3. ¿Qué está pasando?
Draco Malfoy observó el reloj de oro que descansaba sobre su muñeca. Eran las tres y cuarto...aún quedaba un buen rato hasta su tortura con la pobretona de la comadreja y el cara-rajada-súper-héroe-Potter.
Para no quedarse encerrado en su aburrida Sala Común, el rubio decidió salir a dar un paseo por los terrenos del castillo. Finalmente, se recostó bajo un frondoso árbol a orillas del lago, y antes de que pudiera hacer nada para evitarlo, un torrente de confusos pensamientos invadía su cabeza.
"Estas fiestas voy a quedarme en el castillo" – pensó – "Puede que me quede completamente solo, pero es mejor que pasarme días aguantando a mi madre llorar sin parar por el destino del estúpido de mi padre. Me imagino lo dura que debe ser la vida de prófugo para él...debe estar escondido en alguna isla perdida del Pacífico, rodeado de solteronas desesperadas y elfos domésticos sirviéndole lo que pida...No me extraña que después de la caída de Voldemort no se quedara ni dos días en casa antes de marchar de nuevo con la excusa de que no sólo volvería a Azkaban, sino que nos ponía en peligro estando allí....bla, bla, bla....cuando en realidad, de encontrarle, los del Ministerio sólo se lo llevarían a él, no a nosotros, lo mismo que ha pasado con Crabbe y Goyle..."
Unas alegres voces interrumpieron su tranquilidad. Miró su reloj; eran y media. Cuando alzó la vista, comprobó que Potter, su fiel escudero Ronald Weasley, la hermana de éste, la sangre sucia y dos chicas a las que no conocía pero sabía que eran amigas de la comadreja, venían caminando por la orilla del lago, charlando y riendo. Draco los observó atentamente hasta que se perdieron de vista; el cara-rajada no paraba de mirar a la menor de los Weasley...y eso no era lo peor: ella le respondía con sonrisas nerviosas y hasta sonrojos. "¿Pero qué tenemos aquí" –pensó el rubio. De repente, una perversa sonrisa invadió su rostro. Era sabido por todos que la comadreja estaba enamorada de Potter desde que llegó a Hogwarts, incluso antes...pero él? Eso le abría posibilidades insospechadas. Iba a estar encerrado en la lechucería con su enemigo y la chica en cuestión, que por cierto no estaba nada mal...Se había desarrollado bastante en los últimos años. Y tenía carácter. Eso le daría infinitas ocasiones de molestar a Potter...
Draco volvió a mirar su reloj. Tenía cinco minutos para llegar a su castigo, así que se dirigió corriendo a la entrada del castillo, sin perder la sonrisa. Finalmente, llegó 10 minutos tarde. Ginny y Harry ya estaban allí, cada uno con una lechuza, examinando sus plumajes lo mejor que podían.
Cuando el Slytherin entró en el recinto, ambos Gryffindors le dirigieron una fugaz mirada, pero nadie dijo nada. Malfoy optó por quedarse callado y hacer las cosas lo mejor posible; tomó un trapo y comenzó a fregar cerca de la entrada. Era llamativa la manera en que realizaba la tarea sin perder un ápice de su elegancia habitual. Cuando no los estaba observando, Harry y Ginny se miraron desconcertados; estaban suponiendo que no bien llegara el rubio comenzaría con una de sus típicas quejas del estilo "No pienso mancharme mi túnica limpiando como si fuera un...un...muggle!"
Cuando ya llevaban un buen rato inmersos en sus tareas, ocurrió algo totalmente inesperado. La lechuza que estaba sosteniendo Ginny comenzó a ulular fuertemente, queriendo escapar de sus manos.
¿Qué sucede? –le preguntó Harry mientras la chica mantenía lo más quieto posible al animal.
¡No lo sé! –exclamó la pelirroja-. Creo que tiene una especie de herida en la pata, pero....no...deja...que...la....toque! –finalizó trabajosamente mientras la lechuza ululaba tan fuerte que la obligaba a alejarla de ella, y se debatía furiosamente en sus manos.
Déjame que la vea, Wealsey –dijo de repente Malfoy.
¿Qué?
Déjame verla –repitió el Slytherin.- Creo que ya sé cuál es su problema.
¿Y cuál es? –preguntó la chica mientras el animal no paraba de moverse.
¡Ahora no hay tiempo para explicaciones! –exclamó el rubio perdiendo la paciencia.- ¡Dame la lechuza, Weasley! ¡Si es lo que yo pienso esto podría acabar muy mal!
Ginny dudó un momento y luego soltó al animal. Éste revoloteó suavemente sobre sus cabezas y luego se posó en el brazo que le tendía Malfoy. La diferencia es que ya no ululaba ni parecía querer librarse de él: la pelirroja y Harry se miraron atónitos.
