Y ahora es cuando os pido paciencia. Aún no he traducido ninguno más, pero estando ya en clase con trabajos y exámenes y Febrero a la vuelta de la esquina (con sus terribles y espeluznantes cuatrimestrales) no voy a ir tan rápido como hasta ahora. ¡¡Además tengo que irme de rebajas!! Ejem... superado el momento "pija insoportable", os ruego no me matéis si tardo algo, ¿vale?
¡Un besote a todos y disfrutad!
Las sombras del silencio
Capítulo 7: EXTASIS y tonterías
"Para encontrar el conocimiento has de admitir primero tu ignorancia."
Anónimo. El espantoso Grimorio de fábulas y frases inútiles.
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-Creo que me voy a poner malo…- jadeó Ron dejándose caer en su cama.- No volveré a comer nunca.
-Eso lo dices ahora.- dijo Seamus mientras frotaba su estómago con cuidado.- Pero mañana por la mañana engullirás tu desayuno como siempre.
-Por lo menos no tenemos que madrugar.- les recordó Neville.
Se estaba refiriendo al hecho de que todos los de sexto tenían reuniones con su Jefe de Casa para ayudarles a decidir los planes de estudios y el mejor camino hacia sus EXTASIS. Harry, para empezar, estaba encantado con aquello pues estaba desesperado por algún tipo de orientación.
Sus TIMOS habían sido sorprendentemente buenos a pesar de haber tenido a Umbridge la mayor parte de su 5º año. Había recibido un Excelente en Pociones, Transformaciones, Encantamientos y Defensa Contra las Artes Oscuras. Excedía las Expectativas en Cuidado de las Criaturas Mágicas, Adivinación, Herbología y Astronomía y había recibido un "Aceptable" en Historia de la Magia, que no le sorprendía mucho porque siempre se inventaba los nombres de todas formas.
Le era bastante duro decidir qué hacer con su futuro cuando el Lord Oscuro siempre estaba presente y suponía una amenaza directa a su supervivencia. Siguió pensando en qué haría cuando tuviera veinte años y entonces se preguntó si viviría tanto.
¿Por qué no podía haber sido Neville? Sus ojos se dirigieron hacia donde el chico castaño estaba envolviendo su varita con cariño en un paño y la ponía en su mesilla de noche. Harry suspiró y meneó la cabeza tratando de disipar los pensamientos desagradables. Hermione, probablemente, le diría que estaba en una fase de negación severa de los eventos ocurridos y de las amenazas futuras, y tendría razón. Lo tendría que afrontar algún día, pero no hoy.
Sus amigos estaban hablando tranquilamente a su alrededor mientras se preparaban para ir a la cama. Parecía que cada vez que su conversación viraba hacia lo que estaba saliendo en las noticias, alguien conducía la conversación hacia un tema más inofensivo. Seamus estaba hablando de sus vacaciones en Mallorca (n/tr: por supuesto, como todo guiri que se precie. ¿Habéis ido alguna vez? Hay zonas en las que no saben atenderte en los bares si hablas en castellano. ¡Es una auténtica invasión!) y hacía exagerados movimientos que Harry atribuyó a algo relacionado con la pesca. Dean estaba sacudiendo la cabeza en desacuerdo.
-Eso no es lo que me dijiste la primera vez que me lo contaste.- dijo riéndose de su amigo antes de revolver en su baúl.
Harry se quitó el jersey y la camiseta quedándose con los pantalones para poder lavarse la cara sin mojarse la ropa. La charla disminuyó detrás de él.
-Uau…- susurró Seamus apreciativamente con los ojos muy abiertos.- deben de haber tardado días en hacértelo.
-¡Caramba Harry!- musitó Dean.- ¿Cuánto te costó?
-Fue un regalo.- respondió Ron cuando Harry les miró y sonrió débilmente.
-Además, no tuve opción. Es medicinal.
-¿Protector?- preguntó Neville curioso.- Si lo es, es muy raro. La magia es tan fuerte porque la tinta es un conductor muy malo.- el chico se apagó cuando vio que sus amigos le miraban sorprendidos.- Estaba en un libro que me regalaron por mi cumpleaños. Es extremadamente útil.
