Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.
Advertencias: Slash. Lemon. 3
Notas: Como siempre agradezco a mi querida coescritora, Shizuka, por ayudarme a hacer este lemon. Aplausos, por favor, la mitad del crédito es de ella.
Veintiuno: El arma definitiva.
¿Le hembra en celo?
¿Qué clase de tontería era eso?
Harry estaba a punto de mandar al demonio a su tía por hacer eso en su casa. Comprendía que quería protegerlo, incluso que había buscado una forma efectiva e incapaz de ser rechazada (dada la necedad de Harry); pero no podía aceptar estar relacionado con una reacción reproductiva.
No estaba molesto con la comparación... de eso ya podría hacerse cargo. Lo que le molestaba era el deseo. Ese deseo que contradecía su nuevo carácter y el camino que había elegido.
Ya lo sabía, pero lo había olvidado.
Y no quería recordarlo.
Recordar era volver a arriesgar aquello por lo que estaba luchando. Recordar era ser vulnerable al enemigo.
¡Y no quería!
Sin embargo estaba consiente de que no era algo que pudiera cambiar tan fácilmente. El poder natural de su tía era algo que no había podido superar a pesar que la bruja había quedado en un nivel inferior.
Podía admitir que la sirena era superior, incluso podía admitir que su tía era la mejor si de magia negra hablaban. Pero no podía aceptar que ella siguiera viéndolo como al muchacho indefenso y se colocara por encima de él. No podía asentir ante la idea de ella, quien insistía en verlo como alguien que no sabía lo que estaba haciendo.
¡Si lo sabía!
¿Ella sabía lo que estaba haciendo?
Bueno, ya se había tomado bastante tiempo... Al menos debía tener una idea de lo que quería.
Y el opinión de Harry lo que ella quería era ir en su contra.
Ella y Draco se habían puesto de acuerdo, ¿no?
Que fastidio.
Por cierto, ahí estaba Draco Malfoy. Continuaba sentado en ese cómodo sofá que había metido cuando él no estaba. Tenía un libro entre las manos y, a pesar que lo tenía abierto, sabía que no lo estaba leyendo por que su mirada azul estaba fija en las cortinas de la ventana.
¿Qué tendrían de interesante las cortinas de la ventana?
Ya eran viejas y estaban roídas a pesar de estar limpias.
¿Estaría pensando en comprar cortinas nuevas?
Seguramente.
Aunque dudaba que fuera eso lo que causaba ese preocupado gesto en el rubio. Era ese gesto el que le excluía de todo vago intento por iniciar una nueva discusión o molestarle de manera sana.
No le gustaba.
Draco suspiró y se levantó caminando directo a la habitación (de la que se había adueñado) al mismo tiempo que desabrochaba los botones de su costosa y elegante túnica nueva.
Ese era el peligro de Draco Malfoy... Ese había sido el peligro de Audiel Malfoy.
La piel que dejó al descubierto mientras caminaba hacia la habitación le recordó de golpe ese sabor salado y caliente suyos movimientos irregulares eran capaces de borrar cualquier prioridad.
Jamás amó al menor de los Malfoy por sí mismo... pero por más que lo lastimaba con esas crueles palabras que lo transformaban en mero objeto sexual no podía alejarlo.
Solo la muerte separó a su pequeño amante de su lado.
... la muerte...
Era eso lo que no quería, ¿no?
Se había familiarizado con el concepto, incluso la veía como futuro inmediato en el momento cumbre que acabase con su enemigo. Pero no la quería para los demás.
Después de todo era él quien había nacido con esa responsabilidad.
Oh, pero eso se le olvidaba al apreciar esa piel pálida y el gesto ausente con que Draco terminaba de desvestirse, sentado en la cama.
Que oportuno.
Muy a pesar del difícil carácter que Draco tenía, resultaba ser muy oportuno.
¿Estaría traicionando alguna norma si se acercaba en ese momento y le hacía el amor?
Harry apretó los labios y desvió la mirada hacia el (nada atractivo) cúmulo de libros que Draco había amontonado descuidadamente. En ese momento apreció los cambios que habían hecho sin su consentimiento y llegó a la conclusión de que eso era Draco.
Un cambio que él no había pedido. Una violenta manera de tomar todo lo que era ahora y echarlo a la basura... Un reto constante al magnifico autocontrol que había mantenido desde hace cuatro años.
