Hola, siento mucho la tardanza, y creo que contarles todo lo que tuve que pasar para poder escribir el capítulo, no les interesaría mucho. Mi disculpa es este capítulo, y que no les enfade más mis comentarios tontos, jojo. Actualizaré más rápido, porque acabo de terminar mi fic ¡Una noche de Furia! De HP, y pues, quien guste leerlo, yo encantada. Gracias a sus reviews casi casi llego a los 100… espero poder superar el reto con su ayuda. Les estaré muy agradecida.

Beu Rib¿Sabes? Creo que Hao tuvo lo que quería después de todo, tuvo a Anna una noche, y bueno digamos que sufrió una pequeña humillación al morir de esa manera tan fácil, pero pongámonos a pensar que Yoh es el Rey de los Shamanes, era obvio y jamás dejaría a Hana sin padre. Anna, creo que se ha comportado vilmente como una regalada, además de que no puede hacer nada más que lamentarse, sería falta de vergüenza rogar por un perdón. Ella es inteligente y aunque esté pasando por esto, y esté perdiendo la cabeza, sabrá reponerse. Gracias por tu review.

May sk: Discúlpame, me confundí. Uh, lo siento, no pensé que este tema te hiciera recordar cosas malas. Pero sabes que, te prometo que ese one shot va a quedar de poca, porque yo también tengo muchas ganas de un Hao con Anna fuera de esta historia. El capítulo es corto pero describe una nueva faceta de Yoh quien esta experimentando nuevas sensaciones que jamás pensó sentir. La depresión hace muchas cosas con la mente, créeme. Sobre Hana, no me mates después de leer. Gracias por tu review amiga.

Minamo Bueno, lo maté porque tiene que morir, todos amamos a Hao porque es sumamente sexy con su apariencia rebelde, y creo que el triunfará para otro fic, por lo tanto el hermosos de yoh es aquí el bueno. Como adoras el drama, aquí hay más, y bueno… me hizo mucha gracia eso de dirty, jajaja. Pobre Anna, tan recatada y bien portada que era, pero nadie se le resiste a Hao. Con kino, ps… ya leerás. Me morderás? No me asustes! Jaja, bueno gracias.

Carola: hola fucker, bueno ahorita que voy a subir el capitulo tu andas de vaga en Guadalajara espero que em compres algo o no te hago epilogo en noche de furia maldita perra. Ya se, te prometo tu fic de Horo y bueno, ya habías leído un pedazo de fic, pero bueno, aquí esta el final de capitulo espero que te guste. Bye bitch.

Tania: Vaya, amenazas de muerte, eso quiere decir que te gusta no? Bueno, de verdad que estoy temiendo por mi vida porque tengo que seguirlo, pero bueno excusas no van a valer para ti verdad? Creo que mejor actualizo y me guardo mis excusas para después. Bueno bueno, actualizo ya porque si no, bueno, es que la verdad si me estoy creyendo tus amenazas, pero igual, gracias por leer.

Luaxan Am, tu review salió como cortado pero igual te lo responderé porque me caes bien y bueno, lo maté porque lo creí indispensable y bueno creo que las fans de Yoh me hubieran matado si lo dejada hao con anna, aunque después de todo pienso hacer un one shot con la pareja así que no te preocupes, que tendremos hao para rato. Muchas gracias haberme leído, de verdad que los reviews me hacen mucho bien y bueno, no pensé que fuera a ser bien aceptada, pero aquí esta la prueba, Uds., que me dejan reviews, que me quieren, gracias.

Yo-chan1: Hola, y gracias. Este bueno me alegra que te guste el yoh con anna, a mi me gustan las dos parejas, pero este fic lo decidí por yoh, el debe ser el ganador. Y bueno, Kino ps, es el mismo diablo esa vieja y de todo se entera, aunque creo que te sorprenderás ya que la regañada no es tan fuerte como muchos esperan, aquí veré un lado de kino que nadie ha visto, en ves de regañar y castigar, bueno ps, será otra cosa. Gracias por haberme leído.

Bichigangan Claro que soy mexicana, he ahí todas mis groserías. Y bueno, creo que después de todo, aunque no me gusten los finales felices, este será una excepción, así que puede sacar conclusiones desde ahora. Gracias por tu review, me da mucho gusto que te guste mi fic. Sigue leyendo.