-Pero, quiero decir que es enorme.- Seamus se atrancó cuando trataba de encontrar las palabras.- Los pequeños se supone que son protectores, pero, ¿de qué es capaz algo de ese tamaño?
-Pregúntale a Hermione.- dijo Ron estirándose y bostezando.- Buenas noches a todos. No dejéis que me quede dormido mañana.
Harry corrió las cortinas en torno a su cama y se desvistió. El edredón era grueso y cálido y las almohadas blandas e increíblemente suaves. Se envolvió con la colcha antes de quitarse las gafas y ponerlas a un lado. El colchón sonó un momento mientras se acomodaba y entonces no hubo nada excepto el sonido de los otros chicos poniéndose a gusto.
Se preguntó si debería habérselo ocultado. No había pensado en ello cuando se quitó la camiseta. Era fácil olvidar el tatuaje cuando estaba en la espalda. Sin duda lo sabría toda la escuela al día siguiente. Pensó en ello un momento y después se encogió de hombros. Se habrían enterado igualmente.
Pronto, sólo los sonidos de la noche llenaron el dormitorio. El suave ronquido de Ron y la profunda y regular respiración de cinco jóvenes profundamente perdidos en el reino de los sueños.
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La Sala Común estaba tranquila a esa hora de la mañana. Los de sexto ganduleaban en los sillones, bajando su desayuno mientras esperaban sus citas con la profesora McGonagall. Hermione era la única que no parecía tomarse su primer día con calma.
-¿Cómo voy a elegir ahora? ¿Y si cambio de opinión?
-¿Por qué no haces simplemente lo que te gusta?- preguntó Harry.
-Le gusta todo, Harry.- se rió Ron.- Si tuviera que escoger entre todo lo que hay, cogería cada EXTASIS que hubiera.
-¿Ya has decidido lo que vas a hacer?- preguntó Hermione cuando Lavender se marchó.
-Voy a dejar Adivinación.- dijo Ron firmemente.- No importa que ahora Firenze dé la mitad de la asignatura. Sigue siendo una patraña. Probablemente siga con Encantamientos y Trasformaciones seguramente. Pero no Historia de la Magia, aunque supongo que Pociones sí.- Ron puso cara de disgusto al pensar en la perspectiva de otros dos años en compañía de Severus Snape.-Harry, por favor, coge Pociones. No puedo hacerlo sólo.
Harry sonrió ligeramente, pero no dijo nada mientras escuchaba sin mucho entusiasmo, deseando estar tan seguro como Ron. Lo hacía parecer tan fácil…
Uno a uno los estudiantes se fueron yendo, y en seguida volvían con unos papeles y con una lista de libros confirmada. Ya que la gente había comprado los libros que pensaron que iban a usar, se había montado todo un mercado de intercambio y venta para cuando le tocó el turno a Harry de reunirse con la profesora McGonagall.
Ella esperaba en su despacho. Una gran taza de té humeante descansaba en su mano derecha mientras miraba su hoja de notas… o por lo menos él supuso que sería eso. Parecía complacida y un tanto sorprendida.
-Bien, señor Potter, debo decir que lo ha hecho bien. Ciertamente parece como si el año pasado se esforzara mucho. Una impresionante lista de calificaciones. Ahora, ¿sabe qué asignaturas quiere cursar en adelante?
-Realmente no, profesora.
-La última vez que hablamos, pesó que quizá la Aurología podría ser una buena idea. ¿Ha cambiado de opinión?
Harry miró la demacrada cara de la profesora. Parecía cansada, como si la responsabilidad fuera demasiado pesada para sus hombros. Sus labios estaban torcidos por la inquietud y sus cejas fruncidas por la preocupación. Suspiró al mismo tiempo que él y se recostó en la silla.