¿Eso era bueno?
¿Volver a tocarlo sería bueno?
Harry llegó a preguntarse si todo eso era por culpa de ese hechizo de protección que le arrojaba una sola posibilidad, si de Draco se trataba.
Lo seguía viendo absurdo, pero ahora lo veía como un absurdo muy conveniente, atractivo y adecuado para su salud mental.
Lo seguía rechazando, pero ahora que avanzaba hacia él rubio, casi completamente vestido con ese pijama negro, se justificaba y prometía volver a ser como siempre después de tenerlo.
Ya tendría tiempo para enfadarse de nuevo con él... Ahora no...
Draco se percató de su cercanía e interrumpió un bostezo para mirarlo con esa curiosidad desafiante que tanto le gustaba a Harry.
¿Lo estaría haciendo a propósito?
-¿Por qué me miras con esa cara de idiota?
Oh, eso era de esperarse. Harry sonrió y se inclinó atrapando los hombros para depositar un beso en los cálidos labios.
Delicioso. Simplemente delicioso.
Valía la pena olvidarse de todo si era por un beso así.
Y Harry mataría si tenía oportunidad de ver de nuevo ese rubor inusual en las mejillas de Draco.
-No estoy de humor para tus juegos, Potter.
-Lo estarás... –aseguró Harry atrapando el lóbulo de la oreja derecha con los dientes.
Pero Draco estaba hablando en serio; tanto que Harry se sintió empujado con más convencimiento y se encontró con un furioso par de ojos claros.
Estaba molesto.
Draco estaba molesto.
-¿Crees que voy a perdonarte con esto? –preguntó con aspereza –Vas a necesitar mucho más, Harry.
Harry. De nuevo lo había llamado de esa manera. Y era curioso por que de nuevo sentía ese ridículo sobresalto en su pecho y el vértigo en su estómago.
-No quiero que me perdones –aseguró el moreno con cierta frialdad y empujó a Draco contra las sabanas perfectamente acomodadas –Creo que es evidente lo que quiero... Utilízame.
-Eso es una escapatoria injusta –protestó Draco ladeando la cabeza y exponiendo su cuello, que fue atacado a besos.
-Es todo lo que te puedo dar.
Draco frunció el ceño y volvió a empujar, esta vez para levantarse y tomar su túnica que se puso encima del pijama.
-Creo que ya te lo dije hace cuatro años –murmuró con burla –Yo no me conformo con las sobras de nada... Si me vas a dar algo debe ser todo... De otra manera no quiero nada.
Harry se acomodó en la cama con pereza.
-Ya te dije que las circunstancias han cambiado.
-Tu has cambiado –corrigió Draco –No voy a vivir esperando algo del nuevo Harry... Quiero que cumplas con tu promesa o que te vayas derecho al demonio.
-¿Mi promesa? –la verdad es que Harry habría preferido que no lo mencionara -¿Cómo recuerdas esa idiotez?
-Era esa "idiotez" lo que me hizo amarte –replicó Draco y se dio la vuelta para ir hacia la salida –Antes tenía una razón para quererte, pero tu me arrebataste todo y ahora solo me queda esto... –señaló de manera significativa el lugar.
-Creí que sobrepasabas eso... –murmuró Harry –Eres un Malfoy, después de todo.
-¿Aun te acuerdas por qué murió mi primo? –siseó Draco -¿Es que quieres verme muerto a mí también?... Esta bien... debo pensarlo, pero no esperes mucha sumisión... "Soy" un Malfoy, después de todo –sonrió al repetir las palabras que el propio Harry había usado.
Y desapareció.
Harry torció los labios pensando en los términos que Draco tenía... Hace cuatro años los había aceptado; incluso le parecieron divertidos, pero ahora las cosas habían terminado.
Ahora él era Harry Potter, aquel que tenía que terminar con Lord Voldemort.
-Así que has venido...
Deborah abrió los ojos y se incorporó con violencia de una mullida cama, en la que no había planeado despertar. Sus ojos recorrieron la preciosa habitación cargada de adornos medievales y vitrinas con ingredientes.
¿Eso era la respuesta?
