La calma antes de la tormenta
Londres siempre le había parecido aburrido a Rudolph Ashcroft, no era nada comparado con Australia. Es verdad que en Londres tenía mucho más trabajo y las cosas más interesantes pasaban frente a él todos los días, pero aquella sensación de tranquilidad mezclada con emoción siempre le había gustado de aquél lejano lugar. Su antiguo hogar no era lo más elegante, pero él era uno de los más solicitados aurores de ese país, y por tanto los casos más interesantes iban directo a él. Pero aquí cada vez que un muggle era asesinado por un mago loco o había una rebelión de veelas hambrientas, a él ni lo miraban. Ni siquiera su antiguo compañero Moody lo tomaba en cuenta para las grandes investigaciones. Él siempre se quedaba con las tareas más insignificantes, que en este caso había sido cuidar a una pareja de muggles. No le parecía lógico que desperdiciaran los talentos de uno de los aurores más especializados en encontrar mortífagos haciéndolo dormir todos los días en una casa de campaña invisible en el patio trasero de estos muggles. Sin importar cuánto le explicara Dumbledore la importancia de este encargo, para él era infinitamente frustrante. El seguir la rutina diaria de un par de dentistas era para morirse de hastío.
Todas las mañanas los Granger desayunaban en su agradable cocina llena de flores y artículos con forma de vacas (era asombroso cómo cualquier instrumento de cocina podía ser diseñado para que tuviera esa forma, desde el servilletero hasta las puertas), después se iban juntos a un consultorio en el centro de la ciudad, donde recibían las visitas de otros muggles que se sentaban en un sillón aparentemente cómodo y abrían la boca para que un par de manos con diferentes herramientas cada vez se metieran en ella. Rudolph no acababa de entender cómo es que la gente salía siempre tan infeliz y aparentemente adolorida y regresaban después de un tiempo, siempre con la misma mirada de miedo en sus caras. El almuerzo de la pareja siempre consistía en una mezcla de verduras y frutas que comían en un agradable comedor en el mismo piso de su consultorio. Al parecer los Granger eran vegetarianos. Cuando terminaban de comer y conversar (siempre seria y técnicamente), volvían a atender a los muggles visitantes, y al final del día regresaban a su casa. La señora Granger preparaba la cena mientras su esposo leía algún libro en la sala, luego cenaban juntos, generalmente en silencio, y antes de acostarse iban al pequeño estudio a revisar los casos del día y por supuesto a leer.
Rudolph estaba seguro de que si el día siguiente sus custodiados hacían exactamente lo mismo, se suicidaría.
Esta noche había decidido desparecer el techo de su tienda para ver las estrellas. No podía imaginarse que alguien quisiera asesinar a tan aburrida pareja. Puso sus manos detrás de la cabeza mientras pensaba en sus hijas. Ambas estaban en Hogwarts ahora, en este día de San Valentín.
Recordaba el último San Valentín que realmente había disfrutado. Era su séptimo año en esa escuela y estaba decidido a declararle su amor a esa bellísima Slytherin que siempre lo miraba con desprecio. Se avergonzaba de amar a una chica como ella, que lo odiaba sólo por ser diferente a ella, pero ella misma era diferente a todos los demás. Ese brillante cabello azul lo hipnotizaba. Gracias a Merlín que su hermano mayor ya había acabado la escuela, porque con ese bravucón por ahí jamás se habría atrevido siquiera a acercarse a ella. Por supuesto que una sola mirada de Rumer podría dejarte frío, incluso unas chiquillas de primero que habían tropezado con ella habían estallado en llanto al ser víctimas de esos ojos; pero para Rudolph esa aparente insensibilidad era sólo una razón más para sentirse atraído por ella.
Esa mañana se había despertado lleno de emoción, el estómago le daba vueltas y no pudo concentrarse en ninguna clase, estaba ansioso de que llegara la hora del almuerzo. Rumer siempre comía con sus compañeras de Slytherin, pero esta vez él iba a ir a pedirle que almorzara con él junto al lago. Ya ahí, solos, todo sería mucho más fácil. Rudolph siempre había sido bueno para los rollos, y sabiendo que Rumer era una chica muy callada, sería sencillo hechizarla con sus palabras.