-Señor Potter, he hablado con el profesor Dumbledore sobre usted. Parecía necesario que estuviera totalmente informada sobre los variados y tumultuosos eventos de su vida, incluida la profecía.- sus agudos ojos le clavaron en el asiento mientras una mirada calculadora brillaba en los iris plateados.- En lugar de elegir para una carrera potencial, puedo sugerirle que elija asignaturas que ampliarán su conocimiento y sus habilidades mágicas. En otras palabras, aquellas asignaturas que le hagan capaz de protegerse a usted mismo y potencialmente derrotar al Que No Puede Ser Nombrado.
Harry la miró un momento, sin saber cómo sentirse. Había esperado de alguna manera poder esconderse del inevitable futuro. Desafortunadamente, no parecía que fuera a ser posible.
-Vale.- graznó antes de que carraspeara y continuara.- Entonces necesitaré Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones y Encantamientos sin ninguna duda. Pociones y Herbología podrían serme útiles.
-Esas cinco asignaturas suponen un avanzado nivel, señor Potter. Significaría un montón de trabajo. La señorita Brown está haciendo cinco, y la señorita Granger, a pesar de mi consejo, ha cogido seis. Si tuviera que dejar alguna de esas asignaturas, ¿cuál sería?
-Herbología.- dijo Harry sin dudar.
-Muy bien. Le haremos empezar con esos EXTASIS al completo, pero señor Potter, quiero que hable conmigo si siente que es demasiada tarea para usted.
Harry se fue con un complicado horario y la clara sensación de que había mordido más de lo que podía masticar. Tenía el resto del día para prepararse.
Se aseguraron de tener todos los libros, de echarles un vistazo y hacer todos los ejercicios de preparación para el día siguiente. Afortunadamente no había ninguno. Por lo menos aún no. Él sabía que habría que mezclar alguna poción antes de la clase, pero no tendría ninguna lección con Snape antes del… miró su horario… viernes.
Estaba tan concentrado leyendo su terrible horario que no se dio cuenta de que alguien se estaba acercando en dirección contraria hasta que casi se chocó con él.
-Mira por donde vas, Potter.- escupió una voz.
Harry miró directamente a la desdeñosa cara de Draco. El chico parecía más pálido de lo normal, pero sostenía su actitud altiva y a pesar de ser ligeramente más bajo que Harry, Malfoy aún se las seguía arreglando para bajar la nariz para mirarle.
-Diez puntos menos para Gryffindor por no mirar lo que estás haciendo.- Cuando Harry no replicó, un débil matiz rosa apareció en la cara de Draco. Se inclinó hasta acercarse al chico y bajó la voz.- Te crees muy listo, Potter. Estarás muerto antes de que se acabe el curso. Me aseguraré de ello yo mismo.
-Estoy aterrorizado.- susurró Harry sarcásticamente.- Si me disculpas, Malfoy.
Draco se movió para bloquearle el camino y agarró su horario. Sus labios se contrajeron en una sonrisa de desprecio cuando lo leyó.
-Debes haber heredado la inteligencia de tu padre. Ciertamente tu madre sangre sucia nunca tuvo ninguna. Después de todo, mira con quién se casó.
Harry apretó los dientes y miró de arriba a abajo el pasillo. Estaba completamente desierto. ¿Qué le detenía de darle un puñetazo, golpear esa creída y pretenciosa expresión de la cara del hurón? No había ningún Crabbe ni Goyle por los que preocuparse. Sólo Draco. Entonces pensó en que podía ser expulsado del equipo de Quidditch otro año, así que sencillamente apretó los puños en los bolsillos. Podía esperar. Draco se aburriría al final.
-Estoy disfrutando verte sufrir, Potter. Y me va a encantar verte morir. Va a ocurrir. Sólo puedes correr antes de que no haya lugar al que huir. Una vez estés muerto, me aseguraré de que ese patético Weasley y esa arrogante sangre sucia Granger paguen. Verán a sus familias morir, Potter. Verán la sangre y el dolor…
Harry se movió tan rápido que Draco no tuvo tiempo para reaccionar. El casco de la armadura más cercana fue agarrado y lanzado contra la cabeza del slytherin tan fuerte que sonó como un gong. Draco se tambaleó, claramente aturdido por el golpe, y trastabilló al borde de un largo tramo de escaleras. Harry le agarró y le sostuvo antes de darle la vuelta y empujarle levemente en otra dirección.
