¡¡Hola!!
Jo, qué buena acogida, ¡me alegro muchísimo! Os prometo que escribí una intro en el primer capi, pero... nu sé, se borró... o algo... no apareció, pero no importa.
En resumen: recalcar que este fic NO ES MÍO, sino una traducción. No me gustaría echarme flores por algo que no he hecho. Es injusto para las verdaderas autoras (a mí me indignaría que se hiciera algo así sin mi permiso). También pedía disculpas por las licencias de traducción (que hay algunas, porque hay cosas intraducibles como frases hechas, juegos de palabras -algunos de ellos brillantes- y refranes que he tenido que "manipular") y posibles errores. Una hace lo que puede teniendo en cuenta que no tengo ni el First Certificate y gran parte de mi inglés es prácticamente autodidacta (o sea, leer mogollón, escuchar mogollón y pasear mogollón por el centro de Madrid enprimavera y verano (especialmente por las zonas de marcha de Huertas). Conoces a millones de guiris (o sea, turistas, preferentemente, alemanes, ingleses y franceses)que sólo hablan en inglés y claro... hay que hacer amigos internacionales, ¿no?).
Y ahora las contestaciones:
GaRrY: ¡Gracias! Todo se lo debo a la EGB, al BUP y al COU (sí... soy de la vieja escuela). Mis enhorabuenas a mis profesoras (siempre han sido mujeres) de inglés. Sin ellas nada de esto podría salir a la luz. Mi mérito es limitado.
Alexia Black: buah! Ya te digo que si está guapo, chiquilla. No sabes hasta qué punto. Me tuvo 5 días pegada al ordenador.
Barby-Black: sí, Tonks es genial. La verdad es que la tratan muy bien las inglesitas Myth and Legend. Y lo actualizaré tan rápido como pueda (soy una chica ocupadísima).
Lucumbus: ¡Hola chaval! Me alegra mucho verte por aquí también. La verdad... estaba pensando en hacer una comunidad C2 de esas... no sé cómo va, pero como ya empezamos a conocernos algunos molaría hacer una especie de forillo familiar, ¿no crees? No sé, lo investigaré. ¿Te unirías? Bueno al tema: ehm... sí, estoy pluriempleada, lo sé. Me agobio yo sola, no te creas, pero este proyecto de traducción lo tenía en mente desde que leí este fic (allá por las postrimerías del mes de agosto de 2004) y es más un capricho que otra cosa. En fin, hijo, ya me contarás. ¡Un besazo!
Maniatica Lovegood: jur jur jur, las cosas no son tan simples como crees, querida, jur jur jur... ya lo irás averiguando, ya...
Lady Kenoby: ¡Hola preciosa! Jo, gracias, mi trabajo me cuesta traducirlo, porque leer es una cosa y traducir es otra y... buf! Ahora admiro profundamente a los que se dedican a ello porque captar todas las sutilezas de un idioma para trasladarlo a otro es, virtualmente, imposible, y se pierde mucho de la esencia que quería dar el autor. Y sí, está publicada en fan fiction en inglés, espera... La ID de la historia es 1560371, para que la puedas buscar sin problemas. Aunque la URL es http:www. fan fiction. net /s/ 1560371/1/ (sin los espacios)¡Ya me dirás qué te parece la traducción una vez veas el original! ¡Besitos!
Niahxer: ¡Gracias! Aquí tienes el segundo.
Aidee: No es molestia, guapa, es puro y absoluto frikismo. Esto una persona normal no lo haría, y menos sin cobrar. Ya verás cómo merece la pena, ya verás. Es una historia genial.
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Las sombras del Silencio
Cap 2: El principio del verano
¡Oh melancolirio! Oh, ¿qué sucio bribón
te pudo otorgar tamaña perfidia?
Tu mundo debería ser un reino de muerte
Hasta que cada pétalo se haya marchitado y nacido su sangre
En su terrible final.
Melissa Moonbrave "Perdida para la Humanidad"
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Harry abrió sus ojos muy temprano en la mañana.
La lluvia se deslizaba por la ventana y un viento terrible bamboleaba los árboles hasta someterlos. Su reloj le dijo que ya eran más de las 8 en punto. Había dormido tres horas y veintidós minutos. Escaleras abajo alguien estaba causando un alboroto. Podía oír al tío Vernon gritando a algo sobre huérfanos, y estaba bastante seguro de que la tía Petunia acababa de gritar "pulgas".