Kaoru Kinomoto. Hola gracias por tu reviewsada. Me gusta esa palabra, es cool. Uh, que gusto haberte dejado sin palabras, pero de verdad que me dejas sin palabras a mi, porque bueno, a eso de gran autora, te lo aprecio mucho. Jiji, se cortó tu carita o tu review, no sé así que si se te hace poca la contestación, sorry, al parecer se corto el review o si esta bien, pues omite todo lo anterior.

Seinko Ya quisiera yo terminarlo, de verdad. Pero pues no he podido agilizarme porque pues, he tenido muchos deberes en la escuela y pues, lo siento si tarde mucho. Mira que para hacerte pensar que el fic terminó, entonces si ando media atrasado y discúlpame por eso. Bueno, el alma en un hilo seguirá así porque pienso ponerme más drama a los siguientes capítulos que espero y te agraden mucho. Gracias por tu review.

Otakuko Otra persona que se queda sin palabras, ay, que la que se queda muy agradecida por eso soy yo. De verdad gracias y bueno, espero que te guste la tristeza porque a mi me encanta escribir sobre eso, espero que te guste este capítulo y sigue leyendo que el final ya viene cerca. Gracias!

Gracias a todos.

Capítulo VIII

"Licor y Dolor"

La anciana los miró de reojo mientras le daba un sorbo a su té. Amargo. La bebida estaba terriblemente mala, al parecer había sido preparada en un momento donde la paciencia y la dedicación en la cocina, no estaban presentes.

- Abuela/Sensei… - Intentaron decir. Más la mano vieja y madura, se alzó en el aire interrumpiéndolos y por lo tanto, callándolos.

- Seré sólo una vieja, pero yo me entero de todo. – Las pupilas de ambos se dilataron. No habían terminado de conocer a esa mujer y nunca lo harían. Estaba llena de sorpresas. – Y aún no me decido, si enojarme o decepcionarme, si separarlos o dejarlos a que se torturen con las miradas, y créanme que prefiero las primeras opciones, pero estoy dejando a mi bisnieto de lado. Estoy decepcionada. De ambos.

- Pero abuela… - Comenzó Yoh, pero Kino siguió hablando.

- Tu. Muchacho. Me imagine que algún día vencerías a Hao, así como también pensé que si sobrevivía lo matarías nuevamente. El pobre estaba furioso desde el momento en que te comprometimos con Anna, y hasta cierto punto, tenía razón: Anna debía ser su esposa por ley por ser el hermano mayor. – Suspiró cansada. – Pero ese no es el caso.

- Sensei, Yoh no tiene la culpa de nada, usted más que nadie sabe quien es la verdadera culpable. – Trató de defender a su esposo. Después de todo, ella era la pecadora, no él.

- Es lo más sabio que has dicho, Anna Kyoyama. Y esta vez no pienso castigar a nadie, son lo suficientemente grandes y maduros como para darle fina este problema ustedes solos.

- Entonces… ¿A qué has venido abuela? – Preguntó consternado el de mirada marrón entristecida.

- He venido a llevarme a Hana a Izumo. – El corazón de ambos dejó de palpitar por segundos, abriendo los ojos sorprendidos y aterrorizados.

- Señora Kino, por favor… todo menos eso. Se lo suplico. Es nuestro hijo, no puede llevárselo así nada más. – La anciana se levantó y comenzó a caminar hacia las habitaciones. Mientras caminaba alcanzó a decir con voz dura.

- No he venido a pedirles permiso. Es un Asakura, y si ustedes como padres no pueden mostrar una pizca de madurez, me lo llevaré. No toleraré que viva con ustedes cuando tienen un problema de tal magnitud. Es inadecuado que un bebé pase por esos malos ratos por culpa de unos padres irresponsables, es muy pequeño para que empiece a sufrir de esa manera. – Y se perdió en la habitación del pequeño rubio.

- No… - Susurró la de ojos negros mientras se levantaba como resorte y sin pensarlo se dirigía rápidamente a la habitación de su hijo, siguiendo el paso de su tutora.