La mujer dirigió su vista hacia el dueño de esa voz dulce y enmudeció al encontrarse con un rostro idéntico al suyo. No era completamente parecido debido a la juventud que se apreciaba en su piel, pero el brillo de sus ojos seguía estando alerta.
Estaba frente a su "yo" del pasado.
-Sabía que encontrarías la forma de librar "nuestro" bloqueo –la joven se incorporó y caminó hacia donde se veía el espejo Mistick –Después de todo "somos" poderosas... Únicas.
Quizá también debería agregar: "soberbias". Pero Deborah se guardó su comentario para evitar más palabrería inútil.
-He visto hacia delante y sé quien es el vendedor de esta guerra. Mañana iré a matar a James y su único hijo, pero yo sé que solo morirá uno de ellos.
¿Lo sabía?
¿Todo ese tiempo lo había sabido?
-¿Todo? –preguntó Deborah mirando a su "yo" pasado -¿Lo sabías todo? ¿Desde cuando?
-Desde el momento en que el Imperuis de Glader logró "dormir" mi mente humana –respondió ella con una sonrisa –Tu estás libre, por lo que puedo apreciar... Yo sabía que buscarías respuestas, pero no te lo facilitaría... Tenía que encontrar la manera de liberar mi cuerpo de esa inútil naturaleza humana.
Vaya. Eso era algo que Deborah no había esperado.
Ella misma se había tendido una trampa, ¿no?
Debería agregar la palabra: "astuta" a su repertorio de egocentrismo.
-¿Lord Voldemort lo sabe?
La joven sonrió. Su gesto mezclaba dulzura y maldad, y por primera vez Deborah notó la verdadera naturaleza de la Sirena.
-Esto es algo que solo "nosotras" sabemos –dijo con ternura -¿Crees que arruinaría mis propios planes?
Desde luego que no.
Aunque Deborah estaba más turbada por la idea de tener planes que ella no conocía.
-Pronto llegará la hora –dijo la joven - En el momento que Harry pierda eso que le hace humano, "ambos" estarán vulnerables y no podrán defenderse de la sirena.
-El momento que... –musitó Deborah y frunció el ceño. Descubrirse de "esa" manera le dolía. -¿Hay algo que en verdad te interese?
-Tu lo sabes –respondió ella –Dos cosas... El poder y... Sirius Black.
-Pero... Harry...
-Tus quince minutos están por terminar –evadió ella con los brazos cruzados –Pronto volverás a darme libertad... Por ahora solo hice el primer desprendimiento, pero en el momento que enfrentes a aquel que dio la voluntad por "nosotras" me darás la completa libertad. Al precioso cazador.
-¡Dame la respuesta! –exigió Deborah viendo que la habitación comenzaba a evaporarse por el paso de espíritus más violentos que comenzaban a reclamar su cuerpo -¡¡Dime lo que vine a saber!
La joven sonrió y se acomodó el cabello.
-El espejo Mistick te ha mostrado a Harry –respondió con simpleza –Una marca encima de la otra... Un poder en busca de vencer a otro... El resultado...
-Voldemort no puede ganar –gimió Deborah sintiendo un tirón provocado por el espíritu de la pluma de oro que luchaba por sacarle de ahí.
-Es lo que tu quieres evitar –sonrió ella –Pero no te preocupes, yo no permitiré que Lord Voldemort me quite lo que me pertenece por derecho. Una vez que liberes mi naturaleza y te olvides de esas estorbosas dudas humanas "nos" convertiremos en el arma definitiva. –sus ojos se posaron a espaldas de Debbie –Vaya... Has tomado a Remus como guardián –frunció el ceño -¿Aun tienes la absurda idea de conservar una amistad que jamás existió? Ya deberías saber que son enemigos por naturaleza –rió –¡¡Esta bien, querida!. Yo lo mataré por ti.
Una mano más fuerte y "real" le atrapó la muñeca. Una mano masculina que luchaba por sacarla de ahí.
-¡¡No! -gritó Deborah -¡Dame más tiempo, Remus!
La joven sonrió e hizo un burlón gesto de despedida al mismo tiempo que el panorama se transformaba de golpe en la habitación donde Debbie había realizado el hechizo.
Un violento tirón de sus pulmones inició una secuencia de jadeos y apoyó la cara en el pecho de Remus.
