en el lago, donde he planeado el ambiente ideal para hablar de eso, y prever el futuro.
Legolas sintió ganas de correr, pero no en el sentido material, sino en el poder dejar salir a su alma y terminar de una buena vez con las expectativas de su padre. –¿Por qué lo que la mayoría considera como natural, debe de ser a la larga una obligación?- pensó. -Esta bien te alcanzo allá.
-No demores, ya hiciste esperar mucho a tu padre.
-Esta bien.
Legolas subió como si no quisiera que las escaleras se terminaran nunca, tomó un largo bañó, sin importar lo prometido a su padre y se vistió como de costumbre con las ropas finas que las propias costureras del reino diseñaban para él, lo que impedía que de alguna forma el príncipe heredero luciera mal, claro sin desmeritar el fino y perfecto cuerpo que cubría su alma.
Le puso las riendas al caballo, y partió en dirección al lago, en donde al llegar, pudo notar como su padre había mandado instalar un fino juego de mesas de jardín en la roca que se erguía achatada de manera natural, en el centro del hermoso lago.
Después de atar las riendas del blanco corcel, remo hasta llegar a las escaleras que conducían al tope de la roca, que además del mobiliario, contaba con pequeños arbustos colocados alrededor y enormes maderos acomodados de forma tal, que formaban una estrella una vez que se les colocaba en la punta la fina tela que fungía de cubierta, para que los rayos de sol no golpearan directamente la cara del rey.
-Es que acaso no he puesto de manifiesto mi ansiedad por conocer tu versión de los hechos, o cual es el motivo de tu demora. –Dijo el rey, con un tono ya impaciente.
-Perdón de nuevo por el retrazo pero tenía que ponerme presentable, no es así – lo decía mientras se jalaba en forma burlona la blusa color oliva que traía puesta y que en el momento, despidió un hermoso aroma a jazmín.
-Esta bien, pero es que la impaciencia me carcome suéltalo ya caray - exclamó el rey, dejando ver en su rostro cierta ambición que por un momento espantó a su único hijo.
************** **************
Lo que anoche había ocurrido, no tendría sentido de contar sin un contexto anterior; pues bien la cosa es la siguiente: cada año entre la clase acomodada del bosque, -aquellos con poder político en el reino-, se celebra una ceremonia con motivo del aniversario del bosque y del reinado de los elfos en este, claro esta que la clase media y baja también lo celebran, pero no es tan concurrida ni tan comentada como la de los poderosos.
El rey hacia años que había dejado de asistir, por considerarla, mas una forma de relaciones públicas y encuentros amorosos entre la realeza, que como una ceremonia o siquiera una estrategia política, por lo que no asistía, o en su defecto mandaba en su representación al segundo a bordo. Sin embargo algo preocupaba al rey y este encontró consuelo y esperanza en esas insulsas reuniones.
Su hijo desde que se encontraba en edad de pensar en salir con bellas elfas, no había manifestado interés alguno, si bien le conocía dos o tres pretendientas no era razón suficiente para pensar que su hijo pronto dejaría al rey gozar de un merecido descanso y dirigir las decisiones del reino, además de engendrar a un heredero que le asegurara al rey la predominancia de su dinastía por un periodo considerable. Ante tal preocupación comento su inquietud con quien hasta ese momento había sido su apoyo para las cuestiones del reino Lolindir Calafalas y quien era el ya mencionado segundo a bordo.
Si bien para el rey su hijo era un perfecto confidente, existían cosas que para el monarca resultaban difíciles de platicar con él, y más aun si se trataba de cuestiones tan íntimas como la indiferencia de Legolas por las elfas. Por lo que dos días atrás el rey cito a Calafalas en el castillo para hablar del asunto.
-Por que tanta preocupación si su hijo aún es joven y no creo que usted este pensando en dejar ya el mando ¿o si?-exclamó Lolindir mientras arribaba al salón de reuniones que se encontraba en la terraza norte del castillo y que tenía dicha puerta, enmarcada por tres bellos arcos de mármol con finos detalles tallados en él.
