La prometida de Manta Oyamada.
Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei...lo demás es mío.
7.- El rosario de Firoke.
-¡ABUELA, VEN RÁPIDO! –gritó Yoh apenas puso un pie en la mansión Asakura. Kino apareció casi al instante, visiblemente asombrada por el grito de su nieto. Atrás de él, estaban Manta y Anna. El rubio tenía una expresión en el rostro indescriptible, sus labios temblando y su piel palideciendo cada vez más y más.
-¿Qué es lo que pasa, Yoh? ¿Quién desapareció? –preguntó Yohmei, que también aparecía en el jardín de la mansión, seguido de Jun, Pilika, Ren y Horo Horo, que se habían preocupado al oír el grito de Asakura.
Todos miraron expectantes a los tres jóvenes, especialmente a Manta, quien habló.
-Haruko.
Los Tao bajaran la vista entristecidos y los norteños se mantenían preocupados. Eso no fue nada cuando Anna decidió hablar. Nunca se había visto más fría, como si su enojo aunado al dolor y preocupación congelaran sus acciones.
-Fue Hao. Él se la llevó.
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-Haruko Kusume...despierta ya.
Poco a poco los párpados de una joven de pelo negro se iban levantando, revelando sus extraños ojos azul obscuro. Lentamente, la chica se incorporó, tratando de saber en donde estaba, mas todas las siluetas con que se topaban sus ojos se veían borrosas, quizás por el calor que hacía en ese lugar, que todavía no sabía cual era.
-No te preocupes, no estamos lejos de casa –habló de nuevo la voz, con un tono burlón y alegre. Haruko giró la cabeza para encontrarse con el dueño de esa voz, un chico un poco más alto que ella, envuelto en un poncho y de largo pelo castaño.
-Tú eres Hao –dijo firmemente, frunciendo el ceño y levantándose, pero se sentía tan débil que rápidamente habría caído al suelo de no ser por el joven, que la sostuvo antes que nada y se arrodilló a su lado, colocándola en su regazo.
-Veo que te han informado lo bastante sobre mi –dijo melosamente el muchacho pasando una mano por la mejilla de la joven, quien sintió aquel gesto como el de una serpiente, suave y delicado, mas había que ser cauteloso, como si realmente fuera una.
-¿Qué quieres de mi? –preguntó apartándose de Hao, a quien le divirtió aquella acción.
-Tú tienes algo que yo quiero y que casi nadie tiene...-susurró levantándose lentamente- Algo que he buscado por largos años.
-¿La Visibilidad Espiritual, verdad?
-Incluso Anna te ha dicho como se llama, que lista –celebró el shaman viéndola cada vez más burlón- En verdad...es un don muy raro ese que tú tienes...es eso lo que no te hace igual a los insignificantes mortales...tú no eres diminuta –agregó. Haruko la devolvió la mirada fulminante, a lo que Hao sonrió como si todo aquello no fuera más que un juego. Con un solo movimiento chasqueó los dedos, y al instante una pequeña daga de fuego rozó a Haruko, lastimándole la pierna.
-Te lo has merecido –dijo cambiando la voz a un tono más duro- Si no te resistieras tanto mentalmente te podría hacer convertido en mi consorte...mi reina...pero veo que prefieres a ese amigo de Yoh. –murmuró en voz baja, ahora al lado de Haruko, mirándola condescendientemente.
-Prefiero a Manta mil veces que estar al lado de alguien como tú –replicó la chica escupiendo a los pies del muchacho. Su mirada cambió a una temible, tomando a la muchacha del brazo y apretándole tanto que esta soltó un grito.
-No seguiré fingiendo que soy bueno Haruko. Ahora dime, ¿dónde hay más espíritus malignos para que el Espíritu del Fuego los devore? –preguntó rechinando los dientes. La chica se resistió cerrando los ojos fuertemente, pero después, poco a poco los abrió.
-No te voy a decir.
-¡DÍMELO! –rugió Hao levantándola bruscamente.
-No! –exclamó en un quejido.
-¿Entonces quieres que tus amiguitos sufran? –preguntó el shaman con aquella voz dulce de nuevo- No es muy bueno estar solita...¿verdad? Sabes bien a lo que me refiero –agregó viendo como por el rostro de la muchacha cruzaba una mezcla momentánea de dolor y tristeza. Aún así, Haruko siguió sosteniéndole la mirada.
-Ellos no son mis amigos –mintió fríamente, con la esperanza de que el joven le creyera, mas en cambio solo se echó a reír.
-No me engañas niña débil –murmuró en su oído- Ya que no quieres ayudarme a ser más poderoso tendré que usar otro método...matarte.
-No te atreves –respondió la muchacha altivamente.
-Quizás yo no quiera mancharme las manos de sangre –admitió Hao riendo- Pero a mi Espíritu del Fuego no le importaría...me parece que le apetecería mucho un bocadillo tan poderoso. Así tendría más fuerza y mejoraría más, además de que contaría con tu Visibilidad Espiritual y sería invencible. –Haruko retuvo el aire, mitad enfurecida mitad nerviosa. Ese sujeto tenía un no sé qué que le repudiaba y fascinaba a la vez; quizás por el hecho de que el quería algo de ella, pero que la mataría para obtenerlo. El chico la soltó y ella cayó de nuevo al suelo estrepitosamente.
-¡Espíritu del Fuego! –exclamó Hao. En menos de un segundo su espíritu acompañante se apareció, y el shaman se acomodó en una se sus manos para que lo acomodara en su hombro.- Mira Espíritu del Fuego, ¿ves a esa mortal enfrente de ti? Devórala –subrayó maliciosamente- Que no quede ni un pedacito de ella, no vayas a desperdiciar sus dones –rió malévolamente.
La chica observó como el Espíritu del Fuego rugía como si fuera una llamarada y se abalanzaba sobre ella. Por instinto echó a correr en dirección contraria, pero el espíritu parecía saberlo, pues avanzaba hacia donde la chica iba, bloqueando su camino con bolas de fuego que poco a poco le iban dejando un espacio cada vez más reducido.
-No te resistas que así será más doloroso –dijo Hao mirando divertido como Haruko corría desesperada y tropezaba dolorosamente, sin levantarse.
La muchacha alzó la mirada, antes de examinar su tobillo torcido. Ahí, encima de ella estaba a poca distancia la cabeza del Espíritu del Fuego. Las llamas que despedía hacían que sintiera más calor y la sangre se agolpara en su cabeza, haciendo que se mareara. Ya parecía inevitable, el calor era cada vez más intenso...ahora ella caía de bruces contra el suelo...el espíritu abría sus enormes fauces...una enorme espada de samurai se interponía entre ella y el espíritu.
-¡Técnica de Amida!
