Capítulo Dos:

Conociendo al Enemigo

"Tokio, ¿qué pasó?"

"Lo siento Akane, un estúpido me golpeó por atrás y tiré el celular… ¡BASTARDO!" gritó Tokio al coche de atrás a la vez que tocaba el claxon.

"Ya veo… entonces-"

"¡AAHH!" gritó Tokio de nueva cuenta.

"¿Ahora qué?"

"El mismo idiota de hace rato…" En lugar de seguir inútilmente proclamando sus quejas con el claxon de su coche, Tokio prefirió dejarlo por la paz y moverse a otro carril. La fila de autos avanzó y Tokio creyó que finalmente su recorrido continuaría en completa paz y tranquilidad cuando sintió otro golpe.

La imagen reflejada en su espejo retrovisor era nada más y nada menos que la del mismo auto negro que la había estado golpeando desde un principio. Sin importar a dónde se moviera Tokio, el auto la seguía cual fiel perro faldero… algo no estaba bien.

"Akane, te llamaré después, hay cierto patán que me sigue"

"Es de antología" suspiró Akane. "Ten mucho cuidado."

"Lo tendré, adiós."

Dejando el celular de lado para por fin tener ambas manos libres, Tokio pudo acelerar entre los diversos carros que ahora subían a la autopista, maniobrando sin dificultad. Aún así era seguida sin demora.

Ya un poco molesta, aceleró su Mustang por el carril central de la autopista y a l ver que no podía perder de vista a su seguidor, optó por medidas más drásticas. Desafiando las leyes de vialidad, Tokio dio una brusca vuelta, atravesando dos carriles de la derecha, sacándole un susto a al menos un par de conductores, y finalmente bajando por la salida más próxima.

La fracción de minuto que le llevó a Tokio llevar a cabo esta peligrosa maniobra no fue suficiente para que el conductor del coche negro reaccionara, y se vio forzado a seguir por la autopista.

Si alguien buscaba seguirla con tanto afán, Tokio supuso que no era cuestión de simple broma, y sus sospechas respecto al accidente en San Diego se incrementaron. Tenía que llegar con Yumi a toda costa, el equipo entero corría peligro y era menester entregar la información de la que era portadora.

Ahora bien, quienquiera que la estuviera siguiendo era probable que fuera listo, y que tuviera todos sus movimientos bien vigilados. No podía darse el lujo de correr riesgos y optó por tomar el camino más largo a la oficina de Yumi. Tokio suspiró de sólo pensar en los quince minutos extras que se acababa de auto añadir al recorrido de por sí tedioso.

Ya en un pequeño y aparentemente desolado callejón, fue que Tokio se dio cuenta de cuán serios eran sus perseguidores. Una camioneta negra le cortaba el paso atravesada como estaba a todo lo largo de la estrecha calle. Al ver esto Tokio frenó súbitamente. Una ojeada rápida a sus espejos le indicaba que el resto de la calle estaba desierta. Sonrió macabramente y en un abrir y cerrar de ojos cambió a reversa y retrocedió a toda velocidad mientras de la camioneta veía salir, como en cámara lenta, una mano con una pistola que comenzó a dispararle.

Fuera del callejón entró a una calle más amplia y continuó con la carrera. De calles aledañas salieron más camionetas para tratar de cortarle el paso pero Tokio con los rápidos reflejos que tenía logró esquivarlas. Pese a los transeútes y demás conductores, las camionetas empezaron con su lluvia de balas haciendo que el Mustang de Tokio perdiera un espejo retrovisor.

"Malditos" murmuró entre dientes.

Todavía avanzando a toda velocidad por las calles tomó su celular y marcó un número sin tratar de perder la vista del camino. Las camionetas, que ahora sumaban cuatro, le estaban pisando los talones. A eso se le sumó el sonido de sirenas que indicaban que los policías ya habían sido alertados de semejante suceso.

"Ahora sí que estoy en problemas" murmuró nuevamente Tokio.

"¿Tokio?" finalmente contestaron del otro lado de la línea.

"¡Yumi!" gritó Tokio a la vez que se agachaba cuando una bala atravesó el vidrio trasero y se clavó en su espejo retrovisor. "¡Necesito ayuda, cuatro camionetas me persiguen y no puedo perderlas de vista!"