La siguió con la vista perdida y antes de cruzar la puerta para detener a la anciana que empacaba las cosas de su hijo, sintió una ligera presión en su hombro. Contacto visual entre las pupilas dolidas de ambos esposos.

- No, Anna. Empeorarás las cosas. – Lo sintió murmurar. Pero la desesperación de perder nuevamente a su hijo por culpa propia la alteró. La seriedad de Kyoyama se desvanecía conforme avanzaban los problemas.

¡No, Yoh! No volveré a perder a mi hijo. – Le recalcó mientras avanzaba rompiendo el contacto, captando la atención de la anciana quien ya había recogido todas las cosas con ayuda de pequeñas espíritus que le ayudaban a sostener las valijas. – Sensei, no puede llevárselo, se que hice mal, pero no permitiré que se lo lleve. No permitiré que vuelvan a arrancármelo de los brazos.

¿Ah si? – La anciana alzó una ceja plateada. ¿Y que harás para impedirlo, niña? – Yoh observaba impactado la escena. ¿Estaba Anna retando a su abuela¿O viceversa? Tal vez, ambas cosas.

- Es mi hijo, señora. Mi hijo. – Le recalcó. Una de las cosas que jamás pensó hacer, era faltarle al respeto a su Sensei, pero esta vez, lo estaba haciendo. – Mi hijo. – Quiso seguir caminando para llegar a la cuna de su hijo, cargarlo y llevárselo a un lugar lejos de su abuela, pero se topó con un poderoso escudo de energía que al contacto la mandó al piso.

- Anna. – Aún cuando se encontrasen separados sentimentalmente, la amaba. Y no dejaría que la situación se saliera de control… aún más.

- Deberías tener un poco de vergüenza, Anna. – Dijo mientras sus espíritus acompañantes tomaban al bebé.

- No es justo, Kino. ¡No es justo! – Sollozó la rubia arrodillada en el piso, pero sus reclamos fueron interrumpidos por una bofetada. La tercera en unas cuantas horas. Sorprendida se tocó la mejilla que comenzaba a enrojecerse y observó como la anciana que la había golpeado pasada de lado diciendo:

- Te daré a tu hijo cuando recuperes un poco la cordura y pongas en práctica todo lo enseñé. Lo tendrás cuando vuelvas a ser la Anna recatada y obediente que eduqué. Es una promesa. – Y a pasos lentos, con los espíritus llevándose a su hijo, se fue hasta abandonar por completo la pensión.

Yoh se quedó estático. ¿Qué hacer en esos momentos¿Es que acaso el enojo con su mujer se había esfumado y de repente le daban unas ganas tremendas de abrazarla y consolarla? De decirle que todo estaba bien, aunque no fuera cierto.

- Soy una… mujerzuela. – Sollozó mientras que agachaba la cabeza, dejando que las lágrimas cayeran con libertad al piso.

- Anna… - La llamó, aún sin saber lo que hacía realmente.

- Vete, Yoh. Déjalo así. Después de todo tu abuela tiene razón… No merezco perdón, mucho menos el tuyo. Puedes enojarte todo lo que quieras, estás en todo tu derecho de hacerlo, pero déjame sola. Por favor. – Le imploró con las mejillas rojas. Sentía tanta vergüenza.

- Está bien. Yo… sólo quería disculparme por haberte abofeteado, no debí hacerlo. – Y en silencio caminó hacia la puerta y la cerró tras de sí al salir. Anna ahogó un gemido. ¿Después de todo el daño se disculpaba con ella? Qué miserable se sentía. No merecía un hombre tan maravilloso como Yoh. No lo merecía.

Lloró amargamente hasta que las lágrimas se negaron a salir de sus ojos ya hinchados. Se levantó tratando de mantener el equilibrio en sus rodillas temblorosas y se dirigió al cuarto de baño. Un baño. Necesitaba que el agua corriera por su piel borrando el paso de Hao y dejarla limpia físicamente, porque en su mente nunca se borraría la palabra "sucia".

El último hermano Asakura caminó tranquilamente como si se tratase de un fantasma más en la pensión, mediando cabizbajo y ensimismado en sus propios pensamientos. No podía odiarla porque la amaba. No podía, aunque quisiera despreciarla y sentir repugnancia al verla, sino todo lo contrario.