Su mirada se alzó culpable hasta Hedwig, que abrió un ojo y removió sus plumas como diciendo "¿Cómo te atreves a pensar que tengo pulgas?". Cada articulación y cada músculo protestaron cuando salió de la cama y se puso las gafas en la nariz. Había dormido con la mandíbula apretada y sus dientes protestaron cuando bostezó. Se puso los vaqueros y una sudadera antes de salir de la habitación y ver qué era aquel ruido.
El tío Vernon estaba de pie en el hall al pie de las escaleras, agarrando una escoba en su mano con la que estaba golpeando algo dentro de un rincón oscuro. Cuando vio a Harry volvió su enfado hacia él y escupió:
-¡Tú le has dejado entrar! ¡Otro maldito y apestoso abandonado intentando gastar mi dinero y ser ingrato!- sacudió la escoba otra vez, y hubo un suave sonido desde el suelo. La tía Petunia pasó deprisa con una caja de pañuelos y lanzó una mirada a Harry.
-Le has hecho a Dudley esto deliberadamente. ¡Sabes que es alérgico! ¡Líbrate de él!- la escoba fue colocada en las manos de Harry y ambos Dursley se marcharon a la cocina, cerrando la puerta con un portazo detrás de ellos.
Durante un minuto Harry miró por donde se habían ido antes de que ponerse de cuclillas y mirar bajo la mesa a la criatura que su tío había estado atacando. Había algo en el rincón: una bolita de pelo sucio y desordenado. El primer pensamiento que se le vino a la mente fue "rata", pero una investigación más profunda sacó a la luz lo que parecía más un esponjoso rabito que una tira de piel desnuda y escamosa.
La bolita tembló cuando Harry se agachó debajo de la mesa y cogió su flaco cuerpecillo. Pequeñas garras se hincaron en su piel cuando el gatito luchó por escapar, pero estaba débil y no podía liberarse de aquellas manos que apenas le aferraban. Le habían dicho que lo echara de allí, y Harry tenía que admitir que los gatos nunca habían sido sus animales favoritos, pero no podía dejarlo sin más bajo la lluvia.
Era muy pequeño. No tenía pinta de ser lo suficientemente mayor como para estar lejos de su madre. Podía llevárselo a la señora Figg; ella sabría cómo cuidarle. El único problema era que no sabía si había alguien en su casa. Había parecido completamente vacía cuando había caminado frente a ella el día anterior.
-Lo primero será esconderte de los Dursley. A propósito, si eres un animago, ¿podrías hacérmelo saber ahora?
El gatito parpadeó con sus ojos azules y movió sus bigotes, pero ni se desdibujó ni cambió. Harry no sabía si podías trasformarte en el cachorro de un animal. Quizá si era un niño humano empezaba así, pero esa clase de transformación era una magia complicada. Sólo era un gato normal; había muchos.
Subió las escaleras y dejó al pequeño animal en su cama deshecha. Se sentó entre los pliegues del edredón nórdico y empezó a lavarse. Apenas se sostenía sobre sus patitas y cuando se dio cuenta se sentó y dejó escapar un pequeño maullido de desagrado. Harry frunció el ceño y miró su habitación. Todo lo que tenía allí eran chucherías de lechuza y no estaba seguro de que fueran comestibles para los gatos. Cogió la caja y miró los ingredientes. Por experiencia con Crookshanks sabía que los gatos comían ratones, como las lechuzas, así que quizá valdría. Hedwig había llegado a traer ranas muertas y cosas por el estilo, pero el gatito parecía lo suficientemente hambriento como para comerse cualquier cosa.
Cogió una de las chucherías y aplastó la galletita de extraño olor entre sus dedos antes de ofrecérsela al felino. El gato la olió una vez y empezó a comer de la palma de su mano. Su áspera lengua le arañaba y le hacía cosquillas mientras chupaba las miguitas saladas de su piel y maullaba por más. Machacando más galletitas Harry robó el bol de agua de Hedwig, dejó la comida y el agua en el suelo y puso al gatito al lado.
Quizá los Dursley le dejarían al gato en casa, probablemente ayudaría a mantener a toda clase de bichos fuera, aunque Harry no se atrevía a pensar en qué clase de roedores podían encontrarse dentro o alrededor del hogar de un mago.
