¡¡Hola!!
Antes que nada os quería contar algo que oí ayer en la radio: el 6º libro saldrá en Julio de este año. No sé si ya lo sabíais. Yo no, pero de todas formas os lo cuento. Sabía que Tía Gilita… digo… J. K. Rowling no tardaría tanto en sacarlo porque con las películas saliendo tan "rápido" no podía dormirse en los laureles, pero no lo esperaba para tan pronto. No sé el día, pero no me extrañaría nada que fuera el día 31, como el cumpleaños de Harry… (suspirito de paciencia). Como si esas estrategias de marketing no fueran evidentes. Sólo espero que no la vuelvan a cagar con las traducciones. Lo ideal, si se monta un "estreno mundial", es que todas las ediciones salgan a la vez, ¡y no casi un año después como pasó con la versión en castellano! Fue vergonzoso teniendo en cuenta la cuota de mercado que tiene.
Contestaciones:
Aidee: Pues ya ves, en dos sobremesas me lo traduje. La verdad es que cuando pillas carrerilla casi lo haces de corrido. En fin, espero que te guste. A partir de aquí se pone muy interesante.
Lady Kenobi: Sí, ellas dijeron que pasaban mogollón de lidar con el elfo y el cuadrito de los webos y que se lo quitaron de encima echando virutas. Y como son tan buenas lo hicieron, se quedaron agusto y les salió genial. Si es que... cuando hay talento...
Celina: algo me han contado de Canarias y los guiris. Vamos, que tienen concejales y todo. ¡Quiero ir a Tenerife! O cualquiera de las otras islas, yo no le hago ascos a nada. Pero molaría ir por allí, a la playita y huir de este frío horrible.
Azazel-Black: Sí, son 30 capítulos, y continúa en otro fic de 31. Son auténticos libros. Pero merecen la pena. El fic de Hermione es "Good Morning". Ya verás, es precioso. Casi lloro al final y todo. Jo... snif... cuando me acuerdo... (suspirito).
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Las sombras del silencio
Capítulo 8: La profesora Asli Drew
¿Puedes prender el alma con amor?
¿Calmar su corazón se convertirá en dolor?
¿Puedes protegerlo con el tuyo
aunque no ganes nada?
La Moralidad del Hombre.- Hechicera Valerie Vonstaff.
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Harry gruñó cuando alguien le sacudió un hombro. Cerró los ojos fuertemente por instinto, sin querer admitir que, una vez más, era lunes por la mañana. La persona que estaba molestando su sueño era persistente y, al final, se obligó a mirar la despejada cara de Neville.
-Vamos, Harry.
-Estás muy entusiasmado.
-¿Y eso es un crimen?- Neville sonrió mientras se giraba para bajar las escaleras.- Pensé que estarías ansioso por conocer a la nueva Profesora de Defensa.
Harry sonrió para sí mismo y se vistió rápidamente. Durante la semana pasada, había ayudado el estar rodeado de gente. Al principio había evitado la compañía, pero como tanto Ron y Hermione se la habían echado encima, encontró que la risa y la compañía se llevaba de su mente las sombras del dolor.
Uno de sus temas de conversación había sido la nueva profesora de DCAO. Hermione había sentenciado que Asli era un nombre de mujer dándoles así una pista sobre qué deberían esperar. Dean apostaba cualquier cosa a que era un vampiro o cualquier otra criatura de la noche. Seamus estaba absolutamente convencido de que era una mortífaga disfrazada. Harry pensaba… Lo que él pensaba no era importante. Esperaba que, por una vez, la maestra fuera una bruja normal, quizá una que se quedara más de un año.
Terminó de ponerse la ropa y se lavó la cara, frotándose los ojos en un esfuerzo por despertarse del todo. Ron tropezaba por toda la habitación tratando de montarse pieza a pieza.
Les había llevado todo el fin de semana a ellos dos recuperar la sesión doble de Pociones del viernes. Habían pensado que Snape había sido terrible los últimos cinco años, con todos aquellos comentarios condescendientes, la sutil intimidación, el no tan sutil tormento… Obviamente no habían conocido al verdadero Severus Snape. Harry notó cómo sus labios se torcían de disgusto al recordar la lección. Les había mandado preparar la impresionantemente compleja poción Matalobos. Snape había esperado que la suspendieran y muchos lo habían hecho ya que algunos de los ingredientes eran prácticamente imposibles de conseguir. La clase entera había hecho su mejor intento y él se había limitado a quedarse allí, riéndose de todos ellos. Cuando pasó por el pupitre de Harry, Snape miró el frasquito que tenía la poción, y una extraña expresión inundó sus ojos.
