Dos: Para que no este solo.

Tensión.

Había mucha tensión en ese lugar.

Bastante.

Neville se revolvió incómodo. Estaba sentado a un lado de Harry y no podía evitar notar las miradas que se dirigían precisamente hacia ese extremo a pesar de que era el más solitario de toda la mesa.

Claro. Neville ya estaba considerando buscar otro sitio.

En opinión de Neville, el trabajo de Harry era uno de los más difíciles. De todas las divisiones que la Orden tenía, esa era la que más peligros enfrentaba. Él no, claro esta. No tenía habilidad para estar en combate, así que ayudó en el hospital lo mejor que pudo y seguía haciendo investigaciones para resistir peligrosos hechizos que ayudasen a los que estaban al frente. Como Harry y su gente.

Charlie Weasley había tenido continuo contacto con distintas ramas en estudios de criaturas mágicas. Era un experto con los dragones, claro esta, pero  había tenido que hacer investigaciones con otras criaturas debido a que los ataques se habían vuelto menos convencionales. Y por lo que Neville sabía, también era el segundo entrenador al que Candy, el nundú hembra de la señorita Potter, había atendido en combate.

También estaba el señor Black y el ex profesor Lupin. Ambos encargados del entrenamiento físico de los aurores que Harry y Malfoy llevaban a combate. En opinión de Neville era muy raro que el señor Black hubiese sido exonerado solo tras salvar la vida de Ludo Bagman. Con tanto ataque por ahí y por allá resultó difícil saber en quién creer... pero la mayoría de los magos estuvieron de acuerdo en que era mejor tener aliados a enemigos.

Justo cuando Neville pensó en iniciar una platica con Harry vio que el señor Black y Lupin entraban a la sala de juntas. Como lo imaginó, ambos hombres caminaron hasta Harry y se sentaron a un lado suyo. Así que Neville decidió dejar a Harry, ya que estaba seguro que su padrino tendría muchas cosas por platicar con él.

Aunque Harry no parecía tener la misma idea en mente y tras casi quince minutos de parloteo, en espera a que el resto de los integrantes de la Orden llegaran, comenzó a juguetear con la varita.

-... Harry... ¿Harry? ¿Me estás escuchando? –terminó por preguntar Sirius al notar el jugueteo de su ahijado y suspiró comprendiendo que estaba siendo ignorado.

-Tengo muchas cosas en que pensar, padrino –justificó Harry sin hacer mucho esfuerzo en poner un poco más de atención.

Remus miró con preocupación a su amigo y le dedico una conciliadora expresión.

-¡Ya pueden empezar! –dijo Draco, el último en llegar, quien reparó en Harry y sonrió –Oh, el gran Harry Potter... ¿Están todos listos por si alguien nos ataca?

-Malfoy... –advirtió Sirius levantándose – Deborah no vendrá, así que ya podemos empezar. –el animago dejó pasar un tiempo en lo que Draco se acomodaba en el lugar de Neville, prácticamente haciéndolo a un lado tan solo con la mirada. Había prometido no pelearse con él... Bueno, Debbie casi lo había amenazado... Así que... - Al parecer tenemos un infiltrado en alguna de las cinco divisiones que aceptan más de una persona.

Desde luego estaba hablando de cualquiera de las que ellos guiaban. Deborah tenía una división sin pupilos, la verdad es que no podría mantenerlos con vida de todas maneras ya que se la pasaba de un sitio extremoso a otro. Simplemente lugares donde magos normales  no podrían sobrevivir.

-¿Podría ser en la de Potter? –ironizó Draco.

Sirius bufó. ¿No habría manera de callar a Malfoy?

-La división de Harry ha sufrido más ataques –apoyó Charlie -¿Es posible que tenga un infiltrado entre ellos?

-Eso o Harry no les facilita las cosas a su gente –Draco interrumpió de nuevo.

-En tu división tampoco se facilitan las cosas –señaló Sirius con muy mal humor –No me extrañaría que todos los integrantes fueran infiltrados.

-Sirius... –advirtió Remus.

-No vamos a resolver nada de esta manera –intervino Neville –Lo importante es no perder más gente.

-Fácil. Ya no manden gente a la división de Potter –dijo Draco con tono mordaz.

-Eso sería conveniente –musitó Harry con burla.