-La enfermería está en esa dirección, Malfoy. Las clases terminarán en cinco minutos. Deberías darte prisa.- agarró su horario del puño flojo.
Débiles maldiciones y hechizos surgieron del cuello de la camisa de Malfoy y Harry las escuchó un segundo antes de volverse e ir derecho a la Sala Común de Gryffindor.
Dean Thomas le miró cuando entró y sonrió.
-Pareces satisfecho por algo.
-Sólo le he dado a cierta serpiente que venía hacia mí.
-¡Oh, Harry!
-Sólo era Malfoy, y no le he herido ni nada de eso.- disparó Harry cuando Hermione le miraba furiosa.- La profesora McGonagall dijo que habías cogido seis EXTASIS. ¿Estás segura de que no va a ser como tu tercer año otra vez?
-Segurísima. Estoy absolutamente enterada del tiempo que se necesita para cursarlas todas, y lo haré bien. Aunque…- parecía dudar.- parece que la mayoría de la gente va a hacer cuatro.
-Yo voy a hacer cinco.
-¿Qué asignaturas?- preguntó Ron.- No quiero estar sólo en ninguna.
Harry les contó lo que iba a hacer, y que dejaría alguna si le agobiaban mucho.
-Estupendo. ¡Es exactamente lo que voy a coger!
-Ron, no puedes cogerte cinco.- rió Hermione, aunque se mordió el labio cuando Ron pareció dolido.
-¿Por qué no? Lo hice casi tan bien como Harry.
-Sí, pero no deberías hacer cosas que no te gustan y no sólo porque las hace Harry.
-Hermione, no quiero ir a ninguna clase en la que no estés o Harry o tú. Así puedo copiarte los apuntes y Harry me mantiene entretenido.
-¡Oh, Ron!
El pelirrojo se rió ante la petulancia de su amiga y se sentó en su silla, con los ojos brillantes ante la perspectiva del nuevo año. Lavender estaba examinando el horario de Parvati y miraba alrededor de la habitación con una expresión confusa en su cara.
-¿Todos hemos cogido Defensa Contra las Artes Oscuras?
-Eso creo.- respondió Neville cuando revolvió entre sus libros de texto.- ¿Alguien necesita un libro de Pociones?
-Sip.- Harry alzó la mano y la aceptó agradecido.- Puedo pagártelo si quieres.
-No, Harry, está bien. Sólo ayúdame con los deberes, ¿vale?
-Claro, Neville.- Harry miró su horario por encima del hombro.- ¿También hacemos todos Transformaciones y Encantamientos?
-Eso espero.- dijo Hermione con cuidado.- Después de todo son el núcleo del currículum.
-Pero aún no tenemos profesor de Defensa.- apuntó Seamus sólo para mirar con los ojos entrecerrados su horario cuando Hermione señaló con su dedo un texto minúsculo.
-Las clases de DCAO comenzarán la semana del 9 de Septiembre a la llegada de la señorita Asli Drew.
La mañana estaba muy avanzada cuando todo el mundo tenía su horario y estaba preparado para enfrentar el curso. Hermione se había enterrado profundamente en su libro de Aritmancia. Lavender y Parvati se habían ido al dormitorio en busca de paz y tranquilidad mientras que los chicos hablaban en voz baja y especulaban sobre el año por delante.
-¿Cómo creéis que será esa tal Drew?
-No puede ser peor que Umbridge, Dean.
-No estoy seguro.
-Bueno, como quiera que sea, - dijo Neville.- no estará más que un año. Nunca están más.
-Snape se va a volver loco.- dijo Ron pasando las páginas de su libro "Encanta lo Inencantable" sin realmente estar leyendo nada.- Como si no nos odiara lo suficiente ya.