-Señor Potter, ¿sabe qué le ocurre al afectado si la poción Matalobos está incorrectamente preparada?
-La demencia que acompaña a la transformación permanecerá y en muchos casos se amplificará proporcionalmente hasta llevar a la víctima a quedar mentalmente marcada de por vida.- Snape alzó su ceja izquierda y permaneció en silencio hasta que Harry añadió.- Señor.
-Sí, desde luego, Potter. Los detalles son a menudo ocultos a los inmaduros e incapaces. No hay necesidad de decir que el último y querido amigo de tu padre estaría muerto y enterrado en una semana si bebiera esto.- agitó el frasquito amenazadoramente.- Aunque tampoco importaría mucho.
Harry volvió al presente y aflojó la mandíbula. Snape había estado provocándolos todo aquel día. Sólo su propia casa había sido perdonada, como siempre. Harry frunció el ceño pensando en sus otros profesores. No había tenido a los Slytherin en todas las clases, pero las noticias les habían llegado poco a poco a todos. Los profesores eran precavidos. Se tomaban menos puntos de la Casa dde la Serpiente. Parecía que todo el mundo estaba asustado, no sólo por sí mismos, sino por aquellos que estaban fuera de los muros de Hogwarts.
La fuga de la prisión había ocurrido a mediados de agosto. No podía recordar la fecha exacta tras el delirio sin sueño que había sufrido, pero recodaba las sospechas y la confesión humilde y final del Ministerio de que más de 35 peligrosos criminales habían escapado de la prisión isla de Azcabán. Lo que significaba que todos ellos estaban allí fuera, y que un chico como Draco no dudaría en quejarse a su padre sobre cualquiera que le hubiera disgustado.
Sacudiendo la cabeza, Harry se puso las gafas (n/tr: pues ya se complica la vida para ponerse las gafas… No estaría mejor con la cabeza quieta??? Esto es como ponerle el rabo al burro. ¡Quien le saque un ojo con las patillas gana 20 puntos! XDDD… ains… es la hora de la siesta y se me va la olla, lo siento.) y esperó a que Ron se pusiera los zapatos antes de bajar juntos. Hermione les estaba esperando con una brillante sonrisa en su cara.
-No puedo esperar para conocerla. Sé que nunca ha sido miembro del claustro. Me pregunto si será tan buena como el profesor Lupin.
-Tiene que se mejor que Umbridge.
-Técnicamente, creo que Umbridge no estuvo mucho tiempo como profesora. Por criterios oficiales sólo duró dos meses antes de que se promocionara a ella misma. En realidad, el año pasado, Harry fue nuestro profesor de Defensa.
-¡Y esta mujer lo tendrá difícil para batirle!- rió Ron palmeando el hombro de Harry mientras los tres hacían su camino hacia el Gran Salón.
El techo encantado reflejaba el pálido cielo azul, diluido por la persistente lluvia. Las mesas estaban cargadas de humeantes cruasanes y diferentes cereales así como gachas de avena y todo tipo de fritos. Ginny estaba sentada en su sitio, sorbiendo leche caliente mientras trataba de mantener los ojos abiertos. Les dirigió una débil sonrisa de agradecimiento y dijo:
-¿Qué? ¿Con ganas?
-Es algo por lo que levantarse.- Harry cogió unas tostadas y se sentó a su lado. Por el rabillo del ojo vio a Ron sonreír y sentarse junto a Hermione.
-Bueno, tenéis que contarme cómo es. Si es como aquella repulsiva mujer no iré a sus clases.
-¡Ginny!- Hermione parecía horrorizada.- ¡No puedes faltar a las clases!
-Aprendí más estudiando por mí misma el año pasado que gracias a esa espantosa mujer.
Las idas y venidas de los estudiantes al Gran Salón continuaron durante la siguiente media hora mientras los ansiosos iban a la biblioteca y los perezosos se arrancaban de sus camas. Sólo cuando Hermione empezó a fingir nerviosismo Ron y Harry cedieron a sus ruegos y se despidieron de Ginny.
