La prometida de Manta Oyamada.
Shaman King pertenece a Hiroyuki Takei...lo demás es mío.
10.- Dramas de la vida real.
-Ya llegamos –dijo Keiko suavemente, empujando la puerta de la mansión Oyamada, acompañada de Mannoko, en aquella tranquila tarde de otoño. No recibió respuesta de su hijo, quien había llegado del colegio más temprano, y que en esos momentos se encontraba echado en el sofá, tocando la guitarra distraídamente, con un gesto de profunda melancolía impreso en su cara. Al verlo, la mujer soltó un profundo suspiro triste.
- ¿Sigues sin saber nada? –preguntó acercándose a la sala con cuidado.
El rubio la miró brevemente y después negó con la cabeza, levantándose bruscamente.
-Ya pasaron dos semanas ¿dónde puede estar? –inquirió Keiko apoyando su mejilla en una de sus manos con cara preocupada- No ha asistido a clases, no ha llamado a la casa y nadie de nuestros conocidos la ha visto. Manta, no sé si ella está bien o qué le ha pasado...Y la policía sigue sin darnos respuestas...desaparecida de un día para otro...me preocupa mucho Haruko.
-¿Y crees que a mi no? –le espetó el chico elevando la voz, dedicándole a su madre una mirada enojada, antes de subir a las escaleras. Esa mirada no era de enojo contra Haruko, sino contra sí mismo...por haberla alejado de la casa y de él, que era lo que no quería...y que hizo. Oyamada caminó hacia su cuarto, pero de repente cambió de parecer y entró al de su prometida. Al empujar la perilla, el loco pensamiento de que ella estaría ahí, recostada sobre su cama leyendo con la radio a todo volumen o tocando su guitarra, llenó su mente, mas al estar dentro de la habitación se esfumó.
Todo seguía tal y como ella lo había dejado; incluso persistía un ligerísimo olor a incienso. Manta suspiró apesadumbrado, sentándose en la cama de la muchacha, cuyas sábanas todavía estaban revueltas, como era la costumbre de la inglesa. Sobre la cama habían varias prendas de ropa, y en el piso varios zapatos. En el tocador estaban los frascos de perfumes que usaba y demás cosas, incluso las sombras negras que había usado el Día de Brujas. Y el espejo seguía abarrotado de imágenes en los alrededores, como siempre, sobresaliendo la foto en la que estaba con su familia cuando era pequeña. Manta se acercó para agarrarla, pero en un abrir y cerrar de ojos dio tremendo golpe en el piso al caer por pisar algo en lo que no se había dado cuenta.
El joven se levantó a medias del piso, adolorido por la caída. Levantándose con cuidado, buscó en el piso la causa de tremenda caída, sus ojos encontrándose con una patineta bastante usada asomando debajo de la cama de Haruko en uno de sus extremos. Curioso, el muchacho la levantó del suelo, y al mirarla por completo, una sonrisa triste iluminó su rostro al recordar en donde la había visto anteriormente.
Flash Back
-¡Wow! Haruko, andar en patineta se ve realmente emocionante! –exclamó Mannoko entusiasmadamente aquélla tarde en que la chica de ojos azules usaba su patineta enfrente de la Mansión Oyamada. Manta también se encontraba ahí, sentado en la banqueta al lado de su hermana, practicando con su violín. Era una escena algo extraña, sobre todo con el atardecer cubriéndolos con sus rayos. La inglesa se encogió de hombros ante el comentario de la que sería si futura cuñada, riendo.
-No es tan difícil –dijo mientras se montaba en su patineta y avanzaba hacia una especie de plano inclinado que había puesto en medio de la calle para practicar- Es sólo cuestión de equilibrio y un poco de destreza –aseguró saltando del plano inclinado a la calle, haciendo girar su patineta en el acto (N. de A.: U No estoy muy segura de si me explico bien a lo que Haruko realiza, pues no sé muy bien como se llaman las acrobacias con patineta nñ Mil disculpas) –Incluso Manta podría hacerlo –remató levantando la patineta y sentándose en la banqueta al lado de la chica. El mencionado levantó la mirada ofendido.
-¿Qué quieres decir con que "incluso yo puedo hacerlo"?
-Bueno, que hasta los chicos que no saben pueden usar la patineta –respondió ella divertida.
-¬¬ ¿Insinúas que soy un ignorante?