Harry puso los pies en la mesa baja frente al fuego y se hundió más profundamente en el sillón. Tenía tantas cosas en la cabeza que se estaba haciendo difícil separar una de otra. Un brillo de metal le llamó la atención y sonrió a la insignia de prefecto de Ron que brilló y titiló con las llamas. Por supuesto, le había molestado al principio, pero ahora entendía lo que Dumbledore quería decir. Las responsabilidades de un prefecto más todas las demás podrían ser demasiado. Además, lo mejor de que Ron fuera prefecto, es que dejaba usar a Harry la mayoría de los pluses ligados al cargo, como el baño.
Hermione suspiró y bajó el libro hasta su regazo, mirándole con una mirada penetrante.
-Harry, vas a cogerte cinco EXTASIS este año. Sé que son menos clases a la semana de las que estás acostumbrado, pero no son fáciles. Necesitas hacer algunas lecturas previas y estudiar o suspenderás.- su atención se desvió a los demás.- Y esto se extiende a todos vosotros también.
Harry se agachó y cogió un libro del montón que estaban apilados en el suelo. Lo abrió y lo miró sin ver la página. No podía evitar preguntarse si su padre se había sentado en aquel sillón, o quizás Sirius. ¿Habían tenido que tomar las mismas decisiones, enfrentarse a las mismas cosas que él? No, después de todo, ninguno de ellos se había enfrentado a la muerte siendo tan jóvenes, ¿no? Y, de todos modos, conocía a Sirius y no era de la clase de personas que se quedaban leyendo sentados allí; habría estado hablando o bromeando, tratando por todos los medios de no ser educado.
Vagamente escuchó a Neville susurrar algo y el libro fue arrancado de sus manos por Ron. El pelirrojo giró el libro 180 grados y se lo devolvió. Harry gruñó un agradecimiento.
-¿Estás bien, Harry?- preguntó Seamus.
-Estoy bien.
-¿Seguro? Parecías distraído…- por el rabillo del ojo vio a Ron mirar a Hermione y después menear débilmente la cabeza mirando a Seamus.
Harry parpadeó y enfocó el libro. Sabía que debía hablarle a los otros sobre Sirius. No había mencionado el nombre de su padrino, pero debía ofrecer algún tipo de explicación de porque él no era él mismo. Solo había estado allí un día, y la gente ya se daba cuenta de que estaba diferente. Más aislado y extrañamente reservado; tanto, que el aire alrededor de él parecía más oscuro.
Leyó la primera frase y frunció el ceño. No era un libro de texto. Más que nada, porque estaba escrito a mano. Sintiendo un pavor creciente escaneó la página, captando frases sobre chicos, periodos y romances. Sus ojos saltaron al final cuando vio el nombre de Ron y leyó la firma. Lavender Brown.
Durante un minuto no hizo nada; sólo lo miró. Si Lavender se enteraba que estaba leyendo su diario, incluso por accidente, le mataría. Se paró un segundo y entonces pasó la página y siguió leyendo.
Pasos en las escaleras le hicieron saltar y dejó caer el libro como una patata caliente. Agarrando cualquier otro, fingió estar concentradísimo en el capítulo 17 de Transformación Avanzada. Los otros chicos sonrieron entre ellos y Harry sólo tuvo tiempo de mirarles antes de que Lavender se sentara en el sofá. Sus ojos cayeron hasta el diario bajo el sillón de Harry y su cara empezó a arder.
-Tú no… no has leído eso… ¿verdad?- tartamudeó la chica, recogiendo el libro y pasando rápidamente las hojas.
-No, por supuesto que no.- Harry trató de parecer sorprendido, pero fracasó miserablemente.- No intencionalmente. No he visto nada, lo prometo.
Lavender parecía que fuera a explotar, pero algo la hizo detenerse.
-Es bueno verte sonreír, Harry.- dijo con una débil vocecilla. Harry no pudo menos que sonreír al comentario.
-Así que, ¿no me vas a matar?
-No, porque no leíste nada, ¿verdad?
-En absoluto.- suspiró y volvió la mirada a su libro durante un segundo.- Siento estar deprimido.
-No lo sientas.- replicó Dean.- Solo que, bueno, nos gustaría saber si podemos ayudar.
