Disclaimer Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.
Advertencias Slash.
Nota: Línea dos.
Nota 2: Este capítulo se subió 2 veces. La verdad es que empiezo a notar lo rebuscado de la narración, simplemente creo que quedará absolutamente claro, pero si no es así, creo que debe replantearse.
Desde luego no se cambió mucho. Debo empezar a recordar que el que yo sepa cada secreto no implica que entiendan todas y cada una de las rebuscadas pistas entre la trama. Así que ofrezco mi mas sincera disculpa a Nieves, Amaly Malfoy, a Kendra Duvoa (aunque ella si pareció entender un poco) y a Cerdo Volador (quien no hallo el capítulo por que ya lo había borrado) y a los que también hallan leído.
Amaly, estuve buscando los errores de los que me hablas y me halle con frases cortadas. Generalmente solo son dedazos, pero ahora estaba más grave. Me pregunto si mi teclado en verdad esta diseñado para ayudarme. Bueno, no espero que todo este en perfecto orden, pero he revisado y parece que ya no están esas horribles oraciones incomprensibles o frases incompletas. Gracias.
Como agregado final insistiré en mi nota... No tengo tiempo de responder a los reviews pasado, de veras me apena mucho, muy especialmente por que es algo de lo que disfruto. Y si el tiempo es benevolente conmigo, subiré un especial para ustedes dedicado a la navidad.
Mil gracias por su comprensión y ahora si. A leer!!!
Nota extra: No maten a la autora, es víctima de las circunstancias.
Treinta y cuatro: Amor sin amor.
Llegó de repente.
Remus solo vio ese brillo dorado, tan característico de ella y la esfera envolvió un radio de casi tres metros, impidiendo que el cazador continuara atacando.
La verdad agradeció eso.
Era la ayuda por la que había rogado (aun si venía de ella).
Ya podría atender la herida que habían logrado hacerle. En ese momento le interesó atacar al mortífago con ayuda de ella.
Pero...
Eso jamás entró en los planes de Deborah y Remus lo supo al recibir el segundo golpe.
Curiosamente no había dolido.
La vio acercarse con ese gesto lleno de ternura y de nuevo se sintió conmovido por tanta belleza en un ser tan traicionero.
En ese momento se sintió capaz de correr para abrazarla, pero... la herida había acentuado el efecto de la primera y las piernas le fallaron haciéndole caer a los pies de la sirena.
¿Sería así como lo había planeado?
¿Había dejado saber que no iría solo para estar fuera de sospecha?
Si eso era correcto ella había sido muy astuta.
Sin embargo había algo que perturbó a Remus.
Pese a la acción, ella no parecía estar satisfecha.
Se veía tan... triste.
¿Por qué?
La verdad es que Remus no tenía mucho ánimo de preguntar, de cualquier forma.
Pese a estar a salvo del cazador, quien miraba atento la escena, se sintió desfallecer hasta que ella se arrodilló a su lado para colocar su cabeza en las piernas femeninas.
-Imagino que todo esto sale de tu comprensión –dijo ella. Remus asintió. Como deseaba matarla –Todo esto empezó desde que Sirius se te confesó –ella sonrió – Yo lo vi, fui testigo de ello.
Lo sabía también. Pero aun no lo entendía. De hecho no recordaba que ella expresara enfado por ser testigo accidental de esa confesión. Y la verdad un tiempo después se encargó de aceptar a Sirius, así que no comprendía.
Un suave viento agitó las hojas de los árboles arremolinándolas cerca de la tierra, justo donde se veía pintada de carmín, manchada con sangre.
Sangre. Había sangre en la tierra suelta.
-Jamás entendiste lo importante que fue convertirme en tu igual –continuó ella –Tu aparición fue decisiva... Tu dándome la muestra. Tu, que no te rendiste y seguías buscando un lugar en este asqueroso mundo.
-¿Yo hice eso?
La sangre no dejaba de emanar.
Una herida en el pecho era la culpable.
Una herida abierta con sangre. Sangre contaminada por magia negra que fue usada como arma. Sangre a la que él no pudo escapar por más agilidad que utilizó.
Y fue herido.
Fue herido de manera mortal.
... Lo sabía...
Y realmente pensó que moriría a manos de su oponente.
Pensó que moriría a manos del cazador.
... pero...
-No llegarás a imaginar lo mucho que lo odié...
Esa voz. Su voz. Llena de esa magia animal que solo la sirena podía tener. Combinada con ese aroma salado exaltando cada fibra erótica que pudiera tener. Hermosa, aun en ese momento, simplemente hermosa.
-... ¿lo... odiaste?...
La vida se le estaba drenando. No podía explicarlo de otra manera.
Simplemente estaba muriendo.