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-Joven Manta, por favor cálmese; está muy pálido, respire por favor –suplicaba Tamao a punto de llorar mientras ofrecía con manos nerviosas un té a Oyamada, quien seguía con el rostro inexpresivo, intentando negar con la cabeza. Todos lo miraron afligidos, mientras Tamamura suspiraba desconsolada y se alejaba de la mesita de la sala de estar, tomando su lugar a una distancia más lejana, enfrente de su tablita de adivinación.
-Ya sabes qué hacer Tamao –dijo Anna fríamente- Busca a Hao.
La joven de pelo rosa asintió, llamando a sus espíritus, que entraron en la tabla de madera, que empezó a brillar.
-Hao –susurró Tamao moviendo por la tabla dos monedas benditas, que parecían escaparse de sus dedos de tan rápido que se movían por todas las direcciones del tablero. Finalmente, todos observaron que el movimiento disminuía y la tabla dejaba de brillar, mostrando a la muchacha bastante agitada.
-¿Qué pasó? –preguntó Yoh nervioso.
-Hao no está lejos de aquí –susurró temerosa- Anda por los alrededores de la mansión Asakura...
-Bien, eso nos servirá –dijo la sacerdotisa poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
-¿Qué vas a hacer? –preguntaron al unísono Jun y Pilika. Su pregunta quedó respondida cuando Kyouyama entró tan precipitadamente como había salido, sosteniendo entre sus manos un enorme rosario con cuentas del color del fuego.
-Este es el rosario Firoke –explicó arrodillándose- Como el fuego, destruye todo lo que está a su paso...Hao es algo así como su igual y su rival al poseer el mismo poder con el Espíritu del Fuego.
-¿Lo derrotarás? –inquirió Lyserg, quien ya hacia rato que había salido del estanque y ahora, ya envuelto en ropa cálida, examinaba el rosario.
-No estoy segura si podrá destruir a un shaman tan poderoso.
-¿Entones qué te propones? –preguntó Ren Tao arqueando una ceja.
-Lo usaré para cercar la zona en la que probablemente Hao y Haruko se encuentren, de acuerdo a las adivinaciones de Tamao, para que se destruya todo lo que esté en ese lugar. Para que Haruko no corra con ese riesgo he decidido mandar a nivel mental a Yoh y a Manta, quien le aplicará este conjuro –agregó mientras le extendía al rubio un pedazo de papel con grabados japoneses, que destellaba en las orillas con un color azul pálido- a nuestra amiga para que no sea destruida, y así después podamos ir al bosque y recuperar su cuerpo, pues Hao la tiene atrapada mentalmente.
-Yo te ayudaré con eso –dijo el inglés mostrando su péndulo.
-Entonces es hora, Tamao –murmuró Anna arrodillándose enfrente de la chica de pelo rosa, quedando la tabla de adivinación en medio de ellas. Con gestos les indicó a su prometido y a Manta que se pusieran cada uno de su lado, tomando la mano de cada uno.
-Recuerda aplicar bien el conjuro para que no se caiga, Manta –dijo la chica Tao entrelazando las manos. El joven asintió y cerró los ojos al igual que Asakura. Por su parte, la rubia ya se había colocado el rosario de Firoke alrededor de su cuello, en lo que Tamao colocaba sus monedas en la tabla y llamaba a Konchi y Ponchi.
-Muéstrenme en donde está Hao –ordenó. La tabla se revistió de una luz blanca que inundó la habitación e hizo que todos cerraran los ojos para evitar el destello cegador. Inmediatamente el resplandor se desvaneció, y para cuando los Tao y los norteños abrieron los ojos, tanto la sacerdotisa como los muchachos yacían en el suelo (al parecer Anna estaba en un profundo trance, pues su aura roja brillaba) inconscientes. Tamao seguía arrodillada, los ojos cerrados, concentrada en su tabla de adivinación a la vez que no dejaba de rezar.
-¿Qué sucedió? –preguntó la hermana de Horo Horo cubriéndose la boca con las manos. Jun soltó un gritito mientras su hermano se inclinaba a examinar los rostros de sus amigos.
-Se han ido.
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Manta Oyamada entornó la mirada cubriéndose parte de la cara con una mano, aunque fue un intento inútil, pues por más que se esforzara todo se seguía viendo borroso, excepto los rostros de Anna y su prometido, que estaban a su lado.
-Vamos –dijo la sacerdotisa sosteniendo el rosario de Firoke entre sus manos. Los jóvenes asintieron e Yoh llamó a su espíritu, formando la posesión de objetos en segundo grado. Pronto los tres adolescentes avanzaban por tramos cortos a través de ese extraño lugar en el que el calor se incrementaba. La itako era quien los guiaba, guiándose por sus rezos.
-No estamos lejos –dijo pasándose una mano por la húmeda frente. Los muchachos asintieron, y no habían avanzado muchos metros cuando oyeron la voz de Hao.
-¡DÍMELO!
Los tres voltearon a verse el uno al otro, y como por común acuerdo echaron a correr al mismo tiempo. No les fue difícil encontrar al gemelo de Yoh, quien, subido en su Espíritu del Fuego, amenazaba a Haruko, quien intentaba huir de las bolas de fuego que el Espíritu mandaba. Al rubio le rechinaron los dientes de furia al ver semejante espectáculo. Volteando a ver a su amigo, no fue necesario intercambiar palabras para que el shaman usará sus poderes. Kyouyama por su parte echó a correr en otra dirección, empezando a rezar.
-¡Técnica de Amida!
Hao Asakura volteó sorprendido al ver a su hermano usando su espada contra el Espíritu de Fuego, mas su expresión cambio a una divertida.
-¡Hermanito! –exclamó fingiendo alegría- No me asombra que hayas venido a rescatar a la prometida de tu amigo –murmuró entre dientes- Lo siento pero llegaste tarde, ahora Haruko morirá.
-¡ESO NUNCA! –bramaron al unísono Yoh y Manta, en lo que el shaman seguía usando su espada para atacar al Espíritu del Fuego, que no retrocedía y seguía atacando como si nada. Hao contemplaba aquello riendo, cosa que enfureció más a su gemelo.
-¡Esto lo pagarás caro! –exclamó tomando impulso, mientras su espada se reducía a un tamaño normal, y antes de que Hao se diera cuenta, le atestaba un golpe en la cara con el puño, usando su posesión como distracción.
-¡MALDITO DESGRACIADO! –gritó el muchacho de pelo largo mientras su Espíritu rugía de ira al haber sido esquivado, sin darse cuenta que desde atrás Anna empezaba a rezar más rápido, arrojando el rosario, que fue a dar en el cuello del Espíritu del Fuego, quien al sentir las cuentas empezó a rugir con más enojo, tratando de quitárselas.
