Continuación de La Trampa. No leer antes de Interludio.

~º Tan solo un momento º~

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~Lo que no tenía ahora era tiempo...

No podía perder tiempo en vivir, por que desde su nacimiento había heredado una responsabilidad que absorbía cada uno de esos deseos... así que tampoco tenía tiempo para amar.

El amor no había sido anotado en su agenda...

Pero una vez amó... lo hizo con una fuerza arrolladora y recibió a cambió esa herida que lo había endurecido a lo que era ahora...

Ahora era duro... severo... por lo que no podía dedicarle un fragmento de sus pensamientos al amor Nuevamente...

... no podía...

no tenía tiempo para eso... ~

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Uno: Aquel por quien los demás mueren.

-Linda reunión secreta la que han organizado.

-¡Cállate, Malfoy!

Maldición. De todos los acompañantes que pudo tener para huir a un sitio más seguro, por qué precisamente tuvo que ser Draco Malfoy quien decidiera girar hacia la puerta trasera.

Ron apretó los labios recargando la espalda contra una sucia pared y puso atención en cada sonido que llegaba desde la calleja.

Nada. Sin embargo eso era parte de lo peligroso en una situación como esa.

Llevaban programando una reunión urgente desde la semana pasada y por fin llegó el mensaje para que todos asistieran ese día, ese lugar, a esa hora... En verdad era necesaria ya que habían sufrido intensos ataques en los últimos tres intentos para reunirse y no podrían conversar sobre una nueva estrategia a menos que pudieran reunirse, ya que la mayoría estaban convencidos de que en esa guerra lo más estúpido era lanzarse al ataque sin ningún plan.

Pero estaban paralizados por ataques sorpresas por ahí y por allá. Justo como el de hace unos minutos, por el que los demás aurores se dispersaron en busca de un refugio... Lo importante ahora era salir con vida de ese ataque para pensar en reunirse de nuevo.

-¿Tu crees que el espía quería informar sobre un espía, Weasley? –preguntó Draco con ese cinismo que Ron había despreciado en verdad.

-¿Quieres callarte? Intento sacarnos con vida de esto.

-Oh, que considerado de tu parte –dijo el rubio con un tono de voz asquerosamente dulce que, en definitiva, no combinaba en absoluto con él –Recuérdame agradecerte como es debido cuando estemos a salvo.

-Maldición, Malfoy... no me haces fácil esto.

-¿Debería?

Ron comenzó a considerar la idea de dejar al odioso rubio detrás. Después de todo a nadie le extrañaría ya que nadie lo había esperado de todas maneras. Sin embargo Draco ya había salido con la varita al frente y un peligroso hechizo brotó de sus labios...

Ron maldijo y se adentró en la calleja esperando ver a un muerto... pero lo que vio fue a una malhumorada mujer con la mano extendida y un brillo dorado esparciéndose por el aire.

-Te he dicho que apuntes al corazón, Draco –dijo ella e hizo una señal para que se acercaran –Harry ya se fue, ¿se puede saber por que siguen aquí?

-¿Por qué no tuvimos el honor de ser salvados por Potter? –preguntó Draco destilando sarcasmo.

-Draco, guárdate tus comentarios cuando estés frente a otro Potter –dijo la mujer frunciendo el ceño – Y de todas maneras Harry no se quedó por nadie... así que muéstrense algo agradecidos por que decidí intervenir en el último momento.

-Los demás... –comenzó Ron.

-Perdí la pista de algunos –interrumpió ella apoderándose de ambas manos y una energía fría comenzó a transformar los cuerpos en líquido para filtrarse por las grietas del suelo -, no creo que sigan con vida.

A Ron jamás le había gustado usar el medio convencional de transporte de la señorita Potter.

Siempre había pensado que una aparición era más cómoda, pero Harry lo convenció que una invitación hecha por Deborah Potter no se despreciaba. En especial si ella aseveraba estarles salvando la vida. Pero la sensación de esa magia no era algo sencillo de asimilar.

El principio era muy sencillo y hasta cierto sentido poético. El cuerpo humano  tenía que hacerse uno con la naturaleza y literalmente filtrarse en la corteza terrestre para transportarse hasta el sitio visualizado... De preferencia debía ser un sitio con humedad suficiente para hacer la materialización del cuerpo de nueva cuenta.