Y ahí estaba. Finalmente había entrado al Gran Comedor con sus amigas. El chico, temblando de miedo, se acercó a ella con paso decidido, tratando de ocultar sus rodillas que chocaban entre ellas.
Hola -le había dicho.
Ella simplemente lo había mirado de arriba abajo.
No sé si sepas quién...
Sé quién eres –respondió ella aún muy seria-. Ravenclaw.
Sí –no pudo evitar sonrojarse al razonar que ella en efecto notaba su existencia-. Quería ver si querías almorzar conmigo... afuera... en el lago.
No. Hace frío afuera.
Oh... –él sabía que afuera estaba helando, pero cuando había pensado su maravilloso plan esto no lo había tomado en cuenta.
Pero antes de que tuviera tiempo de contestar coherentemente, ella habló.
P-ero conozco el lugar adecuado para comer solos si eso es lo que querías.
Aún no sonreía, pero lo tomó del brazo y lo arrastró afuera del castillo, hasta el borde del Bosque Prohibido. Rudolph no estaba seguro de que fuera una buena idea acercarse ahí, pero ni había dicho nada. Ella estaba colgando de su brazo y eso era más que perfección, era el éxtasis.
No eran los únicos afuera, junto al lago un grupo de chicos, de quinto probablemente, estaban reunidos en torno a dos estudiantes que estaban inmersos en una pelea a mano limpia. Ambos muchachos eran altos y más o menos de la misma complexión, sin embargo, eran muy diferentes. Uno de ellos era muy apuesto y Rudolph supuso que su nombre era Sirius ya que un grupo de lindas niñas gritaba su nombre; el otro, sin embargo, tenía aspecto de no haberse bañado en días. El chico llamado Sirius logró zafarse de su contrincante y le asestó un puñetazo en el ojo. La cosa no se iba a quedar así. Rudolph era prefecto, y antes que cualquier oportunidad de conquiste estaban sus responsabilidades. Se liberó de Rumer y se dirigió hacia el grupo.
¡Alto! –gritó separando a los dos jóvenes- Si no dejan de pelear ahora mismo llamaré a sus jefes de...
Pero antes de que terminara su amenaza, el joven de cabello grasiento sacó su varita y un rayo de luz azul lo golpeó justo en la cara.
Cuando despertó, se encontraba en la enfermería; en la cama de al lado se encontraba el muchacho que lo había atacado, tenía un ojo morado y la nariz sangrando. Estaba a punto de levantarse cuando se percató de que alguien estaba sentado junto a él.
Eres demasiado correcto¿no lo crees? –preguntó una acariciante voz femenina.
Él casi se cae de la cama cuando reconoció la voz de Rumer.
Rudolph suspiró. Hacía mucho que no recordaba sus días en Hogwarts. No estaba seguro de querer volver a hacerlo, dado que esa había sido su época más feliz y comparada con la actualidad... su vida era una...
Rudolph estaba a punto de cerrar los ojos y dormirse de una vez, cuando escuchó una voz que lo llamaba.
Ashcroft. Será mejor que vengas.
Oo
Un viento helado hizo que Ginny se aferrara con fuerza al brazo de Harry. Ambos se estaban arrepintiendo de haber decidido caminar por los terrenos de la escuela a estas horas de la noche. El baile continuaba en el Gran Comedor, pero los dos se sentían ya cansados de bailar y Ginny había sugerido que fueran a sentarse junto al lago para descansar y estar solos.
Será mejor que regresemos ya –dijo Harry sutilmente para no enfadar a su novia.
Tal vez tengas razón –respondió ella resignada-. No fue una buena idea después de todo.
Oh, no es eso, es sólo que hace mucho frío ahora y podríamos enfermarnos y después no podríamos salir ni...
Ginny le puso la mano en la boca para que dejara de hablar.
Vamos, tienes razón, no estoy enojada.
Harry la miró a los ojos. Su expresión era difícil de leer. Esos ojos castaños siempre le habían parecido a Harry una especie de enigma. El rostro de Ginny era fácil de observar por sus finas y delicadas facciones, pero algunas veces su sonrisa no era honesta, o sus lágrimas verdaderas. Muchas veces se había encontrado confundido al verla sonreír pero notar en sus ojos una tristeza, o frustración... Harry no sabía bien que era lo que pasaba en el corazón o en la mente de Ginny, pero le gustaba pensar que esto no era del todo acertado. La inocente sonrisa que desplegaba todos los días al verlo hacían que él sintiera amado, que en realidad ella estaba feliz de estar con él. Pero después dudaba. Ginny podía continuar con una expresión de comodidad con la situación, pero no podía ocultar algunas veces que no era todo tan sencillo, tan llanamente idéntico todos los días.