-¿Qué demonios? –se preguntó Hao asombrado.
-No te acuerdas del rosario de Firoke, ¿eh Hao? –dijo la itako burlonamente, observando como por el rostro del shaman pasaba un acceso de furia, juntando sus dedos- ¡AHORA! –exclamó. Las cuentas del rosario cambiaron a un tono rojo, cerrándose más y más en torno al cuello del Espíritu. Mientras tanto, Manta corría a rescatar a su prometida, quien yacía desmayada y rodeada de un pequeño círculo de fuego que el chico esquivó, colocándole en un brazo el conjuro que Kyouyama le había dado. Al instante este resplandeció de azul y un segundo después todo se sumía en la obscuridad sin tiempo, a la vez que el rosario estallaba y todo desaparecía.
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-Yoh, Anna, Manta, despierten –decía el ainu pasando por las narices de sus amigos un frasquito de sales. Poco a poco cada uno fue abriendo los ojos a su tiempo, que lo primero que captaron fueron los débiles rayos de luz del amanecer.
-Haruko...-musitó Oyamada con los ojos todavía cerrados. Como por arte de magia Lyserg, quien se había quedado dormido, respondió a esa palabra, y arremangándose su camisa llamó a Morphine.
Jun y Pilika ayudaron a Asakura y a su prometida a incorporarse, ya que los tres estaban débiles físicamente, pues aunque sus cuerpos no se habían ido, habían vaciado toda su fuerza corporal. Tamao mientras tanto, corrió a la cocina por té caliente, mantas y algo ligero para comer. El rubio era el único que no se dejaba cuidar, pues miraba expectante el péndulo de Lyserg, que permanecía quieto.
-¿Dónde está Haruko, Morphine? –preguntó el shaman. El péndulo osciló tembloroso durante un par de segundos, tras los cuales apuntó hacia el norte, manteniéndose firme como una cuerda. Manta se levantó y avanzó hacia la dirección marcada por el péndulo, a pesar de sentirse tan débil.
-No, Manta –dijo Ren acudiendo a detener a su amigo- Mejor descansa un poco.
-No mientras ella esté allá afuera perdida –dijo seriamente, con una mirada tan dura que Tao se detuvo sorprendido. Para su sorpresa, Diesel también se levantó, péndulo en mano.
-Yo iré con él –musitó.
-Y yo –corroboró el hermano de Pilika poniéndose en pie.
-Yo también –murmuró Ren.
-Por favor cuídense y vayan con cuidado –dijo Tamao temerosa, quien ya había llegado, y con ayuda de las demás chicas, preparaba un té rápido.
-Hao todavía puede estar afuera –sentenció Anna duramente al verlo partir por la puerta, a su lado un Yoh demasiado débil para afirmarlo, pues había sido vencido por el sueño.
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-Morphine dice que no debe de estar lejos –aseguró el muchacho de pelo verde avanzando por entre los árboles que rodeaban parte de las afueras de la mansión Asakura. Manta asintió cansado, a punto de caer con la raíz de un árbol. Por suerte, Tao lo sujetó justo a tiempo.
-¿Por qué mejor no dejas que Morphine nos guíe fuera del péndulo? –sugirió el shaman del hielo apartando unas ramas. Diesel asintió y liberó a su espíritu, que con mayor rapidez voló, instando a los jóvenes a que siguieran. Por unos minutos avanzó a mayor velocidad, perdiéndose de vista por unos breves momentos.
-¡Ahí está! –jadeó Oyamada cansado, al ver que el hada revoloteaba sobre un punto fijo, desde donde se podía ver a Haruko, inconsciente. Haciendo uso de sus última fuerzas su prometido corrió hacia ella, arrodillándose, sorprendido al encontrarla tan pálida, con un corte en su pantalón y varios moretones ligeros, así como una leve quemadura cerca de la cara.
-Se ve muy grave –dijo el inglés tristemente, mientras veía como el chico de ojos dorados colocaba a la muchacha en su espalda y emprendía con ella el camino de vuelta a la mansión. Manta suspiró deprimido.
-Yo no hice nada para ayudarla y por eso está así –musitó sin ponerse en pie, sin fuerzas ya para hacerlo.
-Estaría peor si no hubieras venido hasta acá por ella a pesar de no encontrarte bien –dijo Horo- Ahora Lyserg, ayúdame a levantar a Manta que no creo que pueda dar un paso más –agregó.
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-¿Y bien? ¿Cómo se encuentra? –preguntó Oyamada levantando la mirada de su plato de pastel que Tamao les había dado a él y a los demás pero que nadie comía, volteando a ver a la señora Kino y a Anna, que entraban en silencio al comedor.
-No es nada grave aparte de un buen resfriado y unos golpes pequeños –dijo la mujer mientras la prometida de Yoh le servía una taza de té- Quizás esté bastante asustada pero será todo.
-Ese ataque de Hao fue nuevo –murmuró Jun dejando su tenedor en la mesa- No se manifestó físicamente y atacó desde un punto mental...
-Eso es muy peligroso –sentenció Yohmei mientras alzaba su plato para que Tamamura le diera otra rebanada de la segunda torta de cumpleaños que la chica había preparado en caso de que faltara comida- El cuerpo se vacía de toda fuerza, y si no se tiene cuidado, la mente también. Es una técnica prohibida por los Oficiales del Torneo, pero ahora que se ha suspendido...Hao la ha puesto en práctica con esa inocente chica y con ustedes –agregó señalando con su tenedor a Asakura, Oyamada y Kyouyama- por ir a salvarla.
-Señora Kino...¿qué habría pasado si...si a Haruko le hubieran quitado la Visibilidad? –preguntó tímidamente Pilika mirando afligida a todos lados, sin notar que el rubio había desaparecido sigilosamente.
-Habría muerto –contestó la mujer- Ese Don está intrínsecamente unido al hilo de la vida, y la única forma de conseguirlo es matando.
-Pobre Manta –musitó Yoh saboreando su pastel- Ahora entiendo por qué estaba así de pálido, pero Haruko tuvo suerte, ¿verdad Manta? ¿Manta? –preguntó sorprendido. Su amigo no estaba.