Pero entonces... ¿de que sirvió que ella llegase a tiempo?
¿No había ido a salvarle la vida?
¿Y Neville?
Remus gimió entendiendo, parte, de lo que estaba pasando.
-Tu... sabías...
-... No necesitas eso ahora, Remus.. –suspiró ella y su mano apretó de nuevo en la herida –Ya no es necesario que te preocupes por nada...
¿Por nada?
-...¿Vas a dejarme morir?
Ella sollozó.
Maldita sea.
Como la odió en ese momento.
La odió tanto que deseó ser bañado por la luz de la luna, aun si no era tiempo, para destrozar ese hermoso cuerpo con todas sus fuerzas.
-... ¿por qué?
Entonces ella rió.
Una risa consternada que hablaba de locura o de... ¿La sirena? ¿Eso era la sirena?
-¿Debbie?... No... entiendo...
-Sirius confesó que te amaba y no te dio tiempo a reaccionar. Yo le di tiempo, Remus –gimió ella – Yo le di tiempo para que volviera a ti, pero no lo hizo... Prefirió engañarte con esa mentira. ¡Nos engañó a los dos!
Remus sintió que el frío se le filtraba en los huesos de manera dolorosa.
-.... no... entiendo...
¡Era verdad!
¡No entendía!
No entendía nada.
-... Yo intente no odiarlo –continuó ella –Intente no hacerlo por que era a quien amabas, pero no pude... No pude, Remus...
¿Y por eso... lo iba a dejar morir?
-...¿enton—ces... por qué?
-¡Por que a quien amo es a ti! ... Ver que Sirius te había lastimado hizo hervir mi sangre...¡Así que tenía que pagar lo que te hizo con el mismo dolor! –exclamó ella con furia -¡Tenía que sufrir el mismo desamor!
¿Qué?
Entonces ella...
-Pero para eso... –ella frotó sus labios en los de Remus -... debía dejar que se enamorara de mí...
Remus desvió la cara, incapaz de seguir escuchando.
-Yo iba a morir por ti... –susurró ella –Iba a darlo todo por ti... Y te lo dejaría a él... Te lo dejaría junto con mis hijos, pero... no puedo...
-La humana quería... –musitó Remus –Tu no... La sirena no quiere compartir algo suyo con nadie... Antes prefiere matarlo o... dejarlo morir...
-Lo siento... ¡Lo siento tanto, Remus!
-No... No lo sientes... –replicó él –Lo disfrutas...
Ella sollozó de nuevo.
-Por eso lo odio –gruñó ella – Por eso me odio... Y por eso debo salir ganadora de esta guerra.
-¿Aun con tanto... odio... has podido amarme?
-Tu eres como yo, Remus... Ambos somos criaturas... Somos parecidos.
-Aun cuando ambos seamos criaturas, no soy como tu.
Ella lo miró. Sus ojos dorados parecían reflejar confusión e incredulidad. Era una mezcla de emociones que maravilló a Remus ya que era la prueba de que la humana aun estaba ahí.
¿Y cuando no estuviera?
-... Debbie... ¿en verdad me amas? ¿Todo en ti me ama?
-... si...
Cuando la humana desapareciera Remus perdería todo. Aun más que la propia vida.
-... no lo mates...
Ella lo miró. Sus ojos parecían brillar de furia, pero no dijo nada. Apretó los labios, pero no mostró su enojo.
-... Remus...
-... ¡no lo mates! –repitió él -¡Promételo!
-... no... –replicó ella entre dientes.
-¡Entonces no podré creer que me amas! –gritó Remus, quizá con desesperación. Quizá con enfado. Quizá con tristeza y demasiada debilidad.
Ella desvió la mirada.
Lo había estado planeando todo y Remus lo sabía ahora. Le estaba pidiendo que arruinara un magnífico plan y lo sabía.
¿Ella aceptaría?
Era lo menos que merecía por dar su vida, ¿no?
Era lo menos que merecía por que ella le había arrebatado a ese ser que mas amaba aunque ahora dijera que lo había hecho por él y llorase justo cuando estaba por morir. Ella que podría salvarle la vida pero que no lo haría por que su egoísmo era superior al amor.
¿Al menos le daría eso?
Por favor... solo eso.
-¿Solo eso? –preguntó ella -¿Aun cuando te causó tanto dolor? ¿Aun cuando se convirtió en mi prioridad y planee todo esto para matarlo? ¿Solo eso quieres, Remus?
-Aun la sirena no podría matar a su propia familia.
Ella frunció el ceño.
Remus lo sabía. Sabía que ella no podría matar a...
-Lo prometo...
La sangre no paraba. Pero ya no importaba. Ya no importaba Remus y se dejó abrazar por ella.