"La ayuda irá en camino," y Yumi colgó.

Por el momento sólo le quedaba rogar por que la caballería de Yumi no tardara. Afortunadamente Yumi contaba con una especie de ejército privado que asistían a sus espías cuando fuera necesario. Si Tokio no calculaba mal, al menos media docena de camionetas pronto la encontrarían y se ocuparían de sus perseguidores.

"Ay, no…" dijo Tokio con voz quebrantada. Frente a ella el camino se cerraba indicando el paso de un tren. Por el único espejo retrovisor que le quedaba pudo ver a las camionetas dando vuelta justo donde ella lo acababa de hacer y a menos de cincuenta metros de su posición. Ya no había dónde más dar la vuelta y el camino que poco a poco se cerraba era su última esperanza. Decidió que esta era su última oportunidad.

Pisó el acelerador hasta el fondo y pronto alcanzó la vía, pasando sólo unos instantes antes que el tren y rompiendo parte de los señalamientos que cerraban el camino. Pudo escuchar el rechinido de las llantas de las camionetas que alcanzaron a frenar justo a tiempo.

"¡SÍ!" gritó aliviada y golpeando el volante en señal de triunfo y liberación de la presión.

"Buen trabajo suertuda" de su radio se escuchó la voz de Setsuna. La joven estaba a su lado al volante de un jeep negro con Kaoru como copiloto. Estacionadas cerca de ahí notó varias camionetas azules que identificó como el arsenal de Yumi. Kaoru traía una magnum y discretamente apuntaba hacia atrás. Setsuna le guiñó el ojo y le sonrió dándole la señal del pulgar arriba.

Tokio suspiró y se dejó escoltar por las chicas a la compañía de software donde Yumi la esperaba.

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"Y no alcanzaste a ver quienes eran…"

"Vidrios polarizados, sin placas…" Tokio se estaba recuperando del derroche de adrenalina en la oficina de Yumi junto a un whisky. "Pero estoy segura de que tienen que ver con la misma persona"

"¿Hiko?" preguntó Setsuna esperanzada.

"No. Alesandrovic, Pietor." Contestó Tokio después de un trago de whisky.

"¿Quién?" preguntó Misao.

"Miembro de la mafia rusa… muchos contactos, muchos asesinos, mucho capital"

"Mmm… ¿mismo de Florida?" preguntó Yumi cruzando los brazos en actitud pensativa.

"Así es. Hace algunos años estuvo viviendo en el centro del país con una base de inteligencia que extraía información vital del gobierno. Como todos los mafiosos, su único propósito era tomar el control de todas las familias de la mafia además de imponer su propio imperio de espías y asesinos a sueldo. Esto pasó hace ya más de diez años, incluso antes de que nos conociéramos y la verdad es que no sé cómo ni por qué, pero algo terminó con su organización aquí obligándolo a volver a Rusia"

"Pero ha vuelto" comentó Misao.

"Así parece… o cuando menos sus representantes"

El teléfono de Yumi sonó una vez más. "Srta. Yumi" dijo su secretaria, "acerca del compromiso que me pidió que le recordara… pues ya casi es hora"

"Sí, muchas gracias Hellen" dijo Yumi a su secretaria y luego colgó el teléfono. "Bien señoras, por el momento pospondremos esta junta. Me temo que Misao y yo tenemos un pequeño asunto qué arreglar"

"¿Qué pasó?" preguntó Kaoru inmediatamente suponiendo que Misao se había metido en un lío, como sucedía frecuentemente.

"Misao tiene una orden de arresto por no sé qué razón" contestó Yumi.

"¿Por qué no me sorprende?" dijo Setsuna sarcásticamente.

"Bueno ya. Vámonos."

"Después de lo que pasó sugiero que no vayan solas" comentó Tokio desde su lugar.

"Mmm… bien, Kaoru por favor acompáñanos. Setsuna, lleva a Tokio a su casa"

Yumi tomó las llaves de su auto y salió junto con las demás al estacionamiento. Una vez ahí Yumi abordó su Cadillac(1) y Setsuna dejó que Kaoru y Misao tomaran su jeep prestado. La pequeña güera tendría que esperar junto con Tokio en lo que el Mustang era reparado. No podían salir a la calle así nada más, no cuando el auto tenía varias marcas de balas alrededor .