-Yo no dije eso =P
-¬¬ Dame esa patineta! –exclamó poniéndose en pie. Haruko lo imitó entregándole su patineta, que estaba muy usada y llena en la parte de abajo con calcomanías de guitarras y grupos tipo Nirvana y Sex Pistols. Su prometido puso un pie en ella, intentando no parecer nervioso- Bien, ¿y ahora qué hago?
-Ayúdate a echarla a andar con tu otro pie y verás como vas avanzando; con tu pie te impulsas a la velocidad que quieras, así de simple –respondió la muchacha. El rubio asintió siguiendo sus instrucciones. En realidad era muy fácil, como había dicho la joven. Manta avanzó un par de metros sin vacilar, y su hermana lo celebró palmoteando entusiasmada.
-¡Bravo!
-No está mal –opinó Haruko sonriéndole. Su prometido le devolvió la sonrisa por unos segundos, evitando sonrojarse.
-No es nada –dijo henchido de orgullo- Puedo hacer más –y sin esperar más, avanzó con la patineta hacia la pequeña rampa inclinada que la de cabello negro había hecho.
-Manta, no creo que sea buena idea –murmuró la inglesa al verlo avanzar demasiado confiado- Primero deberías practicar más...
-¡Bah! Si esto es cosa de niños, tú dijiste que cualquier podía hacerlo...
-Hermano, deberías escuchar a Haruko. Ella sabe más que tú sobre eso .
-Primero observa esto, Mannoko, y después te enseñaré un par de trucos –el chico tomó impulso, y avanzó velozmente hacia la rampa, pretendiendo saltar y hacer girar la patineta en el aire, tal como Haruko había hecho.
¡CRASH!
-.. Haruko...mi hermano por lo menos intento hacerlo, así que cuenta, no?
-La esperanza es lo último que muere --U
Fin del Flash Back
Una cicatriz en el brazo era el recuerdo de aquella accidentada tarde para él. Oyamada sonrió al recordar su estrepitosa caída, que le había valido una semana entera de burla por parte de su hermana. Y de Haruko, pensó triste, si el no se hubiera enojado con ella al verla reírse de él.
-Basta –murmuró fríamente volviendo a la realidad. Decidido, volvió a meter bajó la cama la patineta, como si con ello intentase esconder todos los sentimientos que su prometida había despertado en él- Quizás ya no vuelva, así que será mejor arreglar un poco –se dijo a sí mismo como si nada, aunque por dentro le dolía hasta el alma. Con movimientos que parecían automáticos, Manta comenzó a quitar las sábanas para tender la cama, pero no bien había terminado de quitar el edredón cuando un violín apareció entre un revoltijo de sábanas. Al verlo, miles de imágenes acudieron a la mente del rubio, sobre todo aquellas tardes-noches en que le ayudaba a la muchacha de tocar el violín. Fue ahí cuando una cosa le vino a la mente.
¡El casette!
Sin pensárselo dos veces, el chico salió corriendo hacia su cuarto. Al llegar, empezó a revolver entre cajones y gavetas en busca del dichoso casette. ¿Dónde lo habría dejado? Estaba seguro de que lo había puesto en un lugar, pero en cuál? Ah, ahí estaba! Cinco cajones tirados al suelo con todo y su contenido, y la cinta se encontraba en su mesa de noche...vaya que tenía la cabeza revuelta desde hacia varios días.
-Y todo por ti, Haruko –susurró sonriendo al pensar que a ella le haría mucha gracia verlo desordenar su cuarto como loco por ella. Nervioso por la curiosidad, metió el casette al estéreo que había en su habitación. El joven aguardó impaciente, seguro de que lo primero que escucharía serían estruendosas guitarras, de acuerdo al nombre del grupo que venía en la cinta, Sex Pistols; y así fue por unos diez segundos, hasta que bruscamente, empezó a sonar una tonada que el chico conocía.
-¡Vivaldi! –exclamó sorprendido. Pudo reconocer exactamente que era un fragmento de "Las cuatro estaciones", de seguro la parte correspondiente al invierno. No es que la calidad de la grabación fuera buena, pero se podía distinguir el sonido a pesar de lo que parecía interferencia digna de cualquier aficionado. Y de seguro quien interpretaba aquella pieza no era un profesional, pero si sabía lo suficiente para no ser ningún principiante...