-Y de todas maneras –continuó Draco –Deberían pensar que el numero de perdidas esta por incrementarse.

-¿Vas a atacar a mi división, Malfoy? –intervino Harry.

-Podría hacerlo –respondió el rubio –Soy el único que no te tiene miedo.

-¡¡Basta!! –exclamó Remus –No podemos solucionar los problemas de la Orden si persisten en atacarse verbalmente entre ustedes.

-Podría considerar el ataque físico o mágico –ironizó Draco con esa sonrisa que provocó una mueca de odio en Harry.

-He dicho que basta –insistió Remus posando los ojos amielados en el rubio.

-No tiene que preocuparse por la gente que integra mi división –dijo Harry levantándose – yo me encargaré del infiltrado cuando lo encuentre. Y si no tienen nada más que tratar yo me retiro, tengo cosas importantes que hacer.

-¿Planear la siguiente ruta de escape? –preguntó el rubio.

-Planear la manera de alejar a tus infiltrados –replicó Harry con esa misma sonrisa despectiva –Bastaría con dejarlos atrás, ¿verdad, Malfoy? Dudo que tu partida de idolatras sean capaces de salir con vida de un verdadero ataque.

Draco apretó los labios.

-Pero necesito hablar contigo, Harry –protestó Sirius.

-Mi tía Deborah ya se encargó de hablar conmigo –siseó Harry viendo a su padrino –no creo que difieran en temática, así que puedo decir que lo he oído todo.

*          *            *

-¿Eso dijo? –preguntó Deborah apenas llegó y empezó a colocar cosas sobre la mesa. –Desde luego Harry esta más molesto con la vida de lo que parece.

Charlie lo había atribuido a una riña familiar. Se veía de mejor humor que Sirius y acariciaba a Candy, quien brincó desde sus piernas en cuanto vio a Deborah y se restregó contra ella.

-¿Pero por qué? –preguntó Sirius con un tono de voz semejante a un puchero -¿Qué fue lo que le pasó para cambiar así? ¿Y por que no estuve ahí para evitarlo?

-Ya te lo dije, Sirius –Deborah le restó importancia –Harry ha crecido... y no necesita que estés a su lado en cada cosa que haga, es incomodo.

-Justin llegó al hospital ayer por la noche –informó Neville –Junto con tres aurores más... Todos muy heridos.

-¿Se quejaron por que el héroe los abandono? –preguntó Draco moviendo su pie sobre la mesa.

-Draco... –amonestó Debbie y Sirius pudo sonreír –Haz las pruebas pertinentes, Naville – agregó la mujer –Hay que estar seguros de que nuestros aurores están limpios.

-Primero debo asegurarme que vivan –susurró el muchacho regordete con algo de sarcasmo –Podemos atender heridas convencionales, pero no lo que vi ayer.

-Razón de más para estudiarlos con sumo cuidado –dijo ella con ligereza y miró a Neville –No quiero ninguna sorpresa, chico, así que vas a hacer las pruebas pertinentes... Remus, necesitaré ayuda con eso.

-Claro –dijo el mago con algo de cansancio.

-¿Tienes manera de saber quién es el infiltrado? –preguntó Sirius viendo todas las cosas que había acomodado sobre la mesa. Inútiles a su parecer.

-No. Hay tanta magia oscura que podría ahogarme en ella –dijo tomando una pluma de oro y colocándola sobre un pergamino. –Maximus possittium enemi.

La pluma dorada brilló y comenzó a hacer rayones por toda la superficie de la hoja.

-Magia negra –finalizó ella encogiéndose de hombros –Voldemort protege a sus infiltrados de la misma manera que nosotros protegemos a los nuestros. Así que no habrá manera de saber de quién se trata a menos que venga hasta este lugar y nos lo diga.

-Genial –resopló Sirius -¿Y para que son todas esas baratijas?

Deborah enarcó una ceja.

-No las puse en la mesa para que las vieran... Estoy buscando una ofrenda a Lord Proteo.

-¿Esas baratijas? –insistió Sirius y vio los objetos, no solo parecían inútiles... también con poco valor.

-Estas baratijas (como tu las llamas) son objetos altamente preciados por los selkies... Has de saber, Sirius, mi amor, que Lord Proteo nació (hace millones de años) de una sirena griega y un selkie.