El camino a la comisaría era largo, pues tenían que atravesar una buena parte de la cuidad, y a esas horas el tráfico estaba horrible. Al detenerse en un semáforo, Kaoru y Misao vieron un simpático auto convertible amarrillo con un pelirrojo al volante y dos muchachos jóvenes acompañándolo. Es auto estaba estacionado, pero encendido, listo para arrancar en cualquier momento.

Uno de los muchachos llamó la atención de Misao. Tal vez no pasaba de los veintes y tenía cabello café. Su aspecto, sin embargo, no fue lo que le atrajo. Fue su continua sonrisa y su rostro que le hacía verse tan inocente y alegre.

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"Ya las encontramos. Todavía no pasa nada" dijo el pelirrojo por su celular.

"Denles algo de ventaja y luego síganlas. No puede volver a pasar lo mismo"

"De acuerdo"

El pelirrojo colgó y dirigió su vista hacia el camino. El jeep negro y el Cadillac plateado se alejaban poco a poco entre la masa de autos.

"Todavía no entiendo por qué tenemos que hacer esto" dijo una de los muchachos que acompañaban al pelirrojo a la vez que cruzaba sus brazos y miraba molesto al conductor por el espejo retrovisor. Igual y tampoco pasaba de los veinte, pero este con cabello negro.

"Porque necesitamos de su ayuda… será mejor que nos movamos de una vez, antes de que las perdamos de vista" por fin el convertible amarillo se puso en marcha. Unas cuantas calles adelante se encontraron con que varias camionetas de la policía interceptaban al jeep y el Cadillac seguía de largo.

"Hiko, creo que el invitado ha hecho acto de presencia. Yumi se separó" dijo el pelirrojo.

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"Bien chicas, ya falta poco para la comisaría. Cuando lleguen espérenme, necesito saber todos los detalles" dijo Yumi por la radio. Su Cadillac se había quedado atrás en el tráfico y Kaoru y Misao ya iban más aventajadas en el camino.

"De acuerdo Yumi, nos veremos allá" contestó Kaoru.

De la nada aparecieron al menos unas cuatro camionetas de la policía que les hicieron señas de que se orillaran. Kaoru se vio forzada a detenerse y le pasó la radio a Misao. "Dile a Yumi que siga de largo, tengo un mal presentimiento al respecto." Kaoru bajó del jeep pretendiendo sorpresa. "¿Algún problema señores? Estoy segura de que si fuera sólo una luz inservible no se hubieran tomado tantas molestias"

"¿Es usted Makimachi Misao?" preguntó uno de los hombres.

"¿Cómo dice?" preguntó Kaoru sorprendida de que supieran el verdadero nombre de Misao.

"Estamos buscando a la srta. Makimachi… supongo que es su compañera."

"De ninguna manera señores, deben tener alguna equivocación. Mi compañera se llama Rebecca Jensen…"

"Claro, y usted es Kamiya Kaoru…"

Por una fracción de segundo Kaoru quedó congelada ante tales declaraciones. Todos sus sentidos de alerta se dispararon de inmediato y alcanzó a reaccionar antes de que el hombre que tenía justo enfrente terminara de sacar una pistola de su saco. Sin exactamente pensarlo, dejando que sus reflejos se hicieran cargo, lanzó una patada a la mano del hombre haciéndolo tirar la pistola y rápidamente la atrapó antes de que cayera al suelo. Igual de veloz tomó al hombre por los hombros y lo volteó frente a sus compañeros apuntando a la sien del hombre con la pistola. Al menos media docena más de pistolas salieron y le apuntaron, pero ella todavía tenía la ventaja de un rehén.

"¿De qué se trata esto?" preguntó Kaoru sin perder de vista a sus enemigos.

"Es inútil que se resistan" contestó el hombre intentando ocultar sus nervios. Un movimiento proveniente de atrás obligó a Kaoru a voltear y sintió cómo el color dejaba su rostro. Otro más de los que llegaron en las camionetas y que Kaoru no había alcanzado a ver se aproximó a Misao con pistola en mano.