-¡Fuiste tú, Haruko! –exclamó de nuevo aún mas asombrado, abriendo más los ojos. No había duda, debía ser ella, sino a quién más se le ocurriría grabar en una de sus cintas favoritas una pieza de violín? Manta permaneció perplejo frente a su estéreo, que seguía tocando la pieza hasta su final, que después fue seguido por el bajo de Sid Vicious. Como si una vez más volviera al mundo real, el chico sacó rápidamente la cinta y la miró como si nunca antes hubiera tenido entre sus manos un casette. Y es que no era uno cualquiera, sino uno proveniente de la persona por la que sentía algo especial ,y que había sacrificado algo pequeño pero especial para ella con tal de que el pudiera escucharla y aprobarla. Apenas su cerebro terminó de darse cuenta de lo anterior con extremada rapidez el rubio cayó abatido, sintiéndose, con cada minuto que pasaba, más culpable, aunque todavía no lograba saber bien por qué.
-Cielos, Manta, nunca te había visto tan triste...por no decir deprimido –musitó Yoh Asakura contemplando a su amigo, quien permanecía con la vista fija en su taza de té.
-Ya han pasado tres semanas y un día –murmuró el amigo del shaman con voz temblorosa.- Y si como dices Anna no ha logrado hallarla mediante sus rezos y conjuros, no creo que sea bueno seguir contando los días.
-Oye, también a Anna y a mi nos preocupa Haruko, donde sea que se encuentre –respondió su amigo tranquilamente, mirando como cada vez las sombras de él y de Oyamada se hacían más largas conforme la tarde se quitaba su túnica naranja con dorado y se disfrazaba de noche azul. El rubio suspiró tristemente, mirando a su alrededor la cocina en donde el shaman y él tomaban té.
-Lo sé amigo, y te lo agradezco mucho a ti y a Anna, por su compañía y apoyo. Es que...si tan sólo pudiera decírselo...así como te lo digo a ti, pero me da ese no se qué cuando se lo quería decir.
-Haruko no es como las demás...ella es...es extraña, por no decir rara. Hace cosas que nunca había visto que un ser normal hiciera, como caminar al revés camino a la escuela, o llenarse los dos brazos de pulseritas casi hasta el así; pero no es solo eso...ella...es increíble. No es como yo; es decir...ella es valiente, decidida, original, dice las cosas como son y no tiene miedo de nada o nadie, como cuando pasó lo de Hao. Y yo...pensé que nunca conocería a alguien así ni le tomaría tanto cariño como ahora...pero...
-Polos opuestos se atraen ¿no es así? –Asakura asintió sabiamente riendo- Entiendo lo que quieres decir...muchas veces siento lo mismo con Anna.
-Ya, pero ella no se ha ido de la casa por tres semanas.
-No, pero nunca pensé que conocería a alguien así y la quisiera como la quiero.
Manta sonrió agradecido, levantándose de su asiento. Yoh lo acompañó hasta la puerta silenciosamente.
-No te preocupes –le dijo a modo de despedida al verlo calzarse- Estoy seguro de que aparecerá.
-Eso espero –respondió Oyamada todavía con un gesto triste, que parecía haberse vuelto parte de su persona- Gracias por escucharme, Yoh. Nos vemos pronto y salúdame a Anna.
-Igualmente y gracias –dijo Yoh cerrando lentamente el portón de la pensión Asakura. Al ya no ver más la cara de su amigo, cerró los ojos, suspiró y negó con la cabeza. Luego, subió lentamente los escalones de la pensión. Al llegar a la planta alta, se dirigió a la habitación más alejada de las escaleras, que se encontraba en un extremo de la pensión. Ahí, tocó a la puerta tres veces.
-Entra.
Al oír la voz de Anna, el shaman pasó a la habitación, que estaba a obscuras, arrodillándose al lado de su prometida, quien parecía haber terminado de rezar, pues las cuentas de su collar habían dejado de brillar.
-Manta te manda saludos –susurró su prometido. Ella asintió agradecida, y ambos miraron al frente de la habitación, justo en la esquina más obscura del lugar.
Ahí, un collar de itako negro resplandecía extrañamente (se notaba que era negro porque lo único que brillaba eran los bordes de la cuentas, resaltando el color), como si una sacerdotisa más estuviera en un trance.
Y un par de ojos azules surgían en la obscuridad.