Harry no se cansaba de oírla reír, de sentir sus brazos a su alrededor, de compartirlo todo con ella... pero... ¿Acaso esto era amor? Ginny era una confidente, acompañante, oyente y un apoyo en todo momento, pero no era lo que se llamaba su amante. Cierto que adoraba sus besos y ansiaba volver a tenerla en sus brazos y acariciarla cada día con el mismo asombro de quien lo hace por primera vez. Mas sus ojos siempre lo desconcertaban. Era como si al verla y ahondar en su mirada descubriera que en realidad no era digna de confianza... que no era digna de él... Y después se sentía culpable. ¿Qué clase de creído se pensaba superior a otra persona?
Ginny nunca le confiaba casi nada, simplemente le escuchaba con atención y le brindaba sus consejos... Ahora que lo pensaba¿cuándo fue la última vez que ella le compartió como se sentía con respecto a sus amigos, a su familia...? Ni siquiera sabía Harry como le estaba yendo en la escuela.
Repentinamente una ola de culpabilidad lo azotó, sus ojos castaños no eran realmente suyos... Ella no se los había entregado por completo...
Inesperadamente, ella se puso de puntitas y lo besó en la boca.
Sus labios eran suaves y pequeños y cada vez que se unían con los suyos Harry se imaginaba cómo se había sentido Neil Amstrong la primera vez que piso la luna. Era una sensación indescriptible...
Harry le respondió el beso, y sintió que el calor que irradiaba del contacto se esparcía por todo su cuerpo. La abrazó por la cintura y la atrajo hacia él para disfrutar el momento con más fervor.
Ginny separó su cara y lo miró. Sus labios esbozaron una sonrisa y se abrieron para hablar.
Te...
¡No!
Harry la había alejado de sí y se llevó las manos a la cara.
No...
Ginny lo miró desconcertada. Sus ojos lo miraban con verdadera preocupación.
¡Harry¿Qué pasa¿Es tu cicatriz?
Harry se descubrió la cara y la observó. En sus ojos podía ver ahora sincera inquietud por él. Ahora era fácil descubrir que la mentira no vivía en ella, pero era necesario aceptar que no siempre era así. Todos los días ponía sus ojos sobre él con una actitud diferente, no precisamente la que a él le gustaba recibir.
No, no es mi cicatriz.
Comenzó a caminar sobre el castillo. Estaba seguro de que ella le seguiría, pero en vez de confortarlo, esta idea lo entristeció. Había esperado estar a solas con ella toda la noche, cada vez que una canción terminaba rogaba con que ella se sintiera cansada y le pidiera descansar para poderla llevar a un lugar apartado. Quizá lo que sentía por ella era sólo una atracción no tan racional como él pensaba. Los momentos en que realmente pensaba que la amaba era cuando la veía con otro chico, cuando estaba molesta con él, cuando no la podía ver por demasiado trabajo... todas situaciones en las que su ausencia era la que lo hacía extrañarla... y no su presencia quererla...
Su cuerpo siempre tan atrayente era como una droga, la necesitaba pero... ¿realmente le hacía bien?
Ginny corrió a su lado, estaba agitada por el beso que acababan de darse, Harry intentó no escuchar su respiración entrecortada y volver a envolverla con sus labios.
Harry¿qué pasa?
Él se detuvo.
¿Gin tu me amas?
Esta vez estaba frente a ella, mostrándole que hablaba en serio y que no estaba dispuesto a aceptar rodeos... y sin duda percibiría si le estaba mintiendo.
Eso creo –contestó ella bajando la mirada.
Harry no supo que contestar a esta respuesta tan directa, pero no tuvo que preocuparse por continuar la conversación porque ella misma lo hizo.
Creía que sí. Es decir... yo te amo Harry, eres una persona increíble. Eres valiente, amable, tierno, inteligente, cariñoso, divertido... pero no lo sé.
