Hola, gente! Tanto tiempo sin vernos! (Anne se esconde tras su asiento) No me maten, se que he tardado demasiado y les pido mis mas sinceras disculpas, ya que he estado algo atareada, tareas, sin compu, muchas cosas que hacer, y de verdad les ruego que me disculpen, les juro que cuando tenga una comp. Nueva, no volverá a pasar. Va?

Para no entretenerlos mucho con esta basura, directo al fic, y contesto reviews al final.

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Obsesiones

Capítulo Séptimo

"Adiós"

La rubia apretó los ojos con sobresalto al escuchar como las espadas crujían al estrellarse fieramente entre sí. Ni siquiera le importó el hecho de que sus uñas ya se habían enterrado en la suave carne de su regazo, y que el vestido se arrugara víctima de aquel trago amargo por el cual, su corazón se desmoronaba lenta, dolorosa y cruelmente.

No podía ver, se negaba a observar cómo aquellos hermanos se mataban entre sí, rompiendo cualquier lazo de unión familiar, quebrantando los límites, hiriéndose por una razón. Una maldita razón, pensó apretando los dientes mientras su rostro se desfiguraba de dolor. Por ella. Por su culpa.

Quería morir. Quería desaparecer. Dejar de sufrir ese infierno que ella misma había creado. Pero tampoco podía hacerlo; ya que aún con los sueños rotos, con el corazón hecho pedazo, con la pérdida de el ser que más amaba, aún había una personita de por
medio, que no tenía culpa alguna de lo que pasaba. Hana era un bebé, un precioso niño producto de un amor adolescente, y ella… una mala madre, una esposa infiel, una mujer despreciable, que había desperdiciado su educación, que había traicionado a la familia que la había educado, vestido, alimentado y querido como parte de ella.

No debía estar ahí tirada sobre la arena, llorando pesares. No debía ser un estorbo. No. Sollozó mientras se arrancaba las lágrimas del rostro, su tiempo se detuvo, creyó escuchar los débiles latidos de su propio corazón, y sus rodillas flaquearon en un intento por levantarse. Pero aún así lo hizo.

- Tranquila, Anna. – Ignoró aquella voz ruda pero a la vez preocupada del joven ambarino. Caminó lentamente con la mirada fija en los gemelos, ignorando a aquellas voces que trataban de protegerla, Len y Horo. Pero, sonaron tan lejanas a ella que fueron llevadas por el viento.

Sólo podía observar entre las llamas al hombre de su vida peleando por despecho, con una expresión sombría y despedazada de tristeza. Con una expresión que jamás en su vida creyó ver en su tranquilo rostro. Escuchar los insultos que se profesaban, el sonido de las espadas al encontrarse en un ataque violento, e incluso las respiraciones agitadas de ambos.

Y entonces vio a aquel hombre, con el cual se había atrevido a engañar y a ser infiel a su marido, y sólo al observarlo detenidamente, supo lo que era. Era un hombre con los sueños y las esperanzas rotas, con una misión que le era obligatoriamente necesaria, para mantenerse vivo, era un hombre maldito, privado de felicidad y cariño, y entonces supo que si debía hacer algo productivo, ése era el momento. Aunque después se arrepentiría.

Siguió caminando, acercándose tanto a las llamas, que su piel comenzó a sudar y comenzó a sentir ligeras punzadas de dolor al sentir como el calor la quemaba. Sabía que si no traspasaba ese muro de fuego, se quemaría viva.

Pupilas de color negro que se dilataron al observar a la rubia caminar hacia su propia muerte, un grito proveniente del joven de Hokkaido fue lo que hizo que ambos hermanos perdieran la concentración. Los dos se detuvieron en seguida, y comprobaron aterrorizados como la sacerdotisa no detenía su caminar hacia las llamas, y entonces… el shaman de fuego sintió que el corazón se le detenía y sus ojos se dilataron avecinando lo que pasaría si ella se acercaba lo suficientemente al fuego como para quedar calcinada.