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Tratando de no hacer ruido, un joven rubio descorrió poco a poco la puerta de la habitación en donde Haruko Kusume descansaba. La chica se encontraba profundamente dormida, extrañamente en una cómoda cama alta y no en un futón, con una yukata blanca puesta, y el rostro vuelto a su blanco normal. Lentamente Manta se acercó a la cama contemplando a Haruko en silencio, quien dormía ajena a cualquier cosa. Pensar que podría haber muerto, pensó el chico bajando la mirada e inconscientemente buscando una de las manos de porcelana de la joven...pensar que ella no existiría. ¿Sería como si nada hubiera pasado? se preguntó intranquilo; no, no habría sido lo mismo...ella sería otra víctima de Hao que vengar, pero a la vez sería de nuevo la libertad que Manta recobraría...¡pero él no quería! se reclamó enojándose. Su cerebro tardó en darse cuenta de lo que había meditado, hasta comprenderlo del todo. Con los ojos bien abiertos se alejó de la cama, no sin darse cuenta de que ya había entrelazado su mano con la de su prometida...¿qué él no quería que Haruko desapareciera? ¿Qué le estaba pasando? Si apenas hace unos días era una molestia y ahora...¿no se quería desprender de ella? Cierto que no matándola o que Hao la destruyera pero...¿se preocupaba por ella? Claro, era alguien con quien mantenía una relación y había estado en peligro? Aunque...¿llegar a un estado de desesperación al borde de las lágrimas, sacar fuerzas de la flaqueza para buscarla, sentirse de lo más bajo al no poder hacer nada por ella mas que mirar como sufría? ¿acaso antes había hecho algo así por alguien? ¿o había sentido algo así antes por alguna persona? Cada vez que su mente lo atosigaba con más respuestas cuya respuesta se negaba a decir, el chico retrocedía un paso más, atemorizado. No, no quería afrontar aquello que sentía hacia Haruko. No, lo haría retroceder y desaparecer...o por lo menos mantenerlo a raya...cualquier cosa...
-No es posible –se dijo palideciendo- Esto no puede ser posible. Ella...yo...es decir...imposible...somos diferentes...Haruko...ella no...nuestros padres han de haber estado locos...además...no hay compatibilidad...no hay...no hay...
-¿No hay modo de que dejes de monologuear, sueltes mi mano y me traigas un pedazo de pastel? –preguntó una voz tímidamente. Oyamada giró la cabeza sintiendo el calor irradiando en sus mejillas, que intentó desaparecer moviendo la cabeza; Haruko lo observaba extrañada, ligeramente ruborizada al a vez que con su mano libre soltaba uno a uno los dedos con que el joven la sostenía.
-¡Haruko! ¡Estás bien! –exclamó a punto de abrazarla, pero se contuvo fuertemente, sobre todo al ver que su rostro se sorprendía- Es decir...que bueno que te recuperaste –se corrigió poniéndose serio- A mis padres les hubiera preocupado mucho el verte mal.
Ella asintió lenta e indiferentemente, ya libre su mano, con una mueca en la boca que indicaba que no se había creído del todo aquellas palabras.
-Manta...lamento haber arruinado tu cumpleaños –dijo tras unos momentos de silencio- No sabía que eso pasaría. Lo siento mucho.
-Descuida –respondió el chico- Después de todo no estuvo tan mal....es decir, el ajedrez y el pócar contra Lyserg fueron interesantes después de todo –agregó, a lo que ella sonrió ligeramente.
-Entonces...¿me vas a traer mi pastel? –preguntó de mejor humor. Manta rió y asintió, saliendo de la habitación rápidamente. Entre más se alejaba y caminaba hacia la cocina, sentía como su corazón saltaba desbocado de alegría por alguna razón. No quería saber cual, o más bien, la ignoraba, pero en esos momentos lo único que quería hacer era conseguir un pedazo de pastel, aunque tuviera que enfrentarse a Hao de nuevo.
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-Es hora de partir abuela, gracias por todo –dijo Yoh horas más tarde haciendo una reverencia a la Sra. Kino y al Sr. Yohmei, quienes asintieron. Los demás hicieron lo mismo, solo que con una inclinación de cabeza.
-Nos alegra que haya disfrutado su estancia joven Yoh –musitó Tamao sonrojada- es decir....oo que hayan todos disfrutado el fin de semana –rectificó al ver a Anna- aunque la señorita Haruko se haya lastimado.
Haruko se echó a reír y le estrechó la mano a Tamao.- Ya ves Tamao, los indigentes estamos a merced de todo –se burló, haciendo que Tamamura se pusiera roja al recordar lo que había dicho sobre la inglesa al haber llegado.
-Lo mejor será que se vayan a Funbarigaoka directo –dijo Yohmei entornando los ojos hacia el caminito que conducía a la mansión Asakura- Es por eso que les mandé pedir un transporte privado –agregó mirando a Haruko a hurtadillas- para que no los sorprenda algo malo en el camino. –Los chicos asintieron asombrados, cuando vieron que minutos más tarde una extraña limosina bastante amplia se estacionaba enfrente de ellos. Jun la observó de cerca y señaló unas extrañas banderillas que el coche portaba.
-¿Conjuros para alejar al mal? –preguntó asombrada.
-Es mejor prevenir que lamentar –sentenciaron al unísono los abuelos de Yoh.
Todos se despidieron alegremente a pesar de no haber pasado un fin de semana tan divertido como esperaban, pero pasando un buen rato con sus buenos y malos momentos. Rápidamente los jóvenes se subieron al coche y se acomodaron, siendo los últimos Haruko y Manta, quien le ayudó a la chica a subirse, pues ésta todavía se sentía algo débil. Así, el grupo de despidió de Isumo bajo la tranquila luz del atardecer que se iba vistiendo de noche, esperando que mañana se iniciaran las clases del nuevo ciclo escolar.
Continuará...
Neko: Holis minna! Pues he aquí un capítulo nuevo para vos espero (como siempre nñ) que les guste, que yo por mi parte he andado escribiendo en mis fics O más que antes debido a mis vacaciones ojalá y vos también Como sea -.- mejor vamos a los revis U
Loconexión: Me alegra que te guste más este fic tomodachi - para mi es algo así como "orgullo de autora" XD lograr atraer el gusto del público...jejeje Oh si! Cualquier enemigo del grunge merece un GRAN castigo ¬u¬ Todos arrodíllense ante el grunge y Nirvana!!!! XD Y pues ya se supo que pasó entre Hao y Haruko...aunque realmente no acabó muy bien oO
Shinjitsu: Hermanito! o Qué bien que te guste mucho este fic! O.o Si, parece que Haruko tendrá pesadillas, aunque quien sabe...y Manta si fue por ella o...no, aquí no creo que saque habilidades como shaman, eso lo dejo a tu fic nn Yo también lo extraño!
Daina-chan: Opino lo mismo tomodachi, Haruko es genial! Aunque ahora haya sufrido un poco con Hao o.o pero al final Lyserg ayudó ...o-o por lo menos no me preocupa tanto la amenaza O-O con esto de las vacaciones, creo u.u
Neko: Pues esto fue todo por hoy, diviértanse mucho y tomen mucha malteada de vainilla por mi O Adiosín!
Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei...lo demás es mío.
7.- El rosario de Firoke.
-¡ABUELA, VEN RÁPIDO! –gritó Yoh apenas puso un pie en la mansión Asakura. Kino apareció casi al instante, visiblemente asombrada por el grito de su nieto. Atrás de él, estaban Manta y Anna. El rubio tenía una expresión en el rostro indescriptible, sus labios temblando y su piel palideciendo cada vez más y más.
-¿Qué es lo que pasa, Yoh? ¿Quién desapareció? –preguntó Yohmei, que también aparecía en el jardín de la mansión, seguido de Jun, Pilika, Ren y Horo Horo, que se habían preocupado al oír el grito de Asakura.
Todos miraron expectantes a los tres jóvenes, especialmente a Manta, quien habló.
-Haruko.
Los Tao bajaran la vista entristecidos y los norteños se mantenían preocupados. Eso no fue nada cuando Anna decidió hablar. Nunca se había visto más fría, como si su enojo aunado al dolor y preocupación congelaran sus acciones.
-Fue Hao. Él se la llevó.
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-Haruko Kusume...despierta ya.
Poco a poco los párpados de una joven de pelo negro se iban levantando, revelando sus extraños ojos azul obscuro. Lentamente, la chica se incorporó, tratando de saber en donde estaba, mas todas las siluetas con que se topaban sus ojos se veían borrosas, quizás por el calor que hacía en ese lugar, que todavía no sabía cual era.
-No te preocupes, no estamos lejos de casa –habló de nuevo la voz, con un tono burlón y alegre. Haruko giró la cabeza para encontrarse con el dueño de esa voz, un chico un poco más alto que ella, envuelto en un poncho y de largo pelo castaño.
-Tú eres Hao –dijo firmemente, frunciendo el ceño y levantándose, pero se sentía tan débil que rápidamente habría caído al suelo de no ser por el joven, que la sostuvo antes que nada y se arrodilló a su lado, colocándola en su regazo.
-Veo que te han informado lo bastante sobre mi –dijo melosamente el muchacho pasando una mano por la mejilla de la joven, quien sintió aquel gesto como el de una serpiente, suave y delicado, mas había que ser cauteloso, como si realmente fuera una.
-¿Qué quieres de mi? –preguntó apartándose de Hao, a quien le divirtió aquella acción.
-Tú tienes algo que yo quiero y que casi nadie tiene...-susurró levantándose lentamente- Algo que he buscado por largos años.
-¿La Visibilidad Espiritual, verdad?
-Incluso Anna te ha dicho como se llama, que lista –celebró el shaman viéndola cada vez más burlón- En verdad...es un don muy raro ese que tú tienes...es eso lo que no te hace igual a los insignificantes mortales...tú no eres diminuta –agregó. Haruko la devolvió la mirada fulminante, a lo que Hao sonrió como si todo aquello no fuera más que un juego. Con un solo movimiento chasqueó los dedos, y al instante una pequeña daga de fuego rozó a Haruko, lastimándole la pierna.
-Te lo has merecido –dijo cambiando la voz a un tono más duro- Si no te resistieras tanto mentalmente te podría hacer convertido en mi consorte...mi reina...pero veo que prefieres a ese amigo de Yoh. –murmuró en voz baja, ahora al lado de Haruko, mirándola condescendientemente.
-Prefiero a Manta mil veces que estar al lado de alguien como tú –replicó la chica escupiendo a los pies del muchacho. Su mirada cambió a una temible, tomando a la muchacha del brazo y apretándole tanto que esta soltó un grito.
-No seguiré fingiendo que soy bueno Haruko. Ahora dime, ¿dónde hay más espíritus malignos para que el Espíritu del Fuego los devore? –preguntó rechinando los dientes. La chica se resistió cerrando los ojos fuertemente, pero después, poco a poco los abrió.
-No te voy a decir.
-¡DÍMELO! –rugió Hao levantándola bruscamente.
-No! –exclamó en un quejido.
-¿Entonces quieres que tus amiguitos sufran? –preguntó el shaman con aquella voz dulce de nuevo- No es muy bueno estar solita...¿verdad? Sabes bien a lo que me refiero –agregó viendo como por el rostro de la muchacha cruzaba una mezcla momentánea de dolor y tristeza. Aún así, Haruko siguió sosteniéndole la mirada.
-Ellos no son mis amigos –mintió fríamente, con la esperanza de que el joven le creyera, mas en cambio solo se echó a reír.
-No me engañas niña débil –murmuró en su oído- Ya que no quieres ayudarme a ser más poderoso tendré que usar otro método...matarte.
-No te atreves –respondió la muchacha altivamente.
-Quizás yo no quiera mancharme las manos de sangre –admitió Hao riendo- Pero a mi Espíritu del Fuego no le importaría...me parece que le apetecería mucho un bocadillo tan poderoso. Así tendría más fuerza y mejoraría más, además de que contaría con tu Visibilidad Espiritual y sería invencible. –Haruko retuvo el aire, mitad enfurecida mitad nerviosa. Ese sujeto tenía un no sé qué que le repudiaba y fascinaba a la vez; quizás por el hecho de que el quería algo de ella, pero que la mataría para obtenerlo. El chico la soltó y ella cayó de nuevo al suelo estrepitosamente.
-¡Espíritu del Fuego! –exclamó Hao. En menos de un segundo su espíritu acompañante se apareció, y el shaman se acomodó en una se sus manos para que lo acomodara en su hombro.- Mira Espíritu del Fuego, ¿ves a esa mortal enfrente de ti? Devórala –subrayó maliciosamente- Que no quede ni un pedacito de ella, no vayas a desperdiciar sus dones –rió malévolamente.
La chica observó como el Espíritu del Fuego rugía como si fuera una llamarada y se abalanzaba sobre ella. Por instinto echó a correr en dirección contraria, pero el espíritu parecía saberlo, pues avanzaba hacia donde la chica iba, bloqueando su camino con bolas de fuego que poco a poco le iban dejando un espacio cada vez más reducido.
-No te resistas que así será más doloroso –dijo Hao mirando divertido como Haruko corría desesperada y tropezaba dolorosamente, sin levantarse.
La muchacha alzó la mirada, antes de examinar su tobillo torcido. Ahí, encima de ella estaba a poca distancia la cabeza del Espíritu del Fuego. Las llamas que despedía hacían que sintiera más calor y la sangre se agolpara en su cabeza, haciendo que se mareara. Ya parecía inevitable, el calor era cada vez más intenso...ahora ella caía de bruces contra el suelo...el espíritu abría sus enormes fauces...una enorme espada de samurai se interponía entre ella y el espíritu.
-¡Técnica de Amida!