Por supuesto que el medio de transporte sólo podía ser usado por alguien, cuya naturaleza admitiese un ambiente líquido. Alguien que tuviese como contexto agua y tierra, y soportara bajas temperaturas. Perfecto para una sirena, en opinión de Ron, pero no para un mago común y corriente.

A él no le gustaba desde el momento en que en cuerpo se enfriaba y se tornaba líquido. Cuando volvía a su sólido estado natural aun tenía la sensación de las rocas por las que había atravesado y ese frío en los huesos que le congestionaba la nariz por dos días.

Sin embargo esta pareció ser una necesidad en verdad. Y cuando se materializó  en el lugar destino tuvo la cortesía de agradecer a la mujer, al mismo tiempo que buscaba con desesperación un pañuelo por el lugar.

-Es frágil –comentó Malfoy en perfectas condiciones. Ron maldijo, cómo le iba a afectar si era una asquerosa serpiente de sangre fría.

-Al menos esta con vida –ironizó Deborah y se acercó a uno de los magos que estaban en el lugar -¿Dónde esta Harry?

-En el cuarto –contestó –haciendo informes.

-¿Potter va a informar que escapó dejando a todos detrás? –preguntó Malfoy tendiendo un pañuelo a Ron tras ver que no encontraba nada con que detener ese molesto escurrimiento –Eso no lo hará ver bien.

-Nada hará ver bien a Harry –gruñó la mujer y penetró la habitación golpeando la puerta detrás de ella.

-No te vez de buen humor, tía –comentó Harry sin levantar la mirada de un mapa que Hermione le había estado enseñando -¿El viejo ha estado encomendándote mucho trabajo?

-Dumbledore esta preocupado, Harry –dijo ella acercándose –Las perdidas se hacen más frecuentes... Atacan a tu grupo apenas intenta reunirse y en cada ocasión se pierden más aurores... No hemos planeado nada que valga la pena y vamos por el cuarto elemento perdido.

-Catorce –corrigió Hermione -, en este ataque perdimos 10.

-¿Diez más? –gruñó la mujer -¿Vas a esperar que acaben con toda tu área, Harry?

-No has perdido a un solo elemento, tía –Harry levantó sus ojos verdes a las irises doradas –Pero tu área no tiene muchos logros tampoco.

-No estoy criticando tu trabajo –protestó ella –Sólo pienso que deberías cuidar la espalda de tu gente de vez en cuando. Entre la gente que dejaste estaba Ron Weasley.

Hermione apretó los labios para evitar intervenir en esa obvia reprimenda y comenzó a hacer unas anotaciones rápidas.

-Pero tu lo has traído con vida – dijo Harry con la misma serenidad –gracias, tía, finalmente haces algo a mi favor.

Deborah palideció  ante esas palabras y el significado que tenían. Era cierto que estaba al pendiente de su sobrino a pesar de tanto trabajo, pero también estaba en investigaciones constantes desde que la guerra se disparó, hace cuatro años. Tanto trabajo que no pudo hablar sobre ese cambio que Harry presentó de manera brusca.

-Harry eliminó a un numero importante de mortífagos –intercedió Hermione finalmente –No solo huimos como suponen todos.

-Lo sé –musitó ella y miró a su sobrino con algo de frialdad –Se ha convertido en la perfecta arma homicida.

-Es eso lo que necesitan en una guerra, ¿no? –inquirió Harry sin perder la calma.

-Cuando encuentre lo que necesito, Harry, te lo haré saber –espetó Deborah con molestia y se dio la vuelta para salir del lugar.

Harry frunció el ceño.

¿Cuántas veces habían sido ya?

Más de lo que alguien debía soportar, ¿cierto?

Con una mueca de fastidio se encaminó hacia la sala dispuesto a decirle a su tía lo que podía hacer con sus reprimendas, sin embargo se encontró con caras asombradas y cansadas. Rostros que, en definitiva, no se acoplaban con hombres en batalla.

-¡Harry! –llamó Justin justo detrás y se interpuso en su obvio camino en dirección de la mujer adulta –Tenemos que regresar, me acabo de dar cuenta que Padma no esta aquí.

-No regresaremos, Justin –dijo Harry con un gruñido y de reojo vio la ceja levantada de su tía junto con esa cínica sonrisa que fue secundada por la de ¿Malfoy? y se siguió de un comentario por parte del último.

-¡Estoy seguro de que aun esta con vida! –insistió Justin con el ceño fruncido -¡Apostaría a que todos lo que no están aun viven!