La itako apretó los párpados y las lágrimas que rodaron por sus mejillas comenzaron a evaporarse.

Yoh, contuvo el aire. Un paso más… Y la perdería. Perdería su razón de vivir, perdería a la madre de su hijo, perdería su vida con la de ella. Lo perdería todo. Pero, No. Ella no podía hacerle esto. ¿Por qué demonios le hacía esto? ¿¡Por qué?!

Sintió el pánico de estar al borde de la muerte, más aún así dio aquel paso restante. Avanzó decidida.

Y no pasó nada. La cortina de fuego había desaparecido a voluntad del mayor de los Asakura.

Abrió los ojos y observó de nuevo a los Asakura's. Hao la miró aliviado y le espetó en la cara, aquella estupidez que pudo haber cometido.

- ¡Estás Loca! ¡Pudiste haberte consumido en llamas! No vuelvas a… – La regañó como si fuese una pequeña, pero se detuvo al observar su mirada, y supo que aquellos ojos azabaches no iban dirigidos a él.

Anna miró a Yoh con dolor, profundamente. Y el menor comprendió lo que significaba esa mirada. Tragó saliva apretando la espada entre sus manos, y atacó.

Más no se esperaba que el de cabellos largos lo recibiera. Y en el momento en que ambos quedaron prendados en un manojo de espadas y brazos, el grito de la rubia sonó aturdidamente lastimero mientras caía de rodillas otra vez, en la arena.

Los gemelos se miraron a los ojos con las pupilas dilatadas y los labios entreabiertos.

Dos gotas de sangre mancharon el perfecto dorado de la arena, una seguida de la otra, y entonces, con un sonido sordo cayeron sobre ella. Anna gritó desgarradoramente, arrastrándose sobre la arena, tratando de acercarse. Len y el de cabellos azulados, contuvieron el aliento. ¿Acaso los dos… habían muerto?

Anna se acercó desesperadamente a los dos hombres tendidos sobre la arena. Yoh se encontraba debajo con Hao encima, los ojos de ambos abiertos, sin parpadear. Tocó el rostro de su esposo, con la esperanza de que estuviera vivo.

- Yoh… No, Tu… Tú no puedes morirte. – Tocó su mejilla, y comprobó que estaba caliente. – Se que estás vivo. Despierta… Por favor, despierta. – Quiso tocarlo nuevamente, pero omitió esa caricia al observar que los ojos castaños de su marido recobraban el color y parpadeaban.

Gimió a causa de un dolor aún desconocido para su mujer, mientras con el cuerpo adolorido se quitaba el cuerpo de Hao de encima. Y fue entonces, cuando al quedar boca arriba observó aquel agujero sangrante en su abdomen, la sangre en saliente de sus labios, y esa expresión de impotencia y derrota en sus ojos que poco a poco, perdían el color.

- No… - Dijo el mayor, temblando. – No de nuevo… - Una lágrima le escurrió por la comisura de los ojos.

- Hemos terminado con la batalla, y como tú lo dijiste… el mejor ha ganado. Se acabó. – Murmuró el menor concluyendo, con la mirada perdida y las manos posadas en su costado que sangraba ligeramente.

- Lo sabía, sabíamos… ambos, que el perdedor sería yo… - Su rostro moreno se contrajo. Dolía mucho, y no era el ser atravesado por Harusame, era caer derrotado de esa manera, tan humillante.

- Y aún así peleaste. ¿Por qué? – A pesar de ser la primera conversación calmada mantenida entre ambos hermanos, las palabras estaban cargadas de amargura.

- Porque la amo… imbécil, porque la amo. – La rubia se sobresaltó. Yoh apretó su mandíbula sintiendo como los celos lo consumían, como las ganas de degollarlo y hacerlo pedazos para que muriera se acrecentaban. – Anna… - La llamó con ojos vidriosos.