Dándole la espalda al felino. Abrió su baúl y contempló el desorden que contenía. Ron no había dicho a qué hora le irían a recoger, pero decidió que si recogía ahora podría estar listo a cualquier hora a la que llegaran. Todos sus viejos libros de texto estaban apilados en su baúl, sus cubiertas abiertas y las hojas arrugadas. No podía venderlos hasta que no fuera al Callejón Diagon, e incluso no sabía si desprenderse de ellos hasta que no supiera si había pasado sus TIMOS. Hermione conservaba todos sus libros diciendo que podrían ser útiles, y Ron normalmente se los daba a Ginny, pero Harry tenía muy poco espacio. No podía dejar ninguna prueba de su "anormalidad" ante los Dursley y el baúl ocupaba buena parte de la habitación.
Sacó todo y empezó a reordenar el desorden y a organizarlo en condiciones.
Los libros ya estaban colocados y la ropa enrollada. Su caldero servía estupendamente para guardar la ropa interior y los calcetines y había envuelto el tintero en su capa de invisibilidad para protegerlo del duro transporte. Sólo tenía dos plumas enteras de su último año en Hogwarts y las puso entre las páginas de su libro de Transformaciones.
Cuando empezaba a limpiar la tinta que manchaba los pergaminos arrugados, algo tintineó contra la madera de la mesa al caer. Haciendo a un lado el papel que la tapaba, cogió la flor que había encontrado fuera la noche anterior.
Era fría y suave contra su piel. La carnosa suavidad de la flor se había endurecido hasta el cristal y brillaba misteriosamente hacia él. Con un suave movimiento la lanzó a la papelera y tiró el pergamino encima. No quería saber porqué un hombre que él creía era Petter Petegrew le había dejado tan extraño y obviamente mágico objeto, y definitivamente, no quería ni verlo.
Volviéndose hacia el baúl, sonrió cuando vio al gatito sentándose encima de su ropa y muyendo suavemente el tejido para hacerse una camita confortable. Se acomodó y encogió las patitas, ronroneando sonoramente mientras miraba a Harry moverse por la habitación.
Harry hizo la cama y miró en el armario y en los cajones, asegurándose de que no se dejaba nada. Su varita estaba en el bolsillo de atrás del pantalón, a pesar de la advertencia de Moody sobre traseros heridos. Hedwig estaba en su jaula, mirando al pequeño animal en su baúl abierto con sus grandes ojos amarillos. Tenía los libros, la ropa e incluso su cepillo de dientes.
Se sentó en la cama y frunció el ceño. Sentía como si se le olvidara algo. Algo que hacía cada verano…
No había escrito a Sirius.
Arqueó la cabeza nada más pensarlo. Había pasado lo mismo en su cumpleaños. Inconscientemente había esperado por lo menos una hora la llegada de una lechuza de su padrino antes de recordar. Realmente era patético, pero en el corto tiempo que había conocido la existencia de su padrino, había dado por sentadas demasiadas cosas. Había estado tan seguro de tener cartas y regalos y… cuando todo había acabado, había estado seguro de que había tenido un hogar al que ir.
"No debería haberme hecho ilusiones"
Se recompuso como pudo, se levantó y abrió la puerta antes de bajar las escaleras hacia la cocina.
Era domingo, así que tío Vernon no había ido a trabajar. Aún estaba leyendo la prensa y a la entrada de Harry el periódico sufrió un tic.
-¿Lo has echado ya, chico?
-Me lo voy a llevar.- declaró Harry mientras tía Petunia le empujaba hacia una silla y le ponía huevos fríos y salchichas enfrente de él.
-¿Te vas a alguna parte?- gruñó Vernon con un tono que le dijo a Harry que no iba a ir a ninguna parte, no si su tío podía hacer algo para evitarlo.
-Me voy a casa de mi amigo a pasar el resto del verano.- apartó los huevos y las salchichas y Dudley se abalanzó sobre el plato mientras Petunia se hinchaba de fastidio.
El periódico estaba en la pesa y la cara de tío Vernon estaba tomando un alarmante tono púrpura. Sus cejas fruncidas oscurecían aún más sus pequeños ojos mientras gemía:
-¿Amigo? ¿No será… esa familia? ¿Pelo rojo?
-Si.
-No en esta casa. Nunca más.
-Muy bien.- dijo Harry esperando que pudiera ser.- Puedo encontrarme con ellos fuera.