Subieron las escaleras, esperando pacientemente que el lento movimiento de piedra contra piedra cesase mientras la siguiente escalinata se colocaba en su sitio. Harry se había dado cuenta de que había un cierto horario en algunas de ellas. Si ibas justo a la derecha, podías ir de la Torre de Astronomía a las Mazmorras en cinco minutos. Pero eso no le importaba aquel año. Tenía que admitir que las lecciones eran duras, parecía que sus deberes se habían doblado. Se preguntó cómo Hermione podía hacerlo.
Llegaron a su clase cinco minutos antes y se sentaron en sus asientos usuales en la parte de delante. La luz entraba a raudales a través de las grandes ventanas que daban al campo de Quidditch; Harry podía ver los altos aros silueteados contra el sol de la mañana. Los altos techos y las paredes blancas y limpias eran nuevas para él; estaba acostumbrado a la parafernalia de animales disecados y ese tipo de cosas, pero esta habitación era grande, ventilada y brillante. El suelo era de madera pulida y brillaba con los rayos de sol. La parte de delante estaba dominada por un escritorio enorme de madera lleno de cajones. Encima había una espada.
Los minutos se consumieron pero la profesora parecía no llegar.
-Quizás sea un examen.- sugirió Hermione lo suficientemente alto como para que la pequeña clase de Gryffindor's lo oyeran.
-Igual se supone que tenemos que hacer algo.
-Apuesto que tiene que ver con la espada.- dijo Seamus, levantándose de su asiento y yendo hacia el escritorio. Se quedó con las manos en la espalda examinando la vaina. Pareció convencerse y alargó la mano para cogerla.
-Seamus, no lo hagas.- la voz de Harry era lo suficientemente urgente para hacerle parar y mirar a su amigo.- No sabes nada sobre ella. Podría ser peligrosa.
-¿Como qué?
-Un traslador, o quizá haya pertenecido a un mago oscuro y tiene hechizos protectores.
-Puede que en realidad no esté ahí.- añadió Hermione.- Puede ser una simple proyección de una espada, diseñada para atraerte a una trampa.
-Muy bien.- elogió una voz cortante. La espada y el escritorio desaparecieron mientras la mujer se adelantaba y se quitaba su capa de invisibilidad. Seamus tragó y volvió a su sitio mientras las pisadas de la mujer resonaban en la clase.- Me habían dicho que debía esperar grandes cosas de esta clase, y no estoy decepcionada. El señor Finnigan ha demostrado la curiosidad que cada mago necesita para superar una situación difícil o complicada. El señor Potter ha mostrado precaución, una cualidad admirable en alguien de vuestra edad, y la señorita Granger ha mostrado que ha leído sobre ello. El resto de vosotros habéis demostrado la habilidad de escuchar.
La mujer se paró en mitad y sonrió. No era una sonrisa desagradable, pero carecía de humor.
-Necesitaréis curiosidad, precaución, conocimiento y la habilidad de escuchar y pensar sobre una amplia variedad de escenarios para aprobar mi asignatura. Mi nombre es Señorita Asli Drew. No tratéis de suponer mi edad, sólo os avergonzaréis de vosotros mismos. He estado en muchos lugares en mi vida y he visto muchas cosas, tanto buenas como terribles. Las Artes Oscuras siempre han sido una fuente de horror y fascinación para la raza humana. Los magos y las brujas van y vienen, pero la magia permanece. En esta clase habrá teoría,- la clase gruñó y ella sonrió con propiedad.- y sí, la odiaba también, pero sin comprender la magia no podéis esperar defenderos. Habrá también un enorme montón de magia práctica. Espero que tratéis las lecciones no textuales con madurez. No habrá oportunidad de holgazanear.
Harry miró cómo se sentaba en mitad del aire y golpeaba distraída su varita contra su bota con una expresión preocupada en su cara.
-Sé que el año pasado el nivel de la enseñanza práctica fue pobre, aunque estoy bastante enterada de alguna actividad extracurricular. Alabo vuestro sentido común y vuestro entusiasmo. Esta asignatura es una de las que necesitaréis en los años venideros. Podría salvar vuestras vidas. ¿Hay alguna pregunta? ¿Sí, señor Thomas?
-¿Cómo ha hecho que el escritorio y la espada desaparecieran, profesora?