-No es eso - exclamó el rey, mientras dirigía una mirada hacia la puerta asegurándose de que este viniera solo - es sólo que ya esta en edad de manifestar sus impulsos y preferencias, como cualquier joven de su edad.
-Pero tiene toda una vida para comprometerse, déjalo que disfrute su juventud - lo decía con tanta naturalidad y desinterés mientras arrimaba una silla a la mesa, que por un momento el rey creyó imprudente confesarle a Lolindir sus inquietudes, sin embargo era de toda su confianza y parecía un hombre maduro y sensato que hasta ese momento no le había defraudado.
-Te repito que no es eso, es el hecho de que no voltea a ver a ninguna, no lo oigo comentarme de nadie y a la edad que tiene ya debería de haber armado un escándalo o roto el corazón a alguna elfa ¿no crees?.
-Esta bien creo que tienes un poco de razón, pero ha de ser que como príncipe acostumbrado a lo mejor, ninguna de las jóvenes vacantes le parece interesante, además no olvides que a más de una la trae loca - exclamó Lolindir, mientras miraba al rey de reojo, y se servía con toda confianza una taza de té negro.
-Bueno, continuaremos en lo mismo o tienes algún plan- decía el rey de forma desesperada, esperando que su hijo no entrara en cualquier momento y aturdido de que aquel a quien tenia al lado, no le diera la importancia que el rey consideraba.
Los personajes principales son ideas originales del Maestro Tolkie, no intento copiar ni plagiar sino solo hacer un humilde homenaje.
Capítulo I. Una triste mañana.
La luz que la ventana reflejaba al interior chocaban con sus rubios cabellos, neutralizando sus rayos por completo, eran tan rubios y claros que parecían destellar más que cualquier medio día de primavera. Sus ojos no se abrieron hasta medio día, cosa rara que incluso al rey comenzaba a preocuparle, por el hecho de que su hijo, jamás había dejado desayunar solo a su padre, o inclusive tomar el té de medio día solo en el jardín.
Así, el rey inicio su caminata diaria por los hermosos jardines del palacio que se levantaban con aromas a rosas, jazmín y violetas, -es que será siquiera que se encuentre en el castillo- pensó el rey preocupado por no tener ni un rastro de su único heredero.- Aun con tal duda no creo prudente irrumpir en su cuarto sin que el salga primero- cosas de hombres y privacidad.
-Prefiero suspender la caminata por hoy, no creo sensato de mi parte
adentrarme solo en los jardines sin alguien que me asista-, exclamó el
rey quien permaneció sentado en una de las enormes fuentes que
adornaban el inmenso jardín y que con el correr de sus limpias aguas
reflejaban el arco iris y todos sus colores.
Sus ojos se abrieron con dificultad, se sentía raro, desubicado; la dirección en que los rayos del sol iluminaban su cuarto le dio cierta certeza de la hora que era, lo que apurado lo hizo incorporarse. –Como es que he dormido tanto- pensó y se vistió con tal rapidez que no notó que lo que llevaba puesto, era aquello que la noche anterior utilizó para el evento. Bajó las enormes escaleras en búsqueda de su padre, sin tener la certeza aún, de que era la hora del paseo diario y con la esperanza de alcanzarlo para ello.
El paseo era algo que su padre no dejaba de hacer desde hacia ya varios años, y que indudablemente le ayudaba a su condición de elfo mayor. Al llegar apresurado a la enorme estancia, Legolas se topó con uno de los sirvientes:
- ¿Es que acaso sabes dónde se encuentra el rey?- exclamó quejoso
- Si, salió a dar su paseo de las 12- dijo el siervo en tono burlón.