Fue hasta la cocina y se sirvió su anhelado jugo de naranja esperando que su cítrico favorito le levantara el ánimo tan solo un poco. Se sentó en la barra tambaleando el vaso entre sus manos, observando como el líquido se balanceaba lentamente al compás de cada movimiento. Los ojos marrones del rey shaman se oscurecieron y el fleco le cubrió el rostro.

Un líquido cristalino corrió por su mejilla hasta mojar la mano con la que sostenía el vaso. Lloró. Y de pronto un arranque de frustración se apoderó de su tranquilo semblante. El recipiente de cristal se vio estrellándose contra la pared, manchando la pared blanca de un tenue anaranjado.

¿Por qué, Anna¿Acaso no he sido un buen esposo¿No he sabido amarte como te mereces¿No te lo he dado todo¿Qué hice para que me pagaras de esa forma?... Se preguntó sollozando.

¿Qué me hiciste que no soy capaz de odiarte¿Qué?

El "todo estará bien" le era incierto. ¿Cómo podía estar bien si por todo lo que había luchado, su tranquilidad, su amor y su alegría se estaban esfumando¿Cuándo se le había escapado la situación de las manos?

Tantas preguntas sin respuesta. Tanto dolor.

Todo estará bien, todo… tiene que estar bien, se repitió el mismo, mientras la soledad lo escuchaba.

Las horas pasaban haciendo que los días trascurrieran en un doloroso augurio hundido en el silencio. Apenas se veían las caras, no se habían dirigido la palabra. Comían poco y no dormían lo suficiente a producción de una conciencia que no los dejaba siquiera respirar. Todos tenían razón.

Extrañar a Hana era natural, pero no podían ser buenos padres para él si entre ellos no podían arreglárselas como esposos.

Cada quien estaba en su lado. Yoh entrenaba horas y horas, muchas veces sin descanso, descargando toda la furia contenida en forzosos ejercicios que lo agotaban. Esperaba que el cansancio lo hiciera caer profundamente dormido, pero ni eso podía hacer que su cerebro dejase de funcionar y por lo tanto de atormentarse.

Mientras que Anna hacía casi lo mismo. Orar y orar, lamentándose y pidiendo un perdón del que se sabía no merecedora. Y antes que pensar que la vida le estaba jugando una tremenda pasada, y que era injusta, estaba convencida de que la injusta era ella misma, y que lo que le pasaba no era mala suerte, si no que ella era la que había provocado todo. Sentirme miserable era lo menos que podía hacer.

La monotonía en la que estaban viviendo con el transcurso de los días, cambió repentinamente. Cambió el día que Yoh decidió ahogar sus penas en una botella de licor, las cuales no acostumbraba a beber. Cada gota que bebía le quemaba la garganta, agudizando sus sentidos, haciéndolo añorar más. Y más.

Bebió y bebió hasta que gastó cada centavo que traía en su billetera. Y lloró. Lloró como si fuera un niño pequeño arrebatado de los brazos de su madre para hacerse hombre. Su rostro enrojeció al igual que sus ojos mientras las lágrimas lo bañaban y cristalizaban sus pupilas.

Amidamaru… Quien secretamente lo había acompañado para asegurarse de su bienestar lo ayudó a llegar a la pensión sin salvarse de unos cuantos tropezones.

- Amo Yoh… - Susurró asombrado por el estado en que se encontraba el Rey de los shamanes.

- Sólo fueron unas… copas. – Tartamudeó a duras penas. Mientras se deshacía de su calzado, comenzando a caminar hacia la antigua habitación de Anna.

- Disculpe mi imprudencia amo Yoh, pero a estas horas la señorita Anna debe estar profundamente dormida. – Anunció con cierto temor al observar como su señor ocultaba su enrojecida mirada con algunos mechones de cabello y sonreía irónicamente.

¿Crees que me interesa, Amidamaru? A cualquier hora que yo desee estar con mi mujer, ella tendrá que satisfacer mis necesidades. Es su deber como mujer. – Corrió la puerta para después observar a lo lejos la cama donde su esposa dormía plácidamente. – Vete. – Le ordenó con la voz quebrada.

- Pero, amo… - No tuvo tiempo de rechistar, Yoh lo encerró en la tablilla donde a veces lo guardaba. El espíritu del samurai suspiró indignado dentro de aquel objeto, sabiéndose que una vez dentro, no podría detener a su amo.