-¿Y no puede esa chica, la que te llama por teléfono, la normal, venir y llevarte?
-Ella también es una bruja, ya lo sabes.
-¡No digas esa palabra!- bufó Petunia mirándole con el ceño fruncido.- No me importa lo que sea. Es mejor que esa desgraciada familia.
Harry miró horrorizado a su tía antes de sisear:
-¡No hables así de mis amigos! Ni siquiera les conoces. Hermione es más inteligente que vosotros tres juntos. Probablemente haga grandes cosas en el mundo algún día, y Ron y su familia significan más para mí que vosotros. ¡Son más mi familia que vosotros!
-¡Familia!- se mofó Petunia a Vernon poniéndose en pie y mirando a Harry.- ¿Familia de un huérfano como tú? Si no fuera por esa extraña hermana mía…
Harry cerró los ojos y trató de calmarse. La diatriba era tan común que había perdido su sentido ofensivo. Pero que se metieran con ron y Hermione aún significaba algo para él, pero aquellas palabras eran territorio conocido. Sintió cómo una pequeñísima sonrisa curvó sus labios cuando miró la equina cara de la mujer que tenía en frente. Dumbledore le había dicho que podía estar seguro mientras pudiera llamar a ese lugar "hogar" y a esta mujer su familia. Voldemort no podría tocarle, sólo un daño limitado mientras aquella casa fuera su hogar. Una oleada de un extraño sentimiento le llenó y expiró un leve suspiro.
-Gracias.- murmuró.
-Miserable e ingrato mocoso… ¿qué?
-He dicho que gracias.
-¿Por qué?- preguntó Petunia como si le importara a él encontrar una razón.
-Me acogisteis cuando no queríais. Fue…- Harry tragó, tratando de apartar el enfado. Quería decirlo en serio, y sabía que en lo más profundo, más allá de la indiferencia que ensombrecía la abominación que sentían por él en ocasiones, él quería ser sincero. ¿Lo había dicho alguna vez? ¿Ayudaría?- Fue un gesto muy amable. Gracias.
Durante un momento el rostro de su tía no registró ni un solo movimiento. Permaneció distante y altiva, inclinando su nariz hacia él. Separó sus labios y sus cejas se juntaron en un profundo fruncimiento, pero después no pudo decir nada porque el timbre de la puerta dio un suave pitido.
-Serán ellos. Mejor me voy.- Harry abandonó la habitación, sintiendo que el silencio cargado y espeso le seguía mientras caminaba hacia la puerta. La abrió con cuidado y jadeó sorrpendido cuando la Señora Weasley le agarró en un abrazo.
-¡Oh Harry, cielo, qué alegría de verte!- le dio un rápido achuchón y cuando se separó sus ojos estaban brillantes, pero se rió y recolocó las gafas de Harry.
-Los demás están casi desesperados por verte… oh.- su sonrisa se desvaneció cuando la puerta de la cocina se abrió y tía Petunia salió al hall. Su cara estaba sombría, pero saludó con la cabeza educadamente.
-Hola.- probó Molly.- Soy la Señora Weasley, y esta es mi hija Ginny.
Petunia se giró hacia la más joven de los Weasley, que como Harry pudo ver, estaba intentando no estirar el cuello para echar un buen vistazo a la casa.
-Y esta es mi otra hija Hallie.
Harry frunció el ceño cuando una mujer alta abrió el portal y pasó por la puerta. Ella le miró y dijo:
-¿Qué pasa, Harry?- antes de girarse y dirigirse a Petunia.
-¿Podemos entrar?- le hizo una seña a Ginny.- Sólo un momento. Creo que Harry tiene demasiadas cosas como para llevarlas él sólo.
Harry miró la cara de su tía, viendo varias expresiones contrayendo sus rasgos. Finalmente dijo:
-Por supuesto. Me temo que debo hacer la comida. Cierra la puerta cuando te vayas, chico. Te veremos el próximo verano.
Ginny y la llamada Hallie entraron mientras Molly permanecía perpleja en las escaleras, acurrucada en el pequeño porche a salvo del viento y la lluvia.
-No toques nada, Ginny.- susurró después a su hija.
-Vale, mamá.
Harry la miró y la vio rodar sus ojos y tensar el rostro. Algunas veces se parecía muchísimo a Ron. Él tenía la misma expresión cuando Hermione le pedía cuentas sobre sus deberes.