-No podéis.- realmente no quería contarles nada. No quería asustar a nadie, más de lo que estaban.- Yo… mi padrino murió a final del curso pasado, y como no tengo padres fue… peor.- se apagó en vano, deseando poder escapar de sus miradas de lástima.
-Lo siento.- dijo Parvati sinceramente. Ella y Lavender nunca habían sido muy habladoras con él, pero ahora tenían caras de completa comprensión hacia él.
-No es tu culpa.
-¿Fue…- Seamus tragó.- Quien Tú Sabes?
-¿Voldemort? No. Fue la prima de mi padrino. Su nombre era Bellatrix Lestrange.
-Zorra.- dijo Neville en voz baja, pero intensamente.
Hermione había bajado su libro y estaba observando la escena pensativa.
-¿Por qué no les damos a los libros un descanso? Vamos a dar una vuelta o a las cocinas o algo.
-Yo tengo que ver si ese Malfoy se ha sacado bien el casco de la cabeza.- concedió Harry agradecido por la excusa de escapar del ambiente chungo que se estaba apoderando de la habitación. Ron le miró confuso.
-¿No estaban ni Crabbe ni Goyle para ayudarle?
-No deberían, ¿no? Me refiero a que quizá Malfoy tenga las narices para mostrar su cara, pero no les he visto de vuelta en el colegio. ¿Tú sí? Mira.- Dean le pasó a Harry una arrugada copia de "El Profeta". El titular garabateado eran las palabras: Decreto de Ejecución. Venía a decir que cualquier mortífago conocido capturado por cualquier miembro de las autoridades sería ejecutado en el mismo momento del aprisionamiento.
-Es un poquito extremo, ¿no?
-Bueno, no hay donde meterlos, Harry. Azcabán es inútil. Además, son asesinos.- susurró Seamus.
-No funcionará. No tendrán cuidado. Además, sabéis lo fácil que es ocultar tu apariencia. Sólo los hará más cautelosos y más difíciles de coger.
El resto del día lo pasaron tratando de alegrar el ánimo. Pasearon juntos junto al lago, disfrutando del sol a pesar del suelo embarrado bajo sus pies. Era obvio para Harry que todos estaban tan aterrorizados como él, pero hablar sobre ello parecía ayudar. Incluso Hermione dijo algo, cómo que no se atrevería a hablarle a Draco nunca más, e incluso que había considerado deliberadamente hacerlo mal en las clases para que sus notas fueran mejores que las de ella. Estaba preocupada que la seguridad de sus padres fuera afectada por algo que le enfadara.
-Todo el mundo está igual.- dijo tranquilamente Lavender.- Me refiero a que es bien sabido que Hogwarts es el lugar más seguro del mundo, pero no puedes traer a todos los que quieres aquí. No todos pueden esconderse aquí. ¿Y qué ocurrirá una vez que estemos fuera?
-Quizá todo haya acabado para entonces.
Se sentaron en una roca que sobresalía sobre el lago, algunas veces en silencio, o hablando en voz baja. Había poca gente en los terrenos. Unos cuantos slytherins caminaron a cierta distancia y los gryffindor se callaron. Fue sólo cuando el sol estaba casi tocando el horizonte, que Parvati se puso en pie y se sacudió la ropa.
-Casi tiene que ser la hora de la cena. Probablemente deberíamos ir al Gran Salón.
Las puertas del castillo aún estaban abiertas para dejarles pasar y entraron al fresco interior en silencio.
Las mesas fueron llenándose lentamente. La mayoría de los de sexto parecían haber llegado antes, agradecidos por el necesario escape de los estudios previos. Ginny y Luna ya estaban sentadas en la mesa de Gryffindor. Ginny estaba mirando miserablemente la pequeña agenda que tenía y Luna estaba escribiendo frenéticamente en un pergamino, su lengua saliendo por el borde de su boca, concentrada.
-… sólo el primer día y, ¡mira!- Ginny dio un manotazo al papel con su mano cuando se aproximaron, y Harry pudo ver que estaba lleno de su desordenada escritura.- Lo de Adivinación me va a durar una vida.