Tranquila, pequeña –susurró Draco acariciando su plumaje, mientras la lechuza lo picoteaba cariñosamente en el dedo.- Déjame que te vea... –lentamente tomó una de las patas del animal entre sus dedos, y vio que tenía un bulto de color morado negruzco.- Sí, es lo que yo pensaba...-susurró más para sí mismo que para los demás. – Vamos a ver...nurunculdonia sfumae!
Luego de las palabras del rubio, el bulto comenzó a desaparecer hasta extinguirse totalmente. El animal ululó aliviado, rozó su cabeza contra la del chico en señal de agradecimiento y voló a refugiarse a la parte más alta de la habitación.
Ginny y Harry observaron la escena sin saber qué decir. Primero, no tenían ni idea de que su enemigo supiera algo de medicina; segundo, jamás lo habían visto tratar a ningún ser vivo con tanta ternura como lo había hecho hace unos instantes. El Slytherin les dirigió una mirada de superioridad y volvió a su tarea de fregar el piso. Harry lo imitó, volviendo a concentrarse en su lechuza; sin embargo, Ginny se quedó quieta, aún sin dejar de observar a Malfoy.
Gracias, Malfoy –dijo finalmente.
El chico la observó con altivez.
Yo creo que más bien tendría que agradecerme la lechuza, por que has estado a punto de matarla, comadreja.
¿Qué...? –comenzó la chica dejando la boca abierta.
Eso que tenía –dijo Draco mientras Harry lo observaba frunciendo el ceño- era un nurúnculo. Es un bulto que sale debido a la picadura de una serpiente poco común, la Filystys Ageaps . Si lo hubieras tocado, probablemente hubiera reventado...y el dolor la habría matado.
La pelirroja abrió mucho los ojos. No podía creer lo que el Slytherin acababa de contarle.
Yo...no sabía.... –comenzó muy avergonzada, mientras un par de ojos grises la miraba fijamente.
No me sorprende –replicó Draco con arrogancia.
¿Qué insinúas, imbécil? –estalló Harry, harto de la soberbia de Malfoy...y de la manera en la que miraba a Ginny continuamente.
No te metas, Potter –respondió el otro sencillamente, sin dejar de observar aquellos ojos miel.
Escucha, tremendísimo idio.... –siguió Harry. Sin embargo, su amiga, ya repuesta de aquella mirada gris, lo interrumpió:
Déjalo, Harry –dijo intentando que su voz sonara firme, aunque esos ojos fríos habían conseguido turbarla profundamente.- No vale la pena.
El Slytherin sonrió; su táctica había surtido efecto. Había logrado dar celos a Potter....y eso era sólo el comienzo.
La pelirroja recordó que su siguiente clases era Pociones; una rápida mirada al reloj bastó para confirmar que iba siendo hora de ponerse en marcha. Ginny le anunció a Harry que debía irse o llegaría tarde a la clase de Snape; el moreno, sin dejar de lanzar miradas de rencor a Malfoy, le dijo que se adelantara, ya que quería terminar con la lechuza con la que estaba antes de marchar. La chica asintió y se disponía a salir de la lechucería cuando escuchó una voz a su espalda:
Espérame, Weasley.
Oh....veo que por fin sabes pronunciar mi apellido, Malfoy. Eso sí que es todo un progreso – dijo fríamente, dándose la vuelta y observando directamente a los ojos grises del Slytherin. - ¿Qué quieres?
Ya te lo he dicho. Quiero que me esperes.
¿Para qué? – inquirió la pelirroja, mientras Harry observaba la escena atónito.
Pociones, ¿lo recuerdas? Como Premio Anual me toca supervisar la clase de Pociones de tu curso. Y pensaba ir a la par que tú, ya que tenemos que ir al mismo lugar...si te sabes comportar. Tal vez caminar junto a un Malfoy te haría sentir demasiado importante. – La chica abrió la boca sin emitir sonido alguno...no podía creer que existiera alguien tan arrogante.
Mira, creo que caminar junto a ti me haría sentir más asqueada que importante, "Drakin" – dijo luego de una pausa, imitando el tono chillón de la voz de Pansy Parkinson – Y también creo que tú perderías tu reputación si tus amiguitos de Slytherin te vieran caminar junto a una pobretona....no es así?
Probablemente – reconoció Draco encogiéndose de hombros. – Y para lo que me importa lo que piensen mis "amiguitos" de Slytherin, como tú los llamas.....
¿Qué? Acaso me vas a decir que no tienes amigos, Mister-Popularidad-Malfoy? – inquirió la pelirroja, aún con los ojos muy abiertos.
¿Amigos? Weasley, Weasley... – negó suavemente con la cabeza, sonriendo - Los Malfoy no estamos hechos para esas cosas. Algún día, si tienes un golpe de suerte, te darás cuenta de que no se puede confiar en nadie..."Amigos"...Ja, ja, ja....Qué cosas tienes.... –. El rubio observó su reloj por cuarta vez – Será mejor que nos vayamos. Llegamos tarde.