-Tonks, ¿exactamente por qué te has disfrazado? Los Dursley ya te han visto, ¿recuerdas?
-Lo sé, pero esa bruja había puesto tal cara de horror por mi pelo la última vez, que pensé que debería hacer un esfuerzo por parecer normal.- rió para sí y movió su pelo sobre su hombro antes de que agarrara el pomo de la puerta de Harry y la abriera.
-¿Tienes todo?
-Sí, no tengo mucho. ¡Espera!- lanzó una mano para pararla cuando iba a cerrar el baúl y una figura pequeña y negra saltó de él para sentarse en el suelo.- El gato.
Harry sonrió débilmente cuando Ginny lo cogió n sus brazos y le empezó a acariciar. Le hizo cosquillas en la barbilla y rió cuando el minino comenzó a juguetear con su pelo. Ella movió la cabeza y el pelo se movió frente a su cara y cubrió al gatito con una brillante manta.
-¿Y ésta de dónde ha salido, Harry?- preguntó.
-No lo sé. Apareció esta mañana.- frunció el ceño un momento mientras Tonks aseguraba su equipaje y cogía un asa.- ¿Cómo sabes que es una gata?
Ginny le miró y sonrió, sus ojos destellaron con un brillo travieso.
-Del mismo modo que con la gente, en realidad.
-¿Puedes echarme una mano, Harry? No me atrevería a usar la magia con esos estúpidos muggles alrededor.
Harry agarró la otra asa mientras Ginny cogía a toda prisa la jaula de Hedwig y la Saeta de Fuego de Harry. Bajaron las escaleras y cruzaron la puerta. La lluvia cayó sobre ellos cuando Molly cerró el portal firmemente y dirigía una mirada despectiva al número cuatro de Privet Drive. Después se obligó a seguir hacia delante. Un coche largo y negro estaba aparcado en el bordillo. La carrocería brillaba mientras los regueros de agua se deslizaban por las ventanas oscurecidas y los tapacubos brillaban como si fueran de plata en los charcos que había en la calle.
Abrieron el maletero rápidamente y el baúl de Harry y su escoba fueron introducidos en el gran espacio de carga. Tonks se sentó en el asiento del copïto y Harry, Ginny y la Señora Weasley se pusieron cómodos en el asiento trasero con Hedwig y el gatito.
El coche era más grande que la mayoría de los coches muggles y a Harry le resultó familiar. Parecía un coche del Ministerio y, mientras se iba con un sonido ronroneante de la pequeña calle suburbana,parecía brillar a través del tráfico. Harry tuvo la peculiar sensación de que ninguno de los peatones o conductores podían ver bien aquel coche, o si podían, lo olvidaban rápidamente o pasaban de él como si fuera un producto de su imaginación.
-¿Cómo has estado, cielo?- la voz de Molly era muy amable y robó su atención de la ventana. Estaba sentada muy rígida y su expresión le dijo que le pesaba hacer esa pregunta. Sus manos estaban apretadas fuertemente en su regazo y sus pulgares apretados duramente.- Ya sé que… me refiero a que…
-He estado bastante bien, a pesar de todo.- Harry ofreció una sonrisa medio torcida y le alivió ver cómo se relajaba.
-¿Estás seguro, cariño? Hemos estado desesperados por sacarte de ese lugar, pero Dumbledore insistió en que debías esperar un par de semanas.
-No fue tan malo. Los Dursleys sabían muy bien que había gente vigilándome y que les causarían un daño muy serio si lo olvidaban.- en el asiento de delante Tonks resopló y vio cómo los hombros del conductor caían sutilmente.- Pero lo peor es no saber qué está ocurriendo.
Ginny desvió su atención del gatito cuando su madre suspiró y meneó la cabeza.
-Sabes tanto como nosotros, Harry. Ha estado bastante silenciosa la cosa. Ha habido dos intentos muy discretos para atrapar a los recientemente liberados de Azcabán, pero como afortunadamente el Ministerio ha estado informando, esos intentos han fracasado.
Harry frunció el ceño sombrío. Sabía que los prisioneros no esta´rian seguros durante mucho tiempo, no ahora que los dementores se habían ido.
-Por lo menos el Ministerio ya ha reconocido que Voldemort ha vuelto, ¿verdad?