- Hao, no puedo hacer esto… ¿No entiendes? ¿No entiendes que he destruido mi vida? Lo perdí todo… - Yoh desvió la mirada y se levantó, comenzando con un andar un poco débil. Anna sollozó al sentirlo.

- ¿Lo… amas? – Preguntó el moreno destrozado. Ella asintió, y entonces cerró sus ojos cansados de velar por esa mujer que jamás lo amaría. – Entonces… serás mía… en otra vida. Adiós… Anna. Adiós. – Y la rubia esperó volver a ver ese marrón embelesante, esperó ver ese rastro de vida maldita, pero no lo vio. Los ojos de lo que alguna vez pudo haber sido el shaman más poderoso de la tierra, no se abrieron. Estaba muerto, y lo comprobó cuando aquel cuerpo material comenzó a evaporarse hasta quedar nada.

Y se quedó ahí, hincada sobre la arena. Pensando. Pensando. ¿Qué haría al llegar? ¿Qué diría en el camino? ¿A quién sería capaz de mirar a los ojos? ¿A quién sería capaz de dirigirle la palabra? ¿Tendría la suficiente dignidad como para volver a la pensión? Su hijo… ¿Se atrevería a tocarlo estando sucia?

Sucia. Y es que la palabra le quedaba tan bien que no podía pensar en otra cosa, más que en llamarse así misma de esa manera, porque no era necesario que se lo dijeran, lo sabía de antemano. Aquella Anna a quien todos pensaron perfecta había desaparecido. Qué ironía. Había resultado tan humana, tan incompetente, tan estúpida como cualquier otro ser humano. ¡¿Pero por qué su maldito error tenía que haber sido ese?! La infidelidad. Ese maldito pecado.

De pronto sintió como la tomaban por los hombros, se sintió liviana entre unos brazos fuertes y desconocidos. Se sintió débil, inútil. Y lo último que escuchó, fueron unas palabras, que no supo si fueron para ayudarla, sólo las reconoció, pero esas palabras no eran dueñas de esa boca. Y no quiso saberlo. No quiso.

"Todo estará bien."

Si, claro. Ojala lo estuviera.

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El ardor de la herida haciendo contacto con el alcohol, no fue lo que más le dolía en esos momentos. Todo estaba silencioso a excepción del estruendoso sonido de las turbinas de la avioneta, que extrañamente resultaban arrullos para sus cansados oídos, para su cuerpo exhausto que aclamaba descanso. Ese descanso que era imposible con el solo hecho de ver a su Anna desmayada sobre un asiento.

Sus manos temblaban de impotencia. ¿Por qué tenía que obligarse a odiarla? ¿Por qué simplemente no podía odiarla? ¿Por qué?

Y las respuestas seguían sin llegar. Observó al peliazul, quien lo observaba con ojos tristes. Sintió su mano sobre su hombro, tratando inútilmente de apoyarlo en esos momentos que lo estaban desgarrando por dentro.

- Lo conseguimos, Yoh. La recuperaste, y mataste a Hao. – Intentó animarlo. Len, quien se encontraba velando el sueño de la rubia, lo apoyó con una mirada ambarina sincera.

- ¿A quién recupere, Horo? – Preguntó con sarcasmo, un sarcasmo que parecía irreal en esa boca de la cual jamás se pensó tal sentimiento.

- No me digas que te estás rindiendo, Yoh. No hay pruebas para comprobarlo. No puedes afirmar nada. Anna sería incapaz de…

- Ella lo afirmó. Ella nunca miente. – Se enfrentó a la mirada del shaman de hielo, y le dijo. – La perdí. La he perdido.

- Yoh, amigo… - Suspiró derrotado cuando Yoh comenzó a hacerse un ovillo dolorosamente lastimado. Intentó conciliar el sueño, pero sus sueños también se habían ido tras ese engaño.

Y estaba de más decirlo... Los sueños, sueños son…

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Abrió los ojos espantada. Esas pesadillas, esos sueños demoníacos no la abandonarían nunca. Nunca. Y menos cuando se sabía pecadora.