-Bajo alguna maldición quizá –replicó Harry intentando hacer a un lado a Justin –No vamos a regresar, debieron usar sus propios medios para escapar como el resto.

-¡¡Ron ni siquiera vino solo!! –protestó Justín.

-Es posible que aun estén en el lugar, no tuvieron que capturarlos –secundó Colin algo nervioso –Quizá se escondieron.

-¡¡He dicho que no!! –cortó Harry –Si alguien quiere regresas puede hacerlo... pero lo hará bajo el conocimiento que ya no pertenece a esta división.

-¡¡¡Perfecto!!! –espetó Justin y desapareció del sitio.

El resto de los muchachos y hombres se quedaron en un incómodo silencio. Justo eso recordó a Harry lo que le había hecho salir y cortó la distancia hasta su tía.

-¿Qué haces aquí, Malfoy? –preguntó con acidez.

-Una petición de último momento –dijo el rubio con una sonrisa odiosa acompañada de un movimiento de mano–Pero no te preocupes, Potter, pude escapar por mis propios medios. Así que no tendrás mi nombre en la lista de los desaparecidos.

-Esta reunión fue convocada solo para mi división... ¿no tienes suficientes hombres que te idolatren en tu propia división?

-Pensé que sería lindo vernos después de tanto tiempo –ironizó Draco –Ya sabes... después de casi... ¿cuatro años?... llego a añorar.

-Ve a añorar  a otro lado, Malfoy, no te quiero entre mi gente.

-Pronto no será mucha –intervino Deborah con acidez –La división guiada por el auror Harry Potter llegará a estar integrada solo por el gran Harry Potter.

-Ese –Harry la miró con molestia – no es mi problema... Entre menos gente tenga que cuidar mejor voy a desempeñar el papel que se me encomendó desde que nací.

-Oh, por fin conozco al héroe –dijo Draco con cinismo. –Como sea... Traigo un informe del fracasado de tu padrino...

-Draco... –protestó Deborah.

-Black quiere una respuesta mañana por la mañana –continuó Draco haciendo esa ligera corrección tras la protesta de la mujer –Y como me aburría  de los continuos halagos en mi propia división, me ofrecí para llevar esa respuesta personalmente.

-Mientras Harry piensa en lo que responderá –Deborah caminó hacia la salida –yo voy a hablar con Dumbledore. No hagas estrategias sorpresa, Harry, estoy por encontrar algo.

-¿Una manera de arrancarle a Voldemort el deseo de seguir con esta guerra? –preguntó el chico con cinismo y claro doble sentido.

-Quizá –respondió ella con burla.

Harry giró los ojos exasperado. Si tía no comprendía que había dejado de ser el niño idiota, ¿verdad?

-Ya puedes desaparecer, Malfoy –dijo en cuanto su tía se transportó del lugar –Mi padrino no necesita un mensajero para darle una respuesta, lo veré personalmente... y, según tengo entendido, lo verás también.

-Me quedo por que quiero, Potter –siseó Draco sin la sonrisa que había estado acompañándolo -¿Crees que no me di cuenta? Me estuviste evitando por 4 años.

-Que yo sepa no tenía que darte paso libre a mi persona... Tu mismo lo dijiste, Malfoy: "No pienso ser tu paño de lágrimas por tiempo indefinido".

Draco sonrió, no con burla o malicia. Esa sonrisa era algo que Harry no había conocido hasta... Hasta ese día en que se acercó por primera vez y le secó las lágrimas. Una sonrisa que lo incomodó de sobremanera.

-Creo que fue la mejor imagen que alguien pudo ver de Harry Potter –comentó Draco con suavidad y caminó hacia la salida –Lo que me recuerda... no hemos hablado de mis honorarios.

-¡Muérete, Malfoy!

-Moriría de unirme a tu división estratégica, Potter. Pero no es el caso, ¿verdad?

Harry apretó los labios.

¿Habría una manera de no asistir a esa ridícula reunión del día de mañana?

*          *          *

-Diez perdidas más... Eso reduce considerablemente el grupo de Harry, ¿cierto, Debbie?

-Si, señor.

Dumbledore acarició su larga barba blanca con un gesto de preocupación palpable.

Había estado esperando en la dirección de la escuela sabiendo lo que ocurriría en la reunión que había convocado Harry Potter gracias a un informe de última hora que le hicieron llegar y la única persona que tuvo a la mano fue ella... Su alumna Deborah Potter, quien había estado indagando en el lago con la gente del agua y ahora estaba lista para adentrarse aun más en la investigación.