-Sí, Harry.- dijo el conductor con una voz familiar.- Pero le están quitando importancia. Su éxito relativo en Azcabán ha hecho que Fudge se sienta cómodo. Unos ojos dorados se elevaron hacia el espejo retrovisor y Harry sonrió a Remus Lupin. Los ojos del hombre se entrecerraron un poco cuando devolvió su atención a la carretera.- Además se ha estado quieto. Quien Tú Sabes está agazapado.
La conversación gradualmente giróa un terreno más seguro y Harry se encontró a sí mismo empezando a relajarse. Sus deberes ya estaban terminados y tenía todo el verano enterito y estupendo frente a él. Estiró sus piernas y alcanzó a Hedwig para acariciarle la cabeza entre los barrotes de la jaula. Ella emitió un leve gorjeo y continuó con su vigilante mirada. Sus ojos no habían dejado a la gatita que había estado en el regazo de Ginny desde que se habían metido en el coche, y ahora seguía teniéndola controlada mientras Ginny abría un mini tetrabrick de leche y la alimentaba con ella.
-Quizás te la puedas quedar, Ginny.- sugirió Harry mirando a la Señora Weasley para leer su expresión.- Quiero decir que… bueno, yo tengo a Hedwig así que no podría cuidarla en condiciones y tú aún no tienes mascota, ¿no?
-¡Oh, sería genial! Aunque a Crookshanks puede que no le guste.- la sonrisa de Ginny se deslució un poco cuando pensó en aquel problema.
-Bueno, tienes todo el verano para hacer que le guste.- dijo Molly tranquilizadora.- Además, si ese monstruo canela decide ir contra ella, seguro que habrá alguien en el pueblo que la cuidará. ¿Cómo la vas a llamar, Ginny?
-Pensaré en ello. ¡Gracias mamá!
La autopista se alargaba y escurría bajo los neumáticos del coche y las extensas curvas de los carriles dobles se estrechaban gradualmente en las complicadas curvas de las carreteras rurales. Ottery St. Catchpole estaba acurrucado entre la exuberante vegetación de un valle poco profundo. Verdes y suaves colinas verdes rodeaban la zona y las densas arboledas coronaban las redondeadas cumbres. Un pequeño río serpenteaba a través del pueblo y, cuando el coche cruzó el vado y subió hasta la siguiente colina, Harry vio que el riachuelo, crecido por la lluvia, estaba elevando el nivel de sus aguas y muchos aldeanos estaban vigilando su progreso con expresión insegura.
La Madriguera sitaba junto a un pinar en la ladera de una colina y el coche se acercó y paró junto a un coche similar que ya estaba aparcado.
-Bien, todos fuera.- dijo Tonks radiante.- Me temo que la Madriguera va a estar un poquito más abarrotada de lo normal, Harry. Órdenes de Dumbledore.- con un balanceo de su varita hizo levitar el baúl de Harry y lo hizo ir de camino a la casa.- Te dejaré esto en la habitación de Ron.
-Gracias.- Harry cogió la jaula de Hedwig mientras Lupin agarraba la Saeta de Fuego y cerraba el maletero. Se paró al lado de Harry un momento, y ahora que Harry podía ver al amigo de su padre directamente, se dio cuenta de que él no era el único que sufría. Lupin estaba dolorosamente delgado. Su pelo estaba desordenado y el gris y el blanco se habían adueñado del castaño oscuro que había tenido alguna vez. Los ojos que una vez habían estado brillantes con la risa estaban planos y sombríos, y ropas raídas colgaban de su silueta.
-¿Estás…?- Lupin bajó la mirada al suelo momentáneamente.- Creo que estás sufriendo más que yo Harry. Lo siento.- Harry deglutió rápidamente, intentando encontrar algo que decir.
-Conociste a Sirius mejor, Profesor… quiero decir, Remus. Era tu amigo. Le hecho terriblemente de menos, pero… Yo también lo siento.
Durante un momento sólo hubo el repiqueteo de la lluvia anted de que Lupin pusiera una mano en el hombro de Harry.
-Vamos, metámonos dentro.
La cocina de la Madriguera estaba tan cálida como siempre. La gran mesa estaba cubierta de pergaminos y libros y Harry no pudo evitar menos que sofocar una sonrisa cuando vio a Hermione ocupadísima con su trabajo en mitad de todo aquello. Al sonido de la jaula de Hedwig siendo depositada en las baldosas del suelo ella alzó la mirada y su expresión pensativa se rompió en una inmensa sonrisa.
-¡Harry!