-Preferiría que me llamarais "Señorita"; cualquiera que piense que tiene demasiadas connotaciones sexistas, se encontrará escribiendo un trabajo sobre el sexismo de la lengua inglesa (n/tr: este es el típico caso de juego de palabras en inglés imposibles de traducir. "Professor" es utilizado indistintamente para hombres y mujeres, aunque sigue siendo masculino. En castellano, obviamente, está "profesor/profesora" y ese problema no existe. Asli Drew quiere que la llamen "Señorita" –como en parvulitos- para marcar el hecho de que es una mujer. Simplemente.) En todo caso, me alegro de que lo hayas preguntado, Dean, porque lo daremos a lo largo de las siguientes semanas. El escritorio y la espada nunca estuvieron allí. Es una complicada forma de magia, una que extrañamente los muggles experimentan bastante frecuentemente. ¿Habéis oído hablar de la Proyección Astral?
La clase reconoció que sí y la Señorita Drew asintió aprobadora.
-Cada objeto, animal y persona tiene una firma mágica. Esta firma es eterna. Muchas teologías la denominan como el Alma. Este "alma" puede ser manipulada a través tanto del espacio como del tiempo, lo que puede ser altamente beneficioso para el practicante de magia. Los objetos son más fáciles, la gente es muy difícil. Unas pocas brujas han sido capaces de proyectar su alma, su firma mágica, pero parece que para los hombres es más complicado. En todo caso, no es una desventaja. ¿Puede decirme alguien por qué puede ser?
Ron alzó la mano lentamente. Normalmente hubiera sido uno de los últimos en contestar voluntariamente, pero la Señorita Drew inclinó su cabeza animándole.
-La proyección no puede interactuar con el ambiente físico, ¿no?
-Exacto, señor Weasley. Lo único que puede interactuar con la proyección es un hechizo. La proyección no puede sostener una varita, no puede tocar a un amigo, no puede comer o beber. Puede hablar, pero muy bajito. Ahora, ¿Qué hay del autor? Si un humano es obligado a proyectarse astralmente, ¿sufrirá?
-Sí.- contestó Hermione inmediatamente.
-Me alegro de que tengas tanta confianza como para responder sin levantar la mano, señorita Granger. Todos deberían seguir tu ejemplo, lo hace más interesante. Por favor, continúa.
-Habría agotamiento físico y cualquier efecto adverso que le ocurra a la proyección se reflejará en el cuerpo.
-¿Algo más?
-Podrías perder una parte de tu alma.
-Precisamente. Todos, por favor, sacad vuestros libros e id a la página sesenta y dos.
La clase siguió hasta que acabó repentinamente cuando sonó la campana. Durante un momento la cara de la Señorita Drew pareció irritada y disgustada, pero suspiró y rodó sus ojos marrones.
-Adiós a todos. Espero veros la próxima vez.
Le devolvieron la despedida y salieron al pasillo en silencio, continuando hasta que estuvieron a una distancia segura. Neville fue el primero en decir algo.
-¡Es genial!
-Sí. ¿Creéis que estaba sentada en una silla o qué?
-Puedes mantener una posición sedente sin soporte alguno, pero no durante una hora entera.- rió Hermione.- Es buena, ¿verdad? ¡Después de Umbridge, es un ángel!
-Ya veremos como es en las lecciones prácticas.- dijo Harry mientras giraba la esquina hacia la Sala Común.- Creo que ha sido auror o algo así. Tiene pinta de haber sido personal militar.
-Sí, ¿verdad?- rió Ron.- ¿Visteis sus botas? ¡Estaban hechas para patearle el culo a Voldemort!
Hubo un momento de estupefacto silencio cuando todos le miraron, alucinados de que hubiera dicho el nombre. Hermione se rió ligeramente y sacudió la cabeza sin creerlo.
-No lo has dicho queriendo, ¿verdad?
-No, ¡quería decir, Quien Vosotros Sabéis!- Ron se paró frente a la Señora Rosa, pálido por su propia audacia. Estaba apunto de decir la contraseña cuando la profesora McGonagall corrió hacia ellos con una rápida y tensa sonrisa.
-Señor Potter, señor Weasley, ¿podrían venir conmigo, por favor?
