Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.

Advertencias:  Slash.

Notas: Este es un capitulo fuerte. Recomiendo discreción.

 Diecinueve: Movimientos incomprensibles

Era esa preciosa languidez lo que convencía a Deborah que merecía esa dicha. Los brazos protectores de Sirius tenían la persuasión justa para que ella se sintiera superior a cualquier criatura (de su especie o de cualquier otra) que hubiese pisado la faz de la tierra.

Incluso Remus dejaba de tener importancia. Su poderío salvaje que acudía a él cada Luna Llena se veía reducido a nada ante la sirena plena y satisfecha. La criatura marina se enorgullecía por haber llamado la atención de Sirius, la misma persona que era deseada por un depredador de cuidado. Y la sirena demostraba su entusiasmo expandiendo su aroma en el impenetrable territorio que había marcado para su consorte con aun más fuerza.

En esos momentos se olvidaba  de la dolorosa verdad con la que había tenido que lidiar desde que engaño a Peter para que entregara a James.

Oh, Peter… Casi se había olvidado de él. Que doloroso resultaba acordarse de su estúpida inocencia.

-No sé quien es más idiota –murmuró recargando la barbilla en sus brazos y suspiró mirando a la calle. Se había acomodado en la repisa de la ventana dejando a Sirius dormido debido a una extraña melancolía.

Se sentía abandonada… sola…

Sabía la razón , por supuesto. Su parte humana se rebelaba ante la extraña forma que había elegido para gestar y se sentía terriblemente vacía. Y aunque Sirius lograba hacerle olvidar esa sensación, tenía muchas cosas en la cabeza.

Además una presión  en el pecho le había despertado. Una absoluta certeza de que había perdido algo muy importante y, esa parte, se había despedido.

Algo que jamás podría recuperar. Y sinceramente comenzaba a fastidiarle el perder cosas.

Deborah suspiró. Un tacto en sus hombros le provocó un escalofrío, justo el tacto que evaporaba la mayoría de sus dudas y le arrancaba esa sonrisa ridícula.

-No deberías tener la ventana abierta –susurró Sirius besando la espesa cabellera negra –El aire esta muy frío.

-Pero la noche es preciosa –dijo ella levantando la cabeza hacia la luna rodeada por esa bella luz invernal –No tan hermosa como la Luna Llena, pero luce espectacular.

… aunque…

Sirius estaba comportándose diferente.

Debbie sintió su tacto a través de los hombros hasta que las manos masculinas le atraparon las suyas y comenzaron a juguetear.

El calor masculino resultaba embriagador y agradable. Lo suficiente para volver a olvidarse de nuevo de los problemas y hacer que apoyara la espalda en su pecho.

-Cásate conmigo.

Una lágrima resbaló por la mejilla femenina. Sintió la sortija en su dedo y le pareció que el tacto frío del metal le quemaba.

Imposible.

El beso en su cuello enalteció el instinto erótico de la sirena y Deborah escuchó el suspiro que escapó de su cuerpo hasta formular esa respuesta que se olvidaba de todos.

-Si… -se inclinó para recibir el beso en sus labios –Casémonos.

-¿Seamus? –Harry levantó la mirada ante un molesto Charlie que había ido a informarle.

La cámara que el cuerpo del Nundu formó con su cuerpo resultó mucho más de lo que el fuego pudiera consumir en poco tiempo y para cuando ambos pudieron salir ya habían pasado más de tres horas en las que Charlie contaba con nerviosismo los segundos que pasaban y que marcaban el agotamiento del oxígeno que se capturaba de forma natural entre el pelo de la bestia.

El salir fue lo difícil. Apartar toneladas de carne quemada resultó en verdad complicado y si no fuera por que Ginny terminó empleando un hechizo casero que había aprendido de su madre, Charlie aun estaría empujando inútilmente todo ese tejido graso que emanaba un olor cocinado y quemado.

La criatura había muerto, naturalmente. Cuando Clarlie pudo dejar a su hermana en manos de un medimago que atendiera esa fea mordida se encontró con otra dificultad. ¿Cómo iba a explicar a la señorita Potter que su Nundu era ahora un montón de carme cocinada y sangre coagulada por el calor.

Difícil

Pero eso no importaba ahora. No cuando Ginny le dijo lo que pasó con Seamus… Alguien que, se suponía, estaba en su bando.