Ginny, que aún estaba un tanto aturdida por las palabras del Slytherin y, mejor dicho, por todo lo que había sucedido esa tarde, dirigió una corta mirada a Harry, que se encontraba igual de sorprendido que ella, y siguió al rubio en silencio. Cuando llegaron a las mazmorras, la puerta del aula estaba cerrada. La pelirroja bajó el picaporte dispuesta a entrar lo antes posible, aunque sabía que Snape le quitaría por lo menos 30 puntos por la tardanza. Sin embargo, Malfoy tomó fuertemente su mano, impidiéndole abrir la puerta.
Espera –dijo antes de que Ginny pudiera protestar-. Yo me encargo de Severus -. Con el puño firmemente cerrado, el rubio llamó a la puerta y esperó.
Adelante –gruñó Snape.
Profesor...-comenzó Malfoy entrando con paso ligero en la mazmorra, seguido de Ginny.- Verá, señor, siento mucho llegar tarde, pero me encontraba... –titubeó-... supervisando un castigo. -La Gryffindor estuvo a punto de arremeter contra Malfoy..."¿Supervisando?" Sin embargo, sin saber muy bien por qué, se contuvo.
- Ya me extrañaba que llegaras tarde, Draco...Bien, como eres mi ayudante, siéntate en el escritorio. Enseguida te diré lo que tienes que hacer. Y en cuanto a usted... –dijo Snape mirando con asco a la pelirroja. – Cuarenta puntos menos para Gryffindor. Puede sent...
Profesor –interrumpió Draco con voz firme. – No quisiera molestarlo, pero tal vez sería oportuno que supiera que Weasley llegó tarde porque estaba cumpliendo un castigo, señor.
Snape le dirigió a Malfoy una mirada inquisitiva.
- ¿El mismo que estabas supervisando tú, Draco?
Ese mismo, señor. En realidad fue culpa mía que llegáramos tarde. Debería haber terminado antes el castigo, pero se me pasó la hora...
Bien...En ese caso, los puntos de...su casa se quedan como están. Y ahora siéntese de una vez antes de que me arrepienta –dijo duramente mirando de soslayo a la pelirroja.
Ginny se sentó lentamente. Lo último que pensó antes de sumergirse en el complicado mundo de las pociones fue "¿Qué está pasando aquí?"
La clase transcurrió con relativa normalidad. Snape iba caminando por entre los calderos humeantes, aprovechando para descontar puntos a la casa de los leones; Malfoy se encontraba en el escritorio del profesor, quien le había mandado a ordenar unas recetas de pociones curativas. Según Snape, más adelante podría dedicarse a pasear entre los alumnos y quitar puntos a gusto...siempre y cuando se tratara de perjudicar a Gryffindor.
Finalmente llegó la hora de una merecida cena. Ginny se apresuró a salir de la mazmorra; temía que Malfoy tuviera otro repentino ataque de "reconciliación" y se ofreciera a acompañarla. Sydney y Amy sus amigas, estaban deseosas de hablar con la pelirroja, ya que parecía preocupada por algo....y no habían podido hacerlo en Pociones, menos con Snape de mal humor . Así que no bien terminó la clase corrieron para unirse a Ginny en el camino al Gran Comedor. Las tres amigas se sentaron a la mesa, pero no fue hasta después de que pudieran comer algo cuando habló Amy:
Oye...Gin...¿A ti te pasa algo?
¿Qué? Oh...no, no, estoy bien – dijo Ginny.
Vamos, Gin! Te conocemos muy bien...¿qué pasa? – le reprochó Sydney. – Estás muy rara...casualmente desde que Malfoy te defendió en clase de pociones – prosiguió, guiñándole un ojo.
¿Pero qué insinuas? – contestó Ginny enfadada. - ¿Acaso tú no estarías extrañada si alguien que vive insultándote de repente te ayuda con su profesor favorito? Y hay más... – añadió la pelirroja, y pasó a contarle a sus amigas todo lo sucedido en la lechucería.
Vaya... –comenzó Sydney fascinada cuando su amiga acabó. – Parece ser que el pequeño hurón es una caja de sorpresas, ¿verdad?
Muy cierto – corroboró Amy antes de dar un gran bostezo-. Y también es cierto que me estoy cayendo de sueño...
Las tres chicas rieron. Luego se despidieron de Harry (quien la miraba preocupado, como temiendo que Malfoy le hubiera hecho algo), Ron y Hermione y salieron charlando tranquilamente del Gran Salón; sabían que al día siguiente les esperaba una larga jornada de estudio. Lo que no sabían era que, desde hacía rato, unos fríos ojos grises las habían estado observando.
Bueno, ahí tienen el segundo capítulo....ojalá les haya gustado!
Una cosa: quería agradecer enormemente los reviews...son los primeros 3 reviews de mi vida!!! Jajaja, que emoción...y espero tener muchos más (traducción: sean buenas/os chicas/os y dejen rr! D)
Nos vemos dentro de una semanita, más o menos...sean felices!
Saludosss,
..Lucky..