Avanzó tranquilamente en la penumbra de la habitación. Toqueteó la cama, para asegurarse de que no se movería de lugar, y se montó en ella, aún sin despertar a su amada. Se recostó con suavidad, cuidando no despertarla aún. A ella, a su Annita.

Fue entonces cuando al pasar un brazo por su delicada cintura, y comenzar a besar su cuello insistentemente su mujer fue abruptamente arrancada de los brazos de Morfeo.

- Yoh. ¿Qué haces? – Murmuró mientras su respiración se tornaba irregular.

- Borrando a Hao de tu cuerpo. – Le respondió mientras comenzaba a tocarla. Al principio comenzaba a sentirse bien, a volver a sentir lo que verdaderamente tenía que ser. Pero el olor a alcohol la hizo despertar de su sueño. Intentó empujarlo, exclamando asombrada.

- Yoh, basta. Estás ebrio. – Intentó detener a su marido quien ahora estaba encima de ella, desnudándola.

- No. Eres mi mujer y puedo hacerte mía cuando quiera. – Anna abrió los ojos espantada, los efectos del licor sobre Yoh, eran una acumulación de sentimientos que mucho tiempo estuvieron encerrados. Ira, prepotencia, orgullo, tristeza.

- No, Yoh. Basta, Por favor. ¡Basta! – Le gritó empujándolo, haciendo que el moreno cayera sordamente contra el suelo de madera. La rubia se acomodó la yukata y se levantó con rapidez. – Al parecer tomaste demasiado. Así que hazme el favor de salir de mi habitación, no estamos en condiciones de empeorar las cosas entre nosotros, Por favor. Yoh. – Le dijo, tratando de calmar las cosas, pero el shaman, quien se había levantado del suelo, caminaba nuevamente hacia ella, apresándola entre sus brazos. – Yoh, no…

- No me niegues, porque no te lo voy a creer. Quiero que grites de placer, como cuando lo hiciste con Hao. – Le espetó en la cara, besando su cuello posteriormente.

- Por favor, no… - Dijo mientras se veía acorralada contra la pared. Sintió su ropa interior fuera y después el sonido de un cierre bajándose.

Abrió los ojos cuando lo sintió en su interior. Extasiado y hasta cierto punto, desesperado. Ese Yoh que la estaba poseyendo, lo estaba haciendo con toda la decepción del mundo, pero el amor era más fuerte que aquellos sentimientos oscuros que embargaban el corazón del rey de los shamanes.

Lágrimas en sus ojos. Y otras más que se sentían en su cuello. Lloraron descargando todos los sentimientos retraídos por todo ese tiempo de problemas.

Una mano reposaba en su cintura y una respiración acompasada en su cuello. Anna había despertado horas atrás, los ojos abiertos y apagados, esperaban temiendo que Yoh despertara y que todo siguiera como antes, separados por un error. Una infidelidad.

Un gemido de incomodidad al sentir los movimientos de su cuerpo, hicieron que la sacerdotisa contuviera el aire. La mano en su cintura fue retirada con pereza. Lo sintió tallarse los ojos mientras bostezaba. Cerró los ojos haciéndose la dormida. No estaba preparada para encararlo.

Un silencio incómodo. Y después, Yoh se levantaba poniéndose unos pantalones. Caminó con la camisa entre sus manos, intentando poniéndosela. Se la colocó debidamente al momento que llegó junto a la puerta. La corrió y antes de avanzar dijo:

¿Estaba ebrio, verdad? – No necesitó respuesta, continuó. – Discúlpame si te hice daño. No volverá a suceder. – Anunció con tristeza mientras cerraba la puerta tras de sí.

Contó los pasos, calculando más o menos cuando estaría lo suficientemente lejos, para poder entonces, ahogar su llanto en la almohada, que aún tenía el aroma de su marido impregnado. Lloró.

¿Hasta cuando seguirían cometiendo errores¿Lastimándose?

Seguir así no traería nada bueno, especialmente cuando la patria potestad de su hijo estaba en juego.

¿Serían capaces de comportarse y madurar¿De perdonarse?

No lo sabían.

Gracias y REVIEWS!