Draco estaba ahí. Había fruncido el ceño conforme escuchaba la información y había parado de molestar a Harry.

-¿Y lo mataste, Weasley? –Draco interrumpió la explicación.

-Candy llegó antes.

-Eso no garantiza nada –replicó enderezando su cuerpo para salir de la oficina –Ese cretino sabe muchas cosas, no debiste arriesgarte.

-No es algo que te importe de todos modos, Malfoy –señaló Harry.

-No me importa –aceptó Draco mirando a Charlie de arriba abajo -, pero te olvidas que mi primo fue emboscado como esa Weasley. Resulta obvio para mi que alguien dijo lo importante que podía ser y, ahora que recuerdo, Finnigan sabía de su relación.

-En realidad todos sabían... –musitó Charlie.

-Pero como no creo que vayas a perder el tiempo buscando al culpable de la muerte de mi primo, seré yo quien traiga si cabeza –continuó Draco –Es personal.

-Se te olvida que estoy tras el verdadero culpable de la muerte de Audiel –replicó Harry con fastidio.

-A este paso no eres mejor que Lord Voldemort –siseó Draco con desprecio y salió de la oficina.

Charlie había permanecido en un prudente silencio hasta volver a posar sus ojos en un desmejorado Harry.

-Neville la esta atendiendo ahora –dijo con suavidad –Estaremos ahí, Harry.

-Si –fue lo único que el moreno respondió antes de quedarse solo en la oficina.

La verdad es que la acusación de Draco resultaba chocante.

¿Qué era esa violenta presión en el pecho?

No podía estar afectado por las palabras del rubio, ¿verdad?

Harry apretó los labios. Maldito Malfoy.

De cualquier manera no podía quedarse ahí a pensar en esas necias palabras, tenía que ver a Ginny... muy especialmente por que la habían instalado en el interior.

Así que caminó hasta la provisional zona médica que el propio Malfoy había instalado. En la puerta se encontró con Percy.

-¿Cuántos más están adentro? –pregunto Harry.

-Solo Charlie y los gemelos –dijo el pelirrojo con tono preocupado –Ella se ve bastante bien.

Percy apretó los labios. A Harry le pareció que pensaban en el mismo inconveniente y se planteó convencerlo y evitarlo ahora que estaban a tiempo. Sin embargo otro Weasley apareció justo cuando abría la boca para hablar.-Vine en cuanto me enteré –exclamó Ron atropelladamente al detenerse frente a los dos chicos -¿Cómo esta ella?

-Yo la vi bastante bien –dijo Percy -¿No estabas en guardia?

-Mi hermana es más importante –replicó Ron con una seguridad que chocó a Harry –Además Hermione aceptó cubrirme.

-Creo que Hermione habría preferido venir –comentó Harry.

-Me costó mucho trabajo convencerla, así que no empieces, Harry.

Claro, ¿cómo no iba a costarle trabajo si Hermione había desarrollado una interesante necedad por estar al lado de Ron?

Harry resopló viendo a su amigo penetrar la habitación.

Percy permaneció inmóvil como si la idea de estar en el interior le desagradara y la verdad es que el moreno estaba por coincidir en ello, sin embargo tenía que dejar todo de manera que no les causara problemas.

Así que entró.

Ginny se veía bien, como dijo Percy. Estaba sentada en la cama y sonreía a su hermano Ron ante la burla de los gemelos. En la mejilla y parte del cuello lucía una gasa blanca perfectamente acomodada. En ocasiones tocaba encima de la herida y aseguraba a su hermano Charlie que no le dolía.

Una emboscada, dijo Charlie. El Nundu se dio cuenta antes y Charlie alejó a Ginny; pero, al parecer, había alguien esperando en la única vía de escape.

-Yo estaba muy confundida –dijo la pelirroja –pensé que Harry lo había mandado para reforzarnos.

-Sabes que no hace eso –dijo Ron.

-Pensé que sería una excepción –musitó ella y sonrió levantando la cara hacia Harry -, pero todo salió bien y estamos en perfectas condiciones... ¡Seamus no me hizo nada!

Harry no estaba tan seguro de eso.

-¿Hay alguien que lo busque? –preguntó Ron con el ceño fruncido.

-Malfoy ha ido tras él –informó Charlie.

-¿Y a él qué le importa?