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-Joven Manta, por favor cálmese; está muy pálido, respire por favor –suplicaba Tamao a punto de llorar mientras ofrecía con manos nerviosas un té a Oyamada, quien seguía con el rostro inexpresivo, intentando negar con la cabeza. Todos lo miraron afligidos, mientras Tamamura suspiraba desconsolada y se alejaba de la mesita de la sala de estar, tomando su lugar a una distancia más lejana, enfrente de su tablita de adivinación.
-Ya sabes qué hacer Tamao –dijo Anna fríamente- Busca a Hao.
La joven de pelo rosa asintió, llamando a sus espíritus, que entraron en la tabla de madera, que empezó a brillar.
-Hao –susurró Tamao moviendo por la tabla dos monedas benditas, que parecían escaparse de sus dedos de tan rápido que se movían por todas las direcciones del tablero. Finalmente, todos observaron que el movimiento disminuía y la tabla dejaba de brillar, mostrando a la muchacha bastante agitada.
-¿Qué pasó? –preguntó Yoh nervioso.
-Hao no está lejos de aquí –susurró temerosa- Anda por los alrededores de la mansión Asakura...
-Bien, eso nos servirá –dijo la sacerdotisa poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
-¿Qué vas a hacer? –preguntaron al unísono Jun y Pilika. Su pregunta quedó respondida cuando Kyouyama entró tan precipitadamente como había salido, sosteniendo entre sus manos un enorme rosario con cuentas del color del fuego.
-Este es el rosario Firoke –explicó arrodillándose- Como el fuego, destruye todo lo que está a su paso...Hao es algo así como su igual y su rival al poseer el mismo poder con el Espíritu del Fuego.
-¿Lo derrotarás? –inquirió Lyserg, quien ya hacia rato que había salido del estanque y ahora, ya envuelto en ropa cálida, examinaba el rosario.
-No estoy segura si podrá destruir a un shaman tan poderoso.
-¿Entones qué te propones? –preguntó Ren Tao arqueando una ceja.
-Lo usaré para cercar la zona en la que probablemente Hao y Haruko se encuentren, de acuerdo a las adivinaciones de Tamao, para que se destruya todo lo que esté en ese lugar. Para que Haruko no corra con ese riesgo he decidido mandar a nivel mental a Yoh y a Manta, quien le aplicará este conjuro –agregó mientras le extendía al rubio un pedazo de papel con grabados japoneses, que destellaba en las orillas con un color azul pálido- a nuestra amiga para que no sea destruida, y así después podamos ir al bosque y recuperar su cuerpo, pues Hao la tiene atrapada mentalmente.
-Yo te ayudaré con eso –dijo el inglés mostrando su péndulo.
-Entonces es hora, Tamao –murmuró Anna arrodillándose enfrente de la chica de pelo rosa, quedando la tabla de adivinación en medio de ellas. Con gestos les indicó a su prometido y a Manta que se pusieran cada uno de su lado, tomando la mano de cada uno.
-Recuerda aplicar bien el conjuro para que no se caiga, Manta –dijo la chica Tao entrelazando las manos. El joven asintió y cerró los ojos al igual que Asakura. Por su parte, la rubia ya se había colocado el rosario de Firoke alrededor de su cuello, en lo que Tamao colocaba sus monedas en la tabla y llamaba a Konchi y Ponchi.
-Muéstrenme en donde está Hao –ordenó. La tabla se revistió de una luz blanca que inundó la habitación e hizo que todos cerraran los ojos para evitar el destello cegador. Inmediatamente el resplandor se desvaneció, y para cuando los Tao y los norteños abrieron los ojos, tanto la sacerdotisa como los muchachos yacían en el suelo (al parecer Anna estaba en un profundo trance, pues su aura roja brillaba) inconscientes. Tamao seguía arrodillada, los ojos cerrados, concentrada en su tabla de adivinación a la vez que no dejaba de rezar.
-¿Qué sucedió? –preguntó la hermana de Horo Horo cubriéndose la boca con las manos. Jun soltó un gritito mientras su hermano se inclinaba a examinar los rostros de sus amigos.
-Se han ido.
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Manta Oyamada entornó la mirada cubriéndose parte de la cara con una mano, aunque fue un intento inútil, pues por más que se esforzara todo se seguía viendo borroso, excepto los rostros de Anna y su prometido, que estaban a su lado.
-Vamos –dijo la sacerdotisa sosteniendo el rosario de Firoke entre sus manos. Los jóvenes asintieron e Yoh llamó a su espíritu, formando la posesión de objetos en segundo grado. Pronto los tres adolescentes avanzaban por tramos cortos a través de ese extraño lugar en el que el calor se incrementaba. La itako era quien los guiaba, guiándose por sus rezos.
-No estamos lejos –dijo pasándose una mano por la húmeda frente. Los muchachos asintieron, y no habían avanzado muchos metros cuando oyeron la voz de Hao.
-¡DÍMELO!
Los tres voltearon a verse el uno al otro, y como por común acuerdo echaron a correr al mismo tiempo. No les fue difícil encontrar al gemelo de Yoh, quien, subido en su Espíritu del Fuego, amenazaba a Haruko, quien intentaba huir de las bolas de fuego que el Espíritu mandaba. Al rubio le rechinaron los dientes de furia al ver semejante espectáculo. Volteando a ver a su amigo, no fue necesario intercambiar palabras para que el shaman usará sus poderes. Kyouyama por su parte echó a correr en otra dirección, empezando a rezar.
-¡Técnica de Amida!
Hao Asakura volteó sorprendido al ver a su hermano usando su espada contra el Espíritu de Fuego, mas su expresión cambio a una divertida.
-¡Hermanito! –exclamó fingiendo alegría- No me asombra que hayas venido a rescatar a la prometida de tu amigo –murmuró entre dientes- Lo siento pero llegaste tarde, ahora Haruko morirá.
-¡ESO NUNCA! –bramaron al unísono Yoh y Manta, en lo que el shaman seguía usando su espada para atacar al Espíritu del Fuego, que no retrocedía y seguía atacando como si nada. Hao contemplaba aquello riendo, cosa que enfureció más a su gemelo.
-¡Esto lo pagarás caro! –exclamó tomando impulso, mientras su espada se reducía a un tamaño normal, y antes de que Hao se diera cuenta, le atestaba un golpe en la cara con el puño, usando su posesión como distracción.
-¡MALDITO DESGRACIADO! –gritó el muchacho de pelo largo mientras su Espíritu rugía de ira al haber sido esquivado, sin darse cuenta que desde atrás Anna empezaba a rezar más rápido, arrojando el rosario, que fue a dar en el cuello del Espíritu del Fuego, quien al sentir las cuentas empezó a rugir con más enojo, tratando de quitárselas.