Pudo ser clave de la victoria. Pudo hacer mucho por la Orden, pero había preferido dejarse ganar por un amor no correspondido.
Lo que Remus jamás concibió y lo que hubiese querido enseñarle también.
Que triste. Una criatura tan magnífica que había negado su humanidad había sido ganada por algo tan... trivial.
Deborah se levantó.
Una capa transparente cubría unos metros alrededor de ella y de Remus.
Afuera estaba él.
El cazador.
Aquel que liberaría el poder de la sirena. Aquel que le miraba con seriedad pese a que la máscara cubría su rostro.
-A Lord Voldemort le regocijará ver la pérdida de tu identidad –dijo el cazador con burla.
-Seguramente –aceptó ella –Tal como le divierte la tuya.
El cazador permaneció quieto.
-No quisiste que lo matara, pero lo dejaste morir...
-Iba a morir de todas maneras –ella restó importancia.
-Creí que por ser criaturas tan diferentes, deberían ser enemigos.
-Mi único enemigo espera en casa... en mi lecho.
-¿De qué lado estás, Deborah Potter?
-De mi lado...
El cazador dejó escapar una risotada y giró conciente de que no podría atravesar esa poderosa esfera que protegía a la criatura.
Ya llegaría su turno.
Y entonces la mataría.
Deborah permaneció en silencio mientras se marchaba.
¿El cazador?
-No lo sabía... –siseó ella y posó sus ojos en dirección norte –Antes de eliminar a los nuevos inconvenientes, debo encargarme de los viejos inconvenientes... –sonrió –Hermione... Solo tu podrías salir viva de una caída así, no encuentro la manera correcta de reaccionar a eso.
ººº
-¡Vamos!
Draco miró al moreno con una mueca de fastidio.
-¿"Vamos"? –repitió -¿a dónde?
-A buscarla.
-¿Qué?
La verdad es que no era la manera en que esperaba verlo reaccionar. Había consumido valiosos minutos permaneciendo a la orilla de ese acantilado, aun con el brazo estirado. Como si eso fuese a lograr que Granger regresara.
Su quietud e incredulidad exasperaron a Draco, pero no obtuvo reacción hasta ahora.
-¿Estas loco? –bramó el rubio –Granger no pudo sobrevivir a una caída así.
-Hermione encontraría la manera –dijo el moreno.
-¿La manera? ¡Clavó su varita en el ojo de ese idiota! ¿Como encontraría la manera?
-¡Hermione encontraría la manera! –insistió el moreno.
Que idiota. Confiar tanto en una bruja que no tenía habilidad más que para aprenderse libros completos.
-Esta bien, vamos por Granger.
Se escuchaba sencillo.
Debería serlo.
Pero Draco se detuvo en seco notando que las circunstancias habían cambiado. El camino frente a ellos lucía irregular, distinto a como lo había visto hace poco.
-No podemos pasar por aquí.
-No tengo tiempo para tomar otro camino –dijo Harry con necedad. Si duda habría notado también esa nueva irregularidad. –Ella tendrá algo qué decir... y quiero estar ahí para escucharlo.
Así que el necio moreno atravesó la barrera que Draco no había querido traspasar. Como lo había esperado desapareció a algún extraño destino. Y lo odió por ser tan asombrosamente estúpido cuando se encontraba deprimido.
Harry los había separado por Granger.
Bueno.
Al menos debía intentar seguirlo.
Así que Draco atravesó también la barrera sintiendo la energía sobre su cuerpo.
Al lugar al que llegara sería mejor que estar ahí sin hacer nada.
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Sus pasos se escucharon debido a que el peso de su cuerpo aplastó las hojas secas que estaban en el suelo. Sin embargo no alertó a la jovencita.
Ella no podía darse cuenta de todas maneras. Muy seguramente el golpe había dañado de manera muy grave por el interior de su piel. No había bastado que alcanzara el cuerpo del traidor para recuperar su varita y convocar ese hechizo que intentó hacer flotar su cuerpo.
Pero la velocidad de la caída fue mucha y el peso demasiado para un hechizo tan simple, pese al envidiable nivel de la bruja.
Seguramente Hermione tenía bastantes huesos rotos. Probablemente tenía demasiadas heridas internas y solo era cuestión de tiempo para que el desenlace llegara.
Desde luego Deborah no pensaba esperar a que ese momento llegara. Hermione podría darle otra sorpresa.
Además... había recuperado la esfera.
Su decisión de no intervenir se había arruinado por el cambio de planes de Lord Voldemort con respecto a Remus. Sin embargo no veía el problema en aprovechar.
Deborah caminó hasta donde estaba Hermione y se sentó acomodando su maltratado cuerpo sobre sus pernas. Ella gimió debido al dolor que ese movimiento le provocó y un nuevo hilo de sangre emanó de una fea herida, al lado de su cuello.