-Puede ser quien señaló a Audiel –intervino Harry pensando que era s mejor oportunidad - ; lo que me recuerda, Charlie, creo que conviene comenzar a hacer pruebas.

-No es posible que lo pienses siquiera, Harry –dijo Ron -, se trata de mi hermana... No puedes tratarla como aun traidor.

Los gemelos se miraron consultando algo hasta posar sus ojos en un callado Charlie.

-No sabemos lo que esa herida pueda provocar –respondió Harry con tranquilidad.

-¿Aparte del dolor, quieres decir? –preguntó la chica –Ya no me duele... Y no he sentido nada extraño.

-Creo que lo mejor es hacer pruebas –dijo Charlie con tranquilidad.

-¡¿Te has vuelto loco?! –Ron miró a su hermana mayor con el ceño fruncido.

-Entonces hagámoslo –dijo Ginny sin parecer afectada y miró a su hermano -¿Esas pruebas duelen?

-No –respondió el mayor sin hacer caso a los pucheros de Ron –Lo que si creo conveniente es que lo hagamos fuera de la base... es un sitio poco preparado para tener heridos.

-Un autentico asco –apoyaron los gemelos.

Harry agradeció el gesto. Eso ponía las cosas más sencillas y menos tensas.

Entonces comprendió que ahí tenía amigos valiosos...

-Bien –dijo con tranquilidad –Si necesitan algo avísenme... Creo que Remus puede asistirlos.

-Seguro –dijeron los gemelos comenzando a guardar las cosas.

"Se recomienda hacer hipótesis respecto al mago con habilidad para bloquear las capacidades del artefacto mágico en cuestión"

Eso sonaba bien, de existir un mago más poderoso que ambos espejos, pero Debbie estaba segura que no era posible.

-Deberías dejar de trabajar –susurró Sirius acercándose para masajear el área del cuello y los hombros femeninos.

-Estoy muy cerca de algo –respondió ella luchando por no sucumbir a esa deliciosa sensación –No he podido dar con una respuesta por que alguien bloquea la magia.

-¿Alguien? –preguntó él chupando la mejilla hasta la base del cuello -¿Por qué no usas la pluma de oro para indagar y te dejas de leer libros inútiles?

-Por que la pluma no...

Deborah se interrumpió.

La pluma de oro... Un artefacto mágico con admirables cualidades,  pero no tan poderoso como Lord Voldemort. De hecho fue creado para descubrir emociones básicas en busca de una reconciliación de hermanos, no para descubrir importantes secretos a mitad de una guerra.

Oesed no daba una respuesta clara si no era vista por el propio ser reflejado y Mistick no podía atravesar la poderosa barrera de Lord Voldemort, pero si podía reproducir su imagen. Era por lo que la pluma de oro complementaba. La pluma debía ser capaz de escribir lo que el reflejo en Mistick era capaz de ver.

A menos que hubiese sido bloqueada.

-¡¡Eres un genio, cielo!! –Deborah giró para besar los labios de Sirius y corrió hacia la cama para comenzar a vestirse.

-¿Y esta es la manera con que me agradeces? –Sirius la miró con el ceño fruncido.

-Necesito saber si la pluma esta bloqueada, tengo las herramientas necesarias, así que debo ir.

-Voy contigo –dijo el hombre tomando también algo de ropa para vestirse.

Deborah lo miró y por un momento se sintió boba al apreciar su precioso cuerpo adulto a cada milímetro hasta que reparó en algo que le hizo reaccionar con violencia.

-Nada de eso –dijo –Si vas conmigo no pararemos de hacer el amor.

-No estás logrando persuadirme – él sonrió con ese encanto que logró hacer temblar las piernas de la mujer.

-Esto es importante, Sirius.

-Esto también es importante –protestó él -, además seremos esposo y esposa.... No querrás educar a nuestros hijos por separado, ¿verdad?

-¡¿Qué?! –Deborah sintió que el corazón se le iba a los pies.

-¿No piensas tener bebes? –preguntó él al notar esa reacción –bueno... –se ruborizó – yo pensaba que podríamos tener unos cuantos ya estando casados...

Debbie se sintió conmovida y terriblemente culpable.

¿Estaba siendo justa realmente?

-Si –dijo entonces y se acercó para besarlo suavemente –tendremos montones de hijos. Pero justo ahora vas a quedarte aquí... mi casa no esta protegida como lo esta la tuya.

