II parte:

.¿Inuyasha?...

.Calma, señorita Aome...

.¿Dónde... esta... Inuyasha...?- la chica trataba de enfocar su vista en los rostros de las personas que le rodeaban.

.Esta cerca, Aome, no te preocupes.- Le dijo Sango, tratando de calmarla.- duerme, Aome, duerme, si quieres curarte necesitas descansar.

Aome comenzó a cerrar los ojos nuevamente y finalmente se quedó dormida.

Cuando despertó, sintió un gran alivio en su cuerpo. Poco a poco comenzó a incorporarse y miró a su alrededor con nuevos ojos. Se sentía renacida. Al moverse un poco sintió un dolor tremendo en la pierna, ahí pudo notar el gran vendaje que llevaba en su muslo. A su alrededor estaba Sango y Shippo aun dormidos. El Monje Miroku estaba en una esquina dormitando sentando. Les sonrió a todos, por su preocupación. Esos eran sus amigos. Estaba feliz, tenia una sensación tan extraña. Era como si hubiera... revivido... tal vez era producto de uno de los brebajes de la anciana Kaede, que por cierto a estas horas de la mañana debe estar recolectando algo o buscando agua en el río. Pero... ¿e Inuyasha?...

.Aome!- grito el pequeño Shippo al verla incorporada.

.Shippo. – le sonrió ella mientras le estiraba sus brazos para recibir al el pequeño en ellos.

.No llores, Shippo, estoy bien, estoy muy bien.

.Gracias a Dios, Aome.- Le dijo Sango incorporándose y sonriéndole.

.Pues si, Señorita, ya veo que se encuentra bien.- Le sonrió Miroku.

.Gracias, gracias a todos.- les dijo ella agradecida.

.Inuyasha estuvo muy mal...-le dijo Sango.

.¿Si?

.Estaba muy preocupado de ti, tuvimos que enviarlo a dar un paseo para que se calmara, no quería separase de tu lado.

Aome se sonrojó levemente. Pero él no estaba ahora con ellos. Bien, esa era la forma de ser del hanyou, nunca mostraba sus preocupaciones a los demás. Pero ahora quería verlo, lo único que deseaba mas que nada en el mundo, era verlo.

Sentada aun en la casa de Kaede, el atardecer se acercaba y aun no podía ver a Inuyasha. Finalmente, él llegó y la miró alegremente. Ella le sonrió feliz.

.Inuyasha.

.Aome, ya me contaron...

.Si, ya estoy mejor.

.Lo vio cambiar de pronto el semblante. Ya no estaba feliz, estaba preocupado.

.Si algo te hubiera sucedido...

.No digas eso Inuyasha, son riesgos que todos corremos.

El hanyou se acerco apresurado hacia su lado y se arrodilló.

.Si, pero solo tu me preocupas.- Le dijo, al tiempo que un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas.

Aome lo miró sorprendida. Nunca había sido tan... tan... ¿protector?

Ella bajó la vista un poco avergonzada.

.Aome...- susurró él.

Ella levantó nuevamente la vista, pero algo en su piel la hizo erizarse. Era la actitud, el tono de voz... algo en Inuyasha que le provocaba escalofríos.

.He estado pensando...

.¿Si?...

.Creo... que...- él bajó la vista. Aome sintió que algo estaba mal. Algo estaba pasando.

.Que sucede, Inuyasha...- Se miraron unos instantes, intensamente, ninguno de los dos se atrevía a romper aquel cómplice silencio que se había formado. Sin embargo, los dos pegaron un brinco cuando el pequeño Shippo entro corriendo hacia ellos.

.Inuyasha, bestia peluda! Por fin vienes a ver a Aome!

.Arggggg...Shipppo!- Inuyasha se levantó y agarró al pequeño zorrito por la cola.

.Suéltame, suéltame!

.Inuyasha, por favor, déjalo.- Le dijo suavemente Aome. Él la miró hipnotizado. El tono de ella había sido demasiado dulce. Aun podía escucharlo resonar en su mente.

.Suéltame bestia, babeas!- Le grito Shippo, al tanto que se soltaba del hanyou y caía al suelo.

.Vaya, vaya. Será mejor que no molesten a Aome.- Les dijo Kaede al entrar.

Inuyasha se dio media vuelta y salió de la habitación.

.¿Sucede algo?- pregunto la anciana, mirando a Aome preocupada.

.No..., creo que no.

Era una noche tranquila. Todos en la aldea ya dormían. En la casa de Kaede, el grupo dormía pesadamente. Sin embargo, Aome, recostada, veía fijamente a Inuyasha. Y el chico bestia, sentado en una esquina, al lado de Miroku, la observaba sin pestañear. Ninguno de los dos evitaba mirar al otro. Era extraño. No sentían vergüenza, pero a través de sus miradas ella intentaba vislumbrar los secretos de Inuyasha, y él a su vez, deseaba guardar en su memoria el rostro de la chica. Aome sintió oprimirse el corazón cuando el se levantó y caminó suavemente hacia ella. Un quejido se escapó de su boca, cuando la levantó en brazos. Él miró asustado, pero al final se la llevó. Caminó por el bosque hasta llegar al río. Ninguno de los dos habló. Inuyasha finalmente la depositó suavemente sobre el pasto. Ahí él habló.

