Hola!!!! Bueno... yo que suponía que esta historia iba a tener más éxito que Famosos Jugadores. Como siempre estaba equivocada. No tengo mucho más que contar, estoy de resaca de tanton dias seguidos de fiesta... así que nada!! Sigo enamorada de mi Legolas... y... creo que eso es todo, exo de menos la rutina del instituto (y los chorvos que hay en él).

Sara Fénix Black: Bueno... teniendo en cuenta que sólo e recivío tu review... me desanima, pero... ¡nada que hacer! Bueno aquí tengo otro capi que espero que te guste... y tranquila que Sirius no estará siempre mal visto.

CARTA

Esperé impaciente delante de la puerta de la casa de mi hermana. Jade me abrió sonriendo:

- ¡Tía Sarah! – me dio un enorme abrazo.

- ¡¡Hola cariño!! Tengo una sorpresa para ti.

- Buenas noches Sarah. – Dijo el marido de mi hermana. Se llamaba Duncan. Era un tipo negro, alto y fornido con una sonrisa encantadora. A mi hermana Rachel siempre le habían gustado los negros, y finalmente acabó embarazada muy joven, quizá demasiado. Por suerte Duncan no le había dejado tirada. Cuando mi hermana se quedó embarazada yo tenía 11 años, la edad que tenía ahora Jade.

- ¿Dónde está Rachel? – pregunté limpiándome los pies en el felpudo.

- ¿Dónde crees? – Dijo Duncan sonriendo. – Donde siempre. En el baño: arreglándose...

Jade me siguió hasta el baño donde Rachel se estaba maquillando.

- Si sigues así vas a malcriar a tu hija.

Rachel se giró y me abrazó.

- ¡¡Sarah...!! Tú la vas a malcriar tanto que la mimas... encima ella todavía no se maquilla. – Miró la hora. – Llegas pronto ¿no?

- No. Llego puntual, no como otras...

- ¡¡Mami!! La tía me va a dar una sorpresa...

- Bueno... en realidad no es exactamente una sorpresa... es más bien... como una noticia que puede que te guste... os la cuento mientras cenemos...

Les conté la lechuza que recibí y todo, a Rachel no le gustaba leer por eso le tuvimos que explicar todo paso a paso, pero Duncan y Jade se habían emocionado mucho. Por desgracia no tenía yo la carta ya que se la había dejado en el despacho de la directora. Me dijo que seguramente lo publicaríamos, pero que tenía que omitir algunas partes dirigidas a mí en la carta. La publicaríamos el domingo. Era la una de la madrugada cuando cogí el coche para irme a casa. La calle estaba desierta, y no era para menos... si habría habido gente a esas horas de la noche en las afueras de Londres entonces habría sido algo extraño.

La carta fue todo un boom. Lo leyó tanta gente que pensé que nos haríamos millonarias al acabar la semana. Era jueves y me encontraba en el sofá leyendo algunas cartas que habíamos recibido al periódico a causa de la carta. Muchas de ellas decían que no les había gustado la historia porque no se lo creían pero otras muchas sí se lo creían. Yo no estaba segura, pero pasara lo que pasara seguiría publicando las cartas. Todavía no había recibido la lechuza y casi había pasado una semana. Hacía frío, me levanté y puse la calefacción mientras cogía una manta y me tumbaba en el sofá. Me quedé dormida al instante. La luz del sol me despertó al día siguiente en plena cara, abrí los ojos y me miré al espejo mientras intentaba peinar mi pelo con los dedos. Abrí la ventana del salón y me fui al baño, me duché y lavé el pelo. Me fui a mi cuarto a vestirme pero por desgracia no encontré nada de ropa que me apeteciera ponerme así que anduve por toda la casa buscando algo que ponerme. Finalmente me puse unos pantalones negros y una camiseta blanca ancha. Fui a la cocina me pegué un grito. La lechuza que me había traído la carta la última vez se encontraba allí. ¡¡Menudo susto me había dado!! Le quité la carta al animalito y este salió volando por la ventana, yo no me preocupé por cerrarla empecé a leer precipitadamente. Me senté en una silla alta y comencé mi lectura:

Querida Sarah,

Ya veo que mi carta se ha hecho famosa, espero que todo siga así. Cuando voy por la calle veo a la gente comprando el periódico y hablando de eso, y lo más divertido es que no saben que era yo la autora y me tenían al lado. Bueno pasando a lo importante: la fiesta de los Slytherin, creo que ya te he contado lo más importante de la ante-fiesta.

