La vuelta a la aldea fue eternamente larga para Aome. Estar en los brazos del hanyou era una tortura. Finalmente llegaron a la casa de la anciana y el chico la depositó delicadamente en el saco de dormir. Ella no lo miró, se recostó y se volteó de lado.
.Buenas noches, Aome.-
.Buenas noches- le dijo ella sin voltear, y cerró los ojos.
En la oscuridad de la habitación y gracias a estar de espaldas al hanyou, muchas lágrimas resbalaron silenciosamente de sus ojos. Él sabía que ella lloraba. Lo sentía, maldito olfato y orejas de perro! Pero ya todo estaba decidido.
Al día siguiente Aome les informó a todos de su partida, aludiendo a estar cansada y sentir miedo de ser lastimada. La anciana Kaede la miró preocupada. Miroku la entendía perfectamente, mientras que Sango prefería no opinar. El pobre shippo se abrazó a ella mientras lloraba desconsoladamente.
.No te vayas Aome, no lo hagas...-
.Calma shippo. No llores.
.No es justo, como te vas a ir, si aun los fragmentos de la perla no han sido recuperados.-
Aome reaccionó. Era verdad. Aun faltaban fragmentos por recuperar. Pocos, pero necesarios.
.Ustedes deberán encontrarlos.
.Pero Aome..- le dijo Sango- tu eres la única que puede verlos...
Aome bajó la vista apenada. Hubo un largo silencio. Finalmente Aome habló, casi en un murmullo, que todos comprendieron.
.No puedo quedarme... lo siento.
El día pasó lentamente. Aome descansaba a la entrada de la casa, sentada. El dolor en la pierna a veces le era insoportable. Por eso no había podido marcharse ese mismo día. Inuyasha pasó un par de veces por su lado. Ella apenas lo miró. La mirada fría de ella había quebrado su espíritu. Sin tan solo supiera que le era tan difícil a él haber tomado aquella decisión.
Sentado sobre la rama de un árbol, su mente recordó cada una de las aventuras que había compartido con ella. Sus sentimientos se confundían. ¿La amaba a ella o a kykio¿Por qué no lograba dislumbrar una salida a sus sentimientos?
Aún era de noche, y Aome se incorporó lentamente. Al ponerse de pie sintió un mareo, creyó caer, pero tuvo la fuerte voluntad para mantenerse en pie. Enrolló el saco de dormir y lo metió dentro de la mochila. El dolor de la pierna había sido un poco mitigado. Tal vez porque sentía mas dolor en el corazón. Los miró a todos dormidos y les lanzó un beso. Inuyasha también dormía. Mejor. La despedida sería menos cruel. Volteó lentamente, y cojeando, salió de la casa, de la aldea, hasta llegar al pozo, agotada por tanto esfuerzo. Suspiró dolorosamente y levantó la vista al cielo. Vio las estrellas brillando a lo lejos del infinito cielo. Su vista se nubló por las lagrimas, así que se pasó la manga para secarse.
.Basta..- se dijo mordiéndose el labio inferior.- Esto se acabará pronto... Aome, sé fuerte.- Se sentó lentamente en el pozo y miró todo a su alrededor. – Inuyasha... - en sus labios se escapó ese nombre que ahora más que nunca deseaba evitar. Sacudió la cabeza como para quitarse los malos pensamientos que la embargaban. Se volteó hacia adentro del pozo y se dejó caer.
Tanto escándalo para entrar a la casa despertó a todos. La mamá de Aome fue la primera en bajar las escaleras. La vio tan pálida y enferma que se abalanzó hacia ella. El abuelo y Souta llegaron después, interrogándola por el porqué había decidido volver a tan extrañas horas.
.Me quedo, no volveré mas.- Fue la respuesta de ella, abrazándose a su madre. Pero fue lo único que alcanzó a decir, porque el gran esfuerzo que había hecho para llegar a su época la había debilitado a tal extremo, que cayó completamente desmayada.
Los primeros rayos del alba entraron por las rendijas de la casa de Kaede, dando directo en la cara del hanyou. Pestañeó un par de veces y se incorporó lentamente. Frente a él no estaba Aome. Su corazón comenzó a latir violentamente. Lo sabía, la chica se había ido sin despedirse de nadie.