"¡Misao!" Kaoru trató de advertirle, pero fue demasiado tarde. La pistola ya estaba directamente apuntada a su cara antes de que la joven pudiera sacar un par de pistolas más de la guantera. Midiendo bien sus opciones, Kaoru se dio cuenta de que efectivamente no tenía más opción que liberar al hombre. Lo empujó hacia sus compañeros y mantuvo la pistola apuntada en su dirección. Luego bajó las manos y dejó caer la pistola.

"Sabia desición" dijo el hombre recobrando la voz y su pistola. A la vez, pudo ver Kaoru que el Cadillac de Yumi pasaba de largo en una calle paralela. El tráfico en esa calle había sido desviado para dejar el lugar despejado a conveniencia de los "oficiales" pues era claro que sus acciones no tenían absolutamente nada de legal y los uniformes y demás eran sólo una cubierta.

Mientras los demás registraban el jeep y se alistaban para la retirada, tres de ellos arrojaron a Kaoru y Misao contra una de las camionetas para ser registradas en busca de más armas. Kaoru aclaró su garganta para atraer la atención de Misao y le mostró el llavero del jeep. Algo en ello hizo que la jovencita sonriera aliviada y se alistó a recibir la señal de Kaoru.

De la misma manera ruda las tomaron por los hombros, las apartaron de la camioneta y abrieron la puerta. Kaoru le hizo una leve seña a Misao con la cabeza, indicándole que se preparara. Por una breve fracción de segundo, ambas pudieron ver que el hombre que las amenazaba con la pistola la movió hacia un lado para hacerles la seña de que entraran. Cuando la boca de la pistola estaba apuntando en otra dirección, se movieron con increíble agilidad y velocidad para patear a sus captores.

Para cuando los demás se dieron cuenta, las dos ya estaban detrás de la camioneta y Kaoru presionó un botón del llavero…

¡BOOOOOOMMMM!

El jeep explotó y la camioneta les sirvió de protección. Sabían que todo detrás estaba cubierto en llamas, pero no se quedaron a tomar un recuento de los daños ya que el mismo convertible amarillo que acababan de ver hace unos instantes se acababa de detener justo frente a ellas. El chico con cabello negro abrió la puerta.

"¡Suban!" ordenó el pelirrojo. Kaoru dudó por un momento, pero Misao tomó su brazo y la jaló adentro junto con ella. Cerraron la puerta y el coche arrancó, metiéndose entre las calles contiguas incrementando la velocidad y dando vuelta en varias calles.

"Ya no nos siguen" comentó Misao volteando hacia atrás.

"Eso parece, ¿verdad?" contestó el muchacho de cabello negro otra vez reclinándose en su asiento y cruzando los brazos. Nada más se dijo en todo el recorrido.

El camino con sus múltiples vueltas finalmente terminó y se estacionaron frente a un conjunto de oficinas viejo y olvidado en la parte Este de la ciudad. El lugar parecía estar a punto de colapsarse, un letrero de "Se Vende" colgaba de la entrada y parecía no haber ni un alma en varios metros a la redonda.

Los hombres desalojaron primero y las chicas se quedaron junto al auto, todavía un poco inseguras. El pelirrojo extendió su mano hacia ellas.

"Por favor acompáñenos" dijo.

"¿Dónde estamos?" preguntó Kaoru.

"Estas oficinas solían pertenecer a nuestro jefe" dijo uno de los muchachos, el que le había llamado la atención a Misao. "Ahora se usan para otro propósito."

Ninguna se movía todavía.

"Sé que desconfían de nosotros" dijo el pelirrojo, "pero acabamos de salvarlas porque es necesario hablar con ustedes. No tendría caso salvarlas en ese entonces si de cualquier manera nos íbamos a tomar la molestia de traerlas hasta acá para herirlas."

¡RING!

El celular de uno de los chicos sonó y contestó el de cabello negro.

"Ya estamos aquí, pero no quieren bajar" dijo. "…sí, entiendo. Toma" extendió su celular hacia Kaoru, "alguien quiere hablar contigo"

Kaoru miró a Misao indicándole que de cualquier forma estuviera alerta. Luego tomó el celular. "¿Sí?"