Harry la escuchaba con atención. No se sentía herido por sus palabras, al contrario, un alivio le sobrevino haciendo que pudiera respirar sin esa enorme carga que llevaba últimamente sobre el pecho.
Aquella noche en que me dijiste que me amabas. Yo pensé que era real. Pensé que las canciones y las historias de amor que conocía al fin tenían sentido... Pero nada es como me lo imaginé. ¡Y no es que sea malo! –avanzando hacia él lo tomó por los brazos y él pudo ver que sus ojos se llenaban de lágrimas- Lo que tenemos es maravilloso Harry... Eres como mi mejor amigo, mi mejor amigo con el que me beso se una manera inigualable. Pero no creo que sea amor... espero que no.
Ginny lo soltó y bajo la cabeza.
Yo también –dijo Harry dibujando una sonrisa en sus labios.
Ella levantó la mirada y abrió la boca con sorpresa.
Yo te quiero mucho Ginny, y es probable que me haya enamorado de ti, pero tú ya no estás segura. No sabes mentir.
Lo siento –susurró ella cubriéndose los brazos con la bufanda que traía.
Harry se acercó a ella y la besó.
Tal vez él era el culpable. No había podido llenar las expectativas de la jovencita, pero en realidad no era tan malo. ¿Realmente quería a alguien que no lo amara por lo que era sino por una imagen idealizada de él?
Ginny lo abrazó con calidez.
¿Sabes que siempre serás mi Harry Potter verdad?
Por supuesto, mi dulce Ginny Weasley...
Ya quiero ver la expresión de Ron.
Los dos se miraron a los ojos.
Ese color castaño seguía siendo un misterio para él. Algo había ahí que aún no era descubierto. Le hubiera gustado ser el que lo hiciera.
vv
Por favor tome asiento.
Tall obedeció sin titubear.
No sabía por qué estaba tan relajada, considerando lo que acababa de suceder.
Ya nada en su vida sería igual. Pero no estaba segura de que esto fuera a ser malo. Ahora su hermana estaba en paz, no sufriría un segundo más innecesariamente. Tal vez fuera un pensamiento egoísta, pero le aliviaba el ya no tener que preocuparse continuamente por ella. Antes tenía siempre la mente en otro mundo, uno lleno de remordimientos de haber tratado mal a Nora, de las veces en que había sido maltratada por ella, de maneras en las que podrían unirse como hermanas. En fin, ahora podía descansar tranquila y disfrutar de las cosas buenas que ahora tenía; su padre ahora tendría menos preocupaciones, Hermione era su mejor amiga y Draco su maravilloso novio.
Soltó un suspiro profundo y levantó la mirada para ver a los ojos a Dumbledore, quien la observaba.
¿Cómo se encuentra?
¿Yo? Bien- respondió ella.
Me alegra- le dijo el profesor entrelazando los dedos de las manos-. Su padre está en camino.
El rostro de la chica se iluminó.
¡En serio!- una sonrisa se dibujó en su rostro.
Pero antes de que Dumbledore tuviera la oportunidad de hablar a solas con ella, la chimenea comenzó a crepitar e inesperadamente la habitación se llenó de humo.
¡Papá- exclamó Tall al mismo tiempo que saltaba de su silla para abrazarlo.
Querida... acabo de enterarme.
Papá...
Los dos se abrazaban con fuerza, era una imagen adorable, mas triste.
Dumbledore se puso de pie para marcharse, era hora de dejar solos a los únicos miembros restantes de la familia Ashcroft-Avery. Ninguno de los dos se percató de que se marchaba.
¡Dumbledore¡Dumbledore!
Albus estaba a punto de cerrar la puerta tras de sí cuando escuchó que le llamaban.
Rudolph y su hija parecieron volver de su trance y ambos se volvieron hacia el director.
¡Albus! Lo siento, ni siquiera te había visto.
Oh, eso no importa. Pero¿me llamaste?
¡Dumbledore!- volvió a exclamar una voz femenina muy grave.
Los tres viraron entonces las cabezas a uno de los cuadros de la oficina. Estaba colgado muy alto, justo bajo el techo, así que los tres tuvieron que levantar por completo la cabeza para ver a quien llamaba al director.
¿Qué pasa?- preguntó este, levemente preocupado.