- Tan tarde es!! –mientras lo decía, sus ojos aun hinchados impedían del todo el paso de la luz, lo que le hizo hacer una mueca de un mayor aturdimiento del que realmente sentía.
- Si, no quiso despertarle esta mañana pensando que usted en cuanto se sintiera dispuesto bajaría a su encuentro.
-Gracias, puedes retirarte- es que no es muy conveniente que salga solo por el bosque- pensó.-
De momento el vuelco en su estomago se torno insoportable, le vinieron a la mente recuerdos de la noche anterior y no queriéndolos asociar con el punzante malestar, le achaco la molestia al hambre que naturalmente a esa hora del día sentía, por no haber probado bocado alguno.
Era oportuno almorzar mientras no estuviera el rey, así no tendría pena en comer mientras su padre le reprochaba el enorme retrazo y la falta que para un príncipe es despertar a esas horas del día.
-Se alimento tan rápido como pudo, como si así pudiera sacar de su mente los recuerdos que en ese momento le asolaban.
-Por que me siento tan extraño, es un dolor tan raro que inclusive me parece dulce, llamativo, prometedor, tan esperanzador que pareciera en realidad no ser molesto, sino mas bien, grato. –Es seguro que me preguntara todo al regresar, no creo que mis comentarios le vayan a ser extraños, todo salió conforme a su plan-, pensaba Legolas, mientras que continuaba masticando la fruta que en ese momento para su boca, no tenía sabor alguno.
-Es que acaso has llegado tan tarde anoche, tanto que amerite este tardío encuentro entre nosotros-, le decía el rey mientras hacia acto de presencia en el enorme comedor, que no necesitaba otra iluminación que no fueran sus enormes ventanas que iban de techo a piso, finamente adornadas por detalladas cortinas de satín de color azul, tan tenue que parecían rozar en blancas.
-Te pido disculpas por ser tan descortés, no se que paso, pero no sucederá de nuevo - le decía con la mirada baja, mientras se incorporaba de la silla.
-Esta bien solo bromeaba, pensé que eso es lo que esperarías oír de tu padre gruñón y no quise decepcionarte - soltando inmediatamente una tremenda carcajada.
-Es que no me vas a preguntar nada, -decía Legolas mientras se metía a la boca el ultimo bocado de fruta.
-A pesar de que tengo ciertas referencias de anoche, se que tu relato me lo hará mas emocionante, pero me gustaría que terminaras de comer y me alcanzaras en el lago, donde he planeado el ambiente ideal para hablar de eso, y prever el futuro.
Legolas sintió ganas de correr, pero no en el sentido material, sino en el poder dejar salir a su alma y terminar de una buena vez con las expectativas de su padre. –¿Por qué lo que la mayoría considera como natural, debe de ser a la larga una obligación?- pensó. -Esta bien te alcanzo allá.
-No demores, ya hiciste esperar mucho a tu padre.
-Esta bien.
Legolas subió como si no quisiera que las escaleras se terminaran nunca, tomó un largo bañó, sin importar lo prometido a su padre y se vistió como de costumbre con las ropas finas que las propias costureras del reino diseñaban para él, lo que impedía que de alguna forma el príncipe heredero luciera mal, claro sin desmeritar el fino y perfecto cuerpo que cubría su alma.
Le puso las riendas al caballo, y partió en dirección al lago, en donde al llegar, pudo notar como su padre había mandado instalar un fino juego de mesas de jardín en la roca que se erguía achatada de manera natural, en el centro del hermoso lago.
Después de atar las riendas del blanco corcel, remo hasta llegar a las escaleras que conducían al tope de la roca, que además del mobiliario, contaba con pequeños arbustos colocados alrededor y enormes maderos acomodados de forma tal, que formaban una estrella una vez que se les colocaba en la punta la fina tela que fungía de cubierta, para que los rayos de sol no golpearan directamente la cara del rey.
-Es que acaso no he puesto de manifiesto mi ansiedad por conocer tu versión de los hechos, o cual es el motivo de tu demora. –Dijo el rey, con un tono ya impaciente.