Intentó levantarse, pero unas manos se lo impidieron. Sobresaltada observó a su costado. Era Len, sólo, Len.

- ¿En dónde…? – Len se llevó un dedo a los labios, acallando cualquier pregunta o cuestión de esa itako. A su alrededor, los dos shamanes aparentemente dormidos. La sacerdotisa guardó silencio avergonzada.

- Llegaremos en unas horas. Debes descansar… Lo necesitas. – Volvió a escucharlo muy lejos de ella, sus ojos comenzaron a cerrarse nuevamente, y cayó en un sueño profundo, del cual hubiera deseado salir cuando la pesadilla comenzó a atormentarla.

Llegar… Por fin, a su hogar. Cargar a su hijo, colmarlo de besos, caricias y apapachos. Recuperar su vida. Volver a ser ella, recuperarse.

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- Duerme, Hana. Duerme dulce Hana. Tus papis están en camino, y te vas a aliviar y volverás a jugar, a comer helado, a ser un bebé feliz. – Murmuró Tamao con el pequeño rubio entre sus brazos. El heredero de la dinastía Asakura había mejorado, pero el peligro seguía ahí, asechante, latente. – Eres precioso. Si. Lo eres. – Murmuró.

De pronto sintió el sonido de una avioneta, colocó al bebé cuidadosamente sobre su cuna y lo arropó. Salió como el alma que lleva el diablo hacia el jardín, y su esperanza volvió, su corazón volvió a latir y la seguridad de que todo estaría bien, volvió al observar a los padres del pequeño Hana bajar de la avioneta.

Más todos estos sentimientos de gozo desaparecieron al observar que esta historia no tenía final feliz. Un Yoh devastado, herido, sangrante, ojos marrones decepcionados y tristemente vidriosos. Anna, destruida, con la seguridad arrancada de sus brazos, avergonzada, con las mejillas surcadas de lágrimas pasajeras y los ojos reteniendo nuevas, que amenazaban con mancharle el rostro. Len y Horo, con una decepción, con una victoria que no podía celebrar y con la boca cerrada, forzando a que el silencio fuera su único deber.

Se trasladaron hacia la sala y se sentaron a descansar mientras Tamao preparaba té caliente para todos, para calmarlos, para tranquilizar sus penas, para por lo menos disfrutar ese pequeño aperitivo. Nadie habló. Ni cuando preparaban el té caliente, ni cuando comenzaron a consumirlo. Era un silencio desesperante, un silencio sepulcral, que se vio roto por el llanto de un bebé.

En segundos, ambos padres habían corrido a su llamado, deteniéndose al pie de la escalera al toparse con la mirada. Y uno de ellos supo, que no era el momento para estar juntos, que sólo uno debía de ir, y con la vista baja, Anna siguió su trayectoria marcando su subida con fuertes pasos, que la llevaban a socorrer a su primogénito.

En cuanto lo vio, lo abrazó como si su vida se le fuera en ello, lo arrulló, le beso los hilos dorados que apenas comenzaban a crecer en su frágil cabecita. Y aunque Hana era un bebé sentía esos besos tan húmedos, tan hambrientos, tan arrepentidos, que con la poca fuerza que la enfermedad y la fiebre le había dejado, extendió sus manitas tratando de abrazar ese cuerpo tan familiar que se aferraba al suyo. Su madre, su mamita, estaba de nuevo con él.

La rubia ahogó los sollozos mientras lo acariciaba, y le pedía disculpas. Él no podía entenderla, pero… necesitaba disculparse con él, había sido tocada por su peor en enemigo, y poco peor… lo había disfrutado, sabiendo que tenía a esa personita tan bella que le había alegrado la vida con sólo nacer, y a su esposo. Yoh, ¿La odiaría? No lo sabía, pero estaba segura que cualquier ofensa por parte de aquel hombre del cual estaba enamorada, se la merecía.