Cuando todos despertaron y se dieron cuenta que Aome ya no estaba, Inuyasha no se encontraba con ellos. Lo sabía, todos se lo reprocharían. ¿Y que si es verdad? Todo era por su culpa. Si tan solo no hubiera conocido a Kikyo. Si tan sólo ella no hubiese sido revivida por la bruja Urasue. Ahora era Aome quien pagaba las consecuencias. Y también él, porque sentía que el corazón se desgarraba cada minuto al recordarla y saber que ya no estaría mas a su lado.
Una semana en cama era tan terrible como la desdicha que sentía al estar lejos de sus amigos. La herida en su pierna estaba cicatrizando, gracias a los avances de la medicina moderna, lo que necesitaba con urgencia era una buena suturacion para no seguir perdiendo sangre. Y por supuesto, la asepcia evitaba cualquier tipo de infección. Si las cosas seguían así, en una semana más ya podría "casi" correr. Pero bueno, eso no era tan importante. La verdad es que para ella las cosas no estaban bien. Había llorado tanto que sentía que ya no le quedaban más lagrimas. A veces se sacudía la cabeza con la almohada tratando de sacar de su mente al hanyou. Tampoco podía dejar de pensar en lo que estaría pasando entre él y Kikyo ahora que ella estaba lejos. Tal vez siempre fue así, tal vez siempre fue una molestia para su "relación"¿quien era ella, la intrusa, la otra, la reencarnación de la "original"... estar en cama no era muy agradable como todos dicen, sólo sirve para perder el tiempo pensando cosas.
.Esto no esta bien – se quejaba Miroku- sin la señorita Aome nunca sabremos donde se encuentran los fragmentos de la perla.
.Esta en lo correcto, su excelencia - lo apoyó Sango- no hemos recolectado ninguno desde que ella no esta. Además, sin sus flechas purificadoras nos hemos visto en verdaderos problemas.
.Y todo es por culpa del perro de Inuyasha- dijo Shippo lleno de rabia y mirando con el rabillo al hanyou, preparado para escapar de los golpes de este. Como Inuyasha seguía caminando sin inmutarse, se atrevió a hablar mas- Si tan solo ella estuviera con nosotros, si el perro de Inuyasha no fuera tan infantil, si tan sólo fuera más amable con Aome, no estaríamos así, adivinando y vagando por los bosques en busca de los fragmentos.
.Me pregunto que estará haciendo Aome- se dijo Sango. No podía evitar extrañarla, se había convertido en su mejor amiga y confidente y ahora que ella no estaba, se sentía más sola que nunca. Aunque claro, el pervertido monje no había desaprovechado la oportunidad de acercársele más. Sin embargo, eso era otro asunto diferente.
.Probablemente estará muy bien, sin estar expuesta a los peligros que la sometía estar en esta época.- dijo Miroku, tratando de seguirle la conversación a Sango.
.Inuyasha es un tonto!- dijo Shippo con furia. Sin embargo ahora si el hanyou volteo para verlo. La expresión de este era de furia, por lo que Shippo se abalanzó hacia Sango para ocultarse en su espalda.
.Arggggg! Todos creen que disfruto esto¿verdad, que me gusta que Aome este lejos.- les gritóenojado.
.Pues así es!- Le gritó Shippo ya escondido entre el pelo de Sango.
.No es cierto!- gritó el hanyou desesperado. Yo...- el hanyou apretó los puños y miró al suelo- yo la extraño mucho...
Miroku miró a Sango sorprendido.
Pero entonces, Inuyasha... por que...
.No puede volver! Ella no puede...- les gritó nuevamente. Luego se dio media vuelta y siguió caminando, dejándolos solos atrás. Nadie entendía nada.
.Vaya Higurashi, has estado un mes sana.
Aome se sonrojó. Claro, su abuelo había ocultado cada una de sus ausencias del colegio con una enfermedad distinta.
.Ehhh, si, si, me siento bien. –Le sonrió. Aunque no evitaba sentirse un poco incomoda frente a ese chico que demostraba tanto interés hacia ella.
