Dos capítulos por cada fin de semana no esta mal, ¿no? Que los disfruten. Besos.

Cuatro: Una respuesta sin respuesta.

Una señal de auxilio fue lo que cortó la discusión que Harry y Draco habían estado sosteniendo desde que llegaron a casa.

¿Cómo iba, Draco, a imaginar que Harry estaba en contra de los muebles nuevos?

Claro. Como no era quien dormía en ese sofá destartalado al que se le saltaban resortes de... algún lugar... Y con ese cuchitril que tenía por casa cualquier mueble nuevo se veía horrible. Eso estaba por decirle, pero la señal lo interrumpió.

Ahora los dos estaban enzarzados entre magos de un bando y otro. El ataque no llevaba mucho tiempo desde que empezó...

Desde que la situación se disparó todos eran ataques relámpagos con el menor tiempo y el mayor daño.

Y este en particular ya había hecho bastante. Al grado que el hospital había perdido parte de su encanto y seguridad, y algunos enfermos y magos se veían tirados.

Estar en el suelo en pleno combate no era buena señal.

Pero eso no fue algo que le importó a Harry y Draco se sintió estúpido al ser quien se inclinó para cerciorarse del estado de uno de los hombres y encontrarse con que ya estaba muerto.

Era eso lo que Harry no hacía por que daba por hecho que todos los magos en el suelo estaban muertos.

-Por allá hay más cuerpos tirados, Malfoy –siseó Harry con burla logrando que Draco enrojeciera de coraje. –Yo me voy al combate.

Harry fue por su lado, no sin antes lanzar una rápida maldición que mató al pobre diablo que había pensado haber tenido una buena idea y enfrentarlo.

Draco pensó que en eso diferían. Jamás había visto a Harry en combate, pero tampoco pensó que fuera tan severo. Desde que llegó había abandonado a su gente para librar una batalla personal y horrible. A Draco le dio la impresión de que solo había encontrado esa manera para mostrar su furia con la situación y desde hace cuatro años se había colocado en ese bando con el único objetivo de aplastar al otro con todo su resentimiento.

Y pensaba hacerlo bien.

La verdad es que Draco sintió pena por él. Fue capaz de ver el problema al que su madrina se refería y comprendió que tenía una misión difícil entre las manos.

Mientras estuvo entre hechizos por ahí y por allá ayudando a Longbottom a retirar a los heridos a un lugar seguro mientras el héroe seguía haciendo una masacre con los demás.

-No entiendo –comentó Draco -¿Cómo supieron de este lugar? Sólo hay aprendices...

-Aprendices de medimagos –dijo Neville curando una herida que le había causado nauseas a Draco –Aurores –completó –Atacándonos resta fuerzas a los que van a frente.

Y lo decía tan tranquilo. Draco torció los labios.

-No me extraña que tú lo sepas, Longbottom –siseó Draco con desprecio -¿Pero cómo lo supieron ellos?

-¿Te dormiste en la reunión pasada? –preguntó el muchacho regordete con burla.

Draco deseó abofetearlo. Claro que había estado al pendiente... No solo tenía la admirable capacidad de tratar de humillar a Harry si se daba la ocasión... Pero...

¿Cómo habían obtenido información tan selecta?

Las cosas se calmaron tras poco más de media hora. Draco se topó con un malhumorado Weasley seguido por la sabionda Granger quien parecía estarlo regañando por algo.

Estuvo a punto de unirse a la reprimenda cuando se dio cuenta de que Harry también estaba a la vista.

Solo, a la orilla de todo y con un cigarro entre los dedos.

Draco se molestó por eso. Todos estaban ayudando y Harry estaba ahí.

Sin embargo la visión resultaba perturbadora.

Sus cabellos negros movidos por el aire y el humo escapando de sus labios. Todo con esa expresión de absoluta tranquilidad como si lo que había pasado no tuviera la mínima importancia.

¿Eso era un combate para Harry?