Gradualmente notó que él tenía la pluma ensangrentada en una mano; justo la mano que presionaba la herida del pecho.
-Dijiste quince minutos –dijo él un poco molesto –Comenzaste a resistirte.
-Lo siento...
-¿Encontraste la respuesta?
¿La había encontrado?
Deborah se mordió el labio inferios intentando ahogar un sollozo.
-Lo siento... –repitió comenzando a llorar.
Que comprensivo llegaba a ser Remus. Que dulce y amoroso...
... que...
... envidia le daba que él poseyera esa preciosa personalidad mientras ella... ella...
-Tenemos un problema –gimió Deborah -... un gran problema...
-Mira esto –murmuró una agradable voz femenina perteneciente a una preciosa rubia de edad madura que tenía un pergamino recién desdoblado -; es una carta de tus hermanos menores –leyó rápidamente y una sonrisa apareció en sus bonitos labios antes de recuperar un frasco atado a la otra pata de la imponente lechuza negra que permanecía rígida –Parece que la menor tiene problemas –dijo ella viendo el líquido rojo a través del cristal –Quiere que hagas unas pruebas.
La hermosa mujer despidió al ave tras asegurarse de dar una respuesta adecuada y se sentó sin dejar de mirar esa muestra de sangre. Sus ojos se deslizaron hacia un hombre pelirrojo; sentado en un sofá individual, con una fea herida en un lado del cuello, producto de una terrible batalla.
Por supuesto él había perdido.
Le había costado mucho trabajo encontrarlo y se aseguró de ser la vencedora.
Por que Bill Weasley había provocado su propia desgracia al encontrarlos primero. Cuando ella llegó había comenzado a escribir un informe detallado de lo que había descubierto, pero no alcanzó a enviarlo. Y tampoco pudo desaparecerse gracias a la idónea barrera creada por los licántropos que habían acudido bajo sus ordenes.
¿Por qué infectar a la inútil Weasley?
Era cierto que se trataba de la hermana del mejor amigo de Harry Potter, pero actualmente eso no garantizaba nada.
Ni la posesión de su sobrino Audiel había garantizado nada, aun con la información.
De cualquier manera no era recomendable que la Orden del Fénix se enterara de la muerte de Bill Weasley. No aun.
Narcisa conocía bien la prueba de la que hablaban en la carta.
Haría un informe detallando negando cualquier infección.
Después de todo faltaban menos de ocho días para la Luna Llena. Ese era buen momento para que se enteraran de la licantropía de su hermana. Quizá también de la muerte de ese Weasley.
Harry tenía la admirable capacidad de poner la balanza a su favor de una misteriosa manera.
Había que admitir su encanto, aun ahora. Su manera de manejarse en los asuntos eróticos resultaba absolutamente novedosa para Draco. Y aunque echaba de menos ese dejo de timidez de "su" Harry, debía admitir que lo que había pasado hace solo unas horas resultó bastante convincente.
Claro, no pudo ser tan perfecto como hubiera querido. Y la verdad Draco había llegado a culparse por arruinarlo.
... Pero, es que necesitaba saber...
Sin embargo las respuestas resultaban dolorosas y suficientemente absurdas dando como resultado ese enfado.
Pero ya no estaba enfadado. Es más, hasta le resultaba gracioso recordar que Harry no había podido ofrecerle más.
No era algo que lo ofendiera ahora. Al contrario. Le causaba cierta... ¿lastima?
Harry. El gran Harry Potter no se sentía capaz de ofrecer mucho a pesar de ser el mago legendario en quien toda la Comunidad Mágica había puesto su esperanza.
Que lastima.
"Utilízame".
Eso era una justificación absolutamente poco propia de Harry. Y ojalá que solo Draco llegara a escuchar esa palabra. No quería ni pensar en lo que Lord Voldemort haría con una oportunidad así.
Oh, pero Lord Voldemort no importaba ahora. No cuando Draco había analizado la situación con más frialdad y menos corazón.
¿Por qué no?
Podía devolverle su juego a Harry y hacerle probar su propio carácter. Podía, simplemente tomarle la palabra.
Claro. Para eso tendría que tener bien resguardado el corazón o volvería a arruinar la perfecta oportunidad.
Absolutamente seguro que estaba por perder la última pizca de moderación, atravesó la puerta de la horrorosa casa y apreció la luz plateada que se filtraba desde la Luna.