"Ya dejen de hacernos perder el tiempo y entren" dijo una voz demasiado familiar por el celular.

"¿Yumi?"

"¿A quién esperabas, a Santa Claus? Entren para poder empezar."

"Pero…" Yumi ya había colgado dejando a Kaoru perpleja. Cuando Misao escuchó el nombre volteó con extrema curiosidad a ver a Kaoru quien no tuvo más remedio que seguir al pelirrojo.

Ambas dejaron el convertible para unírseles en la entrada. Los cuartos por los que pasaron estaban desordenados y sucios. Efectivamente en tiempos anteriores habían habido oficinas ahí, pero por alguna razón estaban abandonadas. Encima de todo, nadie se había tomado la molestia de llevarse los muebles. Parecía estar habitado por fantasmas y Misao sintió un escalofrío repentino.

Los muchachos conocían bien el camino y las llevaron hasta una pequeña puerta en la parte trasera del edificio. El pelirrojo, que también llevaba la delantera, la abrió y se encontraron ante unas escaleras que llevaban al sótano del edificio. Hasta abajo había todavía más cuartos y a uno de ellos les indicaron que pasaran

"¡Yumi!" exclamó Misao cuando la vio sentada en la mesa del cuarto "¿qué es este lugar, qué haces aquí?"

"Estamos aquí para arreglar unos cuantos problemas… tomen asiento, las demás no tardarán en llegar" respondió Yumi.

Sus acompañantes desaparecieron por otra puerta sin ser notados por las mujeres ahí presentes. Kaoru se tomó el tiempo de silencio para recorrer el cuarto e inspeccionar cada rincón. Era sencillo, sólo un cuarto cuadrado sin adorno alguno, sus paredes con un papel tapiz horrible y amarillento que en ciertas partes se estaba descarapelando. Lo único que daba a notar la presencia de alguien era la mesa en el centro, lo suficientemente larga para dar cabida a cuando menos unas veinte gentes, pero sólo con siete sillas en cada lado. Yumi ocupaba la silla central de las siete que daban el frente a la puerta y Misao se había posicionado a su lado izquierdo.

Tras unos minutos de espera, la misma puerta por la que habían entrado se abrió y entró el resto del equipo de Yumi. Tokio seguida de Akane, Setsuna y Megumi saludó a las presentes y todas tomaron asiento del mismo lado que sus otras compañeras. Antes de que Yumi empezara con las explicaciones, entraron el mismo número de hombres por la otra puerta y se sentaron frente a ellas. El pelirrojo y los dos muchachos del convertible estaban dentro del grupo que además contenía a un tipo alto con cabello café peinado de picos, un tipo igual de alto y aparentemente muy serio, otro con ojos ámbar que fumaba un cigarrillo y finalmente uno de mirada arrogante, largo cabello negro atado en la nuca y traje blanco.

"Bienvenidas señoritas" dijo el pelirrojo con sonrisa benévola.

"¿Exactamente qué hacemos aquí Yumi?" preguntó Akane.

"Señoritas, permítanme antes que nada presentarme" dijo el hombre de traje, "nunca nos hemos visto en persona, pero estoy seguro de que todas ustedes me conocen. Mi nombre es Hiko Seijuro."

"¡¿QUÉ!" exclamó Setsuna golpeando la mesa con las palmas de sus manos y levantándose sorprendida.

"Siéntate Setsuna" ordenó Yumi. La pequeña güera obedeció después de lanzarle una mirada incrédula a su jefa.

Los hombres frente a ellas llevaban ya bastante tiempo de ser sus rivales. Ninguno de los presentes conocía personalmente al opuesto, pero durante todo ese tiempo habían estado inmersos en una… "competencia amistosa". Bueno, ninguno se conocía con excepción de Yumi y Hiko, pero esa historia no estaba clara para nadie de los ahí reunidos. De lo único que habían estado seguros era de que eran los dos únicos grupos de espías y asesinos a sueldo en toda la ciudad, y su principal objetivo era evitar a toda costa que el contrario no los encontrara ni se llevara sus trabajos antes, lo que había provocado una cierta enemistad, aunque no a tal grado de odiarse mutuamente y quererse eliminar a toda costa.