Bueno los profesores aquella navidad no nos mandaron muchos deberes, se podrían acabar en una o dos tardes de biblioteca. Lucius y yo estábamos esperando a Malcom que se había ido a por el alcohol a Hogsmade. Lestrange ya había salido de la enfermería y estaba realmente enfadado, cada vez que nos cruzábamos con los dos Gryffindor Lucius y Malcom tenían que agarrarle para que no les lanzara ningún hechizo en medio del pasillo lleno de alumnos y profesores.

- ¿En qué piensas? – Me dijo Lucius agarrándome de la cintura y besando mi cuello.

- En Lestrange.

Malfoy puso cara de asco y dijo con un puchero en la cara:

- ¿No pensabas en mí?

- ¡Qué inbecil eres! Pensaba en lo enfadado que está con los Gryffindor y en qué les va a hacer.

- De eso ya hablaremos...

Zabini apareció lleno de botellas de licor y dijo:

- Si esto no es suficiente os juro que hago una locura. ¡¡Cómo pesa!! – Lucius y yo nos reímos pero le ayudamos con las botellas.

La fiesta de aquella noche iba a ser espectacular. Algunos Ravenclaw estaban invitados, una Slytherin de tercero les había invitado, estaba saliendo con uno de ellos y les había traído. Encima se decía que aquél Ravenclaw iba para mortífago, se llamaba Jack Parkinson. Y él a su vez llevaría a algunos de sus compañeros. Los Gryffindor tenían la entrada prohibida y los Hufflepuff eran tan estúpidos que ni siquiera nos habíamos molestado en pensar en ellos.

Narcisa, Bellatrix y yo estuvimos en el cuarto de esta última pintándonos y vistiéndonos. Cuando yo me estaba atando el sujetador entró la novia del Ravenclaw, se llamaba Meredith, era bastante esnob y estúpida pero... era una Sly.

- ¡Hola chicas! – Dijo sentándose en la cama de Bellatrix, la cual no la aguantaba. Narcisa se estaba peinando y Bellatrix se estaba pintando las uñas de verde. - ¡Joder chicas...! Me encanta tu pelo Narcisa... lo que me gustaría a mí tenerlo... - ella era castaña clara, y siempre se estaba quejando de su pelo. Me miró a mí y me sonrió, yo ni le devolví la sonrisa. Lugo miró a Bellatrix buscando algo que decirle, siempre intentaba halagarla. – Me gusta el color de tu pintauñas. – Dijo al fin. Lo único que llevaba puesto Bellatrix era su ropa interior y estaba segura de que si Meredith comentaba algo sobre su ropa interior Bellatrix se lo iba a tomar mal.

Cuando las tres estábamos listas salimos de allí y nos encontramos con los chicos en los sillones, alrededor del fuego y riéndose de algo. Malcom Zabini tenía una botella en su mano derecha y con la izquierda sujetaba su varita.

- ¿De qué os reís? – preguntó Bellatrix sentándose en las rodillas de su novio y dándole un beso muy cariñoso y quizá demasiado empalagoso.

- De un conjuro que acaba de hacer Zabini sobre uno de los Ravenclaw que están allí. – Miré en la dirección en la que señalaba Goyle, y vi un chico pelirrojo vomitando como si acabaran de dar una paliza enorme. – Dicen que se acostó con la ex de Zabini y claro... todo lo suyo es sagrado como ya sabéis.