.Y ahora que estas mejor... ¿podrías...?- el chico le sonrió un poco avergonzado, pero luego prosiguió- ¿vendrías al parque conmigo?
.Houyo...- murmuró, un tanto agradecida por aquel chico que se preocupaba por ella.
.Lo más probable es que Aome tenga muchos pretendientes en su época¿no lo crees, Sango?- Shippo lo había dicho con toda la intención de que Inuyasha lo escuchara. Estaban todos descansando a orillas de un pequeño río, luego de una larga y tediosa caminata que no los había conducido a nada nuevo. Todos estaban desilusionados, los fragmentos de la perla no aparecían y tres de ellos sentían que estaban vagando sin sentido y que lo más probable es que seguirían así a menos que uno de ellos cambiara de actitud.
.Pues, es lo más probable- Le dijo ella siguiendo la corriente.
.Si, la Señorita Aome es muy bella, claro que debe tener a muchos pretendientes- les dijo Miroku de la forma mas seria posible.
.¿Acaso nunca te contó nada, Sango? – Le dijo Shippo, cerrándole un ojo.
.Pues... ahora que lo dices...
Inuyasha que estaba recostado en el pasto detrás de ellos, movió involuntariamente sus orejas. Miroku les hizo una seña.
.Si, hay un chico...- dijo Sango a punto de reír, pero controlándose para no hacerlo.
.¿De verdad?- le pregunto Shippo.
.Pues si, hay alguien... no puedo decir mas... lo único que puedo decirles, es que ella no lo tomaba mucho en cuenta, a pesar de que él siempre la trataba AMABLEMENTE- aquí recalcó las palabras para que llegaran a Inuyasha- y ahora que ya no esta aquí, probablemente le haga caso.
Inuyasha pensó: Maldición, es ese muchacho que se llama Houyo. Yo ya lo conocí, y claro, esta muy interesado en Aome... pero... ¿Por qué me preocupa¿No se supone que ya no la veré mas?
Ya era de noche. Aome estaba en su habitación. Caminaba agitadamente de un lugar a otro. No sabía porqué, pero estaba inquieta. Debería hacerle caso a sus poderes espirituales de sacerdotisa, pero le costaba confiar en ellos. Lo peor es que se encontraba sola en casa. Cuando llegó de la escuela lo único que encontró fue una nota de la mamá en que le informaba que volverían tarde, ya que un pariente se encontraba delicado de salud. Aome se preocupó un poco, pero como se suponía que al otro día tendría examen, decidió no seguirlos. Mañana lo haría. De pronto se paró frente a su ventana y miró hacia fuera. Todo estaba muy oscuro, era luna nueva. Se acordó de la apariencia humana de Inuyasha y sonrió al recordar lo sensible que se ponía cuando esta en ese estado. Luego sacudió la cabeza. No quería recordar, le costaba mucho no hacerlo, y un mes de trabajo no se iban a ir a la basura por pensar en él. Arggg, pero tenía algo en el corazón. Abrió la ventana y aspiró profundamente el aire de la noche. Miró detenidamente el árbol sagrado. Luego, su mirada se dirigió al poso. Cerró la ventana y salió de la habitación. Sentía que las piernas la llevaban casi en contra de su voluntad. Casi sin pensarlo se encontró abriendo la puerta del lugar en que estaba el poso. Ya ahí se dio cuenta a donde la nostalgia la había llevado. Caminó lentamente y bajó las pequeñas escaleras. Y ahí estaba, oscuro como siempre, quien iba a imaginar que ese era un medio para comunicar dos épocas distintas. Nada. El fondo del poso era tan oscuro. Recordó que siempre le había tenido miedo, hasta antes de su primer incidente con la mujer cienpies. Oscuro, sombrío... quien lo creería... un poso que lleva a otra época. Se restregó los ojos creyendo ver mal. Había un resplandor que venía desde el fondo de él. Su corazón comenzó a latir rápidamente. Cada segundo que pasaba el resplandor se volvía mas y más grande, hasta que, para su gran sorpresa, vio a Inuyasha aparecer.