"Estos hombres, una vez terminada esta reunión" continuó Hiko, "se convertirán en sus compañeros."

"¡¿QUÉ!" Otra vez Setsuna.

"Necesitamos ayuda" dijo Yumi tranquilamente sin apartar la mirada de Hiko.

"Pero, ¿por qué?"

"Hace algunos días Hiko se comunicó conmigo," explicó Yumi, "me dijo que una antigua amenaza acababa de regresar al país y que lo más probable era que persiguiera a nuestros equipos para eliminarlos. No estaba muy dispuesta a creerlo hasta que Tokio nos dio el informe sobre Alesandrovic, Pietor. De alguna manera Hiko y los suyos se enteraron que seríamos atacadas y justo antes de que Kaoru y Misao fueran interceptadas volvió a llamarme para pedirme que viniéramos a este lugar. En el camino llamé a Tokio y las restantes para que vinieran y es así como todos terminamos en este lugar."

"Pero…" Setsuna no acababa de convencerse.

"¡Suficiente!" le dijo Yumi obligándola a callarse.

"Bajo circunstancias normales, nuestros equipos no entrarían en contacto" continuó Hiko, "pero tiempos difíciles requieren medidas especiales. Con esta nueva amenaza tendremos que aprender a trabajar juntos para que así ambas partes sobrevivan. A partir de ahora seremos un solo equipo y dejaremos de lado toda rivalidad para colaborar en esto."

El silencio llenó el pequeño cuarto y todos se miraban unos a otros, todavía tratando de digerir la información. "¿Qué dicen señoritas, podemos contar con ustedes?" finalizó Hiko.

El equipo de Yumi se volteó a ver entre sí y luego a su jefa. Yumi a su vez las volteó a ver. Una por una fue asintiendo hasta que sólo Setsuna quedaba, todavía incrédula. Al fin movió los hombros en señal de indiferencia y Yumi extendió una mano a Hiko, quien la tomó para cerrar el trato. Y una vez esto establecido todos se levantaron y salieron del lugar.

"¿En verdad crees que resulte?" susurró Tokio al oído de Yumi sin ser escuchada por los demás.

"Tendrá que funcionar" contestó Yumi en el mismo susurro, "nuestras vidas dependen de ello."

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Al día siguiente de la junta, Hiko y Yumi acordaron que, para evitar más problemas y para estar listos para cualquier eventualidad, lo mejor era tenerlos a todos reunidos en un lugar cercano. La solución se presentó de manera muy oportuna cuando se encontró un conjunto de condominios a la renta. Los doce que componían el distrito fueron rentados y al día siguiente, los dos equipos llegaron con cajas de mudanza.

"Todavía no entiendo por qué tenemos que hacer esto" dijo Setsuna enfadada moviendo caja tras caja desde la entrada a su cuarto en el segundo piso.

"Ya sabes por qué, mejor deja de quejarte" contestó Akane entrando al cuarto de Setsuna. "Será mejor que te pongas a ordenar el cuarto porq- ¡AAAAHHH!"

Akane acababa de tropezar con una pila de cajas del cuarto de Setsuna. Era imposible pasar por ahí si no se tenía mucha habilidad y no se estaba propiamente concentrado. Todo en el cuarto estaba tirado: ropa, herramientas, cables, partes de computadoras y de otros aparatos electrónicos… nunca se había visto tanto caos en una extensión tan pequeña.

"Lo siento" dijo Setsuna entrando y apilando una caja más de cables, tornillos, tuercas y chips.

"¿En verdad tienes que traer todo esto?" preguntó Akane sentada en una minúscula esquina de la cama que aún no estaba cubierta por el tiradero y masajeando su pie.

"¡Por supuesto! Todo esto es parte elemental de mi trabajo" replicó Setsuna desempacando un soplete.

Akane mejor optó por dejar semejante caos para refugiarse en su cuarto. Al fin pudo respirar tranquilamente. Debajo de la ventana estaba su cama cuidadosamente tendida con unas cuantas cajas alrededor, todas clasificadas dependiendo de si era ropa, armas o cualquier otra cosa lo que contenían.