- Perdóname Hana… - Sollozó besando la cabecita rubia constantemente. – Dios… Perdóname, bebé. Lo siento tanto. Tanto. – Se sentó en la mecedora, al sentir como los sollozos de su hijo cesaban y comenzó a mecerse ligeramente, mientras seguía hablando. – Mamá no volverá a abandonarte. Nunca, nunca te dejaré precioso. Mamá está aquí, para cuidarte. – Lo meció mientras las lágrimas salían sin parar con dolor. – Te vas a recuperar, dulce Hana. Y vas a jugar y aprenderás muchas cosas… - Aprender tantas cosas, y la pregunta era. ¿Las aprendería con sus padres juntos? La respuesta no era necesaria, le desgarró el corazón el sólo pensarlo. – Te amo, bebé. Te amo tanto corazón… que nunca me perdonaré lo que te hice. Nunca.

Y entre arrullos, Hana fue cayendo poco a poco en un sueño que por primera vez después de aquellos días negros, fue tranquilo. Tranquilo porque su mami estaba a su lado, protegiéndolo.

&&&&&

Tamao observó a los tres hombres que guardaban silencio reposando en los sillones. Pasó la mirada a cada uno, cuestionando el por qué de su actitud, el por qué de su tristeza. Más nadie le decía nada. Y entonces, tragándose la pena, preguntó.

- ¿Joven Yoh? ¿Qué ha sucedido?... – Y la pregunta quedó en el aire. El shaman de cabellos castaños bajó la mirada, y toda la atención se centró en la sacerdotisa que iba bajando los peldaños de las escaleras sin hacer el menor ruido.

El momento se tensó. Tamao no creyó posible que nadie fuera capaz de decir ni una sola palabra. Era paciente, pero su actitud la estaban volviendo loca. Loca. ¿Qué había sucedido en aquellas lejanas tierras, que todos estaban en ese estado? ¿Por qué nadie decía nada? ¿Era tan grave?

Y el silencio se volvió a romper, más no por ninguna voz, si no pro azote de la puerta principal. Todos los presentes en la sala, desviaron la mirada para ver quien había osado entrar de esa manera tan descarada e impertinente, pero a todos se les fue el aire de los pulmones. Una voz mandona y exigente se hizo sonar haciendo que todos salieran de la pensión.

- Fuera de mi vista, Todos. Excepto tú y tú. – Señaló un dedo arrugado en tono acusador. Todos salieron rápidamente de la casa, sabían lo que les esperaba.

Kino se acomodó los lentes mientras se servía una taza de té, y se acomodaba en su asiento. Observó a la pareja que la observaban como si hubieran visto al mismo diablo, y entonces sonrió. Y los dos jóvenes comprobaron aterrados que ésa sería una larga noche.

Continuará.

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Bueno, contestaré los reviews. Ahí van.

Minamo: Jajaja, exacto, pero ponte a pensar, si fueras Anna y tuvieras dos hermanos gemelos increíblemente guapos y sexies, a poco no te dejarías hacer eso y más?... Bueno, en mi historia no es el caso, pero sólo quería decir una burrada. Así es, Anna La Villana en nuestras próximas carteleras de cine, no te la pierdas. xD. Si, todos amamos a Yoh, (Aparece Anne con pancartas que dicen "We Love Yoh!" ¬) Bueno, no siempre va a estar feliz, no modo que le dijera, está bien Annita te acostaste con mi hermano, pero todo estará bien, pues no! Si, pobre Hana, pero vas a ver que todo va a mejorar. Pues, veremos como arreglo todos estos nudos de fic que he hecho. Bueno, fiel lectora, gracias por tu review!

Kohanita: Bueno, la trataron mal, pero… Bueno, si tiene culpa porque aunque su cuerpo actúe sólo, tiene cerebro y ps, se supone que es fría y calculadora, y pues, pudo haber hecho algo, pero este no es el caso, así que… Bueno, la verdad… no tengo ni idea, se supone que este fic era de 5 capítulos y este es el 7, es que lo han recibido muy bien, pero supongo que va a estar larguito. Espero que te haya gustado el capitulo.