-Tu eres la que sabe de historia Griega –restó importancia Sirius.

-Un selkie más viejo de lo que podemos imaginar –Charlie se veía en verdad impresionado –Debe ser una criatura tan fascinante como los dragones.

Candy dio un bufido y trepó a las piernas de Charlie.

-Desde luego esta chica también es impresionante –aseguró Charlie acariciando a la pelusa gata blanca.

-Como sea –Deborah escogió uno de los objetos y lo guardó entre su túnica –Necesito hablar con Draco... a solas.

-¿Por qué tienes que hablar con ese Malfoy? –protestó Sirius.

-Por que él no me estará besuqueando para impedirme hablar –replicó ella con tono mordaz y empujó a Sirius –Tengo trabajo que hacer, Sirius... Y tu tienes trabajo también. Ya tendremos tiempo para conversar.

-Eso dijiste la semana pasada.

-Siempre lo digo cada ocho días –la chica restó importancia –Te veré más tarde. Si Remus acompaña a Neville necesitaré que estés en tu División. Harry ha perdido muchos aurores, ¿comprendes?

-Claro.

Deborah vio a sus compañeros retirarse y suspiró un poco acomodándose en una de las sillas que habían quedado vacías.

-Te ves cansada –observó Draco –Esas investigaciones que haces te están acabando... Tanto indagar con los sabios  va a acabar con la energía sobrehumana de la criatura.

-No importa... necesito hacerlo... Y necesito queme ayudes con Harry.

-Potter puede cuidarse solo –siseó Draco con el ceño fruncido.

-Quizá si algunos de tus hombres se alistaran en su División...

-¿Bromeas? No se alistarán en La División de la muerte.

Deborah bufó. En realidad era de la idea que Harry no necesitaba muchos compañeros... No necesitaba estar al frente de una de las seis Divisiones que se habían organizado en la Orden del Fénix que todos ellos insistían en mantener viva tras ese ataque tan violento que marcó el inicio de la guerra. Sin embargo le asustaba que Harry estuviera solo. Más ahora que notaba las semejanzas que iba teniendo con ella. Probablemente si Deborah no hubiese estado esos trece años sola, pudo evitar que sus instintos fríos y calculadores se desarrollaran como ahora lo estaban. Si hubiese podido hablar con Sirius como debió ser...

-Tienes razón –dijo ella tras un momento de silencio –Quizá Harry no necesite nuevos reclutas.

-No los tendría de todas maneras –Draco miró a su madrina notando algo extraño... una mirada diferente y en definitiva interesada -¿Por qué me ves así?

-¿De qué hablas? –dijo ella con una bella sonrisa.

-Y esa expresión –bufó Draco girando los ojos –Tienes la admirable cualidad de estremecer cuando usas tu influencia híbrida... No puedo convencer a nadie de mi División para que se una con Potter, ellos le tienen miedo.

-No te lo pediré.

-Perfecto, Por que no lo haré...

-Me basta con que tu estés en el grupo.

Draco enmudeció. Su instinto le hizo buscar una señal de que esas palabras fueran parte de una oscura broma de su madrina, pero...

-¡¡Por supuesto que no!!

-Se razonable, Draco. Yo no puedo estar con Harry ahora. Viajaré al fondo de un abismo en busca de un anciano de millones de años y eso me llevará tiempo.

-Yo también tengo cosas que hacer. Y cualquiera es más importante que estar de niñera de Potter.

-No serás su niñera –dijo ella recogiendo todas las cosas que no le habían sido útiles -... solo lo acompañarás.

-El miserable de Weasley puede cumplir perfectamente con esa función.

-Creo que Ron fue uno de los que quedaron atrás –dijo ella dejando claro el problema –Me parece que ya no satisface las necesidades de Harry.

-¿Yo debería satisfacerle algo a Potter? –insistió Draco con una mueca de asco.

Deborah terminó de arreglar sus cosas y acomodó el cabello platinado de su ahijado con cariño.

-Yo sé que fuiste el único que lo consoló aquella vez –susurró provocando un sonrojo en el rubio –Necesito que me ayudes, Draco... no quiero perder a Harry. Hazlo por mí –rogó –Si se porta muy mal golpéalo y déjalo inconsciente donde no pueda cometer alguna estupidez.