Hermione cogió sus mochilas y les dijo adión mientras seguían la demacrada figura de la profesora por los resonantes corredores. Harry se sorprendió bruscamente al darse cuenta de que era más alto que la delgada mujer. Siempre había tenido que mirar hacia arriba para mirarla, incluso desde que tenía once años y estaba estúpidamente asustado de todo. Ahoraaún seguía alzando la mirada hacia ella, pero sólo metafóricamente.
-¿Estamos en problemas?- preguntó Ron.
-No, señor Weasley. Tengo algunas buenas noticias para todos vosotros.- ella abrió la puerta de su oficina y les invitó a entrar.
Ginny Weasley estaba desplomada en una silla frente al escritorio. Parecía preocupada. Sus ojos estaban brillantes de enfado y sus mejillas sonrojadas. Su pelo estaba revuelto y Harry trató de recordar su horario de su vistazo de cinco segundos hacía una semana. Ella le vio mirándola y su furia se convirtió en vergüenza. Una mano se alzó hasta su pelo y una débil risa se escapó de sus labios.
-Cuidado de Criaturas Mágicas. Un unicornio ha tratado de comerme.
-¿Eso es por que pareces tan enfadada?- preguntó Ron a su hermana pequeña mientras McGonagall se excusaba para ir a buscar a dos personas más.
-Creo que no tengo la mano de Charlie para los animales.
Harry se inclinó sobre el borde de la chimenea y miró a las llamas mientras esperaban. Ron y Ginny hablaban tranquilamente y él medio escuchaba mientras que el calor picaba suavemente su frente y su labio superior.
-¿Es sobre Quidditch?- preguntó Ginny.- Porque no se me ocurre otra razón por la que estoy aquí.
-Bueno, si son Kirke y Sloper los que van a entrar por la puerta, entonces sí.
-Sabes lo que significa eso, ¿no, Harry?
-Sorpréndeme.
-¡Han levantado tu prohibición y la capitanía es tuya!- gritó Ron sonriendo de oreja a oreja.
-¿Qué? Pero yo…
-No repliques, Harry. Eres la elección obvia. Has estado jugando Quidditch más de 6 años. Conoces el juego mejor que nadie.
-No, eso no es cierto. Tú y Ginny habéis estado jugando desde que tuvisteis edad para montar en escoba. Hace cinco años yo ni siquiera había oído hablar del Quidditch.
Una garganta carraspeó educadamente y la profesora McGonagall dejó entrar a los dos golpeadores Jack Sloper y Adrew Kirke en la habitación.
-Veo que ya habéis supuesto por qué estáis aquí. El año pasado ganamos, pero fue suerte. La mayoría del equipo se ha graduado. Tenéis dos puestos de cazador que ocupar. Os he llamado a todos para elegir a la persona que será el capitán.
-Harry.- dijeron cuatro voces al unísono.
La profesora McGonagall le dio a Harry un sobre.
-Parece que la democracia ha hablado, señor Potter. La carta contiene la documentación oficial que levanta su prohibición para jugar Quidditch. El libro de prácticas está en mi oficina. Si necesita reservar el campo venga a verme. Buena suerte, señor Potter y adiós.
Les empujó a todos tras la puerta y les dejó en mitad del paso. Se quedaron ahí un momento, esperando a que Harry hablara.
-¿Estás todos seguros de esto?
-Segurísimos, Harry.- dijo Ron, tomando aire profundamente.- Venga, ¿cómo podías pensar que sería cualquier otro?
-No sé, sólo que… - Harry respiró y se compuso.- Vale. Las pruebas para cazadores serán el sábado, corred la voz. La primera práctica el domingo. Necesitamos esforzarnos.
-¿A qué hora?
-A las once de la mañana. Echaos y descansad. Os quiero a todos despiertos para que no os durmáis y os caigáis de vuestras escobas.
-¿Sabes qué, Harry?- dijo Ginny en voz baja.- Me estás empezando a gustar.
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Harry estaba sentado sobre la caja que contenía las pelotas de Quidditch. Bajo su peso, los temblores habían cesado y los extraños quejidos de las bludgers se habían silenciado.
Estaba sólo en la línea central sin nada más que el piar de los pájaros inundando sus oídos. Su Saeta de Fuego estaba a su lado, descansando en césped cubierto de rocío. La luz del sol se reflejaba en las lágrimas que corrían por sus mejillas, goteando en sus ropas escarlatas. No había sollozos ni temblores de emoción. Sólo había dolor.