No se veía bien, pero no estaba lo sufriente mal.
Con suavidad apartó el cabello castaño y enmarañado del rostro femenino.
Respiraba de manera acompasada. Simplemente lenta.
No sería difícil salvarle la vida.
... Pero...
... si no había salvado a Remus, no la salvaría a ella.
Deborah estiró la mano para intentar abrir los dedos de Hermione, justo con los que apretaba la esfera. Notó resistencia por parte de ella. No quería darle la esfera.
No la culpaba. Había arriesgado todo por esa esfera: amistad, vida, amor... No la dejaría tan fácilmente.
Por que Deborah lo sabía. Hermione no se había enlistado en el bando enemigo para hacer daño a Harry. Su verdadera intención fue encontrar a ese traidor que los entregaba a cada intento por organizarse. Ese que interesaba a Lord Voldemort sobre los sentimientos de los que Harry parecía haberse liberado y el que iba en busca de debilidades.
Todo ello entraba en un plan elaborado y la esfera era la clave.
Esa esfera había absorbido el plan maestro. Deborah la había diseñado con esa trampa para que Hermione lo descubriera y le dijera a Harry.
Era una trampa que la humana había puesto con la esperanza de que la sirena no la descubriera.
Tonta.
Deborah forzó la esfera para mirarla. El plan estaba explicitado, tal como esperaba, Hermione ya debía saberlo. Quizá el conocimiento de tan magnífico plan le motivó a vivir. Ella sabía que Harry no podría con eso. Comprendió que ya había completado una parte importante de las expectativas de Lord Voldemort.
Así que la morena luchó por salir con vida con la esperanza de recuperarse de esa horrenda caída e ir a decirle.
Por eso debía morir.
Un jadeo llamó la atención de Deborah, bajó la mirada y descubrió que Hermione había despertado.
-Lo hiciste muy bien –alabó Deborah acariciando el cabello –Tu plan funcionó, Hermione... Descubriste al traidor y el verdadero plan.
Ella parpadeó. Su mirada parecía reflejar alivio pese al dolor.
-Esta esfera absorbió los pensamientos de aquel que sabía el plan –Deborah levantó la palma de la mano, donde descansaba el artefacto –Es el lo único que accedí a ayudarte.
Hermione intentó hablar, pero la adulta no se lo permitió.
-No gastes fuerzas inútilmente –recomendó –Debbie –Debería bastarte que has encontrado al culpable de tu novio, por que no harás nada más –apretó su mano destruyendo la esfera.
Hermione miró eso con sorpresa. Un halo de comprensión brilló en sus ojos y emitió angustia.
-Lo siento, Hermione –Debbie se inclinó para besar la frente –tu también debes morir.
Las cosas continuaban con su celoso curso. Justo el que ella había planeado.
Claro. Solo había una excepción en todo eso, pero todo lo demás seguía en pie.
Un tacto helado comenzó a helar la piel de la muchacha.
Poco a poco.
Suavemente y de manera tan sutil que la muerte llegó como un adormecedor sueño.
El dolor se estaba calmando.
Se iba.
Debbie se levantó cuando todo terminó.
Una presencia más llamó su atención y el aroma del cazador llegó a su nariz.
No estaba lejos.
En realidad no le importaba lo que hiciera, pero...
Una persona como él no se uniría a aquello que tanto odiaba sin una buena razón. Y Debbie tenía idea de cuál sería esa razón.
Así que se planteó la posibilidad de seguirlo.
Un enfrentamiento con un ser tan poderoso no sería sencillo y lo evitaría con todo gusto.
Sin embargo era algo que no podría evitar.
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Un hechizo de dispersión.
Sencillo y ridículo en verdad, pero brillante si daba resultados como esos.
Draco pensó que estar en ese sitio era aun más inútil a esperar a Harry, sin embargo permanecer estático en un sitio que se movía tan constantemente no era conveniente.
Así que simplemente caminó.
Avanzó por el sitio hasta encontrarse con alguien.
Un mago peculiar.
Un porte elegante que Draco reconocería y que le sorprendió.
Sin embargo el extraño no hizo movimiento alguno. Parecía amenazador, pero no hizo movimiento alguno.
Más bien parecía interesado en observarle, aun a través de esa máscara blanca. Parecía... fascinado.
-Draco Malfoy...
Su voz...
Draco frunció el ceño.
-Imposible. Tu estás muerto.
La máscara cayó a los pies del mago.
Draco se vio reflejado en la neutra expresión que ese hombre presentaba. Se vio atrapado en sus ojos y comprendió que estaba en problemas, muy especialmente por ese aroma oscuro que emanaba.
-Soy el cazador... –murmuró el hombre. -..., tu padre...
continuará...