Preciosa.
Con pasos absolutamente ruidosos caminó hasta la habitación y atravesó la segunda puerta descubriendo con fastidio que Harry estaba dormido.
Dormido no parecía ese arrogante y odioso líder. Dormido se parecía más al Harry que Draco conoció y amó.
"Mantén las barreras" se recordó Draco frunciendo el ceño y caminó hasta la cama en donde se sentó y estiró una mano intentando acomodar el rebelde cabello. "No lo estas haciendo bien"
El rubio se inclinó para besar la mejilla. La piel de Harry se sentía helada por el tiempo invernal, pero Draco tenía plena confianza en poder calentarla lo suficiente. También sintió el violento sobresalto con que el moreno intentó levantarse, pero el rubio fue más rápido y le atrapó las muñecas colocándolas a cada lado de su cabeza.
-Malfoy –musitó Harry -¿Qué se supone que estas haciendo?
-¿Qué te parece a ti que estoy haciendo? –respondió Draco besando la sien y deslizando los labios hacia el cuello.
Harry sonrió, pero Draco no pudo verlo por que ya había comenzado a abrir un camino hacia el pecho masculino.
-Has cambiado de opinión.
-No –Draco terminó de desvestir el pecho tibio –He venido bajo mis propias condiciones.
Harry emitió una risa socarrona al escuchar su respuesta.
- Entonces sigue haciendo lo que estás haciendo... - alentó el moreno, con malicia, deseando sentir más caricias en su pecho.
Muy astuto, pensó Draco con burla, pero no iba a morder el anzuelo.
Sus dedos se apoderaron de las tetillas y apretaron con suavidad al mismo tiempo que sus labios chupaban sobre la garganta de Harry hasta rozar un poco con los dientes.
Lo deseaba... Y mucho... Tanto como hace cuatro años... Quizá más.
Pero no estaba dispuesto a hacerle el amor... No.
No sin recibirlo antes.
Y Harry lo sintió demasiado manso a pesar de quería sentir mucho más de Draco.
Había reprimido un sonido por parte de esas caricias pero deseaba que Draco le arrancase un gemido mucho mayor y para eso necesitaba más estímulos... así que para eso solamente tenía que tentarlo... Excitarlo...
De alguna manera deslizó una pierna hasta depositarla en una complicada postura, cerca de la entrepierna del rubio, y sin pudor alguno comenzó a rozar en aquella parte tan sugerente.
Y la verdad es que lo estaba logrando, pero Draco no pensaba admitirlo.
Con un movimiento se las arregló para colocar a Harry de espaldas y quitarle el pantalón de esa deprimente pijama de un tirón.
Sus nalgas expuestas fueron atacadas con besos deslizándose de una y otra hacia la columna vertebral.
-¿Tus gustos han cambiado, Harry? -preguntó sujetando los cabellos morenos con la otra mano -¿Quieres fuerza?
- ¿Y cuando has sabido de mis gustos? - retó Harry con una risa, excitándose por momentos con aquellas caricias - ¿Eres capaz de hacer fuerza? No me lo creo...
Ese comentario molestó a Draco.
Oh, pero no se iba a molestar, no esta vez.
El rubio levantó las caderas de Harry lo suficiente para lamer la delicada piel de los testículos después de abrirse espacio con las manos.
Así que solo sexo, ¿no?
Perfecto... Así lo haría.
Harry se mordió el labio inferior.
Tanta espera le estaba impacientando de sobre manera... Y no pudo evitar localizar una mano de Draco y retirarla de donde se encontraba, para ponerla directamente sobre su miembro con una risita jocosa a la vez de excitada.
- Es ahí donde debes de tocar también... - ronroneó.
Muy astuto.
Demasiado.
Astuto, descarado y... excitante.
Draco cerró su mano en el miembro de Harry notando lo firme que estaba.
¡Estaba muy excitado!
Vaya, no sabía que fuera tan impaciente.
Su mano comenzó a adoptar un movimiento dispuesto a excitarlo aun más y con la mano libre penetró ese estrecho pasaje de un solo movimiento.
Que apretado estaba... que... caliente.
El solo pensar en estar presionado por esa estrecha entrada excitó a Draco y sonrió lamiendo el sudor que comenzaba a apreciar en la piel de Harry.