-No es justo que me hagas esto –protestó Sirius.

-Te lo compensaré –prometió ella.

-Esta bien –aceptó Sirius con un puchero -, pero no quiero que te arriesgues como la ultima vez.

-No me arriesgaré más de lo necesario –susurró ella y suspiró.

La ventaja de tener un olfato educado era poder seguir un rastro, aun con varias horas de retrazo.

Claro que el laberinto en casa del medimago maniático no era su fuerte, así que seguiría el rastro hacia el exterior. Además no se trataba de exponerse innecesariamente a una cuadrilla de mortífagos que habían derrotado a un Nundu entrenado para combate pesado. Solo quería encontrarse con una persona, por el momento, después pensaría en el resto.

La idea de que su primo hubiese sido expuesto por Seamus Finnigan lo molestaba. Y aunque cabía la posibilidad de estar equivocado, quería aferrarse a la idea de que era el culpable. Necesitaba un culpable que no fuera Harry.

Por supuesto que eso no lo iba a librar de su molestia.

Draco se detuvo a la orilla de un camino empedrado. El aroma que ahí había era distinto.. Era... sangre.

Unos arbustos se notaban aplastados y quebrados, justo en ese lugar en ese olor de Seamus se hacía más fuerte.

Sin embargo no se trataba de un olor humano. Esa sangre se mezclaba con la licantropía de manera peligrosa y...

¿Desde cuando?

La ultima vez que lo vio no dejaba manar ese olor. Todo eso era relativamente nuevo y se notaba por la mezcla humana que aun se percibía.

La licantropía de Seamus era reciente.

Vaya. Eso bien podía representar un problema para "arrancarle la cabeza". Draco sabía que un licántropo resultaba peculiarmente peligroso en la Luna Llena, y por un lado tenía ese detalle a su favor: no era Luna Llena ni era de noche. Sin embargo si tenía a un oponente fuerte... al menos más fuerte de lo que había esperado.

Draco siguió el rastro, siempre alerta a los sonidos que se escuchaba cerca. Conforme avanzaba se dio cuenta que estaba persiguiendo a una criatura herida. La distancia recorrida no erala esperada, a pesar que ya había completado unos cuantos kilómetros y el aroma a sangre comenzaba a se más penetrante.

Entonces el rubio se detuvo. Había llegado a un punto donde el aire se espesaba de forma peligrosa y la vegetación se unía a una naturaleza oscura. Comprendió que estaba al limite de una barrera especial que no dudaría en mostrarse hostil. La marca de un licántropo macho que levantaba espíritus a su favor. Uno muy herido.

Que bien.

Draco atravesó la barrera evadiendo los revoloteos de los espíritus que intentaban cortarle el paso sin dejar de seguir ese rastro de sangre que se tornaba más agudo. La barrera se oponía mediante diminutos aguijonazos en su casa y el resto de la piel, pero no llegaba a causar daño considerable.

La situación de no estar con algo sustancial que lo detuviera animó sus pasos en pos del aroma nauseabundo que se intensificaba conforme avanzaba. De la misma manera notaba un terreno mucho más accidentado y de difícil acceso en donde tenía que mirar muy bien el lugar donde pisaba.

La bestia había huido a un lugar seguro para curar sus heridas y colocó una barrera. Pero Draco podía saber que estaba muy débil si solo lograba aguijonearle la piel y espesar el aire para dificultarle la respiración.

Draco se detuvo justo a la entrada de una horrorosa cueva, apenas disfrazada por enredaderas. Extrajo un pañuelo para cubrirse la boca y la nariz y penetró con la varita en alto para iluminar el camino.

Avanzó poco más de 10 metros notando una fuerza que intentaba hacerlo retroceder y miró con absoluto desagrado las paredes rocosas y la arena que se desprendía hacia el suelo pedregoso acompañado solo por el eco que se repetía una y otra vez en el interior.

A Harry le habría gustado estar ahí. El lugar tenía un grosero parecido con su casa.

Un gemido lastimero alertó a Draco. Su cuerpo se tensó anticipando el encuentro y caminó  con pasos más sigilosos a medida que se acercaba al sitio donde provenían los sonidos de dolor.

Por fin se detuvo en un lugar donde varias raíces cubiertas por telarañas dificultaban el paso.