Ni honor ni paz... ¿sólo muerte?

Draco pensó que uno de los dos tendría que programarse una cita con un buen terapeuta. Harry por ser así y Draco por intentar cambiarlo debido a una promesa que le hizo a una mujer que ni siquiera estaba presente.

-Oye, héroe –llamó Draco con su característica carga de sarcasmo –Bien hecho... Los hiciste correr.

Harry levantó los ojos y Draco se topó de lleno con esa mirada cristalina y verde que le provocó un extraño escalofrío.

-Se me escaparon –corrigió Harry –Pero ya habrá otra oportunidad de acabarlos... Esta vez junto con su despreciable amo.

El rubio apretó los labios.

Tendría que intentar algo más si quería salvar  a Potter como había prometido a su madrina.

Ella había dicho que ser desgraciado le iba a él, ¿no?. Perfecto... Pensaba serlo.

Y no solo desgraciado... Pensaba ser más Malfoy...

*          *          *

Deborah despertó con un poco de cabello negro entre los labios. Con un movimiento suave los apartó y aprovechó para delinear el cuello masculino de Sirius.

Sin deseos de despertarlo se incorporó con esa suavidad misteriosa y atrapó una bata de seda para cubrir su cuerpo.

No se molestó en encender la luz y caminó descalza hasta la puerta para salir y cerrarla sin hacer ruido. Estando afuera miró el reloj.

La media noche.

Con un suspiro caminó hasta la cocina para tomar un vaso y servirse agua

Al beber la mitad posó sus ojos dorados en una fotografía justo en una de las desgastadas paredes.

Ya sabía que Sirius había querido bastante a James, pero eso de tener fotografías de él en casa era bastante.

La mujer caminó hasta la pared tras abandonar el vaso y arrancó la imagen  para mirarla más de cerca.

James... Su pequeño hermano.

... muerto...

A pesar de tener conocimientos que podrían evitar la muerte de cualquier ser Deborah no fue capaz de mantener a James con vida...

No pudo.

Esa era una de las razones por las que agotaba todas sus capacidades en busca de una respuesta que sacase a Harry de todo problema. Por eso había aceptado la absurda idea de Severus a pesar que ella sabía que lastimaría a su sobrino... En ese momento le pareció más importante mantenerlo con vida, pero...

Habían perdido a Harry.

-No aun –se dijo ella con determinación y mordió su labio inferior con fuerza –Aun no lo he perdido... Debe estar en algún lado, solo debo evitar que termine de consumirse en esa mascara que él mismo ha creado.

¿Cómo hacerlo?

Harry no solo había logrado evitar desarrollar una emoción que lo comprometiera con alguien más... También había logrado deteriorar las que había creado desde los 11 años y hasta sus mejores amigos estaban en peligro de ser olvidados por ahí.

Deborah  giró para recargar la espalda en la pared y ladeó un poco la cabeza.

... si tan solo Severus...

No.

Traerlo de nuevo no era recomendable... No después de muerto... no cuando él mismo se lo advirtió.

Aquellos magos que usaban la magia oscura en exceso terminaban atrapados en ella... Y Severus no lo quería... Se lo dijo... No quería que ella se consumiera entre ese perverso poder.

¿Pero de qué otra manera podría ser útil en esa guerra?

-Lord Proteo me lo dirá –se respondió con mucha lógica y caminó hacia la salida de la casa dejando el cuadro en la mesa.

Salió con solo la bata de seda blanca y cuando sus pies tocaron el frío adoquín se transformó en líquido para filtrarse por la corteza terrestre.

Volvió a materializarse a la orilla del mar. Sus pies se hundieron en la arena húmeda y fría y la brisa fría de la noche le despeinó el cabello negro, moviendo también la suave tela de la seda.

Con pasos firmes se adentró hasta que las olas mojaron sus rodillas y desató el nudo de la bata exponiendo su desnudez al mar.