-¡Fin de semana! ¡Al fin! ¡Buen provecho! –exclamó Yoh alegremente subiendo una bandeja con una cena hasta la habitación en la que había estado la noche anterior. Ya no fue necesario tocar la puerta tres veces como antes, en que había que extremar precauciones. Dentro, Anna se encontraba viendo la televisión que allí se encontraba, ya que alguien más habitaba en ese lugar, a juzgar por el futón allí extendido, así como varios libros y una guitarra acústica y otra eléctrica azul.
-¡Aquí tienes, Haruko! –dijo el chico colocando la bandeja en una mesa baja al lado de la chica de pelo obscuro, quien se encontraba realizando unos ejercicios en un libro.
-¡Muchas gracias, Yoh! ¡Se ve delicioso!
-¬¬ Primero tienes que terminar esos ejercicios de cálculo –dijo la itako seriamente.
-;; Pero Anna...
-Nada de eso, Haruko. Aunque ya no vayas a la escuela debes seguir estudiando –sentenció la rubia. Su amiga asintió, y terminó la página tal como le habían ordenado. Acto seguido, empezó a comer.
-Esto es delicioso –repitió por enésima vez comiendo su último bocado- Con los Oyamada no cocinaban cosas así de ricas. Eres un gran cocinero.
-Gracias, Haruko -respondió el shaman sirviéndole más té a su prometida, quien salió de la habitación por un momento, y volvió con un pantalón y una camisa.
-Conseguí más ropa que ya no usamos –habló, entregándole la ropa a la inglesa, quien agradeció divertida al estilo japonés (osease con una reverencia)- Como sigues reacia a usar mis vestidos...-murmuró viendo a la muchacha, que en esos momentos usaba una yukata, además de un rosario como el suyo de sacerdotisa, solo que de cuentas negras.
-No es que no me gusten, pero no son mucho mi estilo, aunque prometo usarlos –aseguró guiñando un ojo mientras examinaba las cuentas de su rosario. El chico rió y la sacerdotisa tomó de su taza de té, con gesto preocupado, recordando lo que Asakura le había dicho sobre su plática con Manta.
Pasó media hora sin que ninguno de los tres jóvenes hablara, absortos en la telenovela que se transmitía en ese momento, y que había llegado a su capitulo final.
-Hablando de dramas de la vida real –dijo Kyouyama por fin, apagando la televisión, ya bastante de noche, mirando a Haruko fijamente- ¿Ya decidiste que hacer?
-¿Sobre qué? –la inglesa parecía confundida.
-Sabes perfectamente sobre qué Haruko Kusume ¬¬ no vengas con rodeos.
-Anna quiere decir que qué vas a hacer respecto a Manta –aclaró Asakura.
-Ya sé que quiso decir eso –gruñó la muchacha enfurruñada, cruzándose de brazos- Pero aquí estoy bien ¿para qué volver allá? La comida de Yoh es más rica que la de esa cocinera, los tengo a ustedes en vez de...bueno, y además puedo practicar la guitarra, y no he abandonado mis estudios del todo. Anna me ayuda. Y estoy aprendiendo tus técnicas de sacerdotisa para mejorar mi Visibilidad Espiritual y he ido mejorando, a que sí? –preguntó sonriendo. Su amigo asintió convencido, pero su prometida negó con la cabeza.
-No es lo correcto, Haruko. Ya han pasado tres semanas.
-¿Y qué tiene?
-Los Oyamada están muy preocupados por ti...
-...puedo escribirles una nota
-...en especial Manta
Haruko se echo a reír, mezcla de carcajadas irónicas y tristes.
-Eso no es cierto, eres una mentirosa –murmuró, tratando de convencerse a sí misma más que nada- No es cierto...él no está preocupado por mi.
-Vino ayer y habló con Yoh. Te extraña...¿no es ese motivo suficiente para regresar?
La muchacha de ojos azules se encogió de hombros, escondiendo su cara entre sus brazos. Asakura y su prometida no tardaron en darse cuenta de que lloraba.
-Oh, no llores pequeña Haruko... –murmuró Yoh hablándole como a una hija, mesando su cabello. Eso hizo el efecto contrario al deseado, pues las lágrimas de la chica aumentaron.
-No es cierto...-dijo al fin- No es cierto, no me quiere aunque finja...me lo dijo en mi cara, está harto de mi.
-Es falso.
-Tú no estuviste ahí –replicó la chica mirando a la rubia fijamente, zanjando con eso el asunto en cuestión. Tras unos minutos de pesado silencio, Haruko volvió a hablar.