Había estado bien hasta que había visto la Saeta, cuando las barreras se habían roto. Era un regalo de su padrino, el primer regalo que había recibido de él. Le había compensado por los años de miseria y soledad, y ahora era un afilado recordatorio de lo que podía haber tenido.
Se quitó las gafas y miró el desenfocado amanecer. El sol era una serpenteante luz a través de las lágrimas, y el duro y encapotado cielo, una sombría cortina sobre él.
Nunca había vivido algo tan doloroso antes. Siempre había echado de menos a sus padres, pero en realidad nunca los había conocido. Había visto que los otros niños tenían una mamá y un papá y se dio cuenta de que le faltaba algo especial. La muerte de Cedric había sido traumatizante y terrible, pero el dolor provenía de ese shock y la culpa antes que de la verdadera tragedia.
Cuando Sirius cayó de espaldas a través del velo, no lo había creído. Había pasado todo el verano pretendiendo que no había ocurrido, pensando que Sirius les había estado gastando a todos una broma cruel y que atravesaría la puerta en cualquier momento. Ahora que sabía que no volvería a ver a su padrino de nuevo, sentía que había perdido una parte de sí mismo.
Un sollozo se trabó en su garganta, sonando extraño en el aire de la mañana temprana. Apretó una mano sobre su boca tratando de apaciguar el flujo de emoción. Quiso aullar y gritar hasta que alguien lo arreglara todo, pero sabía que era imposible. Nadie podía. Le podían soltar clichés como "El tiempo todo lo cura", pero eso no le salvaba de lo que estaba sintiendo.
Se golpeó la cara furiosamente, sin importarle que el recio cuero de sus guantes arañara su piel. Sacudió la cabeza y tensó los músculos de su estómago y su pecho hasta que los sollozos se hicieron dolorosos y pudo obligarlos a parar. Una mano le acercó un pañuelo y él se sobresaltó avergonzado.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?- preguntó secamente con la voz rota.
-Unos tres minutos.- replicó Ginny.- Aunque puedo irme.
-No.- su mano alcanzó la de la chica y la cogió.- No te vayas. Podemos practicar un poco, a ver cómo eres como cazadora.
-¿Seguro?
-Sí.
-Él nunca querría que esa escoba te pusiera triste. Era para hacerte feliz, y no la has montado en más de un año.- ella cogió la Saeta de Fuego y se la dio con una sonrisa preocupada.
Él la cogió y se subió, sintiendo cómo las emociones a flor de piel desaparecían mientras la escoba tomaba velocidad ascendiendo cada vez más alto a su mando. Cuando torció en una bajada en picado, Ginny pasó delante de él en una brillante Nimbus 2000.
-¡Hey! ¿Dónde has conseguido eso?
-Fred y George. Me dijeron que te dijera que "Gracias por todo y que esto debería ayudarnos a ganar".
La chica hizo un quiebro y giró hacia los aros al final y Harry se precipitó tras ella, bloqueándola e impidiendo su avance a cada paso del camino. Para la hora en que la gente empezó a dejarse caer por el campo para las pruebas de cazador, Ginny había dominado las maniobras defensivas y Harry estaba demasiado cansado como para quejarse.
Aterrizaron justo a tiempo para ver a Ron arrastrándose en el campo, cansado y hecho un desastre.
-¿Dónde has estado?
-Por ahí.- replicó Harry, frotándose la nariz y sorbiendo.- ¿Por? ¿Me echabas de menos?
-¡Anda ya! ¿Cómo vamos a examinar a todos estos?- sacudió su pulgar hacia los cinco aspirantes.
-Fácil. Vete a los aros. ¡Kirke, Sloper!
-¿Sí, Harry?
-Os quiero arriba. Golpear con las bludgers a la persona que estemos probando. Tienen que margar tantos puntos como puedan. Ah, y no os hiráis a vosotros mismos.
-¿Y yo?
-Haz como un Slytherin y haz trampas. Intenta tirarlos de las escobas o que reduzcan la velocidad. Haz lo que creas que hubiera hecho Draco. Tienen que estar preparados para cualquier cosa.