La humedad le acarició la piel y transformó en escamas desde sus caderas hasta la punta de los pies transfigurando los huesos de manera adecuada hasta que se mostró a la sirena.

Justo cuando el cambió finalizó, ella se adentró más en el agua y vio a la sirena anciana que le guiaría.

-Debo insistir, mi niña –susurró Lady Meer –eres un espécimen hermoso.

Deborah aceptó el cumplido en silencio.

-Le ruego que me lleve con el anciano sabio.

-Desde luego, mi cachorro... Vamos a ver a Lord Proteo.

*          *          *

Draco renunció a toda posibilidad de dormir.

Con absoluto fastidio miró a los gemelos Weasley y deseó borrarles esa estúpida sonrisa que habían lucido desde que llegaron. Sonrisa que logró contagiar a Harry, y ahora estaban los tres alrededor de la desgastada mesa con una botella de cerveza cada uno y un montón de cosas más a las que Draco no veía utilidad.

El chico sabía que los gemelos eran ayuda esencial para Charlie Weasley. Ambos experimentaban con distintas partes de las criaturas en busca de reacciones nuevas y habían hecho de toda la investigación de Charlie algo vital... También sabía que Harry los frecuentaba mucho, y por lo que había escuchado ahora, su tema favorito de conversación eran las propiedades de una sirena y la realidad que había al respecto de la supuesta inmortalidad que brindaba.

Bueno. Eso fue al principio.

Ahora hablaban de animales robados y las distintas maneras en que ello afectaría a la Orden... Y de vez en cuando metían a conversación viejos tiempos y el odio que le procuraban a Slytherin.

Uno en especial.

Draco giró los ojos exasperado y hundió la cabeza en el asqueroso sofá teniendo la mala suerte de encontrarse con otro resorte.

¿Desde cuando los sofás tenían resortes como esos?

Aun estaba molesto por que no pudo convencer a Harry de dejar el sofá nuevo. En opinión de Draco se veía más cómodo.

Claro. Debía ser un plan para incomodarlo y convencerle de irse.

¡¡Pues no lo lograría!!

Draco se levantó tomando la vieja manta que había tomado y caminó hacia donde estaba la habitación de Harry.

-¿A dónde vas, Malfoy? –preguntó Harry son mirarlo.

-A dormir.

Los gemelos sonrieron.

-Pero puedes dormir aquí –dijo Fred.

-Nosotros no interrumpiremos tu descanso –completó George.

-Lo interrumpen ya... Así que me voy a la única habitación en donde no escuche su absurda conversación.

-Solo hay una habitación –señaló Harry.

-Exacto –retó Draco con superioridad –Ya que te gusta hacer colección de cachivaches incómodos, tendrás que dormir en uno de ellos... A menos que quieras compartir mi espacio personal, Potter.

Harry frunció el ceño, pero cuando se levantó a impedir algo la puerta de su habitación se había cerrado con brusquedad.

-Creo que ha ganado –dijo Fred. –Ahora tiene tu habitación, Harry.

-Si se pone pesado podemos ayudarte a sacarlo, Harry –ofreció George.

-No es necesario –aseguró el muchacho volviéndose a acomodar en la silla –En esta casa no hay nada para él... y pronto lo comprenderá.

Fred y George se miraron con complicidad y volvieron a las notas.

-La caza de criaturas se ha extendido... Pensamos que el enemigo hace investigaciones como nosotros para crear pociones nuevas o utilizar aquellas que se han descontinuado por las leyes.

-La mayoría de las pociones prohibidas se enlistan en la clasificación de la magia oscura –continuó Fred señalando una criatura entre la lista –Si se hace ese tipo de pociones estaremos en desventaja.

-Pero tenemos a un experto en Magia oscura –replicó Harry -¿Qué ha dicho mi tía de todo esto?

-Al parecer se esta comunicando con las criaturas –dijo George algo incrédulo –En lo personal me parece que nos esta evitando.