-Perdón de nuevo por el retrazo pero tenía que ponerme presentable, no es así – lo decía mientras se jalaba en forma burlona la blusa color oliva que traía puesta y que en el momento, despidió un hermoso aroma a jazmín.
-Esta bien, pero es que la impaciencia me carcome suéltalo ya caray - exclamó el rey, dejando ver en su rostro cierta ambición que por un momento espantó a su único hijo.
************** **************
Lo que anoche había ocurrido, no tendría sentido de contar sin un contexto anterior; pues bien la cosa es la siguiente: cada año entre la clase acomodada del bosque, -aquellos con poder político en el reino-, se celebra una ceremonia con motivo del aniversario del bosque y del reinado de los elfos en este, claro esta que la clase media y baja también lo celebran, pero no es tan concurrida ni tan comentada como la de los poderosos.
El rey hacia años que había dejado de asistir, por considerarla, mas una forma de relaciones públicas y encuentros amorosos entre la realeza, que como una ceremonia o siquiera una estrategia política, por lo que no asistía, o en su defecto mandaba en su representación al segundo a bordo. Sin embargo algo preocupaba al rey y este encontró consuelo y esperanza en esas insulsas reuniones.
Su hijo desde que se encontraba en edad de pensar en salir con bellas elfas, no había manifestado interés alguno, si bien le conocía dos o tres pretendientas no era razón suficiente para pensar que su hijo pronto dejaría al rey gozar de un merecido descanso y dirigir las decisiones del reino, además de engendrar a un heredero que le asegurara al rey la predominancia de su dinastía por un periodo considerable. Ante tal preocupación comento su inquietud con quien hasta ese momento había sido su apoyo para las cuestiones del reino Lolindir Calafalas y quien era el ya mencionado segundo a bordo.
Si bien para el rey su hijo era un perfecto confidente, existían cosas que para el monarca resultaban difíciles de platicar con él, y más aun si se trataba de cuestiones tan íntimas como la indiferencia de Legolas por las elfas. Por lo que dos días atrás el rey cito a Calafalas en el castillo para hablar del asunto.
-Por que tanta preocupación si su hijo aún es joven y no creo que usted este pensando en dejar ya el mando ¿o si?-exclamó Lolindir mientras arribaba al salón de reuniones que se encontraba en la terraza norte del castillo y que tenía dicha puerta, enmarcada por tres bellos arcos de mármol con finos detalles tallados en él.
-No es eso - exclamó el rey, mientras dirigía una mirada hacia la puerta asegurándose de que este viniera solo - es sólo que ya esta en edad de manifestar sus impulsos y preferencias, como cualquier joven de su edad.
-Pero tiene toda una vida para comprometerse, déjalo que disfrute su juventud - lo decía con tanta naturalidad y desinterés mientras arrimaba una silla a la mesa, que por un momento el rey creyó imprudente confesarle a Lolindir sus inquietudes, sin embargo era de toda su confianza y parecía un hombre maduro y sensato que hasta ese momento no le había defraudado.
-Te repito que no es eso, es el hecho de que no voltea a ver a ninguna, no lo oigo comentarme de nadie y a la edad que tiene ya debería de haber armado un escándalo o roto el corazón a alguna elfa ¿no crees?.
-Esta bien creo que tienes un poco de razón, pero ha de ser que como príncipe acostumbrado a lo mejor, ninguna de las jóvenes vacantes le parece interesante, además no olvides que a más de una la trae loca - exclamó Lolindir, mientras miraba al rey de reojo, y se servía con toda confianza una taza de té negro.
-Bueno, continuaremos en lo mismo o tienes algún plan- decía el rey de forma desesperada, esperando que su hijo no entrara en cualquier momento y aturdido de que aquel a quien tenia al lado, no le diera la importancia que el rey consideraba.