"¡¿Hola! ¿Hay alguien en casa?" gritó alguien desde la entrada.

"¡Adelante!" gritó Akane dejando su cuarto para asomarse por el barandal de las escaleras. Kaoru acompañada de Misao acababa de entrar. "Pasen, prepararé algo de beber" dijo Akane mientras bajaba las escaleras.

La planta baja era la única que estaba completamente ordenada. Los sillones ya estaban en la sala, la comida en la despensa y el refrigerador, que junto con la estufa y el microondas ya estaban funcionando, además de que todo limpio e impecable.

"De hecho estamos aquí porque Yumi nos pidió que las buscaramos" dijo Kaoru tomando asiento mientras Misao trataba de encender la televisión.

"Oye Akane, no funciona la tele" comentó Misao.

"¡Setsuna!" gritó Akane, "¡baja a componer la tele!"

Cubierta en polvo de las cajas, Setsuna bajó con una cajita de herramientas. Akane en su mente se preguntaba cómo es que la había localizado entre todo su desorden y salió de la cocina con las bebidas para las invitadas. Setsuna saludó efusivamente y empezó a batallar con los cables de la televisión. Las otras tres sólo podían ver su cabeza sobresaliendo por encima de la tele y su mano tomando herramienta tras herramienta. Unos instantes después la imagen llegó.

"¿Para qué decías que vinieron?" preguntó Akane cuando terminaron de ver a Setsuna arreglar el aparato.

"¡Ah, sí!" recordó Kaoru. "Yumi nos quiere ver en su condominio tan pronto y nos terminemos de instalar"

"¿Pues qué esperamos? Vayamos de una buena vez" dijo Setsuna acabándose su bebida de un jalón.

"Para nada. Tú te quedas a ordenar ese espantoso cuarto y luego yo te digo de lo que se trató" interrumpió Akane. "De ninguna manera te permitiré tener semejante cuarto. ¿Qué quieres que la gente piense de nosotras?"

"Es cuarto, la gente no tiene que pensar nada de la srta. Perfección"

"¡Pero YO soy tutora y harás lo que YO diga!"

Antes de que la discución se calentara más Kaoru decidió sacarlas de la casa. "¡Vamos pues! No creo que tome mucho rato"

Todavía enojadas y sin dirigirse la mirada, Setsuna y Akane se dejaron guiar por sus compañeras. En el condominio de Yumi ya estaba el resto del equipo reunido, sólo esperando por ellas cuatro.

"Bueno, ya estando todas aquí puedo empezar" dijo Yumi. "Sé que este tipo de acción es algo extraño, pero después de discutirlo con Hiko y su líder Saito, decidimos que esto era lo más adecuado. Hemos sido informados de la actual localización de Pietor. Sabemos ahora que en estos momentos se encuentra en Rusia y la única manera de acabar con este problema, según Hiko, será ir hasta allá para llegar a un acuerdo. De cualquier forma, hasta no poder comunicarnos con Pietor, no estamos completamente a salvo, fue por eso que los llamamos a todos por igual para venir a vivir aquí. Dentro de un par de semanas, aproximadamente, todos nos encaminaremos a Rusia y después veremos qué pasa."

"¿Vendrás con nosotras Yumi?" preguntó Kaoru.

"Por supuesto, Hiko también se va con su equipo y además tengo muchas ganas de conocer Rusia" contestó Yumi guiñando un ojo.

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N/A: ¡Hola a todos los que lean este segundo capítulo! Antes que nada, gracias a quienes sí llegaron hasta aquí. Estoy conciente de que me tomó un tiempecín poner este segundo capítulo, pero de ninguna manera dejaré de escribirlo. En verdad me decepcionó no encontrarme con más comentarios, pero no me importa, seguiré aunque sea para complacer a mi querida hermana Akane ;P

Pero… no me molestarían unos cuantos comentarios, les prometo que más adelante se pone bueno y hasta entretenido, y me dan más ganas de escribir más pronto cuando me dejan sus reviews, ¿ok?

(1) Me encantó el Cadillac nuevo así que si yo no puedo tener uno, cuando menos uno de mis personajes lo tendrá. ; D