-Bueno –Harry suspiró –No creo que le sea atractiva la idea de que experimenten con su sangre.

-¡Pero es por el bien de nuestra Orden! –exclamaron los gemelos.

-Una poción creada a base de la sangre de la sirena podría ayudar bastante al hospital... Las propiedades son inimaginables... Pocos magos han podido experimentar con ese ingrediente...

-... y si de paso nos presta a Candy ... –completó Fred.

-Se lo comentaré – "un día que no me salga con sus tonterías" –Aquí tienen un informe que me preocupa... Tres desapariciones de Hombres Lobo.

-Los sacaron de sus casas la semana pasada –dijo Fred preocupado –Los tres estaban bajo efectos de la poción mata lobos.

-Inofensivos –comprendió Harry –Necesito que hagan una lista de todo lo que el enemigo puede hacer con esas tres criaturas... Y alerten a los que sabemos, sufren esa metamorfosis.

Ambos gemelos asintieron y comenzaron a reunir sus cosas para levantarse.

-Suerte con el Slytherin, Harry –dijeron a coro antes de desaparecer.

Harry hizo una mueca de desagrado y cerró la puerta de su casa tras asegurarse que no había nadie afuera.

Caminó hasta estar frente a su habitación y con una consideración extraña abrió la puerta para mirar el interior.

Sin duda Draco había notado la extraña diferencia que tenía su habitación con el resto de su casa. A comparación de la sala diminuta, el comedor sucio y la cocina; la habitación podía ser en verdad acogedora.

Una pequeña cama ordenada y con sabanas limpias. A un lado la mesa de noche con un libro acomodado sobre ella y la lámpara muggle que Harry  había comprado por petición de su tía. El ropero de madera estaba debidamente limpio y en el interior guardaba todas sus túnicas... Al abrirlo se acomodaba un cambio de ropa a la mano y el resto de la ropa de aseaba sola. Muy moderno, según dijo su padrino al regalárselo...  y muy útil para los magos solteros (clara indirecta por su parte).

También había un escritorio con papeles... Cuando Harry terminaba de trabajar, los papeles se acomodaban solos y lucía impecable.

Retratos por ahí y premios por allá... Y en la esquina, el compartimiento para su confiable escoba junto con su equipo de mantenimiento... Cerca de ahí, el librero en donde guardaba los libros de pociones que atesoraba.

Una habitación acogedora...

Harry miró hacia la cama encontrándose con la etérea imagen de su rival. A pesar de estar dispuesto a invadir su habitación, no pareció estar con la misma idea con respecto a su cama y se había acomodado sobre las mantas limpias para cubrirse con la que él le había dado en un arrebato de furia.

Un pinchazo de culpabilidad incomodó a Harry por eso. Draco había intentado todo por ayudar...

... como aquella vez...

Sin embargo no soportaba la idea de que lo hiciera.

Había tomado su decisión desde la muerte de Severus y no pensaba cambiar de opinión.

Quería acabar con esa guerra lo antes posible o dejar que ella acabara con él. Por eso luchó Severus Snape y por eso lucharía Harry también.

Así que Malfoy estaba perdiendo su tiempo.

Harry cerró la puerta con suavidad y caminó para acomodarse en el sofá. Con un hechizo arregló todas las incomodidades que se había molestado en poner para su inesperado huésped y recostó su cuerpo para mirar el techo con preocupación.

La idea de que su enemigo jugara con tres hombres lobo lo tenía inquieto. Eso, y la idea de que Malfoy no se cansara de estar ahí.

Le preguntaría a Lupin cuando lo viera.

Y ojalá no estuviese su padrino cerca o terminaría por irse de nuevo.

*          *          *

Lord Proteo presentaba una figura aun más tosca que la de Lady Meer.

El total de su piel estaba cubierta por escamas verdosas y su cabello se había llenado de acelgas y arrecifes en donde peces diminutos nadaban una y otra vez. Sus manos callosas mostraban unas uñas desfiguradas y entre los dedos había membranas que se notaban débiles, seguramente por falta de uso.