Después escuchó su gemido, un gemido que hacía aquello más excitante y morboso; un gemido que denotaba que quería más...
Harry deseaba más, pero un movimiento apartó a Draco de su cuerpo el tiempo suficiente para darse la vuelta y atacar con las manos directamente al centro del pantalón del rubio... No sin antes volver a secuestrar una de sus manos y a dirigirla al lugar en donde antes se había internado.
- No te detengas... - susurró, mientras liberaba aquel apetecible miembro que acarició con las manos primeramente.
Consciente de los movimientos del moreno, Draco continuó masturbando el miembro de su acompañante. Su boca se dirigió hacia la barbilla y chupó con descaro.
Mataría por un beso. Tenía que admitirlo.
Pero desde un principio evitó sus labios a propósito... Un beso era algo que no podía soportar.
... no se sentía con la fuerza...
En cambio si quería hundirse en su interior... Sentirse apretado...
-Maldición, Potter... ¿quieres dejar de jugar y acomodarte otra vez?
Harry rió complacido por notar su desesperación y se alejó de su miembro para erguirse frente a él y acomodar sus piernas a cada lado de sus caderas.
Con un aire travieso y malvado se apoderó del pene del rubio y lo frotó allí donde se encontraba su fisura.
- ¿Esto es que lo que quieres, Draco? - susurró con una sonrisa.
Vaya... De alguna manera Draco comenzaba a sentirse "atrapado".
"Solo es sexo" se recordó apoderándose de las nalgas para acomodar la punta de su miembro en la entrada y obligó a Harry a descender.
¿Alguna vez lo habría hecho ya?
La sola idea lastimó a Draco, pero se mordió el labio inferior para no dejar escapar la pregunta.
Sabía que ya había tenido un amante, pero su primo no era tan audaz para tomar a Harry de esa manera.
¿Era saludable sentir celos de su propio primo, quien acababa de morir?
Maldición.
Harry emitió un gemido ahogado y se aferró al cuello del rubio con posesión...
- Sí, parece que ser lo que quieres - rió con deseo.
Harry apartó la camisa que pegaba al cuello de Draco y se molestó en lamer para después morder. Deslizó las manos por la espalda, arañando sobre la tela, y después colándose bajo la ropa para trazar un sendero hasta el pecho y alcanzar las tetillas. Al atraparlas entre los dedos, comenzó a ejercer un suave ritmo para sentir esa rígida intromisión acariciar cada pared de su interior de forma tan deliciosa.
- Quiero oírte... - le susurró al oído, con voz aterciopelada, y atrapó el lóbulo de su oreja para chuparlo.
¿Oírle?
¿Qué era lo que quería oírle?
-No, Harry -se atrevió a llamarlo por su nombre -Yo quiero oírte... Gime, grita... suplica...
Una petición inusual, admitió Draco... Pero en verdad lo deseaba... ahora lo deseaba.
Antes solo quería ver su ternura, pero... Ahora que no le quedaba eso...
¡Demonios!
Molesto por eso, Draco atrapó a Harry por la cintura y lo obligó a acomodarse debajo de él y arremetió con firmes estocadas.
Maldito, mil veces maldito...
... cómo pudo atreverse a quitarle eso que quería...
... cómo...
Un gemido de Harry le hizo suavizar los movimientos y se atrevió a verle el rostro.
... Draco se sintió maravillado...
Harry tenía un precioso rubor en las mejillas y jalaba aire por la boca abierta sin poder contener los jadeos. Sus ojos lucían semicerrados y se habían humedecido con lágrimas... Lágrimas que comenzaron a brotar de manera discreta al mismo tiempo que lanzó un grito extasiado.
Entonces Draco lo vio expulsar su semilla vital sobre su pecho y se sintió arder. Tanto que alcanzó el clímax en ese mismo instante y se sintió llenar el hueco caliente de su cuerpo.
Justo después se dejó caer sobre su pecho.
-Maldito seas... -protestó cansado.
-Y ahora te quejas... -se rió Harry jadeando.
Draco salió de ese cálido interior y se tumbó a un lado, en el incómodo lecho.
Mejor no estropearlo... Ya estaba bastante mal, de todas maneras.
Continuará.