-Lo mataré si es necesario –aceptó el rubio finalmente –Sabes que no le gustará, ¿cierto?

-Lo sé, cariño... Pero se acostumbrará... en especial por que eres el único que sabe de su amor perdido.

-¿Quieres que chantajee a tu sobrino? –el rubio miró a la mujer algo impresionado. –Me matará si saco el tema a relucir.

-No es tan frío como quiere parecer –aseguró ella –Dentro de esa barrera aun hay un corazón... Sólo quiero salvarlo antes que se ahogue por  falta de aire. Además... tu eres un Malfoy... ser un desgraciado va contigo, no con Harry.

-¿Me estas halagando? –preguntó Draco con el ceño fruncido.

-No lo dejes solo –insistió ella –Harry se ha convertido en un arma destructiva... y en cuanto cumpla con su función esta dispuesto a dejar que lo desechen.

-Eso es patético.

-Evítalo, Draco... Yo buscaré la manera de destruir al asesino de tu padre... Tu evita que Harry Potter se convierta en la llave de la victoria.

*          *            *

Harry llegó a casa agotado.

Inútiles reuniones. Si tan solo tuviera la seguridad de que reunirse con el resto de la Orden fuera a terminar con la guerra, lo haría gustoso. Pero al paso de los años había notado lo malogradas que resultaban.

Los resultados se daban en combate. Justo al exponerse a maldiciones imperdonables y duelos con encapuchados. Solo en el momento en que se derribaba al enemigo.

Si había manera de debilitar las fuerzas de Voldemort era matando a sus seguidores.

Si, señor.

Matando a los traidores.

Bueno, tras otra reunión con información que no le serviría de nada, Harry se adentró en casa.

Alcanzó a arrastrar tres pasos antes de dejarse caer en un sofá viejo y se acomodó los lentes para estirar la mano hacia la mesa de centro, de donde tomó un libro desgastado.

Con un movimiento ausente acarició la áspera pasta de piel en donde apenas podía apreciarse el titulo y acomodó el libro entre sus piernas.

-Lumus –musitó, y la luz cercana al sofá se encendió.

Un libro de pociones.

Harry leyó con atención cada receta junto con las notas escritas con esa caligrafía que conocía a la perfección. En realidad sabía ya lo que contenía el libro, pero cada noche volvía a revisarlo para leer de nueva cuenta esas notas e imaginar lo que estaba pensando el dueño anterior al hacerlas.

Imaginar lo que su profesor había pensado.

Aunque Harry no tuvo mucho tiempo para imaginar algo. Un ruido en el interior de la casa lo puso alerta.

Un ruido en casa a mitad de la noche no era normal, ¿verdad?

Harry acomodó el libro en la mesa de centro con sumo cuidado y se levantó con sigilo para avanzar hacia donde pudo ubicar el ruido.

La idea de que alguien más pudiera estar en su casa era ridículo. En especial cuando pocos sabían que vivía ahí.

Con un movimiento rápido acomodó la espalda contra la pared de la entrada a la cocina y con otro se adentró con la varita al frente.

Quizá no fue el único que escuchó ruidos y de una manera que no sabría explicar, tuvo la punta de otra varita encajándosele en el cuello con fuerza considerable.

-Vaya, vaya... Para ser el líder de una división de ataque eres muy lento, Potter...

Continuará...

Ayesha: Sip, es la continuación. Y Harry estará así por un buen tiempo... al menos lo que logre extender la trama.

Moryn: Si, convertido en piedra. Pero una piedra muy atractiva XD.

Laia: ¿A qué te refieres? ¿Seme / Uke? ¿Activo / Pasivo? Si es por eso, no tiene nada que ver... Y Snape... Bueno, ¿he mencionado que lo necesitaba así?

Alym: Poema auto explicativo. Este fanfic dará muchos problemas como puedes apreciar, no solo para Harry.

Sailor Earth: No exactamente actuar como Snape. Harry bloquea muchas cosas. Yo creo que Snape simplemente es así. Respecto a tu pregunta: si son 4 años los que pasan desde interludio y la reacción de Draco no es tanto por que sienta algo por Harry. Desde el fic anterior mencione que habían quedado en una relación cordial, no necesariamente amorosa.

Kendra Duvoa: Muchísimas gracias por tu mensaje. No te preocupes por Harry, ya entenderá.