La persona en dicho cuadro no se podía distinguir debido a la distancia así que, al parecer dándose cuenta de ello, comenzó a bajar por las pinturas bajo ella. Finalmente, cuando llegó abajo, pudieron ver todos a una hermosa mujer de cabello muy esponjado y de color castaño claro.
Tall se sobresaltó, ya que se parecía mucho a su amiga.
¿Qué pasa Margerie?
La mujer tomó aliento y comenzó a hablar.
:-
Ron se enderezó rápidamente y comenzó a caminar en círculos por la habitación.
Sin duda se encontraba en una situación embarazosa: Estaba solo, con una linda chica inconsciente recostada en la cama, en una habitación oscura...
No sabía qué hacer. Usualmente seguía a sus instintos, pero los resultados no eran siempre buenos. Acaso una que otra vez le había resultado el seguir sus impulsos, por ejemplo el día en que había tomado la mano de Hermione sin querer...
¡No¿Por qué seguía pensando en ella¿Recordando los momentos en que había estado con ella a solas... íntimamente?
Ron rió por lo bajo, sabía que jamás había tenido un momento de intimidad con Hermione, si aún así habían sido tantas las noches en las que se había quedado dormido imaginando el encuentro perfecto.
Sin duda hubiera podido escribir un libro de historias de amor tan sólo reuniendo todas sus fantasías. Su favorita era en la que Hermione era perseguida por una bludger en una práctica de quidditch; él volaba a toda velocidad y, a un segundo de ser golpeada por la pelota voladora, Ron rescataba a la chica y le plantaba el beso más espléndido de todos. Y lo mejor era que todos sus compañeros de equipo le aplaudían por su manera de volar, Harry les gritaba felicitaciones por haber aceptado su amor y Kania ardía en furia por ahí...
Un gemido hizo que Ron se volviera sobresaltado. Se había sumergido en su fantasía, incluso había olvidado dónde estaba... y con quién.
¿Ron?- musitó Hermione mientras se recargaba en sus codos para comenzar a enderezarse.
¡Hermi¡Ya despertaste!
¿Qué pasó?- preguntó ella, comenzando a identificar el lugar donde se encontraba.
El pelirrojo se sentó a su lado y la ayudó a ponerse de pie.
Creo que bebiste de más...
¡Qué¿Yo¿Cómo dices...?
Pero antes de que terminara de contradecirlo, comenzó a recordar cómo había llegado a tal situación...
Blaise... ha, Ron..., cerveza... mucha cerveza...
¿Ron?- dijo ella suavemente.
Dime- le respondió él con cierto temor a lo que ella le pudiera decir.
¿Estaba borracha verdad?
Ron la miró por un instante. Su cara estaba roja por la vergüenza, su cabello algo aplastado y toda ella temblaba ligeramente por el viento que entraba a través de la ventana.
No- le respondió-, sólo tomaste demasiado... yo no diría que estabas borracha...
Pero vomité, me maree y perdí la conciencia, todo por la cerveza. Creo que eso es estar borracho.
Bien... pues...- Ron no sabía qué decir. No deseaba hablar más de ello... simplemente quería dar ese gran importante paso, ahora.
Bien, pues, no es necesario que lo corrobores, estuve borracha... lo único que me falta es darme cuenta de que este horrible dolor de cabeza es la cruda. ¿No tendrás agua por ahí? Tengo tanta sed...
Hermione se dirigió a la puerta.
Gracias por ayudarme Ron- dijo mirándolo con sus dulces ojos-, pero ya me tengo que ir. Necesito dormir... y un buen hechizo contra estos efectos secundarios del alcohol.
Hermione salió del cuarto, sabía que si se quedaba ahí, en la oscuridad con él, no sería responsable por sus actos.
Había comenzado a bajar las escaleras cuando vio la sombra de alguien que subía. Con suerte sería Harry... pero si no... Estaba ahí, con aspecto de no haber dormido en una semana, bajando de las habitaciones de los chicos... Razonando los hechos globalmente, decidió volver corriendo a la habitación con Ron. Pero antes de tocar el picaporte, él se le adelantó y salió gritando su nombre.
¡Hermio!
Ambos chocaron y Ron la sostuvo entre sus brazos un segundo, hasta que ella dio un paso atrás.
¡Alguien viene!- susurró alarmada- ¡Adentro!
Los dos alborotados chicos entraron y se quedaron detrás de la puerta, sus oídos contra ella y contenido el aliento.