Y había guardado su extremidad en una caracola tan vieja como él, en la superficie se veían claras señales de años y años de inactividad.

El anciano poso sus ojos negros en ella recorriéndola con notable curiosidad. Una de sus manos se estiró con aparente dificultad hacia la ofrenda que Deborah había elegido y la miró con el mismo interés hasta que una tosca sonrisa se dibujó en su rostro.

-Sois un bello cachorro –dijo a Deborah con voz débil y pastosa –Los de vuestra raza son muy pocos... hace miles de años que no veo a un nativo griego y casi había olvidado lo bello que son.

Deborah se ruborizó por vergüenza ya que ella fue quien ejecutó algunas aldeas griegas que estaban protegidas bajo la sociedad de Lady Meer.

-Nuestro cachorro ha venido en busca de un sabio consejo, señor –intervino Lady Meer.

-Ohh... Preguntad, mi cachorro –animó a Deborah –Añoro escuchar vuestra voz.

-Lord Voldemort –musitó ella y miró al anciano –Necesito saber la manera exacta para eliminarle.

El anciano guardó silencio y se tocó las barbas llenas de arrecifes.

-¿Vienes de tan lejos a pedirme la forma de quitar una vida, cachorro? –preguntó el anciano con esa pastosa voz y un tono de incredulidad.

-No puedo mentirle, señor –dijo ella con sinceridad –Me interesa quitar esa vida, pero me parece que los métodos convencionales no son seguros… Me parece que Lord Voldemort puede escapar de la muerte.

El anciano volvió a sumirse en silencio. El agua se calmó a su alrededor al grado de tomar una apariencia pétrea. Finalmente volvió a tomar movilidad y una de sus manos tomó una acelga para introducirla en lo que parecía ser un caldero de material marino del que Deborah no se había percatado.

Humo azul y brillante emanó del sitio… Humo donde el anciano posó sus ojos.

-Eres ancestro de aquel que tiene la fuerza –dijo con lentitud.

-Es mi sobrino –aceptó Deborah.

-¿Por qué no dejas que él acabe con ese hombre?

Deborah frunció el ceño.

-He venido aquí por una sabia respuesta, señor… Esas palabras ya las he escuchado de donde vengo.

-Debes tener una razón importante para venir en busca de otra solución…

-Yo he servido a Lord Voldemort –confesó ella –Fui quien persuadió al traidor de los Potter para que nos los entregaran… Yo misma maté a uno de ellos y vi con frialdad la manera en que mataban a la mujer… Lord Voldemort no deseaba matar a Harry por nada… Tiempo antes le dijeron que un mago ocuparía su lugar… justo el hijo de aquellos que más problemas le causaba y sobrino de la mejor arma que tenía.

-Palabras muy comprometedoras –aceptó el anciano.

-Harry es más que un héroe…

-Desde luego –intervino Lady Meer y miró al anciano –Debe haber un medio poco convencional para descubrir lo que hay debajo de esas palabras.

-Lo hay –admitió el anciano y alargó la mano hasta Deborah tocando el cabello negro –Une a Oesed y a Mistick en una erótica danza y entre su clímax coloca sangre de bestia y sangre de hombre… Entre ellos nacerá una criatura inferior, de cuya sangre, brotará la respuesta que buscas.

Deborah parpadeó absolutamente confundida y sintió la mano de Lady Meer, quien impidió que preguntara el significado de esas palabras. Comprendió entonces que su audiencia había sido completada y aceptó ser guiada por la sirena hacia la orilla de una playa.

Continuará…

Ayesha: A Draco nadie se la hará fácil… Pero ya se acostumbrará… Y que bueno que te gustó Ben… A mi me pareció de lo más adorable y no por que lo halla creado yo.

Mitchy Mitsui: que bueno que te animaste a leer este fic (y el otro). Gracias.