-¿Tu crees que halla una manera de acabar con esto? –le preguntó a la mujer con sinceridad.

Ella dejó escapar el aire que había estado reteniendo en los pulmones y Dumbledore fue consciente de ese sonido extraño que había estado captando desde los últimos meses... señal inequívoca de cansancio.

Y no era de extrañarse. Habían estado abusando de la criatura a temperaturas extremas en busca de los sabios marinos. Por más maravillosa que fuese una sirena, Debbie comenzaba a dar muestras de agotamiento, no solo físico.

-Saldré para Grecia en dos días –dijo ella con esa suave voz. La voz que no había sido presa de agotamiento y que aun era capaz de seducir a los pobres incautos que tuviesen la mala suerte de ser enemigos de la criatura – Lady Meer me acompañará para hablar con Lord Proteo.

-¿Lady Meer se nos unirá?

-Jamás ha estado de nuestro lado, señor –dijo ella con voz cansada –Bastante hace con no estar en nuestra contra. La gente marina tiene una sociedad muy compleja y apartada de los bípedos. Lady Meer no ve ventajas o desventajas por lo que esta ocurriendo... Su sociedad es difícil de afectar, gane quien gane.

-Apuesto que no pensó eso cuando estuviste al servicio de Voldemort –musitó Dumbledore algo decepcionado. Tras 4 años intensos de guerra todos habían sido testigos de un hecho que marcó la importancia en vencer a ese mal... Muchos inocentes habían muerto ya... empezando por una importante parte de su alumnado... hace cuatro años.

-Sin duda –concedió Deborah sin entrar en detalles –Pero ahora que nada amenaza a su sociedad, nada la obliga a entrar en guerra.

-Estamos atrapados, ¿Cierto?

La mujer desvió sus ojos dorados, había un aura frágil alrededor de su mentor que le asustaba demasiado.

El gran mago se estaba derrumbando ante sus ojos sin que pudiera evitarlo y desde que perdió a esos niños había estado cayendo más y más... Ella intentó estar a su lado... intentó consolarlo. Pero comprendió que no podía hacerlo bien si no pudo consolar a su propia sangre.

Después de todo ella era una criatura de sangre fría... Alguien que fue incapaz de salvar a su propio hermano y que, en un acto justificado en la amistad, le había robado a su sobrino lo que más amaba para verlo en sus manos de nuevo al borde de la muerte.

Quizá era hábil para asesinar y ejecutar hechizos oscuros que nadie se atrevería a pronunciar siquiera... pero había perdido esa humanidad que había heredado y simplemente le quedó la asesina.

Como a Harry.

Deborah apretó los labios.

No quería que su sobrino terminara de perder esa humanidad también. Él no tenía una herencia híbrida como ella, así que no tenía que comportarse como un asesino. En especial por que Deborah estaba segura que no necesitaban de un asesino para acabar con Voldemort. Era el medio equivocado aunque aun no sabía la razón, pero pensaba averiguarlo perfectamente con Lord Proteo... el anciano marino de Grecia.

-Vamos a ganar –dijo ella con absoluta confianza y se levantó para salir –No pierda la esperanza, señor... Muchos niños esperan a que las puertas de Hogwarts vuelvan a abrirse y usted, Albus Dumbledore, los instruirá en las artes de la magia y los protegerá como jamás se ha visto en la historia de la comunidad Mágica.

La mujer salió de la oficina y caminó por los pasillos derruidos y maltratados. El último ataque había dejado zonas inhóspitas en el castillo, zonas inseguras para niños de 11 años o más. Así que el propio Dumbledore anunció el cierre del colegio desde entonces.

El castillo estaba casi abandonado, a excepción por los aurores que se daban cita tras sus muros para hacer planes y concretar fechas... todo con la esperanza que la guerra terminara y la paz volviera.

La situación había llegado al extremo de evidenciar a la Comunidad Mágica. Sin embargo había más muggles dispuestos a no creer y a buscar explicaciones a todo lo que ocurría a su alrededor.

Y de alguna manera los ataques no habían sido tan horribles como los ocurridos a las familias mágicas. Todas las familias, puntos clave que Deborah conocía a la perfección ya que ella fue quien realizó la lista cuando estuvo al servicio de Voldemort. Familias con herencia admirable en cuanto a habilidades mágicas se refería... todas ellas con un peso moral imposible de quebrantar, por lo que se convertirían en un estorbo a las metas que los mortífagos tenían.