Pasos firmes se escucharon por el pasillo. Nadie hablaba. Los pasos se alejaron. Una puerta se abrió y volvió a cerrarse.
Ron y Hermione al fin respiraron y se miraron.
La verdad es que ninguno pensaba mucho, era inevitable no mirarse a los ojos y pensar sólo en sus rostros mirándose.
Repentinamente Hermione se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se dirigió a la ventana. Realmente estaba atontada. No podía dejar de mirarlo pero no iba a darle el gusto de aumentar su ego. Iba a obligarse a disimular los latidos descontrolados de su corazón, las manos que comenzaban a sudar por los nervios, la piel de gallina en sus brazos, ese impulso de morderse los labios... Tal vez no estaban afuera, junto al lago, con un romántico paisaje frente a ellos... Pero él estaba ahí, y ella estaba dispuesta... Su sueño podía volverse realidad, esta vez con el verdadero Ronald.
Se quedó observando el bosque prohibido, tratando de ignorar que escuchaba los pasos de el chico acercándose. No podía evitar sentirse en las nubes, y entonces, él colocó su mano en su hombro. Ella inclinó su cabeza para poner su mejilla sobre esa parte de él con la que siempre había soñado. No quería moverse si era para alejarse.
Hermione...
Su voz tan envolvente hizo que cerrara los ojos y se volviera. No quería decepcionarse, sabía que era él pero era tan perfecto... no deseaba que la decepcionara.
Pero tenía que arriesgarse.
Abrió los ojos y se encontró con el rostro de ese tonto que siempre la hacía enfadar, ese hombre que la había hecho suspirar desde hace tiempo...
Las manos de él se acercaron a sus cintura y comenzaron a acariciarla. Cerró los ojos y comenzó a acariciar la nariz de la chica con la suya.
Hermione volvió a cerrar los ojos, ahora segura de que era él. Y se dejó llevar por esa música que escuchaba en su interior...
MmMm mMmM
Oh cuánto deseaba escribir esta escena! Y lo mejor es que no termina ahí! MUAJAJA me puse romántica. Espero que no me odien todos aquellos amantes del G/H pero la vdd... esque me pasé con mi dialogo super cursi de cuando comenzaron a andar, (gracias por las observaciones sobre ello!) y ahora, traté de volver las cosas un poco menos... empalagosas y más reales.
Bueno, el caso es que este cap ya se lo debía a los que han estado esperando por años jaja literalmente! La última vez que escribí iba a terminar el nivel uno en francés, osea que eran las pasadas vacaciones de verano... Y ahora me encuentro en año sabático de la francofonía, pero estaría en el nivel tres. Estoy apunto de terminar la preparatoria y eso me mata de miedo! Creo que empecé a escribir H:QD cuando estaba en secundaria... si mal no recuerdo... aunque no lo publiqué hasta mucho después cuando conocía Nomad! El webmaster de la Autoestopista. Bueno, ahora sí que tengo tiempo porque estoy en el bachillerato socio, mejor conocido como el 'ocio', y con justa razón! De verdad que nos tienen echando la flojera bien y bonito. Pero pronto tendré que estudiar para mi examen de admisión a la universidad. Finalmente me decidí por psicología y estoy muy emocionada por ello! Ya soy mayor de edad y tengo muchos planes para el futuro jojo, pero a corto plazo quiero hacer mi propia page web, ya la tengo planeada y todo pero no logro encontrar quien me ayude a programar mi layout porque Anek nomás me da largas, voy a llorar! Así que si tú le sabes al html y tienes tiempo... ayúdame! Yo te puedo pagar con tareas que necesites porque me encanta hacer ensayos, sobretodo de libros! Bien, esperando su apoyo! Me despido con cariño!
Ah y para el prox. Cap, ya no me voy a hacer mensa y pondré algo de acción.
Y por cierto! Desde hace tiempo que he aprendido un chorro acerca del dark y las contraculturas, y saben? Me he dado cuenta de que Tall no es precisamente Dark, tal vez sea punk... sólo tal vez... en fin, las etiquetas no sirven de nada, no creen?
No sé que hubiera hecho sin ustedes mis lectores. Yo por ak escuchando 'En el muelle de San Blás', uds? Cuéntenme en un review o a lo aquí contenido en esta historia tiene ©.