Ahí, en un nido de raíces secas y podridas, estaba Seamus.

La verdad es que Draco no se alegró de encontrarlo. Lo que esperaba hallar era a un oponente digno que le causara problemas, de esa manera podría sentir que en verdad hacía justicia a la muerte de su primo.

No eso.

Seamus estaba echado en lo que parecía ser un nido de ratas. Los animales en cuestión no parecieron contentos son la invasión, pero lejos de intentar alejar al extraño, aceptaron gustosas su permanencia.

Es más, parecían ser las causantes de que el mago aun estuviera en ese horrible sitio.

Probablemente Seamus intentó levantarse al notar la situación, pero debió estar tan débil que no pudo hacerlo.

Lo que Draco tenía en frente era a un hombre Lobo herido cuya naturaleza oscura había levantado una barrera para ahuyentar a bestias más fuertes que él. Sin embargo no pudo hacer nada contra esa familia de ratas que comenzó  a roer cada herida ensangrentada haciendo se ese invasor indeseable un suculento festín.

Asqueroso en verdad.

¿Cuántas horas habían pasado?

Mas de 5, quizá 8.

Otro gemido. Las ratas habían abandonado las heridas realizadas para atacar las partes corporales que aun estaban intactas., a excepción de una que comenzaba a meter la cabeza en una de varias heridas alargadas y profundas, cerca de las costillas.

Sin duda obra de la Nundu que ahora estaba muerta.

Bien por Candy.

-Finnigan –siseó Draco con desprecio para hacer notar su presencia –Que placer encontrarte por fin.

Seamus levantó la mirada vidriosa. Toda la piel de su cara lucía aperlada por el sudor y sus labios temblaban a causa del dolor.

-... Malfoy... –borbotó el mago con voz quebrada y emitió una dolorosa queja. La rata solitaria que comía desde su pecho se había adentrado más.

-Imagino que pensaste que irías muy lejos –se buró el rubio –Nada sobrevive si es alcanzado por un Nundu adulto... Aun si es un licántropo.

Seamus rió dolorosamente.

-¿Viniste a decirme eso? –hizo la pregunta de jalón y apretó los labios debido a un nuevo mordisco cerca de su oreja –Mátame de una buena vez.

Draco rió. Sus risas resonaron  por toda el subterráneo  sin lograr asustar a los voraces roedores.

La verdad es que si había contemplado la posibilidad de matarlo para acabar con ese lastimero espectáculo, pero recordó a tiempo el horrible padecimiento de su primo y la sangre que brotó de su cuerpo para convertirse en una arma mortal.

Tanto dolor solo por que alguien dijo su nombre.

Todo sufrimiento hasta el momento en que Audiel pudo recuperar un poco de voluntad y permitió que le matara.

Entonces dijo eso que solo Draco pudo entender u que le carcomía de forma angustiante.

-No voy a matarte –dijo al fin –Voy a quedarme aquí para ver cómo te comen estas ratas.

Seamus rió.

-Mi muerte no te lo va a devolver, Malfoy –siseó con desprecio.

-Vas a arrepentirte por haber mencionado a mi primo.

-Yo los vi... –susurró Seamus levantando la mano en donde se veía un hueso descubierto y lleno de sangre –Creí que había s usado un sucio truco para que aceptara esa retorcida relación, pero jamás note algo extraño en Harry.

Draco se sintió turbado ante esa confesión.

-¿Por qué te mandaron?

-No te lo diré –el chico dejó escapar un chillido. Draco había dejado de ver esa rata en su pecho. ¿Se había ido ya sin que lo notara?

-¿Por qué Weasley?

Él volvió a notar una débil risotada.

-Hace 4 años... los... vi... –de repente un lamento le cortó la respiración de manera violenta y un chorro de sangre brotó por la comisura de su boca dejándolo inmóvil. De su pecho salió la rata cubierta de sangre y corrió hasta la madriguera.

Draco apretó los labios y comenzó a caminar para salir del lugar.

¿Qué no iba a recuperarlo?

No hablaba de Audiel, ¿verdad?

-Maldita seas, Audiel –bufó estando fuera del lugar -¿Cómo quieres que lo perdone por lo que te hizo si no lo he perdonado por lo que me hizo a mí?

Continuará.

Notas. Por falta de tiempo dejare los reviews  sin contestar. Besos a todos.