Zabini había estado con una chica Ravenclaw durante dos años, y hacía poco tiempo Malcom se había enterado de que le había puesto los cuernos con aquel pelirrojo. De repente la música empezó a sonar y la gente se empezó a animar, en aquella sala circular de unos 80 metros cuadrados podríamos ser unos 100. La mayor parte de la torre Slytherin se había quedado y los Ravenclaw que habían venido eran unos 20. Unas dos horas más tarde de que la fiesta hubiera comenzado se oyó un grito. Meredith y yo nos miramos algo extrañadas y nos acercamos al sitio del que el grito había sonado.

- ¿Qué pasa? – le susurré a Lucius al oído mientras le pasaba una mano por debajo de la túnica. Se giró y se apartó el mechón que se caía sobre los ojos, sonriendo fríamente me cogió de la barbilla y me dijo al oído:

- ¿Te acuerdas de que Zabini dijo que haría una locura si el alcohol no llegaba para todos? Pues cuando te has ido he hecho una apuesta con él. Yo le he dicho que no iba a llegar y el que sí. Pero por desgracia a perdido la apuesta. Ahí es cuando entras tú en escena. – Me besó y nuestras lenguas se entrelazaron. Me aparté de él y le dije:

- ¿Qué pinto yo aquí?

- Pues verás le dije que si perdía tú decidirías su castigo... ¿crucius o imperius durante cierto tiempo para que haga gilipolleces?

Me mordí el labio de abajo y miré a Zabini tumbado en el sillón con la botella en la mano y con su otra mano tocándose la frente. Su túnica estaba medio quitada y se le podía ver la camisa... entonces de me ocurrió una idea y me empecé a reír. Malcom me miró y se puso de rodillas.

- ¡Eve por favor! ¡¡Por favor!! Me hagas lo que me hagas que no sea un rictusembra. Lo odio.

- Los Sly no suplican. – Dijo Snape.

Lucius me agarró del culo e hizo que me cayera encima de él:

- Rictusembra. – Me susurró.

- No. He pensado en algo mejor, mucho mejor.

Me subí a la mesa más cercana y grité:

- ¿Cuántas mujeres hay en esta sala?

Unas 40 chicas se giraron a mirarme, muy atentas.

- ¿Cuántas de vosotras querría ver un streaptease? Por que tengo el placer de anunciaros que Malcom Zabini nos va a ofrecer uno en directo. ¡Pero uno completo!

Zabini abrió los ojos como platos y miró a Lucius que me miraba contrariado. Pero todas las chicas de aquella sala fueran Sly o Ravenclaw estarían seguras de disfrutar de aquél espectáculo.

- ¡¡ZABINI!! ¡¡ZABINI!! – gritaban todas a coro. La música volvió a sonar y Malcom se tuvo que subir a la mesa para hacernos un streaptease.

- ¡¡Yo no me refería a eso cuando dije castigo!! – Me dijo Malfoy.

- Pues... creo haber entendido que era yo la que iba a decidir su castigo. – Puse carita de ángel y a Lucius se le pasó el enfado.

- Bueno... pero por desgracia voy a tener que castigarte... vamos a mi cuarto... por que como comprenderás... ¡no quiero que veas a mi mejor amigo en pelotas!

No me pude negar, aunque desde ese día me encapriché con Malcom Zabini.

Pensaba que podría describir toda la fiesta en una sola carta pero por desgracia no. No te preocupes todavía la noche era joven. Espero la publicación de la carta no tarde.

Recuerdos a tu jefa,

E. Sandfor

No estaba segura de si lo hacía adrede o si quería dejar a los lectores con más ganas de leer pero Evelyn estaba cortando todas las escenas en las que había tenido sexo... bueno era normal, a mí tampoco me gustaría salir con un chico que publicaría nuestra vida privada en un periódico. Decidí escribirle una carta a Eve y preguntarle algunas cosas que no tenía muy claras.