.Aome... he estado pensando...- Se detuvo de pronto mordiéndose el labio. La miró indeciso, temeroso. ¿Cómo iba a decirle algo que lo iba a destruir por completo?

.Inuyasha.. ¿Qué sucede¿Ocurre algo malo?

El chico la miró preocupado. Sacudió la cabeza y se agachó a su lado. De pronto sintió que no debía decir lo que había estado pensando todo este tiempo, pero un flash en su cabeza lo hizo recordar a Kykio, y su advertencia: Ella morirá...

.Inuyasha... Inuyasha... - la chica le tomaba la manga de su haori, llamando su atención.

.Te traje aquí para que pudiéramos hablar a solas, Aome.

Ella lo miró expectante. Sintió nuevamente que su corazón se oprimía. Las cosas no estaban bien. Lo sabia, no quería escuchar, no quería.

.Aome...

.No, no Inuyasha... no me lo digas...

.Pero...

Aome se tapó los ojos con sus manos. Horror. El hanyou creyó morir. Lo peor en la vida era ver a una mujer llorar, y si esa mujer era Aome, y si era por su culpa...

.Aome... no... no llores...

.Lo siento...- ella sabía que eso lastimaba al chico. No quería hacerlo sentir miserable.- Lo siento... es que...- mientras se secaba las lagrimas- no pude evitarlo...- ella le sonrió tristemente, y el pobre Inuyasha, triste como estaba, miserable como se sentía, la abrazó repentinamente, fuertemente, como creyendo que se le iba a escapar. Ella sintió su abrazo desesperado, casi se quedaba sin aire, pero por nada del mundo quería que la soltara. Y así estuvieron, por largos segundos o minutos. Aome enterró su cabeza en el cuello de él. Pudo sentir como comenzaba a respirar agitadamente. Se sorprendió un poco. Se dio cuenta que lo que el chico tenía que decirle le era tan doloroso como lo iba a ser para ella. Se sintió culpable. Poco a poco se separo de él, para sorpresa del hanyou, ya que por su parte hubiera querido estrecharla en sus brazos toda la noche si fuera necesario. Ella se arregló los cabellos y pasó nuevamente su mano por sus ojos, borrando completamente todo rastro de lagrima que pudiera quedarle. Inuyasha miraba cada unos de sus movimientos con atención.

.Puedes decirme... lo que tienes que decirme. – Le dijo la chica, adoptando una actitud seria, tratando de sonreír un poco.

.No quiero... que lo tomes a mal, Aome...

Ella movió la cabeza afirmativamente, tratando de demostrarle que lo entendía.

.Esto... es muy difícil para mí, porque...

.Quieres que me vaya¿verdad?

El Hanyou la miró sorprendido, pero ella le sonrió. Aome bajo la vista, no podía soportar lo que estaba por suceder.

.Te preocupo, lo sé. Pero... - ella se incorporó hacia él, provocando un nuevo quejido por el dolor en su pierna. Inuyasha se acercó hacia ella... peligrosamente, nuevamente por casualidad. Parecía que sus cuerpos se llamaban inconscientemente. Un beso, la mente del hanyou pedía a gritos un beso. Su vista antes puesta en los oscuros ojos de Aome, bajó hasta sus labios. Ella entendió, quizás por eso, o por un involuntario reflejo mojó sus labios con su lengua. El hanyou la miró nuevamente, sorprendido... ella quería ser besada. Sin embargo, y para desilusión de Aome, él se separó nuevamente de ella.

.Aquí corres muchos peligros... no quiero ver... a alguien que quie...- Se cayó de pronto.

Aome lo miró desilusionada. Lo entendía. Él, como siempre, no tenía claros sus sentimientos.

.Si tu ya no me quieres aquí, entonces esta bien que me vaya. Ya no puedo hacer nada más.-

Las palabras duras de Aome golpearon su corazón. La miró un poco asustado. Ella le devolvió la mirada. Estaba dolida, apenada y desilusionada.

.No es eso... no es eso Aome.

Ella esperó que el hanyou se defendiera, que le dijera que lo había entendido mal. Pero Inuyasha cayó. Ella tragó saliva dolorosamente. Al fin la gran travesía había terminado. Lo sabía, sabía que el día llegaría. Aunque, ilusionada, creyó que el final sería feliz, que Inuyasha no le permitiría irse, que finalmente estaría a su lado. Los cuentos de hadas no existen.

.Llévame a la aldea..., por favor.- Las ultimas palabras fueron casi ahogadas por el sollozo insostenible que tenía en la garganta. Pero debía ser fuerte. Debía ser digna... aunque en esos momentos poco le importaba.