-¿Saben? Dentro de cinco días va a ser mi cumpleaños.
-¿En serio? ¡Qué bien! ¿Cuántos años vas a cumplir? -preguntó Yoh tratando de hacer la conversación más alegre. La itako se limitó a suspirar resignada, confiando en que con un poco más de tiempo su amiga recapacitará.
-Apenas dieciséis...los Oyamada planeaban hacerme una fiesta.
-Nosotros te haremos una en privado ¿te parece? –propuso Anna mirando su taza vacía, en lo que su prometido recogía las cosas de la cena.
-Muchas gracias, me encantaría. –sonrió.
-Entonces ya está planeado, el próximo miércoles te celebraremos tu cumpleaños. Por ahora descanse que ya es hora de dormir –dijo el muchacho de pelo castaño alegremente. Su prometida asintió más seria, y ambos se dispusieron a salir del cuarto. Todavía no habían salido cuando la voz de la muchacha de pelo negro los detuvo.
-Oigan, chicos...-Haruko bajó la mirada humilde, haciendo una pequeña reverencia, todavía rastros de lágrimas en su cara- Muchas gracias por todo en este tiempo...sé que no ha sido fácil porque Manta es su amigo...pero lo han hecho. No tengo palabras para agradecerles –finalizó. Sus amigos le sonrieron asintiendo.
-No hay de qué –respondió Yoh cerrando la puerta tras de sí.
-Haruko, volvemos en una media hora o más ¿de acuerdo? –dijo Anna aquel miércoles por la tarde, tomando su bolso rosado y acomodándose el pelo.
-Está bien, Anna –respondió la chica alegremente desde el caminito de grava que llevaba del portón a la entrada principal, ocupada como estaba en barrer.
-Y te traeremos el pastel más grande de todos! –dijo Yoh sonriendo. La inglesa se echo a reír y asintió entusiasmada.
-Y recuerda que no debes abrirle a nadie a menos que seamos nosotros –ordenó la itako poniéndose seria- No te olvides que la cerradura del portón se descompuso –agregó mirándola, a la vez que suspiraba y negaba con la cabeza.
-Lo lamento, Anna –murmuró Kusume ligeramente apenada- Yo no sabía que esa llave no era la del portón...no era mi intención que se quedara atorada y no pudiera salir y por eso se descompusiera todo U
-¬¬U ¿Qué haré contigo? –se preguntó la sacerdotisa saliendo apresuradamente de la pensión Asakura, seguida del shaman, en tanto que la muchacha de mirada azul se despedía de ellos alegremente desde el camino de grava, la escoba en una mano y la otra mano despidiéndose entusiasta, en espera del tan ansiado pastel de cumpleaños, sin que ningún mal recuerdo emborronará aquel pequeño, pero feliz momento.
Continuará...
Neko: n-n Hola de nuevo! Ya, primero pido una disculpa por no actualizar tan seguido, pero ya he empezado a estar bastante ocupada con ese primer semestre que ya quiero que acabe ¬¬U aunque esta fácil, pero con muchas cosas que hacer -.-U asi que espero me entiendan si no subo mas capitulos con tanta regularidad;
en fin, aquí van los reviews nn
Shinjitsu. O.o tu crees que el capi estuvo intenso oniisan? O.O yo lo vi como muy importante y si...creo que tienes razon jejeje nn te agradezco tus halagos y
recuerda que siempre estoy en mejora continua para bien de las personas que leen esto :) ahora que lo pienso tu crees que este fic es muy popular? o.o con eso
de que dices que parece novela de libros XD espero saber pronto de tus escritos para leerlos y opinar eh? n.n
Daina-chan: Te agradezco mucho tus halagos n.n y sip, pobre Manta ...a ver que pasa jeje XD lamento no haber escrito pero estuve en Canada y llegue luego
luego a tomar un curso y entrar a clases asi que no tuve mucho tiempo pero tratare de reponer el daño n.n
Neko: Pues esto ha sido todo nnU creo que significa que debo ponerme viva XD y seguir escribiendo...en fin...bueno no puedo callarmelo (eso explica parte
de mi personalidad XD) pero ps...bueno, no se como suena pero solo queria que supieran que el 2 de septiembre cumplo 15 añitos u.u no es un suceso muy
interesante pero tenia ganas de expresarlo :3 mejor nos vemos, matta ne!