May sk: Si lo pongo en su lugar, y creo que el fic correcto es Tardes Negras, ahí Yoh sufre mucho, y Anna es la víctima, y creí que sería buena idea, pero todo va a salir bien, y no me molesta, no te preocupes ). No me odies por matar a Hao, te prometo un One Shot de Hao con Anna, te lo prometo, va a estar dedicado a todos los amantes de la pareja, que leen mi fic. Enfadosa, me siento muy bien tus reviews, no me importa que me dejes miles, por mi mejor, porque mientras más, más escribo y creo que así terminamos todos contentos que no? Bueno, espero que te haya gustado mucho el capítulo y prometo no tardar tanto con el siguiente, y como te dije ya verás que todo va a salir bien. See ya!

Sndparishilton: Cuidado con tu madre, espero que hayas tenido que salir lastimada por eso… xD, que bueno que te guste, ay, me pongo roja. Gracias por leer mi fic. También cuida tus uñas mujer, yo también me las como y creedme que me friego mucho, yo toco el violín y me es muy difícil tocar con el dedo pelón, Poesía? Cielos! Lloraré, muchísimas gracias, sigue leyendo y espero que te haya gustado el capítulo.

Amadalua: Un, un llores. Todo estará bien. Si, se pasó, pero sólo en el golpe. Bueno, si algo feito, pero vas a ver que Yoh no es tan malo. El es noble, lo sabemos y lo amamos, a que si? Sigue leyendo. Espero haberte sorprendido un poco aunque sea.

Budam: Odiabas a Hao? Pues, creo que te recompenso un poco. Se que fue duro en golpear Anna, pero no creo que se haya sentido muy feliz de ver que su mujer lo engañaba con su hermano. De los mejores? Nunca lo pensé así, pero gracias, me halagas mucho. Gracias por leerme. Bye!

Leticia: Nu! Malvada nu! Bueno, (Anne sonríe maquiavélicamente) sólo un poquito. Con el corazón en la mano? Ah canijo, y como es que estás viva? Jajajaja, que payasa. Bueno, gracias por leerme espero que te haya gustado!. Besos.

Beu Rib: Si, Yoh lo conocemos tranquilo, pero creo que si su amor es Anna, y es su razón de vivir, sufrir una decepción tan grande lo debe de tener así y hasta peor. Bueno, Hao recibió su merecido. Eres feminista? Vaya, yo también, no se que estaba pensando, pero creo que Yoh estaba fuera de sí? No tanto por la infidelidad, estaba pensando más en Hana, que él no tiene nada de culpa, y creo que es el que más sale sufriendo. Gracias por leerme Beu, tu fic está genial y es un honor que leas el mío, mil gracias.

Carola: Ya que estás leyendo más shaman king, pues, ya puedes opinar más. Ya te prometí un Horo y alguien, pero que tenga Horo, se que amas a Yoh y a Hao y yo tambien te apoyo. Gracias por leer piruja. See ya!

LineRm: Hola prima, gracias por leerme, pero… am, lee todos no? Luego te digo. Bye.

Hermione Potter Adams: Gracias por leerme, que bueno que te ha gustado el fic y espero tener tan buenos comentarios de este capitulo como del fic en general. Mil gracias.

Bichigangan: Gracias por gustarte el fic, y lo siento muchísimo, discúlpame por la tardanza. No te desesperes, take it easy, yo seguiré el fic, espero que te haya gustado el nuevo capítulo. Gracias por leerme.

Bueno, gracias y bye.

Pd. Haré un Hao/Anna para los que quedaron inconformes, pero eso vendrá después, el proyecto ya está en pie, pero tengo que terminar otros para poder empezarlos. Gracias por su atención. Los amo!.