-¿Promocionar orfeones mentales?- preguntó, tratando de leer sobre su hombro.
-Preparar horóscopos mensuales, Harry.- bufó Ginny, dirigiéndole al librito un chasquido y dejándolo caer sobre su plato. Luna quitó un bol de puré a salvo de sufrir daños y continuó escribiendo.
-¡Es fácil!- exclamó Ron cuando se sentó frente a su hermana.- ¿Qué hiciste, Harry?
-Me lo inventé. Cuanto más desastroso y terrible sea mejor nota sacarás con Trelawney. Después de todo no es como Firenze establece los deberes. Te ayudaremos, si quieres.
-Gracias.
El salón se llenó lentamente casi hasta el tope de su capacidad y el director inclinó la cabeza hacia ellos en agradecimiento antes de mover sus manos en el aire. Los platos florecieron de comida y las copas se llenaron de zumo.
-¿Me perdí algo del discurso de Dumbledore ayer? No le escuché, la verdad.- preguntó Seamus a su alrededor con la boca llena de macarrones.
-Lo típico. No ir al Bosque Prohibido, los Capitanes de Quidditch y los horarios serán anunciados en las semanas que vienen. Enhorabuena a los de quinto y séptimo año… ese tipo de cosas.- replicó Ron.
-Harry, ¿y la Oclumancia?- preguntó Hermione suavemente.
-No sé. Creo que el profesor Dumbledore quería ayudarme él mismo, pero el tatuaje funciona. Ni por asomo tengo tantos problemas para dormir ahora.
-Y cuando lo haces, ¿sueñas con tu padrino?
-Sí, y con los ronquidos de Ron.
-Bien, no te olvides de ellos, ¿vale?
-Te lo juro por mi vida y por lo que haga falta…
No llevó demasiado que la cena se diera por concluida y los platos fueran despejados. Hubo donuts rellenos de mermelada de postre, pero Harry decidió que no podía más.
-¿Mañana qué toca a primera hora?- preguntó Ron tratando de no reírse por el hecho de que su amigo tenía mermelada de frambuesa en la frente.
-No sé, ¿tu horario no era idéntico al mío?
-Será mejor que lo sea.- gruñó Ron.
-Yo tengo Aritmancia.- dijo Hermione tras un librito.
-¿Cuando has tenido tiempo para ir a la biblioteca?- quiso saber Ron.
-Esta mañana, cuando aún estabais en la cama.
-¿Qué estás mirando?- preguntó Ginny, dejando de intentar hablar con Luna, que a apenas había tocado su comida y que seguía escribiendo.
-El cuadro que encontramos. Sólo quería saber cuán importante era, es todo.
Harry miró con los ojos entreabiertos el lomo del libro para ver las letras doradas del título. Familias Mágicas Nobles del Mundo Occidental.
-¡Hecho!- exclamó Luna, levantando el pergamino frente a ella y sonriéndose a sí misma.
-¿Otro puzzle rúnico?- preguntó Ron sin mucho interés. Harry le miró con el ceño fruncido. Luna era un poco rara, por decir algo, pero era útil tenerla alrededor. Además, le hacía sentir más normal.
-En realidad es mi propio alfabeto. Lo hice en Historia de la Magia.
Les pasó el pergamino, dejando que Ron y Hermione lo vieran más claramente. Se trataba un alfabeto simple que era absolutamente diferente del inglés común. Era bastante rúnico, y Harry se encontró a sí mismo sacándole sentido a aquello.
-Es muy… original.- dijo Hermione.- Aunque no veo en qué puede ser útil.
-Bueno, si tomo apuntes en clase, nadie podrá copiármelos.- la sonrisa de Luna era vaga, pero sus ojos se agudizaron como si supiera que aquello era una de las cosas que más odiaba Hermione.
-Bueno, tengo que irme y prepararme para las clases de mañana.- dijo Hermione poniéndose en pie de repente.- Pero Luna, realmente es original, y una idea bastante buena. ¿Puedo echarle un vistazo?
-¿Puedo dártelo mañana? Es que…- la chica parecía incómoda.- Es la única copia que tengo y no quiero olvidarla.