-¿Qué demonios? –se preguntó Hao asombrado.
-No te acuerdas del rosario de Firoke, ¿eh Hao? –dijo la itako burlonamente, observando como por el rostro del shaman pasaba un acceso de furia, juntando sus dedos- ¡AHORA! –exclamó. Las cuentas del rosario cambiaron a un tono rojo, cerrándose más y más en torno al cuello del Espíritu. Mientras tanto, Manta corría a rescatar a su prometida, quien yacía desmayada y rodeada de un pequeño círculo de fuego que el chico esquivó, colocándole en un brazo el conjuro que Kyouyama le había dado. Al instante este resplandeció de azul y un segundo después todo se sumía en la obscuridad sin tiempo, a la vez que el rosario estallaba y todo desaparecía.
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-Yoh, Anna, Manta, despierten –decía el ainu pasando por las narices de sus amigos un frasquito de sales. Poco a poco cada uno fue abriendo los ojos a su tiempo, que lo primero que captaron fueron los débiles rayos de luz del amanecer.
-Haruko...-musitó Oyamada con los ojos todavía cerrados. Como por arte de magia Lyserg, quien se había quedado dormido, respondió a esa palabra, y arremangándose su camisa llamó a Morphine.
Jun y Pilika ayudaron a Asakura y a su prometida a incorporarse, ya que los tres estaban débiles físicamente, pues aunque sus cuerpos no se habían ido, habían vaciado toda su fuerza corporal. Tamao mientras tanto, corrió a la cocina por té caliente, mantas y algo ligero para comer. El rubio era el único que no se dejaba cuidar, pues miraba expectante el péndulo de Lyserg, que permanecía quieto.
-¿Dónde está Haruko, Morphine? –preguntó el shaman. El péndulo osciló tembloroso durante un par de segundos, tras los cuales apuntó hacia el norte, manteniéndose firme como una cuerda. Manta se levantó y avanzó hacia la dirección marcada por el péndulo, a pesar de sentirse tan débil.
-No, Manta –dijo Ren acudiendo a detener a su amigo- Mejor descansa un poco.
-No mientras ella esté allá afuera perdida –dijo seriamente, con una mirada tan dura que Tao se detuvo sorprendido. Para su sorpresa, Diesel también se levantó, péndulo en mano.
-Yo iré con él –musitó.
-Y yo –corroboró el hermano de Pilika poniéndose en pie.
-Yo también –murmuró Ren.
-Por favor cuídense y vayan con cuidado –dijo Tamao temerosa, quien ya había llegado, y con ayuda de las demás chicas, preparaba un té rápido.
-Hao todavía puede estar afuera –sentenció Anna duramente al verlo partir por la puerta, a su lado un Yoh demasiado débil para afirmarlo, pues había sido vencido por el sueño.
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-Morphine dice que no debe de estar lejos –aseguró el muchacho de pelo verde avanzando por entre los árboles que rodeaban parte de las afueras de la mansión Asakura. Manta asintió cansado, a punto de caer con la raíz de un árbol. Por suerte, Tao lo sujetó justo a tiempo.
-¿Por qué mejor no dejas que Morphine nos guíe fuera del péndulo? –sugirió el shaman del hielo apartando unas ramas. Diesel asintió y liberó a su espíritu, que con mayor rapidez voló, instando a los jóvenes a que siguieran. Por unos minutos avanzó a mayor velocidad, perdiéndose de vista por unos breves momentos.
-¡Ahí está! –jadeó Oyamada cansado, al ver que el hada revoloteaba sobre un punto fijo, desde donde se podía ver a Haruko, inconsciente. Haciendo uso de sus última fuerzas su prometido corrió hacia ella, arrodillándose, sorprendido al encontrarla tan pálida, con un corte en su pantalón y varios moretones ligeros, así como una leve quemadura cerca de la cara.
-Se ve muy grave –dijo el inglés tristemente, mientras veía como el chico de ojos dorados colocaba a la muchacha en su espalda y emprendía con ella el camino de vuelta a la mansión. Manta suspiró deprimido.
-Yo no hice nada para ayudarla y por eso está así –musitó sin ponerse en pie, sin fuerzas ya para hacerlo.
-Estaría peor si no hubieras venido hasta acá por ella a pesar de no encontrarte bien –dijo Horo- Ahora Lyserg, ayúdame a levantar a Manta que no creo que pueda dar un paso más –agregó.
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-¿Y bien? ¿Cómo se encuentra? –preguntó Oyamada levantando la mirada de su plato de pastel que Tamao les había dado a él y a los demás pero que nadie comía, volteando a ver a la señora Kino y a Anna, que entraban en silencio al comedor.
-No es nada grave aparte de un buen resfriado y unos golpes pequeños –dijo la mujer mientras la prometida de Yoh le servía una taza de té- Quizás esté bastante asustada pero será todo.
-Ese ataque de Hao fue nuevo –murmuró Jun dejando su tenedor en la mesa- No se manifestó físicamente y atacó desde un punto mental...
-Eso es muy peligroso –sentenció Yohmei mientras alzaba su plato para que Tamamura le diera otra rebanada de la segunda torta de cumpleaños que la chica había preparado en caso de que faltara comida- El cuerpo se vacía de toda fuerza, y si no se tiene cuidado, la mente también. Es una técnica prohibida por los Oficiales del Torneo, pero ahora que se ha suspendido...Hao la ha puesto en práctica con esa inocente chica y con ustedes –agregó señalando con su tenedor a Asakura, Oyamada y Kyouyama- por ir a salvarla.
-Señora Kino...¿qué habría pasado si...si a Haruko le hubieran quitado la Visibilidad? –preguntó tímidamente Pilika mirando afligida a todos lados, sin notar que el rubio había desaparecido sigilosamente.
-Habría muerto –contestó la mujer- Ese Don está intrínsecamente unido al hilo de la vida, y la única forma de conseguirlo es matando.
-Pobre Manta –musitó Yoh saboreando su pastel- Ahora entiendo por qué estaba así de pálido, pero Haruko tuvo suerte, ¿verdad Manta? ¿Manta? –preguntó sorprendido. Su amigo no estaba.