Su pluma manchó de tinta la hoja cuando lo dejó a un lado y fue hasta Harry para darle un rápido abrazo antes de ponerse delante de él y observarle de arriba abajo críticamente. Parecía que estaba apunto de comentar algo, pero en lugar de eso meneó la cabeza y sonrió.
-Es un alivio tenerte de vuelta. Hemos estado preocupados por ti.
-Eso es quedarse corto.- la voz de Ron llegó desde las escaleras. Bajó hasta la cocina sonriendo de oreja a oreja.- Además, cada vez que parece que no estoy teniendo un verano horrible, Hermione me hace hacer más deberes.
-¡Oh, Ron!- resopló Hermione, aunque sus labios estaban curvados en una pequeña sonrisa mientras hablaba.- Me juego lo que quieras a que no has recogido tu cuarto como te pidió tu madre.
-Por supuesto que no. Estaba esperando a Harry para que me ayudara. Vamos.
Harry siguió a sus mejores amigos por las escaleras, parando sólo para escuchar a Molly que gritaba:
-¡La comida estará en una hora! ¡Harry, si tienes hambre coge lo que quieras!
-¡Vale, gracias!
-¿Te han vuelto a dejar de alimentar?- preguntó Hermione suavemente.- En fin, estás muy delgado, Harry.
-No he tenido mucha hambre.
-Odio decirte esto, tío, pero aquí no vas a tener elección. Mamá te obligará a comersi se ve obligada a ello.- Ron se rió ante la idea antes de abrir la puerta de su habitación.- Fred y George realmente no viven aquí ahora, pero dicen que aún necesitan su habitación. Bill y Charlie están siempre entrando y saliendo así que te quedas aquí.
-Ron, ¿en serio tienes suelo?- preguntó Hermione.
Harry miró sobre su hombro y trató de no reírse. La pequeña habitación de Ron parecía como si hubiera sido azotada por un tornado. Montones de ropa estaban esparcidos por el suelo y el celo que sujetaba los pósters de los Chudley Canons parecían haber perdido parte de su pegamento, obligando a los jugadores a apelotonarse en las esquinas del papel que aún estaba colgado.
-Es normal. Además, sólo tardaremos un minuto en limpiarlo.
Harry esquivó a Hermione y siguió a Ron hasta la habitación. Uno tras otro, cruzaron a través de las prendas del suelo recogiendo camisetas y túnicas, vaqueros y sudaderas en el camino. En 10 minutos la madera pulida del suelo fue visible de nuevo y Hermione estaba impresionada por el hecho de que Ron tuviera 15 calcetines, todos desparejados.
-Hey, Harry, pon eso en una percha, ¿vale?- Ron le acercó a Harry algunas perchas para abrigos y señaló un montón de ropa mientras trataba de pegar los pósters en la pared. Harry cogió unos vaqueros y en seguida saltaron de sus manos cuando la percha se onduló y alargó sus pinzas para agarrar los pantalones. La percha entonces voló hasta el armario y se agarró ella sola a la barra.
-Mola.
-¿A que sí?- Hermione sonrió.- A mi madre le encantarían unas cuantas de esas.
La chica apretó la tapa de la cesta de la ropa sucia para lavar y dio un paso hacia atrás cuando empezó a emitir crujidos y sonidos extraños. Hubo un sonido repentino de agua llenando la pequeña cesta, y el contenedor empezó a menearse y a burbujear antes de quedarse silencioso y escupir limpia, seca y planchada toda la ropa hacia el cajón más cercano. Hermione se sentó en el suelo contra el baúl de Harry mientras éste ayudaba a Ron con los pósters. Harry la miró cuando la chica dejó escapar un chillido de sorpresa y la vio pegando la oreja a la tapa del baúl.
-¿Qué pasa?- preguntó Ron.
-Algo está chillando aquí dentro.
-Genial.- se quejó Harry.- Probablemente Hedwig trajera un ratón vivo y lo dejara marchar.
Fue hasta el baúl, abrió los cerrojos y pegó un respingo cuando algo de colores salió despedido junto a su mejilla y cayó en el suelo donde se puso a bailar en círculos erráticos, febrilmente en su alarma. Los tres miraron al chivatoscopio lívidos durante un momento antes que sus ojos volvieran al baúl. Ahí, encima de las viejas ropas de Harry, brillando en la acuosa luz de aquel día lluvioso, estaba la flor.