Las pruebas duraron aproximadamente una hora. Lanzamiento tras lanzamiento fue bloqueado. Ginny había hecho zozobrar con éxito tanto a Dennis como a Colin Creevey en sus escobas, y sólo un rápido y potente encantamiento "Leviosa" de Harry previno huesos rotos.
Natalie McDonald era pequeña y rápida. Era buena esquivando los ataques de Ginny y las bludgers, pero no tan buena marcando. Vicky Frobisher y Geoffrey Hooper habían hecho las pruebas para Guardián el año pasado, y era obvio que las habilidades de Geoffrey se quedaban en el área defensiva, pero Vicky parecía una promesa. Era una fiera, casi tirando al suelo a Ginny en un momento de su empeño en llegar al aro. Las estadísticas de puntuación se inclinaban a su favor, y al final, se decidió que sería Natalie la que ocuparía el segundo puesto de cazadora.
Los desilusionados y los emocionados se marcharon en fila hacia el castillo juntos. Sólo Ron, Ginny y Harry se quedaron en el campo, y el capitán pronto les dijo a los hermanos que volvieran al castillo.
-Ya os alcanzaré.- prometió Harry.- Sólo voy a recogerlo todo.
Las bludgers fueron bastante fáciles de devolver a sus prisiones, pero cuando metió la Quaffle, el pequeño saquito que guardaba la snitch se abrió y la bolita dorada se escapó y salió zumbando al aire. Maldiciendo su torpeza, Harry pasó una pierna por encima de su Saeta de Fuego y pegó una patada siguiéndola mientras daba vueltas, descendía y pirueteaba alrededor de los postes. Se paró abruptamente y empezó a caer obligando a Harry a lanzarse en picado antes de volver a recuperar un ángulo más derecho y fue serpenteando entre los árboles del Bosque Prohibido.
Aterrizando en el borde de la floresta, meneó la cabeza confuso. Las pelotas estaban encantadas específicamente para quedarse dentro del área del campo. ¿Por qué se había ido al Bosque? Miró ceñudo a los árboles. Realmente no quería meterse, no sólo. Dio un tímido paso hacia delante sintiéndose más fuerte hasta que se encontró a sí mismo incapaz de avanzar en la oscuridad de los árboles. El aire olió lata quemada y cada aliento que tomaba sabía a sangre. Le empezó a doler la cabeza, pero podía ver la bolita alada suspendida justo al lado de los árboles del lindero.
Alargando la mano derecha, dio un respingo de asombro cuando una red de luz brillante surgió frente a él como rayos de plata. La Snitch se quedó quieta en su vuelo. Sus alas continuaron batiendo frenéticamente, pero no se movía, y fue devuelta a la mano abierta de Harry. La luz tembló y pulsó brillando cada vez más hasta que la fría pelota estuvo acunada en su palma. En el segundo en el que sus dedos se cerraron sobre las alas, la luz disminuyó y se retiró, dejándole con dolor de cabeza y la extraña sensación de que había hecho algo malo.
Un grito a su derecha le hizo girarse para ver a Hagrid parado a unos pocos metros de distancia. La enorme ballesta descansaba en sus manos, la punta de la flecha chispeaba con la magia residual y el mismo Hagrid parecía absolutamente horrorizado.
-Harry, ¿qué ha sido eso? (t/tr: en inglés, tanto en los libros como en este fic, transcriben el acento de Hagrid, detalle que en las traducciones se pierde. Es un acento que, al menos escrito, se parece al andaluz, pero en inglés. Juntan palabras, abren las vocales –por ejemplo "yeh" por "you"-, se comen la mitad de las consonantes – "Arry" por "Harry"-… Ehtóy por haserlo asín pa'que zea máh auténtico…. Mmmh… mejor no…).
-No… no lo sé.
-Creo que quizás deberías de contárselo a Dumbledore. O sea, no has utilizado la varita… ¿Cómo lo has sabido?
-¿Saber el qué?- preguntó Harry.- ¿Hagrid?
-Nada. Vamos.- Hagrid señaló nervioso con la ballesta al castillo y respiró hondo.- Asustarás a los thestrals.
Harry miró atrás hacia la foresta y vio las extrañas criaturas equinas arremolinadas como si estuvieran asustadas. Sus ojos brillantes le miraron mientras se iba y nunca vio cómo los animales, uno tras otro, inclinaban sus cabezas hacia el suelo como si hicieran una reverencia a la realeza.