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Tratando de no hacer ruido, un joven rubio descorrió poco a poco la puerta de la habitación en donde Haruko Kusume descansaba. La chica se encontraba profundamente dormida, extrañamente en una cómoda cama alta y no en un futón, con una yukata blanca puesta, y el rostro vuelto a su blanco normal. Lentamente Manta se acercó a la cama contemplando a Haruko en silencio, quien dormía ajena a cualquier cosa. Pensar que podría haber muerto, pensó el chico bajando la mirada e inconscientemente buscando una de las manos de porcelana de la joven...pensar que ella no existiría. ¿Sería como si nada hubiera pasado? se preguntó intranquilo; no, no habría sido lo mismo...ella sería otra víctima de Hao que vengar, pero a la vez sería de nuevo la libertad que Manta recobraría...¡pero él no quería! se reclamó enojándose. Su cerebro tardó en darse cuenta de lo que había meditado, hasta comprenderlo del todo. Con los ojos bien abiertos se alejó de la cama, no sin darse cuenta de que ya había entrelazado su mano con la de su prometida...¿qué él no quería que Haruko desapareciera? ¿Qué le estaba pasando? Si apenas hace unos días era una molestia y ahora...¿no se quería desprender de ella? Cierto que no matándola o que Hao la destruyera pero...¿se preocupaba por ella? Claro, era alguien con quien mantenía una relación y había estado en peligro? Aunque...¿llegar a un estado de desesperación al borde de las lágrimas, sacar fuerzas de la flaqueza para buscarla, sentirse de lo más bajo al no poder hacer nada por ella mas que mirar como sufría? ¿acaso antes había hecho algo así por alguien? ¿o había sentido algo así antes por alguna persona? Cada vez que su mente lo atosigaba con más respuestas cuya respuesta se negaba a decir, el chico retrocedía un paso más, atemorizado. No, no quería afrontar aquello que sentía hacia Haruko. No, lo haría retroceder y desaparecer...o por lo menos mantenerlo a raya...cualquier cosa...
-No es posible –se dijo palideciendo- Esto no puede ser posible. Ella...yo...es decir...imposible...somos diferentes...Haruko...ella no...nuestros padres han de haber estado locos...además...no hay compatibilidad...no hay...no hay...
-¿No hay modo de que dejes de monologuear, sueltes mi mano y me traigas un pedazo de pastel? –preguntó una voz tímidamente. Oyamada giró la cabeza sintiendo el calor irradiando en sus mejillas, que intentó desaparecer moviendo la cabeza; Haruko lo observaba extrañada, ligeramente ruborizada al a vez que con su mano libre soltaba uno a uno los dedos con que el joven la sostenía.
-¡Haruko! ¡Estás bien! –exclamó a punto de abrazarla, pero se contuvo fuertemente, sobre todo al ver que su rostro se sorprendía- Es decir...que bueno que te recuperaste –se corrigió poniéndose serio- A mis padres les hubiera preocupado mucho el verte mal.
Ella asintió lenta e indiferentemente, ya libre su mano, con una mueca en la boca que indicaba que no se había creído del todo aquellas palabras.
-Manta...lamento haber arruinado tu cumpleaños –dijo tras unos momentos de silencio- No sabía que eso pasaría. Lo siento mucho.
-Descuida –respondió el chico- Después de todo no estuvo tan mal....es decir, el ajedrez y el pócar contra Lyserg fueron interesantes después de todo –agregó, a lo que ella sonrió ligeramente.
-Entonces...¿me vas a traer mi pastel? –preguntó de mejor humor. Manta rió y asintió, saliendo de la habitación rápidamente. Entre más se alejaba y caminaba hacia la cocina, sentía como su corazón saltaba desbocado de alegría por alguna razón. No quería saber cual, o más bien, la ignoraba, pero en esos momentos lo único que quería hacer era conseguir un pedazo de pastel, aunque tuviera que enfrentarse a Hao de nuevo.
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-Es hora de partir abuela, gracias por todo –dijo Yoh horas más tarde haciendo una reverencia a la Sra. Kino y al Sr. Yohmei, quienes asintieron. Los demás hicieron lo mismo, solo que con una inclinación de cabeza.
-Nos alegra que haya disfrutado su estancia joven Yoh –musitó Tamao sonrojada- es decir....oo que hayan todos disfrutado el fin de semana –rectificó al ver a Anna- aunque la señorita Haruko se haya lastimado.
Haruko se echó a reír y le estrechó la mano a Tamao.- Ya ves Tamao, los indigentes estamos a merced de todo –se burló, haciendo que Tamamura se pusiera roja al recordar lo que había dicho sobre la inglesa al haber llegado.
-Lo mejor será que se vayan a Funbarigaoka directo –dijo Yohmei entornando los ojos hacia el caminito que conducía a la mansión Asakura- Es por eso que les mandé pedir un transporte privado –agregó mirando a Haruko a hurtadillas- para que no los sorprenda algo malo en el camino. –Los chicos asintieron asombrados, cuando vieron que minutos más tarde una extraña limosina bastante amplia se estacionaba enfrente de ellos. Jun la observó de cerca y señaló unas extrañas banderillas que el coche portaba.
-¿Conjuros para alejar al mal? –preguntó asombrada.
-Es mejor prevenir que lamentar –sentenciaron al unísono los abuelos de Yoh.
Todos se despidieron alegremente a pesar de no haber pasado un fin de semana tan divertido como esperaban, pero pasando un buen rato con sus buenos y malos momentos. Rápidamente los jóvenes se subieron al coche y se acomodaron, siendo los últimos Haruko y Manta, quien le ayudó a la chica a subirse, pues ésta todavía se sentía algo débil. Así, el grupo de despidió de Isumo bajo la tranquila luz del atardecer que se iba vistiendo de noche, esperando que mañana se iniciaran las clases del nuevo ciclo escolar.
Continuará...
Neko: Holis minna! Pues he aquí un capítulo nuevo para vos espero (como siempre nñ) que les guste, que yo por mi parte he andado escribiendo en mis fics O más que antes debido a mis vacaciones ojalá y vos también Como sea -.- mejor vamos a los revis U
Loconexión: Me alegra que te guste más este fic tomodachi - para mi es algo así como "orgullo de autora" XD lograr atraer el gusto del público...jejeje Oh si! Cualquier enemigo del grunge merece un GRAN castigo ¬u¬ Todos arrodíllense ante el grunge y Nirvana!!!! XD Y pues ya se supo que pasó entre Hao y Haruko...aunque realmente no acabó muy bien oO
Shinjitsu: Hermanito! o Qué bien que te guste mucho este fic! O.o Si, parece que Haruko tendrá pesadillas, aunque quien sabe...y Manta si fue por ella o...no, aquí no creo que saque habilidades como shaman, eso lo dejo a tu fic nn Yo también lo extraño!
Daina-chan: Opino lo mismo tomodachi, Haruko es genial! Aunque ahora haya sufrido un poco con Hao o.o pero al final Lyserg ayudó ...o-o por lo menos no me preocupa tanto la amenaza O-O con esto de las vacaciones, creo u.u
Neko: Pues esto fue todo por hoy, diviértanse mucho y tomen mucha malteada de vainilla por mi O Adiosín!