-Si, claro, cómo no. Y Harry, tienes Herbología a primera, como Ron.
La tarde pasó sin pena ni gloria. Harry decidió esforzarse un poco en ello y se perdió en "Flores y Fatalidades: Guía avanzada". Ginny se sentó en la mesa. No tenía que entregar el trabajo de Adivinación hasta dentro de tres días, así que desvió su atención en la lectura de los apuntes del profesor Flitwick con la esperanza de entender qué estaba haciendo mal con un encantamiento complejo.
Ron estaba intentando animar a la gente a que jugara una partida de ajedrez, pero como nadie quiso, se sentó con Hermione y Harry y se puso a leer el libro de Herbología. Además de alguna pregunta ocasional, no se distrajo ni una vez, y eso parecía molestar a Hermione.
-¿En serio estás leyendo ese libro?
-Sí, no es malo.
-¿Y te estás enterando de algo?
-Sí, bastante.
-¿Te encuentras bien?
La respuesta de Ron fue sacarle la lengua a la chica y seguir leyendo.
Por una vez, la Sala Común de Gryffindor estuvo tranquila y las buenas intenciones del primer día de curso se llevaron a cabo.
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-¡No, corre… tienes que… ir!
Harry abrió un ojo legañoso y miró a la oscuridad a su alrededor. La voz no era más que un susurro, pero quizás había estado escuchándola subconscientemente, o quizá no estaba muy dormido. Apartó las cortinas un poco y salió de la cama. Durante un momento pensó que el que hablaba se había dormido otra vez, pero la extraña letanía continuó después de una pausa muy breve.
-Ron, ¿estás bien?
-¿Qué pasa?- replicó Ron. Las cortinas se apartaron y miró a Harry.- ¿Estás despierto?
-Sí. Es un poquito difícil permanecer dormido contigo murmurando, tío.
-Pero entonces, ¿quién es ese?
Escuchó de nuevo, y de verdad esperó no estar oyendo voces. La última vez que había ocurrido había un basilisco gigante en las cañerías.
-Creo que es Neville. Escucha… está hablando sobre Lestrange.
Harry maldijo suavemente en la oscuridad.
-No debería hacer mencionado su nombre.
-¿Por qué no? Él estuvo allí, Harry.
-Sí, pero, no sé, quizá lo hubiera olvidado.
-¿Le despertamos o le dejamos dormir?
Harry pensó un momento. Si le dejaran dormir él haría como si nunca hubiera ocurrido y Neville no se avergonzaría de que sus amigos le despertaran de un mal sueño. Si le despertaban, ellos acabarían con la obvia angustia mental por la que el pobre chico estaba pasando. Hubo un amortiguado ¡Gnah! desde el lado de la habitación de Neville, seguido de un rápido y frenético pataleo. Las cortinas se apartaron precipitadamente y Neville se cayó de la cama. Vestía un pijama un poco demasiado pequeño para él, pero no parecía molestarle demasiado mientras se frotaba la cara con las manos. Casi se le salió el corazón por la boca cuando Harry le alcanzó un vaso de agua sin decirle nada.
-Lo… lo siento. No quería despertaros.
-No pasa nada. Pensé que era Ron.
-¿Por qué pensaste que era yo? ¿Tengo tantas pesadillas o algo así?
-Sólo una vez.- aseguró Harry.- ¿Estás bien, Neville?
-Sí, yo, eh, sí, estoy bien.
-Podemos dejar una luz si quieres.- cuando Harry vio que Neville iba a protestar añadió.- Yo lo hago a veces. Además, si te despiertas otra vez, mejor ver qué pasa a tu alrededor, ¿no?
Al final los tres jóvenes acordaron dejar una pequeña luz en el alféizar. Fluctuó y disminuyó, mandando inocentes sombras danzarinas.
Harry se tendió en la cama, mirando las sombras crecer y caer como ondas en la pared, y en su mente maldijo a Belatrix Lestrenge, no sólo por lo que le había hecho a Sirius, sino por lo que se había llevado de Neville.
